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Nueva antropología

versión impresa ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.25 no.76 México ene./jun. 2012

 

Reseñas bibliográficas

 

Rosa María Rubalcava y Martha Schteingart, Ciudades divididas. Desigualdad y segregación social en México

 

Jaime Sobrino

 

México, El Colegio de México, 2012.

 

El libro en cuestión tiene una extensión de 214 páginas y se divide en un prefacio, cuatro capítulos, conclusiones, un anexo y 30 mapas. Su propósito consiste en recopilar la labor investigativa de las autoras sobre el estudio de la división social del espacio urbano en las ciudades mexicanas, a lo cual le han dedicado varios años. Dos elementos saltan a primera vista, la pulcra, sencilla y bien estructurada redacción del documento, y el invaluable apoyo que representan los mapas, cuya selección adecuada de colores permite ratificar y consolidar los hallazgos del trabajo.

Esta reseña del libro se centra en tres aspectos: i) posición teórica y conceptos manejados; ii) estrategia metodológica de la investigación, y iii) algunos hallazgos seleccionados por quien suscribe la presente, pero que no necesariamente podrían ser los más relevantes del texto. El aspecto teórico y conceptual de la investigación se presenta en el primer capítulo, aunque las autoras van abonando a éste ítulos restantes. Son dos quizá los conceptos rectores de la investigación: i) la división social del espacio, entendida como los grandes lineamientos de la organización del espacio urbano, y ii) la segregación, o el grado de proximidad espacial de familias que pertenecen a un mismo grupo social, y su distancia. también espacial, con otros grupos sociales. Estos conceptos son claros y sencillos, pero las autoras no se quedan en el concepto, sino van más allá al mencionar que esta organización del espacio urbano es producto de una compleja interacción en la que intervienen los procesos de construcción del marco urbano construido (que posteriormente denominan consolidación urbana), y la estructura social, las preferencias y recursos de las familias (que se retoma con el enunciado de diferenciación socioeconómica)

Por lo que respecta a la estrategia metodológica, ésta constituye, sin lugar a dudas, una de las grandes fortalezas de la investigación y que se podría resumir en cuatro grandes vertientes: i) cómo operativizar los conceptos de división social del espacio y segregación; ii) cuál es el acopio de información cuantitativa relevante para el análisis; iii) qué técnica estadística es la más apropiada, y iv) cómo se pueden interpretar teórica y cartográficamente los resultados. Los capítulos 2 al 4 y las conclusiones ofrecen una amplia explicación a estas cuatro vertientes. Cabe mencionar que estas vertientes metodológicas se ofrecen en una investigación diacrónica, o longitudinal, donde se pudo captar la evolución de la división social del espacio de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México en el periodo 1950-2000, dividida por unidades administrativas menores (cuarteles, delegaciones y municipios), así como en el patrón general de organización social en las zonas metropolitanas de las ciudades de México, Guadalajara, Monterrey y Puebla, para los años 1990 y 2000 y con el uso de otra escala geográfica: las áreas geoestadísticas básicas (Ageb).

Las autoras describen la organización social del espacio urbano y su cambio en el tiempo de análisis, y concluyen, con base en los resultados de la ciudad de México, que las divisiones administrativas menores (delegaciones y municipios) es una escala geográfica adecuada para el estudio de la división social del espacio urbano, en tanto que la escala Ageb es pertinente para analizar la segregación, ya que en su expresión cartográfica se logra visualizar la diversidad de situaciones existentes, así como la elaboración de propuestas para establecer la intensidad segregacional.

Las autoras demuestran que la herramienta estadística multivariada del análisis factorial es el instrumento apropiado y pertinente para los propósitos de la investigación, ya que los factores en los que se reducen las variables se pueden explicar a la luz de la teoría, la representación cartográfica de las puntuaciones permite vislumbrar la división social del espacio (en la escala de divisiones administrativas menores) y la segregación (con el uso de Agebs), además de haberse obtenido estabilidad en la naturaleza de los factores y los pesos de las variables en éstos.

Aquí llama la atención que los resultados de la ciudad de México para 1980 no rompen con el comportamiento longitudinal de largo plazo, a pesar de las dudas sobre la calidad de la información de dicho censo poblacional. Al no haber inconsistencias, las autoras no comentan al respecto.

Y por último, los hallazgos. Estos son numerosos y en esta reseña se referirán tres: en primer lugar, las autoras encuentran que la división social del espacio en las ciudades analizadas se caracteriza, salvo para Monterrey, por un patrón centro-periferia, y en donde esta diferenciación estuvo fuertemente vinculada a variables de consolidación urbana, en un primer momento (1950-1980), y más tarde a variables ilustrativas de la diferenciación socioeconómica. Si bien ocurrió una cierta transformación en las variables explicativas, hubo, en cambio, continuidad en el patrón espacial (las unidades espaciales aumentaban uno o dos estratos y luego se mantuvieron).

Con ello, el cambio urbano, en su expresión territorial, es menor en relación al cambio social en su expresión de diferenciación.

En segundo lugar, las autoras encontraron correspondencia entre el estrato de la unidad político-administrativa (delegación o municipio) y el estrato de la mayoría de sus Agebs. Así, en 2000 una delegación con alto estrato tenía alrededor de 80% de su población residiendo en Agebs con estrato medio, alto o medio alto, mientras que en un municipio de estrato bajo cerca de 90% de su población residía en Agebs de estrato bajo. Por ejemplo, en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México en 2000 el 40% de la población residía en Agebs de estratos bajos y muy bajos, 17% estaba en situación de gran segregación y 8% habitaba en zonas de extrema segregación (segregación pasiva); en el polo opuesto, 3% de la población metropolitana tenía máxima segregación y pertenecían al estrato más alto (segregación activa).

Por último, la comparación entre las cuatro ciudades de estudio (México, Guadalajara, Monterrey y Puebla) mostró evidencia sobre una cierta estabilidad estructural en la diferenciación intraurbana, por lo que habría elementos comunes de procesos espaciales y socioeconómicos que intervienen en la división social del espacio de las ciudades mexicanas. Esta estabilidad estructural es, precisamente, un patrón espacial de centralidad, o modelo centro-periferia.

Es probable que esta reseña no ilustre fehacientemente la contribución del libro para el avance en el conocimiento sobre los temas de división social del espacio y segregación en las ciudades de México. Por tal motivo se invita respetuosamente a los estudiosos del tema, y a los interesados en los asuntos urbanos, a leer el libro para encontrar respuestas a interrogantes, compartir posiciones con las autoras, e idear estrategias para proseguir la investigación en el campo de la división social de la ciudad y la segregación urbana.

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