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Estudios de cultura náhuatl

versión impresa ISSN 0071-1675

Estud. cult. náhuatl vol.45  Ciudad de México ene./jun. 2013

 

Artículos

 

La variedad misionera del náhuatl en el Vocabulario en lengua castellana y mexicana y mexicana y castellana de fray Alonso de Molina (1555-1571)

 

The Nahuatl missionary linguistic variety as manifested in Molina's Vocabulario en lengua castellana y mexicana y mexicana y castellana (1555/1571)

 

José Antonio Flores Farfán

 

Doctor en lingüística por la Universidad de Amsterdam. Profesor-investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. Entre sus publicaiones más recientes se encuentran Ethnobotany and Aztec Sexuality (Lincom, 2010, en coautoría con Jan Elferink) y New Perspectives on Endangered Languages (John Benjamins, Amsterdam 2010 editado con Fernando Ramallo).

 

Resumen

En este trabajo se revisarán las principales características lingüísticas que permiten distinguir una variedad misionera del mexicano o náhuatl, tal como se refleja en la obra de fray Alonso de Molina, en particular en el Vocabulario en lengua castellana y mexicana y mexicana y castellana de 1555-1571.

Palabras clave: Vocabulario de Molina, variación del náhuatl, contacto Náhuatl-español, arcaísmos e innovaciones léxicas, método lexicográfico misionero, variedad misionera del náhuatl.

 

Abstract

The present contribution reviews the main characteristic features that define the specific missionary Nahuatl variety reflected in Alonso de Molina's Vocabulario en lengua castellana y mexicana y mexicana y castellana de 1555-1571.

Keywords: Molina's Vocabulary, Nahuatl variation, Nahuatl-Spanish contact, archaisms and lexical innovations, missionary lexicographic method, Nahuatl missionary variety.

 

Este ensayo explora el trabajo lexicográfico más destacado del periodo colonial no sólo para la lengua náhuatl, sino probablemente para todo el hemisferio americano. Con una extensión y profundidad que se mantienen incólumes, Alonso de Molina (c. 1514-1585) modestamente titula Vocabulario lo que en realidad constituye un diccionario comprehensivo y una fuente de información sin paralelo en torno a diversos procesos sociolingüísticos y socioculturales que todavía han recibido poca atención. En el presente ensayo, estos procesos son cubiertos de manera general, destacando aquellos menos estudiados en la lingüística nahua. Así se incluyen ejemplos del vasto léxico utilizado para describir objetos pertenecientes a la cultura invasora ajenos a la cultura receptora de su momento; instancias del proceso evolutivo del léxico correspondientes a distintos momentos de la historia del contacto náhuatl español y variaciones lexicales que responden a distintos intereses y objetivos del fraile, como son los propósitos descriptivos, y desde luego religiosos, además de instancias dialectales y sociolectales de la variación. Semejantes variaciones lexicales incluyen arcaísmos, préstamos, neologismos, y una serie de discrepancias entre las secciones mexicana y castellana que reflejan diferencias fundamentales en términos de la variabilidad sociolingüística y la composición de la obra.

Publicado por primera vez a mediados del siglo XVI (cf. Galeote 2001), el Vocabulario del fraile franciscano Alonso de Molina es el trabajo de primera mano más extenso publicado sobre lexicografía náhuatl, aun hoy en día. Abarca en su mayoría las peculiaridades de las variedades Altas preferidas en las descripciones gramaticales, en una interesante gama heteroglósica que involucra niveles internos y externos de la variabilidad diglósica. En palabras de Molina:

Para la variedad y diferencia que ay en los vocablos, según diversas provincias, se tendrá este aviso: que al principio se pondrán los que se usan aquí en Tetzcuco y en Mexico, que es donde mejor y mas curiosamente se habla la lengua; y alcabo se pondrán los que se usan en otras provincias, si algunos oviere particulares. (Molina 1977[1571]: "Prólogo al Lector", Aviso segundo, Castellano-Mexicano; énfasis mío.)

El aviso de Molina, junto con otros tipos de evidencia, nos proporciona elementos que permiten entender cómo la variabilidad del náhuatl se refiere a la diferenciación dialectal y sociolectal. Por ejemplo, hay una considerable superposición entre las lenguas de las regiones geográficas mencionadas y las variedades de prestigio. Desde el punto de vista de la diglosia, el llamado náhuatl clásico, el cual fue prominentemente representado por Texcoco (cf. Bierhorst 1985: passim), fue impuesto como la variedad más alta de todas. No importa cuán poco se diferencia, no sólo de las variedades del náhuatl que se encuentran fuera del centro de México, sino también de la propia variedad dialectal mexica. En otras palabras, las variedades que hoy llamaríamos estándar están, curiosamente, social y geográficamente vinculadas a México-Tenochtitlan y Texcoco, en lugar de que lo estén al dialecto hablado por los aliados a los españoles, los tlaxcaltecas. Por lo tanto, como veremos, la diferenciación dialectal que Molina registró en su Vocabulario se refiere sobre todo a las variaciones entre México-Tenochtitlan y Texcoco, aunque no exclusivamente.

La preferencia de una variedad sobre otra en la investigación lingüística es aún bastante común. Por ejemplo, en la antropología lingüística ortodoxa, las variedades menos "interferidas" se ven favorecidas, o mejor aún, aquellas que aún no han sido influenciadas por la lengua nacional y que representan las normas monolingües de la comunidad, todo lo cual manifiesta, aunque como veremos no necesariamente en el caso que nos ocupa, el purismo náhuatl (cf. Hill & Hill, 1986: passim, Flores Farfán 2003, 2004).

Ya desde Molina la aplicación de cuestionarios y otros instrumentos de investigación invitan a realizar una revisión sobre el poder que entra en juego en la interacción lingüista-misionero-"informante" que resulta lingüísticamente indexicalizada. Sugeriremos que el propio uso y las variedades mismas de la lengua generadas a partir de semejantes interacciones resultan indicios fehacientes de la situación de poder contextualmente definida. A propósito considérese que históricamente los diccionarios son efectivamente colecciones de piezas de interacciones de poder, que en el caso de las lenguas mesoamericanas como el náhuatl o el maya han producido una historia materializada alrededor de neologismos y circunloquios para expresar la inexistencia de objetos culturales previos al contacto, tales como caballos, borregos u otros animales. Un par de ejemplos efecto del contacto en el caso de Molina incluyen Caxtillan Acalli (embarcación castellana; i.e., navío) Paperliztac Caxtillan amatl (papel blanco de castilla) o judeoyotl (cosa de judíos). Algunas de estas palabras se han convertido en parte del repertorio de las comunidades hasta el día de hoy y de hecho expresan nuevas adquisiciones culturales: por ejemplo, tomin (dinero). En contraste, la terminología religiosa nativa fue desde luego mayormente censurada del Vocabulario. En este sentido, en el Vocabulario no figura más que la palabra Diofes, teteo, teteu, y sus ramificaciones (1977 [1571]: esp-nah 45r), como sólo una alusión a la gran diversidad de dioses de la religión politeísta nahua que había que extirpar. Las breves alusiones que existen en torno a la religión prehispánica en todo caso tiene connotaciones negativas, como la palabra ídolo, que remite desde luego a la idea de idolatría. Las palabras indígenas que sí aparecen en el Vocabulario que remiten a cuestiones religiosas fueron adaptadas a una significación de la religión cristina, como es el caso de tloque nahuaque, que en la época prehispánica se utilizaba para referirse a la omnipresencia de la divinidad en todas las cosas, y que en el Vocabulario se utiliza para referirse al Dios cristiano desde luego (cf. Léon-Portilla, 1977: LIV).

Esto implica un proceso de imposición de la lengua hegemónica y de desaparición o por lo menos adaptación y trasformación profunda de la lengua minorizada y sus usos, como los referidos a los numerales que todavía consagra Molina y que hoy en día han caído en franco desuso (hoy sólo se cuenta hasta el 5 en la mayoría de los casos), por no hablar de la terminología religiosa, que como queda sugerido, fue lo primero contra lo que se enfocaron los frailes, procesos que parecerían abonar a la desaparición de la mayoría de las lenguas y culturas del planeta en las próximas cinco décadas.

En esta contribución sostengo que en el Vocabulario de Molina surge una variedad misionera del náhuatl, producida por las necesidades evangelizadoras, que junto con los neologismos religiosos incluye ítems léxicos que señalan, como también veremos como un efecto de dulcificación del poder, un habla muy cuidada por parte de los colaboradores de Molina que evidentemente trataban de complacerlo al punto de generar formas hasta entonces inéditas en la lengua, en ocasiones efímeras. Esta historia sigue repitiéndose en los encuentros contemporáneos de los lingüistas con sus "informantes", lo cual sugiere no sólo una gran atención al discurso, sino actitudes condescendientes hacia el fraile o el lingüista, una relación de poder materializada en el discurso, en este caso el léxico. Veremos así cómo noamoch (mi libro; literalmente: mi códice) en el habla espontánea se reduce a namoch; las partes del cuerpo que en náhuatl obligatoriamente son poseídas, las encontramos en el diccionario en ítems libres como maytl (mano) o tzontli (pelo), etcétera, producto de la actitud condescendiente hacia el fraile, aun cuando también encontramos, como parte de los esfuerzos del fraile por hacer justicia a lo que llama la frasis náhuatl, formas poseídas, tal como se utilizan en el habla cotidiana hasta hoy en día. Esta mezcla de formas en dos estados o temas nominales es una entre otras de las características de semejante variedad misionera del náhuatl.

Como se resume breve y posteriormente en este trabajo, es posible que en el caso del Vocabulario de Molina, dado su carácter lexicográfico -en última instancia con fines pedagógicos, concebido con fines de evangelización- una variedad de habla haya sido inducida con sus propias características hasta entonces inéditas. En cierta medida, esto se asemeja a lo que ha sido descrito como "habla extranjera", el foreign talk de Ferguson (1971), en la que los hablantes generan una variedad de habla específica que en mayor o menor medida se acomoda a los no hablantes o hablantes del mexicano, en este caso, como segunda lengua.

El trabajo de fray Alonso de Molina puede ser examinado teniendo en cuenta cómo las variaciones de por lo menos dos fases de la historia del contacto (Lockhart 1992) fueron incorporadas en diferentes momentos del proceso creativo del Vocabulario, y también por cómo su proyecto integral buscó acercarse a la "totalidad" del léxico náhuatl. En este sentido, Lockhart (1992:6) nos recuerda que Molina fue mucho más allá de lo elemental, lo cual queda de manifiesto en el volumen de léxico incluido, desarrollando todo un trabajo fino de captación de sutilezas gramaticales y de significado.

Estudios recientes (Clayton y Campbell 2002; Hernández, 2001) han sacado a la luz información relevante sobre el Vocabulario, a las que también intento contribuir con el presente trabajo, ayudándonos a comprender:

- ¿Qué tipo de metodología se utilizó y cómo difiere de los modelos imperantes de la época?

- ¿Cómo se creó el diccionario teniendo en cuenta los requerimientos de comunicación y sus propósitos didácticos y educativos?

- Los fenómenos de contacto y su tratamiento sociocultural y socio-lingüístico

- Variaciones lingüísticas como indicadores de las diferentes etapas del desarrollo del proyecto molinense, manifestando la historia del contacto náhuatl-español.

- Variaciones lingüísticas como índice de las diferencias geográficas y sociolectales.

Revisaré estos aspectos con algún nivel de detalle, buscando demostrar que en el Vocabulario nos encontramos con una variedad lingüística misionera que tiene rasgos propios que probablemente la diferenció nítidamente de otras modalidades orales y escritas de la época.

De acuerdo con Clayton y Campbell (2002:339), el proyecto lexicográfico de Molina fue mucho más allá del modelo de Nebrija, señalando que, las menciones explícitas de Antonio de Nebrija (1441/1444?-1522), son sólo dadas con respecto a la presentación de los verbos en infinitivo junto con la organización de las entradas en orden alfabético, aunque como veremos hay más que sólo eso. Además, aparte del hecho obvio de ser un diccionario bilingüe, siguiendo a Karttunen (1988, citada en Clayton y Clayton 2002:339), los autores afirman que Molina utiliza a Nebrija como una lista de palabras, práctica que a su vez los misioneros retomaron de Molina como una lista para la obtención del léxico de otras lenguas, como el otomí o el purépecha. En una inspección más detallada se puede concluir que la influencia del modelo de Nebrija fue más allá de este tema, con, por ejemplo, la inclusión de breves anotaciones con equivalencias simples y la especificación ocasional de las partes de la oración, entre otros aspectos, algunos de los cuales analizaremos a continuación.

 

ASPECTOS DE LA METODOLOGÍA DE MOLINA

Como Clayton y Campbell sugieren (2002:339) la influencia de Nebrija en Molina fue muy grande "more subtle and indirect than one might have expected" [más sutiles e indirectas de lo que se podría haber esperado]". Sin embargo, como veremos más adelante, Molina también incorpora innovadoras características descriptivas que persiguen captar la especificidad del náhuatl, un esfuerzo consonante con la sensibilidad misionera. En cuanto a la metodología de elicitación empleada, claramente se ve implicada lo que hoy llamamos colaboración o trabajo colaborativo, algo que, con base en sus patrones culturales, a los pueblos indígenas en general, y a los nahuas en particular, probablemente les pareció bastante familiar.1

Por otro lado, las entradas hacen justicia a la estructura de la lengua al proporcionar los marcadores necesarios para los elementos léxicos, como los verbos. Molina nos informa, por ejemplo, si el verbo es transitivo o intransitivo. El verbo náhuatl exige, como mínimo, persona y tiempo. Las categorías de primera persona singular y el presente son las formas que Molina eligió como formas base para su Vocabulario. La inclusión de la primera persona del singular es otro rasgo que deriva de Nebrija, así como indicar si el verbo requiere un objeto, una categoría obligatoria en náhuatl. Por ejemplo:

Apizmiqui. n. morir de hambre . Pretérito. Onapizmic. (1977[1571]: nah-esp, 7r)

Apizmictia. nite. matar de hambre a otro . Pretérito. Oniteapizmicti. (1977[1571]: nah-esp,7r )

Probablemente Molina recuperó a Olmos (1985 [1547]) como el precursor de la clasificación lingüística del verbo náhuatl incluso para los estudios modernos, destacando la forma del perfecto, lo cual prefigura la clasificación contemporánea de los lingüistas de los grupos de verbos en náhuatl. Incluso se las arregló para integrar la clasificación verbal con las lejanas categorías de la gramática latina, como el infinitivo. En el Vocabulario, el infinitivo se convirtió en la forma estándar para traducir o proporcionar el español equivalente en la sección náhuatl, así como la entrada estándar en la sección castellana, siguiendo el ejemplo de Nebrija, junto con la inclusión de ego o primera persona del singular:

Todos los verbos de la lengua se pondrán en la primera persona del presente del indicativo [si la tuvieren] y si no, en la tercera, porque esta todos los verbos la tienen; y sirve siempre una misma para singular y plural, pero el romance de los verbos se pondrá en el infinitivo, como lo pone Antonio de Lebrixa en su vocabulario. (1977[1571]: "Prólogo al lector", Cast-Mex, Aviso tercero).

Aún cuando esto podría parecer no-sistemático, es una combinación muy adecuada y afortunada, ya que hace justicia a la forma verbal menos marcada, la tercera persona del singular náhuatl, la entrada más natural y por tanto canónica, desde el punto de vista de la lexicografía náhuatl, algo que se vuelve transparente durante la presentación, por ejemplo, de las formas impersonales del verbo que, por supuesto, no pueden utilizar la forma ego. En otras palabras, aun cuando, siguiendo a Nebrija en la presentación de los verbos, Molina va más allá al señalar explícitamente que todos los verbos tienen una forma de tercera persona singular, que es realmente el caso y constituye la forma base del verbo, prefigurando el moderno enfoque lexicográfico para seleccionar las entradas canónicas a ser incluidas en un diccionario náhuatl con base en, como queda dicho, el criterio de la forma menos marcada.

Molina desarrolló un análisis lingüístico que se basa en Nebrija y recupera el enfoque gramatical de la época, mientras que, al mismo tiempo que rinde justicia a la estructura náhuatl, separa la raíz del verbo y proporciona la morfología obligatoria para producir una expresión completa. Por lo tanto, dependiendo de la naturaleza del verbo (e.g. animado/inanimado, transitivo/intransitivo) Molina ofrece los verbos en la forma ego (transitiva y animada) o en tercera persona (inanimados/intransitivo). Todo esto resulta un indicio de que Molina compuso su Vocabulario con un propósito didáctico, sobre todo para revelar los matices del náhuatl, especificando, por ejemplo, en la sección castellana, algunos de los usos metafóricos, evidentemente dirigidos a los alumnos de náhuatl (Clayton & Campbell, 2002).

Por otra parte, de acuerdo con Clayton y Campbell (2002:367) siendo el náhuatl la lengua meta, Molina concibió la sección castellana como un vocabulario náhuatl: "Molina sees his job primarily as clarifying Nahuatl words in Spanish rather than as facilitating translation into Nahuatl, regardless of the direction of the dictionary."2 Esto explica que los equivalentes en náhuatl de la sección castellana sean mucho más numerosos que las entradas del español mismo. Clayton y Campbell (2002:368) cuentan para la versión de 1571 con 17 410 entradas en español y 37 433 equivalentes náhuatl. El hecho de que el náhuatl era la lengua meta se evidencia incluso en los calcos en español que se asemejan a los procesos de incorporación y composición del náhuatl: "Azeite de almendras. almendras chiaucayotl. almendras azeite". (1977[1571]:esp-nah,18r) (énfasis de Clayton & Campbell 2002:338).

El que el náhuatl constituya la lengua meta se evidencia también al contabilizar el número de páginas de cada sección: 121 páginas de castellano contra 162 páginas de náhuatl y la existencia de calcos del español también basados en la tipología aglutinante y polisintética de la lengua indígena. Por ejemplo: "Tecu-tlato-lo-ya(n) ...audie(n)cia real..." (1977[1571]: nah-esp, 94r). Los nominales, por su parte, son a veces colocados primero en absolutivo sobre todo en la sección náhuatl, aunque en la práctica conversacional siempre se utilizan posesivamente. Por ejemplo:

Boca. camatl. 1977[1571]:esp-nah, 20r)
Mano del hombre. maitl. toma. (1977[1571]:esp-nah, 81v)
Mano derecha. nomayec. nomayeccan. nomaymatca. nomanematca. mayeccantli. mayauhcantli. ["mano derecha"] (1977[1571]:espnah, 81v)3
Mano yzquierda. nomaopoch. nopochma.(1977[1571]:esp-nah, 81v)
Pie con el que anda el animal. ycxitl: (1977[1571]: esp-nah, 96v)
Nariz del hombre. yacatl. toyac. (1977 [1571]:esp-nah, 88r)
Taita,
padre de los niños. tata. (1977[1571]:esp-nah, 111v)

Observe cómo taita, que es un préstamo temprano del náhuatl al español e incluso a varias otras lenguas mexicanas, ya está incluido en la sección del español (lo que constituye una indicación del grado de incorporación de mexicanismos al español de la época (vid infra), y también una inclusión interesante en términos de una forma de interpelación, asomándose a la pragmática de la lengua. Otros ejemplos incluyen:

Tia hermana de padre o de madre. auitl. teaui. (1977[1571]: esp-nah,113r)
Cabello o pelo largo. tzuntli (1977[1571]:esp-nah, 22v)
Dedo de la mano. mapilli. (1977[1571]:esp-nah, 37r)
Dedo meñique o pequeño dla mano. tomapilxocoyouh. mapilxocoyouh.mapiltontli.
(1977[1571]:esp-nah, 37r)
Dedo del pie. xopilli (1977[1571]:esp-nah, 37r)
Dedo pulgar. touey mapil. vei mapilli. (1977[1571]:esp-nah, 37r)
Dedo con el que mostramos algo. totemapilhuaya. (1977[1571]:espnah, 37r)
Dedo grande del pie. touei xopil (1977[1571]:esp-nah, 37r)

La mayoría de las partes del cuerpo en la sección de náhuatl se presentan en su forma no-poseída, algo para nada común para un hablante nativo. Hay algunas excepciones a esta absolutivización de los sustantivos inherentemente poseídos, como la primera persona del plural, en un tipo de colectivo como una forma de un nosotros inclusivo muy común en el uso náhuatl que se interpreta como un genérico, un yo colectivo, típico de los pueblos indígenas:

Mano del hombre. maitl. toma
Dedo meñique o pequeño dla mano.tomapilxocoyouh
Dedo con el que mostramos algo. totemapilhuaya
Dedo grande del pie. touei xopil.4 (1977[1571]:esp-nah, 37v)

En cambio, curiosamente, es en la sección náhuatl donde más se proporcionan formas libres a diferencia de la sección castellana. Basta con contemplar algunos ejemplos representativos de toda la sección náhuatl-español:

Maytl. mano (1977[1571]:nah-esp,51v)
Tzontli. cabello o pelo (1977[1571]:nah-esp,153v)
Icxitl. pie. (1977[1571]:nah-esp,34r)
Camatl.
boca. (1977[1571]:nah-esp,12r)

Otro indicio del proceso de "normalización" de la variedad lingüística misionera se prueba por ejemplo en que en las dos secciones ítems como camatl se presentan con el absolutivo -tl, aun cuando -camac es la forma que se utiliza en la práctica conversacional, acompañada del morfema obligatorio de posesivo, e.g no-camac (mi boca), incluyendo una -c final, probablemente un locativo.

Por lo tanto, sobre todo en la sección mexicana, Molina no indica necesariamente los sustantivos inalienables, como las partes del cuerpo o las relaciones de parentesco, un rasgo sobresaliente de la variedad lingüística misionera, que produce una serie de formas inducidas como éstas. Más ejemplos en este sentido son:

Nacaztli. oreja. (1977[1571]:nah-esp, 62v)
Xictli. ombligo o bruxula para tirar derecho.5 (1977[1571]:nah-esp,159r)
Tzintlantli. nalga. (1977[1571]:nah-esp, 152v)
Nantli. madre. (1977[1571]:nah-esp, 63r)
Tata. por tayta dize el niño (1977[1571]:nah-esp, 91r)
Tatli. padre. (1977[1571]:nah-esp, 91r)
Tatlia. bigotes de la barba (1977[1571]:nah-esp, 91r)

Más cerca de la práctica conversacional, en raras ocasiones la primera persona del singular es en efecto incluida, como en el caso de determinada terminología de parentesco. Es decir, después de las formas presentadas en forma absolutiva el posesivo de primera persona es inmediatamente incluido, aunque de manera asistemática, es decir ocasionalmente: "Pilo.no. mi sobrino, dize la muger (1977[1571]: nah-esp, 81v) / Pilpo.no. mi primera muger. (1977[1571]:nah-esp, 81v)".

Por otro lado, las entradas que se encuentran en una sección no necesariamente están incluidas en la otra y sus definiciones pueden variar. Por ejemplo, compárense dos entradas diferentes para "nalgas": Nalga. tzintamalli. (1977[1571]:esp-nah, 88r) vs. Tzintlantli. nalga. (1977[1571]: nah-esp,152v).

La presentación de sustantivos obligatoriamente poseídos en la forma absolutiva evoca los efectos modernos de elicitación lingüística; es decir, las formas descontextualizadas que se producen para hacer frente a las preguntas de los investigadores y en este caso complacer al fraile, probablemente una de las características más sobresalientes de la variedad misionera del náhuatl descrito. Podría objetarse que en realidad se trata de un método de producción lexicográfica que recoge las formas menos marcadas para la producción de las entradas léxicas, pero incluso en este caso no se invalida la operación de absolutivización de los sustantivos inalienables del náhuatl apuntadas. El hecho de que semejante operación se ejerza muy probablemente por la influencia del castellano queda de manifiesto no sólo en la evidencia contemporánea en la que incluso llegan a producirse formas que combinan un prefijo posesivo con un sufijo absolutivo en variedades de la lengua a punto de la extinción (e.g. no-kone-tl, "mi hijo"), sino por lo menos en un caso semejante localizado en el propio Molina, que indirectamente, prefigura el fenómeno aludido:

Mastin de ganado. Itzcuintli ichcapixqui. (1977[1571]:esp-nah, 82v) 6

Si bien a esta interpretación se puede oponer que ambas is iniciales son epentéticas, considérese por una parte que semánticamente se establece una relación genitiva. Además, las is iniciales de ambos ítems léxicos son resonantes de la i- de posesivo de tercera persona singular del náhuatl, y sin desde luego ser las mismas -la i- del posesivo es larga-, cognitivamente prefigura la posibilidad del proceso de nivelación aludido, cuantimás tomando en cuenta que se trata de un registro escrito en el que la atención del hablante es más alta en general que en el registro oral.

Por supuesto que todo esto debe haber implicado un ejercicio de reflexión, negociación y desde luego acomodación entre Molina y sus colaboradores, como también he indicado por la necesidad de producir neosemantismos,7 neologismos o circunloquios descriptivos, sobresalientemente para la terminología eclesiástica y los nuevos objetos culturales. El propio Molina (1977[1571]), en el mismísimo aviso primero de su prólogo nos aclara que utilizará el recurso de los neologismos:

Enesfte vocabulario fe ponen algunos romances que en nveftro Caftellano no cuadran, no fe uvfan mucho: y efto fe hace por dar a entender mejor la propiedad dela lengua delos Yndios, y atsi dezimos Abaxador, aunque no fe vfa en nuestro romance:por declarar lo que quiere decir esta palabra, Tlatemouani, la qual en buen romance quiere dezir, el que abaxa algo.

Como sugiere la cita, considérese que la inclusión de neologismos no sólo estuvo presente en la sección mexicana, sino también en la castellana, una práctica que por cierto también se remonta a Nebrija:

Agradamiento. tlauelittaliztli. tlayequittaliztli. tlaqualittaliztli. Agradecedor. teicnellilmatini. Tetlaçocamatilini. teicnelilmatqui. (1977[1571]: esp-nah, 6r.)

Por otra parte, la retención e incluso inserción de ciertas vocales que se omiten en la práctica conversacional es otro indicio de la conformación de la variedad misionera8. Por ejemplo, nomaopoch, que se contrae nomapoch en la oralidad, sugiere una cuidadosa, incluso artificial, articulación. Tales formas de la variedad lingüística misionera aluden a lo que en la literatura moderna ha sido descrito como una gran atención al discurso en la forma de entre otros pares mínimos en el sentido Laboviano (1972a), lo que llama la atención sobre la actitud o predisposición de los participantes en la interacción, en el marco de la "teoría de la acomodación" (Giles ed. 1984), todo lo cual de nuevo equivale a una variedad de "habla extranjera" (foreign talk, Ferguson 1971).

Además, debido a que formas como maytl (mano) fueron presentadas como formas libres requirieron otra vocal (epentética). Teniendo en cuenta como he sugerido que las partes del cuerpo son formas inalienables en náhuatl, esta formación nos recuerda el fenómeno de la hipercorrección, en el que una vocal se añade innecesariamente a la forma terminada con vocal que canónicamente debería tomar -tl (cf. Andrews 1975).9 El fenómeno, que puede ser interpretado como la inducción de un nuevo sufijo de absolutivo -itl, también podría haber sido alentado, además de las condiciones antes mencionadas, por la tendencia general a evitar los monosílabos en náhuatl10. Otro ejemplo de la retención de una vocal es:

Agua rofada. xuchatl. xuchiatl (1977[1571]: esp-nah, 6r)

Sea o no que la metodología empleada por Molina fue total o sólo parcialmente una estrategia interrogativa directa y en qué medida esto jugó un papel en la inducción de formas absolutivas o en la inserción o retención de ciertas vocales no podemos estar totalmente seguros. Sin embargo, como hemos visto, sí hay indicios de que las preguntas directas eran en realidad empleadas, tales como el uso de formas absolutivas que normalmente se poseen (la terminología de parentesco, las partes del cuerpo), junto con la inclusión de entradas con dos vocales contiguas, una de los cuales normalmente se elimina, junto con el uso de la epéntesis.

Curiosamente, una evaluación tanto de las secciones mexicana y castellana del Vocabulario revela que no existe una completa equivalencia entre ellas, mucho menos de una forma sistemática (cf. Clayton & Campbell 2002:352 y siguientes), como también se hace evidente cuando se estudian los efectos de contacto del español y el náhuatl y su historia.

 

LA VARIABILIDAD LÉXICA COMO ÍNDICE DE LA HISTORIA DEL CONTACTO NÁHUATL-ESPAÑOL

El Vocabulario de Molina contiene muchos elementos que Lockhart (1992:262) califica como pertenecientes a las fases 1 y 2 de la historia del contacto español-náhuatl:

Though the 1571 edition is the fullest, much of the material was already present in the first version ... of 1555 [...] Molina and his indigenous aides constantly added new items but apparently rarely removed old ones, so that the end product, though fully representative of Stage 2, is also a tremendous mine of information on Stage 1. Quite a few of Molina's entries contain both a Stage 1 and Stage 2 renditions of a Spanish term.

Por tanto, como sugiere el mismo Lockhart (1992:299-303), el léxico incluye por ejemplo ambos significados de la raíz -pia, que originalmente significaba "guardar" (para salvar/guardar a) y que se convirtió en tener, como se utiliza hoy en día. En la sección mexicana se encuentra esta raíz con su significado original, mientras que en la sección castellana aparece con su significado post-contacto:

Pia. nino. guardarse de algo. pret oninopix. (1977[1571]:nah-esp, 81v)
Pia. nite. guardar a otro. prete. onitepix. (1977 [1571]:nah-esp, 81v) Pia.
nitla. guardar alguna cosa. preter. onitlapix. (1977[1571]:nah-esp, 81v)

Considérense las variaciones de esta raíz en las siguientes entradas, las cuales cambian la forma e por a manteniendo el mismo significado básico, el más antiguo:

Pieloni. cosa digna de guardar. (1977[1571]:nah-esp, 81v)
Pielli. deposito. (1977[1571]:nah-esp, 81v)
Pieloni yihuitl. fiesta de guardar(1977[1571]:nah-esp, 81v)
Pieltia. nicte. dar a guardar algo. Pr. onictecpielti. (1977[1571]:nah-esp, 81v)

Continuando con la sección castellana encontramos el contacto inducido y el significado más actual:

Posseer. naxca nicpia..... ["poseer tengo mi propiedad..."]11 (1977[1571]:esp-nah, 97v)

Según Lockhart (1992:284), la mayoría de los préstamos en la edición de 1571 ya habían sido introducidos en la edición de 1555. Si echamos un vistazo a la información de Lockhart, parecería que la selección de Molina involucra un cierto nivel de purismo. Esto parecería natural, si tenemos en cuenta que los textos cotidianos de la época duplicaron el Vocabulario de préstamos. Sin embargo Lockhart (1992:563) señala que: "some of the mildest, and most insightful and least disapproving comments on Spanish loanwords in Nahuatl are to be found in Molina's introductory remarks to his dictionary (cf. "Auiso octavo", eighth notice in the prologue of the Nahuatl to Spanish section)".

Clayton y Campbell (2002:352) sostienen un enfoque no-purista, parecido al que efectivamente me parece prevalece en Molina, que resulta funcional en ambas direcciones. Del mismo modo, la comparación de Kartttunen y Lockhart (1976:84), del trabajo de Molina con textos comunes, revela que los préstamos encontrados principalmente en la sección castellana parecen haber sido seleccionados de préstamos cotidianos muy bien establecidos, lo cual explica en parte la alta tolerancia hacia los préstamos, junto con los propósitos de optimización de la comunicación para los que en última instancia estaban diseñados los materiales producidos por los misioneros.

No es sorprendente que la terminología clerical esté sobre-representada, con aproximadamente 200 de estos términos incluidos -la mayoría nombres y sólo un verbo-. Si tuviéramos que comparar la introducción de Molina de préstamos con otros campos de interés, los términos etnobotánicos probablemente vendrían, por razones obvias, en una sección aparte. (cf. Lockhart 1992:287). Esto es así porque estos términos incluyen una buena cantidad de plantas y vegetales que eran desconocidos por los españoles.

De la misma manera, los casos de circunloquios descriptivos, neologismos o neosemantismos a primera vista pueden parecer el resultado de una ideología purista en vez de surgir de una motivación denotativa, lo cual es más bien el caso. Basta con contemplar un par de ejemplos, mencionados sólo brevemente, ya que varias formas que se encuentran en el Vocabulario ya han sido estudiados por Kartttunen y Lockhart (1976) y Lockhart (1992). Un recuento minucioso de los neologismos, circunloquios descriptivos o las formas inducidas, revelaría que aparecen en casi cada página, configurando lo que he llamado una variedad lingüística misionera:

Abogado. tepan tlatoani. tlatoliquaniani. tlatlatoliquaniani. tlatlatol namictiani. (1977[1571]:esp-nah, 1v)
Marrano cochino de un año. ye cexiuhtia coyametl.cexiuhcayotl coyametl. omonamic. (1977 [1571]:esp-nah, 82r)

Nótese que estas entradas corresponden a la etapa 1 (c.1520-1550), de máximos circunloquios descriptivos, en la que la palabra para jabalí primero fue semánticamente extendida a "cerdo", para después generar la palabra pitso(tl), el nuevo ítem para este animal que fue introducido y se encargó de desplazar el uso anterior en las etapas 2 y 3 (Lockhart 1992:280).12

Como es bien sabido, otras formas que cambiaron en diferentes momentos en el desarrollo del Vocabulario, incluyen extensiones semánticas de términos referidos a los animales que, en un principio, mantuvieron su significado original, pero que fueron posteriormente adoptadas y adaptadas para referirse a los animales introducidos por los españoles. Uno de estos términos, ichcatl, el cual fue originalmente "algodón" (1977[1571]:nah-esp, 32r), pasó a significar "oveja", una extensión semántica (cf. Lockhart 1992: capítulo 7). En Molina esta palabra se encuentra glosada con los dos significados en la misma entrada, mostrando que Molina incorporó ambos significados en lugar de preferir uno sobre el otro, juntando las palabras de las etapas 1 y 2.

Otro ejemplo conocido es mazatl (ciervo), el cual se convirtió en cauallo (caballo) en la etapa 2 (cf. Lockhart 1992:280). En la sección náhuatl, esta palabra por sí misma es prestada sólo con su significado original (1977 [1571]: nah-esp, 50r), aún en su complejo semántico, abarca los significados que tienen que ver con el entrenamiento de potros, etcétera. En el español ésta aparece como un préstamo, el cual ha sido representado como una perífrasis descriptiva en náhuatl:

Caualgar a cauallo. cauallo ipan ninotlalia.cauallo ipan nitleco. (1977[1571]:esp-nah, 26r)

Probablemente un ejemplo de otra forma inducida (es decir, una forma no obtenida en el lenguaje espontáneo, provocada), es de hecho una explicación que en realidad curiosamente omite la palabra que intenta ser elicitada: michin (pez):

Pescado, generalmente. atlanemini. atlan chane. (1977[1571]:esp-nah, 95v)

En suma, hay numerosos neologismos (híbridos) en Molina, basados, entre otras cosas, en circunloquios descriptivos que se refieren a los elementos materiales y espirituales que fueron introducidos por los invasores españoles, profusamente estudiados por Lockhart (1992: capítulo 7), tales como:

Caxtillan Acalli ["Castile boat"]
Paperiztac Caxtillan amatl ["white Castile paper"] (Lockhart 1992:276)

La alta tolerancia de Molina con los préstamos podría explicar por qué se introdujeron muchas entradas que Lockhart (1992) incluye en la etapa de contacto 2 (c. 1550-1640). Basta con contemplar algunos ejemplos elocuentes tomados directamente de Molina:

Cuchillo tentli. filo de cuchillo (1977[1571]:nah-esp, 25v)
Tlatornouilli. cosa echa con torno. (1977[1571]:nah-esp, 142r)
Chrifmayotia. nite. chrifmar a alguno.(1977[1571]: nah-esp, 22r)

Clayton y Campbell (2002:352) concluyen que, con base en esta incorporación de préstamo abierta, la cual, en comparación con Nebrija es muy amplia, el Vocabulario de Molina tiene un sabor cotidiano -que incluye la mayoría de los americanismos en el español temprano- introducidos de lenguas como el taino, tales como ají (chile), maguey (maguey), etcétera, aunque al mismo tiempo como hemos visto también desarrolla una práctica neologística compleja.

Por lo tanto, el Vocabulario de Molina es una fuente inigualable para entender la historia del contacto náhuatl-español en distintas facetas. Entre otros, también nos permite comprender el desarrollo interno de la lengua, sin confundirlo con los procesos de cambio inducidos por contacto.

Un ejemplo de semejante complejidad es proporcionado por Karttunen y Lockhart (1976:136) quienes nos informan que los nahuas llamaban al gato, animal que los españoles introdujeron, mis mis, a pesar de que ya existía una palabra náhuatl para varios felinos en el México prehispánico, por ejemplo miztli (puma), que en el caso del gato es hoy día miston, con el diminutivo -ton. Este término onomatopéyico es en realidad una identificación convergente más que un préstamo lingüístico strictu sensu.

Esto sugiere que algunas de las realidades lingüísticas de entradas específicas que podrían ser consideradas préstamos son más complejas y más realísticamente concebidas como formas convergentes o concurrentes. A continuación se presenta otro ejemplo de una forma que ha dado lugar a un uso convergente entre el náhuatl y el español hoy día, y que entendemos gracias al Vocabulario:

Maciuhqui. aunque sea tal, o tal qual es. (1977[1571]: nah-esp, 50v)
Maciui. aunque, o dado que, o puesto caso. (1977[1571]: nah-esp, 50v)

Estas entradas también aparecen en Molina en diferentes compuestos (1977 [1571]: nah-esp, 55R]), sugiriendo su productividad. Su presencia nos ayuda a comprender con precisión el origen de maaske (aunque, no importa que, puede que así sea, qué así sea) y sus usos actuales. Esta palabra no debería ser considerada un préstamo, como algunos autores han sugerido (cf. Hill & Hill, 1986).13 Como otras entradas en Molina nos permiten corroborar (e.g. melaua. nic. enderezar alguna cofa tuerta. y sus formas derivadas 1977[1571]:nah-esp, 55, que han dado lugar al uso actual de mela(c), "en verdad") la /w/ (ortográficamente representada por el dígrafo <uh> y <u> como en maciuhqui y maciui, respectivamente) se elide históricamente. Así maciuhqui emerge como maaske, maaski, maase, maasi en distintas variedades del náhuatl moderno,14 lo cual podemos comprender precisamente gracias al Vocabulario de Molina.

Por otra parte, Galeote (2001: XXXV) nos proporciona algunos ejemplos de los diferentes momentos de las inclusiones en el léxico de la sección de español del Vocabulario. Señala que entre la primera versión de 1555 y la segunda de 1571, el número de mexicanismos o palabras nahuas prestadas en la sección castellana se duplicó. Considérese un ejemplo de ello tomado de la sección náhuatl de 1571:

Macehualli. vasallo. (1977[1571]:nah-esp, 50v)
Macehuallotl. vasallaje o cosa de maceuales. ["pueblo"] (1977[1571]:nah-esp, 50v)

La sección castellana constituye un índice elocuente del grado de integración de mexicanismos en el español de la época, a tal grado que es muy posible que muchos mexicanismos, actuales y antiguos, también han existido en parte gracias a la labor de los franciscanos, incluyendo los términos macehual15 y tameme (cargador), una palabra que se usa en México hasta el día de hoy, de hecho derivadas de un arcaísmo mexicano: tlameme. En otras palabras, como sugieren Clayton y Campbell (2002:355), los mexicanismos o nahuatlismos son efectivamente integrados en el Vocabulario de Molina, y en cierta medida reflejan la integración de préstamos nahuas de la época, al menos en el habla misionera, que contribuyó probablemente a su difusión más allá del uso misionero por ser desde luego una nueva variedad de prestigio que comenzó a amasarse a través de trabajos como los de Molina. Palabras que son mexicanismos y que siguen vigentes hasta el día de hoy en el español de México, presentes en Molina incluyen:

Mecapal. Mecapalli (1977[1571]:esp-nah, 50v)

Por otra parte, en contraste con los préstamos, no importa cuán marginales numéricamente hablando, los arcaísmos también están presentes de manera significativa en el Vocabulario, no sólo en náhuatl sino en español, como cuando Molina utiliza la frase lo mesmo por lo mismo (passim) (que significa "lo mismo que") para indicar sinónimos, junto con, desde luego, la presencia de ortografía arcaica del español que implica inestabilidad en la escritura (cf. Clayton & Campbell 2002:335).

Lo más probable es que los ayudantes de Molina, los pillis, cuando el fraile les solicitaba producir ítems léxicos específicos, ocasionalmente recurrían a arcaísmos como las formas de más alto prestigio. Este hecho constituye un elemento más en la configuración de la variedad lingüística misionera. Demos un vistazo a algunos arcaísmos con más detalle.

 

ARCAÍSMOS E INNOVACIONES EN EL VOCABULARIO DE MOLINA

Tal como encontramos elementos de ambas etapas de contacto, 1 y 2 en el Vocabulario, así como la variación a~e, entre otros rasgos, se puede considerar la oposición de las formas más modernas en comparación con las más arcaicas como otra de las características de la variedad lingüística misionera. Se encuentran ejemplos de arcaísmos en los versos de los cantos sagrados conocidos colectivamente como Cantares mexicanos. En el poema traducido por Garibay (2000:139),16 como La elección divina, nos encontramos con una variación antigua de -pia: -pie:17

Ica monoma in tehuatl
tonteicnota mochiel imanca mocal imanca,
ca mitzontlapielia ipalnemohua

Así, por tu propio impulso (por tu oscilación)
Haces piedad para ellos en tu templo y tu santuario (te apiadas de la gente),
Allí está vigilando Xiuhtzin Coyolchiuhqui (en efecto te vigila el dador de la vida)

En el Vocabulario encontramos por ejemplo miec (1977 [1571]: nah-esp, 56R) en lugar de miac (mucho). También un sinnúmero de entradas en Cantares con e donde se esperaría una i sugieren que e está vinculada a las formas más arcaicas, como ya hemos sugerido con la forma tlameme en vez de tlamama (cargar). Otros ejemplos incluyen:

xiuhcalitec nocuica, maquizcalitec non tlatoa.
Canto en primavera, entre joyas hablo (Garibay 2000:132)

En contraste, en Molina encontramos: Itic, dentro de algo. (1977 [1571]:nah-esp, 42v).

Probablemente es en estos casos donde es más difícil discernir o seleccionar una sola explicación. Mientras que la variación e~i se puede clasificar como dialectal, también puede estar relacionada con otros niveles de variabilidad, incluyendo el ámbito sociolectal, estilístico e incluso como un registro arcaico frente a uno más moderno. Como resultado, el terreno se vuelve bastante complejo. Presumiblemente, Molina prefirió la variante Tenochca, que utiliza i en lugar de e, que es muy posiblemente un rasgo de Texcoco, tal vez porque él lo aprendió cuando era niño. De hecho el uso de e coincide con las formas más arcaicas de la lengua. La inclusión de las formas con e también puede ser un reflejo de su intento por estandarizar la variedad de élite diastrática incluyendo formas prestigiosas de la lengua. La afirmación de que e es más antigua que i, es apoyada por estudios en la reconstrucción de protonáhuatl: Dakin (1982:46), siguiendo a Whorf (1937), sugiere que la a Yutoazteca derivó en la e azteca, que a su vez se convirtió en una i, por lo tanto i se puede considerar como un desarrollo posterior, una innovación con respecto a las formas anteriores.

Las formas más claras, ya arcaicas en el momento de la llegada de los españoles, incluyen el agentivo -quetl, a veces encontrado como -qui y en ocasiones como -quetl, en Molina:

Cantor. cuicani. cuicatlali. cuica pic-qui. (1977[1571]: esp-nah, 24r)
Cuicapic-qui.
componedor de canto. (1977[1571]: nah-esp, 26v)18

Mic-quetl. cuerpo de hombre muerto. (1977[1571]: nah-esp, 56r)
Mic-qui. muerto o difunto. (1977[1571]:nah-esp, 56r)

Como se puede observar en el ejemplo anterior, Molina incluye tanto las formas más arcaicas como las contemporáneas, en consecuencia -quetl es en realidad el testimonio de la forma más arcaica, mientras que -qui es la más contemporánea.16 Como también se puede ver en los ejemplos anteriores, es posible que en su búsqueda por encontrar equivalencias a sus preguntas, Molina atribuyera, junto con sus ayudantes, matices específicos de palabras que, como micquetl y micqui, son básicamente sinónimos.

Si recurrimos nuevamente a los Cantares, también encontraremos el uso de cuicanitl (poeta-cantante) (cf. Garibay 2000:8). Probablemente Molina, en su búsqueda lexicográfica, volvió a las formas antiguas como una manera de representar el léxico en el náhuatl misionero, consonante con la historia de prestigio de los que son portadores los arcaísmos. Sin embargo, como he sugerido incluía una serie de otras formas de distintas épocas y registros, todo lo cual, como resultado global, produjo una especie de "gran mezcla", una de las características de la variedad misionera. Por ejemplo, considérese la inclusión de dos formas para la palabra conejo:

Conejo. Tochtli, tochin. (1977[1571]: esp-nah, 28v )
Tochin.
conejo. (1977[1571]: nah-esp, 148r)
Tochtli. conejo. (1977[1571]: nah-esp, 148r)

Nótese que en la sección español-náhuatl, ambas formas están incluidas en la misma entrada, comenzando con la más reciente y por consecuencia la más común y después aparece el arcaísmo (-in es una forma arcaica del absolutivo),19 mientras que en la sección mexicana se proporcionan dos entradas diferentes, ordenadas alfabéticamente.

Otro ejemplo es una entrada que recurre a una forma arcaica, el sufijo absolutivo -tla, para referirse a la idea de "agricultor" o "campesino" y su complejo semántico, aún cuando es probable que sea un ejemplo fosilizado:

Millapixcalli. cauaña de labradores. (1977[1571]: nah-esp, 56v)
Milla tlacatl. labrador o aldeano,20 (1977[1571]: nah-esp, 56v)

El origen de milla, aún cuando la forma más contemporánea también se incluye en el Vocabulario (milli), se forma con el radical de campo cultivado mil- más el sufijo arcaico -tla, que más tarde se convirtió en -tli, como en mil-li. Como con -tli, la / λ/ en -tla es sometida una asimilación regresiva hacia /l/.

Por lo tanto, probablemente, debido a la configuración de una variedad lingüística misionera, que valoraba mucho las formas de alto prestigio, que permite una compleja variabilidad gramatical diglósica, en Molina nos encontramos con elementos no sólo de la etapa de contacto 1, sino también arcaísmos, una de las características de una variedad amalgamada con ambos elementos, la misionera.

 

LA VARIACIÓN DIALECTAL EN EL VOCABULARIO DE MOLINA

Aún cuando Molina declara que cuando sea necesario proporcionará las variaciones dialectales, no especifica el origen de las palabras no preferidas, por lo que aún no se ha reconstruido su origen del todo (cf. Clayton & Campbell 2002:342).

Una de las variaciones más prominentes en Molina es la e~y, que alterna a inicio de palabra, lo cual representa una isoglosa. (cf. Lastra 1986:11, 24):

Eexpa. cada tres vezes. (1977[1571]: nah-esp, 28r)
Yexpa. tres vezes. (1977[1571]: nah-esp, 36r)
Eexca. en cada tres partes, o a cada tres raciones. (1977[1571]: nah-esp, 28r)
Yexcan. en tres partes, o lugares. (1977[1571]: nah-esp, 36r)

Dialectológicamente, las formas que comienzan con y-, aparecen, por ejemplo, en el náhuatl del estado de Guerrero de hoy en día, incluido el náhuatl del Balsas (cf. Flores Farfán 1999), y de acuerdo con Lastra (1986:24) en Tlaxcala, Hidalgo, Estado de México, ciudad de México y Morelos. Sin embargo, aquellos que sólo permiten e, son también característicos del náhuatl del Valle de México, donde las formas como euatl pueden alternarse con yehuatl (el/ella), aunque sólo sea ocasionalmente, como se sugiere en los ejemplos anteriores. Incluso cuando Molina no ha especificado el origen de la variación dialectal, la inclusión de estas formas es coherente con el enfoque de la variedad Alta que guió su proyecto lexicográfico.

Otro ejemplo de la variación léxica dialectal es la palabra que significa "ardilla". En el centro de México encontramos techalotl (1977 [1571]: nah-esp, 92r) (y sus variantes quauhtechalotl (1977 [1571]: nah-esp, 86r) y tlaltechalotl (1977 [1571]: nah-esp, 124v), mientras que en otras regiones como Guerrero contemporáneo encontramos moto'. En Molina (1977 [1571]: nah-esp, 61r) también encontramos mototli. Esto puede ser indicativo de la inclusión (¿inconsciente?) y tal vez incluso de un intento de "normalización", no importa cuán marginal, de formas de diferentes dialectos.21

Otra variación que puede ser atribuida a una diferenciación dialectal es la alternancia de la o y la u, en realidad, alófonos en náhuatl. Probablemente también como parte del proceso de "normalización" en Molina encontramos una serie de ejemplos con u donde se esperaría una o:

Muchi. todo. (1977[1571]:nah-esp, 61r)

En los textos más antiguos que son abundantes en arcaísmos encontramos muchi (todo) (Garibay 1995:174), mientras que en Molina encontramos ambos, tanto muchi en su forma libre como también mochi, aunque sólo en compuestos o circunloquios descriptivos. Una selección incluye:

Mochicauani. esforçado o animoso.
Mochicauhqui.
idem.
Mochicomatini. sospechoso o malicioso.
Mochi oipan quiz. persona experimentada.
Mochi oquittac. Idem. (1977[1571]:nah-esp, 57v)

Aunque esto requiere mucha más investigación, como ya he sugerido en otro lugar (Flores Farfán 2004, 2005) la variación diatópica se superpone directamente con el nivel diastrático, un hecho que podría explicar la inclusión de formas variables, sobre todo teniendo en cuenta que la variedad de más prestigio fue concebida como la de un discurso propio y pulido y consecuentemente un referente obligado. Por supuesto, esto corresponde a las variedades dialectales de Texcoco, precisamente donde florecieron los registros poéticos, los cuáles favorecieron [u] sobre [o]. Tal preferencia puede inferirse del orden en el que se presentan los ítems léxicos en el siguiente ejemplo:

teputzcomonia. nite. Lo mismo es que tepotzcomonia. [teputzcomonia. nite.
(1977[1571]:nah-esp, 103v)

Esto sugiere que, en efecto, la de Texcoco fue la principal forma preferida por Molina, coherente con el carácter prestigioso de tal dialecto. Por otra parte, respecto de la variación o~u, la existencia de dobles transferencias en las palabras del español en Molina, se tratan quizá inconscientemente como representantes de la variedad de prestigio, lo cual también podría ser un indicio del alto valor social atribuido a la /u/ en la época y/o del grado de interiorización del náhuatl del propio Molina:

Bienes de furtuna. tlatquitl (1977[1571]:esp-nah, 19v)
Cudicia. tlaeleuliliztli. neicoltiliztli (1977[1571]:esp-nah, 32v). (quoted in Clayton & Campbell (2002:369)

Esto podría ser un indicio de la profunda influencia de la pronunciación recibida que tuvo u como la forma de prestigio, que representa a Texcoco; después de todo, el lugar donde floreció la alta poesía náhuatl.

 

COMENTARIOS FINALES

Hemos visto que la variedad misionera de Molina se caracteriza por formas derivadas de la metodología nebrisense, aunque no limitada a ella. Esto nos recuerda la necesidad y la capacidad de adaptación de los misioneros para acercarse a las lenguas amerindias y desarrollar un arsenal descriptivo más apegado a la naturaleza de las lenguas consideradas "exóticas", un tema de investigación que se ha convertido en uno de los objetivos centrales de la lingüística misionera (cf. e.g. Altman & Zwartjes 2005).

Como parte de una necesidad denotativa de los elementos introducidos por la cultura invasora, otra de las virtudes del trabajo del franciscano estriba en una alta tolerancia al préstamo (e.g. híbridos, calcos) que neutralizan el purismo, favoreciendo la producción de circunlocuciones descriptivas, una solución lexicográfica que cobra vigencia hoy día en contextos de la recuperación de las lenguas amenazadas.

La riqueza de la obra no termina ahí. También incluye ítems para entender las distintas fases del contacto náhuatl-español (e.g. cómo pasó -pia de "guardar" a "tener"), las diferencias dialectales -y sobre todo sociolectales (e- varía con y-, o con u)-, sin olvidar los arcaísmos (e.g. la presencia de los agentivos -quetl, -ni, o del ya mencionado verbo -pia con su significado de "guardar").

También constatamos la preferencia por el habla (Alta) de los pillis (i.e. de México-Tenochtitlan-Tezcoco) Con los colaboradores pillis de Molina, se produjeron una serie de formas inducidas (e.g. formas obligatoriamente poseídas en absolutivo e.g. maytl "mano"), hipercorrecciones (retenciones vocálicas, /i/s epentéticas), todo lo cual conforma un neo-léxico (neologismos, neosemantismos) característico de la variedad consagrada por el franciscano (los pillis también se convirtieron en los primeros neo-hablantes de esta variedad inducida). Estas variedades de prestigio, en el caso del náhuatl corresponden a México-Tenochtitlan y, sobre todo Texcoco. Molina (1977 [1571]: 8) explica en uno de sus avisos que las palabras utilizadas por otras provincias, serían presentadas hacia el final, si se requiere de especificación. Es evidente que aunque por ejemplo la variación dialectal es reconocida, ésta está incluida sólo marginalmente y no del todo o para nada especificada, dando absoluta preferencia a la variedad de más prestigio.

Semejante preferencia de los misioneros por las variedades Altas se produjo no sólo en el náhuatl, sino también en otras lenguas mesoamericanas, lo cual sugiere todo un programa de investigación en el cual se podrían extrapolar por lo menos algunas de las conclusiones alcanzadas para el náhuatl, guardando desde luego las debidas proporciones. Por ejemplo, el que plural se extendiera a todos los sustantivos con base en el modelo castellano, contrasta con el hecho de que en la época prehispánica se encontraba restringido a las entidades animadas con base en una jerarquía de más a menos humano. La generalización del plural a entidades no animadas probablemente fue inducida por la confección de obras como la de Molina y se atestigua hoy en día en lenguas que recibieron poca o nula atención de los misioneros, y que han empezado a mostrar la influencia e impacto de la presencia de investigadores que, como Molina, en tiempos modernos pugnan por confeccionar gramáticas o diccionarios.22 Así en el Vocabulario encontramos por ejemplo plurales de formas no animadas, una innovación con respecto al náhuatl prehispánico, producto del contacto con el español:

Piedras. teme (1977[1571]:esp-nah, 96V)

Por otra parte, si bien la sección de español del Vocabulario es sumamente interesante, es la lengua náhuatl la que se destaca en el Vocabulario, incluso si aparece después del español, como si fuera una traducción, que no es en absoluto el caso, sino que es el idioma meta. Entre otros, muchos de los neologismos y definiciones finas surgieron en el esfuerzo transcultural de construcción de una variedad que respondía también a necesidades pedagógicas y de comunicación que ahora llamamos intercultural. En este sentido, Molina nos recuerda que:

También se ha de advertir que los romances de los vocablos de la lengua [para que mejor se entienda la significación de ellos] se han de buscar en este vocabulario que comiença en la lengua mexicana:, por quanto en el estan mejor declarados que en el que comiença en romance [...] ('Prólogo al Lector', aviso sexto.)

En otras palabras, Molina era consciente de que los misioneros requirieron de un diccionario náhuatl para los fines de evangelización, y por tanto, el náhuatl era la lengua meta. Molina nunca perdió de vista este objetivo lexicográfico. Esto es decir que lo más importante del trabajo lexicográfico de Molina se centró en la lengua náhuatl, no en el español. Tal importancia del náhuatl como lengua meta, incluso cuando procedan de los motivos educativos y de comunicación orientados al proyecto evangelizador, conlleva un efecto de mantenimiento de la primera lengua, la indígena, que valoramos y admiramos hasta el día de hoy. En este sentido, el proyecto franciscano, un proyecto humanístico de gran envergadura, prefiguró no sólo los procesos modernos de documentación lingüística, sino también la ciencia etnográfica de nuestro tiempo. Al llevarlo a cabo, lo llevó mucho más allá de la obra lexicográfica de su tiempo.

Todo esto le confiere un carácter particular, una fisonomía propia a la variedad del Vocabulario, resumido en la emergencia de una variedad mixta, trasudando la relación de poder puesta en juego en la interacción verbal entre Molina y sus informantes, produciendo una suerte de koiné misionero que responde a necesidades descriptivas, pedagógicas y desde luego de evangelización.

 

REFERENCIAS

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NOTAS

1 Basta con considerar el tequio o trabajo comunal, una práctica vital hasta el día de hoy.

2 Molina considera su trabajo principalmente como la investigación de las palabras nahuas en español en lugar de facilitar su traducción al náhuatl, independientemente de la dirección del diccionario

3 Téngase en cuenta que los prefijos posesivos son alternados en vez de arbitrarios. Por ejemplo: mo-ma-yec es "su (SG) mano derecha", "su mano derecha", no-ma-yec-can "mi mano derecha (lugar)", "(el lugar de) mi mano derecha ". Por otra parte, las traducciones no funcionan adecuadamente para la forma de posesivo.

4 Esto nos recuerda la forma en que, a veces, las adivinanzas recogidas en el libro sexto del Códice florentino se respondieron. Por ejemplo to-zti, "nuestra(s) uña (s)"; o t-ixtelolo, "nuestro (s) ojo (s)".

5 El segundo significado de xictli es probablemente una extensión semántica para describir un objeto nuevo introducido por la cultura invasora, una fuerza que probablemente también jugó un papel importante en la producción de formas absolutivas o libres, junto con la necesidad de una entrada lexicográfica canónica. Smith-Stark (comunicación personal) ha llamado mi atención que esta palabra probablemente no se refiere a una brújula, sino más bien a la mirilla de un trabuco, una extensión semántica del ombligo, que, según él, tendría más sentido.

6 Nótese cómo la palabra ichca(tl) se siguió extendiendo semánticamente de "oveja", su extensión semántica inicial, a "ganado".

7 Un neosemantismo consta de una palabra que adquiere un nuevo significado, por ejemplo, como un efecto del contacto de lenguas. Como neosematismos nahuas se cuentan extensiones semánticas bien conocidas de la palabra ichcatl (lana) y mazatl (venado), que respectivamente se convirtieron en "oveja" y "caballo" (cf. Lockhart 1992).

8 Teniendo en cuenta el registro escrito al que pertenece ésta y todas las fuentes coloniales, parece difícil encontrar otras formas similares contraídas, sin embargo, en Olmos (1985 [1547]: 264) nos encontramos con nahui (mi tía), derivado de ahui, (tía) y la primera persona posesiva, no,- y no noahui. Otra indicación indirecta de que noamoch constituye una forma derivada muy cuidadosamente del uso atento del discurso e interlocutor, están especialmente relacionadas con la elicitación tal como la conocemos en la lingüística moderna, una situación muy parecida a la que probablemente entabló Molina con sus colaboradores indígenas, en el que varias formas similares asociadas a las actitudes puristas aparecen en el caso del náhuatl moderno (cf. Flores Farfán 1999, 2003).

9 Cf. la forma tlitl (fuego).

10 Por supuesto otras fuerzas pueden estar en juego en el proceso de producir formas similares, tales como la formación analógica, comparar maytl con cueitl (camisa indígena).

11 En Karttunen y Lockhart (1976:43-45) se constata el desarrollo de -pia de su significado original de salvaguardar a la innovación debida al contacto de las lenguas en cuestión.

12 En el Vocabulario de 1555 (204) el genérico puerco o puerca es glosado como coyametl (jabalí) una indicación de que la palabra pitsotl es un desarrollo posterior. Según Lockhart (1992:280) el significado de pitzotl es desconocido. Mi hipótesis es que se deriva de quipipitzohua (chupar, besar), un significado que sin duda recuerda el comportamiento de los cerdos. Incluso cuando había un animal llamado pizotli (pizote) presente en el Libro 11 del Códice florentino, estas palabras o los animales no son idénticos. Así pitzotl no puede simplemente ser considerada equivalente a pizotli y por lo tanto un modelo para la palabra pitzotl , Sahagún (Códice florentino, p. 10) dice:. "Otro animalejo que se llama pezotli es como el de arriba dicho mapachitli, salvo que no tiene pies ni manos como persona..."

13 La evidencia adicional contemporánea también permite afirmar que maaske y sus variantes es una palabra de origen náhuatl, su existencia probablemente como un préstamo del náhuatl en otros idiomas indígenas mexicanos, como el otomí y el totonaco, son pruebas que invitan a desarrollar más investigación sobre el tema.

14 En el uso moderno del náhuatl del Balsas, cuando uno sale de un lugar determinado, maaske teh es la cortesía esperada de rutina para decir "adiós".

15 Nótese que por ejemplo el mexicanismo macehual se utiliza hoy en día para referirse a la lengua maya, masewaloob.

16 Como Garibay (1994:317) sugiere, la poesía es sin duda un género en donde el lenguaje arcaico es más probable ser encontrado, no sólo en náhuatl, sino en cualquier lengua. Las formas más arcaicas del náhuatl se encuentran en textos como Cantares mexicanos (Bierhorst 1985, Garibay 2000) y por supuesto en los textos nahuas más antiguos disponibles como los Primeros memoriales, en especial en el texto Veinte himnos sacros de los nahuas (cf. Garibay 1995; Canger 1988:31).

17 Un interesante paralelismo está presente en el mexicano moderno. En el náhuatl del Balsas, la diferencia entre kipia (tener) y tlapia (conservar, proteger, cuidar), la provee la oposición entre el ki- y el objeto específico del objeto indeterminado tla-.

18 Garibay (1995:18 ss.) enlista -quetl, así como otras formas, como -na (más tarde, el agentivo -ni) y-tla (más tarde, el absolutivo sufijo-tli) como arcaicos.

19 Según Garibay (1994:317) la lengua arcaica conserva-in, que más tarde fue sustituido por-tli. Su ejemplo es: "Por cuauhin cuauhtli" [cuauhin para cuauhtli: águila]. Esto también explicaría por qué en náhuatl clásico y moderno -in es la forma absolutiva menos productiva.

20 Sullivan y Dakin (1980:293) identifican, al referirse a los Primeros memoriales, uno de los textos más antiguos disponibles, una serie de arcaísmos: "en estos textos se encuentra el protosufijo -la que representa la asimilacion de la tl despues de una l [...] por ejemplo tenemos nella, 'verdadero', quetzalcalla, 'casa de plumas de quetzal', yancuipilla, 'recien nacido'".

21 Al respecto Canger (1988:48) señala: "The situation that was in force at the time of the Spanish conquest was frozen [...] by the arrival of the Spanish [...] the configuration of the sociolects [...] was frozen". Lo que implicaba también "late influence from one prestigious and dominant dialect, Tenochtitlan [.] and they [los españoles] have had the function of unifying the dialects". ["La situación que estaba en vigor en el momento de la conquista española se congeló [...] por la llegada de los españoles [...] la configuración de los sociolectos [...] se congeló". Esto implica que las características comunes de los dialectos centrales se deben a "la influencia tardía de un dialecto de prestigio y dominante, Tenochtitlan [...] y [los españoles] habrían tenido la función de unificar los dialectos". Con estas condiciones en mente, los misioneros como Molina recuperaron las variedades más homogéneas que representan a las clases dominantes y su política lingüística que quizá también incluye los fines de normalización.

22 Por ejemplo en totonaco hoy día "perro", que tiene como forma el préstamo náhuatl, chichi, que no recibía el plural, empieza a ser chichi-n "perros", muy probablemente debido al impacto del español a través del trabajo de los lingüistas.

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