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Nueva antropología

Print version ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.24 n.75 México Jul./Dec. 2011

 

Artículos

 

Pobreza, migración y desempleo: mujeres en la región otomí-tepehua de hidalgo

 

Pablo Vargas González*

 

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Versión revisada de la ponencia presentada en el 53 Congreso Internacional de Americanistas, julio de 2009, ciudad de México.

 

Resumen

En el contexto de un proceso globalizador desestructurante y agresivo para las comunidades rurales e indígenas, la adaptación y resistencia de mujeres en la región otomí-tepehua del estado de Hidalgo es una experiencia significativa. El caso de la organización de Mujeres Indígenas para el Arte de Tenangos (minarte), representa un esfuerzo por sacudirse obstáculos, incluso de carácter estructural, como también de enfrentar la situación de desempleo y pobreza en la región. Ante las condiciones tan adversas de intermediarismo, fragmentación e individualismo, las mujeres han pasado a generar estrategias de "capital social", de organización con esquemas de confianza y apoyo mutuo, de formación de redes sociales productivas y de liderazgo colectivo y comunitario.

Palabras clave: pobreza, migración, desempleo, mujeres, región otomí-tepehua.

 

Abstract

In the context of an aggressive, destructuring, globalizing process for rural and indigenous communities, the adaptation and resistance of women in the Otomi-Tepehua region of the state of Hidalgo is a significant experience. The case of the organization of indigenous women for "Arte de Tenangos" (Minarte) represents an effort to shake off obstacles, even of a structural type, as well as to confront the poverty and unemployment in the area. The women face adverse conditions of intermediation, fragmentation, and individualism, and they have generated strategies of "social capital," organization under schema based on trust and mutual support, as well as the creation of productive social networks and collective, communitarian leadership.

Keywords: poverty, migration, unemployment, women, Tepehua-Otomi area.

 

Las repercusiones que el proceso de "globalización" ha tenido en pequeñas localidades de Latinoamérica, en las tres últimas décadas, ha significado un gran impacto social, demográfico, productivo y ambiental (Carabias, 2000). Los efecto en el medio urbano y en el rural suelen ser distintos. Las localidades rurales tuvieron una lenta y menor capacidad de respuesta ante la internacionalización y la reorientación de la acción del Estado, empero permanecen acciones de resistencia para mantener las identidades culturales ante la agresividad de procesos sociales desestructurantes.

En esta era de desarrollo global concentrado (Wallerstein, 2000), dominado por las nuevas tecnologías de comunicación e información (Borja y Castells, 2000), se han profundizado las disparidades urbano regionales, mismas que han ahondado las desigualdades sociales, ante lo cual las comunidades rurales se encuentran en una posición de desventaja y de exclusión en este proceso de desarrollo.

La coincidencia entre el proceso de globalización (con el cambio del Estado) y la economía neoliberal profundizaron abruptamente las diferencias en los estilos de desarrollo. Se establecieron medidas que acortaron la intervención del Estado —la privatización de empresas y bancos, de los recursos naturales (gas, petróleo, costas, bosques, etcétera), total apertura al capital financiero y establecimiento de acuerdos comerciales multinacionales— y también las funciones y atribuciones de éste, con lo cual le dieron un completo redimensionamiento. Durante más de 20 años que ha durado este proceso, si bien permitieron una fuerte inserción en la economía mundial no fueron la gran panacea, ni el sector privado se convirtió en el agente de cambio, ya que los problemas de desarrollo que el Estado social no pudo atender tampoco fueron resueltos por el neoliberal. Se agravaron problemas como la exclusión social, la pobreza extrema y el desempleo, a los que se agregaron la ineficiencia y corrupción de empresas privadas y gobiernos tecnócratas.

En el caso de México, desde la década de 1980 se impusieron obedientemente las reformas estructurales que no sólo modificaron los aspectos económicos, sino que afectaron también los rasgos históricos e institucionales de la sociedad. Las fronteras se diluyeron y se abrieron a la inversión extranjera. La deuda externa siguió siendo el talón de Aquiles y el pib no ha superado los niveles del 1.5% anual. También el producto por habitante ha seguido descendiendo en comparación con el habido en la década de 1970. Tampoco la alternancia político electoral en la presidencia (2000-2006) ha llevado a una reorientación de políticas públicas.

Las respuestas de la sociedad ante la continuación de la política social "focalizada" (educación, salud, alimentación) y ante la concentración de la riqueza que contrasta con el 55% que vive en pobreza extrema, han variado: desde la emigración, la reorganización social, la organización productiva y la defensa de las identidades culturales y autonomías territoriales (Reygadas y Zarco, 2005). En algunas comunidades tienden a desarrollarse propuestas de integración e inclusión en esta etapa de globalización. El caso que se presenta tiene que ver con mujeres de comunidades indígenas de la región otomí tepehua del estado de Hidalgo.

En el contexto de un proceso globalizador desestructurante y agresivo para las comunidades rurales e indígenas, la adaptación y resistencia de mujeres en la región otomí tepehua del estado de Hidalgo es una experiencia significativa. El caso de la organización de mujeres (minarte) representa un esfuerzo por sacudirse obstáculos (incluso de carácter estructural) y también enfrentar la situación de desempleo y pobreza en la región.

Se utiliza un enfoque de análisis cualitativo, en el que sobresale el carácter fenomenológico, de trabajo directo con el actor, para conocer su entorno, proyectos y percepciones, así como rescatar sus acciones y significados de la vida cotidiana (Taylor y Bogdan, 1984), la cual tuve oportunidad de conocer al impulsar un proyecto de articulación con asociaciones civiles en la región (Alcalá, 2008).

 

MÉXICO, POBREZA Y MIGRACIÓN: EL ESTADO DE HIDALGO

Por décadas el estado de Hidalgo ha sido considerado una entidad de profundas desigualdades sociales y escaso desarrollo social, económico y político en México. Lo anterior se refleja en las condiciones de exclusión, marginación, discriminación así como un inequitativo acceso a los derechos fundamentales de los ciudadanos, situación aún presente en las cifras de los censos de población del INEGI de 2000 y 2005.

En el estado de Hidalgo existen más de 4596 localidades, de las cuales 96% son menores de 2 500 habitantes; la gran mayoría están ubicadas en municipios y regiones marginadas y por consiguiente carecen del mínimo indispensable de bienestar. Pero la pobreza no es el único problema de estas comunidades y sus habitantes, pues se encuentran también en condiciones de exclusión y vulnerabilidad.

Hidalgo tiene tres regiones donde históricamente se concentran las condiciones de pobreza, marginación y emigración, con componente de población indígena y donde los impactos de la globalización han sido diferenciada-mente desestructurantes: la Huasteca Hidalguense, el Valle del Mezquital y la región otomí-tepehua.

Una problemática severa es la dispersión poblacional, que se agrava debido a la falta de vías de comunicación. La población en Hidalgo se encuentra distribuida en más de 4500 localidades. De estas últimas, 2% cuentan con 2 500 o más habitantes, concentrando 47.5% de la población estatal. En contraste, existen 3 722 localidades menores de 500 habitantes y su población equivale al 22.3% de la población total.

Es decir, 83% de las localidades son rurales y con menos de 500 habitantes. El contraste está en que las ciudades de Pachuca, Tula, Tepeji y Tulancingo mantienen un desarrollo urbano aceptable, consideradas como parte de las 100 ciudades estratégicas para el desarrollo urbano del país.

Por lo que el estado mantiene una relación urbana-rural desequilibrada provocada por una dispersión poblacional que se ha polarizado, pues por un lado observamos altas concentraciones con dotación de servicios básicos, y por otro zonas con alto grado de marginación caracterizadas por la dispersión de su población y la carencia de servicios básicos.

Para el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), el estado de Hidalgo padece la pobreza en sus diferentes expresiones: alimentaria, de capacidad y patrimonial, según lo indican los estudios en desarrollo social.1 La pobreza entre los hidalguenses constituye un mal endémico. De acuerdo con datos del CONEVAL, más de 600 mil hidalguenses padecen hambre, 300 mil adultos no saben leer ni escribir y más de 100 mil niños en edad escolar no asisten a la escuela.2

El 25.7% de los hidalguenses se encuentran en situación de "pobreza alimentaria", los ingresos no alcanzan para adquirir los alimentos de la canasta básica. El 33% (774 mil hidalguenses) no disponen de suficientes ingresos para adquirir una canasta básica ni para realizar los gastos necesarios en salud y educación. El 54.2% (un millón 271 mil) se encuentran en situación de "pobreza de patrimonio". Es decir, sus ingresos son insuficientes para adquirir la canasta básica de alimentos, salud, educación, vestido, vivienda y transporte. Como corolario el CONEVAL clasifica a Hidalgo con un grado alto de rezago social (cuadro 1).

 

MIGRACIÓN

El estado de Hidalgo se caracteriza por ser una entidad expulsora de migrantes. Para entender y ubicar mejor esta situación, medimos la migración no por el número de migrantes (ya que hay entidades que expulsan una gran cantidad en números) pero si lo medimos por el índice de intensidad migratoria, es decir el porcentaje de hogares que tenían al menos un emigrante, un migrante circular o un migrante de retorno de EUA, según datos de CONAPO (2006), entre 1995 y el año 2005, las principales entidades con intensidad migratoria fueron: Zacatecas, Michoacán, Guanajuato, Morelos, San Luis Potosí, Durango, Hidalgo, Nayarit, Guerrero, Aguascalientes, Jalisco y Colima.

Se ha carecido de políticas de desarrollo regional que permitan darle solución a los graves problemas que se han detectado (por ejemplo, insuficiente cobertura en materia de salud, educación y alimentación). En materia de nutrición, en las zonas de pobreza hay una mala alimentación, con múltiples casos en situaciones de desnutrición, la cual afecta directamente a la población infantil y a las mujeres.

Otro aspecto es la enorme diversidad existente de grupos indígenas, situación que distingue al estado a nivel nacional. Las carencias se agravan y se acentúan en la población indígena, la cual está más desprotegida y padece un muy bajo desarrollo humano; relacionado con este factor, la entidad ha ido perdiendo sus costumbres y su cultura.

En el caso que se expone, en la región otomí-tepehua —conformada por San Bartolo Tutotepec, Huehuetla y Tenango de Doria— las comunidades rurales eminentemente indígenas y con vocación económica agropecuaria viven en condiciones de marginación; asimismo, el intermediarismo ("coyotaje") es un flagelo existente que incluso los organismos públicos la llevan a cabo; no obstante, los pobladores rurales generan procesos de respuesta a la globalización a través del capital social y la organización de mujeres.

 

PROBLEMÁTICA REGIONAL. LA REGIÓN OTOMÍ-TEPEHUA

Esta región se localiza geográficamente al oriente de la entidad. Seis municipios la integran: Huehuetla (de población de habla náhuatl), San Bartolo Tutotepec, Tenango de Doria, Acaxochitlán, Agua Blanca de Iturbide y Metepec. Los primeros tres conforman rasgos de identidad histórica y cultural integrados a la sierra oriental; los últimos tres colindan, pero sólo en parte contienen las mismas características. Limitan con dos estados: al norte con Veracruz y al este con Puebla.

La región serrana fue originalmente asiento multicultural de personas de lengua distinta: otomí, totonaca, tepehua y chichimeca, que a partir del siglo XVI paulatinamente disminuyeron quedando la población otomí como la dominante en los tres municipios y la tepehua en Huehuetla, integrada por comunidades alejadas que resistieron el doble embate cultural. La vertiente de los otomíes serranos pertenece a la expansión de este grupo que tuvo por asiento una parte del Señorío de Meztitlan y otro en Tutotepec, que en la prehispanidad no fueron conquistados por los mexica, y por su incomunicación geográfica eludieron la conquista española, más tarde fueron los sacerdotes quienes lograron la dominación espiritual y cultural (Guerrero, 1986).

Los otomíes de la Sierra Madre oriental fueron sometidos no sólo por la evangelización sino por los demás mecanismos de sujeción. En el control de la tierra se siguieron las formas de reparto y distribución en grandes propiedades lo cual generó constantes conflictos y rebeliones hasta el siglo XX. Con el reparto cardenista de las haciendas se crearon los ejidos y el sistema ejidal sin que se reconstruyera el trabajo comunitario ni las formas colectivas de organización y distribución de los recursos.

En la actualidad la problemática que enfrenta la región muestra el contraste de las riquezas naturales y la pobreza de la población, y hay que analizarla tomando en cuenta su localization geográfica, pues la Sierra Madre oriental es una región con un bajo nivel de desarrollo humano. Esta región es una de las más vulnerables del país, considerada una región donde existe pobreza alimentaria. El grado de marginación de esta zona es muy alto (pazap, 2008). En la región no se cuenta con condiciones mínimas de bienestar social ni de servicios públicos para un digno nivel de vida.

 

Rasgos culturales

La región otomí-tepehua es la tercera región de importancia indígena en la entidad. La lengua predominante es el otomí y hablantes del tepehua sólo en el municipio de Huehuetla, la diferenciación orográfica en ocasiones no contempla al municipio Acaxochitlan cuyos hablantes son en mayoría náhuatl.

Las diferencias de identidad cultural con los ñhañhus del Valle del Mezquital no sólo son las variantes del lenguaje y las formas de autoidentificación, derivadas del entorno regional (Vargas, 2001), algunas de ellas más por raíces totonacas o por tradiciones transmitidas por la cercanía con las culturas del Golfo (por ejemplo la danza del Volador); sino también el conjunto de elementos culturales (Guerrero, 1986: 91-116): las festividades, las ceremonias religiosas, los ritos, los juegos, los cantos y la gastronomía vinculada a los recursos existentes, puesto que abunda el agua y el bosque, elementos que son escasos en el Mezquital.

Los otomíes de la sierra fueron vinculando su relación con el medio adaptando formas de trabajo y cultura relacionadas con el paisaje cultural. Desde luego no escaparon a los siglos de dominio desde el virreinato hasta el estado contemporáneo, pero desarrollaron el comercio regional de ropa y el procesamiento de tejidos de algodón (Guerrero, 1986:47). Lo que resulta un producto de identificación de este grupo: los manteles, las blusas y mantones (chales) con motivos de flora y fauna regional, de gran singularidad.

En la región otomí-tepehua permanecieron algunos rasgos de las formas de gobierno indígena, pero más influyente fueron los lazos de la organización religiosa. La dispersión y la fragmentación de comunidades a partir de la Colonia fue un signo perdurable, factor que permitió la imposición de los mecanismos de dominación. Una imbricación entre instituciones coloniales con componentes de gobierno indígena como el caciquismo, que a su vez fueron influyentes en los sistemas de cargos indígenas, lo que ocurrió en buena parte de regiones indígenas del centro de México (Medina, 1995).

Los sistemas de cargos siguen existiendo en la actualidad en las comunidades de los tres municipios. En muchos casos los sistemas de cargos (mayordomías y cargueros) están vinculados a funciones religiosas y con fuertes lazos con la Iglesia católica, principalmente para organizar las fiestas de los santos patronos, mismas que difícilmente pueden rebasar el rol religioso. Las mayordomías están estrechamente relacionadas a las parroquias que existen en cada una de las cabeceras municipales. Además en esta región, los cargos indígenas que se refieren a "usos y costumbres", sobre todo para asuntos del trabajo, normas y organización comunitaria, están limitados al orden interno de cada comunidad y no tienen una repercusión en las instituciones políticas municipales.

En la organización política, Tenango de Doria es la sede de poderes regionales, incluso desde el Virreinato que dependió de la Alcaldía Mayor de Tulancingo y desde el Porfiriato fue cabecera de Distrito Político. Es también sede del Distrito Judicial Trece (juzgados civil y penal); como también del Distrito Electoral X, y de otras dependencias inclusive federales, como la delegación regional de Derechos Humanos y de la Comisión de Pueblos Indígenas.

 

Población

La población de la región otomí-tepehua tiene cerca de 116616 habitantes, donde el 51% está representado por mujeres y el 49% por hombres. Todos ellos distribuidos en 473 comunidades. La población tiende a concentrarse en tres municipios: Huehuetla y San Bartolo Tutotepec, y Tenango de Doria, lugares donde se concentra el 70% de la población total regional.

El 33% de la población de la zona pertenece a grupos indígenas, entre los que destacan otomíes y tepehuas. Más del 80% de la población vive en condiciones de alta y muy alta marginación con déficit altos de agua potable, drenaje, electrificación, educación y salud así como la insuficiente infraestructura de vías de comunicación. La densidad de la población es de 90.1 habitantes por kilómetro cuadrado.

Aproximadamente el 80% de la población se dedica a actividades primarias por lo que su economía es fundamentalmente agropecuaria. La producción de café es una de las actividades más destacadas.

 

Actividades económicas

Es importante mencionar el hecho de que los municipios de la región otomí-tepehua concentran el 85% de su población en actividades agropecuarias, del sector primario, en comparación con otras regiones del estado, cuya economía es más diversa. Lo que preocupa es que ante una política de abandono al campo, el intermediarismo afecta directamente a la región, ya que la agricultura es la ocupación principal de la población indígena, y donde sobresal la producción del café, producto característico de la región, el cual está sujeto a los precios internacionales, por lo que siendo la principal actividad económica de la región, la población resiente directamente más los efectos negativos que positivos de la variación de los precios.

Desde principios de los años setenta en que se instaló el Inmecafé, éste dejó mecanismos de intermediarismo perjudicial para los productores de café. Esta institución estatal se convirtió en la moderna "tienda de raya" para explotar a campesinos e indígenas: prestaba, rentaba o vendía máquinas despulpadoras e inclusive proporcionaba préstamos monetarios y después los productores se "obligaban" a vender su producto (Guerrero, 1986: 39); concentraban y controlaban la producción imponiendo bajos precios. En este proceso fueron los grupos o familias de poder económico los que se beneficiaron a la retirada de esa institución.

El "coyotaje" y el intermediarismo quedaron como un referente importante para el caso de las artesanías. El pequeño productor vende sus productos en pequeñas cantidades, sobre todo los días de plaza en las cabeceras municipales o inclusive es sujeto de expoliación por las "instituciones estatales" encargadas de "promover el desarrollo cultural", como la Casa de las Artesanías de Hidalgo, dependencia integrada al gobierno estatal.

 

Migración

El problema migratorio en la región otomí-tepehua, se deriva de la falta de oportunidades y acceso a empleos, siendo los hombres quienes mayormente contribuyen al ingreso familiar. De ahí que observemos un alto nivel de movilidad poblacional. Ésta no siempre se da hacia el extranjero, pues con información recopilada entre los habitantes de la región se pudo inferir que el fenómeno migratorio se presenta en una parte importante, que emigran a la ciudad, básicamente a Tulancingo (segunda ciudad en importancia y cercana a la región), Pachuca y ciudad de México.

Esta condición se agrava al observar que en esta región se concentran los municipios con la más alta fecundidad. Existe una correlación entre migración y pobreza, no siempre evidente, ya que regiones como la otomí-tepehua viven en extrema marginación; para segmentos poblacionales que no tienen los recursos mínimos, se les dificulta emigrar a Estados Unidos.

Aunado a los recursos económicos, hay un factor que ha impedido que la región se convierta en expulsor de mano migrante a nivel internacional. Una tendencia de que indígenas otomíes hidalguenses migran principalmente a la ciudad de México, pues los hombres regularmente trabajan en la rama de la construcción, que requiere mano de obra poco calificada, mientras que las mujeres se pueden dedicar a labores domésticas o a la venta de frutas.

Pobreza y marginación

Para entender todavía mejor lo que sucede en la región otomí-tepehua, habrá que analizar la situación en que se encuentran los municipios con mayor concentración de pobreza en la región, como lo son Huehuetla, San Bartolo Tutotepec, y Acaxochitlán, que alcanzan altos niveles de marginación y rezago social, siendo considerados como municipios que presentan extrema pobreza alimentaria. Sin contar otros municipios que integran la región, como son Agua Blanca y Tenango de Doria.

 

"TENANGOS" Y MUJERES ARTESANAS: INICIATIVA Y EXPERIENCIA LOCALES3

El marco de transformaciones que se viene realizando en los últimos veinte años en esta región, se relaciona con una integración singular de estrategias económicas familiares y de las comunidades para adaptarse a los cambios globales; la alta emigración de hombres y mujeres hacia las ciudades, y en menor escala hacia Estados Unidos; y por otra parte, se observa que en la región se tiende a romper tradicionalismo y control político, así como también el cambio de creencias religiosas en los tres municipios.

En una región dominada por el caciquismo político y el intermediarismo económico, que aún prevalece, se han venido generando procesos de respuesta social y política de la población. En esto destaca la defensa de recursos naturales y la incipiente organización de productores y de asociaciones de la sociedad civil. Y de manera específica destaca la organización de mujeres en labores de trabajo social y productivo.

Cabe destacar, como evidencia de modificaciones del comportamiento de los pobladores, la instalación de gobiernos locales alternantes desde hace más de nueve años. Tan sólo en el periodo 2005-2008, en los cuatro municipios existían partidos opositores (en Tenango, San Bartolo Tutotepec y Huehuetla por el PRD y en Acaxochitlán por el PAN).4

Es importante señalar que el esfuerzo realizado por las mujeres se encuentra dentro de todo un contexto adverso, viviendo en condiciones de vulnerabilidad, marginación y explotación, en pocas palabras donde sus derechos humanos no son respetados. Esto se refleja en el trabajo que realizan en calidad de maquiladoras de un producto artesanal denominado "tenangos".

En el contexto cultural de las comunidades indígenas, de preponderantes factores históricos, culturales y religiosos, el "machismo" (actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a justificar y reproducir la primacía masculina sobre la femenina) ha sido un fuerte componente en la región. La presencia del "machismo" adquiere manifestaciones brutales que van "desde el impedimento a continuar estudios para las mujeres, la negativa a que las mujeres vayan a las clínicas, la falta de oportunidades y hasta la violencia física de género".5

La presencia de organizaciones civiles autónomas en la región ha sido fundamental para organizar a las mujeres en labores productivas y de formación cívica y enfrentar la desorganización. Una de las más importantes organizaciones civiles es Visión Indígena, A.C., que trabaja en los tres municipios de la región otomí-tepehua y su sede se encuentra en el municipio San Bartolo Tutotepec, Hidalgo. La forma en que ha realizado su labor ha sido a través de varias organizaciones (Red de Mujeres, Unión Indígena Otomí-Tepehua A.C, Talleres de Desarrollo Regional Indígena y Talleres de Capacitación). Sus objetivos son justicia indígena, el combate a la pobreza, la incidencia en poderes municipales y estatales y la formación ciudadana.6

La organización Visión Indígena viene encabezando proyectos ciudadanos desde hace más de una década, principalmente de justicia indígena, en apoyo a presos en cárceles de la región, en enlace con la Comisión Nacional de Derechos Indígenas (CDI); en proyectos de coinversión social de INDESOL en distintos proyectos sobre desnutrición en las familias vulnerables (2007).7 En 2009 le fue aprobada la creación del Observatorio de Violencia Social y de Género en San Bartolo Tutotepec, ya que los indicadores de violencia regional oficialmente son bajos pero se trata de una violencia invisible que no se denuncia.

 

"Tenangos". Antecedentes históricos de la artesanía

"Los tenangos" son bordados que se realizan en la zona otomí-tepehua, principalmente en Tenango de Doria, inspirados en figuras mitológicas y fantásticas, grabados por sus antepasados en las cuevas de la comunidad de San Nicolás, municipio de Tenango de Doria; las enseñanzas del bordado se han transmitido de generación tras generación (Guerrero, 1986:221); este bordado se caracteriza por ser multicolor y forma parte de la identidad cultural de la región. El bordado se inicia con un dibujo a lápiz del motivo —animales o flores estilizadas— en la manta y luego se va cubriendo el espacio con hilo de colores, efectuando puntadas en ambos extremos de la línea que marca el hilo de color.

Originalmente sólo se hacían manteles y en la actualidad se confeccionan carpetas, cortinas, prendas de vestir e incluso cuadros decorativos para oficinas. Para realizar estos bordados las artesanas realizan un trabajo arduo que comienza desde la compra de la manta, el pintado de las figuras, la elección del color de los hilos, la combinación de los mismos y el bordado que realizan en sus ratos libres, como una forma de participar en la economía familiar y rescatar este valor cultural.

El bordado de un mantel puede durar hasta 3 meses (dependiendo el tamaño y la cantidad de dibujos) y en él se plasma la imaginación y el arte de las manos indígenas. Para elaborar la artesanía, se utiliza manta dependiendo del tamaño y forma que vaya a tener la artesanía, ya pintada, hilos de diversos colores agujas, bastidores. Las figuras bordadas en los "tenangos" son por lo general pájaros, armadillos, gallos, flores, animales fantásticos y figuras humanas, magistralmente elaborados con hilo de algodón sobre manta previamente lavada.

Las condiciones de pobreza en la región a propiciado que las mujeres busquen emplearse bordando manta. Como en el caso de la comunidad Cerro Chiquito municipio de Tenango de Doria, Hidalgo,

[...] la situación en la que viven las mujeres es de mucha marginación, esta pequeña población cuenta con 580 habitantes aproximadamente, contando a niñas y niños, la mayoría de sus habitantes viven del cultivo de maíz y frijol con ingresos de $50 y $60 pesos diarios, la necesidad más apremiante en esta comunidad así como en la mayoría de la región otomí-tepehua del Estado de Hidalgo, lo es la falta de empleo, los jóvenes emigran a las grandes ciudades para buscar empleo como ayudantes de albañil o bien con otros muchos casos con grandes esfuerzos logran reunir un pago que fluctúa entre los $15000.00 a $20000.00 que es lo que les cobran para pasarlos ilegal -mente a territorio estadounidense, actualmente se calcula que un 25% de los jóvenes ha emigrado hacia estados Unidos y tardan para regresar a su comunidad a veces hasta 10 años.8

La situación de la mujer en esta comunidad es todavía más crítica; por principio algunas familias son muy grandes hasta con 8 y 10 hijos en donde el esposo no permite ningún tipo de control natal y en donde algunos niños en edad escolar no asisten a la escuela por no estar registrados y por consiguiente no tienen los documentos necesarios para la inscripción, el 62% de la comunidad está compuesta por población femenina, la que contribuye al ingreso familiar bordando "tenangos". Sin embargo, estas artesanías son muy mal pagadas, por ejemplo: por mantel de cuatro a cinco metros el intermediario les paga entre $800 y $900 pesos y el tiempo para terminar uno de estos manteles es de aproximadamente cuatro o cinco meses dedicando un promedio de cinco horas diarias y el caso es que la mujer percibe aproximadamente $170.00 por mes por esta ardua labor y desde luego no se omite precisar que este trabajo es sumamente cansado especialmente para la vista, las mujeres prácticamente se comprometen para todo el año pues para el intermediario es muy conveniente adelantar recurso económicos o materiales porque de esta manera tienen garantizado la producción.

Se trata del mismo mecanismo de intermediarismo y coyotaje que los hombres padecen con los productos agrícolas:

[...] la extrema necesidad de las mujeres hacen que estas pidan dinero adelantado comprometiéndose a entregar los "tenangos" ya hechos y aun si las mujeres artesanas quisieran trabajar por su cuenta de todas maneras no escapan al control de los intermediarios conocidos aquí como "coyotes" ya que estos les venden las materias primas para la elaboración de los "tenangos", como son los hilos, las agujas, las mantas y al final las mujeres terminan por venderle a éstos sus productos porque carecen de medios para comercializarlos directamente ya que no existe un asociacionismo o cooperativismo que les permita acceder al mercado donde el intermediario o coyote venden las artesanías al doble o al triple y en volumen.

 

Mujeres artesanas de Huehuetla

En el municipio de Huehuetla, la elaboración de los "tenangos" se ha vuelto una forma de emplearse, ante las graves condiciones económicas. El inicio de esta tradición del bordado en el municipio de Huehuetla, el cual es característico del municipio de Tenango de Doria, surge durante una festividad en la comunidad de San Nicolás, donde mujeres de Huehuetla observaron a las de San Nicolás realizando bordados para vender, difundiendo con ello la cultura característica de la región. Son las mujeres principalmente quienes se dedican a esta actividad. Y sin saberlo con claridad, su actividad difunde este arte, salvaguarda su patrimonio cultural.

Lo anterior se debe a que los "tenangos" son portadores de lenguajes simbólicos que expresan el entorno, la vida, los mitos y ritos guardados y reproducidos a través del tiempo. Por ello el gobierno y la sociedad organizada deben buscar proteger y preservar este arte, por ser una herencia patrimonial cultural invaluable de nuestro país y de la humanidad.

Sin embargo, actualmente las mujeres bordadoras se encuentran bajo un sistema de explotación laboral, donde los intermediarios son los verdaderos ganadores, quienes han lucrado con la elaboración de los "tenangos", a manos de mujeres indígenas, y las mujeres por tratar de aportar cada vez mayores recursos económicos a sus familias, se someten a las leyes del intermediarismo.

 

Intermediarismo y venta de "tenangos"

Las mujeres bordadoras de Huehuetla no saben ponerle un precio a su trabajo, siendo precarios sus ingresos por concepto del bordado. De ahí que sean los intermediarios o "coyotes", quienes hayan encontrado diversas formas de hacerse llegar de la artesanía, y darle un valor agregado, del cual obtienen grandes ganancias.

a) Por un lado, compran los "tenangos" que mujeres de la región elaboran, a un bajo costo (donde prácticamente la mano de obra no es pagada). La transacción se realiza en la plaza pública del municipio, y ahí seleccionan el producto que van adquirir, al cual ya le establecieron un precio fijo. No pagan más por la calidad, ni permiten que las mujeres impongan precios a su trabajo. De esta manera los "tenangos" que no son seleccionados, muchas veces por no estar muy bien bordados, son descartados y conservados por las mujeres, para quienes pueden resultar dinero perdido, pues muy difícilmente serán adquiridos por alguien. Si alguien borda con buena calidad, el "coyote", les pide ciertos trabajos especiales.

b) Otra forma como operan los intermediarios es llevándoles el material (hilos y manta previamente dibujada). Así, después de cierto periodo regresa por su mercancía, para intentar venderla a un precio alto, pues el intermediario se encarga del lavado, la costura uniforme y el planchado, dándole un valor agregado y obteniendo grandes ganancias por su venta.

c) Una forma de control sobre las mujeres bordadoras se da mediante el acaparamiento de los insumos, como lo es la tela y el hilo.

Si una mujer elabora sus propios "tenangos", invierte 150 pesos en material, el cual se elabora de una semana a un mes, dependiendo del tiempo que requiera el bordado, y una vez terminado se lo compran los intermediarios en cerca de 200 pesos. Por lo que la diferencia entre lo invertido y lo ganado sería de 50 pesos. Y habrá que contemplar que el intermediario puede o no comprar el bordado. Cabe mencionar que hay "tenangos" que tardan de tres o siete meses en su elaboración.

 

Organización de mujeres artesanos de cuatro comunidades de Huehuetla

Debido a las condiciones de marginación en que se encuentra uno de los municipios más pobres del estado, la organización indígena en colaboración con la Academia Hidalguense de Educación y Derechos Humanos (Acaderh), en 2007 y 2008 impulsaron el Proyecto "Hidalgo: diagnóstico estatal de economía social e implementación de proyectos en dos regiones de pobreza", que logró el financiamiento de una organización internacional (Rostros y Voces/Oxfam), cuyo propósito fue el de la organización de mujeres para la producción y formación ciudadana.

Uno de los factores que determinó esta acción fue la experiencia y los habilidades de bordado con que cuentan las mujeres indígenas de la zona. Se realizó una selección de las mujeres a participar en el proyecto a través de la organización Visión Indígena, la que ya tenía trabajo previo en cuatro comunidades, eligiéndose a las mujeres con mayor experiencia y habilidades en el bordado, además de tener ganas de formar equipo, y lograr un crecimiento personal.

De acuerdo con lo previsto, se realizaron visitas a la zona otomí-tepehua, lugar donde se desarrolló el proyecto productivo, tendiente a la elaboración y comercialización de "tenangos" (arte popular regional).

En las diferentes intervenciones se contó con la participación de la organización Visión Indígena, A.C., ésta se encargó de formar los diferentes grupos; en la primera convocatoria acudieron decenas de mujeres e inclusive hombres para atender la "oferta de empleo"; se tuvo que hacer un proceso de integración de grupos en la cual quedaron 46 mujeres de cuatro comunidades, San Clemente, El Mango, La Cruz y El Padhi. En un primer momento se explicaron los alcances del proyecto y se discutieron las formas de organización y el papel de las mujeres en el proceso de elaboración de "tenangos".

De lo anterior sobresalió que por un lado, todas sabían bordar, sin embargo, ninguna había participado en la comercialización, ninguna sabía pintar y el material e hilo se los llevaban, por lo que desconocían donde adquirir los materiales, además de que no sabían cómo lavar las prendas y darles el cuidado respectivo. Cabe destacar que sólo cinco comentaron que sabían leer y sólo tres escribir. Por ello, las primeras acciones fueron impulsar la capacitación, para darle viabilidad y avance al proyecto.

 

Constitución del grupo

Una parte fundamental del proyecto será consolidar la organización de las mujeres en torno a la elaboración y comercialización de los "tenangos". De esta manera se ha trabajado sobre la importancia de la organización, para lo cual se inició con la representación de los grupos a través de la selección por parte de las mujeres, de una presidenta y una vocal por comunidad, quienes fungirían como enlaces y promotoras. La representación quedó de la siguiente manera:

Las mujeres han pasado de una desorganización a una organización compleja de trabajo, cooperación, reciprocidad, organización integrada y participativa, como se manifiesta en la estructura de su coordinación, donde se organizan por comunidad, por grupo y con un liderazgo definido por todas las participantes. En cada comunidad, las integrantes de grupo designaron a quien tenía mayor experiencia en el bordado y quien ejercía influencia en las demás. A la usanza comunal se nombró a las más adultas, por ello el distintivo de "doña" para algunas, lo que propició un liderazgo aceptado por acuerdo general.

En 2008 se conformó la organización Mujeres Indígenas para el Arte de Tenangos (minarte), como una organización productiva para la confección y comercialización de bordados. Han arrancado con muchos desafíos como los que enfrentaron en un inicio: de desorganización, el coyotaje, el trabajo individual. Se enfrentan a nuevos problemas como son la puesta en marcha de su plan de negocios y la colocación de sus productos, y el desconocimiento del mercado. Se tiene proyectado la comercialización directa en el mercado nacional y sus expectativas son de mejorar la organización y el trabajo para el beneficio personal y colectivo del grupo.

CONCLUSIONES

Ante procesos de globalización, de carácter desigual y excluyente, se proponen procesos que integren modelos de desarrollo incluyente y centrados en el desarrollo humano y el capital social, que implica cambiar las lógicas de crecimiento, que hasta ahora no sólo se han basado en lo económico sino también en una nueva lógica de inversión de bienestar social y justicia redistributiva, y además en el desarrollo de capacidades de las poblaciones vulnerables (en situación de pobreza y marginación). Desde luego también pasa por un cambio de régimen de transición hacia la democracia, con mayor arraigo de la institucionalidad y participación de los ciudadanos y de las organizaciones civiles.

Las regiones rurales, sobre todo donde abundan localidades menores de 5000 habitantes, han sorteado de manera diferencial los procesos de globalización, sobre todo de exclusión y de desestructuración de las identidades culturales. Pero con mayor desventaja de recursos y de acceso a bienes que son universales (tecnologías de información y comunicación), vienen enfrentando viejos y nuevos adversarios: prevalecen aún relaciones tradicionales de control político, social e ideológico.

Si bien ya se están en la búsqueda de alternativas organizativas, aún existen el intermediarismo o coyotaje, el caciquismo, la antidemocracia, el control social, y el machismo, marco realmente existente en el medio rural. Pero también es cierto que se han producido iniciativas para enfrentar tales condiciones: destacan los procesos de formación de organizaciones civiles y productivas, y de tener una mayor conciencia sobre sus recursos naturales.

El caso de la organización de mujeres (minarte) representa un esfuerzo por sacudirse obstáculos incluso de carácter estructural, así como también de enfrentar la situación de desempleo y pobreza en la región. Padece las condiciones adversas de intermediarismo, fragmentación e individualismo, y ha pasado a generar estrategias de "capital social", de organización con esquemas de confianza y apoyo mutuo, de formación de redes sociales productivas y de liderazgo colectivo y comunitario.

Estas y otras experiencias, por lo menos en México, apuntan a que las comunidades rurales puedan "adaptarse" e integrarse a procesos globales, en la medida que generen un desarrollo comunitario sustentable con la organización activa de los pobladores. También propician iniciativas que detonan el "capital social" de organización comunitaria y de productores en la defensa y apropiación de los recursos naturales; ayudan a percibir a las comunidades rurales como sujetos de su propio desarrollo, para que desencadenen sus proyectos autónomos.

 

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Notas

1 Las definiciones de CONEVAL son las siguientes: Pobreza alimentaria, incapacidad para obtener una canasta básica alimentaria, aun si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar para comprar sólo los bienes de dicha canasta; Pobreza de capacidades, insuficiencia del ingreso disponible para adquirir el valor de la canasta alimentaria y efectuar los gastos necesarios en salud y educación, aun dedicando el ingreso total de los hogares nada más a estos fines; Pobreza de patrimonio, insuficiencia del ingreso disponible para adquirir la canasta alimentaria, así como realizar los gastos necesarios en salud, vestido, vivienda, transporte y educación, aunque la totalidad del ingreso del hogar fuera utilizado exclusivamente para la adquisición de estos bienes y servicios.

2 Véanse cifras en: http://www.coneval.gob.mx/contenido/med_pobreza/3027.pdf

3 En esta sección fueron fundamentales los datos del trabajo de Alfredo Alcalá Montano (2008).

4 No obstante "la alternancia" y el voto diferenciado hacia los partidos políticos, en estos municipios permanece el personalismo, como antecedente inmediato de viejos y nuevos cacicazgos, y el clientelismo político con el que se controla al campesinado.

5 Conversación personal con Marcela González, directiva de Visión Indígena, A.C., 3 de marzo de 2010.

6 Conversación personal con Bulmaro Ruiz, presidente de Visión Indígena, A.C, 3 de marzo de 2010.

7 "Si el hambre avanza cada día, si la gente que habita en las comunidades más apartadas de nuestra región va incrementando grados de desnutrición y las autoridades no hacen nada para impedirlo, sería inhumano quedarnos con los brazos cruzados", afirmó Bulmaro Ruiz Serna, presidente de la Asociación Visión Indígena, A. C, Desde Abajo, 29 de julio de 2007.

8 Conversación personal con Bulmaro Ruiz, presidente de Visión Indígena, A.C., 3 de marzo de 2010.

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