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Estudios de cultura náhuatl

versión impresa ISSN 0071-1675

Estud. cult. náhuatl vol.45  Ciudad de México ene./jun. 2013

 

Reseñas bibliográficas

 

Tlalocan. Revista de fuentes para el conocimiento de las culturas indígenas de México

 

Ascensión Hernández de León-Portilla

 

México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, V. XVII, 2011.

 

El nuevo número de Tlalocan es el volumen XVII y salió a la luz el año pasado, el 31 de octubre de 2011. Con este número se enriquece la colección de textos en lenguas mesoamericanas que, a lo largo de los años, la revista ha dado a conocer. Ahora son siete los textos que aquí aparecen en cinco lenguas mesoamericanas: zapoteca, tlapaneca, yaqui, náhuatl y purépecha.

Como es tradicional en la revista, el material está distribuido en dos partes: en la primera se disponen los relatos de tradición oral y en la segunda, los estudios sobre documentos coloniales en escritura alfabética. Ambas secciones confluyen en un mismo fin: dar a conocer las fuentes sobre las culturas indígenas de México. Es el fin para el que fue fundada la revista en 1940 por Robert Barlow y George Smisor en La Casa de Tláloc, en Sacramento, California, aunque un año después, siguiendo la ruta de los pueblos yutonahuas, La Casa de Tláloc se mudó a Azcapotzalco, en el valle de México. En este Valle, la revista cumplió el año pasado sesenta años de vida, peregrinando por varias instituciones hasta llegar a la universidad Nacional, en la que habita desde 1977. Allí se instaló en el Instituto de Investigaciones Históricas, editad por Fernando Horcasitas, Miguel León-Portilla y Karen Dakin. A partir de 1997 tiene su casa en el Seminario de Lenguas Indígenas, donde es elaborada por todos sus miembros, con Karen Dakin como directora.

Los editores de este volumen son Mercedes Montes de Oca y Francisco Arellanes, quienes hacen una "Presentación" bastante extensa del contenido de la revista. En rigor, basta leer la "Presentación" para conocer la calidad y la importancia de los textos que en ella se publican, pues de cada uno los editores explican su contenido y el método empleado por el autor o autores en su estudio. Lo que ellos hacen es adentrar al lector en lo que va a leer y mostrarle un panorama histórico-lingüístico muy enriquecedor, a tal grado que puede decirse que no es necesario ningún otro comentario. Sin embargo, recibí una invitación para presentarla y es por ello que preparé estas notas, que espero ayuden a completar la información proporcionada por los editores.

Como se dijo, en la primera parte se disponen los textos de tradición oral que en este volumen son cuatro distribuidos en tres artículos: uno en zapoteco, otro en yaqui y dos en tlapaneco. El primero contiene un relato oral en zapoteco de Santa Ana del Valle transcrito y traducido por Rosenda Morales Ortiz, encargada de la Biblioteca Municipal del pueblo en colaboración con Rosa María Rojas Torres, lingüista. En la narración, un buen leñador fue un día a buscar leña muy temprano y, al regresar, le pidió el desayuno a su esposa, a la que mucho quería. Ella le contestó que hiciera otro viaje, pues aún era temprano para desayunar y él, aunque tenía mucha hambre, obedeció. En el bosque el leñador tuvo una visión beatífica y se sintió comiendo un plato de higaditos y tortillas calientes; de repente su cuerpo se entumeció y se empezó a convertir en una culebra; sólo su cabeza se salvó por un escapulario que llevaba colgado. Asustado, gritó a su perro, quien entendió la situación y fue a buscar a la esposa; ella, a su vez, fue a buscar al cura para que lo bendijera. El cura lo bendijo, pero al cortar su escapulario, el hombre se terminó de convertir en una fea vívora y se marchó a un cerro, el cual quedó encantado.

¿Qué interpretación podemos dar a este extraño relato? ¿Qué moraleja encierra? Difícil es responder, pues no sabemos si aquel hombre bueno, al convertirse en culebra, recibió premio o castigo. Porque si pensamos en la cosmovisión mesoamericana, creo que recibió premio; si en la cristiana, castigo; si en una mezcla de las dos, no sé. En fin, dejemos la pregunta pendiente y pensemos que el cuento está muy bien analizado desde el punto de vista lingüístico y es presentado en cuatro formas: forma fonética, es decir, zapoteco hablado, forma morfológica, glosado morfológico en español y traducción a esta lengua, según la ortografía de Rosa María Rojas.

La otra lengua otomangue es la tlapaneca de Malinaltepec en la cual se presentan dos mitos traducidos y estudiados por Félix Ramírez Cantú, maestro bilingüe de la entidad, y Peter L. van der Loo, profesor de la universidad de Arizona. El primero se intitula "La lumbre, su hermana y los rayos" y fue grabado en 1979 de labios de un conocedor de tradiciones del lugar, Felipe Chávez Poblano. En la narración, la lumbre y su esposa no tenían hijos pero un día adoptaron cuatro hermanos. Como no les alcanzaba la comida, la lumbre decide robarle a su hermana la lengua, que era mágica y todo se le pegaba, con lo cual todo lo conseguía. La lumbre divide la lengua en cuatro partes, una para cada niño y de cada pedazo sale un rayo. Tres son buenos y dan lluvia pero uno es malo y genera granizo y huracanes. Entre paréntesis, quizá sería mas adecuado usar la palabra "fuego" que lumbre para simbolizar un elemento importante de la cosmogonía y de hecho en el texto se traduce la palabra tlapaneca mbatsuum como fuego.

El relato en sí es interesante, pues se trata de una búsqueda del origen de la lluvia; pero también son de gran interés las reflexiones de Félix Ramírez Cantú acerca de los significados de la palabra mito a lo largo de la historia, tanto en escritos literarios como religiosos. Otro punto importante que los autores tocan es el significado del nombre de Malinaltepec y su relación con el día calendárico malinalli (hierba torcida). Y aun van más lejos: piensan que hay una posible relación del contenido del mito con algunas páginas del Códice Borgia. Para ello, hacen una búsqueda para identificar a la hermana del fuego con el lagarto, cipactli, que representa el primer día del calendario y también el monstruo de la tierra femenino. En suma, el mito sobre el origen de la lluvia da pie para que los autores borden en la interpretación del significado y establezcan una continuidad cultural del presente tlapaneco con el pensamiento cosmogónico de Mesoamérica.

Este primer relato se complementa con un segundo sobre el origen del pulque titulado "El tlacuache y el pulque", grabado en 1983 y transcrito y traducido por el ya citado profesor Ramírez Cantú. En él se parte de un tiempo mítico, cuando los hombres no tenían pulque y una anciana lo guardaba en un cerro. Los hombres inventan una artimaña para robarlo y envian al tlacuache, personaje importante en los mitos mesoamericanos. El tlacuache, aprovechando una salida de la anciana para buscar el aguamiel, se bebe cuatro ollas de pulque y corre a entregar a los hombres el pulque bebido. Dueños del pulque, los hombres aprenden a fabricarlo pero he aquí que también aprenden a emborracharse y pelear hasta que un tartamudo les hace reir y se contentan. Como en el mito del origen de la lluvia, el cuento va glosado en tres formas: versión hablada, traducción al español y traducción al inglés; los comentarios son asimismo muy valiosos, ya que los autores emprenden una búsqueda en el sustrato cultural mesoamericano para hallar las raíces del mito tlapaneco. Piensan ellos que recoger textos en lenguas indígenas sirve para objetivos más amplios que la lingüística sola: "los textos merecen un análisis filológico en el viejo sentido de la palabra que incluya comentarios que puedan conducir a un mejor conocimiento y entendimiento de las culturas mesoamericanas y sus representantes de hoy en día".

El tercer relato de esta primera parte se titula "El cazador cazado: un relato yaqui de venados" y fue recogido en Estación Vicam, Sonora, en 2010 por Lilián Guerrero y Paola Gutiérrez Aranda, dos especialistas en la lengua yaqui. Los narradores son Juan Alfredo Flores y Gregorio Flores, quienes lo narraron en yaqui y en español. En el texto se cuenta la historia de un hombre que cazaba todos los días por gusto, sin necesidad, y siempre lograba mucha caza. un día se encontró con un venado grande, negro, de ojos rojos y el hombre salió perdedor: el venado lo mató. En el relato en español se explica que el venado negro había sido un cazador despiadado y la naturaleza lo castigó convirtiéndolo en venado.

Las autoras proporcionan mucha información lingüística y presentan el relato en 4 versiones: fonética, morfofonológica, glosado morfológico en español y traducción a esta lengua. Pero también presentan mucha información extralingüística centrada en el valor del venado en las culturas del noroeste como material de sustento humano y como animal valeroso, noble, ágil y bello, intuitivo y retador, y, desde luego, como animal forjador de relatos e inspirador de arte y belleza.

En suma, en estos cuatro relatos se contiene mucho saber acerca de las lenguas y culturas mesoamericanas. En primer lugar, en ellos hay materia para explorar la lengua per se, con los mejores instrumentos de la actual lingüística, cosa que hacen los autores. Pero también en ellos se guarda una forma de ver el mundo, del actuar del hombre con la realidad que le rodea y de la interpretación del origen de esa realidad. Hay mitos sobre el origen y fundamento de nuestro mundo real y sobre el contenido ético que preside la vida del hombre como un diálogo con la naturaleza que le rodea y de la cual extrae su subsistencia. En estos relatos se guardan cápsulas del pensamiento de los pueblos mesoamericanos de ayer y de hoy.

Forman la segunda parte de la revista tres documentos, dos del siglo XVI y uno del XVII; juntos integran un pequeño corpus representativo de las inquietudes y preocupaciones de los habitantes de tres comunidades de la Nueva España, distantes entre sí y hablantes de lenguas muy diferentes: zapoteco, purépecha y mexicano. El primero de los documentos contiene "Un título primordial de San Francisco Yatee", comunidad que se encuentra en el municipio de San Ildefonso de la Villa Alta, Sierra Norte de Oaxaca. La lectura y estudio del texto se debe a María de los Ángeles Romero Frizzi, historiadora y Juana Vásquez Vásquez, regidora de la comunidad de Villa Hidalgo de Yalalag. Cuentan ellas en la "Introducción" que fueron invitadas a explorar el archivo de Yatee y encontraron documentos muy valiosos, entre ellos el que aquí se presenta, el más completo.

El documento narra lo sucedido en la región a partir de la llegada de Fernando Cortés "a la tierra del gran Moctezuma" y está escrito en primera persona por el gobernador, don Francisco Yalao, en 1633, año en el que se hizo una congregación y Yatee pasa a ser cabecera "de gente que habita en el monte, en el río, en las cuevas", según se dice en el documento.

En la narración, el gobernador toma el papel de protagonista y se identifica con los conquistadores. Inclusive llega a decir que del pueblo de Yatee salieron los que conquistaron a los mixes, a gente cajona, chinanteca, a la gente de Choapan. Hay una intencionalidad de engradecer la comunidad y de establecer bien sus límites con trece pueblos vecinos: "hago título de probanza y mapa de tierra de nosotros para que sepan mis hijos y nietos hasta donde llega mi pueblo, títulos y probanza" dice don Francisco en el documento.

En fin, mucha materia histórica se contiene en él, no sólo acerca de los títulos primordiales sino también acerca de la evangelización, de las congregaciones de pueblos, de la fijación de límites y también del papel de la clase rectora indígena en el nuevo orden novohispano. A estos datos solo añadiré que el documento está muy anotado por las autoras y que cada renglón el escrito se presenta numerado en cada renglón para que el lector pueda seguir palabra por palabra el zapoteco y su traducción al español con facilidad y precisión.

El segundo documento es el más extenso de los publicados en este volumen y lleva por título "Con las manos en la olla: la tributación en San Francisco Corupo, Michoacán". Los editores del documento son Cristina Monzón, lingüista y Hans Roskamp, historiador, quienes acompañan el estudio del documento con un amplio estudio histórico-lingüístico. El documento guarda la información correspondiente a un juicio hecho en 1563 al gobernador don Pedro Cutao de Tzirosto, que era cabecera de república de indios, por no hacer justicia a los habitantes de uno de sus pueblos sujetos, San Francisco Corupo, quienes se quejaban de los malos tratos del recaudador de impuestos, el uhcambeti Cristóbal Tzurequi. Le acusan de sustraer dinero de la caja de la comunidad, que era una olla. En el juicio varios habitantes dan su testimonio de los tomimes que se meten y se sacan en la olla y con detalle dan testimonio de las acciones del uhcambeti y de su protector, el gobernador de Corupo. El documento termina con la declaración del inculpado y las palabras del alcalde de Tzirosto, Alonso Tzinzu, quien fungía como juez.

Dada la extensión y la materia tratada en el escrito, los autores extraen comentarios históricos de gran valor sobre el funcionamiento de la vida cotidiana en el seno de las repúblicas de indios y sobre la organización municipal de los pueblos tarascos. No menos importantes son los comentarios lingüísticos en los que se tocan muchos elemetos de la lengua tarasca como el análisis de los morfemas, el orden de los costituyentes, y las diversas clases de oraciones. Por último cabe señalar que el documento se presenta en cuatro formas: transcripción paleográfica, glosado de los componentes morfológicos, traducción al español de estos componentes y traducción propiamente dicha.

El tercer y último documento lleva por título "El Mapa circular de Quauquechollan" y se debe a Florine Asselbergs. El documento, que aquí se reproduce en color, es un mapa circular pintado en piel de venado, en 1546, en el que se representa el momento en el que reorganiza el gobierno de la ciudad de la ciudad de Quauhquechollan, hoy San Martín de Huaquechula, Puebla, bajo autoridad de don Martín Cortés Xochitlahua ante don "Estevan de Guzman, juez por su magestad". La autora hace una historia del documento y otra de los glifos del mapa, que aparecen colocados en dos círculos concéntricos teniendo como centro la iglesia. En la parte superior izquierda está la leyenda del mapa en náhuatl en la que se narra el acontecer de esta comunidad a mediados del siglo XVI dentro del nuevo orden novohispano, según lectura de Alfredo López Austin. Destaca Asselbergs el valor del Mapa como parte de un conjunto de cuatro documentos que hacen de esa comunidad de Puebla uno de los focos más importantes donde se generó abundante información histórica en el siglo XVI y concluye que en el Mapa de Quauhquechollan se logra representar la estructura social de la comunidad y, asimismo, se contienen muchos datos para el conocimiento del altepetl, de su economía, forma de gobierno y organización social.

En suma, los siete textos de Tlalocan constituyen un pequeño corpus representativo del transcurrir de la vida cotidiana en México a partir del siglo XVI. Todos ellos están recogidos con rigor académico, esmero y amor en archivos o en trabajos de campo y se presentan con un método lingüístico propio, que ya es habitual en la revista. Todos ellos son obra de informantes, generalmente hablantes de la lengua, quienes, junto con los investigadores, logran dar vida a lo más profundo de la tradición que se guarda en la memoria. Gracias a ellos el saber que se guarda en la palabra o en la letra escrita se vuelve asequible a muchos que los leemos y los recreamos en un proceso de reinterpretación interminable de las lenguas y culturas mesoamericanas.

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