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Foro internacional

versión impresa ISSN 0185-013X

Foro int vol.63 no.4 Ciudad de México oct./dic. 2023  Epub 26-Feb-2024

https://doi.org/10.24201/fi.v63i4.3022 

Sección especial

Crimen organizado en la era global

La dinámica internacional del crimen organizado

The international dynamics of organized crime

La dynamique internationale de la criminalité organisée

1Universidad de Milán fernando.dallachiesa@unimi.it


La actual dinámica internacional del crimen organizado puede abordarse desde múltiples perspectivas. En esta ocasión, propongo las tres que considero más interesantes, para llegar finalmente a una hipótesis interpretativa más general.

Una primera perspectiva se centra en el proceso de multiplicación de las organizaciones criminales.1 Se trata de un proceso que comenzó con el colapso de la Unión Soviética y la desintegración de su bloque geopolítico, es decir, con los grandes cambios que se produjeron con extrema rapidez en una zona crucial del planeta2 y que tuvieron lugar casi en paralelo con ciertas transformaciones que afectaron a América Latina (cabe añadir que hay algunas en curso en el continente africano, significativas y de las que sabemos poco). Es una perspectiva importante por su sencillez de enunciación: las organizaciones criminales se multiplican.

Si en los años ochenta se intentaba elaborar un mapa conciso pero fiable de las organizaciones criminales en el mundo, se pensaba en la Cosa Nostra siciliana, los cárteles de Medellín y Cali, y las tríadas chinas. Éstas eran las referencias principales, básicamente suficientes, que teníamos en mente en aquel momento. Hoy, ya no es posible razonar en torno a dos o tres polos criminales: hay muchos más y algunos están muy poco estudiados. Por otra parte, si Italia ha tardado siglo y medio en llevar el estudio del fenómeno mafioso a la universidad, en países que tienen una tradición más corta desde el punto de vista de la historia nacional y, más aún, de los estudios académicos, es evidente que falta información adecuada sobre muchas de estas organizaciones criminales. Por tanto, sabemos que hay significativamente más, y sabemos, además -por ironía involuntaria de las palabras- que sabemos muy poco.

De inmediato queda claro que una perspectiva así podría generar, por sí sola, toda una difícil carrera universitaria. Piénsese -sólo pongo ejemplos- en la delincuencia georgiana,3 rusa,4 serbia, albanesa o nigeriana.5 Hablo de formas de criminalidad de gran poder que controlan partes importantes del tráfico de estupefacientes por varios continentes. Son ejemplos de un cambio de época, marcado por la rápida irrupción de nuevos grandes actores criminales en la escena mundial.

La segunda perspectiva posible ha sido explorada en la Universidad de Milán (en especial con el Dr. Thomas Aureliani y la Dra. Annaclara De Tuglie), a través de un curso titulado “Geopolítica y crimen organizado”. Es un tema actual, que refiere a la transformación de la naturaleza misma (filosóficamente: de la sustancia) de las tropas y los ejércitos mercenarios.6

Los ejércitos mercenarios flanquean cada vez con mayor frecuencia a los regulares, siendo utilizados por los Estados como instrumentos de intervención en situaciones de guerra o inseguridad del orden público, en territorios sobre los que desearían ejercer su propia jurisdicción. Desde hace algunos años, se ha hecho cada vez más evidente la transformación de estos mercenarios en sujetos que operan por cuenta de los Estados individuales, pero que lo hacen representando (casi fisiológicamente) comportamientos criminales de forma organizada. El comienzo de este proceso quedó claro para la opinión pública occidental con las guerras de los Balcanes a finales del siglo XX7 y se ha hecho aún más evidente ahora en el asunto africano y, de forma más confusa, en la cuestión del Medio Oriente. Pero también está tomando forma, de manera flagrante, en la guerra de Ucrania.

Se trata de un nuevo tema político-criminal en el que, hasta hace 25 años, ni siquiera habíamos pensado. Es cierto que las tropas mercenarias estuvieron presentes en las guerras europeas, sobre todo en el siglo XVI, pero entonces tenían un significado y una función diferentes: a menudo sustituían a los Estados, a las ciudades; además, en un contexto histórico carente de derecho internacional. Nicolás Maquiavelo advertía en El Príncipe que las tropas mercenarias eran un signo de debilidad de las ciudades; incapaces de defenderse por sí mismas, necesitaban reclutar soldados y jefes militares de países extranjeros, con lo que perdían parte de su derecho de jurisdicción.8 Pero, evidentemente, se trataba de una cuestión muy distinta de lo que ocurre hoy con las tropas mercenarias que se desplazan a África, al Medio Oriente o a Ucrania, operando por cuenta de determinados Estados -como lo reconocen los propios organismos internacionales- y cometiendo actos que pueden calificarse de crímenes de guerra. Cualquiera puede comprender la importancia del problema: no estamos hablando “sólo” de mafias, tríadas, narcos, sino de algo que nos acerca al tema de la subjetividad estatal.

La tercera perspectiva es la de la creciente relación entre el crimen organizado, en especial el narcotráfico y el terrorismo. ¿Cómo se integran entre sí estos dos fenómenos? Quizá hablar de integración en sentido estricto sea excesivo, pero se puede hablar de diálogo: ¿de qué forma se produce? ¿Qué interrelaciones existen entre los narcotraficantes en determinadas zonas -sobre todo en Medio Oriente y América Latina- y las formas de terrorismo que surgen en los mismos territorios, a veces con las mismas personas físicas participando en ambos fenómenos? Este enfoque es muy interesante, además de extremadamente delicada desde el punto de vista político.

A estas tres perspectivas, propuestas a título ilustrativo, y al fin y al cabo más “cómodas” de tratar para el estudioso de las ciencias sociales y económicas, añado aquí en forma de hipótesis una cuarta, mucho más incómoda. Trata sobre la relación que se establece entre el crimen organizado y los modelos de sociedad que se forman o se están formando en el mundo. A continuación, menciono sólo algunas ideas que pueden ser útiles para una introducción a un nuevo sistema de pensamiento sobre la delincuencia. A reserva, por supuesto, de lo que hemos dicho más arriba, ya que el marco de referencia ofrecido (las tres perspectivas) no es ciertamente neutro con respecto a lo que sigue.

Divido la explicación en etapas sucesivas. Estamos acostumbrados a ver la delincuencia -cuando no adopta formas extraordinariamente amenazadoras- como algo que actúa más o menos dentro de la sociedad, pero que opera en sus enclaves específicos. Es decir, como un sujeto no central (aunque pueda rozar niveles de peligrosidad preocupantes), orientado a actuar en los márgenes del sistema y que, por ello, los Estados no persiguen constantemente. Esto en el sentido de que casi se confía a sus líderes o referentes una jurisdicción informal sobre ciertos sectores “tradicionales” de actividad: por ejemplo, sobre el juego (sector notoriamente manejado por organizaciones criminales), la explotación de la prostitución (igualmente) o sobre ciertos sectores de la industria del entretenimiento, como las discotecas, en las que, de hecho, se ha ido constituyendo a lo largo del tiempo una especie de zona franca que va desde la explotación de la prostitución hasta la compraventa de estupefacientes, pasando por la protección privada. En resumen, se da por descontado que existen pequeñas o grandes zonas del sistema en las que las organizaciones criminales consiguen introducirse y, si son muy fuertes, adquirir una posición de monopolio e impunidad, llegando incluso a realizar actividades de extorsión en diversos grados y formas.

Por eso, cuando los estudiantes de Milán quieren hacer sus disertaciones sobre el crimen organizado en un pasado lejano, estudian una criminalidad que aún no era mafiosa, pero que se organizaba en discotecas, juegos de azar, la industria del entretenimiento y la explotación de la prostitución.9 Allí nacían los líderes carismáticos de la criminalidad, que con el tiempo cruzarían hacia, y frecuentarían, la verdadera criminalidad mafiosa. Fue un proceso de selección a través del cual -como si fuera su derecho natural- las organizaciones criminales aprendieron a expresar su capacidad para controlar determinadas esferas sociales y empresariales. A medida que se expandieron por toda Italia, las cosas cambiaron. Las zonas controladas por el crimen organizado han ido ampliándose gradualmente. Este proceso debe investigarse y comprenderse.

Hubo un tiempo en el que era inimaginable que el crimen organizado pudiera encontrar un lugar en determinados sectores empresariales, que pudiera entrar, por ejemplo, en el sistema sanitario o en la filial de una multinacional. Tampoco era imaginable que pudiera extenderse al deporte aficionado; de hecho, cuando yo era adolescente, se decía que para alejar a los chavales de la delincuencia había que hacerlos practicar algún deporte, ya que era el antídoto contra las tentaciones del “vicio”. Hoy ya no es así. Al contrario, asistimos al desarrollo de importantes fenómenos delictivos ya no sólo en los ámbitos “tradicionalmente” o “vocacionalmente” abandonados a la delincuencia, sino en el seno de la sociedad.

Ésta es la verdadera e importante noticia con la que tenemos que lidiar cuando hablamos de escenarios delictivos. Es la razón por la que, en el estudio que la Universidad de Milán está llevando a cabo sobre la relación entre la mafia y la economía en Lombardía, se busca entender con precisión y sin prejuicios cómo está cambiando la economía de la región, que es la más rica, poblada e internacional de Italia -la que generalmente da al país un sentido de dirección, incluso en política.

Lo que estamos viendo confirma algunas de las cosas que habíamos escrito en un informe sobre las regiones del norte de Italia para la presidencia de la Comisión Parlamentaria Antimafia.10 Vemos un desplazamiento de los comportamientos e intereses delictivos desde los enclaves sociales habituales hacia el corazón de la sociedad. Advertencia. No estoy diciendo que la sociedad se esté volviendo mafiosa. Porque no es así. Estoy diciendo que sectores de la sociedad que antes desconocían la presencia de la mafia, e incluso se consideraban antitéticos a ella, están siendo erosionados y conquistados por ella en varios puntos. A nivel nacional, incluso ha habido financiación a universidades, no sólo privadas, por medios criminales. Debemos darnos cuenta de la calidad del problema, porque sólo así podremos contrarrestar estas tendencias emergentes. No se trata de una historia con el futuro ya escrito. Por el contrario, es una historia que depende mucho de nosotros, de la capacidad de la sociedad civil y de las instituciones para reaccionar, para construir alternativas importantes y arraigadas, creíbles. Pero es necesario entender que esta expansión, esta penetración criminal, se produce sobre todo a través y gracias al capital sucio: es ésta la herramienta formidable y decisiva para que el crimen se extienda a zonas en las que, hasta hace pocas décadas, estaba prácticamente ausente.

Intentemos, pues, reflexionar sobre esto. Los últimos treinta años del siglo pasado han servido a las organizaciones criminales para acumular un capital que antes ni siquiera habían soñado, y esto ha producido efectos extraordinariamente importantes a muchos niveles. Hay que releer la cuestión desde un punto de vista macrohistórico. Pienso, por ejemplo, en el análisis de las Formas económicas precapitalistas de Marx, sobre cómo se produjo el capital necesario para iniciar el proceso de industrialización que duró siglos y, en última instancia, condujo a la formación del capitalismo.11 Pienso también en la centralidad de la violencia, utilizada en diversos momentos y lugares de manera azarosa, descoordinada -pues ciertamente no había un plan-, pero continua: conquistas coloniales, guerras, cruzadas, usura, piratería. Tampoco hay que dejar de lado la violencia ejercida sobre América Latina, porque la cantidad de oro que llegó a Europa con su conquista, pero sobre todo a España y Portugal, fue uno de los elementos cruciales en este proceso. Esto dio lugar a nuevos capitales de tamaño considerable, capaces de comprar la mano de obra que, mientras tanto, se “liberaba” en el campo y cerca de las ciudades, dado que en el mismo periodo los terratenientes ponían en práctica el movimiento de cercamiento de tierras, expulsando del feudo y dejando sin recursos a los campesinos que hasta entonces habían sobrevivido gracias a su relación con el campo.

En resumen -basta releer a Maurice Dobb12-, el encuentro de esta masa de mano de obra “libre” con el gran capital móvil, a menudo de origen violento, generó un hecho en todo caso progresivo para la historia de la humanidad: el nacimiento del capitalismo. Por lo tanto, creo que los últimos treinta o cuarenta años han desencadenado, principalmente a través del narcotráfico, aunque no solamente, la formación de un inmenso capital de origen ilegal que ha buscado y encontrado las condiciones contextuales ideales para poner su valor en uso, en una situación muy diferente de la de los siglos XVII o XVIII. En su mayor parte, los recursos han sido vertidos sobre las ricas economías de mercado, para aprovechar las oportunidades y la agilidad que ella ofrece. Se han invertido principalmente en las democracias más permeables y porosas, en las que es más fácil “pasar” y conquistar posiciones tanto por los grados de corrupción que las caracterizan, como por los grados de libertad que orgánicamente permiten. Sin embargo, no hay que creer que un sistema autoritario sea el mejor antídoto. El crimen organizado puede crecer tanto en los sistemas democráticos como en los autoritarios. De hecho, estos últimos no son transparentes, y para luchar eficazmente contra la delincuencia organizada, es necesaria la transparencia de la información, la libertad de denuncia y el control continuo del comportamiento de los gobernantes por parte de los ciudadanos.

¿Estamos ante un mecanismo fundador, en un contexto totalmente diferente, de un nuevo ciclo largo de la economía? Es decir, ¿está surgiendo un nuevo ciclo del capitalismo, a la espera de una definición teórica? Este capital sucio, formado en poco tiempo y a gran escala, ¿está a punto de abrirlo? Durante nuestra investigación descubrimos que algunas articulaciones de la mafia más poderosa de la Italia actual, la ‘Ndrangheta calabresa, participan menos en el tráfico de drogas que antes. Escépticos, intensificamos los intercambios de información, las peticiones de datos actualizados a magistrados, carabinieri y a las distintas fuerzas del orden. Al final llegamos a una conclusión: las grandes organizaciones criminales no salen del tráfico de drogas; sucede, sin embargo, que en las zonas más ricas y evolucionadas, aquellas que intentan conquistar económicamente “desde fuera”, reducen comparativamente su propensión al narcotráfico. O, mejor dicho, dejan a sus miembros libres para operar en el narcotráfico, pero no operan en él como organización porque pretenden -he aquí el problema- convertirse en una clase empresarial, obtener una nueva legitimidad, cambiar su imagen pública. Porque ahora, a diferencia del pasado, un político ya no hace campaña exhibiendo a un narcotraficante a su lado o en mítines públicos: el narcotraficante mafioso se ha convertido en un aliado incómodo para la reputación de quien quiere pedir votos, pero también para quien pide contratos, servicios y financiación, mientras que un empresario mafioso es, ante todo, un empresario. Lo es de otra manera, es cierto, pero, al fin y al cabo, ¿qué actividades realiza que lo hacen diferente? Erige casas, funda clínicas, construye campos deportivos, se dedica al reciclaje de residuos, produce energía eólica, se especializa en logística. En resumen, es un empresario como cualquier otro.

Sin embargo, todo esto le ha sido posible gracias a un vasto y primitivo proceso de acumulación, que ha transferido rápidamente su flujo de beneficios al ciclo económico legal. Tanto es así, que yo mismo tengo dificultades en los cursos universitarios básicos. Sé y puedo hacer una descripción precisa de la mafia y sus actividades en la segunda mitad del siglo XX pero, cuando llego al año 2000, me detengo y me pregunto: ¿qué actividades puedo enumerar? Porque desde el año 2000 -el año es, obviamente, una directriz- se trata sobre todo de lavado de dinero, una actividad que se dispersa en muchos ríos, casi siempre los mismos que los de la economía legal.13

El lavado de dinero es la actividad fundamental que, sin embargo, se desarrolla en sectores que no son en sí mismos ilegales. De hecho, el empresario mafioso puede preguntarse: “He abierto un gran complejo turístico, ¿y qué? ¿Estoy haciendo algo ilegal? A las personas que trabajan en este complejo turístico se les emplea con contratos de trabajo”. En principio, puede encontrarse por completo en regla en cuanto al cumplimiento de sus obligaciones contractuales. Si practica la evasión fiscal (lo que ocurre a menudo), ésta no puede ser ciertamente la distinción, la diferencia ontológica, puesto que también suelen practicarla, y notoriamente, los exponentes de la economía legal. Esto es lo que entendimos en aquella investigación, de lo que desde entonces hemos tenido repetidas confirmaciones. Hay, sin embargo, una dificultad teórica: mantener unidos el “descubrimiento” de que ciertas estructuras de la ‘Ndrangheta participan menos en el narcotráfico en el norte de Italia que antes y el hecho, constatado, de que la misma ‘Ndrangheta sigue siendo el sujeto más importante de Europa en el tráfico de drogas. Estas dificultades pueden superarse mediante la constatación de que una parte de este mercado ha pasado a ser prerrogativa de los clanes nigerianos, otra parte de los grupos albaneses, pero que el control superior sigue siendo probablemente atribuible a los calabreses, entre otras cosas, poseedores (a diferencia de los otros) de un notable potencial de influencia político-electoral, en especial en determinadas zonas.

Es esta lectura de conjunto la que me lleva a plantear la hipótesis radical anterior, que también podría surgir de la observación de otros países y de otras organizaciones criminales primarias: la progresiva expansión del crimen organizado ha derivado en verdaderas formas de colonización de sectores económicos y circunscripciones territoriales.14 ¿Cuáles son las técnicas de expansión?

Como presidente del Comité Antimafia de la ciudad de Milán, observo con atención las grandes inversiones que se avecinan: los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026 y las numerosas obras públicas previstas en los planes europeos de recuperación y resiliencia tras la pandemia. Es importante poner atención en estos casos, porque sabemos por experiencia que los intereses mafiosos intentarán entrar en esas obras públicas y que no lo harán a través de las licitaciones principales, sino de subcontrataciones o suministros.

Esto me lo enseñó por primera vez un grupo de funcionarios de otra gran ciudad italiana, Turín, sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2006: “No deben pensar sólo en los contratos, y quizá ni siquiera en los subcontratos. Hay que pensar sobre todo en los proveedores”. Las empresas del clan entran en las obras como proveedores, aportando sus bienes y servicios, y en un momento dado (así ocurrió en el último caso, que pude analizar durante el pasado invierno en Milán) te encuentras en una obra a una persona que no tiene título para dirigir nada, pero lo dirige todo. No es el arquitecto, no es el maestro mayor de obras, no está delegado por nadie, pero está ahí, manda a todo el mundo y todo el mundo lo obedece, reconociendo su derecho a mandar, pues es el representante del clan mafioso. Así es como se produce la inserción.

Es fundamental estudiar estos mecanismos de interpenetración en todas partes. No sólo en la construcción, sino también en la logística o en la cadena alimentaria, por poner algunos ejemplos. Situaciones en las que -ahí está el quid- siempre destaca la capacidad de la mafia para ofrecer bienes y servicios a menor costo. Paralelamente, destaca lo que podemos llamar la hospitalidad legislativa para este especial “talento” mafioso, a saber, el principio jurídico del “descuento máximo”, por muy disfrazado que esté.

He realizado un estudio con una investigadora y profesora de la Universidad de Milán, Federica Cabras, sobre una ciudad italiana, Reggio Emilia, considerada histórica y también simbólicamente incompatible con la mafia.15 Lo que hemos constatado es, contra toda convención mental, la facilidad con la que la ‘Ndrangheta ha entrado progresivamente en ella en los últimos treinta años, adquiriendo un control importante, incluso económico. ¿Cómo es posible? ¿Qué ha favorecido esta penetración? Con exactitud, este denso sistema de empleos de bajo costo -también de baja calidad o legalidad- ofrecidos a las grandes empresas (incluidas las cooperativas), especialmente durante las grandes obras públicas, como la construcción de tramos del ferrocarril de alta velocidad, o la reconstrucción de partes de ciudades y pueblos emilianos tras el terremoto de 2012. Es decir, durante un clima de emergencia que está resultando cada vez más decisivo como salvoconducto para intereses ilegales, ya que, ante emergencias sociales o fechas de grandes acontecimientos internacionales, los controles tienden automáticamente a bajar y se vuelven impopulares. Porque en esos casos, “lo importante es hacer”.

De ahí la hipótesis de una transformación gradual y parcial del sistema socioeconómico bajo la presión de los intereses mafiosos. Una transformación que afecta tanto los criterios de selección de las empresas, como los mecanismos de distribución de la riqueza y los factores generales de movilidad social, pues es evidente que, en este escenario, la movilidad social obedece a reglas distintas de las del mérito y el mercado.16 Los factores de éxito cambian cuando una parte del empresariado utiliza, directamente o delegándola, un recurso históricamente característico de las organizaciones mafiosas: la violencia. No necesariamente la violencia más dramática, que suele seguir siendo episódica, sino más sistemáticamente la amenaza, el incendio que golpea el negocio, la intimidación hacia el concejal municipal que se opone a un plan urbanístico diseñado para satisfacer los intereses de las organizaciones criminales.17 El fenómeno está tomando incluso una forma interesante para los científicos sociales, porque la riqueza y el poder pueden no depender ya del talento y el mérito (o el estatus o la educación), sino de la familiaridad con el ejercicio de la violencia. Esto es lo que puede llevar a individuos con sólo el segundo grado de primaria -incluso, como me dijo un coronel de los carabinieri refiriéndose a un caso que trató, que no saben siquiera leer y escribir- a la cima de una asociación o una empresa. Todo esto produce una sociedad inestable, que se deconstruye continuamente y se vuelve más vulnerable.

Evidentemente, se trata de reflexiones que aún es necesario explorar, pero es innegable que ahora existe este riesgo de deconstrucción. Al igual que es innegable que en las sociedades que podríamos definir como “incoherentes” (es decir, marcadas por fuertes incoherencias de estatus, por ejemplo, muy baja educación, muy alto poder), la mafia y cualquier poder criminal encuentra orgánicamente más espacio para sus ataques a los derechos humanos, civiles o medioambientales.18 El hecho es que, contrario a lo que suele pensarse en Europa, no sólo Italia tiene que hacer frente a esta situación. En este marco general cambiante, la respuesta legislativa, operativa y cultural de la sociedad civil debe ser, por necesidad, diferente de las que se practican normalmente. Hay que ser conscientes y oportunos. Todos conocemos la lentitud de las burocracias, incluidas las universitarias, pero debemos ser rápidos porque las organizaciones mafiosas lo son, debido a que actúan sin tener que comprobar códigos ni firmar documentos vinculantes. Deciden con toda rapidez las conveniencias y los modelos operativos.

Si bien es cierto que las instituciones democráticas deben responder a reglas precisas, también lo es, sin embargo, que estas reglas no deben servir para inmovilizarlas, sino para que actúen de manera eficaz en defensa del bien común. En este sentido, desde el punto de vista de las instituciones universitarias, es importante que, por ejemplo, desde 2018, las Naciones Unidas hayan señalado la necesidad de que la cooperación contra el crimen organizado no sea sólo de carácter judicial o legal, sino que adquiera también un carácter educativo-cultural,19 incluyendo, por ejemplo, el teatro.20 Es lo que han denominado la vía de Lawfulness education, es decir, de “educación para la legalidad”. Este horizonte reclama a nuestras instituciones más creatividad. Necesitamos imaginar nuevos proyectos comunes para fomentar verdaderas estrategias educativas, tanto civiles como de formación profesional.

Considerando esto, documentos como el convenio de colaboración para realizar investigación académica sobre el crimen organizado firmado por El Colegio de México y la Universidad de Milán, junto con muchas otras instituciones universitarias, deben ser sencillos, sin costos financieros ni obstáculos burocráticos, porque se trata de un esfuerzo consciente por hacer algo juntos en una transición histórica como la descrita. También sería importante considerar la contribución que el mundo católico puede hacer en el tema de la pobreza educativa y el compromiso que asume con ella, tanto en Italia como en México, a partir de la participación de organizaciones como la Academia Mariana Internationalis del Vaticano. Es necesario que el mayor número posible de actores, conscientes de su función, entren en este horizonte de compromiso. Estoy sinceramente convencido de que ello responde de forma responsable a las urgencias que nos plantea la dinámica criminal a la que antes me he referido.

Referencias

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1Véase Nando dalla Chiesa, “Gli scenari internazionali della criminalità organizzata. Lineamenti teorici e di ricerca”, en Nando dalla Chiesa (ed.), Mafia globale. Le organizzazioni criminali nel mondo, Milán, Laurana, 2017.

2 Lorenzo Tosato, “La criminalità nell’Europa orientale, balcanica ed ex sovietica dopo la guerra fredda. Un’analisi geopolitica”, tesis de máster, Universidad de Milán, 2022.

3 Ombretta Ingrascì, La criminalità mafiosa russa, ucraina e georgiana, en Stefano Becucci, Francesco Carchedi (eds.), Mafie straniere in Italia. Come operano, come si contrastano, Milán, Franco Angeli, 2016, pp. 109-125.

4Original y de gran interés es el reciente Federico Varese, La mafia russa in quattro criminali, Turín, Einaudi, 2022.

5Para la evolución de la delincuencia nigeriana en Italia me remito a la contribución más reciente de Federica Cabras, “Riti religiosi e pratiche di sfruttamento. Il caso del sistema criminale nigeriano in Italia”, tesis doctoral, Universidad de Milán, 2022.

6Un interesante análisis en este sentido ha sido iniciado por Andrea Gallo, “I mercenari del terzo millennio tra vuoti legislativi e scenari geopolitici”, tesis de licenciatura, Universidad de Milán, 2022.

7Para una reseña histórica: Alessandro Marzo Magno, La guerra dei dieci anni, Jugoslavia 1991-2001, Milán, Il Saggiatore, 2015; para una biografía del comandante más notorio de las tropas mercenarias utilizadas por Serbia, véase Christopher Stewart, Arkan. La tigre dei Balcani, Padua, Alet Edizioni, 2009.

8 Niccolò Machiavelli, Il Principe, Turín, Einaudi, 1972, XIL, pp. 58 y ss.

9 Lorenzo Teatini, “Gangsterismo urbano e criminalità organizzata nella stampa e nella narrativa. Milano dal dopoguerra agli anni ottanta”, tesis de máster, Universidad de Milán, 2010.

10 cross, Observatorio de la Delincuencia Organizada de la Universidad de Milán, Secondo rapporto sulle aree settentrionali per la presidenza della commissione parlamentare di inchiesta sul fenomeno mafioso, Roma, Cámara de Diputados, Senado de la República, 015; cross, Observatorio de la Delincuencia Organizada de la Universidad de Milán, Terzo rapporto sulle aree settentrionali per la presidenza della commissione parlamentare di inchiesta sul fenomeno mafioso, Roma, Cámara de Diputados, Senado de la República, 2016.

11 Karl Marx, Forme economiche precapitalistiche, Roma, Editori Riuniti, 1972.

12 Maurice Dobb, Problemi di storia del capitalismo, Roma, Editori Riuniti, 1958 (ed. orig. 1946).

13Véanse, sobre este tema, las conclusiones de la Comisión parlamentaria italiana de investigación sobre las mafias y otras asociaciones delictivas, incluidas las extranjeras (presidenta hon. Rosy Bindi), Informe final, XVII Legislatura, Cámara de Diputados, Senado de la República, Roma, 2018. La Universidad de Milán (en particular, con el autor, los investigadores Federica Cabras, Ilaria Meli y Roberto Nicolini) colaboró en este Informe, en especial en lo que se refiere a las regiones del norte.

14 Nando dalla Chiesa y Passaggio a Nord. La colonizzazione mafiosa, Turín, Edizioni Gruppo Abele, 2016.

15 Nando dalla Chiesa y Federica Cabras, Rosso Mafia. La ‘Ndrangheta a Reggio Emilia, Milán, Bompiani, 2019; pero también sobre una zona más amplia del norte de Italia, Patrizio Lodetti, Martina Panzarasa, “L’uso del ‘capitale mafioso’ in Emilia e Lombardia orientale. Dalle contiguità culturali agli effetti dell’impresa mafiosa”, en Rivista di Studi e Ricerche sulla Criminalità Organizzata, vol. VI, núm. 3 (2020), pp. 51-105.

16 Neil J. Smelser, Manuale di sociologia, Bolonia, il Mulino, 1984 (ed. orig. 1981), cap. IX; Anthony Giddens, Sociologia, Bolonia, il Mulino, 1991 (ed. orig. 1989), cap. VII; Alessandro Cavalli, Incontro con la sociologia, Bolonia, il Mulino, cap. VIII.

17Véase al respecto Nando dalla Chiesa, L’impresa mafiosa. Tra capitalismo violento e controllo sociale, Milán, Cavallotti University Press, 2012.

18Un ejemplo esclarecedor puede ser la inmensa crisis humanitaria en el propio México. Nos referimos aquí a Thomas Aureliani, Vivi li rivogliamo. La mobilitazione dei familiari del desaparecidos in Messico, Milán, Meltemi, 2022.

19 Naciones Unidas, Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Programa mundial de la Declaración de Doha: promover una cultura de la legalidad, Viena, 2018.

20 Ilaria Meli y Maria Cristina Montefusco, Il teatro come strumento di promozione della cultura della legalità. L’esperienza delle Nazioni Unite in 3 casi esemplari, Rivista di Studi e Ricerche sulla Criminalità Organizzata, vol. VI, núm. 2 (2020), pp. 70-101.

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