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Foro internacional

versión impresa ISSN 0185-013X

Foro int vol.61 no.4 Ciudad de México oct./dic. 2021  Epub 16-Dic-2021

 

Reseñas

Empire of Democracy: The Remaking of the West Since the Cold War

Roberto Hernández Rodríguez1 

1El Colegio de México roberto.hernandez@colmex.mx

Reid-Henry, Simon. Empire of Democracy: The Remaking of the West Since the Cold War. Nueva York: Simon & Schuster, 2019. 880p.


Qué es la democracia sino el concepto más ambiguo y usado ad nauseam de la historia política. La democracia puede significar cosas distintas en diferentes periodos históricos, o al menos eso trata de explicar Simon Reid-Henry a través de más de 750 páginas que, en conjunto, reúnen amplitud e imprecisión. El autor de Empire of Democracy intenta hallarle forma al concepto. Como la democracia no se fundamenta en valores inamovibles, todo o nada puede ser democracia. A través de la narración histórica, Reid-Henry analiza las transformaciones del orden democrático occidental durante el último medio siglo. De Trump a Åkeson, desde Washington hasta Estocolmo: ¿por qué la democracia liberal permanece en crisis en la mayor parte de Occidente? El autor dice que el orden democrático occidental no se ha caracterizado por ser invariable. Reid-Henry define democracia como “el sistema político sustentado en su habilidad para servir como forma de coerción legítima, a través de la asignación colectiva de recursos políticos y materiales; y no sólo por los gobiernos como agentes distributivos, sino en conjunto con los mercados y las instituciones sociales”. El autor atribuye a la democracia liberal la función de reconciliar el pluralismo político con las diversas demandas sociales.1

La legitimidad del modelo democrático coercitivo recae en la representación popular. En toda democracia liberal, el poder debe permanecer sujeto a lo dictado por el conjunto social en las elecciones, por tanto, la ciudadanía decide quiénes serán sus representantes en el gobierno nacional. Para Reid-Henry, los mecanismos de representación popular siguen sustentando la legitimidad de cualquier gobierno en Occidente. No cambiaron las formas, pero sí los fines de la democracia liberal. El autor dice que en la década de 1970 inició la bifurcación del modelo democrático occidental y el cambio de paradigma en su propósito último. ¿Por qué los años setenta? Los movimientos sociales de 1968; el desmantelamiento de los acuerdos de Bretton-Woods y del sistema económico internacional; el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos; la crisis del petróleo de 1973; la derrota estadounidense en Vietnam y el escándalo de Watergate son todos ejemplos de la inestabilidad generalizada que amenazaba con ocasionar el colapso del orden político de la posguerra y, por tanto, de la democracia liberal. Según ReidHenry, en la década de 1970 inició la ‘revolución silenciosa’ que transformaría de manera progresiva los valores y los propósitos de la democracia. Los efectos sociales de las varias reformas políticas y económicas, implementadas desde hace cinco décadas en Occidente, son la causa de la crisis que actualmente experimenta el modelo democrático.2

En Empire of Democracy, el autor analiza la toma de decisiones de las elites políticas en Occidente a lo largo de medio siglo, el cambio en las relaciones transatlánticas entre los Estados Unidos y Europa, y la transformación del orden político-económico de la posguerra. Reid-Henry también estudia los valores, las identidades y los intereses de los agentes individuales que participaron en la reconfiguración de la democracia liberal. ¿Qué es Occidente? El autor delimita su investigación a un área geográfica bastante incierta y sin clara coherencia histórica. Cuando Reid-Henry se refiere a ‘Occidente’ con mayúsculas, no sólo habla de Estados Unidos y de Europa occidental, sino de lo que denominaré como la ‘periferia anglosajona’ (Canadá, Australia, Nueva Zelanda), incluye también a la Europa del Este postsoviética y la Europa meridional como regiones protooccidentales. En el libro hizo falta que el autor demarcara con claridad el área geográfica de estudio. Otra limitación de Empire of Democracy fue ligar la democracia liberal como elemento inherente de Occidente, porque se descartan las experiencias políticas no liberales como meros experimentos circunstanciales o desechos de la actual crisis democrática. ¿Es la democracia ‘no liberal’ sólo un rechazo explícito al liberalismo, o se trata de la asimilación de valores propiamente democráticos con las tendencias de socialización excluyente que propiciaron las mismas reformas ‘neoliberales’ al orden político de la posguerra? El autor se limita a describir dos modelos de democracia liberal y la relación histórica entre ambos.3 Por la propia longitud de Empire of Democracy, el autor reconoce la complejidad de analizar la democracia sólo en ‘Occidente’. Sin embargo, Reid-Henry no justifica en ningún momento su demarcación geográfica tan limitada y conservadora, en donde deja de lado otras experiencias democráticas de igual importancia en América Latina. Por ejemplo, el Pacto de Puntofijo en Venezuela o la consolidación de la democracia en Costa Rica.

Los dos modelos de democracia liberal se distinguen por su finalidad, según Reid-Henry. El orden democrático de la posguerra (1945-1970) se caracterizó por el pacto consensual entre industriales, la clase obrera y la élite política. En las naciones de Europa occidental, la política quedó controlada por el acuerdo implícito entre los partidos de la Democracia Cristiana y la Socialdemocracia. En Estados Unidos, entre los demócratas y los republicanos. La mayoría de las fuerzas políticas buscaban el apoyo de las clases populares y, a cambio, se prometía el desarrollo del Estado de bienestar y la continuación del modelo económico keynesiano, fundamentado en el aumento de la productividad y en la expansión de la actividad industrial. El incremento generalizado de los salarios reales y, por tanto, de la calidad de vida y de la capacidad de consumo durante tres décadas seguidas, permitió asegurar la estabilidad del orden político.4

Sólo cuando el modelo democrático comenzó a resquebrajarse durante la década de 1970, los elementos más contradictorios y autoritarios del sistema quedaron expuestos a la opinión pública. En el punto álgido de la crisis se planteó el viraje en los propósitos de la democracia liberal. Así, el orden democrático vigente desde los años setenta se caracterizó por priorizar la liberalización económica y el libre flujo del capital internacional sin importar las consecuencias sociales. No sólo se desmanteló al sector industrial, sino la promesa del pleno empleo. Con las reformas económicas de carácter neoliberal y el cambio de paradigma derivado del desarrollo del Estado minimalista, basado en la subcontratación de las responsabilidades públicas, los ciudadanos quedaron desprotegidos del apoyo que anteriormente aseguraban los gobiernos de Occidente. El pacto entre las masas y los partidos políticos tradicionales se desgastó gradualmente, al mismo tiempo que se produjo la pauperización en las condiciones de vida de la clase obrera. El modelo democrático vigente se concentró en defender los intereses del capitalismo rentista y de su nueva elite económica transnacional. En resumen, el orden político que impera en la actualidad en Occidente dejó de resolver las demandas de sus ciudadanos y se alejó de ellos, para concentrarse en las necesidades del sistema financiero internacional. Cuando las elites políticas dejaron de preocuparse por las demandas colectivas, el modelo democrático perdió su propósito original de aminorar las contradicciones del modelo capitalista. Por ello, y por otras razones que da el autor, como la interminable guerra contra el terrorismo y las crisis migratorias de la última década, las sociedades en Occidente dejaron de confiar en los representantes de la democracia liberal.5

En cuanto a los elementos débiles o faltantes, hay veces en que el autor prioriza la parte descriptiva, lo que alarga innecesariamente el relato en vez de analizar los sucesos históricos de manera concisa. Reid-Henry le da mucha importancia a la toma de decisiones de los actores individuales en la implementación de la política exterior y en la formalización de las relaciones transatlánticas. El gran relato del autor queda incompleto a falta de analizar los cambios históricos en Occidente desde las teorías sistémicas de las relaciones internacionales. Por ejemplo, dice que el desmantelamiento de la Unión Soviética se debió en gran parte a la incapacidad de Gorbachov de implementar su programa reformista. Para Reid-Henry, Gorbachov abrió la caja de pandora al flexibilizar los modos autoritarios de la era Brézhnev. Sin embargo, según Merril y Paterson, el declive relativo de la Unión Soviética en el sistema internacional comenzó décadas antes de que Gorbachov llegara al poder. El estancamiento económico durante la era Brézhnev y el aumento en el gasto militar debilitaron la capacidad de acción de la Unión Soviética y, aunque el colapso no era evidente, el modelo económico socialista comenzó a resquebrajarse por su ineficiencia y baja productividad.6 El autor no consideró el debilitamiento de la estructura económica como causa del debilitamiento de la Unión Soviética y del desajuste en su posición relativa de poder en el sistema internacional.

También, Reid-Henry cometió el error de generalizar las transiciones democráticas en Europa meridional y Europa del Este como meros fenómenos subsumidos a la lógica liberal de Occidente. El autor analiza de manera superficial ambas regiones y se olvida de las relaciones transnacionales que se desarrollaron entre Europa meridional y Europa del Este, sin injerencia evidente de Europa occidental. Según Christiaens, Mark y Faraldo, aunque los procesos de transición no pueden considerarse idénticos, ambas periferias coincidieron en un entendimiento mutuo que se fue desarrollando desde la década de 1970, relaciones completamente ajenas a las pretensiones democratizadoras de Occidente y a la supuesta ‘europeización’ de las partes Sur y Este del viejo continente como proyecto de orden político liberal.7

En cuanto a los elementos positivos de Empire of Democracy, el autor ofrece argumentos de amplio alcance histórico y logra uniformar las distintas experiencias de varias naciones. El formato en narrativa histórica, los elementos biográficos y las curiosidades de los actores históricos evitan el tedio en un libro de gran longitud, lo que cualquier lector sensato agradece. Además, la investigación a profundidad de Reid-Henry cuenta con referencias bibliográficas de diversas disciplinas de las ciencias sociales, por si se quiere ahondar en algún tema específico del libro. En general, Empire of Democracy sirve como introducción histórica para comprender los cambios sociales, económicos y políticos más trascendentales de Occidente durante las últimas cinco décadas.

Referencias

Christiaens, Kim, Mark James y José M. Faraldo, “Entangled Transitions: Eastern and Southern European Convergence or Alternative Europes? 1960s-2000s”, Contemporary European History 26, núm. 4, 2017, pp. 577-599. [ Links ]

Merrill, Dennis y Thomas G. Paterson, “The Cold War Ends and the Post-Cold War begins”, en Major Problems in American Foreign Relations, pp. 551-591, Boston, Houghton Mifflin Company, 2005. [ Links ]

Reid-Henry, Simon, Empire of Democracy: The Remaking of the West Since the Cold War, Nueva York, Simon & Schuster, 2019. [ Links ]

Tocqueville, Alexis de, Democracy in America (trad. de Henry Reeve), State College, Pennsylvania State University, 2002. [ Links ]

1Me parece inadecuado que el autor presente su definición propia de democracia en el epílogo del libro: Simon Reid-Henry, Empire of Democracy, Nueva York, Simon & Schuster, 2019, pp. 742-743.

2Ibid., pp. 1-24.

3Ibid, pp. 25-57.

4Ibid., pp. 58-92.

5Ibid., pp. 273-355 y pp. 503-591.

6 Dennis Merrill y Thomas G. Paterson, “The Cold War Ends ant the Post-Cold War begins”, en Major Problems in American Foreign Relations, Boston, Houghton Mifflin Company, 2005, pp. 551-591.

7 Kim Christiaens, Mark James y José M. Faraldo, “Entangled Transitions: Eastern and Southern European Convergence or Alternative Europes? 1960s-2000s”, Contemporary European History 26, núm. 4 (2017), pp. 577-599.

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