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Nueva antropología

versión impresa ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.22 no.71 México jul./dic. 2009

 

Reseñas Bibliográficas

 

Turid Hagene, Amor y trabajo. Historias y memorias de una cooperativa y sus mujeres, Nicaragua, 1983-2000

 

J. Jesús María Serna Moreno*

 

México, Plaza y Valdés, 2008.

 

*Doctor en Estudios Latinoamericanos, Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, UNAM [sernam@servidor.unam.mx].

 

Este libro se ubica entre aquellos que han sido escritos desde una perspectiva de género. Y es justo en ese aspecto en el que encontramos las contribuciones más relevantes, entre otras también dignas de mencionarse. Así, por ejemplo, la autora señala que en la literatura de género se ha abordado muy poco el aspecto emocional de las experiencias de vida y ella, al llevar a cabo su investigación, encontró que "el amor y las experiencias emocionales relacionadas constituían una parte esencial de los temas que debería estudiar". De esta manera se produce la necesidad de desarrollar un nuevo campo de investigación, el cual correspondería a los estudios sobre el amor.

El trabajo de investigación para la elaboración de esta obra se realizó en Nicaragua durante un periodo que va de 1983 a 2000. En él se narra la experiencia de un grupo de mujeres que fundan una cooperativa y trabajan en ella hasta que dicha cooperativa desaparece, después de haber pasado por diferentes formas de existencia institucional. Al principio se constituye como una cooperativa-maquiladora patrocinada por el Estado. En la segunda etapa, durante lo que se ha conocido como política neoliberal sandinista, se convierte en una cooperativa-maquiladora patrocinada por una organización noruega de ayuda popular. Por otra parte, durante los años de la presidencia de Violeta Chamorro funcionó como empresa de exportación. Posterior a esto, y durante más de un año en que atraviesan por una situación muy crítica y en la cual no recibieron ningún tipo de apoyo exterior, la cooperativa continuó existiendo a pesar de todo, hasta que comenzaron hacer maquilado para un negociante tejano; por último, terminaron como trabajadoras a destajo en el taller del mismo tejano, pero ahora contratadas esporádicamente.

Por lo que hace al contexto en que fue elaborado el estudio, Turid Hagene nos habla de una Nicaragua donde las relaciones de género se caracterizaban por una serie de rasgos como el culto a la maternidad; la preparación de la mujer como cabeza de familia; el culto a la agresividad masculina (machismo), y la violencia generada contra mujeres, niñas y niños. Por otra parte, los mundos de vida religiosos de la población y la experiencia revolucionaria atraviesan y dan forma a estas características. Por eso, en la medida en que la poligamia está bastante extendida en Nicaragua, una de las principales contribuciones del estudio consiste en ofrecer algún entendimiento relativo a la interacción entre las relaciones poligínicas y las mujeres fuertes e independientes, un proceso en el cual la castidad femenina juega también un papel importante. De esta manera, los análisis del amor y sus implicaciones se ven enriquecidos con los relatos de las mujeres cooperativistas sobre este tipo de asuntos, y que en otras condiciones permanecen invisibles.

Dicha contribución consiste más concretamente en cuanto a que el libro ayuda a entender de qué manera la religiosidad de las mujeres nos provee de una idea acerca de cómo se encuentran entre la dependencia y la independencia: muchas de las mujeres combinan una búsqueda de patrones protectores con el ejercicio de prácticas religiosas, independientes de iglesias y sacerdotes, lo que ha sido denominado como religiosidad popular.

Por otra parte, llevar a cabo la religión popular en un contexto católico o evangélico parece ser, en cierta medida, una cuestión de negociación práctica para muchas de las mujeres o sus parientes cercanos. Turid Hagene dilucida cómo la capacidad de actuar y la dependencia clientelista coexistieron en las negociaciones de las mujeres con Dios, el Estado y sus maridos, es decir, los representantes de los tres poderes fundamentales en el patronazgo y el patriarcado. De esta manera, las prácticas religiosas resaltan como un territorio fértil para la investigación de las cosmovisiones y los mundos de vida de la gente, lo cual constituye, como habíamos dicho, una contribución importante que se hace en este trabajo.

En otro aspecto relevante, después de la pérdida de la cooperativa, Turid Hagene considera que la cancelación del negocio de exportación que habían logrado desarrollar las mujeres cooperativistas pudo haber sido consecuencia de un conflicto de las metas propias de cada una de ellas. Para argumentar esta interpretación, la autora recurre a una compleja metodología que nos acerca a la vida personal de diez trabajadoras de la fábrica de costura "La Esperanza", a quienes presenta en su vida laboral plena de dificultades y en medio de la guerra y la revolución social. Se trata tanto de una perspectiva que parte del estudio de los sujetos como de un enfoque a nivel de la sociedad, a partir de una aproximación hermenéutica muy singular. Se trata, además, de una metodología combinada de enfoques diacrónicos y sincrónicos, y para ello se vale de los relatos de vida, es decir, la historia que la propia persona narra acerca de su vida, extraída con frecuencia a partir de entrevistas.

Para ello Hagene se hace las siguientes preguntas: "¿Cómo formaron las mujeres su cooperativa y qué consideran haber logrado con esta experiencia? ¿Cuáles han sido los resultados logrados y cómo explicar los eventos ocurridos?". Para resolver estas cuestiones parte de una serie de conceptos, uno de ellos resulta fundamental y es retomado de la propuesta de Foster sobre los actos de reciprocidad, es decir, los intercambios en que se ven envueltas las mujeres en su afán de lograr llevar a buen puerto sus aspiraciones personales o de grupo. Para caracterizar este tipo de comportamientos Hagene nos habla de los actos de reciprocidad. Así, tanto el trabajo de Foster como la crítica que suscitó dicho trabajo resultan relevantes para su estudio.

De esta manera puede encontrar explicación el acto de supuesto abandono de la conservación de la cooperativa, al desaparecer la relación de patronazgo que existió en cada una de las distintas fases por las que atravesó la fábrica, según demuestra la autora con una enorme cantidad de datos. En esta lógica, si de repente no hay patrón, entonces el objeto de la reciprocidad desaparece.

Pero al colocarse en la posición de las mujeres, se descubren preguntas más urgentes que las que se hace la investigadora. Estas preguntas están relacionadas más que con la conservación de la cooperativa, con su propia manutención y la de sus familias. Esto es, encontrar y usar oportunidades para sobrevivir y mejorar sus condiciones, tener acceso a los recursos.

De la interacción con las mujeres y el desarrollo de la investigación varios tópicos se abordan en el libro: historia y memoria, identidad, patronazgo y patriarcado, prácticas religiosas, amor y arreglos de vida.

Así, los tópicos sujeto, identidad y memoria muestran su complejidad y, al mismo tiempo, su relevancia en el análisis de Hagene. De esta forma, desde la perspectiva de la investigadora podemos diferenciar la identidad en tres aspectos: autorrepresentación, autopercepción e identidad atribuida. Por su parte, la memoria es esencialmente una construcción del pasado realizada a la luz del presente. Desde esta perspectiva, la cooperativa representaba un grupo social donde la interacción constante podría nutrir ciertos recuerdos y donde eran producidas y reproducidas la memoria colectiva y la identidad. Por otra parte, la memoria es relacional y colectiva, pero a la vez individual, en el sentido de que la gente no evalúa de la misma manera el significado atribuido a la misma pertenencia.

En cuanto a las fuentes, ésta es una investigación producto del trabajo de campo etnográfico: relatos de vida, entrevistas y observación participante, además de utilizar los archivos de las agencias internacionales de ayuda a la cooperativa y el estudio de los documentos que las cooperativistas habían guardado y con la interrelación de las diferentes fuentes surgió el resultado de "historia y memoria".

Un espacio importante para la comunicación con las mujeres fue una oficina ubicada en la entrada del edificio de la cooperativa, donde se encontraban los documentos. Ahí las iba a visitar. Después de cuatro meses de charla diaria en la oficina de "La Esperanza", lo que resaltó fue la manera en que el amor era el punto central de sus conversaciones los anhelos por, las alegrías hacia, las tristezas por las pérdidas de, los planes para recuperar lo perdido.

Lo más interesante del caso fue que, sin que les hiciera tantas preguntas en torno al amor, este tema se convirtió en un tópico nodal del estudio, gracias a que las mujeres decidieron hacer uso de la privacidad poco común que la oficina les garantizaba, ya que ello iba aparejado a la decisión, por parte de la investigadora, de fluir con lo que surgiese como un planteamiento metodológico básico.

En el libro se dividen los niveles del análisis en dos partes, la primera aborda un nivel de análisis dentro de lo puramente laboral, y la segunda parte hace referencia a la vida personal de las mujeres. Es decir, una historia de la cooperativa en el nivel de la institución, mientras que el segundo nivel se centra en los sujetos, en sus mundos de vida. Esto no quiere decir que ambas esferas se presenten escindidas en la vida de las mujeres, sino que se ven por separado por simple exigencia del método escogido. Las mujeres son vistas en su totalidad como sujetos públicos y privados, que en su vida real ni dividen dichas esferas ni se comportan sólo a partir de lo que la sociedad les proporciona.

Las mujeres no son entes pasivos que reflejan únicamente lo que reciben de la sociedad que las formó, sino sujetos activos que reformulan todo aquello que reciben como grupo y como personas. En ese sentido, el concepto de sujeto al que nos acerca Turid Hagene es el de un sujeto que interpreta, negocia, (re)imagina, protesta e inventa. El sujeto no sólo ha sido formado, también da forma a la sociedad.

Todo ello modifica las visiones superficiales del cambio y la continuidad sociales. Hagene nos muestra que el mundo de vida proyecta una imagen de tensión constante entre el cambio y la estabilidad, de tal suerte que lo que comenzó como reproducción podría muy bien terminar como transformación.

Así, la práctica de la cooperativa fue interpretada por las mujeres de "La Esperanza" mediante las categorías culturales que habían adquirido a través de sus prácticas sociales y religiosas previas. Al mismo tiempo, las prácticas religiosas que parecían contribuir a la reproducción de la estructura social -es decir, a la conservación del status quo-, variaban bastante de una mujer a otra, y estas prácticas parecieron constituir una escena de constante exposición al cambio. Sin embargo, las mujeres continuaron con la relación de patronazgo y el clientelismo, inclusive después de pasar de una religión a otra.

En el estudio realizado a nivel del sujeto surge el interés por conocer las experiencias que vive, los significados que le atribuye a sus experiencias, es decir su mundo de la vida como diría Edmund Husserl. El mundo de la vida como dominio de la existencia social cotidiana y la actividad práctica junto con sus hábitos, sus crisis, sus peculiaridades biográficas y sus eventos decisivos.

Para penetrar al mundo de la vida nos tenemos que colocar en posición del sujeto, lo cual desde luego resulta imposible de hacer de forma absoluta, pero nos podemos aproximar mediante las narrativas y los diálogos del sujeto, y con los participantes en su mundo.

En este punto resulta muy iluminador un capítulo en el cual la autora presenta una descripción de las prácticas y los discursos religiosos, y en él sugiere que sus relaciones con Dios, el Santísimo, los santos y las vírgenes representan relaciones de patronazgo.

Por ello el concepto de patronazgo es también clave para este estudio. Sin embargo, la relación de las mujeres de la cooperativa con un patrón no sólo se da en la esfera de lo secular dentro del trabajo, sino también en cuanto a sus concepciones religiosas. En el caso de las mujeres de "La Esperanza" la institución del patronazgo parece estar anclada, hasta ahora, en la práctica cotidiana; de esta manera no emerge una diferencia nítida entre los patrones divinos y los terrenales.

Pero, además, tanto patronazgo como patriarcado tratan sobre relaciones sociales de desigualdad, personalizadas y recíprocas; tanto el patrón como el patriarca suministran recursos y protección a sus clientes subordinados, quienes en correspondencia se subordinan por voluntad propia y demuestran lealtad a su protector. En el caso de las mujeres cooperativistas, el tipo de patriarcado al que más se ajustan en sus relaciones es el que ha sido denominado como patriarcado afrocaribeño, mientras el llamado patriarcado clásico queda ubicado como un ideal a alcanzar en muchos de los casos. De manera más específica, en la investigación queda de manifiesto que la mayoría de las mujeres estudiadas experimentan una especie de patriarcado ausentista, en la medida en que por lo general el marido no está presente, pero el esquema patriarcal se conserva intacto. Importante en este sentido resulta el dato de que tanto hombres como mujeres consideraban "el primer principio del patriarcado" como legítimo, pero muchas de las mujeres narraron cómo desafiaron ya sea el rango de las prácticas del privilegio masculino o bien sus manifestaciones concretas.

Por otra parte, llama la atención el hecho de que una paradoja se convirtiera en un punto importante de la investigación. Es decir, que la pregunta sobre por qué cerraron la cooperativa -lo cual parecía obvio que hubiera sido así, ya que casi ninguna había podido sobrevivir por esos años- se volviera de pronto algo sumamente significativo. Esto se debió a que con los documentos de la contabilidad se comprobaba que las mujeres habían podido sobrevivir año y medio sin ayuda, y así surgía inquietante la pregunta: ¿por qué las mujeres dejaron de operar la cooperativa cuando parecía que eran perfectamente capaces de continuar? A partir de ello, Turid Hagene confiesa que fue llegando a la conclusión de que necesitaba tomar en cuenta otros factores para contestar satisfactoriamente esta pregunta. Y fue así como descubrió que necesitaba estudiar sus prácticas religiosas y los significados del patronazgo.

Para resumir, quizá valga la pena echar un vistazo a los aspectos más sobresalientes en la forma de estructurar la obra: para los capítulos del 2 al 6 se basa en documentos de los archivos de "La Esperanza", para elaborar a partir de ellos la descripción de la historia de la cooperativa y llevar a cabo el análisis a escala de la sociedad y la institución. En los capítulos 2, 3 y 4 se destaca en el análisis la política del Frente Sandinista de Liberación Nacional hacia las cooperativas de la pequeña industria. De ahí surge uno de los tópicos fundamentales: "historia y memoria". Es interesante en este punto cómo el frente era percibido como una especie de patrón por los miembros de la cooperativa. También se busca aclarar si las políticas neoliberales que provocaron el colapso de la cooperativa en 1988 influenciaron la conducta de los votantes en este sector. Por otra parte, en los capítulos 5 y 6 se busca aclarar la situación de la pequeña industria durante el periodo posterior al sandinismo y la aparición en escena de un nuevo patrón. Esta segunda parte finaliza con la pregunta que mencionábamos anteriormente: ¿por qué ellas pararon la marcha de su cooperativa?

La parte III se centra en el nivel de los sujetos, es decir, el nivel de las mujeres cooperativistas. Aquí se abordan los relatos de vida, las entrevistas y la observación participante. En el capítulo 7 se desarrolla el concepto de mundo de vida, se analizan las prácticas religiosas de las mujeres y se explora el concepto de patronazgo. Por su parte, los capítulos 8 a 12 procuran aclarar el mundo de vida de las mujeres, para lo cual se incluyen cuatro relatos de vida. En el capítulo 13 se describe cómo la dependencia emocional tendía a constituir a los hombres como patrones, surge así la paradoja del patriarca ausente. Por último, en la cuarta parte se sintetizan los mayores hallazgos de este estudio.

Al narrar la historia de un grupo de mujeres cooperativistas nicaragüenses, Amor y trabajo incluye una enorme cantidad de tópicos y temáticas relevantes, desde la perspectiva de género, en cuanto a la aproximación a la religiosidad popular, las relaciones laborales y el patronazgo, el patriarcado, el sandinismo y sus políticas en aquella primera etapa que tuvo en sus manos el gobierno, la constitución de los sujetos y la conformación de sus identidades, entre otros más. Así, el amor y el trabajo pueden mostrar mejor toda la riqueza que Turid Hagene supo encontrar en su investigación.

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