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Nueva antropología

Print version ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.26 n.79 México Jul./Dec. 2013

 

Artículos

 

Activos y recursos en familias de sectores medios del D.F. Un estudio de caso sobre estrategias de reproducción doméstica

 

Gabriela Sánchez Hernández*

 

* Doctora en Antropología Social por la UNAM. Línea principal de investigación: Antropología urbana, sectores medios, unidades y reproducción doméstica.

 

Resumen

En México la antropología económica ha desarrollado muchos estudios relativos a conocer las diversas estrategias de supervivencia y reproducción en sectores bajos urbanos y rurales. No es el caso de los estudios dedicados a comprender las estrategias de reproducción y sobrevivencia en sectores medios urbanos. El presente artículo muestra algunas conclusiones sobre el estudio de caso de seis familias de "clase media", que habitan en el Distrito Federal. Se analiza el uso de activos y recursos económicos que cada unidad doméstica emplea como mecanismo de reproducción y supervivencia económica y se destaca el papel de la educación, las herencias familiares y algunos beneficios que el otrora Estado benefactor aún provee a algunos de los miembros entrevistados, entre otros elementos.

Palabras clave: clase media urbana, estrategias de reproducción, activos y recursos familiares, economía doméstica en el Distrito Federal.

 

Abstract

Economic anthropology has developed many studies related to exploring strategies for survival and reproduction in low social sectors, both urban and rural, in Mexico. However, this is not the case of studies of strategies of reproduction and survival in the urban middle class. This article shows some of the conclusions of a study of six "middle class" families living in the Federal District. It analyzes the economic assets and resources used by each domestic unit as mechanisms of economic reproduction and survival, with special emphasis on education, inherited traits, and the benefits of some of the programs that the welfare state still provides for a number of the families who were interviewed, among other elements.

Keywords: Urban middle class, strategies of reproduction, family assets and resources, domestic economy in the Distrito Federal.

 

INTRODUCCIÓN

Los sectores urbanos pobres y los sectores medios utilizan diferentes estrategias de reproducción1 con el fin de paliar situaciones de crisis económicas que amenazan y deterioran el nivel y la calidad de vida. La implementación de diversas estrategias de reproducción se encuentra profundamente relacionada con factores históricos y culturales. Esto que parece tan obvio en contextos de marginación y de pobreza no lo es cuando se piensa en la forma en cómo las clases o sectores medios2 hacen frente a crisis económicas. Existe un gran número de estudios que dan cuenta de la relación entre crisis económica y estrategias de reproducción entre familias pobres urbanas (Estrada, 1999; Molina, 1999; González de la Rocha et al., 1990; Lomnitz, 2003 y 1997; Selby A., 1994; Selby A. et al., 1990). Asimismo existen varios estudios que centran su atención en la relación entre recursos familiares y estructuras de oportunidades creadas3 por el Estado, el mercado y la sociedad que permiten el sostenimiento y, en todo caso, mejoramiento de las condiciones de esas familias (Moser, 1998; Townsend, 1979; Katzman, 1999 y 2001; González de la Rocha, 2001).

Sin embargo, considero que ese mismo planteamiento se ha utilizado poco en la comprensión del uso y del manejo del "portafolio de recursos y activos" entre familias4 de sectores medios urbanos. De tal forma que el interés del presente trabajo tiene como objetivo comprender el uso y aprovechamiento de los recursos de las familias de sectores medios. Esto es, ubicar las acciones que las familias emprenden para potencializar sus recursos y lograr a mediano o largo plazo no sólo la mejoría de su calidad de vida, sino también la movilidad o permanencia dentro de su estratificación social.5

Por lo tanto, este trabajo se centra en conocer los tipos de recursos y activos públicos6 utilizados por familias de clase media urbana. El aprovechamiento de los recursos familiares permite suponer que los integrantes de las familias son sensibles no sólo a los cambios económicos y políticos que vive el país, muchos de los cuales impactan directamente el bolsillo familiar, sino que perciben las necesidades tácitas del mercado laboral, de la sociedad y de las oportunidades que el Estado crea mediante determinadas políticas sociales.

En el estudio se presentan datos obtenidos con base en seis unidades domésticas que habitan en el Distrito Federal: Alpha, Beta, Gamma, Epsilon, Delta y Zeta. El trabajo de campo se realizó entre los meses de abril y diciembre del año 2000, y posteriormente se realizó otro contacto en 2007. Las seis familias entrevistadas que se presentan fueron abordadas con el interés de ofrecer evidencias sobre una serie de medidas tomadas para evitar perder su horizonte de sectores medios, particularmente en el rubro de status social y en el de calidad de vida. Estas medidas o estrategias de reproducción manifiestan la conformación y uso de portafolios de recursos y activos, y para este caso dependen de variables como el contexto socio-económico, el ciclo y el tamaño familiar, el género y la generación de cada uno de los integrantes de las unidades domésticas.

Es conveniente comentar que para efectos del presente estudio, tomo la división de los recursos y activos como algunas de las diversas acciones o estrategias de los sectores medios urbanos que potencializan la reproducción material y social del grupo doméstico. El uso del portafolio de recursos y activos tiene como primera intención cubrir la reproducción material de los integrantes de la familia, pero no es la única esfera que se reproduce, pues tal y como advierte García et al. (1989; 31):

La reproducción de los grupos domésticos, involucran elementos que sobrepasan a la reposición de sus integrantes. Implica la recreación en lo cotidiano mediante las prácticas individuales de elementos ideológicos, culturales, afectos y de las relaciones de autoridad entre géneros y generaciones. Las actividades desplegadas en el ámbito doméstico cumplen una doble función, de manutención cotidiana y de transmisión de una generación a otra de aspectos ideológicos que fundamentan las distancias sociales.

De tal suerte que entre los grupos domésticos de sectores medios se tiene como primera prioridad garantizar la reproducción material de la unidad doméstica; a la vez que no olvidan mantenerse dentro del estatus social, lo cual se traduce en diversas formas de consumo que les permiten distinguirse socialmente.

El acercamiento cualitativo que ofrece la antropología permitió observar formas particulares del uso del portafolio de recursos y activos públicos. Es conveniente aclarar que también existen portafolios de recursos privados; sin embargo, en este estudio me interesa resaltar más aquellos que provienen del Estado.

Parte de la atención se focalizó en el ejercicio de recursos y activos que los jefes del grupo doméstico han logrado aprovechar desde su inserción laboral, mucho antes de que se conformasen como familia o unidad doméstica. Este punto resulta de suma importancia, pues los empleos que la mayoría de ellos obtuvieron en las décadas de 1950, 1960 y/o 1970 influyeron decisivamente en beneficio de la familia. En este sentido, las estructuras de oportunidades convertidas en activos y aprovechadas por las familias exploradas fueron creadas, en su mayoría, durante el periodo económico correspondiente al Estado benefactor.

 

RECURSOS Y ACTIVOS: UNA FORMA DE COMPLEMENTAR EL INGRESO FAMILIAR

Tomo la propuesta que desarrolla Rubén Kaztman (1999), para el estudio de familias pobres en Uruguay, a partir del esquema de aprovechamiento de los recursos familiares a través de lo que él denomina estructuras de oportunidades creadas por el Estado, el mercado y la sociedad. Ese autor afirma que la explotación y el uso que las familias hacen de sus recursos dependen en primera instancia, de sus características y capacidades. El concepto de activo se entenderá como "[...] el conjunto de recursos, materiales e inmateriales, que los individuos y los hogares movilizan en procura de mejorar su desempeño económico y social, o bien, como recursos desplegados para evitar el deterioro de sus condiciones de vida [...]" (Kaztman, 1999: 166).

El devenir de un determinado momento histórico, social y económico determina la conjunción de recursos y activos de los que se puede hacer uso. Los recursos se despliegan como un conjunto de oportunidades que los sujetos o familias pueden ejercer en función del perfil, características y/o capacidades requeridas para que un recurso se convierta en activo, es decir se ejerza por medio de su uso.

Si los sujetos bajo ciertas condiciones contextuales (socio-económicos) no cubren el perfil, características o capacidades deseadas no podrán convertir un recurso en activo. El recurso permanecerá pasivo, sin usarse y sin tener efectos positivos en un sujeto(s) o familia(s). Es sólo hasta que el recurso se ejerce se vuelve un activo, con una consecuencia favorecedora y positiva proyectada al corto, mediano o largo plazo.

Katzman (1999) afirma que los activos son el resultado del aprovechamiento que las familias hacen de las oportunidades o recursos que ofrecen el mercado, el Estado y la sociedad. Sin embargo, es necesario apuntar que las estructuras de oportunidades creadas por estas tres instancias son un entramado de factores y mecanismos que varían según el tiempo y el espacio. De hecho, las políticas económicas, sociales y culturales pueden variar de un gobierno a otro, lo que significa que ciertas necesidades y problemas sean reconocidos y ponderados de manera diferencial en distintos momentos de la historia de un país. Por ello, las estructuras de oportunidades y los recursos convertidos en activos pueden ser válidos en un sexenio y no en otro; sobre todo pensando en el caso de la falta de continuidad en materia de política económica antes y después de 1982.

El autor considera varias dimensiones en las que se pueden enmarcar los activos, entre ellos encontramos activos financieros, sociales, humanos y físicos. En el afán de organizar y sistematizar el portafolio de recursos y activos, retomo la propuesta de Peter Townsend (1979), quien agrupa en varias categorías los recursos de los cuales se vale una familia para enfrentar una situación de pobreza. Para el presente estudio vale la pena rescatar esta categorización y observar cómo se comporta dentro de contextos de sectores medios urbanos en situación de crisis.

Ingreso en efectivo, alude a cualquier forma de ingreso corriente efectivo (actividades de auto empleo, pagos por enfermedad, transferencias provenientes de particulares o de programas sociales promovidos por el Estado, como, pensiones, jubilaciones, préstamos para vivienda, vales de despensa, préstamos monetarios, entre otros).

Activos o bienes de capital representa la posibilidad de aumentar la calidad de vida de una familia, a partir de la negociabilidad o rentabilidad obtenida de un bien inmueble.

Valor de los beneficios del empleo se refiere al ingreso obtenido por el tiempo y habilidades alquiladas como trabajadores y a las prestaciones que se obtienen con el empleo: aguinaldos, primas vacacionales, préstamos, cajas de ahorro, asistencia médica privada y estatal (IMSS-ISSSTE).

Valor de los servicios sociales públicos otorgados a los ciudadanos y que abarcan desde la vigilancia, limpieza y urbanización, hasta políticas públicas muy concretas y particulares; por ejemplo, tomando en cuenta a las familias estudiadas y su contexto socio-histórico, se pueden señalar las pensiones para los adultos mayores (70 años en adelante) que otorga el gobierno federal, así como el programa de pensión alimentaria universal para adultos mayores que otorga el gobierno del Distrito Federal.7

Ingresos privados en especie alude a la ganancia generada a partir de la producción doméstica y venta de alimentos, de bienes o servicios de consumo perecedero o duradero.

Esta tabla brinda una idea general de cómo se podría componer un portafolio de recursos y activos, ya sean estatales o privados, en México en un contexto neoliberal. El uso aislado o combinado de uno o varios recursos y activos depende del contexto socioeconómico y de las características y perfiles de los individuos. En el análisis de los casos estudiados se podrá observar cómo algunas familias de clase media hacen uso de dicho portafolio de oportunidades.

 

ENTORNO Y CONTEXTO DE LAS FAMILIAS EXPLORADAS

Para entender parte del uso del portafolio de recursos y activos públicos y privados es necesario remontarse cuarenta años atrás, para ubicar el inicio de la trayectoria laboral de los jefes de familia de estos seis grupos. Durante las décadas de 1940 y 1950 en México regía lo que hoy se conoce como Estado benefactor, cuyo modelo económico estaba estructurado en la sustitución de importaciones. En ese contexto, los jefes de todas las familias —a excepción del grupo doméstico de Épsilon y de la familia Zeta— había migrado a la ciudad de México en busca de mejores condiciones de vida, las cuales pudieron obtener por medio del trabajo remunerado.

El lugar de origen del jefe de la familia Alfa (viudo al momento de la entrevista) es Puebla, y su esposa había nacido en el Distrito Federal; la jefa de familia de la unidad Beta, también viuda, nació en el Estado de México y su esposo en Puebla; la jefa de la unidad Gamma nació en el Estado de México y su esposo (finado), en Guanajuato. Por su parte, la jefa de la familia Delta es originaria del Distrito Federal y su difunto esposo es oriundo del estado de Baja California Norte. Por último está la unidad doméstica Zeta, cuya jefa de familia nació en Yucatán y su esposo es oriundo del Distrito Federal.

En la fase de conformación de las distintas unidades domésticas, los maridos8 fungieron como proveedores y sus principales fuentes de empleo las encontraron desarrollando actividades administrativas o académicas, dentro del gobierno federal o instituciones educativa autónomas.

La mayoría de ellos fueron trabajadores con plaza o base, lo que les permitió gozar de un ingreso vitalicio, la jubilación y el servicio médico gratuito.

Las excepciones fueron los jefes de las familias Alfa y Beta, quienes se desarrollaron como profesionistas autónomos: en el caso del jefe de Alfa trabajó en el ámbito restaurantero y el jefe de Beta en el periodismo, quien posteriormente introdujo en este campo a su esposa.

Otro aspecto que se debe resaltar es que en la mayoría de las unidades domésticas entrevistadas, alguno de los dos cónyuges recibió herencia de sus respectivos padres, ya sea en especie (básicamente terrenos o casas) o en dinero. Esto, aunado con las prestaciones (préstamos para vivienda) de sus trabajos, sentó las bases para la compra o construcción de las casas que habitaban durante el periodo de las entrevistas. Así, estas familias fueron acumulando un capital (bienes inmuebles, ahorros bancarios, joyas) que permitió solventar gastos como educación de los hijos en escuelas privadas (familias Alfa, Beta, Delta, Zeta y Épsilon), compra de automóviles, de terrenos, vacaciones en el extranjero —sobre todo cuando sus hijos eran pequeños—, participación en clubes sociales y deportivos y la adquisición de sus casas en colonias como la Escandón, el centro de Tlalpan, Héroes de Padierna, Prados Coyoacán y Coapa.

Muchos de los activos y recursos que los grupos domésticos explotan como estrategias de reproducción son bienes de carácter material (terrenos para estacionamientos, la construcciones de locales para renta, el uso de préstamos para cambiar a modelos más recientes los automóviles de los hijos, entre otros), son el producto de haber solicitado préstamos, ya sea en el FOVISSSTE o en el IMSS.

 

TRABAJO, MERCADO LABORAL Y FAMILIA

Un factor fundamental para entender el comportamiento de las familias en relación con su reproducción material, y la forma en que procuran sus recursos y activos, es el ciclo de vida familiar y la composición de las mismas. Sobre todo en un contexto en el que las crisis económicas y el cambio de política económica desde la década de 1980 —y en particular desde el sexenio del presidente Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988), donde el deterioro salarial de las familias y la reducción paulatina, pero sistemática de los servicios colectivos brindados por el Estado— hace que las familias necesiten de dos o más ingresos por unidad doméstica para poder responder a las necesidades de reproducción básicas: vivienda, alimentación, escuela, salud (García et al., 1989).

Estos aspectos resultan determinantes en tanto son motores de la inserción de varios de los integrantes del grupo doméstico al mercado laboral, y en consecuencia se vuelven beneficiarios en especie de activos concedidos por el Estado, siempre y cuando se inserten en espacios laborales formales, regulados y normados por la Ley Federal del Trabajo.

Se observó que las seis familias tienen miembros con características que les permiten insertarse en el mercado laboral, me refiero particularmente a la edad. De esta forma, se cumple una de las observaciones en el sentido de que el ingreso familiar entre sectores medios tiende a aumentar cuando los miembros de la unidad doméstica cumplen con las demandas del mercado laboral (cualificación y edad).

Se observó que la distribución del salario obtenido por los miembros económicamente activos de cada grupo doméstico destinado a la reproducción material de la unidad no se consigna en el mismo porcentaje. En las familias Delta, Zeta y Beta, el presupuesto de los jefes (as) de familia, es decir los padres destinan su ingreso casi en su totalidad a la satisfacción de necesidades básicas (Sheridan, 1991): servicios de vivienda (luz, predial, gas, agua), alimentación y servicios médicos y de salud. Por su parte, los hijos económicamente activos de las familias Épsilon, Alfa y Gamma son quienes soportan dichos gastos, además de solventar aquellos referentes con el entretenimiento y el consumo (el pago de celulares, televisión de paga, teléfono, compra de muebles, aparatos electrónicos y electrodomésticos). Estos gastos, considerados como no básicos en las familias Delta, Zeta y Beta, son auspiciados por los hijos con empleo.

Se debe resaltar el hecho de que algunos de los padres reciben transferencias del Estado en forma de pensiones y jubilaciones por haber servido en el sistema público,9 lo que se percibe como un ingreso seguro cada mes a diferencia de los hijos (segunda generación), quienes tienes sentimientos de zozobra y temor ante la posibilidad de perder el empleo.

En ese tenor, vale la pena poner de ejemplo el caso de la hija (segunda generación) de la familia Beta, quien tiene un trabajo en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, obtuvo una licencia con goce de sueldo (lo que implica no perder antigüedad y seguir disfrutando de todas las prestaciones laborales: aguinaldo, servicio médico, vales de fin de año canjeables en tiendas de autoservicio, entre otros) para cursar un doctorado en sociología. Ser estudiante de un posgrado la hizo beneficiaria de una beca del Conacyt. Las becas son consideradas en este estudio como transferencias en efectivo, ingreso individual que se suma a la economía del grupo doméstico.

La familia Alfa, cuya hija (segunda generación) trabaja en la Delegación Tlalpan, consiguió aumentar su ingreso mensual por medio de la asignación de horas extras a su hija y que en términos reales no cubre, pero monetariamente sí se contabilizan en su salario mensual.

Es importante resaltar que el principal ingreso de cuatro de las seis familias entrevistadas es el que se obtiene por el trabajo remunerado; sin embargo, se ve complementado por la activación de diversos recursos valorados por el mercado laboral y por la sociedad, como es la posesión de bienes inmuebles. Ello sitúa a los propietarios de los bienes inmuebles (primera generación) como dueños de activos de capital, de los cuales obtienen en forma de ingresos en efectivo.

Tal es el caso de la familia Delta, que tiene junto a su casa con salida directa a la calle, un jardín amplio que fue acondicionado para fungir como pensión de automóviles. En la época en que se realizó la entrevista se guardaban seis automóviles y cada uno de ellos pagaba una renta mensual de $400.00. En 2007 se seguían ocupando los seis espacios y se pagaba una renta mensual por automóvil de $550.00.

En lo relativo a la familia Alfa, que al frente de la casa tiene una extensión que fue clausurada para uso doméstico y se acondicionó para funcionar como bodega de alimentos perecederos, la que permanente se encuentra rentada. Cuando se llevó a cabo la exploración, la bodega generaba un ingreso mensual de $1 000.00. En 2007 la bodega se seguía rentando en $1 5000.00 mensuales.

Por su parte, la familia Beta, gracias a un préstamo del FOVISSSTE compró una casa de interés social al oriente de la ciudad, que en su momento se pagó vía descuentos en nómina. La casa siempre ha sido arrendada, generando así un recurso extra mensual de $3 000.00, adicional al ingreso familiar.

Es fácil observar que el problema de espacio y de vivienda en el Distrito Federal ofrece a los dueños de casas habitación grandes y con amplios jardines, la posibilidad de usufructuar con el espacio en zonas que son de alto rendimiento, como lo es el sur del Distrito Federal. En ese sentido, las casas con varias recámaras y grandes jardines representan espacios disponibles para su renta. El mercado valúa la renta del inmueble en virtud de su localización y funcionalidad.

En cuanto a los activos denominados como servicios sociales públicos (Townsend, 1979), tenemos que la edad ha sido un elemento incluyente para algunos de los padres de estas familias, quienes aún reciben beneficios de contratos laborales vinculados a instituciones estatales o paraestatales de la época del Estado benefactor. Como ejemplo podemos mencionar que seis de los cónyuges, correspondientes a las familias Beta, Gamma, Epsilón y Zeta, están afiliados en el Instituto Nacional de la Senectud (Insen),10 que ofrece descuentos (casi siempre simbólicos) en algunas actividades de divertimento, como el teatro o el cine; así como en la gratuidad del transporte público (Metro, camiones RTP y trolebuses).

 

Por otra parte, la implementación del Programa de Apoyo Alimentario para Adultos Mayores de 70 años del Gobierno del Distrito Federal, beneficia a varios de los informantes pertenecientes a la primera generación que están dentro del rango de edad. Ellos cuentan con una tarjeta que les permite adquirir en las tiendas de autoservicio una despensa mensual equivalente a $630.00.11

 

HERENCIAS Y GENERACIONES

Las herencias forman parte del portafolio de activos y recursos que han respaldado materialmente a las familias exploradas. Las herencias que las familias han recibido en dinero, casas o terrenos se han convertido en parte del capital activo, preservado a lo largo de tres generaciones y que en cierta forma siguen sosteniendo la reproducción material de cada una de las unidades domésticas aquí expuestas.

Estas herencias contribuyeron a aumentar el capital de los jefes de familia (primera generación), que junto con los beneficios del Estado y el dinero producto de sus propios trabajos, les permitió acomodarse con soltura a los requerimientos y roles de la clase media.

El caso de la familia Beta es un ejemplo significativo. El jefe de la familia (Octavio) abandonó sus estudios en la Escuela de Medicina de la UNAM, por su pasión por la fotografía y el periodismo. Fundó la Revista la Semana Ilustrada. Cuando se casó con Julia (jefa de familia), está fundó su propia revista política Olympia. Ambos jefes de familia siempre vivieron de sus revistas e iniciaron sus ahorros con la herencia que Julia recibió producto de la venta del terreno y de la casa que sus padres compraron en la colonia Hipódromo Condesa.

Las revistas fueron muy generosas con la familia Beta, pues de ellas compraron dos casas: la propia —en la que vivía toda la familia Beta, ubicada en la colonia Jardines de Coyoacán— y otra en una colonia contigua, Presidentes Ejidales, ambas en la Delegación Coyoacán. La familia también adquirió un terreno en Nepantla, Estado de México, en el que construyeron una casa de fin de semana; automóviles, viajes constantes a España, Italia, Reino Unido y Estados Unidos, pagaron la educación de sus hijos y sostenían el gasto corriente de la casa.

En cuanto a uno de los hijos de la familia Beta, los padres compraron un departamento de interés social para la hija de en medio cuando se casó. Este departamento fue vendido cuando la hija enviudó.

Por su parte, el hijo menor recibió como herencia en vida la casa situada en la colonia Presidentes Ejidales 2a. Sección. Nunca ha pagado renta, pues vivió con sus padres mientras fue estudiante y gozaba de las becas del Conacyt. Cuando obtuvo el trabajo como investigador del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) sus padres le heredaron la casa. Después ganó un concurso de oposición en el Cinvestav, lo que le garantiza prestaciones como la compra de un departamento por medio de un crédito de vivienda del FOVISSSTE.

La jefa de la familia Delta es originaria del Distrito Federal y su difunto esposo es oriundo del estado de Baja California Norte. Cuando se casaron ambas personas, adquirieron una casa propia en Coapa —adquirida con un préstamo del FOVISSSTE—, la otra casa se encuentra en renta en Baja California Norte.

La hija de la unidad doméstica Delta (soltera y sin hijos al momento de la entrevista) y su madre (viuda) viven básicamente de la pensión del marido difunto, de la herencia que éste les dejó y de la renta de una casa en Baja California. A finales de los años noventa a su ingreso familiar se sumó el obtenido de la pensión de automóviles, espacio que antaño ocupaba el jardín de la casa. La tabla 3 resume la mayoría del portafolio de recursos y activos, tanto privados como públicos, aprovechados por la segunda generación.

 

A partir de la información de la tabla se puede observar que la flexibilización de los trabajos, sobre todo en la iniciativa privada, merma considerablemente el valor de los beneficios del empleo y se ven reducidos a elementos básicos: el aguinaldo, las semanas de vacaciones pagadas después de haber trabajado un año entero, la prestación del servicio médico del IMSS, se conserva el derecho a recibir financiamiento para vivienda por parte del Infonavit y, en algunos casos, se cuenta con seguro de gastos médicos y caja de ahorro.

Por su parte, los empleos del gobierno —ya sea federal o del gobierno del Distrito Federal—, conservan muchos más beneficios que redundan en ayudas en especie, y a veces en efectivo. El monto mensual del salario y su aumento, además de estar determinado por la categoría del empleado, se otorga en función de la inflación anual y de los topes fijados por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami).

Si bien es cierto que en la mayoría de los casos el monto salarial mensual es más alto en los trabajos calificados y especializados de la iniciativa privada en comparación con los sueldos de los trabajos gubernamentales o paraestatales, el alcance y poder adquisitivo en general, se ha visto reducido y pauperizado a lo largo de los gobiernos cuyo esquema económico es el neoliberalismo (Gómez, 2006; Muñoz Ríos, 2006).

 

CRÉDITO, AHORRO Y FINANZAS DOMÉSTICAS

Es importante resaltar que muchos de los recursos y activos brindados por diversos órganos centralizados, autónomos o paraestatales de la estructural gubernamental (Conacyt, SEP, GDF, ISSSTE) ya no se reciben más, en virtud de la finitud de la prestación, o bien porque se dejó de cubrir alguna de las características requeridas para disfrutar de un activo, como por ejemplo, ser estudiante de algún posgrado reconocido por el Conacyt.

La pérdida del poder adquisitivo de los salarios, en algunos casos, se ha visto restituida por el uso de las tarjetas de crédito, así como por la implementación de diversas estrategias de ahorro familiar, como la participación en tandas y en cajas de ahorro, que buscan nivelar la calidad de vida, el gasto familiar y, en algunos casos, como los de la familia Beta, Alfa y Zeta, fomentar el ahorro.

El uso de las tarjetas de crédito ha sido uno de los recursos más comunes en el manejo de las finanzas domésticas de la mayoría de las familias exploradas. De todos los miembros económicamente activos de cada una de las familias, se pudo identificar al menos la adjudicación de una tarjeta de crédito. Los plásticos son destinados básicamente a comprar alimentos, pagar comidas en restaurantes, compra de ropa y accesorios para la familia. Los entrevistados señalaron que hacen uso de la tarjeta de crédito preferencialmente cuando encuentran promociones de pagos diferidos sin el cobro de intereses bancarios. Las deudas contraídas por el uso de tarjetas de créditos en muchos casos son cubiertas, en gran medida, cuando reciben prestaciones como aguinaldos y reparto de utilidades.

Por ejemplo, la hija de la familia Alfa que trabaja en la Delegación de Tlalpan; la hija mayor del grupo doméstico Zeta, empleada de la SEP, así como su madre que funge como ama de casa; y la hija de la familia Gamma, quien labora en la Semarnap, son los personajes que por hábito participan en tandas que se organizan en sus centros de trabajo. En el caso de la jefa de la familia Zeta acostumbra participar en tandas cuyos integrantes son familiares y amigas de muchos años. Todas ellas participan en tandas una vez por año y en algunas ocasiones, dependiendo de su gasto corriente y de los compromisos económicos adquiridos, así como de la duración de las tandas, deciden participar en dos tandas a lo largo de un mismo año.

Cabe resaltar que, con excepción de un miembros de la familia Zeta, los hijos (segunda generación) que trabajan participan en cajas de ahorro organizadas, ya sea por la empresa, o bien por empleados de los centros de trabajo, quienes a fin de año reciben el total de sus ahorros, más un porcentaje correspondiente a la usura del monto acumulado y en función del monto total prestado a lo largo del año.

Por otro lado, el uso de tarjetas bancarias (crédito) y de la participación en tandas y cajas de ahorro, permiten a estas familias solucionar gastos que con los ingresos netos fijos no podrían disipar. Muchos de estos gastos están relacionados con el mantenimiento de actividades, gustos y preferencias que les hacen mantener, aunque cada vez en menor medida, la idea de pertenencia a un sector medio. Sin embargo, los miembros económicamente activos coinciden en señalar que cada vez tienen más restricciones en sus estilos de vida en virtud de que sus salarios nos están nivelados con el "costo de la vida", y generalmente están a la expectativa de una serie de estrategias que permita ahorrar y economizar en el ejercicio cotidiano de las finanzas familiares.

Es destacable el hecho de que por lo menos un miembro de cada grupo doméstico tiene y hace uso de tarjetas de crédito. En el caso de la familia Zeta, el padre (primera generación) del grupo doméstico usa la tarjeta de crédito sólo para respaldarse en "un caso de emergencia", como sería una enfermedad o un accidente.

En este contexto, la segunda generación maneja otros principios para el uso de tarjetas de crédito, el cual se basa en mantener ciertas comodidades, servicios médicos y educativos particulares, que muchas veces su salario neto mensual no puede cubrir. La segunda generación también considera el uso de las tarjetas en situaciones de emergencias; sin embargo, las decisiones sobre su uso son más relajadas en comparación con las de los padres.

Por otra parte, el tamaño, ciclo y composición de las unidades domésticas por género y generación determinan en mucho el tipo de gasto. En el año 2000, cuando se llevó a cabo el trabajo de campo sólo la familia Zeta era extensa y se encontraba en el ciclo de formación, el resto de unidades domésticas permanecían como familias nucleares en la fase de reemplazo. Sin embargo, en 2007 la composición, ciclo y tipo de familias ya habían cambiado: las unidades domésticas Beta, Gamma, Épsilon se habían convertido en familias en etapa de formación y extensas.

Algunos miembros de la segunda generación se casaron y comenzaron a tener hijos, al mismo tiempo que seguían habitando en la casa de los padres. Este comportamiento de las familias determina sustantivamente el uso del portafolio de recursos y activos y, por ende, modifica con el tiempo las estrategias de reproducción familiar.

En la fase de formación la segunda generación aumenta sus gastos, además de que demanda mucho apoyo material, financiero, logístico y de tiempo de sus padres (primera generación). En 2007 los miembros de la segunda generación económicamente activos estaban a punto de ejercer su derecho a crédito para vivienda. El alcance de compra de la propiedad dependía del monto del crédito prestado por el Infonavit o el FOVISSSTE —según el caso—, de los ahorros de los hijos y de la ayuda financiera que los padres de algunas familias (Épsilon y Beta) potencialmente bridarían para la adquisición de un inmueble mejor valuado por el mercado en comparación con el que se podría adquirir bajo el rubro de interés social.

 

NOTAS FINALES

La economía doméstica de múltiples familias se ve profundamente impactadas por las políticas macroeconómicas de los gobiernos nacionales, así como de las crisis mundiales, tal es el caso de esta última crisis financiera que inició en diciembre de 2008 y continuaría, según los analistas políticos y financieros, hasta 2010.

Estas familias han hecho de las crisis económicas, de la contracción económica y del estancamiento en el crecimiento económico el habitat cuasi natural, y por ello han puesto en marcha una versatilidad de estrategias de reproducción material y social a partir del uso del portafolio de recursos y activos.

La formación del patrimonio familiar (educación, bienes y activos de capital, cultura y recreación, mantenimiento de redes sociales y procuración de la salud) por parte de la primera generación se construyó en el marco del Estado desarrollista o benefactor, cuyos programas destinados a la creación de valor de los beneficios del empleo y del valor de los servicios sociales públicos fueron decisivos.

La introducción de un nuevo modelo económico de corte neoliberal, el contexto socio-económico, afecta principalmente los rubros de valor del empleo por la flexibilización del mismo y reduciendo notablemente el valor de los servicios sociales públicos y privilegiando los valores del mercado; de tal suerte que aquellos bienes inmuebles o activos de capital, adquiridos por la primera generación gracias al valor de los beneficios del empleo y al valor de los servicios sociales del Estado desarrollista, cobraron centralidad en la conformación del capital y patrimonio en un contexto de libre mercado.

De esa forma, la primera generación ocupa un nuevo rol: el de dueños de un capital que genera usufructo dentro del esquema económico neoliberal. El ingreso en efectivo producto de la utilidad de los activos de capital complementa el gasto familiar y se vuelve un apoyo sustantivo en momentos de contingencias. Eventualmente, la posesión de estos bienes inmuebles pasará a los hijos (segunda generación) por medio de herencias, lo cual les ayudará a conformar sus bienes de capital.

No obstante, se observó que la segunda generación tarda más tiempo en salir de la casa paterna, también tarda más tiempo en adquirir una vivienda propia, cuyo valor generalmente es inferior al de los bienes inmuebles adquiridos por los padres, toda vez que se trata de viviendas —en su mayoría— de interés social (con menor superficie de terreno y construcción). La adquisición de la primera vivienda por parte de la segunda generación se define en función del tiempo cotizado necesario y del monto que el Infonavit o el FOVISSSTE fija como máximo para un préstamo para casa habitación.

El tamaño, ciclo y composición de las unidades domésticas por género y generación determinan en mucho el tipo y la magnitud del gasto familiar. Lo anterior, aunado al valor que en función del contexto socio-económico se da al portafolio de recursos y activos, determina en gran medida las formas de las diversas estrategias de reproducción material y social de una unidad doméstica.

Finalmente, considero valioso resaltar que en la segunda generación, sobre todo en los miembros que trabajan en la iniciativa privada, existe un sentimiento de temor permanente por perder el empleo y con ello los beneficios derivados del mismo, como el ingreso en efectivo, el servicio médico del IMSS y, en algunos casos, el seguro de gastos médicos, entre otras prestaciones.

Este punto es importante, ya que en México el mayor ingreso en efectivo de las familias se obtiene por medio del trabajo formal o informal, y si los trabajos son escasos y con una gran flexibilización laboral o pérdida del valor de los beneficios del mismo —por ejemplo, la contratación por honorarios profesionales o mediante la figura del out sourcing—, los trabajadores quedan totalmente desprotegidos y vulnerables en sus derechos laborales.

Estos escenarios, en los que afloran sentimientos de fragilidad y temor son propios de contextos neoliberales y muy habituales para la segunda generación. En ese sentido, fue muy interesante recuperar la experiencia de la primera generación, los padres, quienes desconocían por completo lo que era el temor a quedarse sin empleo y sin servicio médico, entre otros aspectos, en un contexto donde hay poca oferta laboral y mucha demanda aun de trabajos con escasas o nulas prestaciones o beneficios más allá del salario mismo.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Notas

1 En este trabajo, por estrategias de reproducción se entenderá las acciones y mecanismos que una familia emprende para la consecución de un fin que generalmente está relacionado con el mantenimiento y mejoramiento de la calidad de vida del grupo doméstico. Cabe destacar que algunos autores diferencian el concepto de "estrategias de reproducción" del de "estrategias de supervivencia" argumentando que la primera noción analítica puede ser observada en cualquier sector o clase social; por su parte, la construcción "estrategias de supervivencia" se refiere más a aquellas acciones que las familias y/o grupos domésticos en situación de pobreza emplean para sobrevivir cada día (Margulis, 1989).

2 Es menester aclarar que en el presente trabajo se usará de manera indistinta y como sinónimos clase media y sectores medios. Para definir someramente y acotar la idea de clase media señalaré que algunos autores (Loaeza, 1988; Stern, 1990) comentan que las clases medias se distinguen por una actividad económica inscrita entre los sectores secundario (industria) y terciario (comercio y servicios). Además, se caracterizan por tener un nivel de escolaridad por arriba de la media nacional (primaria concluida). Sus lugares de residencia han sido siempre centros urbanos y los ingresos de sus miembros no sólo permiten satisfacer necesidades básicas, sino incluso necesidades de esparcimiento.

La escolaridad, el vivir en un espacio urbano, los ingresos, el tipo de esparcimiento y diversión, así como el tipo de empleo, son considerados como elementos que permiten sostener que estos indicadores empíricos constituyen la base que articula la construcción de la identidad y de la diferenciación de una clase social respecto de otros niveles sociales (Bourdieu, 2000).

Al hablar de la relación entre inserción laboral en los mercados de trabajo y reproducción social, algunos estudios sugieren que tanto la prosperidad económica como la estabilidad en las relaciones al interior del grupo doméstico pueden estar relacionadas con las capacidades que sus miembros tienen para incorporarse en los mercados de trabajo (Estrada, 1999; González de la Rocha et al., 1990 y 2005; Escobar, 1996; Molina y Sánchez, 1999; Selby, 1994).

En la conceptualización de la clase media se retoman indicadores socio-demográficos que dan cuenta de la escolaridad, el ingreso y la ocupación, así como aspectos de consumo cultural que hablan de los gustos, las preferencias y las orientaciones valorativas.

Para operativizar estos indicadores es necesario seguir la caracterización de los sectores medios realizada en estudios previos (Loaeza, 1988; Stern,1990; De Lara, 1990), donde se subraya la condición laboral, tratándose principalmente de ocupaciones no manuales, trabajos de cuello blanco y algunos empleos de cuello azul (Cortés, 2000).

Según un estimado que permite tener un bosquejo de la estructura social en México realizada por Fernando Cortés (2000), se señala que los deciles 8° y 9° son los correspondientes a los sectores medios. Las bases de la pirámide estructurada en deciles, es decir, del 1 al 7 la ocupan la población con distintos niveles de pobreza.

Por su parte, la variable escolaridad da la pauta para suponer la existencia de una visión del mundo cercana a un orden de ideas más o menos secular; asimismo, la educación se considera un elemento en el que los informantes pueden fincar su prestigio y diferenciación social (De la Rosa, 1990; Loaeza, 1988).

3 Las estructuras de oportunidades serán entendidas como un sistema de posibilidades y condiciones dadas por el Estado, el mercado o la sociedad, para que un individuo o familia tenga acceso a bienes, servicios o la oportunidad de desarrollar una actividad que permitirá enfrentar una contingencia o simplemente, mantener la calidad de vida de la familia (Kaztman,1999).

4 Por unidad doméstica o familia se entenderá al conjunto de individuos que habitan en una misma vivienda y que pueden o no compartir lazos de parentesco, además de que se organizan para satisfacer su reproducción como grupo, (Estrada, 1999; Benites, 1990; Cuéllar, 1990). Para los efectos de este trabajo la noción de familia y/o grupo doméstico será retomada solamente en su dimensión de entidad conceptual que permite la recolección y análisis de datos (Quesnel, 1989).

5 A las estrategias de reproducción las considero acciones que resuelven contingencias coyunturales de la reproducción material de grupos domésticos, las cuales no están pensadas para obtener un bien o un satisfactor que pueda modificar estructural o sustancialmente las condiciones materiales y la calidad de vida de las familias. En ese sentido, se ha documentado que para enfrentar crisis económicas los sectores medios tienden a disminuir su consumo, a elegir productos de menor precio y, muchas veces, de menor calidad; a disminuir actividades de esparcimiento como vacaciones, comidas en restaurantes, entre otras (Gilbert, 2003; Cortés, 2000; Cortés et al., 2007. A estas acciones las consideraré dentro de la gama de estrategias de reproducción. Es el caso de la educación que facilita la movilidad social del individuo o de la familia. Estas acciones las considero como acciones que forman parte del portafolio de recursos familiares. La escolaridad, el vivir en un espacio urbano, los ingresos, el tipo de esparcimiento y diversión, así como el tipo de empleo son considerados como elementos que permiten sostener que estos indicadores empíricos, constituyen la base que articula la construcción de la identidad y de la diferenciación de una clase social respecto de otros niveles sociales (Bourdieu, 2000).

La educación de los hijos fue un tema al que todos los cónyuges mostraron especial interés. Todos los hijos de las unidades exploradas cuentan con estudios profesionales y algunos con posgrado.

6 A lo largo de este trabajo se entenderá por activos a los factores de carácter financiero, social, humano y físico que pueden estar presentes en el contexto de los sujetos y que estarán determinados por condiciones contextuales referentes a circunstancias políticas, culturales e históricas (Kaztman, 2001 y 1999). Por otro lado, el concepto de recursos a partir de los cuales se puede valer un grupo doméstico para enfrentar una situación de pobreza. La categorización de recursos la retomo de Peter Town-send (1974 y 1979), quien resalta los siguientes rubros: el ingreso en efectivo, que se refiere a cualquier forma de ingreso corriente efectivo; el autor reconoce ingresos obtenidos por actividades de auto empleo, pagos por enfermedad, transferencias provenientes de particulares o de programas sociales promovidos por el Estado, pensiones o jubilaciones. Los activos de capital se refieren a la posibilidad de aumentar la calidad de vida de una familia, a partir de la capacidad de negociación o rentabilidad obtenida de un bien inmueble. Para que el recurso (bien inmueble) pueda convertirse en un activo de capital, se debe poseer la propiedad del mismo y sus cualidades deben estar valuadas en el mercado. Tal es el caso de la venta de propiedades, del uso de ahorros, o bien el manejo de los mismos a través de instrumentos de inversión financieras.

7 El gobierno federal implementò una política de apoyo económico a adultos mayores a quienes se les asignaba un monto de $400.00 mensuales, cuya entrega era bimestral. Actualmente, la pensión aumentó a $500.00 mensuales. Por su parte, el gobierno del Distrito Federal, bajo el mandato de López Obrador, desarrolló la política de pensión alimentaria dirigida también a adultos mayores de 70 años, la cual en 2008 constaba de $788.85 mensuales. La población beneficiaria son los adultos mayores que habitan en el Distrito Federal.

8 Es importante señalar que en los grupos domésticos exploradas los jefes de familia ejercían el rol tradicional de proveedores del grupo y sus esposas se ocupan de las labores domésticas y del cuidado de los hijos. Por el contrario, y con excepción de la única hija de la familia Delta, los hijos e hijas de los grupos abordados, sin importar su situación civil (casados, solteros, separados o divorciados) no tienen disyuntiva frente a la necesidad de realizar un trabajo remunerado fuera del hogar.

9 Con referencia a la edad de uno o ambos padres, en el tiempo en que se llevaron a cabo las entrevistas todas las familias exploradas contaban por lo menos con el apoyo del programa de pensión alimentaria para adultos mayores promovido por el gobierno del Distrito Federal. Las familias destinan dichos recursos primordialmente a complementar la despensa del grupo doméstico, y en un segundo momento, ponderan la compra de medicamentos y/o complementos alimenticios (vitamínicos, fórmulas enriquecidas, entre otros). Con el paso de los años, la pensión se ha convertido en una suma de dinero que se recibe de manera "segura", es decir, se tiene una certeza sobre el depósito mensual de la mismo, y por ello se le considera como uno de los pilares económicos de las familias, a partir del cual se puede hacer planes a corto y mediano plazo, en particular sobre el tema del abastecimiento de necesidades primarias como es la alimentación.

En cuanto a la cobertura médica, puedo señalar que todas las familias entrevistadas reciben asistencia médica, ya sea del IMSS o del issste, como resultado, en el caso de los padres, de sus años de servicio en el sector público. En el caso de los hijos de la familia Alfa, y de dos miembros de la familia Épsilon —insertos en el sector privado, además de recibir la cobertura del IMSS, se cuenta con el servicio médico y hospitalario privado. Por su parte, tres miembros del grupo doméstico Zeta cuentan con servicio médico del IMSS o issste de manera intermitente, y esto se debe a que dos de los hijos no tienen trabajo constante en la iniciativa privada y otra de las hijas cuenta con el servició médico del issste gracias a que es estudiante de un doctorado y becaria del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

10 En junio de 2002 el Insen que había sido creado en agosto de 1979, se transformó en el Inapam (Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores), y aquellos que tengan cumplidos 60 años o más podrán afiliarse y gozar de beneficios como las mencionadas líneas arriba.

11 Cuando se realizó el trabajo de campo el monto mensual era de $670.00. Cabe mencionar que este programa aplica sólo para los adultos mayores de 70 años que habitan en la ciudad de México.

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