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Nueva antropología

versión impresa ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.28 no.82 México ene./jun. 2015

 

Reseñas bibliográficas

 

Carlos Mondragón González y Carlos Olivier Toledo (coords.), Minorías religiosas: el protestantismo en América Latina

 

Alicia Muñoz Vega*

 

México, UNAM, 2013.

 

* Facultad de Ciencias Antropológicas, Universidad Autónoma de Yucatán.

 

Pese a que la presencia del protestantismo en América Latina data del siglo XVI, fue a partir de la segunda mitad del siglo XX cuando se acrecentó el interés por conocer más sobre las diferentes iglesias cristianas no católicas desde las ciencias sociales. Un ejemplo de ello es el libro que aquí se reseña, fruto de los avances de investigación que forman parte del proyecto colectivo "Disidencia y resistencia en el pluralismo cultural: memoria y subjetividad en minorías sociales" (DGAPA-PAPIIT IN304109).

Esta obra está conformada por diez artículos que analizan el protestantismo desde diferentes disciplinas, como la historia, la psicología y la antropología social. En el primero de ellos, el antropólogo Felipe Vázquez analiza cómo diversos colegas han estudiado el fenómeno religioso desde diferentes posturas y creencias. Esto trae como consecuencia un problema metodológico, pues hasta ahora no se ha podido resolver cómo separar lo objetivo de lo subjetivo. A este respecto, Vázquez sugiere la elaboración de un método que bordeé entre las creencias religiosas de uno mismo como las de los "otros", así como los contextos en que ocurren (p. 29).

En el segundo trabajo se estudia el desarrollo del protestantismo en América Latina. De esta manera, Carlos Mondragón González analiza la intolerancia religiosa que ha habido en este territorio como resultado de ideas equívocas por parte de las diferentes iglesias sobre la verdadera doctrina. Asimismo, explica cómo se ha pasado de una indiferencia hacia los problemas sociales por parte de las iglesias protestantes durante la guerra fría, a una participación en la vida social. En este contexto, el autor propone que en las investigaciones que se hagan sobre el protestantismo se preste mayor atención en cómo las diferentes iglesias interpretan la Biblia y cómo esto influye en los problemas sociales.

La manera de mitigar el problema del alcoholismo en el México decimonónico también es objeto de estudio en este volumen. Carlos Olivier Toledo y María de Lourdes Jacobo Albarrán analizan un modelo terapéutico protestante que pretendía crear un equilibrio corporal, mental y social en el alcohólico. Dicho modelo incluía las lecturas bíblicas, la comunión del enfermo con Dios a través de la oración disciplinada y otras actividades, como las "veladas o reuniones de temperancia", concursos de poesía sobre los efectos del alcohol en los diferentes ámbitos de la sociedad y publicaciones sobre ese mismo tema.

Por su parte, Sandra Guadalupe Jaime López estudia la importancia que se le atribuía a la mujer metodista durante el siglo XIX porque se consideraba que de ella se desprendía la fortaleza del carácter y del espíritu, y principalmente el sentido del deber (p. 78). Asimismo, la mujer debía tener las virtudes de la fe, la caridad y la esperanza, y sus deberes incluían el amor a Dios, a sus padres, estudiar diferentes ciencias y artes, pero sobre todo ser educadas en la moral. Esta última se consideraba la enseñanza más importante porque se fomentaban valores como la humildad, la justicia y la obediencia (p. 80). Sin embargo, el rol de ser madres ocupaba mayor importancia porque se creía que las mujeres ya estaban preparadas para criar hombres y mujeres buenas, útiles a la sociedad y, sobre todo, formados en Dios (p. 93).

Otros estudios están enfocados a otros países de América Latina. Uno de ellos es el de Norman Rubén Amestoy acerca de la modernidad en la Argentina del siglo XIX. En este trabajo, el autor explica que a mediados de ese siglo se buscaba para este país un modelo de nación que a la vez fuera un modelo de modernización. De acuerdo con Amestoy, influyeron dos elementos para llevar a cabo la meta de hacer de Argentina una nación moderna. Por un lado el racionalismo de la perfección individual y la doctrina del progreso, y por otro el entusiasmo religioso del protestantismo. Dicho de otra manera, se buscaba la construcción de una nación moderna a través de cambios espirituales de las nuevas naciones (p. 125).

Desde la psicología, los autores ya citados, María de Lourdes Jacobo Albarrán y Carlos Olivier Toledo, analizan cómo un grupo de jóvenes pentecostales mexicanos elaboran una concepción del cuerpo como escenario de lo sagrado en el mundo. Según estos autores, existen tres rituales a través de los cuales la condición del no converso cambia y pasa de ser una "criatura del mundo" a ser un "hijo de Dios", y su cuerpo se convierte en receptor de la presencia divina. Estos son la pública profesión de fe, el bautismo por inmersión en el agua y el bautismo en el Espíritu Santo. Por esta razón, para los jóvenes pentecostales la transformación que se da en el nuevo convertido implica un cuidado del cuerpo, considerado ahora como 'templo del Espíritu Santo', que no puede ser mancillado con prácticas que lo dañen, como la homosexualidad, la fornicación y el consumo de drogas, alcohol y otros.

Correspondiente también al estudio del pentecostalismo, Miguel Ángel Mansilla analiza el concepto de "infierno" según la Iglesia Evangélica Pentecostal de Chile durante la primera mitad del siglo XX; nos informa de las diversas representaciones de este concepto como espacio posmortuorio. Nos muestra el infierno como una zona en donde sus habitantes se sienten culpables y eso hace que sus castigos sean más torturantes, y como un lugar que ha sido negado para no aceptar su existencia, entre otras representaciones. Según el autor, la noción del infierno jugó un papel muy importante en Chile durante la primera mitad del siglo XX, ya que eso impulsó que no sólo los predicadores, sino todo aquel que se considerara evangélico, tuviera más celo en su labor de predicación.

En los siguientes tres trabajos se analiza el papel sobresaliente de Manuel Aguas, un sacerdote católico mexicano que luego de haberse convertido al protestantismo se dedicó a defender su fe y predicar el evangelio en la sociedad mexicana de finales del siglo XIX El autor de este trabajo, Carlos Martínez García, señala que el compromiso de Aguas con su nueva fe y su activismo le llevaron a fortalecer y fundar grupos evangélicos en diferentes lugares de México. Por su parte, el antropólogo Ariel Corpus estudia algunos de los problemas que viven los jóvenes en las iglesias de América Latina y cómo algunos de ellos han puesto en práctica sus creencias religiosas al margen institucional. El autor propone prestar más atención a otros aspectos que pueden ser útiles en la comprensión de la relación de los jóvenes con la religión, como los proyectos de las mismas iglesias para involucrarlos en sus actividades y la "industria cultural", relacionada con el consumo de productos de religiones específicas que sirven como identificación cultural. Finalmente, Leopoldo Cervantes Ortiz aborda el tema del protestantismo a partir de la visión que se ha tenido de este grupo minoritario por parte de la feligresía católica mexicana. Cervantes señala que a pesar de que 1995 fue el año internacional de la tolerancia religiosa, en nuestro país aún es muy fuerte la cultura de la intolerancia. Este autor subraya una importante presencia de población protestante en México, de la cual sobresalen personajes destacados en el ámbito sociopolítico, educativo y en otras disciplinas. Son los casos de José María Luis Mora, Juan de Dios Peza y Carlos Monsiváis, por mencionar algunos, quienes han hecho aportes valiosos en los diferentes aspectos de la sociedad mexicana.

A grandes rasgos, esta obra abarca una diversidad temática dentro de la línea de investigación del protestantismo en América Latina. Esto nos sugiere, como lo señalan algunos de los autores, nuevos retos en la elaboración de métodos de investigación que nos permitan acercarnos más al conocimiento y comprensión de los fenómenos religiosos. El conjunto de artículos proporciona un panorama amplio de cómo el protestantismo puede ser abordado desde diferentes disciplinas y métodos, lo que nos muestra una riqueza temática y a la vez un trabajo interdisciplinario.

A manera de conclusión, el libro reseñado es un nuevo aporte para los académicos y personas en general interesadas en el estudio del protestantismo en América Latina, pero también un texto importante en la historia de las iglesias aquí estudiadas, como la metodista y pentecostal. Conocer aspectos de la historia de estas iglesias y analizar diversos temas desde las ciencias sociales permitirá a los protestantes latinoamericanos tener una visión más objetiva de sus doctrinas y prácticas religiosas.

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