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Foro internacional

versión impresa ISSN 0185-013X

Foro int vol.58 no.3 Ciudad de México jul./sep. 2018

 

Reseñas

Nader Hashemi & Danny Postel (eds.), Sectarianization. Mapping the New Politics of the Middle East, Oxford, University Press

Omar Hiram Quiroz Morales1 

1El Colegio de México omarh.quirozm@gmail.com

Hashemi, Nader; Postel, Danny. Sectarianization. Mapping the New Politics of the Middle East. Oxford: University Press, 2017. 384p.


Las ciencias, especialmente las sociales, se caracterizan por un constante dinamismo. Las teorías y paradigmas utilizados cambian frecuentemente según emergen nuevos fenómenos. Las sociedades del mundo no son estáticas y sus condiciones varían según las circunstancias. En el caso del Medio Oriente, diversos estudios y publicaciones buscan explicar la realidad de la región. Sin embargo, como señalan Nader Hashemi y Danny Postel , las teorías, paradigmas y conceptos son obsoletos y han sido rebasados por los múltiples factores de la dinámica actual. Los estudiosos de esta región reconocerán el valor de este material, que pretende romper con tales explicaciones tradicionales y generales. Hashemi y Postel proponen abandonar la discusión del “sectarismo”,1 proporcionando una interpretación alternativa capaz de explicar por qué distintos conflictos pasaron de ser movimientos/levantamientos no sectarios y no violentos a batallas sectarias y guerras civiles.

¿Por qué se han intensificado dramáticamente los conflictos entre grupos sectarios musulmanes en los últimos años? ¿Qué elementos pueden identificarse para explicar el resurgimiento de los conflictos sectarios en múltiples sociedades musulmanas? La respuesta a tales interrogantes, al parecer de los editores, se encuentra en la tesis de la sectarización,2 entendida (p. 4) como “un proceso conformado por actores políticos que operan en contextos específicos, persiguiendo objetivos políticos que involucran la movilización popular en torno a indicadores de identidad particulares (religiosos)”.

El libro se divide en dos secciones y cuenta con catorce artículos. La primera sección, con cuatro artículos, trata de la sectarización desde una perspectiva histórica, geopolítica y teórica. El artículo de Ussama Makdisi versa sobre el problema del sectarismo ante la inminente hegemonía occidental. Para el autor el siglo xix, fue decisivo para el desarrollo de futuras conflagraciones; dos son las razones expuestas: 1) La desaparición del sistema imperial otomano -en que convivieron múltiples religiones, etnias y grupos lingüísticos- permitió la aparición de nuevos imaginarios políticos, horizontes y vocabularios; 2) El problema del sectarismo debe pensarse como una expresión de un siglo xix más global que introdujo nuevas nociones políticas, como el nacionalismo, la ciudadanía y la igualdad política, sin importar la afiliación religiosa. De acuerdo con Makdisi, antes de las guerras mundiales, Europa intervino en la política otomana, derivando en la desestabilización y desaparición del régimen; posterior a ambas guerras, Estados Unidos juega un rol fundamental en la política de la región, al asegurar sus intereses político-económicos. El autor subraya la creencia europea y estadounidense (occidental) de que todo tipo de reformas en el Medio Oriente necesitan de su constante supervisión. De esa manera, deja clara la dialéctica entre las historias sectarias de la región y la intervención occidental en las relaciones sociales de la región.

En el artículo de Bassel F. Sallouk, se presenta un interesante mapeo de toda la región y del proceso de sectarización, así como su compleja interacción con la dinámica geopolítica del Medio Oriente. Para Sallouk, el sectarismo se basa, más que en la antigua división religiosa, en el desarrollo de estrategias para defender los sistemas autoritarios contra determinados rivales locales, suscitando batallas geopolíticas. En su artículo, señala a Arabia Saudita y a Irán como los mejores ejemplos de tal sectarismo, pues en ambos casos se han creado identidades, discursos y símbolos sectarios para neutralizar las amenazas domésticas y externas al régimen. Sallouk observa un incremento de estos conflictos geopolíticos en la actualidad, principalmente después de los movimientos árabes. Finalmente, este autor considera que las revoluciones árabes marcan un antes y un después en la geopolítica de la sectarización. En su análisis, también resalta la intervención de potencias extranjeras, capaces de incrementar la división y el conflicto. Dos son los grandes momentos que ejemplifica: la invasión de 1990-1991 a Kuwait y la invasión a Irak en 2003, después de los ataques terroristas del 11-S.

En “The Arab Region at a Tipping Point”, Yezid Sayigh plantea una interrogante interesante. ¿La actual exaltación del sectarismo en la región se relaciona con las fronteras trazadas por el acuerdo imperial Sykes-Picot hace ya más de un siglo? El autor concluye que la verdadera amenaza no viene de donde se localizan las fronteras, sino de lo que sucede dentro de ellas. Sayigh toma en cuenta tres variables: la represión política, el estancamiento o poco crecimiento económico y el bajo desarrollo humano. Este artículo obligará al lector a no ignorar las realidades socioeconómicas. Todo lo cual, de ninguna manera, resta importancia a la cuestión de las fronteras. Como señala Sayigh, las fronteras trazadas por el Sykes-Picot se están erosionando, haciéndose insostenibles y necesitan ser rediseñadas para evitar conflictos entre los grupos sectarios; con esta propuesta se busca eliminar toda injusticia histórica contra las etnias de la región y mejorar la estabilidad de la misma.

Para concluir la primera sección, Adam Gaiser ofrece un marco teórico en que se propone separar el estudio del sectarismo islámico de la identidad religiosa, como un aspecto inherente, permitiendo identificar las sectas en un proceso dinámico en el que se adoptan, mantienen y manipulan determinadas narrativas e identidades en contextos específicos. El proceso de identificación varía, cambia, se desarrolla y desaparece con el tiempo; algunos actores sectarios pueden decidir dejar de participar, por distintas razones, en sus narrativas sectarias. De esa manera, considera que la narrativa de la identidad puede arrojar nuevos hallazgos sobre los procesos de sectarización y des-sectarización (comprendida como el cese o desaparición de un conflicto sectario).

En general, las contribuciones de esta primera sección son de particular interés, pues se vinculan y aprovechan los postulados de la Geopolítica, la Historia y las Ciencias Sociales para dar cabida al nuevo concepto. De otro lado, los artículos tienen un balance excepcional, resaltando el vínculo entre los acontecimientos internos y la dinámica internacional. Además, incluyen elementos que enriquecen el estudio, como la consideración socioeconómica de los ciudadanos.

La segunda sección del libro contiene análisis de caso para comprender cómo funciona la sectarización. En el primer artículo de esta sección, Vali Nasr analiza casi veinte años de sectarismo en Pakistán (1979-1998). La primera parte de su artículo ofrece una importante discusión teórica sobre el sectarismo y sus elementos base, llevándolo a la práctica, al analizar el desarrollo de dicho fenómeno en Pakistán, durante la década de los ochenta. Podría considerarse un artículo de gran relevancia, porque sienta las bases del estudio del sectarismo y la sectarización incluso antes de que se acuñaran dichos términos. El autor concluye que la movilización de diferentes identidades sectarias en Pakistán ha producido fallas importantes en la política de ese país, generando ramificaciones en las leyes, la cohesión social, la autoridad del gobierno y la consolidación democrática.

El siguiente artículo, de Fanar Haddad, estudia las relaciones sectarias en Irak antes y después de 2003. Al igual que su predecesor, sienta bases teóricas para comprender el proceso y después aborda de lleno el caso de estudio, analizando detenidamente la compleja relación entre chiítas y sunitas en Irak, anterior y posterior a la invasión estadounidense del 2003. El autor comprende que las complejas relaciones sectarias de este país guardan relación con el establecimiento del Estado-nación moderno, así como la instauración de categorías occidentales y su adaptación al contexto iraquí, como la nación, la identidad nacional y la legitimidad estatal. El autor concluye, al señalar que si se desean comprender de manera coherente las relaciones sectarias posteriores a 2003, entonces deberán conocerse a fondo las bases y desarrollo de las relaciones sectarias antes de tal fecha, pues guardan una relación estrecha y no pueden ignorarse ni considerarse procesos separados e independientes. A mi parecer, uno de los elementos más relevantes de este artículo son los tres factores que aumentaron y consolidaron las divisiones sectarias iraquíes después de 2003: lidiar con un proceso de reconstrucción nacional, generando distintos grados de centralismo entre las élites y las masas; la forma en que se realizó el cambio de régimen provocó mayores divisiones sectarias y políticas; el fracaso de la ocupación y de los siguientes gobiernos iraquíes provocaron una guerra civil caracterizada por el incremento de divisiones sectarias.

A la mitad del libro, Paulo Gabriel Hilu Pinto ofrece un interesante y esclarecedor análisis sobre Siria y sobre un proceso de sectarización muy diferente al de los estados predecesores. Hilu ilustra cómo Al Assasd y su régimen político utilizaron la represión para avivar las tensiones sectarias.3 Con todo, hubo líderes religiosos capaces de afianzar e incrementar la sectarización desde abajo, aprovechando la represión gubernamental. Entonces, Hilu llega a una conclusión contundente: el sectarismo en Siria se produce de arriba hacia abajo (generado por el Estado), de abajo hacia arriba (generado por fuerzas sociales, principalmente líderes religiosos), de afuera hacia adentro (determinado por las fuerzas externas y regionales) y de adentro hacia afuera (haciendo referencia a la externalización del conflicto a países vecinos). Para el autor, hay posibilidades de reinventar la coexistencia entre los diversos grupos religiosos dentro del cuerpo social y político, si acaso Siria sobrevive al conflicto como un Estado-nación. Sin embargo, esto lo considero un proceso bastante difícil de alcanzar, que dependerá de los sirios y su capacidad para ver más allá de la violencia sectaria y de la trágica historia de diferencias religiosas.

Posteriormente, Madawi Al-Rasheed señala cómo Arabia Saudita alimenta el sectarismo, aprovechando de su papel regional y su cercana relación con los países occidentales. El autor, sin embargo, profundiza más allá, al presentar la política sectaria al interior del reino. Al-Rasheed asegura que, después de los levantamientos en Túnez y Egipto, el régimen saudí aprovechó el sectarismo para exaltar las diferencias religiosas, impidiendo todo tipo de medidas revolucionarias y políticas nacionales no sectarias. El autor señala cómo la estrategia del reino consistió en desviar la atención de las revueltas en la región, creando brechas entre la población sunita y la población chiíta para impedir que crearan plataformas conjuntas de movilización política. Éste es uno de los artículos más interesantes, pues concluye que el sectarismo no es una disposición ni eterna ni primordial, ya que lo realmente importante es comprender la instrumentalización de las diferencias religiosas, la diversidad y el pluralismo en las luchas políticas entre los regímenes (dictatoriales, en la mayoría de los casos) y sus ciudadanos/electores.

El papel de Irán en la sectarización de la política del Medio Oriente ha sido objeto de un análisis considerable, así como de un intenso debate en el escenario mundial. El capítulo del historiador Eskandar Sadeghi-Boroujerdi es, a mi parecer, uno de los escritos más finos del libro, con un equilibrio excepcional entre la teoría, la presentación de datos y el análisis de las situaciones sociales. En él, se muestra cómo Irán contribuye constantemente, utilizando distintas estrategias, a la sectarización de países vecinos como Irak y Siria. Además, se argumenta lo anterior como una estrategia de Seguridad Nacional Iraní ante las inminentes amenazas de sus vecinos y de potencias externas como Estados Unidos y Francia.

La contribución titulada “Sectarianization, Islamist Republicanism, and International Misrecognition in Yemen” proporciona una mirada crítica al tortuoso proceso de sectarización yemení. La autora comienza señalando que no “había nada inevitable sobre la dimensión sectaria del conflicto que actualmente destruye al país” (p. 4). Estudiar, analizar y contemplar Yemen después de más de un año de guerra civil puede ser un ejercicio bastante difícil. La destrucción causada en infraestructura y en el tejido social será uno de los más grandes desafíos del país, sus instituciones, gobernantes y ciudadanos. La autora asegura que las instituciones internacionales y las potencias extranjeras, como en otros casos, jugaron un papel importante durante y después del levantamiento en 2011. No obstante lo cual, el desconocimiento de la dinámica interna por parte de estas fuerzas extranjeras solamente produjo e incrementó el sectarismo en el conflicto que ahora intentan resolver. Hoy, las potencias occidentales deberán lidiar con un Yemen polarizado por las múltiples líneas sectarias.

Para Toby Matthiesen, los levantamientos y protestas en Bahréin no comenzaron como movimientos sectarios. Los miembros de la mayoría chiíta y de la minoría sunita participaron en manifestaciones pacíficas para exigir derechos democráticos. Si los movimientos eran pacíficos, ¿cómo se llegó a enfrentamientos sectarios violentos? De acuerdo con Matthiensen, la familia gobernante de Bahréin formó movimientos islámicos suníes para contrarrestar los movimientos islámicos chiítas después de la revolución iraní de 1979. Desde entonces, la estrategia de Bahréin fue asegurar por medio de la sectarización a fin de reprimir las protestas de 2011, es decir que el régimen siguió una estrategia deliberada y de largo plazo para socavar toda posibilidad de una coalición amplia y bien estructurada que exija cambios democráticos.

Ahora bien, Bassel F. Sallokuh escribe sobre el sistema político sectario del Líbano y cómo llegó a un callejón sin salida con dos crisis internas. La primera crisis es intrasistémica y se manifiesta en el fracaso de la élite sectaria dominante para organizar el poder político en el país. En el centro de dicha crisis se encuentran la mayoría de los cristianos y su élite política que se siente subrepresentada política y socioeconómicamente, lo cual la ha llevado a solicitar mayor autonomía en sus procesos locales y a expresar demandas para redefinir el equilibrio del poder sectario. La segunda crisis es antisectaria y proviene de la demanda pacífica de distintos grupos de la sociedad civil y activistas para revisar el equilibrio de poder sectario y redefinir el rumbo político, económico y social del país. El autor sugiere también un “replanteamiento imaginativo” de esos arreglos dado el callejón sin salida al que han llegado.

En “Sectarianism, Authoritarianism, and Opposition in Kuwait”, Madeleine Wells observa una “relativamente optimista” historia de las relaciones sectarias en ese país. Si las relaciones entre el régimen y los chiítas han sufrido un fuerte deterioro desde 2003, se debe al creciente autoritarismo del régimen, lo cual rompe el equilibrio estratégico con las fuerzas opositoras internas. De ello, fue ejemplo la materialización de una vociferante oposición tribal-islamista-juvenil durante la Primavera Árabe, con demandas reformistas y democráticas. Además, Wells considera las amenazas internacionales de Irán como decisivas en el proceso, obligando al régimen a convertirse en uno más autoritario para poder enfrentar las amenazas.

Finalmente, Timothy D. Sisk explora la posibilidad de revertir el proceso de sectarización en el Medio Oriente. Cabe recalcar que Sisk no es un experto en la región, pero sí un especialista en estudios comparados y en violencia étnica y religiosa, así como en construcción de la paz y reconstrucción después de una guerra o intervención. La comparación, para este caso, se basa en Irlanda del Norte y en Bosnia, pues considera que pueden ofrecer lecciones valiosas para el Medio Oriente. ¿Cómo se reconstruyeron esas sociedades después de sus tragedias de violencia intercomunal? ¿Qué pueden enseñarnos esos casos y otros sobre la disminución del conflicto y la reconciliación?

Las sugerencias de Sisk están diseñadas para construir la paz y que se acerquen las organizaciones de la sociedad civil y personas en los países en conflicto, aunque también actores externos como las Naciones Unidas, los organismos regionales, las organizaciones trasnacionales y las ONGs. El autor considera que, con la región colmada de conflictos y violencia, el establecimiento de la paz es trascendental.

Si bien es cierto que es un proceso necesario, no considero pertinente la comparación con ejemplos lejanos y ajenos a la región, como el de Irlanda del Norte, pues tienen contextos distintos. Además, la construcción de la paz solamente puede darse por medio de Operaciones de Mantenimiento de la Paz (omp) de las Naciones Unidas o de algunos organismos regionales, como la Unión Europea. Si una de las grandes críticas es la gran intervención de potencias externas que desconocen los procesos políticos, sociales y económicos del Medio Oriente, considero que sería contraproducente incluir más intervención externa en los procesos. Es aberrante la cantidad de personas perjudicadas en estos conflictos, pero también hay que recordar lo fallido de algunas omps y lo prolongado de otras, que no han podido cumplir con sus mandatos.

En general, el libro ofrece una visión balanceada desde la sección teórica hasta los casos de estudio. Los artículos tienen una carga teórica importante y justifican su inclinación hacia la sectarización, pero no se enfrascan en esta discusión. Tratan los casos con datos duros que sustentan los argumentos y eso da mayor valor al análisis, utilizando esta categoría propuesta por Hashemi y Postel.

Es interesante como cada artículo, al tratar los casos, considera las variables políticas, económicas, sociales, culturales y religiosas de forma equilibrada. Además, si bien es cierto que se subraya las dinámicas internas, no se olvida el origen del sectarismo como una estrategia dominante y como una decisión consciente de los poderes coloniales y las élites del Medio Oriente con el fin de estructurar sociedades divididas y gobernables. En general, considero ésta una estrategia exitosa, pues las élites se han mantenido en el poder, aunque los costos para la región hayan sido graves.

Aunque el capítulo final sobre las OMPS hace las veces de conclusión, considero que hace falta un escrito en que se sinteticen los resultados de este esfuerzo colectivo y se tracen las líneas generales que dan sentido a la teoría de la sectarización, así como futuras líneas de investigación por seguir. Con todo, Sectarianization. Mapping the New Politics of the Middle East es una obra esencial para los internacionalistas, en especial para los especialistas en el Medio Oriente.

1Sectarianism, en inglés, considera los problemas actuales como consecuencia de la histórica división del Islam en dos sectas, la de los chiítas y la de los sunitas.

2Sectarianization, en inglés.

3El autor denomina el proceso “distribución sectaria de la violencia”.

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