SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.29 número84El santuario de Santo Toribio romo en los altos jaliscienses: La periferia en el Centro¿Por qué pensar desde las epistemologías del sur la experiencia política de Cherán? Un alegato por la igualdad e interculturalidad radical en México índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Nueva antropología

versión impresa ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.29 no.84 México ene./jun. 2016

 

Artículos

Iconología de un precandidato presidencial: El último informe de Peña Nieto como gobernador

Nelson Arteaga Botello* 

Javier Arzuaga Magnoni** 

* Profesor investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. México.

2** Profesor investigador de la Universidad Autónoma del Estado de México. México.


Resumen:

Se analiza el último informe de gobierno de Enrique Peña Nieto como gobernador del Estado de México, en particular su mensaje político. Un performance que proyectó narrativas y códigos que lograron generar un ambiente de comunión donde el gobernador se transformó en icono político entre sus partidarios, simpatizantes y aliados. Se examina cómo este despliegue de poder material y simbólico fue decodificado por los medios de comunicación, los cuales definieron un campo de batalla alrededor suyo que pervivió una vez que alcanzó la candidatura de su partido a la Presidencia de la República, y que sigue propiciando algunos debates en torno a su desempeño como presidente del país.

Palabras clave: performance; conciencia icónica; comunión política; medios de comunicación

Abstract:

Enrique Peña Nieto's final State of the State Address as Governor of the State of Mexico is analyzed, specifically his political message. It was a performance which projected narratives and codes that managed to produce a communion in which the governor was transformed into a political icon among his fellow party members, supporters and allies. The authors examine the way in which this display of material and symbolic power was deciphered by the media, defining a symbolic battlefield around them, which survived when he became the candidate of his party for the presidency and which continues to distinguish some debates on his performance as President of the Republic.

Keywords: performance; iconic conscience; political communion; the media

Introducción

Al igual que otros actores sociales, los políticos suelen expresar sus ideas ante auditorios amplios a través de discursos e imágenes. De hecho, los discursos políticos no son los mismos sin imágenes (Lakoff y Johnson, 2003). La combinación de discursos e imágenes permite a los políticos fortalecer, a nivel cognitivo y emocional, el mensaje que quieren transmitir (Eyerman, 2011). Por tal motivo, hacen un esfuerzo por acoplar sus discursos a imágenes. Si bien no se trata de una estrategia reciente, en un mundo digital este vínculo se potencia de forma particular, añadiendo instrumentos, lenguajes y sentidos novedosos a las tradicionales formas de hacer estética la política (Giesen, 2011; Huddy, Feldman y Cassese, 2007). Suber y Karamanic (2012) han mostrado el peso de la estetización de la política en el incremento del poder del Estado, sobre todo en tiempos de incertidumbre. No obstante, más allá de los momentos de crisis, se puede observar de forma clara la conjunción de discursos e imágenes en los performance políticos que se construyen en las ceremonias gubernamentales o las campañas políticas (Alexander 2010a).1 Aquí los políticos producen un entramado de proyecciones simbólicas en las que tratan de articular sus discursos, su imagen personal y su capacidad de liderazgo (Merciert, 2005), a fin de generar emociones, simpatías y empatías morales en la ciudadanía, y particularmente con sus simpatizantes (Riviére, 2005). Si la conexión es efectiva, movilizan afectos que pueden transformarse en expresiones concretas de apoyo.

Hay momentos en que dicha conexión adquiere una dimensión tal que el político se convierte en un icono -una condensación simbólica de sentido social-, un referente clave para un grupo (Rauer, 2011). Es decir, se transforma en una persona que tiene fuerza y poder simbólico entre ciertas personas, a tal punto que produce una experiencia estética que proyecta una cierta moralidad: se produce un sentimiento de pertenencia elevado y la sensación de que su aura protege y garantiza la efectividad de la acción política (Bartma'nski y Alexander, 2012). Transformarse en un icono político requiere del control de ciertos medios de producción simbólica que permiten su definición, diseño y construcción (Alexander, 2012). Ya que articular objetos, imágenes y discursos en una puesta en escena (mise-en-scène), donde se visualizan motivos, valores y un marco moral delimitado, es algo que requiere de "productores" y "directores" que los lleven a buen fin (Xu, 2011). Ciertamente este despliegue de medios, recursos y conocimiento no garantiza que se tendrá una preferencia electoral generalizada. Si un icono y su performance resulta creíble y positivo para unos; quizás para otros represente la manifestación de una puesta en escena falsa, montada con el objetivo de ocultar la realidad (Bartma'nski y Alexander, 2012).

En este orden de ideas, el presente artículo analiza cómo un performance -entendido como el proceso social en el cual los actores, individual o colectivamente, despliegan hacia otros un sentido consciente o inconsciente de su situación social (Alexander, 2011)- deviene en un espacio de efervescencia política que permite -entre un grupo determinado que comparte una cierta filiación y objetivos comunes- la emergencia de una figura o icono político.2 Se examina cómo éste se decodifica en los medios de comunicación -particularmente televisión y prensa escrita-, los cuales tienen un papel central en el performance como actores que poseen una aparente posición de autoridad interpretativa sobre lo que en él sucede y cuya interpretación ulterior formaría parte del mismo, al menos desde la intencionalidad de quien lo propone. De esta forma, el documento conecta una situación microsocial a otras esferas de acción simbólica. La idea es exponer, siguiendo la propuesta de Turner (1988), el peso que un performance político tiene a una escala social más amplia.

En ese sentido, poco más de un año antes de las elecciones presidenciales, el entonces gobernador utilizó dicho informe como un escenario para hacer una demostración de fuerza política, capacidad de gobierno y liderazgo frente a sus correligionarios, aliados y contrincantes políticos. Perfilado, desde el momento de haber jurado como gobernador, como una figura para contender por la Presidencia de la República en 2012 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Peña Nieto desplegó con motivo de su último informe un performance que reforzó la pertinencia de su candidatura.3 A través del uso de imágenes, objetos, juego de luces y otros personajes especialmente seleccionados -como los utilizados en el sector empresarial-. Su discurso político más allá del informe de logros y acciones adquirió en esta puesta en escena un tono e intensidad particular.

El evento fue de esta forma una proyección cuidada de un sistema de representaciones y códigos que transmitió ideas y emociones a un grado tal que permitió al gobernador desplegar un cierto poder material y simbólico, transformándolo en icono en distintos sentidos. Mientras sus correligionarios vieron en él la figura clave para que el PRI regresara a la Presidencia de la República, así como la esperanza de fundar una nueva generación de políticos suscritos a este partido político, sus denostadores, por el contrario, vieron en él la cristalización de una particular forma de hacer política basada en el engaño, la parafernalia y la simulación. Como el artículo tratará de mostrar, el performance del sexto informe de gobierno contribuyó a definir un icono político, pero también un campo de batalla simbólico -la conformación de un paisaje de sentido que construye narrativas o discursos binarios (Alexander, 2006; Reed, 2011)- en el que se posicionaron tanto aquellos que se mostraban a favor como en contra. Un paisaje de sentido que no desapareció, e incluso se intensificó, ya como candidato de su partido, y que es posible percibir aún hoy en torno a su figura como Presidente de la República.

El análisis de este performance político es relevante en la medida en que materializa la disputa en torno a la legitimidad de las narrativas en competencia. Los procesos electorales y, en general, los conflictos políticos, suponen la confrontación de discursos que pretenden ser reconocidos como auténticos frente a los observadores. Esto significa que en la perfomatividad política se comparten sentidos entre quien realiza el performance y quienes lo observan. Si esto sucede plenamente, el observador interpreta entonces el performance como algo auténtico o verosímil, de lo contrario, lo considerada como algo falso o inauténtico. El orden social, en general, está construido sobre la base de representaciones consideradas auténticas. Del hecho de que cambien, se puede deducir que estas representaciones o bien se desajustan respecto de la interacción social o bien están construidas sobre acuerdos no unánimes que suponen conflictividad y relaciones específicas de fuerza. Las representaciones en que está basado el orden social, entonces, son controvertidas y controvertibles. La dimensión política de la vida social surge de la naturaleza controvertible del orden y, al mismo tiempo, de que ese orden es necesario. Esta dimensión constituye el espacio en que se presentan las disputas en torno a la validez y legitimidad de las representaciones.

El trabajo de investigación del que surge este artículo, tiene por objeto observar los procesos de construcción de narrativas y representaciones pretendidamente auténticas, y de conflictos y estrategias en competencia que suponen la búsqueda de legitimidad. En la medida en que quien o quienes logran validar sus narrativas como auténticas y verosímiles determinan el orden político, esta disputa resulta de importancia radical. Entendemos que las narrativas creíbles y auténticas no se construyen a partir de un solo evento performático. No pretendemos establecer aquí que del performance político observado se desprendió el éxito electoral de Enrique Peña Nieto en 2012. Lo que sí pretendemos establecer es que en la performatividad de los eventos políticos, como el que aquí se analiza, los actores que participan en ellos son tan conscientes de eso, que no se trata de un evento espontáneo sino de uno deliberadamente diseñado con el objeto de poner en marcha una narrativa que se busca sea creíble, auténtica y legítima para el auditorio al que va dirigido. Lo cual, obviamente, se puede lograr o no.

La pregunta que cabe hacerse aquí es si Peña Nieto en su último informe como gobernador fue capaz de construir un performance auténtico, válido y legítimo con vista a alcanzar la candidatura de su partido para contender por la Presidencia de la República y, sobre todo, cómo fue posible que a partir de un performance localizado, espacial y temporalmente, lograra posicionar una narrativa e instituirse como icono político entre un grupo determinado de simpatizantes y medios de comunicación. Lo que se argumenta en este trabajo es que Peña Nieto y su equipo plantearon como central la puesta en escena del último informe de gobierno como una forma para posicionarse como candidato viable. Para ello buscaron dar autenticidad, legitimidad y validez a su narrativa política y a la imagen del entonces gobernador. Distintos actores políticos y sociales resultaron centrales para esto porque buscaron dar credibilidad a un evento y se esforzaron para evitar que pudiera ser considerado como inauténtico. En este sentido, fue un microproceso tan significativo que produjo resultados a un nivel macrosocial en el que se estableció un campo simbólico de disputa.

El trabajo abre con una descripción del performance que significó el sexto informe de gobierno de Enrique Peña y específicamente presta atención particular a su mensaje político. Se describe la puesta en escena -objetos, imágenes y personas invitadas al evento- con respecto al discurso del gobernador y su efecto en el auditorio, lo cual permite resaltar los elementos clave de su mensaje. En la segunda parte se analiza cómo Peña Nieto se convirtió en una figura dotada de un sentido moral por su público -la clase política nacional y estatal del PRI, así como la cúpula empresarial-, con una fuerza que permitió su transmutación en un icono político alrededor del cual se conformó un ambiente, un ánimo y una energía emocional particular.4 La tercera parte aborda cómo esto marcó la pauta para que ciertos medios de comunicación proyectaran las narrativas binarias que definieron -y en algunos casos siguen definiendo- la disputa en favor o en contra de la figura de Peña Nieto. Finalmente, el texto concluye con una reflexión general en torno a la relevancia del análisis del performance y las figuras icónicas para comprender la política contemporánea.

El último informe: un gobernante sublimado en candidato5

El último informe de gobierno de Peña Nieto como gobernador de Estado de México se llevó a cabo en el teatro Morelos de la ciudad de Toluca, capital de esa entidad federativa. El recinto tiene una doble utilidad: alberga espectáculos artísticos de distinta naturaleza y se utiliza también para escenificar eventos políticos. En esa ocasión era difícil distinguir para cuál de estos dos propósitos había sido preparado el recinto; el ambiente festivo de las calles cercanas no lo dejaba ver con claridad. Los invitados habían comenzado a llegar dos horas antes del informe vestidos formalmente para la ocasión: dominaban los trajes de color oscuro y las corbatas en tonos rojos -el color distintivo del PRI-. Los asistentes se saludaban y expresaban su confianza de que en este evento resultaría un antes y un después en la vida política del PRI. Era considerado un momento clave; se esperaban las señales y gestos políticos de Peña Nieto con respecto a su intención de luchar por la candidatura de su partido a la Presidencia de la República. En las calles aledañas al recinto se podían distinguir aquellos que portaban los gafetes que les permitían el acceso a un teatro sometido a estrictas medidas de seguridad, de aquellos otros que esperaban que algún conocido o amigo les obsequiara un gafete. Incluso había quien estaba dispuesto a pagar por una identificación que les permitiera el acceso al evento.6

Al interior del teatro, la presentación del informe tenía como telón de fondo cinco enormes pantallas de televisión -tres colocadas en la parte superior y dos en la parte inferior-, flanqueadas por dos mamparas con referencias al acontecimiento. Delante de este telón se colocó un atril gris, austero, que se adornó con los colores de la bandera nacional en posición vertical. El piso y los espacios vacíos del escenario quedaron en color gris, pero iluminados con luces blancas.7 Como parte del escenario estaba la infraestructura para la transmisión televisiva: cámaras automatizadas montadas en grúas que se movían por encima de las cabezas de los asistentes, destinadas a proyectar al gobernador en las pantallas del recinto, generando la sensación entre público de que era en parte auditorio, en parte escenografía y en parte actores de reparto. En este escenario el gobernador habría de aparecer después de que una voz en off anunciara que había llegado al teatro.

El gobernador entró en la puesta en escena agradeciendo su presencia a los representantes de los poderes Judicial y Legislativo del Estado de México, a los senadores y diputados federales, y a los gobernadores de las entidades federativas.8 Inmediatamente, reconoció la presencia del entonces gobernador electo del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas y de los presidentes municipales de la entidad. Agradeció a los rectores de las universidades del estado -en especial al rector de la Universidad Autónoma del Estado de México-; a los sindicatos, a las organizaciones patronales, empresarios, medios de comunicación artistas e intelectuales, a las organizaciones de la sociedad civil, así como a los representantes de las distintas iglesias y credos religiosos. Hizo referencia a los líderes de los pueblos originarios del Estado de México y a los jóvenes deportistas que habían obtenido algún reconocimiento a nivel nacional e internacional.

De forma especial se dirigió a los exgobernadores del estado por el apoyo a su gobierno, aunque dejó fuera de la lista a Arturo Montiel Rojas, su antecesor.9 Agradeció la presencia de los miembros de los Consejos de Integración Ciudadana para el Desarrollo Social -pieza clave de su programa para enfrentar la pobreza, la marginación y la exclusión-. Mención especial mereció Humberto Moreira -en ese entonces líder nacional del PRI-, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, así como al entonces senador del PRI y coordinador de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, Manlio Fabio Beltrones, y uno de los principales contendientes en ese momento por la candidatura presidencial por el PRI.10 Hizo hincapié de igual forma de la presencia de los funcionarios de su administración. Finalmente reconoció el apoyo de su familia.11

El orden y la forma de exposición del informe se ciñeron al formato tradicional, resaltando logros, citando cifras, apuntando retos y subrayando los aspectos positivos de su gestión. El tono de lectura fue particularmente plano y los aplausos se insertaban más bien de manera automática, sobre todo cuando el gobernador hacía una pausa y volteaba la mirada al auditorio. Como en la mayoría de los informes de gobierno, tanto en las entidades federativas como a nivel federal, lo que despierta mayor interés de los asistentes es el denominado "mensaje político": un discurso al final de informe y que define las llamadas "señales", así como las coordenadas que deben seguirse para la acción política de correligionarios y simpatizantes. Regularmente este mensaje es el que genera el mayor número de comentarios, ya que cada palabra, frase o inflexión es interpretada como un conjunto de señales codificadas que sólo una complicada hermenéutica permite develar (Lomnitz, 2000). Este mensaje no fue la excepción, ya que se orientó a argumentar de forma cifrada que él era el candidato ideal para la Presidencia de la República por su partido. Dicha argumentación se dividió en cuatro bloques articulados unos con otros, cada uno dirigido a mostrar que a) contaba con el apoyo familiar y de colaboradores para alcanzar sus aspiraciones, b) poseía una probada capacidad política y de gestión, c) era capaz aventurar un diagnóstico y un proyecto de país, así como d) tenía capacidad de liderazgo.12

En el primer bloque se resaltó el eficiente ejercicio fiscal, el profesionalismo de su gabinete -a quienes, señaló, "estima y valora en lo profesional"-, la coordinación con el sector empresarial, y el apoyo de sus hijos y esposa -esta última proporcionó "cariño y fortaleza", mientras que sus hijos fueron calificados como "el motor de su vida"-.13 En el segundo bloque de la exposición trató de mostrar su fuerza política. Recordó su militancia en el PRI de toda la vida, con un compromiso claro con su partido, el cual no sólo lo llevó al poder, sino que trabajó con él en unidad para resolver "la causa del Estado de México". Comentario que valió la interrupción del discurso por un caluroso aplauso, seguido de porras en su apoyo.14 Sin embargo, puntualizó, su origen partidista no fue obstáculo para servir a todos los ciudadanos de la entidad, ya que reconoció la pluralidad política y social del mismo y, en ese sentido, presumió el ejercicio de un gobierno sustentado en el diálogo con el conjunto de las fuerzas políticas de la entidad.

Para ejemplificar este rostro de su gestión, recordó que se obtuvieron acuerdos importantes y significativos en la Cámara de Diputados durante toda su gestión pese a que el PRi fue mayoría solamente en la última parte de su gobierno. Estos hechos, argumentó, corroboraban su capacidad para construir una democracia de resultados, no definida por ideologías, sino por ideas e ideales. El gobernador presumió que fue capaz de construir un estado eficaz, sustentado en el pragmatismo. La prueba de su éxito era, en su opinión, el hecho de que su sucesor, el también priísta Eruviel Ávila Villegas, hubiera ganado las elecciones con una amplia mayoría en las urnas. Esto confirmaba, dijo, el respaldo de la población hacia su forma de gobierno y el papel de su partido en la política. Así, el gobernador concluyó su discurso señalando como corolario a este segundo bloque que "el Estado de México no se crea cada seis años".15

Dibujar el funcionamiento de un supuesto Estado eficaz durante su administración le permitió tener un parámetro para diagnosticar la situación que vivía el país y definir con ello un proyecto de gobierno a escala nacional. Aseveró que México se encontraba en un momento de incertidumbre, preocupación e intranquilidad. El reto estaba -señaló- en acabar con el miedo y renovar la esperanza, recuperar al país como un lugar seguro. Si bien existe un potencial para afrontar este reto y una identidad nacional clara -aseveró- esto no se ha aprovechado adecuadamente. Para revertir esta situación era necesario tener claridad de lo que se quiere. Había que ubicar lo que el país ya tenía consolidado y definir lo que faltaba por hacer. Afirmó en este tenor que la democracia y el carácter republicano del país no eran ya aspiraciones por alcanzar, sino realidades constatables. Prueba de ello, señaló, era la presencia de elecciones limpias y competidas, así como el amplio margen de colaboración entre gobierno federal y entidades federativas -un ejemplo de esto último eran los acuerdos de trabajo entre el Estado de México y el gobierno de Felipe Calderón.

Lo que hacía falta en ese momento era aquello que ya había anunciado como logros de su gestión: una democracia que trasciende lo electoral y que da resultados, que es eficaz y genera acuerdos políticos para impulsar reformas. Cerró este tercer bloque invitando a la población en general y a los militantes del PRI a no ver a este partido por lo que hizo en el pasado, sino por la eficacia de su gobierno, lo cual resumió en una frase que desató el aplauso generalizado del público: "No condenar al pasado sino ver adelante".16

Resulta paradójico que su apuesta de Estado eficaz referenciada al pasado, al asegurar que el proyecto de nación que él buscaba estaba definido en la Constitución de 1917, aunque, señaló, era conveniente transformarla en un plan de acción, y para ello se requería un liderazgo que sumara experiencia y juventud. La Constitución traducida en términos de un Estado pragmático implicaba propiciar programas concretos que permitieran "seguridad para vivir con tranquilidad", "justicia pronta", "seguridad social universal", "revolución educativa", "hazañas culturales", "inversión en ciencia y tecnología", "nutrición", "campo moderno", "cultura ambiental", "crecimiento económico" y "competencia económica". Objetivos que sólo podían ser viables en la medida en que se lograra una transformación radical en la forma de pensar y actuar en política, que no se limitara por tabúes, intereses creados e inercias.

En el último bloque estableció la necesidad de un liderazgo encabezado por una generación, a la que él pertenecía, que "no se resigna, que sabe lo que quiere, que sabe que sí puede". Después de un copioso aplauso que reconoció en su persona la encarnación de esa nueva generación, Peña Nieto señaló que ésta, sin embargo, "no se define por su edad, sino por su visión" -incluyendo así a los militantes más antiguos del PRI-, "que reconoce y ha aprendido de la historia", "que sabe que es una potencia en ascenso". Para finalizar exclamando: "¡Que viva el Estado de México! ¡Qué viva México!".17

Si bien su mensaje terminó allí, tenía algo más que decir, pero no desde la palestra donde se encontraba. Mientras todos se ponían de pie para aplaudir, las luces del teatro no se encendieron, se apagaron en su totalidad -de manera gradual, al igual que al inicio de una función de cine. El público guardó silencio absoluto, como si fuera a comenzar la proyección de una película. De las pantallas colocadas en la parte superior del telón del teatro Morelos, apareció una imagen donde se podía apreciar, desde cierta altura, un conjunto de pequeñas montañas. La escena se abría y la toma descendía poco a poco hacia una verde planicie coronada por un cielo azul-, todo ello amenizado con música de piano en tono suave. En el conjunto del paisaje se podía avistar un camino de color rojo que conectaba la planicie con las montañas. El recorrido de la cámara se "encuentra" en su camino con una mesa en medio del campo donde reposa un libro de piel color café, que tiene inscrito en su carátula con letras de oro: "Compromiso. Gobierno que cumple".18

Aparece entonces Peña Nieto, quien declara que hace seis años hizo un compromiso con los ciudadanos de la entidad, en particular 608 compromisos que firmó ante notario y que cumplió, subrayó, cabalmente. El libro que ahí se encontraba contenía las actas notariadas que eran prueba de ello. Agradece a la sociedad de la entidad la oportunidad de haberla servido. Asiente con la cabeza, da la vuelta y se pone en marcha con paso firme pero sereno por el camino rojo que lo lleva de la planicie a las montañas que se encuentran en el horizonte.19 El público aplaudió eufórico, las porras se multiplicaron: ¡Enrique, presidente! Las luces poco a poco se encendieron para dar cuenta que él no estaba más en el auditorio, lo había abandonado. Se había sublimado, en una imagen digital, en un virtual candidato a la Presidencia de la República.20

La sacralización del candidato

El último informe de gobierno de Peña Nieto puede ser interpretado, a partir de los trabajos de Turner (1988), como una serie compleja de modos de acción simbólica destinados a propiciar el ambiente adecuado para generar cohesión al interior de un grupo político particular. Fue un performance que buscó construir una communitas normativa (Turner, 1969): una red de sentido en torno a símbolos que buscaban reforzar el liderazgo de Peña Nieto, regulado por estrictos protocolos y tiempos, donde se presenta una importante movilización y organización de recursos para garantizar la necesaria vinculación con simpatizantes y aliados. Para el caso que nos ocupa, implica la fusión de intereses, perspectivas y emociones para legitimar el proceso de ascenso de Peña Nieto a la candidatura de su partido a la Presidencia de la República.

El performance en el que se emitió el mensaje político puede ser analizado, siguiendo a Alexander (2011), a partir de la identificación de una serie de elementos específicos, cuya articulación da como resultado la adquisición por parte del entonces gobernador de un estatus de cuasi candidato presidencial. El performance se valió de un sistema de representaciones colectivas o códigos base en un guion o script que destacó su desempeño administrativo, su círculo de colaboradores y familia, su fuerte convicción partidista, la unidad política de la entidad, el reconocimiento de la democracia y la necesidad de un cambio encabezado por un líder que articula experiencia y juventud -en otras palabras historia y potencia política en ascenso.

El guion tuvo como telón de fondo -en las pantallas detrás del gobernador- dos banderas mexicanas de manera permanente, mientras que en las superiores se sucedían frases que se extraían del mensaje -por ejemplo, "democracia con resultados", "gobierno para todos y con todos", "gran potencial del Estado de México" o "gran energía mexiquense". Estas se alternaban con tomas de los asistentes desde las cámaras montadas en grúas -contribuyendo al sentimiento de communitas-: fundiendo en una sola colectividad a quien expone el discurso con su audiencia; generando una teatralidad en la que cada uno de los asistentes desempeñaba un papel, y en la que gran número de personas se veían proyectadas, independientemente de su peso político. Los asistentes se integraban al performance de manera espontánea, sin ensayo previo y sin saberlo.

Cualquier escenario y su guion, por muy bien diseñado que esté, sugiere Alexander (2011), requiere de la capacidad de los actores que se presentan para hacerlo sentir como auténtico, y una audiencia que se involucre: que se sienta parte de los símbolos y valores que se exponen, pero además que lo viva como auténtico. A nuestro juicio, Peña Nieto tuvo un desempeño performativo dotado de adecuada y equilibrada carga emocional. Muestra de esto es que fue aplaudido 15 veces durante los 17 minutos que duró su mensaje político -en promedio un aplauso cada minuto (que contrastó, por otro lado, con los errores que cometió: 10 -un error cada dos minutos aproximadamente).21 Esto se alcanzó gracias a la preparación del performance y a la presencia de un auditorio que ya había participado en performance controlados. Algunos medios de comunicación hicieron saber que practicó varias veces su discurso, además de tener un "ensayo general" con el fin de perfeccionar su exposición y la puesta en escena sin pasar por alto ningún detalle.22 Esto redundó posiblemente en la efectiva transmisión emotiva del texto y en el adecuado montaje estético del performance. Finalmente éste logró transformarse en una evaluación moral de su desempeño como gobernador, dotándolo de la autoridad suficiente para llevar a cabo un diagnóstico sobre la situación del país y sugerir que su proyecto y liderazgo eran la opción más clara para su partido de cara a las elecciones presidenciales en 2012.

La audiencia, por su parte, decodificó y experimentó de forma emotiva y moral el performance. Lo hizo propio, en una especie de preámbulo al posible regreso del PRI a la Presidencia de la República -donde Peña Nieto cristalizaba esa posibilidad, de manera que para ellos parecía ser evidente-. El ambiente en el auditorio daba cuenta de esta conexión. Los invitados se miraban entre sí cada vez que vislumbraban una idea que consideraban relevante en el discurso. Asentían con la cabeza y sonreían, mostrando que el entonces gobernador dejaba clara su fortaleza política y su visión a futuro. Los aplausos no sólo estuvieron dirigidos a él, durante cada uno de ellos las cabezas de los asistentes volteaban de un lado a otro como para constatar el consenso que se manifestaba, escuchaba y se sentía.23 Momentos considerados como claves en el discurso, y que a veces eran apoyados por una mirada de Peña Nieto al auditorio, en que la audiencia prorrumpía en aplausos de pie y gritando porras.

Fueron tres los temas que generaron una fuerte conexión emocional. El primero, la referencia a que la mejor oferta política no es la que condena el pasado, sino la que ve hacia delante y "nos convoca a todos a enfrentar los problemas". Aquí el público se puso de pie y se pudieron escuchar aclamaciones de apoyo y respaldo, propios de una exaltación colectiva que arenga a su líder a seguir adelante.24 Un segundo momento fue cuando se refirió a su filiación al PRI, sus logros electorales y al triunfo por amplio margen de su sucesor, Eruviel Ávila Villegas. Aquí el público soltó un "¡Chiquitibum a la bim bom ba, Chiquitibum a la bim bom ba!... Enrique, Enrique, ra, ra, ra!".25 Finalmente, al terminar su texto, y después de lanzar vivas a la entidad y a México, el público se desbordó en gritos, aclamaciones, aplausos y porras, y se coreaba: "Enrique, presidente".26

Al terminar el mensaje, los invitados de los diferentes sectores se saludaron y felicitaron, después de que algunos intentaron de manera infructuosa saludar a Peña Nieto. Todos salieron sonrientes, comentando la fuerza del gobernador para alcanzar definitivamente la candidatura de un PRI que, por los invitados especiales que asistieron, parecía más unido que nunca. "Ahora sí hay candidato", decían unos; "llego la hora de regresar a la Presidencia", comentaban otros. La pregunta más escuchada en los pasillos era ¿cómo viste? Las respuestas eran diversas, pero daban pauta a considerar que se estaba en un momento histórico y frente a un personaje que había transitado hacia otra dimensión de la vida política: "Está cabrón"..., "Ufff "..., "No hay quien lo detenga"..., "Otro rollo"..., "Cómo ha crecido y madurado"..., "Es un chingón, tenía que ser del grupo Atlacomulco".

La emoción envolvía a todos, varios se tomaban fotos en grupos para preservar el momento, para dejar constancia de que se estuvo ahí, en ese momento en que una persona había logrado condensar y unificar las aspiraciones de la clase política priísta a nivel nacional.27 La fiesta no habría de terminar ahí. Se escuchaba cómo algunos asistentes trataban de saber si habría algún lugar donde el gobernador realizaría la tradicional salutación, y si tendrían la posibilidad de acceder rápidamente, y no esperar hasta seis horas para estrechar la mano del que consideraban el próximo candidato del PRi a la Presidencia de la República. Otros comenzaban a organizarse para reunirse en los restaurantes de la ciudad de Toluca, los cuales comenzaron a llenarse en poco tiempo, y en donde las pláticas giraban en torno a lo que habían vivido ese día, a los posibles contactos que pudieran tener cerca de Peña Nieto, o de alguno de sus colaboradores de mayor confianza. Finalmente, había quienes hacían planes con la esperanza de poder acceder a un puesto federal, ya sea como servidor público o representante popular.

De esta forma, Peña Nieto se transformó en un personaje dotado de un sentido moral para su público; es decir, en un personaje que poseía e irradiaba valores considerados como sagrados -dignos de veneración y respeto-, y que permitieron una base para la coordinación de acciones políticas, el qué decir y qué hacer a sus correligionarios: se transformó para la clase política nacional priísta en fuerza y potencia política. Con ello trajo a cuenta el recuerdo, los valores y los principios morales de una comunidad política. Trasladando al presente el pasado mítico, las creencias comunes, las tradiciones, la cosmogonía, en fin, una historia común. Adquirió así el poder de un icono. Las personas se convierten en iconos, afirman Bartma'nski y Alexander (2012), cuando tienen tanto fuerza material como poder simbólico. No obstante un icono no emerge más que en su performatividad (Alexander, 2012): es ahí cuando un público determinado experimenta y entiende que esas personas condensan una moralidad que se expresa a través de una cierta fuerza estética.

Cuando esto sucede, plantea Alexander (2010a), se está ante un proceso de conciencia icónica: un momento en el que los participantes del performance conectan la estética de la figura con un determinado código de valores y estructuras morales con los que se identifican, la cual llevan a cabo por vía de las emociones o por la "evidencia del sentido", más que por el discernimiento que se podría denominar puramente racional. Así, los personajes iconográficos, sugieren Bartma'nski y Alexander (2012), permiten a los miembros de un grupo tener la sensación de que forman parte de algo importante, que ello abre las puertas a algo vetado, proporcionando un sentido de seguridad ontológica que reduce la ansiedad y la sensación de vacío ante un futuro que se considera incierto.

De esta forma el performance del sexto informe de gobierno de Peña Nieto hizo posible que se posicionara como un candidato presidencial viable, creíble y auténtico a través de una narrativa, símbolos y códigos que le dotaron de la legitimidad necesaria para presentarse como el candidato idóneo de su partido para alcanzar la Presidencia de la República. La fuerza que adquirió como icono político tuvo un impacto al parecer positivo en la mayor parte de los actores políticos -incluso fuera de su partido- y sociales, quienes expresaron su satisfacción y emoción por haber vivido, según ellos, un momento histórico para el PRI y, quizás, en una proyección de sus aspiraciones, para el país.

La irradiación del icono

Que un icono pueda irradiar su fuerza más allá del acto performático en el que emergió depende en parte del poder y la capacidad que se tenga para recrearlo y difundirlo. En este sentido, es posible potenciar la fuerza del performance una y otra vez (Kellner, 2003), desde un ámbito micro a una escala macrosocial (Chouliaraki, 2006, Höijer, 2004). En esto tienen un papel central los medios sociales de comunicación, en particular la televisión y la prensa. Estos medios son los que generan, como sugiere Alexander (2011), el espacio para proyectar la conciencia icónica: la hacen visible a una escala mayor. Aunque hoy el peso de los medios es importante, cualquier icono o performance que se difunda debe tener la fuerza suficiente en sí mismo para ser proyectado masivamente (Silver, 2011).28

El sexto informe dio material a los medios de comunicación, independientemente de cómo se evaluó y comprendió, y también la pauta para cristalizar una cierta conciencia icónica. Esto significó que tanto críticos como seguidores, en editoriales o columnas políticas, resaltaran su desempeño performativo y la transformación de Peña Nieto en un icono político. Con sus comentarios a favor y en contra establecieron, por tanto, un marco interpretativo de los hechos. Parafraseando a Alexander (2012), crearon un contexto para la recepción del icono, así como un marco para orientar al público sobre qué mirar, por qué y cómo sentir.

Los esquemas interpretativos de la confrontación política se construyen a partir estructuras simbólicas binarias (Jacobs, 1996), desde las cuales se clasifica y tipifica la personalidad, propuestas e ideas. Esto es lo que permite distinguir quién es honesto o deshonesto, autónomo o heterónomo, discrecional o imparcial, racional o irracional, tolerante o intolerante, justo o injusto, desinteresado o calculador, bueno o malo, víctima o victimario (Everhart, 2012 y Rauer, 2011). De igual forma la conciencia icónica se encuentra definida por códigos binarios (Bartma'nski, 2011): adquiere características que lo colocan como bueno o malo, sagrado o profano. Para Alexander (2006) los iconos y su performatividad se construyen en una narrativa binaria en los medios de comunicación a partir de tres esferas de significado. La primera de ella es la esfera de los motivos, donde se tipifica, por ejemplo, si las inspiraciones que están detrás de los actores derivan de un proceso libre y autónomo, o es resultado de fuerzas que los controlan y manipulan.

En la esfera de las relaciones se categoriza el tipo de vínculos que construyen los actores con la ciudadanía y otros actores políticos: en qué medida son abiertas, críticas y francas, o cerradas, discrecionales y estratégicas. Finalmente, en la esfera de las instituciones se clasifica el espacio donde los actores se inscriben: si están reguladas por reglas y normas, si son incluyentes e impersonales, o por el contrario, si predomina el uso discrecional del poder, las lógicas de exclusión y las relaciones personales. En este sentido, ¿cómo se definieron estas tres esferas de clasificación binaria en torno al último informe? y ¿qué tipo de paisaje de sentido definieron para el espacio de la confrontación política? Estas preguntas permitirán establecer cómo fue Peña Nieto capaz de construir un performance auténtico, válido y legítimo con vistas a alcanzar la candidatura de su partido para contender por la Presidencia de la República, posicionando una narrativa para instituirse como icono político entre un grupo determinado de simpatizantes y medios de comunicación.

En los medios de comunicación televisivos, en particular en aquellos controlados por la empresa Televisa, la nota que se emitió sobre el informe resaltó puntos específicos del mensaje.29 En un reportaje de más de tres minutos se destacó el momento en que apeló a la construcción de un Estado eficaz y pragmático. En la nota se subrayó también el momento en que el gobernante llamó a transformar la nación, dejando de condenar al pasado y enfrentado los problemas, manteniendo lo que funciona y cambiando lo que no. Cómo se comentó antes, esta parte del discurso exaltó sensiblemente el ánimo del auditorio, y en el reportaje se dio cuenta de esto. De igual manera se mostró el momento en que emplazó a construir un país más seguro, a fortalecer los mecanismos de cooperación entre las entidades federativas y el gobierno federal -como asegura haber hecho durante su gobierno- y reconoció al ejército su papel en la lucha contra la inseguridad. La nota terminó reproduciendo dos momentos clave: cuando el gobernador mencionó que había concluido más de 6 500 obras y acciones durante su administración, y con el reportero a cuadro declarando que cinco mil personas asistieron al informe, entre diputados, presidentes municipales, intelectuales, organizaciones de la sociedad civil, líderes sindicales, empresarios y ciudadanos.30

Con respecto a la prensa,31 el periódico El universal destacó en su primera plana: "Es necesario recuperar a México, dice Peña Nieto".32 El editorial del periódico reconoció la necesidad de construir un Estado eficaz con una visión pragmática del ejercicio del poder.33 Una opinión que contrastaba con la columna de opinión que suscribió Ricardo Rocha, donde denunció la "teatralidad" y "artificialidad" del informe, advirtiendo sobre los riesgos de un candidato mediático.34La Jornada publicó en primera plana una fotografía donde aparecía Peña Nieto junto con Elba Esther Gordillo, lideresa del snte. A pie de foto se leía: "[el] mandatario del Estado de México presentó ayer su sexto y último informe de gobierno. Al acto acudieron los principales cuadros priístas, entre ellos 15 gobernadores. En la lista de invitados estuvieron la dirigente magisterial Elba Esther Gordillo y Diego Fernández de Cevallos -senador por el Partido Acción Nacional-. El acto fue producido con apoyo de Televisa".35

En su columna "Clase Política", Miguel Ángel Rivera -también de La Jornada- dejó entrever que el informe fue una prueba de fuego para comprobar la popularidad del gobernador entre la militancia del PRi y la unidad de su partido en torno a él.36 Mientras que Reforma encabezó la nota con la frase "Reprocha Peña Nieto Estado ineficaz", y a continuación se presentó otra nota donde cuestionó el proyecto de Estado eficaz cuando las inundaciones en el Valle de México estaban cobrando un número importante de damnificados. Finalmente, en la columna "Templo Mayor" de este mismo diario se resaltó la emoción que provocó el video al concluir el mensaje político, a la que calificó de "eufórica" y "contagiosa", al grado que logró tocar la sensibilidad del senador del Pan, Diego Fernández.37

El periódico Excélsior hizo referencia al informe en su primera plana y suscribió el llamado a "renovar la esperanza" y apostar por un "Estado eficaz".38 En su editorial se hizo énfasis en la capacidad del gobernador para unir a la clase política de su partido, sumando nuevas y viejas generaciones, convocando además a los personajes más destacados del mundo empresarial.39 De hecho Excélsior publicó un retablo de fotos en diferentes páginas con los empresarios que asistieron al informe.40 Las columnas políticas de Jorge Fernández Menéndez41 y Fausto Alzati Araiza42 distinguieron a su vez dos puntos específicos del mensaje. El primero apoyó la construcción de una "democracia eficaz" para evaluar a un gobierno más allá de su filiación a la izquierda o derecha del espectro político. El segundo consideró prudente retomar la propuesta de que la Constitución definiera el camino que la nación debería seguir. Por el contrario, Humberto Musacchio criticó en su columna que Peña Nieto hablara de un Estado eficaz cuando en ese momento los municipios conurbados a la ciudad de México se encontraban inundados por las fuertes lluvias que habían caído.43

El diario Milenio publicó en su primera plana: "México ya tiene proyecto: responde Peña".44 En su interior se hizo referencia a cómo este último había definido que "la prioridad de la nación es la seguridad" -suscribiendo la nota como si de hecho ya fuera candidato a la Presidencia-.45 No obstante la columna "Política Cero" de Jairo Calixto Albarrán advirtió en tono irónico: Peña Nieto "ofrece un informe de estadista para su último informe de gobierno en el marco de una escenografía idílica de cielos azules, pastos verdes y árboles encantadores [...] -de la misma manera en que Dorothy deja Kansas-". Con esta referencia al Mago de Oz, el columnista sugirió que el entonces gobernador muy pronto desaparecería del Estado de México siguiendo un camino rojo, y no amarillo, que lo llevaría a Los Pinos.46 En el diario La Crónica de Hoy, Miriam Castillo resaltó cómo Peña Nieto había sido arropado por los principales representantes de su partido, así como del sector empresarial.47 Dos días después, en el mismo diario apareció la columna "En Petit Comité", de Óscar Mario Beteta, quien destacó la propuesta de Estado eficaz como la única vía para construir una democracia social con sentido humano; concluía: Peña Nieto "tiene la visión y las herramientas. Él puede hacerlo".48

Como se puede observar, críticos y apologistas pusieron la mirada en un acotado número de elementos con los cuales dieron cuerpo a sus opiniones: la unidad del PRI alrededor de Peña Nieto, la estrecha relación con los empresarios más importantes del país, su proyecto de Estado y democracia eficaz, su pragmatismo, así como su ideal de construir una nación segura. Unos y otros, de forma indistinta, dieron igualmente un peso significativo al escenario y a las imágenes que acompañaron el informe. Para unos fueron el objetivo principal de su crítica, porque de alguna forma definían las prácticas que caracterizan a un personaje -y su grupo de apoyo-, que se mueve a partir del engaño, la parafernalia mediática y la connivencia con los poderes de las televisoras, los empresarios y la vieja guardia del PRI. Así, el discurso del entonces gobernador fue decodificado como retórico y contradictorio -sobre todo cuando se hizo referencia a un Estado eficaz en medio de la inundación de los municipios del estado que son parte de la zona metropolitana del valle de México-. Peña Nieto representó para este sector de la opinión, el icono del político que se mueve en complicidad con las cúpulas políticas y empresariales, de lo cual sólo pueden derivar compromisos estratégicos opacos, destinados al beneficio de pocos y que habrán de utilizar, si pueden, las instituciones estatales de forma discrecional y personal.

Resulta interesante observar cómo los apologistas de Peña Nieto refieren los mismos elementos performativos e icónicos de sus críticos pero en sentido positivo, como garantía de un perfil adecuado para ocupar la presidencia del país. Así, el que haya podido generar cohesión y unidad entre las distintas generaciones de militantes de su partido se ve como prueba de liderazgo. La presencia de los hombres de negocios y de los monopolios televisivos en el acto, lo califica como un político que genera certidumbre económica y capaz de obtener confianza y resultados positivos en su gobierno. Finalmente su pragmatismo es el termómetro que garantiza la eficiencia de su gestión -sobre todo para mantener el orden social, frente a las expresiones de protesta social, como sucedió con el caso de San Salvador Atenco-.49 Desde esta óptica Peña Nieto construyó su liderazgo gracias a su capacidad para propiciar acuerdos con agentes clave de la política y la economía. Estas señales, leídas en el marco de la elección presidencial que se avecinaba, resultaron pruebas suficientes para aglutinar un apoyo significativo de ciertos sectores políticos y sociales, con la confianza de que emprendería un gobierno cuya lógica sería la búsqueda de acuerdos marcados por un pragmatismo sin cortapisas.

Es conveniente apuntar aquí que existe una profunda tradición en México por decodificar los performance políticos. Lomnitz (2000) planteó en su momento que las ceremonias cívicas y las campañas políticas o los informes gubernamentales en México eran rituales políticos que compensaban la ausencia de mecanismos de representación de las demandas colectivas, la discusión libre y la organización autónoma de los centros de decisión. De esta forma el uso de los tiempos, espacios y gestos, así como ciertas palabras, tonos de voz e inflexiones, tenían el carácter de señales interpretadas en un código compartido por los actores principales, los espectadores y los medios de comunicación (Adler-Lomnitz, Salazar y Adler, 2004). Estos mecanismos de producción y reproducción del poder estaban inscritos profundamente en la cultura política, por lo que "la lectura hermenéutica de los rituales políticos (incluida la que hacen los medios de comunicación masiva) era el código con el que la clase política se comunicaba entre sí y con la población" (AdlerLomnitz, Salazar y Adler, 2004: 37).

La esfera de la teatralidad política devenía así en un texto cargado de múltiples interpretaciones (AdlerLomnitz, Lomnitz y Adler, 1993). En este sentido, los eventos políticos en México debían ser interpretados simbólicamente, según Lomnitz (2000), incluso por encima de sus dimensiones instrumentales. En los medios de comunicación esta interpretación adquiere dimensiones de verdadera exégesis en columnas y crónicas, no tanto con el objetivo de informar la opinión del lector interesado en política, sino como mensajes para los funcionarios gubernamentales, los grupos políticos y las distintas cúpulas de decisión (Adler, 1993).

No obstante es cierto que el cambio en el sistema político mexicano, caracterizado por elecciones más competidas -donde la figura del partido hegemónico se desvaneció-, ha configurado cambios significativos en la forma en cómo se viven e interpretan los performance políticos y sus iconos.50 Pese a ello, algo de todo esto pervive, particularmente las viejas prácticas de interpretación de las señales por los medios de comunicación (Adler-Lomnitz, Salazar y Adler, 2004). El informe de Peña Nieto permite observar cómo se reacomodan nuevas y antiguas prácticas de interpretación performativa e icónica por parte de los medios de comunicación, que estimulan el planteamiento de hipótesis en torno a las batallas simbólicas observadas en el proceso electoral para elegir presidente de la República en 2012.

Así, los medios de comunicación fortalecieron a Peña Nieto como un icono político, al mismo tiempo puro e impuro, que logró emerger del performance producido en su último informe de gobierno en el Estado de México. Por un lado, sus críticos lo caracterizaron como un icono que condensaba los males de la política mexicana: con motivos oscuros, relaciones que afectaban el juego democrático y respaldado por grupos con intereses particulares. Por el otro, las editoriales a su favor lo fortalecieron como un icono que cristalizaba la unidad priísta, la promesa de un Estado eficaz y el pragmatismo político que se requería para el desarrollo del país: sus motivos eran los de un estadista, con relaciones claras que apuntaban a generar cohesión y confianza, respaldado por grupos que se identifican con el interés nacional. En suma, unos calificaron su performance como inauténtico, cuyo objetivo era la manipulación y, por tanto, ilegítimo; mientras que otros lo calificaron como auténtico, creíble y legítimo.

Paradójicamente, ambas posiciones delimitaron un escenario y sentido en los que la lucha política tuvo como campo gravitacional la figura de Peña Nieto. Se definió por tanto un paisaje de confrontación que construyó sus propias narrativas y que sentaron, a nuestro parecer, las bases de un debate en torno al significado que tenía dicha figura política, así como del proyecto político que representaba. De alguna manera, en ese debate posterior al performance del sexto informe de gobierno es posible percibir las bases de lo que después sería el debate en torno a su figura, primero como candidato, después como presidente de la República: su relación con el mundo empresarial, los monopolios televisivos, su estrategia mediática, los intereses de grupo que están detrás de él. En este sentido, dicho performance fue un microacto tan significativo que produjo resultados a un nivel macro social, al establecer algunos elementos del campo de disputa simbólica que se sucederían durante la campaña de 2012 y en los primeros años de gobierno de Enrique Peña Nieto.

Reflexión final

La postulación de Peña Nieto como candidato se llevó a cabo en un contexto de competencia electoral en el que no se contó con el centro gravitacional material y simbólico proporcionado por la Presidencia de la República (como esa costumbre del PRI hasta el año 2000). Lo cual significó trabajar para construir un performance que fuera lo suficientemente poderoso para demostrar su fuerza política. Una parte importante de ese trabajo se construyó mediante la participación de distintos medios de comunicación -particularmente Televisa- durante su desempeño como gobernador.51 Pese a esto, un icono no irrumpe más que en su performatividad; el informe de gobierno fue, en este sentido, un punto de quiebre, ya que desarrolló una relación creíble para su audiencia (auténtica en términos de su intención) entre escenario, símbolos, códigos, ambientes y actores (en particular el desempeño performativo del entonces gobernador).52 Esto requirió movilizar, mediante novedosas tecnologías, una serie de códigos y símbolos propios de cultura política priísta.53

Los medios de comunicación desempeñaron un papel central en el diseño y transmisión de eso que puso en escena el performance.54 Definieron el marco interpretativo de la confrontación política entre grupos políticos, funcionarios y sectores sociales.55 Condensaron el campo de batalla simbólico sobre el que se desarrolló buena parte de su campaña a la Presidencia de la República.56 Si se presta atención a las presentaciones públicas de Peña Nieto después de su último acto oficial como gobernador -cuando hizo entrega de la estafeta a Eruviel Ávila Villegas-, se puede observar el esfuerzo de su equipo por confirmarlo como el icono político idóneo para alcanzar la Presidencia de la República, lo suficientemente sólido para conjuntar al priísmo alrededor suyo. En esta tesitura, sus detractores se movieron en el sentido opuesto: tratar de desmontar los elementos que le proporcionaban la fuerza como icono. A manera de ejemplo, se puede mencionar la crítica que suscitó el desempeño de Peña Nieto en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara57 o el performance fallido en la Universidad Iberoamericana (Arteaga y Arzuaga, 2014).

También se pueden traer a cuenta las irrupciones a sus discursos en sus mítines, e incluso las distintas manifestaciones -alguna de ellas violentas- el día de su toma de protesta como Presidente (Alonso, 2013). De esta forma, quizás habría que pensar el último informe de Peña Nieto como una expresión performativa, entre otras, dentro del proceso de transición democrática -como han hecho Zárate (2006) y Maldonado (2006)-, que dan cuenta, en un ambiente de competencia electoral, de los reacomodos simbólicos que vive hoy el país, y que plantean mecanismos de integración política al interior de los partidos políticos (López, 2006). Su relevancia no sólo está en lo que movilizó, sino cómo lo hizo. La estetización de la política que puso en juego no fue una mera actualización de viejos símbolos mediante nuevos medios. El uso de medios digitales permitió la proyección de una gramática performativa donde el gobernador y su auditorio generaron una comunión política distinta de aquella que era posible observar en los tiempos del corporativismo partidista. Este artículo ha sido un primer intento por dar cuenta de esta dinámica.

El análisis del performance político que se llevó a cabo en este artículo permitió observar el esfuerzo de una figura política por posicionarse en la arena de la disputa simbólica con vistas a competir por el poder presidencial. En este sentido, logró que fuera visto y reconocido como un personaje relevante, y en esa medida fue transformado en un icono sagrado y profano del cómo hacer política en México. A su vez, el performance hizo posible proyectar símbolos y valores que ciertos sectores políticos y sociales consideraron sustanciales para garantizar cierta cohesión a través de la condensación de esperanzas y expectativas políticas.

Analizar este acontecimiento desde la perspectiva de la sociología cultural y del "giro performativo" y del "giro icónico" permitió dar cuenta, por un lado, de cómo ciertos valores, ideales y principios morales se acoplaron en una situación determinada y, por otro, cómo se cristalizó una figura icónica que condensó la fuerza de una comunidad. También posibilitó dar cuenta de la puesta en juego de las fuerzas morales de grupos políticos específicos. Además abrió la puerta a comprender cómo éstas se interpretan y decodifican en espacios más amplios de la vida social y cómo se imbricaron redes de acción simbólica en las que se definieron narrativas a favor y en contra de la figura de Peña Nieto.

El resultado fue que el entonces gobernador fue capaz de construir un performance auténtico, válido y legítimo al interior de su grupo político, entre sus simpatizantes y en los medios de comunicación, lo cual le permitió alcanzar la candidatura de su partido para contender por la Presidencial de la República. El hecho de que haya sido considerado un performance auténtico, legítimo y veraz por un grupo determinado permitió construir un campo de disputa que sus críticos calificaron de inauténtico, ilegítimo y falso. Pese a la confrontación se establecieron en función de una métrica binaria (a favor y en contra) que compartió los mismos códigos y símbolos. Así, el performance del sexto informe como gobernador de Peña Nieto se transformó en un evento con implicaciones políticas a escala nacional.

Bibliografía

Adler-Lomnitz, Ilya (1993), "Press-Government Relations in Mexico: A Study of Freedom of the Mexican Press Criticism of Government Institutions", Studies in Latin American Popular Culture, vol. 12, pp. 1-30. [ Links ]

Adler-Lomnitz, Larissa, Claudio Lomnitz e Ilya Adler (1993), "El fondo de la forma: actos públicos de la campaña presidencial del Partido Revolucionario Institucional, México, 1988", en Dieter Nohlen (ed.), Elecciones y sistemas de partidos en América Latina, San José, IIDH/Centro de Asesoría y Promoción Electoral, pp. 223-266. [ Links ]

Adler-Lomnitz, Larissa y Anna Melnik, (2000) Chile's Political Culture and Parties, An Anthropological Explanation, Notre Dame, University of Notre Dame Press. [ Links ]

Adler-Lomnitz, Larissa, Rodrigo Salazar Elena e Ilya Adler (2004), Simbolismo y ritual en la política mexicana, México, Siglo XXI/UNAM. [ Links ]

Alexander, Jeffrey (2011), Performance and Power, Londres, Polity. [ Links ]

______ (2012), "Iconic Power and Performance", en Jeffrey Alexander, Dominik Bartma'nski y Bernhard Giesen (eds.), Iconic Power: Morality and Meaning in Social Life, Nueva York, Palgrave/Macmillan, pp. 193-217. [ Links ]

______ (2010a), "Iconic Consciousness: The Material Feeling of Meaning", Thesis Eleven, vol. 103, núm. 1, pp. 10-25. [ Links ]

______ (2010b), "The Celebrity Icon", Cultural Sociology, vol. 4, núm. 3, pp. 323336. [ Links ]

______ (2006), The Civil Sphere, Oxford, University Press, Oxford. [ Links ]

Alonso, Jorge (2013), "Cómo escapar a la cárcel de lo electoral: movimiento #YoSoy132", Desacatos, núm. 42, pp. 17-40. [ Links ]

Arteaga, Nelson y Javier Arzuaga (2014), "Derivas de un performance político: emergencia y fuerza de los movimientos 131 y #YoSoy132", Revista Mexicana de Sociología, vol. 76, núm. 1, pp. 115-144. [ Links ]

Arzuaga, Javier, Orlando Espinosa y Javier Niño (2007), "Élites, alternancia y partidos políticos en el Estado de México: entre la pluralidad, la búsqueda del voto y el debilitamiento institucional", Economía, Sociedad y Territorio, vol. VII, núm. 25, pp. 129-156. [ Links ]

Bartma'nski, Dominik (2011), "Successful Icons of Failed Time: Rethinking Post Communist Nostalgia", Acta Sociológica, vol. 54, núm. 3, pp. 213-231. [ Links ]

______ (2012), "Materiality and Meaning in Social Life: Toward and Iconic Turn in Cultural Sociology", en Jeffrey Alexander, Dominik Bartma'nski y Bernhard Giesen (eds.), Iconic Power: Morality and Meaning in Social Life, Nueva York, Palgrave/Macmillan, pp. 193-217. [ Links ]

ChouliaRaki, Lilie (2006), The Spectatorship of Suffering, Thousand Oaks, Sage. [ Links ]

Durkheim, Emile (2003), Las formas elementales de la vida religiosa, Madrid, Alianza. [ Links ]

Everhart, Katherine (2012), "Cultura-identidad: The Use of Art in the University of Puerto Rico Student Movement, 2010", Humanity and Society, vol. 36, núm. 3, pp. 198-219. [ Links ]

Eyerman, Ron (2011), "Performing Opposition or, how Social Movements Move", en Jeffrey Alexander, Bernhard Giesen y Jason Mast (eds.), Social Performance: Symbolic Action, Cultural Pragmatics and Ritual, Cambridge, Polity, pp. 193-217. [ Links ]

Giesen, Bernhard (2011), "Ritual, Power, and Style: The Implications of Negara for the Sociology of Power", en Jeffrey Alexander, Philip Smith y Matthew Norton (eds.), Interpreting Clifford Geertz, Nueva York, Palgrave/Macmillan, pp. 167-181. [ Links ]

Höijer, Birgitta (2004), "The Discourse of Global Compassion: The Audience and Media Reporting of Human Suffering", Media, Culture and Society, vol. 26, núm. 4, pp. 513-531. [ Links ]

Huddy, Leonie, Stanley Feldman y Erin Cassese (2007), "On the Distinct Effects of Anxiety and Anger", en Russell Neuman, George Marcus, Ann Crigler y Michael Mckuen (eds.), The Affect Effect: Dynamics of Emotions in Political Thinking and Behavior, Chicago, University of Chicago Press, pp. 202-230. [ Links ]

Jacobs, Ronald (1996), "Civil Society and Crisis: Culture, Discourse, and the Rodney King Beating", American Journal of Sociology, vol. 101, núm. 5, pp. 238-272. [ Links ]

Kellner, Douglas (2003), Media Spectacle, Nueva York, Routledge. [ Links ]

Lakoff, George y Mark Johnson (2003), Metaphors we Live by, Chicago, University of Chicago Press. [ Links ]

Lomnitz, Claudio (2000), "Ritual, rumor y corrupción en la conformación de los 'sentimientos de la nación", en Claudio Lomnitz (ed.), Vicios públicos, virtudes privadas: la corrupción en México, México, CIESAS/Porrúa, pp. 241-274. [ Links ]

López Lara, Álvaro (2006), " 'Juntos valemos más que vos...' El ritual del informe presidencial y el nuevo balance de poder en México", Relaciones, vol. 27, pp. 43-86. [ Links ]

Maldonado Aranda, Salvador (2006), "Las ceremonias del primero de mayo en el cambio político mexicano", Relaciones, vol. 27, pp. 87-119. [ Links ]

Merciert, Arnaud (2005), "Efficacité du performatif dans les rituels politiques", Hermès, núm. 43, pp. 31-38. [ Links ]

Rauer, Valentin (2011), "Symbols in Action: Willy Brandt's Keen fall at the Warsaw Memorial", en Jeffrey Alexander, Bernhard Giesen y Jason Mast (eds.), Social Performance: Symbolic Action, Cultural Pragmatics and Ritual, Cambridge, Polity , pp. 257-283. [ Links ]

Reed, Isaac (2011), Interpretation and Social Knowledge. On the use of Theory in the Human Sciences, Chicago, The University of Chicago Press. [ Links ]

Rivière, Claude (2005), "Célébrations et cérémonial de la République", Hermès, núm. 43, pp. 23-30. [ Links ]

Schechner, Richard (2012), Estudios de la representación: una introducción, México, FCE. [ Links ]

Silver, Daniel (2011), "The Moodiness of Action", Sociological Theory, vol. 29, núm. 3, pp. 199-222. [ Links ]

Suber, Daniel y Slobodan Karamanic (2012), "Shifting Extremisms: On the Political Iconology in Contemporary Serbia", en Jeffrey Alexander, Dominik Bartma'nski y Bernhard Giesen (eds.), Iconic Power: Morality and Meaning in Social Life, Nueva York, Palgrave /Macmillan, pp. 230-257. [ Links ]

Turner, Victor (1969), The Ritual Process: Structure and Anti-Structure, Nueva Jersey, Aldine Transaction. [ Links ]

Turner, Victor (1988), The Anthropology of Performance, Nueva York, PAJ Publications. [ Links ]

Xu, Bin (2011), "Grandpa Wen: Scene and Political Performance", Sociological Theory, vol. 30, núm. 2, pp. 114-129. [ Links ]

Zárate Hernández, José Eduardo (2006), "El ritual oficial en la transición democrática mexicana", Relaciones, núm. 27, pp. 19-42. [ Links ]

1Una parte de este trabajo sigue las propuestas "giro performativo" y "giro icónico" que Jeffrey Alexander sugiere en el programa de la sociología cultural (véase también Alexander, 2010b).

2Se distingue entre ritual y performance. El primero tiene una connotación más cercana a los procesos de producción y reproducción de ciertos mecanismos de dominación. El segundo apela a la apertura de la contingencia y la presencia de la agencia simbólica, donde no necesariamente se reproducen formas culturales y de poder, sino que pueden emerger otras, contrarias a las dominantes. Alexander (2011), sugiere que los procesos rituales están más ligados a las sociedades con una estructura social homogénea, poco diferenciada y en el que la contingencia de la acción simbólica se encuentra restringida, mientras que sucede todo lo contrario al considerar los performances. Para una discusión más amplia sobre el tema, sentido y peso del performance, véase Schechner (2012).

3En el terreno de la opinión pública se comentaba desde el principio de su gestión la posibilidad de que Peña Nieto pudiera competir por la candidatura a la Presidencia de la República.

4Si bien el informe fue transmitido por la televisión pública estatal y, por medio de flashes informativos, por otro medios de alcance nacional, el performance no estaba dirigido a un público de masas, sino a crear una imagen entre un conjunto de operadores políticos y decisores con el objeto de mostrar la consistencia y confiabilidad de la propuesta. Toda decisión supone riesgo, y mucho más las alianzas políticas de este nivel, la puesta en escena buscaba reducir la percepción del riesgo que la candidatura de Peña Nieto podría suponer.

5Una parte de la información que se maneja en este artículo es resultado del trabajo etnográfico que se desarrolló en el último informe de gobierno de Enrique Peña Nieto. La asistencia al evento permitió recoger información relevante y significativa antes, durante y después del informe en un diario de campo en el que se trató de capturar la lógica de códigos y símbolos desplegados durante el performance, poniéndolos en perspectiva de información similar recolectada en otros informes de gobernadores en la entidad. Por asistencia al informe se entiende haber llegado al evento dos horas antes de su inicio y la permanencia dos horas después del mismo, así como la asistencia a las comidas que se organizaron después del acto con políticos y funcionarios locales. Asistir a los cinco informes anteriores de Peña Nieto, como a los informes de otros gobernadores del Estado de México, ayudó a ubicar el sentido y significado del performance de este último informe.

6Salvo donde se indique explícitamente, las referencias al escenario y el ambiente del performance, así como los comentarios de los asistentes, son resultado de la observación que se obtuvo del trabajo de campo mencionado.

7Al extremo del escenario había dos mamparas de techo a piso de color gris con referencia al sexto informe de gobierno. Frente al gobernador, de manera que sólo él podía ver, se encontraban dos telepronters para leer su informe. Estos dispositivos dan la sensación a la audiencia de que quien habla lo hace de forma "natural", sin la lectura de un texto.

8Mencionó a 16 gobernadores, con nombre y apellido, en el siguiente orden: Yucatán, Aguascalientes, Campeche, Coahuila, Chihuahua, Durango, Guerrero, Hidalgo, Nayarit, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas. Hizo referencia también a los gobernadores electos de Colima y Nayarit [http://www.youtube.com/watch?v=6G5Zas6JE58].

9Arturo Montiel gobernó la entidad entre 2000 y 2006. Una vez que impuso a Peña Nieto como su sucesor, se perfiló como precandidato del PRI a la Presidencia de la República. La denuncia acerca de la existencia de una serie de inmuebles de su propiedad en París y en otros lugares -lo que sugería un supuesto enriquecimiento ilícito- obligaron a abandonar sus aspiraciones a favor del político de Tabasco, Roberto Madrazo Pintado, quien, a su vez, perdió la elección presidencial frente a Felipe Calderón Hinojosa, candidato del PAN.

10Es necesario señalar que Elba Esther Gordillo, en ese entonces lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, estuvo presente, pero no fue mencionada por Peña Nieto. Un hecho que fue destacado en la prensa nacional. En 2013, en el contexto de la puesta en marcha de la reforma educativa por parte del ya entonces presidente Enrique Peña Nieto, la lideresa fue encarcelada por supuestos manejos ilícitos de los recursos del sindicato.

12[http://vimeo.com/28633924], consultado el 15 de mayo 2014.

13Idem.

14Cabe recordar que el público que se encontraba en el recinto estaba integrado preponderantemente por dirigentes, autoridades y personalidades de los ámbitos empresarial, cultural, político, religioso y deportivo, entre quienes no es muy común este tipo de manifestaciones.

15[http://vimeo.com/28633924], consultado el 15 de mayo de 2014.

16Idem.

17Idem.

18Compromiso fue la etiqueta con la que se identificó los logros durante su gobierno en el Estado de México.

20En química, sublimar describe el proceso de transformación directa de un compuesto de su estado sólido a gaseoso.

21Algunos errores fueron un poco comprometedores. Cuando se refirió al valor de los ciudadanos en la entidad señaló: "Donde se balea el sentir"; corrigiendo de inmediato: "Donde se valora el sentir de la sociedad" [http://vimeo.com/28633924], consultado el 15 de mayo 2014.

23Un ejemplo de esto puede verse en [http://vimeo.com/28633924].

24Idem.

25Idem.

26Idem.

27Esta conexión exacerba un sentimiento de unidad compartido, pese a las diferencias, entre los miembros del PRI. Si se observa con cuidado las tomas al auditorio que hacen las cámaras, se puede apreciar que la mayoría de los asistentes visten corbatas rojas en distintos tonos -empezando por Peña Nieto-; un color que los políticos priísta consideran un referente que los identifica. Una especie, siguiendo a Durkheim (2003), de insignia totémica.

28No obstante la amplia cobertura que los medios de comunicación masiva suponen, la proyección de la conciencia icónica no tenía como destinatario final al público de masas. El objetivo del performance era destacar la inexorabilidad de la candidatura. Suponía un mensaje dirigido a posibles competidores, contrincantes, líderes de opinión y decisores políticos y económicos a quienes pedía tomar partido, alinearse a las opciones simbólicas binarias que su decisión desencadenaba. El tiempo para la convocatoria masiva sería otro, no analizado en este trabajo.

29Conviene señalar que Televisa produjo un solo reportaje del informe que se difundió en sus noticiarios, en algunos se reprodujo completo y en otros parcialmente. Para este documento tomamos en consideración el reportaje completo.

31Cabe apuntar que la referencia a las notas de los periódicos varían en función de su accesibilidad. Por ejemplo, a El universal se puede acceder a través de un enlace web, al igual que a La Jornada, mientras que a Milenio se tiene acceso vía suscripción, por lo que se puede acceder a las notas en pdf. Esto explica la variabilidad de las citas, dependiendo del formato de la información.

37Reforma, 6 de septiembre de 2011.

38Excélsior, 6 de septiembre de 2011.

39Idem.

40Ibidem, pp. 8-10.

41Excélsior, 6 de septiembre de 2009, p. 8.

42Ibidem, p. 19.

43Al siguiente día el periódico puso en primera plana una declaración de Peña Nieto, donde puntualizaba que en próximos días revelaría qué haría una vez que terminara su mandato como gobernador.

44Milenio, 6 de septiembre de 2009, p. 1.

45Ibidem, p. 10.

46Ibidem, p. 2.

47Ibidem, p. 11.

48Ibidem, p. 16.

49En 2006 se enfrentaron pobladores y policías en ese municipio. Murieron dos personas, se arrestó a otras 206, entre las cuales fueron violadas y ultrajadas poco más de 20 mujeres. La Suprema Corte de Justicia de la Nación investigó estos hechos y en febrero de 2009 determinó que "hubo graves violaciones a los derechos humanos", de las cuales eran responsables mandos medios policiacos y elementos de la policía. El 30 de junio de 2010, el máximo tribunal amparó a 12 quejosos relacionados con los hechos, quienes estaban acusados por el delito de secuestro equiparado, y ordenó su inmediata liberación. La Suprema Corte llegó a la conclusión de que en los procesos penales llevados a cabo en contra de los quejosos se otorgó valor probatorio a pruebas ilícitas y que se les acusó de delitos que no habían cometido" [http://www.equidad.scjn.gob.mx/spip.php?page=ficha_biblioteca&id_article=349], consultado el 13 de marzo 2013.

50Adler-Lomnitz, Salazar y Adler, sugieren que la elección presidencial de 1988 resultó quizás una de las últimas en que el régimen priísta sometió una situación crítica para todo el régimen autoritario, "a los tiempos y las pautas del ritual con el fin de reproducir su dominación" (2004: 262). Esa campaña fue quizás la última que presentó la cultura política nacional en su morfología más definida (Adler-Lomnitz y Melnik, 2000).

51Los supuestos vínculos entre Peña Nieto y la televisora fueron expuestos por el periódico británico The Guardian [http://www.guardian.co.uk/world/interactive/2012/jun/08/mexicomedia-scandal-televisa-pena-nieto-claims], consultado el 1 de junio 2013.

52Ciertamente, Peña Nieto recorrió el país durante su mandato como gobernador, de forma particular en aquellas entidades donde había elecciones locales. Si bien su presencia despertaba entusiasmo, claramente no era el actor principal.

53Un antecedente de estos mecanismos se encuentra en la propia elección de Peña Nieto como candidato a gobernador del Estado de México, cuando Arturo Montiel Rojas movilizó el aparato político del PRI para garantizar el triunfo de su sucesor frente a otros aspirantes al interior de ese partido (Arzuaga, Espinosa y Niño, 2007).

54El informe anticipó en los medios de comunicación lo que después sería el marco de críticas a Peña Nieto cuando fuera candidato del PRI: su vínculo con el duopolio televisivo -en particular con Televisa-, su relación con el mundo empresarial, su cercanía con las fuerzas más tradicionales del priísmo y con una nueva generación de tecnócratas, pero sobre todo su condición de figura estrictamente mediática, construida y, por ende, decodificada como falsa.

55Sobre este punto cabe señalar que una vez que Peña Nieto deja su cargo como gobernador, fue "invitado" por los noticiaros más importantes del horario nocturno: el de Joaquín López Dóriga, Javier Alatorre y Ciro Gómez Leyva, -Televisa, TV Azteca y Milenio TV, respectivamente-. En ellos aclaró su posición hacia la candidatura a la presidencia a través de enviar una serie de "señales" políticas. Esta información puede consultarse en [http://www.youtube.com/watch?v=KmpsOvUi7eI, https://www.youtube.com/watch?v=5ngRIc6gM8o, https://www.youtube.com/watch?v=vcxGXA1Zh88].

56No es que antes no se estuviera formando, pero se considera que el último informe de Peña Nieto cristalizó el paisaje de sentido sobre el que se desarrollaron estas batallas simbólicas.

57En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Enrique Peña Nieto fue incapaz de mencionar, a pregunta expresa de un periodista, tres libros que marcaron su vida, lo cual desató una serie de críticas a su persona en medios sociales como Twitter y Facebook.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons