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Estudios de cultura náhuatl

versión impresa ISSN 0071-1675

Estud. cult. náhuatl vol.45  Ciudad de México ene./jun. 2013

 

Artículos

 

Las funciones rituales de los altos personajes mexicas

 

The ritual functions of the aztec high dignitaries

 

Danièle Dehouve

 

Antropóloga y etnohistoriadora, directora de investigaciones en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS, Francia), directora de estudios en la Escuela Práctica de Altos Estudios (EPHE, París). Entre sus obras se pueden mencionar Relatos de pecados en la evangelización de los indios de México (2010), y Limaginaire des nombres chez les anciens Mexicains (2011). Véase http://www.danieledehouve.com

 

Resumen

Se conoce el nombre de un promedio de 35 dignatarios mexicas, así como su papel en la guerra, la justicia y las embajadas. El artículo quiere demostrar que, como esta sociedad no establecía una separación entre lo político y lo religioso, ellos desempeñaban también funciones rituales. Para tal efecto, intenta vincular sistemáticamente los títulos con los templos del recinto sagrado y sus dioses.

Palabras clave: dignatarios, mexicas, templos, dioses, tlacateccatl, tlacochcalcatl, tlillancalqui, cihuacoatl.

 

Abstract

We know the name of an average of 35 Aztec dignitaries, as well as their role in the war, justice and the embassies. The article wants to show that, as this society did not provide a separation between politics and religion, they played also ritual functions. For the effect, it attempts to systematically link the titles of the dignitaries with the temples of the sacred enclosure and their gods.

Keywords: dignitaries, aztec, temples, gods, tlacateccatl, tlacochcalcatl, tlillancalqui, cihuacoatl.

 

Los países occidentales han empezado hace siglos a separar el campo civil del campo religioso, el primero administrado por el gobierno y el segundo por la Iglesia. En la época de la conquista, los españoles ya reconocían esta separación, aunque, al mismo tiempo, pensaban que la buena gestión del reino requería la colaboración del gobierno y de la Iglesia. nuestro conocimiento de la sociedad mexica proviene de varias crónicas redactadas entre los siglos XVI y XVII por personas que tenían por cierto que un funcionario del gobierno no podía confundirse con un sacerdote.

Años después, los etnohistoriadores contemporáneos han puesto en duda esta idea, al notar la imbricación del poder y de la religión, y la porosidad de las categorías de sacerdote y guerrero en la sociedad mexica, como en la cita que sigue:

no podemos hablar del sacerdocio como de un grupo especializado en contraste con el grupo políticamente dominante, sino que al parecer existía una gran coincidencia entre ambos grupos. Por una parte, los guerreros, dignatarios nobles y funcionarios políticos desempeñaban importantes funciones sacerdotales, y por otra se menciona que los sacerdotes iban también a la guerra (Broda, 1976: 51).

Este artículo quiere seguir esta vía de investigación y plantear la posibilidad de una participación de los dignatarios mexicas en el culto en la ciudad de Tenochtitlan. Las fuentes proporcionan varias listas de títulos llevados antes de la conquista por los altos personajes del reino.1 Reunidas, estas listas permiten llegar a un promedio de 35 títulos (entre los cuales son bien conocidos los tlacateccatl, tlacochcalcatl, tlillancalqui, ezhuahuacatl, y otros). Sabemos que ellos intervenían en la guerra como "capitanes" y "generales", desempeñaban el papel de "juez" y "ejecutor", y representaban al rey tlahtoani como embajadores y mensajeros. ¿Es posible añadir las funciones rituales a esta lista de competencias que, desde el punto de vista de nuestras sociedades, pertenecen al campo político-administrativo?

Empezaré por recordar que Rudolph van Zantwijk, uno de los etnohistoriadores que han consagrado más tiempo a los altos personajes mexicas, muestra que los títulos estaban vinculados con los barrios de la ciudad de Tenochtitlan. Los barrios a los cuales se refiere son los calpulli (o calpolli, "grandes casas") que el investigador holandés define como "communities of people who were connected in various ways with one or two specific noble families or with one or more individual chiefs from such families; furthermore they belonged to a local ceremonial center at which a particular god or goddess was worshipped" (Zantwijk, 1985: 82). Los títulos estaban formados sobre un nombre de barrio: así, por ejemplo, el dignatario llamado huitznahuatl era "title of an officeholder and military chief related to the calpolli of Huitznahuac" (ibid.: 296). A partir de esta constatación, el autor llega a conjeturar que los dignatarios eran los jefes políticos de los barrios.

Curiosamente Zantwijk no emite nunca la hipótesis que los dignatarios de los barrios hayan desempeñado un papel ritual. Sin embargo, y de manera indirecta, se aproxima a esta idea: trata de vincular algunos de los altos personajes con los siete colegios sacerdotales o calmecac (Zantwijk, 1966) e intenta reconstituir la participación de los barrios en el culto de Tenochtitlan (Zantwijk, 1985). Aquí voy a tratar de franquear el paso, considerar la sociedad mexica como una sociedad de realeza sagrada desprovista de la "separación de los poderes" (Dehouve, 2006) y conjeturar que los dignatarios mismos intervenían en el culto.

Para el efecto, será importante relacionar estos funcionarios con varios tipos de lugares sagrados. El barrio (calpulli o tlaxilacalli) era un lugar de residencia ubicado en la ciudad de Tenochtitlan, consagrado a un dios principal y varios dioses secundarios venerados en los templos de su centro, el calpulco. Seguiré la demostración de Yólotl González Torres (1985) para considerar que, en ciertos casos, las deidades de los barrios principales estaban representadas en el "recinto sagrado", un amplio espacio dedicado al culto situado en el corazón de la ciudad.

En el "recinto sagrado" se encontraban 78 edificios numerados por orden en una lista proporcionada por Sahagún (FC II y HG II, apéndice). El recinto estaba limitado por una muralla perforada de cuatro puertas que abrían sobre las calzadas de salida de la ciudad. El edificio más grande era el Templo Mayor, o sea la pirámide doble que servía de base a los templos de los dioses Huitzilopochtli y Tláloc. La rodeaban varias clases de construcciones. Aurélie Couvreur (2002) ha mostrado que los 78 edificios pueden ser agrupados en 25 conjuntos dedicados a ciertos dioses. Cada conjunto comprendía templos, o pirámides coronadas con su templo, casas y estructuras rituales, tales como el cuauhxicalli que recibía los corazones de sacrificados y el tzompantli en el cual se espetaban los cráneos de los mismos. Siete conjuntos poseían su propio colegio sacerdotal o calmecac, donde eran educados los jóvenes de la nobleza. Al pie de los templos, residían los sacerdotes que diariamente sahumaban con copal el altar del dios. Un grupo de casitas rodeaban los templos y recibían el nombre de calpulli -mismo nombre dado a los barrios de residencia-; allí se realizaban comidas rituales después de un sacrificio (FC II: 193).

De esta manera, un dignatario podía vincularse potencialmente con los lugares de culto situados en su barrio y en el recinto sagrado. Como conjeturo que los dignatarios podían ocupar una función sacerdotal, es necesario decir unas palabras sobre el cuerpo sacerdotal. Se componía de "guardianes de los dioses" (teopixqueh), por lo general atados a una divinidad, un templo y una fiesta (Acosta Saignes, 1946: 161-168). Entre un gran número de especialistas, la categoría de teohua ("Él que tiene un dios", pl. teohuaqueh) cobraba una importancia especial, ya que este personaje encabezaba a los ministros de un templo y llevaba el mismo nombre que el dios: por ejemplo, Ometochtli (2-Conejo) era el teohua del dios del pulque, responsable de un templo. Dichos teohuaqueh encarnaban al dios del templo y, para el efecto, revestían sus atavíos para bailar durante las fiestas. Además, los teohuaqueh tomaban cuidado en persona de los cautivos sacrificados a su deidad, eran responsables de sus ornamentos que se conservaban en el templo y, llegado el día adecuado, revestían con ellos a las víctimas. El mismo término de ixiptla (imagen o representante) se aplicaba al teohua y a la víctima, ambos siendo ixiptla del dios. Por eso es que el sacerdote teohua y la víctima del sacrificio se designaban por medio del nombre del dios. En otros términos, la finalidad del ritual consistía en hacer de los tres actores rituales -el dios, el teohua y la víctima- una sola persona. La identificación operaba por medio de los vestidos y atavíos del dios, llevados tanto por el teohua como por el sacrificado.

Queda por aclarar que el papel de teohua no estaba reservado al sacerdote supremo de un templo del recinto sagrado; al contrario, podía estar desempeñado, a otro nivel y de manera colectiva, por los llamados "viejos" de los calpulli.2 Aparte de los teohuaqueh, varios especialistas rituales estaban encargados de unos episodios específicos en el culto. Cada ceremonia se descomponía en múltiples actos rituales que quedaban a cargo de distintos funcionarios. Así se constituía una burocracia ritual excesivamente compleja. En las líneas que siguen, trataré de poner sistemáticamente los títulos de los dignatarios en relación con los nombres de los dioses, de los templos y de los ritos.

 

EL SIGNIFICADO DE LOS NOMBRES DE CARGO

El nombre de muchos dignatarios revela de inmediato el contenido ritual de su cargo. Así, a continuación, encontraremos a varios altos personajes que ocupaban la función de teohua; unos llevaban el nombre de su dios y otros, el nombre de un templo. Cuando el nombre del cargo remite a un templo, sin que los textos especifiquen que se trata de un teohua, me contentaré de llamar la atención sobre un posible vínculo ritual entre el dignatario y el templo. Veremos además que varios altos personajes eran responsables de un ritual específico durante alguna de las fiestas.

 

Los nombres de lugares

La gran mayoría de los títulos están formados sobre un topónimo (cuadro 1). Las reglas gramaticales del náhuatl son suficientemente precisas para que sea posible restituir el nombre de lugar sobre el cual se forman los nombres de personajes.

Para tomar un ejemplo conocido de todos, se sabe que el mexicatl o mexihcatl (pl. mexica o mexihcah) es el habitante de México. El sufijo -catl (que significa "habitante de") sustituye el sufijo toponímico -co (que significa "lugar de"): mexih-co (México) da mexih-catl (habitante de México). Sobre este modelo se forman, por ejemplo, los títulos atlauhcatl (atlauh-catl, de atlauh-co) y atlixcatl (atlix-catl, de atlix-co) [véase el Cuadro 1]. Siguiendo la misma regla (Launey, 1980, I: 288-289), el sufijo toponímico en -tecatl sustituye un sufijo en -tlan: por ejemplo, el título coatecatl (coa-tecatl) significa "Él de Coatlan" (coa-tlan). El sufijo en -mecatl sustituye un sufijo en -man: por ejemplo, chalmecatl (chal-mecatl) significa "Él de Chalman" (chal-man). El sufijo en -panecatl sustituye un sufijo en -pan: por ejemplo, atempanecatl (atem-panecatl) significa "Él de Atempan" (atem-pan). ). El sufijo en -camecatl sustituye un sufijo en -can: por ejemplo, huehuecamecatl (huehue-camecatl) significa "Él de Huehuecan" (huehue-can).

Es de advertir que, a menudo, los investigadores han malentendido el significado de los títulos de los grandes personajes porque no se han percatado que están formados sobre un nombre de lugar. En lo que se refiere a los títulos mencionados en el Códice Mendoza, una explicación se encuentra en el hecho que su escritura pictográfica utiliza fonogramas. Así, el título huitznahuatl o huitznahuacatl (Él de Huitznáhuac) está formado sobre el topónimo "Cerca de las espinas" (huitz-tli, espinas; na-huac, cerca de). Por medio de un procedimiento que conocemos bajo el nombre de rebus, basado en un juego de palabras, el glifo del título se constituye de una espina (que se dice huitz-tli) y de la voluta de la palabra, que se lee nahuatl (palabra o idioma), lo que da huitz-nahuatl. El juego de palabra confunde nahuac (cerca de) y nahuatl (palabra). Sin tomar en cuenta el rebus, Frances Berdan traduce el glifo por: "palabra en espina de agave" (Berdan, en Códice Mendoza, 1992: II, 211). Siguiendo el mismo procedimiento, la investigadora traduce el título tequixquinahuacatl (el de Tequixquinahuac, lugar cerca del salitre) por "palabra de salitre" (ibid.: II, 117) y Acatliacapanecatl (el de Ácatl yacapan, lugar frente a los carrizos) por "Señor del carrizo en la nariz" (ibid.: II, 117). El título tlailotlac, formado sobre Tlailotlacan y de etimología incierta, está representado por pasos que dan la vuelta, porque ilo(a) es un verbo que significa "regresar". Es lo que lleva la investigadora a traducir el término mixcoatlailotlac por "el señor de la serpiente nube que regresa" (ibid.: II, 217), mientras que yo lo traduzco como el "tlailotlac de Mixcoac o Mixcóatl".

 

Los nombres de templos

Empezaré con los títulos cuyo contenido religioso es manifiesto. Huitznahuacatl (el de Huitznáhuac), se llamaba también Huitznahuatl, como el dios; sabiendo que los teohuaqueh llevaban el nombre de su dios, podemos conjeturar que el huitznahuacatl era el teohua del complejo arquitectónico ubicado en el recinto sagrado, compuesto de un templo (el Huitznáhuac teocalli, edificio núm. 19 de la lista de Sahagún) y un colegio sacerdotal o calmecac (núm. 24). El nombre completo del teohua era Huitznahua teohuatzin Omacatl (FC II: 206). En efecto, no encarnaba a un solo dios, sino a un complejo de deidades, comprendiendo a Huitznáhuatl propiamente dicho -un representante de los 400 huitznahuas masacrados por Huitzilopochtli según el mito-, a Omácatl, dios cuya fecha calendárica era Ome Ácatl, es decir, 2-Carrizo (FC II: 185), y a Huitzilopochtli en persona. Todo el barrio de Huitznáhuac participa masivamente en la fiesta anual de Panquetzaliztli (FC II: 148, 175, 183, 192, 206, III: 7).

El título tlillancalqui ("el que tiene una casa en Tlillan) está claramente asociado con el complejo arquitectónico dedicado a Cihuacóatl que comprendía el templo de Tlillan y su colegio sacerdotal o calmecac (FC II: 180-182). Según Alvarado Tezozómoc (LXIII: 330), el Tlillan calmecac era llamado Tlillancalco, el cual correspondía al edificio núm. 12 de la lista de Sahagún. Torquemada (1986, II: 264) precisa que el sacerdote llamado tlillancalcatl era un "sacristán mayor a cuyo cargo estaba la guarda de los ornamentos". Esto se puede entender de dos modos. Según la primera interpretación, el tlillancalcatl estaría a cargo de todos los ornamentos divinos, cualquier que sea el dios. Es lo que sugiere Torquemada al mencionar al tlillancalcatl justo después del tlaquimiloltecuhtli (tesorero), suponiendo que ambos cargos existían en todos los templos. Según otra interpretación, el tlillancalcatl desempeñaría su función únicamente en Tlillan. En este caso, estaría a cargo de los vestidos de la mujer sacrificada en personificación de Cihuacóatl. Hay que señalar la existencia de otro dignatario llamado cihuacoatl, el cual llevaba el nombre de la diosa, y por lo tanto era su teohua. Podemos pensar que el tlillancalcatl y el cihuacoatl repartían entre ellos el trabajo ritual, el primero cuidando los ornamentos en el calmecac y el segundo vistiéndose de ellos. La diosa Cihuacóatl se festejaba anualmente en Tititl.

Ezhuahuacatl era "el de Ezhuahuanco". No conocemos ningún lugar de este nombre en el recinto sagrado, pero su significado (Lugar de las rasguñas sangrientas) evoca, sin lugar a dudas, la fiesta de Tlacaxipehualiztli durante la cual los cautivos eran "rasguñados" por unos guerreros antes de ser sacrificados. Los "rasguños" daban su nombre al ritual que se llamaba tlahuahuanaliztli; tanto esta palabra como la de Ezhuahuanco estaba formada sobre el verbo huahuana (rasguñar). Como esta ceremonia se realizaba al lado de la piedra redonda del temalacatl, es posible que el funcionario ezhuahuacatl fuera asociado a este punto sagrado (edificio núm. 62 de la lista de Sahagún), el cual se encontraba en el patio del templo Yopico consagrado a Xipe Tótec (núm. 51), que tenía también un colegio sacerdotal o calmecac (núm. 54). Ningún dignatario llevaba un título correspondiente a este templo a pesar de su importancia en el culto real, y se puede conjeturar que el ezhuahuacatl representaba el Yopico.

El tizocyahuacatl era un título formado sobre el topónimo Tizocyáhuac, particularmente difícil de interpretar. Se pueden hacer dos propuestas de traducción. La primera, "Él que ofrece a los cuatro rumbos el pulque sagrado" (tiz[a-tl]-oc(tli)-iyahua-catl), se basa en la suposición de que tizoc sería una abreviatura de tizaoc(tli), el pulque blanco, una clase de bebida embriagadora consumida ritualmente al final de Tlacaxipehualiztli y durante la fiesta de Huey tozoztli que la concluía (FC II: 60 y 210). La segunda parte del título, iyahua, designaría al gesto de presentación a las cuatro direcciones de un objeto elevado en el aire (tla-[i]yahua), el cual no debe confundirse con el verbo iyahualoa (tla-[i]yahualoa) que se refiere a una procesión girante. En ambos casos, el movimiento sigue el sentido inverso a las manecillas del reloj, en una clara imitación del movimiento del sol en el calendario de horizonte (Dehouve, 2011). De escoger esta posibilidad de traducción, el tizocyahuacatl sería un actor ritual que ofrece el pulque, quizás en ocasión de la fiesta de Tlacaxipehualiztli. En este caso, estaría asociado con el templo Yopico. Dicha interpretación está en acuerdo con el glifo del título en el Códice Mendoza, que consiste en un recipiente lleno de pulque. Sin embargo, esto no debe tomarse como una prueba definitiva, puesto que las láminas en cuestión utilizan fonogramas, como lo hemos dicho arriba; es muy posible que la primera parte del título haya sido dibujado como tizoc(tli), el pulque blanco, en razón de una semejanza fonética con otra palabra.

La segunda propuesta de traducción es "Él que moja con sangre humana" (te-ezo(tl)-ciyahua-catl), de te-ezo(tl) (sangre de alguien) y ciyahua (mojar), verbo que existe en composición (a(tl)-ciyahua: (mojar con agua). Al apoyo a esta propuesta está la ortografía tecociyahuacatl o teçociyahuacatl, a menudo utilizada. En este caso, el dignatario sería un actor ritual encargado de presentar en ofrenda la sangre de un sacrificado. Durante la fiesta de Tlacaxipehualiztli, existía un especialista ("otro sacerdote tlamacazqui") que, justo después de la escisión del corazón, cogía sangre en el pecho del cautivo con "un cañuto de caña hueca" y lo ofrecía al sol (FC II: 53, HG II, 21, 30). Aunque ninguna de las dos propuestas de traducción pueda considerarse como segura, pienso que el título designaba a un actor ritual, o sea un personaje encargado de un acto ritual de suma importancia, muy posiblemente asociado con la fiesta de Tlacaxipehualiztli.

El título atempanecatl (el de Atempan) remite a un punto sagrado llamado Atempan, consagrado a la diosa Toci (edificio núm. 74 de la lista de Sahagún). Con el nombre atempan teohuatzin, su sacerdote teohua estaba encargado de los adornos de plumas de águila puestos a la personificación de Toci antes de su sacrificio, durante la fiesta de Ochpaniztli.

Además, en Atempan los cuecuextecah (huastecos) de la diosa Toci hacían su penitencia con autosacrificio durante la misma fiesta, bajo la vigilancia del mismo sacerdote (FC II: 208). Después del sacrificio de Toci, las ceremonias proseguían en el lugar de este nombre (FC II: 122). El edificio servía además en otra ocasión, cuando los niños por sacrificar en Atlcahualo en honor a los dioses pluviales estaban reunidos en su patio antes de ser llevados a los cerros (FC II: 192). Los textos no precisan que el atempanecatl fuera teohua del templo de Atempan. Podemos pensar que, de caso contrario, esto no impidió que el atempanecatl participara en las fiestas de su templo.

El título atlauhcatl (el de Atlauhco) está formado sobre Atlauhco, un edificio del recinto sagrado consagrado a una Cihuatéotl -una de las diosas cihuateteoh que representaban a las mujeres muertas en parto- de nombre Huizilincuátec (edificio núm. 50 de la lista de Sahagún, asociado al núm. 53; otro oratorio del mismo nombre dedicado a Cihuacóatl llevaba el núm. 60). Su templo realzado, el Atlauhco, se erguía en el lugar llamado Coatlan. Allí vivían unos sacerdotes tlenamacaqueh que sahumaban su imagen con copal (FC II: 188-189). El sacrificio de la personificación de Huizilincuátec se realizaba durante las fiestas de Ochpaniztli (según FC II: 189) y de Tititl (según FC II: 188). Es posible que atlauhcatl haya sido el nombre del teohua de Atlauhco o, sino, simplemente que haya participado en sus fiestas.

Como se acaba de decir, el templo de Atlauhco se encontraba en el lugar llamado Coatlan, nombre del edificio núm. 65 de la lista de Sahagún al origen del título coatecatl (el de Coatlan). Su diosa patrona era Coatlicue (la de la falda de serpiente), también llamada Coatlan tonan (nuestra madre de Coatlan), madre de los 400 huitznahuas y del dios Huitzilopochtli, según el mito. La mujer que la personificaba estaba sacrificada durante su fiesta que coincidía con el mes de Tozoztontli, pues, al mismo momento, las pieles humanas que provenían del sacrificio de los cautivos en Tlacaxipehualiztli se arrojaban en el templo de Yopico (FC II: 57). Los personificadores de los 400 huitznahuas se sacrificaban en Coatlan al final de la fiesta de Quecholli (FC II: 191). Es posible que el coatecatl haya sido teohua del templo de Coatlan y de la diosa Coatlicue, o simplemente que haya participado en sus fiestas.

El teocalcatl era "el del Teocalco". Bajo este nombre se conocía una sala del palacio de Tenochtitlan donde se conservaban los tesoros de plumajes, oro y piedras preciosas (FC XII: 48). Sin embargo, se puede pensar que el término ha sido mal escrito y debería leerse teccalcatl, formado sobre Teccalco, el edificio núm. 17 del recinto sagrado: el brasero donde los cautivos se arrojaban al fuego durante la fiesta de Teotleco (FC II: 182).

 

Los responsables de las "casas de dardos"

Un conjunto de cinco títulos (acatliacapanecatl, tezcacoacatl, cuauhquiahuacatl, tlacochcalcatl y tlacateccatl) estaban relacionados con una clase específica de templos llamados tlacochcalco (casa de dardos). Estos edificios servían de arsenal para albergar las armas y de templo donde se sacrificaban unos cautivos. En el recinto sagrado existían tres tlacochcalco, situados en las calzadas que permitían entrar a la ciudad. El primero se llamaba Tlacochcalco Ácatl yacapan (la casa de dardos frente a los carrizos, edificio núm. 21 de la lista de Sahagún) y defendía una de las entradas.3 No se sabe con certeza a qué dios estaba consagrada, pero en el calpulli del mismo nombre (el edificio núm. 76 correspondiendo a "una casa") se sacrificaban a unas personificaciones de los dioses pluviales llamados tlatlaloque (FC II: 193). El segundo, llamado Tezcacóac Tlacochcalco (el lugar de la serpiente de espejo, casa de dardos, edificio núm. 75), defendía otra entrada. Durante la fiesta de Izcalli dedicada al dios del Fuego, un calpulli del nombre de Tezcacóac acogía la borrachera ritual durante la cual los niños emplumados bebían pulque (FC II: 169-170).

El tercer tlacochcalco era el principal y más céntrico: el Tlacochcalco Cuauhquiahuac ("la casa de dardos de la puerta de las águilas", edificio núm. 69 de la lista de Sahagún) se elevaba en la entrada del patio del templo de Huitzilopochtli (HG II, 34: 145) y albergaba la imagen del dios de los guerreros difuntos, Macuiltótec o Macuilxóchitl. En este importante lugar, se sacrificaban cautivos en varias ocasiones: durante las fiestas de Panquetzaliztli y Tlacaxipehualiztli y cuando se encendía un fuego nuevo (FC II: 192). Es de añadir que las descripciones de la fiesta de Toxcatl mencionan otro edificio del mismo nombre: un pequeño tlacochcalco donde se realizaba el sacrificio de la "imagen" de Tezcatlipoca, ubicado al sur de Tenochtitlan, en la provincia de Chalco.

Los tlacochcalco servían igualmente durante los rituales funerarios en honor a los guerreros muertos en el campo de batalla y a los soberanos difuntos. Basándose en los textos de la tradición de la Crónica X, López Luján (2006, I: 286-287) ofrece una revisión sucinta de estas ceremonias. Los oficiales desaparecidos en los combates estaban representados por bultos fúnebres hechos de madera resinosa revestida de los atavíos propios a su rango. Puestos los bultos en orden, empezaban los ritos de velación con bailes y cantos fúnebres. Al cuarto día prendían fuego a los bultos para después enterrar las cenizas. Unas ceremonias semejantes se realizaban en honor a los reyes difuntos, según las descripciones que tenemos a propósito de dos de ellos, Axayácatl y Ahuítzotl. En el primer caso, un bulto fúnebre fue revestido de los atavíos de varios dioses y, en el segundo, fue velado el cuerpo mismo del tlahtoani. Acto seguido, se prendió fuego a los despojos reales. López Luján (ibid.: 276) subraya que el tlacochcalco recibía por otro nombre el de tzihuaccalli (casa del tzihuactli), el cactus Cereus garambullo que era típico del aterrador mundo de los muertos. Además, los bultos fúnebres estaban atravesados de dardos (tlacochtli) lo que refuerza su vínculo con las "casas de dardos" o tlacochcalli.

Hay que añadir que López Luján (ibid.: 276-293) ha demostrado que el tlacochcalco estaba íntimamente relacionado con otro edificio llamado tlacatecco (lugar donde se cortan los hombres). Ambos espacios acogían las ceremonias de entronización de los reyes recién electos y sus cuatro coadjutores. Para asentar su demostración, el autor muestra que los dos edificios conformaban en realidad un solo conjunto arquitectónico. El nuevo soberano entraba en el tlacochcalco donde seguía un trayecto simbólico a través del mundo de los muertos durante cuatro días, antes de salir por una sala situada al oriente y nombrada tlacatecco. Este doble edificio tlacochcalco-tlacatecco sería la llamada Casa de las Águilas recientemente excavada en el recinto sagrado del Templo Mayor de Tenochtitlan.

Ahora bien, los dignatarios de los tres tlacochcalco llamados acatliapanecatl, tezcacoacatl y cuauhquiahuacatl estaban, a mi juicio, encargados de supervisar las ceremonias que se llevaban a cabo en los edificios del mismo nombre. El más importante de ellos era el último, responsable del tlacochcalco central situado en el patio del templo de Huitzilopochtli, el Cuauhquiáhuac, consagrado a la vez a Huitzilopochtli y Tezcatlipoca (dos dioses ligados al poder real) y a Macuiltótec (prototipo del guerrero difunto). Las descripciones de las ceremonias fúnebres, así como de los ritos de entronización, se refieren todas a este edificio, de manera que no sabemos a ciencia cierta si los otros dos tlacochcalco servían también para las exequias de guerreros y la entronización de dignatarios. En todo caso, los acatliapanecatl y tezcacoacatl estarían, a mi juicio, encargados del cuidado de las armas, por un lado, y del sacrificio de los cautivos, por el otro.

Otros dos títulos estaban asociados al complejo tlacochcalco-tlacatecco de Cuauhquiáhuac: los tlacochcalcatl y tlacateccatl. Eran los dos cargos más destacados de la jerarquía de Tenochtitlan, desempeñados por hombres del linaje real entre los cuales se escogía al nuevo soberano a la muerte del rey en ejercicio. Si abundan las menciones de las funciones político-administrativas de estos dignatarios, conocemos pocos detalles sobre sus obligaciones rituales. Seguramente se daba una división del trabajo ritual entre los tres dignatarios llamados cuauhquiahuacatl, tlacochcalcatl y tlacateccatl, pues todos estaban asignados al mismo conjunto de edificios ubicados en el Cuauhquiáhuac, en el patio del templo de Huitzilopochtli. Ciertos de ellos debían tener el privilegio de vestir los atavíos de los dioses Huitzilopochtli, Tezcatlipoca y Macuiltótec durante las fiestas. Probablemente el tlacochcalcatl se vestía de Tezcatlipoca, ya que este dios llevaba el nombre de tlacochcalcatl yaotl (guerrero del tlacochcalco). Es posible que haya supervisado el sacrificio del hombre que personificaba a Tezcatlipoca en el tlacochcalco durante la fiesta de Toxcatl. Podemos pensar que el tlacateccatl era responsable de la fiesta del tlacatecco en Ce Técpatl (1-Pedernal) durante la cual se asoleaban y veneraban los ricos adornos de Huitzilopochtli (HG IV, 21: 242). Por último, sabemos que, durante la fiesta de Tlacaxipehualiztli, los tlacochcalcatl y tlacateccatl repartían las divisas a los guerreros que habían capturado (Alvarado Tezozómoc 103, en Peperstraete, 2007: 544).

 

Los jueces tlailotlac

Un grupo de tres títulos (mixcoatlailotlac, pochtecatlailotlac y huitznahuatlailotlac) están compuestos sobre el término tlailotlac. De etimología incierta, el término califica un barrio de Teotihuacan en la época clásica y otro en Texcoco (Quiñones Keber, 1998). Se decía que los tlailotlaqueh habían introducido la escritura entre los Acolhuas de Texcoco. Según Alva Ixtlilxóchitl (1975, 1: 430), ellos descendían de los toltecas -por esa razón, eran depositarios de este saber- y, después de emigrar a Oaxaca, se habían venido a asentar en Texcoco. El título fue conocido también en Tenanco Amequemecan donde los reyes de categoría tlahtoani tomaban el título de tlailotlac después de su entronización (Chimalpáhin, 1998, I: 121). En México-Tenochtitlan el término se empleó en composición; supongo que el mixcoatlailotlac (mixcoa(c)-tlailotlac) fue una clase de juez o jefe con competencias judiciales en el barrio de Mixcoac o en la casa de los cantos llamada mixcoacalli, el pochtecatlailotlac (pochteca(tl)-tlailotlac) llevó las mismas funciones entre los mercaderes pochtecah, y el huitznahuatlailotlac ( huitznahua(c)-tlailotlac) se encargó del barrio de Huitznáhuac.

 

Otros títulos

Pasaremos rápidamente sobre algunos títulos que, aunque claramente asociados con un lugar, carecen de explicación a propósito de sus funciones rituales: calmimilocatl, cihuatecpanecatl, huecamecatl, quetzaltoncatl, temilocatl y tequixnahuacatl. El llamado atlixcatl remite a la ciudad de Atlixco, de la cual sabemos que proporcionaba los cautivos más preciados: después del quinto cautivo proveniente de Atlixco, Huexotzinco o Tliliuhquitepec, un guerrero merecía los títulos de tlacateccatl o tlacochcalcatl (FC VIII: 77). Posiblemente, el dignatario llamado atlixcatl había hecho prisionero a uno o varios guerreros originarios de Atlixco.

Finalmente, un ejecutor llevaba el título de mazatecatl compuesto sobre el lugar Mazatlan; su nombre figuraba entre los actores rituales de la fiesta de Atamalcualiztli, pues los llamados mazatecah tragaban serpientes y sapos en honor a Tláloc (FC II: 177-178, 201).

 

Los nombres de dioses

En cierto número de casos, el título consistía en el nombre del dios (cuadro 2). Desde luego, esto proporciona una prueba directa que el cargo era llevado por el teohua, quien cuidaba el templo, encarnaba la deidad, revestía sus atuendos y daba muerte a sus sacrificados.

El título acolnahuacatl acolmiztli se compone de dos partes: la primera, formada sobre el lugar Acolhuacan (el de Acolhuacan), era uno de los nombres de Mictlantecuhtli, dios de los muertos (FC III: 41). La segunda era el nombre de un dios poco conocido llamado Acolmiztli (de miztli, león o puma). Durante la fiesta de esta última deidad, los adultos se pegaban plumas sobre el pecho, mientras que cubrían el cuerpo de los niños de las mismas plumas, con la finalidad de protegerse del dios Acolmiztli, "de modo que no les comiera el corazón" (inic amo teyollocuaz, FC II: 203). Según la versión en español, esta ceremonia se hacía durante la fiesta anual de Teotleco, así como en la de Izcalli, cada cuatro años (HG, II, ap. 3: 168). Esta última referencia sugiere que Acolmiztli era un avatar del dios del Fuego, el cual era precisamente venerado en esta fiesta. Añadiendo que el nombre Acolnahuacatl calificaba a Mictlantecuhtli, vemos esbozarse la figura de un dios temible y destructor. Las funciones rituales del dignatario que llevaba estos nombres se referían al custodio de los ornamentos que el rey Moctezuma revestía para hacer penitencia en honor a Tláloc, al Sol y durante la fiesta de Quecholli (FC II: 214). El cargo estaba asociado a la ciudad de Texcoco, también llamada Acolhuacan, como se sabe. Vale la pena recordar que Acolmiztli fue el título de una gran familia de dicha ciudad. Además, durante la penitencia del rey Tízoc en ocasión de su entronización, fue precisamente el rey de Texcoco quien se encargó de organizar la penitencia del recién electo llevándolo a realizar sacrificios sangrientos en cuatro lugares (Alvarado Tezozómoc, Crónica mexicana 58, en Peperstraete, 2007: 403). Se puede concluir que el título de teohua de Acolnahuácatl Acolmiztli era llevado por un personaje asociado -real o simbólicamente- con la ciudad de Texcoco, relacionado con los dioses del Fuego y de los muertos, e involucrado en los ritos de autosacrificio, lo cual está en acuerdo con lo que sabemos de las relaciones entre la lumbre y la penitencia. En cambio, desconocemos la ubicación de su templo.

Cihuacóatl (serpiente hembra), era a la vez el nombre de una diosa y el título de un dignatario. Como diosa, Cihuacóatl era una figura de la tierra devoradora. En la historia mítica de los mexicas encarnaba la esposa del dios Huitzilopochtli sacrificada y desmembrada. Representaba una versión femenina del guerrero mexica prometido a la muerte sacrificial y, como tal, figuraba a las mujeres que morían en el parto. En tanto que sacerdote, el cihuacoatl llevaba el nombre de su deidad y, por lo tanto, como lo hemos visto, era su teohua. En Tenochtitlan, el templo de Cihuacóatl se llamaba Tlillan (lugar de la negrura).4 Esto plantea un problema porque hemos visto que otro dignatario estaba asociado con este templo: el tlillancalqui (Él que tiene una casa en Tlillan). Posiblemente estos dos funcionarios repartían entre sí las funciones rituales ligadas a la diosa Cihuacóatl, como lo he sugerido arriba.5

Milnáhuatl representaba uno de los cinco cerros (tetepeh) sacrificados durante la fiesta de Tepeilhuitl. El hombre sacrificado que lo encarnaba representaba una serpiente (FC II-132). Por lo tanto, Milnáhuatl era uno de los dioses pluviales llamados tlaloqueh. Como dignatario, milnahuatl debe de haber sido el teohua del dios y de su templo, cuya ubicación ignoramos.

Nappateuctli era otro dios cuya "imagen" era sacrificada de noche, en Tepeilhuitl, en el templo llamado Nappatecco. El dignatario que llevaba este título era su teohua, encargado, como se debía, de los atavíos con los cuales se vestía al sacrificado (FC II: 190). Le correspondía el edificio núm. 63 de la lista de Sahagún. El nombre completo del dios siendo Ometochtli Nappatecuhtli (FC II: 210), contaba entre los numerosos dioses del pulque llamados por su fecha calendárica de Ometochtli, 2-Conejo. Además, era el patrón de los fabricantes de esteras.

Pantécatl era otro Ometochtli, dios del pulque, quizás el de mayor importancia. Se decía que era el teachcauh (jefe) de los 400 conejos, porque había inventado el proceso de fermentación del "pulque de cinco", que embriaga fuertemente. Como teohua, su sacerdote presidía a una ceremonia que se llevaba a cabo cada 260 días y consistía en embriagar a uno de los 400 sacerdotes conejos, escogido por sorteo. Además, tenía por cargo proveer de fermento a los fabricantes de pulque que elaboraban el brebaje embriagante tomado en Panquetzaliztli (FC II: 207, 210). Posiblemente oficiaba en el edificio núm. 44 de la lista de Sahagún.

 

Los nombres de actores rituales

En unos casos, el título designaba directamente un oficio sacerdotal o un acto ritual (cuadro 3). Entre los oficios sacerdotales, el teuctlamacazqui (sacerdote rey) era el nombre del sacerdote supremo, encargado del doble templo dedicado a Huitzilopochtli y Tláloc. Un relato interesante de Alvarado Tezozómoc (Crónica mexicana 82, en Peperstraete, 2007: 466-467) dice que el rey Ahuízotl llamó al teuctlamacazqui para dar la bienvenida a una corriente de agua llamada Acuecuéxatl que hicieron venir de Coyoacan para entrar en la ciudad de Tenochtitlan. El teuctlamacazqui se vistió de Tláloc para recibir al agua, llamada por el nombre de la diosa de las aguas terrestres, Chalchiuhtlicue. Este sacerdote supremo llevaba importantes funciones políticas y lo volvemos a encontrar en la época de la conquista española, al lado de Cuauhtémoc, y junto con otros dignatarios llamados cihuacoatl, tlillancalqui, huitznahuatl y mexicatl achacauhtli (FC VIII: 119). Una vez derrotado Cuauhtémoc, los conquistadores trataron de hacer confesar a estos dignatarios donde estaba el oro, porque "ellos guardaban todo el oro" (FC XII: 123). Según otra fuente, el teuctlamacazqui, responsable del cuidado de los ricos atuendos de Huitzilopochtli, perdió la vida cuando los españoles trataron de hacerle declarar el lugar donde se encontraban escondidas las vestimentas (Anales de Tlatelolco, 2004: 120-121). Dichas funciones relativas al custodio de los ornamentos de los dioses pertenecían, como lo hemos visto, a sus teohuaqueh.

 

Planteo la hipótesis de que el mexicatl tecuhtli (señor mexica) pudiera ser el personaje llamado mexicatl teohuatzin (poseedor de dios mexica) [FC II: 206). Si eso fuera cierto, se trataría del teohua supremo encargado del colegio sacerdotal o calmecac central quien dirigía a todos los demás teohua y era el único juez capaz de castigarlos.

Los dos últimos títulos se refieren a actos rituales. El nombre del cuauhnochtli significaba "tuna de las águilas" y designaba por metáfora los corazones de los cautivos sacrificados para nutrir al sol durante la fiesta de Tlacaxipehualiztli (FC II: 48; HG I, 2: 142-148). Pero el papel ritual del cuauhnochtli no se refería a esta última fiesta, sino a la de Ochpaniztli. Después del sacrificio de la personificación de Toci, los sacerdotes entregaban su corazón al cuauhnochtli, el cual lo llevaba al pueblo de Huexotzinco, en la frontera con Tlaxcala. Allí lo enterraba en un gran patio, que era generalmente utilizado para sepultar a los guerreros que morían en las guerras contra los tlaxcaltecas. El cuauhnochtli "era principal y no tenía otro cargo sino éste y era grande entre ellos" (Costumbres de la Nueva España, 1945: 48).

Finalmente, el chalchiuhtepehua era un actor ritual esencial de la fiesta de Tlacaxipehualiztli. Aunque esta palabra acepte una doble traducción ("combatiente de jade" y "poseedor de cerros de jade") pienso que la primera es la única que tiene sentido. Este guerrero estaba asociado a la piedra redonda temalacatl donde se realizaba el llamado "sacrificio gladiatorio". Chalchiuhtepehua era el título otorgado a cada uno de los cuatro guerreros -dos jaguares y dos águilas- que peleaban contra el cautivo con el fin de "rasguñarlo": "y luego viene el personificador, el que va a pegar: quizás águila, quizás jaguar, luego pega al cautivo, es como si le daría guerra, y allí el funcionario encargado de eso se llamaba chalchiuhtepehua".6

Se puede concluir de esta revisión de los nombres de cargos que la mayor parte de ellos se relacionaba directamente con un lugar o un episodio del culto. Vamos a ver ahora cómo conformaban un sistema.

 

LOS DIGNATARIOS, LOS DIOSES Y LAS FIESTAS

Los dignatarios que acabamos de presentar desempeñaban su papel durante varias ceremonias. A pesar de que no fue posible documentar las funciones rituales de todos los funcionarios, conocemos los dioses y las fiestas relacionados a los más importantes de ellos.

 

Los dioses

Las deidades pueden repartirse en varios grupos, aunque sería falso tratar de establecer entre ellos unas barreras rígidas. En primer lugar, viene el conjunto de los dioses del poder conformado por Huitzilopochtli, Tezcatlipoca y Huitznáhuatl, al cual añadiremos el dios de la guerra, Xipe Tótec y el "dios cinco" Macuiltótec; en segunda posición, colocaremos a las deidades femeninas y guerreras (Cihuacóatl, Toci, Cihuatéotl, Coacíhuatl), las cuales, sin embargo, mantenían relaciones muy estrechas con los dioses del poder. Varios indicios lo comprueban: las mujeres devotas de Cihuacóatl también se encontraban al servicio de Huitzilopochtli y las ceremonias de Ochpaniztli dedicadas a Toci tenían lugar en el templo de Huitzilopochtli. El culto a Coatlicue, madre de los 400 huitznahuas, difícilmente se puede separar de los ritos a estos últimos dioses astrales. En tercera posición consideraremos a los dioses pluviales o tlaloqueh como un grupo; las deidades de la lluvia también tendrían relaciones con los dioses de poder: recordaremos que el sacerdote supremo era teohua a la vez de Tláloc y de Huitzilopochtli.

Es posible saber a qué deidad estaban consagrados los dignatarios de mayor importancia. Esto permite mostrar que su rango en la jerarquía social dependía del dios de su devoción, pues el primer grupo de los dioses estaba en la cúspide, seguido del segundo y tercer grupo.

Los más altos de los títulos estaban ligados a las deidades del poder, Huitzilopochtli, Tezcatlipoca y Huitznáhuatl.7 El tlacochcalcatl (y el tlacateccatl que le era estrechamente asociado) se vinculaban con Huitzilopochtli y Tezcatlipoca. El cuauhquiahuacatl estaba adscrito al tlacochcalco céntrico dedicado a los mismos dioses, a los cuales se añadía Macuiltótec, uno de los "dioses cinco" que representaban a los guerreros muertos. El tezcacoacatl estaba a cargo de otro tlacochcalco, cuya advocación es menos conocida. Sin embargo, es verosímil que se trató de Huitzilopochtli, puesto que un hombre llamado tezcacoacatl fue uno de los cuatro cargadores de este dios durante la peregrinación (López Luján, 2006, I: 280). Los huitznahuacatl y huitznahuatlailotlac fueron asociados a Huitzilopochtli, el triunfador de los 400 huitznahuas representados por el dios Huitznáhuatl; asimismo se encontraban bajo la advocación de Tezcatlipoca, según la cita del Códice Magliabechiano (nota 7). El tocuiltecatl es un dignatario mal conocido, evocado en el himno al Huitznahuac Yaotl (guerrero de Huitznáhuac), otro nombre de Tezcatlipoca (FC II: 223). Después de mencionar el tlacochcalco, este canto contrasta el Huitznahuac teohuaqui (sacerdote teohua de Huitznáhuac) y el Tocuilitla teohuaqui (sacerdote teohua de Tocuilitla). Por lo tanto podemos asociarlo con Tezcatlipoca. Por fin, el teuctlamacazqui era encargado de Huitzilopochtli. Llegamos así a un total de ocho cargos vinculados con los dioses del poder.

Consideremos ahora al dios Xipe Tótec, señor de los desollados y del poder bajo su aspecto guerrero. Dos dignatarios desempeñaban un papel ritual en la piedra redonda del temalacatl, situada en el templo de Yopico -los ezhuahuacatl y chalchiuhtepehua- y hemos propuesto ver en el tizocyahuacatl un oficial de la misma fiesta. En total, serían tres cargos asociados a Xipe Tótec.

Otros títulos estaban relacionados con las deidades femeninas que representaban a las mujeres guerreras, simultáneamente sacrificadas y devoradoras. Los cihuacoatl y tlillancalqui adscritos al conjunto sacerdotal de Tlillan honraban a Cihuacóatl, el atlahuacatl veneraba a Cihuatéotl, el atempanecatl y el cuauhnochtli eran devotos de Toci y el coatecatl lo era de Coatlicue, madre de los 400 huitznahuas. En total, eran seis cargos vinculados con estas diosas.

Pasando a las deidades pluviales, examinemos al dios Tláloc y sus tlaloqueh. Un dignatario llevaba el nombre de milnahuatl. Hemos visto que el tlacochcalco a cargo del dignatario llamado acatliacapanecatl estaba asociado al sacrificio de los personificadores de Tláloc. A estos dos personajes podemos añadir los que llevaban el nombre de los dioses del pulque Nappatecuhtli y Pantecatl, los cuales, como tales, pertenecían también al conjunto de los dioses pluviales. En honor a Tláloc, los ejecutores llamados mazateca bailaban con serpientes en la fiesta de Atamalcualiztli que se celebraba cada ocho años (FC II-106, 177-178, 201). Finalmente, el teuctlamacazqui, además de responsabilizarse de Huitzilopochtli, era el sacerdote supremo de Tláloc. Así, los dignatarios de la lluvia conformaban un total de seis personajes.

Un último funcionario, el acolnahuacatl acolmiztli, estaba asociado al dios del fuego, Xiuhtecuhtli y al dios de los muertos, Mictlantecuhtli. El pochtecatlailotlac, juez de los mercaderes pochtecah debe haber compartido la devoción de este grupo social a Yacatecuhtli. Las demás asociaciones permanecen oscuras.

Para concluir, 11 dignatarios estaban ligados a los dioses del poder y de la guerra, seis veneraban a las diosas guerreras y seis a los dioses pluviales.

 

Las fiestas

Los dignatarios intervenían en las fiestas de los dos calendarios -en el ciclo ritual de 260 días y en las 18 veintenas del calendario solar-. En lo que se refiere al primero disponemos de pocas referencias, aunque, probablemente, cada templo festejaba uno de los 260 días. Como lo hemos visto arriba, a Nappatecuhtli y Pantécatl les tocaba Ome Tochtli (2-Conejo); a las "casas de dardos" correspondía Ce Técpatl (1-Pedernal) [López Luján, 2006: I, 291) y el dios Omácatl asociado con Huitznáhuatl se veneraba en Ome Ácatl (2-Carrizo).

Mejor documentadas son las fiestas anuales de las veintenas. Al observar las intervenciones rituales de los dignatarios en la figura 1, aparece a primera vista que algunas ocupaban a un número importante de funcionarios. Operar una clasificación de las fiestas en grupos es problemático, puesto que cada una de ellas acogía un conjunto de devociones complejas. Sin embargo, y para simplificar, constituiremos un primer grupo relacionado con los dioses de poder -Panquetzaliztli, Tlacaxipehualiztli, Toxcatl y Huey tecuilhuitl-. El segundo grupo reúne las fiestas de las deidades femeninas -Ochpaniztli y Tititl-. Nótese que las fiestas de Tozoztontli y Quecholli estaban dedicadas a Coatlicue, pero también a los 400 huitznahuas, de los cuales era la madre. El tercer grupo está dedicado a las deidades pluviales -Tepeilhuitl y Atlcahualo-.

Las fiestas están presentadas siguiendo su posición en el calendario de horizonte, para un observador mirando hacia el Este. Su nombre está precedido por su número en el año siguiendo el orden proporcionado por Sahagún. Las fiestas en las cuales intervienen los dignatarios están subrayadas y el nombre de los funcionarios, indicado en cursivas.

Los dignatarios acudían en mayor número al primer grupo de fiestas. Ocupa un lugar sobresaliente la fiesta de II Tlacaxipehualiztli (el desuello de hombres), gran celebración de la guerra y de los guerreros directamente a cargo del rey. Seis dignatarios aparecen movilizados en ella, tres de ellos en el "sacrificio gladiatorio" (los chalchiuhtepehua, ezhuahuacatl y tizocyahuacatl). Los tlacateccatl y tlacochcalcatl repartían las divisas a los guerreros triunfadores, en nombre del soberano. El cuauhquiahuacatl estaba adscrito al tlacochcalco del mismo nombre donde se sacrificaban cautivos durante dicha fiesta (para las fuentes de estos datos y de los siguen, véanse arriba las menciones donde figuran los detalles).

La fiesta de XV Panquetzaliztli requería la intervención de tres dignatarios. Como se trataba de conmemorar el nacimiento del dios Huitzilopochtli, estaba particularmente involucrado el barrio de Huitznáhuac y su funcionario, el huitznahuacatl, quienes participaban en la fiesta del patio central y sacrificaban en su propio templo a algunos cautivos que representaban a los 400 huitznahuas del mito, masacrados por el joven Huitzi-lopochtli. También se debe mencionar al cuauhquiahuacatl cuyo tlacochcalco sacrificaba cautivos. El pantecatl participaba en la elaboración del pulque sagrado consumido en esta ocasión. Durante la fiesta de Huitzilopochtli y Tezcatlipoca, en V Toxcatl, se sacrificaba al hombre que personificaba a Huitznáhuatl. Así, reunidas, dichas fiestas conformaban un conjunto ritual ligado al poder del rey guerrero que solicitaba a nueve dignatarios.

Curiosamente, la fiesta de VIII Huey tecuilhuitl no ocupa un lugar sobresaliente en la figura 1, a pesar de representar la gran celebración del poder del rey. Sin embargo, daba lugar a una demostración de la justicia del tlahtoani: los que bebían pulque sin tener el derecho de hacerlo eran sacrificados por los "matanceros, los ejecutores de Moctezuma: cuauhnochtli, yezhuahuacatl, ticociahuacatl, tezcacoacatl, mazatecatl, atempanecatl" (FC II: 106). Sin duda, dicha ejecución tenía un decidido carácter ritual destinado a infundir el temor.

Pasemos ahora a las fiestas de las diosas guerreras y telúricas. La primera, XI Ochpaniztli, era la fiesta en espejo correspondiente a II Tlacaxipehualiztli. Ambas tomaban lugar al momento de un equinoccio y daban lugar a sacrificios seguidos de desuello. Sin embargo, mientras que Tlacaxipehualiztli era dedicada a los hombres guerreros y su dios Xipe Tótec, Ochpaniztli lo era a las mujeres guerreras y muertas en parto. Tres dignatarios intervenían en ella: los atempanecatl y cuauhnochtli estaban involucrados en el sacrificio de la personificación de Toci y el atlauhcatl en la muerte de una Cihuatéotl que representaba a las mujeres muertas en parto. En XVII Tititl se festejaba otra figura de la Tierra devoradora llamada Cihuacóatl con la participación de los dignatarios cihuacoatl y tlillancalqui. De nuevo el atlauhcatl participaba en el sacrificio de una Cihuatéotl. Podemos añadir las fiestas de III Tozoztontli dedicada a la diosa Coatlicue y los 400 huitznahuas, en la cual intervenía el coatecatl. El mismo funcionario figuraba en el sacrificio de los 400 huitznahuas al final de XIV Quecholli.

El tercer grupo de fiestas estaba relacionado con la lluvia. En XIII Tepeilhuitl, intervenían el milnahuatl y el nappatecuhtli, mientras que el atempanecatl abría su templo a los niños por sacrificar en I Atlcahualo, llegando a un total de tres dignatarios.

Finalmente, un dignatario vinculado con el fuego y la muerte, el acolnahuacatl acolmiztli, intervenía durante las fiestas de XII Teotleco y XVIII Izcalli.

 

Los miembros del consejo supremo

Hasta ahora, hemos considerado el conjunto de los dignatarios. Sin embargo, algunos de ellos se reunían en un círculo cercano a la persona del rey con el cual conformaban un "gobierno colegial". En Tenochtitlan eran cuatro. No sólo gobernaban a su lado en el llamado "consejo supremo" en calidad de jueces (tecuhtlahtohqueh), sino que, después de la muerte del rey en ejercicio, el nuevo soberano estaba escogido entre ellos:

Elegido el señor luego elegían otros cuatro que eran como senadores, que habían siempre de estar al lado del señor y entender en todos los negocios graves del reino (HG VIII, 18: 473). Primeramente es de sauer que despues de eleto rey en México elexian quatro señores de los hermanos dese rey o parientes mas cercanos a los quales dauan ditados de principes y de aquellos quatro auian de elexir rey y no de otros y eran los ditados [...]. A estos quatro señores y ditados, despues de eletos principes los hacian del consejo real como presidentes y oydores del consejo supremo [.] y muerto el rey de aquellos habia de ser electo Rey y no de otros" (Durán 11, en Peperstraete, 2007: 286).

Estos cuatro dignatarios "tenían en diversos lugares, diversos nombres" (HG VIII, 18: 473). Según la tradición de la Crónica X, fueron, a principios del reino de Itzcóatl, los tlacochcalcatl, tlacateccatl, ezhuahuacatl y tlillancalqui (Durán 11 y Alvarado Tezozómoc 17, en Peperstraete, 2007: 284).8 En cambio, siguiendo los documentos reunidos por Sahagún, se trataba de los tlacochcalcatl, huitznahuatlailotlac, pochtecatlailotlac y tizocyahuacatl (FC VIII: 61-62) y cihuacoatl, tlacochcalcatl, tizocyahuacatl y tlillancalqui (FC VIII: 74). En otra parte, el texto reza que, cuando Moctezuma supo que los españoles habían llegado a la costa, juntó a "sus señores", los cihuacoatl, tlacochcalcatl, tizocyahuacatl y huitznahuatlailotlac (FC XII: 9). Es necesario constatar que los nombres de los miembros del consejo supremo no estaban bien fijados. En estas cuatro fuentes, aparecen ocho títulos, mencionados entre una y cuatro veces: tlacochcalcatl (4), huiznahuatlailotlac (3), tizocyahuacatl (3), cihuacoatl (2), ezhuahuacatl (1), tlacateccatl (1), tlillancalqui (1), pochtecatlailotlac (1).9

Ahora bien, pasemos a revisar el papel ritual de estos titulares. Tres de ellos (tlacochcalcatl, tlacateccatl, huiznahuatlailotlac) eran devotos de los dioses del poder Huitzilopochtli y Tezcatlipoca, asociados al templo mayor y al complejo de Huitznáhuac, cada uno con su calmecac. Dos dignatarios (ezhuahuacatl y tizocyahuacatl) eran sirvientes del dios de la guerra Xipe Tótec, venerado en el templo y el calmecac de Yopico. Otros dos (cihuacoatl y tlillancalqui) eran devotos de la diosa Cihuacóatl, en su templo y calmecac de Tlillan. El último (pochtecatlailotlac) representaba al grupo social de los mercaderes, y posiblemente a su dios Yacatecuhtli.

Estos datos pueden ponerse en relación con un detalle de las ceremonias de la entronización del rey Tízoc; en esta ocasión, el nuevo soberano, junto con sus coadjutores, practicó un autosacrificio sangriento en lo alto del Templo Mayor y en el cuauhxicalli (ambos dedicados a Huitzilopochtli), luego en el Tlillancalco ("la casa de Tlillan" relacionada con los devotos de Cihuacóatl), en el Yopico (dedicado a Xipe Tótec) y en Huitznáhuac (dedicado a Huitzilopochtli) (Alvarado Tezozómoc 58, en Peperstraete, 2007: 403-404). En otros términos, los lugares mencionados -cuatro de ellos con su templo y su calmecac- son exactamente los que corresponden a los ocho funcionarios potenciales del consejo supremo. Seguramente este recorrido ritual había sido escogido para que el tlahtoani junto con sus cuatro "senadores" pudieran hacer sus devociones a sus respetivos dioses patronos.

En resumen, el gobierno colegial de Tenochtitlan estaba compuesto de los representantes de los dioses del poder y de la guerra (Huitzilopochtli, Tezcatlipoca y Xipe Tótec) venerados en el Templo Mayor, Huitznáhuac y Yopico, y de los representantes de Cihuacóatl honrada en Tlillan. pero de ningún representante de los dioses pluviales.

Para concluir, se entienden las características de los altos personajes mexicas a la luz de las teorías que definen la "realeza sagrada" como una forma especial de relación entre el poder y lo sagrado. Es de recordar que hace décadas que algunos investigadores han empezado a hacer notar la estrecha relación entre el poder y la religión en el México antiguo (véase, por ejemplo, Alfredo López Austin, 1976). Desde unos veinte años, otros investigadores han subrayado la semejanza entre el rey mexica y el "rey sagrado" conocido en otras partes del mundo como África y Hawai (Gillepsie, 1989 y Graulich, 1998). En lo personal, he resumido las características de la realeza sagrada mesoamericana del modo siguiente: la sociedad se organiza para llevar a cabo los ritos a los cuales, según supone, debe su existencia y supervivencia. A cargo del culto están los gobernantes que llevan funciones a la vez políticas y rituales. En el corazón del grupo social, un personaje central (el rey) -o un grupo de personajes (el gobierno colegial)- concentra el poder y las atribuciones sagradas y se considera como el responsable tanto de la prosperidad colectiva como de las desgracias públicas. Los personajes y grupos periféricos se despliegan en torno a este núcleo central para tomar parte en el culto público (Dehouve, 2006: 124).

Ha sido más común hasta ahora estudiar las funciones del rey que las de sus personajes periféricos. Es precisamente la meta de este artículo llamar la atención hacia los dignatarios que rodeaban al tlahtoani. Como éste, ellos no establecían una separación entre sus funciones políticas y rituales y, además de su papel en los campos ejecutivo, legislativo y judicial, desempeñaban un papel ceremonial en los templos del recinto sagrado, algunos de ellos llegando a ser el sacerdote teohua de una deidad. El culto de la ciudad no podía desarrollarse sin la participación conjunta de todos ellos. Las relaciones de los dignatarios con los dioses, sus templos y fiestas conformaban un sistema jerárquico en el cual los más altos personajes representaban a los dioses del poder y de la guerra, seguidos por los que veneraban a las diosas telúricas y guerreras, para terminar con los fieles de los dioses de la lluvia. Es probable que las funciones rituales de los altos personajes eran las que legitimaban su participación en los asuntos que llamaríamos "administrativos". No por demás los embajadores enviados por el rey fueron sacerdotes encargados de dioses y templos. Así, cuando Moctezuma tuvo conocimiento de la llegada de Hernán Cortés, le mandó a cinco personajes. El principal era teohua, "un sacerdote, él que tenía a cargo y bajo su nombre el santuario de Yohualichan" (un lugar del altiplano central), los demás representando otros lugares, que posiblemente eran templos (FC XII: 10, HG XII, 3: 725). Si admitimos que todos los grandes personajes del reino estaban asociados a un dios, podemos concluir que, cuando actuaban como embajadores, no personificaban únicamente al tlahtoani, sino también a las deidades de Tenochtitlan.

 

BIBLIOGRAFÍA

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NOTAS

1 En particular, los libros VIII y XII del Códice florentino y los escritos que pertenecen a la tradición de la Crónica X (Durán y Alvarado Tezozómoc). En lo que se refiere a estos últimos, los citaremos en la edición realizada por Sylvie Peperstraete (2007) que presenta la ventaja de comparar los textos de ambos autores.

2 Por ejemplo, durante la fiesta de Tecuilhuitontli, participaban los "miembros del calpulli, los viejos del calpulli: y los llamaban teohua" (FC II: 93); véase también la intervención de los "viejos" en la fiesta de Izcalli (FC II: 159-161). Estos llamados "viejos" eran los más importantes de los habitantes del barrio.

3 La ubicación de las puertas y templos con referencia a las direcciones cardinales está en debate entre los especialistas y no lo abordaremos aquí.

4 "y [a Cihuacóatl] la tiene en guarda y como suya cihuacoatl Tlacaeleltzin" (Alvarado Tezozómoc 58, en Peperstraete, 2007: 404).

5 Esta situación contrasta con la costumbre de Texcoco, donde cihuacoatl era el nombre del sacerdote principal que degollaba a los cautivos durante la fiesta de Tlacaxipehualiztli y ofrecía sus corazones al dios Xipe Tótec (Pomar, 1986: 64); otra fuente presenta al cihuacoatl de Texcoco como el sacerdote supremo (Ixtlilxóchitl, I: 178 y 193, citado en Acosta Saignes, 1946: 176). Tal no era el caso en Tenochtitlan donde el cihuacoatl era teohua de la deidad del mismo nombre, mientras que el de Xipe se llamaba yohuallahuan y el sacerdote supremo recibía el nombre de teuctlamacazqui.

6 "Auh niman ye yauh in teixiptla, in tehuihuitequiz: azo cuauhtli, anozo ocelotl: niman ie quihuihuitequi in malli, iuhquin moyaochihua: ihuan oncan itequippan catca, in itoca chalchiuhtepehua" (FC II: 190), mi traducción. La palabra "personificador" (teixiptla) que lo califica muestra que desempeñaba el papel de una entidad guerrera, el águila o el jaguar, de los cuales había tomado la apariencia.

7 Para confirmar el vínculo entre las deidades y ciertos templos, nos apoyaremos en una cita que coloca el tlacochcalco y el templo de Huitznáhuac bajo la tutela de Huitzilopochtli: "A este tezcatepocatl [Tezcatlipoca] son dedicados los teucales [templos] que ellos llaman tlacuchcalcatl [tlacochcalcatl] y yucinavatl [huitznahuatl]" (Códice Magliabechiano citado por López Luján, 2006, I: 280).

8 El tlahtoani Moctezuma siendo tlacateccatl y Tlacaélel siendo tlacochcalcatl. Al contrario de lo que se lee a veces, estos datos no entran en contradicción con la cita que reza: "enviaron a Cuauhnochtli y a Tlillancalqui que eran de los mayores oydores del consejo supremo, para que executasen aquella justicia" (Durán 24, en Peperstraete, 2007: 342, Alvarado Tezozómoc 37, ibid.: 342). En realidad, se debe entender que el cuauhnochtli era el ejecutor ayudante del gran juez tlillancalqui; sólo este último pertenecía al grupo de los cuatro senadores.

9 Pienso que todo esto comprueba que el cihuacoatl era uno de los posibles títulos llevados por los miembros del consejo supremo, pero que sería falso otorgarle una mayor importancia.

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