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Estudios de cultura náhuatl

versión impresa ISSN 0071-1675

Estud. cult. náhuatl vol.42  Ciudad de México ago. 2011

 

Reseñas bibliográficas

 

Bernard Grunberg, Dictionnaire des conquistadores de Mexico

 

Miguel León-Portilla

 

París, L'Harmattan, 2001, 633 p.

 

Obra de consulta y rica en sorpresas, en verdad de grande interés, es ésta que debemos a la acuosidad del doctor Bernard Grunber. Es de consulta porque proporciona información a partir de fuentes de primera mano acerca de 1 172 conquistadores de México. Permiten ellas reconstruir sus biografías, valorar sus antecedentes y sus principales actuaciones en diversos tiempos y lugares.

Asimismo, esta obra es portadora de sorpresas porque a través del gran cúmulo de noticias que reúne, es posible enterarse de los orígenes insospechados de algunos conquistadores, sus variadas formas y tiempos de llegada a México, si contrajeron matrimonio con españolas o con indígenas —no ya tan sólo de quienes se amancebaron con ellas o las violaron— y sobre los hijos que tuvieron, y desde luego sobre las acciones bélicas en que participaron.

La información que proporciona la obra de Bernard Grunberg proviene de documentos del Archivo General de Indias (Sevilla) en ramos como los de Audiencia de México, Justicia e Indifrente General; del Archivo General de la Nación (México) en ramos como los de Mercedes, Historia, Inquisición y Hospital de Jesús; el Catálogo de pasajeros a indias; el Nobiliario de conquistadores; las Actas de Cabildo de la Ciudad de México; las Cartas de indias; las Informaciones de méritos y servicios de los conquistadores; los Fondos del Archivo de Protocolos de Sevilla; los Protocolos del Archivo de Notarías de México; la Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones de América y Oceanía; el Diccionario autobiográfico de conquistadores y pobladores de Nueva España, de Francisco A. de Icaza; el Epistolario de la Nueva España, de Francisco del Paso y Troncoso. También toma en cuenta Grunberg las principales crónicas e historias de españoles, mestizos e indígenas del periodo novohispano y las aportaciones de buen número de historiadores posteriores.

Su examen permite señalar que muchos de los más de mil cien conquistadores registrados contrajeron matrimonio con mujeres procedentes de España. Algo que es también de considerable interés es que registra —a diferencia de los frecuentes concubinatos— a más de cincuenta conquistadores casados con mujeres indígenas.

Entre los casos de particular interés mencionaré algunos. Sobresale el de Cristóbal de Valderrama (c. 1490-1537), oriundo de Burgos. Llegado con Pánfilo de Narváez, participó en la toma de Tenochtitlan. Más tarde estuvo al servicio de Rodrigo de Albornoz y administró el pueblo de Iztapa. Fue acusado de judaizante y en 1530 contrajo matrimonio con Leonor de Moctezuma, hija del soberano mexica. De ella tuvo cuatro hijos, de los cuales Leonor de Valderrama y Moctezuma casó con Diego Arias Sotelo, dando continuidad al mestizaje.

En estos y otros varios casos se conocen con precisión los nombres de las indígenas que contraen matrimonio con conquistadores. Como ejemplo de esto puede citarse el del andaluz Cristóbal Martín de Huelva (c. 1491-1560) que casó en 1547 con la indígena Catalina Martín de la que tuvo tres hijos y dos hijas. Los datos reunidos por Grunberg muestran que también aquí el mestizaje prosiguió con ellas ya que contrajeron matrimonio con españoles.

Nada menos que de Pedro de Alvarado (1485-1541), extremeño, se registra que se mantuvo unido con la india Luisa, hija del señor tlaxcalteca Xicoténcatl, tiempo antes de que contrajera nupcias con la infortunada Beatriz de la Cueva. Y consta que una hija de Luisa, llamada Leonor, llegó a casarse con Francisco de la Cueva, duque de Albuquerque.

Francisco Sánchez de Aldeanueva (1495-1552), tras acompañar a Juan de Pineda que reconoció el golfo de México y preparó el primer mapa del mismo en 1519, se sumó a las huestes de Hernán Cortés y participó en la toma de Tenochtitlan. Más tarde estuvo en la conquista de Guatemala. Allí, se casó en 1526 con una indígena noble, Mencia Suquéchal (sic), con la que procreó doce hijos. De entre ellos, el mayor, Juan Sánchez, casó con Catalina Rodríguez, hija del conquistador Rodrigo Lombardo.

Conquistadores hubo interesados en aprender la lengua náhuatl. Entre ellos estuvo Juan Pérez de Arteaga (?-1558), oriundo de Palencia, que también se conoció como Juan Pérez Malinche. La razón de ello fue que, para aprender náhuatl, acudió muchas veces a doña Malintzin. Así pudo actuar como intérprete. Había sido conquistador en Santo Domingo y luego, al lado de Cortés, estuvo en la toma de Tenochtitlan. Casado con una mujer náhuatl de Puebla, de nombre Angelina, tuvo un hijo y una hija. Ésta casó con el español Diego Ramos.

Diego Núñez de San Miguel (¿-1568), nacido en la provincia de Huelva, llegó a Veracruz con Juan Ponce de León. Estuvo en la toma de Tenochtitlan. En 1527 fue acusado de judaizante y liberado por falta de pruebas. En ese mismo año casó con una india. Tuvo nueve hijos que continuaron el mestizaje.

Caso diferente fue el de Juan de Nájera, o también de Leiva (1500-1558), natural de Logroño. Siendo hidalgo de condición, llegó a México después de la Noche Triste. Participó luego en la captura de Tenochtitlan. Se unió a una india sin contraer matrimonio y tuvo con ella varios hijos que más tarde legitimó, entre ellos Antonio, Francisco, Diego, Andrés, Miguel, Luis, Juan de Leiva y una hija, Francisca, los que, al casarse con español y españolas, incrementaron el mestizaje.

Andaluz, de Moguer en Huelva, Diego Gerardo (¿-1543), llegó a México con Cortés. Tomó parte en la conquista de Michoacán, Colima y Jalisco. Casó con una hija natural del también conquistador Alonso de Arévalo y de María, india de Tezcoco. Sus descendientes contrajeron matrimonio con españoles.

Francisco Rodríguez Pablos, apodado "el sabio" (¿-1568), andaluz como muchos otros, pasó a México con Narváez y estuvo en la toma de Tenochtitlan. Interesante es la noticia de que estuvo casado con una mujer ya mestiza, Juana de Escobar, hija de Pedro Rodríguez Centeno. Muy prolífico, tuvo con ella doce hijos. Con ellos continuó el mestizaje.

Puede mencionarse también a Francisco Gutiérrez (1500-1558), también andaluz, que participó en la conquista de México, Oaxaca y Guatemala. Casado primeramente con española, después de enviudar en 1542, casó con una indígena de la que tuvo cuatro hijos y tres hijas.

Trayectoria parecida fue la de Cristóbal Hernández (¿-1543) de origen portugués, que fue conquistador de México. Casó con una india de nombre Catalina. De ella tuvo una hija de la que consta que contrajo matrimonio con español.

Álvaro de León (¿-1547), originario de Santander, tuvo mujer indígena de cuya unión provinieron seis hijos. Y así podría alargarse la lista con otros nombres. Interesa al menos recordar también a tres célebres personajes que hicieron mestizaje, según parece, por amor.

El primero es Gonzalo Guerrero que, según Bernal Díaz del Castillo, era natural de Palos.1 Él, dos mujeres españolas y otros quince hombres, entre ellos Jerónimo de Aguilar que más tarde sirvió como intérprete a Cortés, habían llegado a Yucatán a causa de un naufragio en 1513. Venían del Darién al mando "de un Valdivia" y se dirigían a Santo Domingo. El mismo Bernal refiere cuál fue la triste suerte de los náufragos con excepción de Guerrero y Aguilar.

Cabe añadir que, según nota el mismo Bernal, al pasar Cortés cerca de donde se hallaban, quiso atraerlos. Aguilar, que acudió, le informó que Guerrero "estaba casado con tres hijos y tenía labrada la cara y perforadas las orejas y el bazo de abajo".2 Manifestó también que "los indios lo tienen por esforzado" y que cuando pasó por allí Hernández de Córdoba, Guerrero lo combatió al lado de un cacique de Cozumel. A Guerrero se atribuye haber dicho que no quería reunirse con los españoles porque tenía unos hijos muy bonitos a los que no quería abandonar. A él correspondió formar la primera familia mestiza en México.

Muy amplia es la información que reúne Grunberg acerca de Hernán Cortés, quien engendró al bien conocido mestizo Martín Cortés, hijo de Malintzin, nacido en 1523. Éste fue un caso obvio de concubinato pero con significativas consecuencias. Al lado de su medio hermano, llamado también Martín, hijo de la marquesa doña Juana de Zúñiga, esposa de Cortés desde el tiempo de su estancia en España en 1529, Martín —a veces tildado de "bastardo"— se vio envuelto en la grave acusación de haberse conjurado contra el rey. Un hijo suyo de nombre Fernando presentó en 1605 un memorial en el que describe los servicios que había prestado su abuela Malintzin durante la Conquista.

Recuerda Grunberg que apenas un año después del nacimiento de Martín Cortés, durante su expedición a las Hibueras, don Hernando casó a Malintzin con el extremeño Juan Jaramillo de Salvatierra (14951547). Poco más vivió Malintzin, ya que murió, según parece, en 1529. Una hija tuvo con Jaramillo de nombre María. Continuó ella el mestizaje ya que contrajo matrimonio con Luis López de Quesada, oriundo de Baeza y llegado a Nueva España en 1535.

Célebre como los casos anteriores fue el de Juan Cano (1502-1572), nacido en Cáceres, Extremadura. Llegado a México en la expedición de Narváez, participó en la conquista de Tenochtitlan y otros lugares. Hacia 1536 contrajo matrimonio con Isabel de Moctezuma, hija del gran tlahtoani. Ella había estado casada con Cuauhtémoc y luego con Alonso de Grado y Pedro Gallego, del cual tuvo un hijo, Juan de Andrade Gallego. Anteriormente, al tenerla Cortés a su lado, tuvo con ella una hija, María Cortés Moctezuma. De ésta escribió el cronista Fernando Alvarado Tezozómoc que fue "una mujer noble mestiza que se desposó con un minero de Zacatecas [...] el nombrado Juan de Turosas (de Tolosa).3

Con Isabel, Juan Cano procreó cinco hijos de los cuales Pedro casó con Ana de Arriaga; Gonzalo Cano Moctezuma con Ana de Prado Calderón, así como Juan Cano Moctezuma que celebró matrimonio con otra española, Isabel Mejía de Figueroa. En cuanto a las dos hijas de Isabel, la de igual nombre y Catalina, tomaron el hábito de monjas en el convento de la Concepción en la ciudad de México.

Así como he citado a estos varios conquistadores españoles que contrajeron matrimonio con mujeres nativas, podría también aducir algunos, de los cerca de mil, que se casaron con españolas y que registra también Grungerg. De la situación matrimonial de estos dos conjuntos de conquistadores es posible derivar algunas conclusiones. La primera es que —contra lo que muchos han sostenido— hubo no pocos casos de mestizaje sancionados por el casamiento formal. Ello no significa, desde luego, que no hubiera concubinatos y violaciones, pero sí que, a la par, no todo fueron uniones pasajeras o forzadas. El mestizaje se inició así.

Y como se hace ver en este libro, citando diversas fuentes, de entre los mestizos, hijos e hijas de esos matrimonios, hubo buen número que contrajo luego matrimonio con españoles o españolas incrementando así el mestizaje.

Otra conclusión que cabe deducir es que —también contra lo que generalmente se ha sostenido— hubo buen número de mujeres españolas en el México recién conquistado. Esto ya lo había mostrado también Peter Boyd Bowman en Índice geobiográfco de cuarenta mil pobladores españoles de América en el siglo XVI (1964).

Por lo demás casi huelga decir que el gran número de referencias documentales que ofrece este libro abre el camino para conocer las actuaciones y distintas peripecias de los conquistadores que en él se registran. La obra está enriquecida con varios anexos: una carta del ejército de Cortes al emperador escrita en el otoño de 1520; otra de quienes se alistaron en la expedición de Pánfilo de Narváez, de fecha 25 de enero del mismo año, así como otro conjunto de importantes documentos, unos inéditos y otros poco conocidos. A todo esto acompañan un léxico de términos jurídicos y de otra índole, así como un índice de nombres.

A modo de conclusión añadiré que esta aportación de Bernard Grunberg no sólo será un auxiliar muy valioso para los investigadores de la conquista de México en los primeros años que siguieron a ella, sino que es también en sí misma un modelo digno de ser imitado en trabajos sobre temas afines.

 

Notas

1 Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, 2v., edición de Joaquín Ramírez Cabañas, México, Editorial Porrúa, 1953, t. I, p. 103.         [ Links ]

2 Díaz del Castillo, loc. cit.

3 Alvarado Tezozómoc. Crónica mexicáyotl, traducción de Adrián León, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1949, p. 156.         [ Links ]

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