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Acta zoológica mexicana

versión On-line ISSN 2448-8445versión impresa ISSN 0065-1737

Acta Zool. Mex vol.34  Xalapa  2018  Epub 24-Oct-2018

https://doi.org/10.21829/azm.2018.3412111 

Artículos originales

Modelaje de la distribución geográfica de cuatro especies de serpientes venenosas y su percepción social en el sureste de la Altiplanicie de Chiapas

Modelling the geographic distribution modelling of four venomous snakes and their social perception in the southeastern Altiplanicie de Chiapas

Jorge Arturo Hidalgo-García1  * 

José Rogelio Cedeño-Vázquez1 

Roberto Luna-Reyes2 

David González-Solís1 

1El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), Unidad Chetumal. Departamento de Sistemática y Ecología Acuática. Av. Centenario km 5.5, C.P. 77014. Chetumal, Quintana Roo, México. <jahg03@hotmail.com>; <rcedenov@ecosur.mx>; <dgonzale@ecosur.mx>

2Coordinación Técnica de Investigación, Secretaría de Medio Ambiente e Historia Natural, Calzada de los Hombres Ilustres s/n, Fraccionamiento Francisco I. Madero, Col. Centro, C.P. 29000, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. <rlr07@hotmail.com>


Resumen

Se describe la distribución geográfica de cuatro especies de serpientes venenosas (Bothriechis aurifer, Crotalus simus, Micrurus diastema y M. elegans) que habitan en el área sureste de la Altiplanicie de Chiapas. Estas especies se encuentran en alguna categoría de riesgo en la NOM-059-SEMARNAT-2010, se desconoce su distribución precisa y son de importancia médica. Los modelos de distribución se obtuvieron usando el algoritmo MaxEnt, para ello se usaron registros de museos nacionales y del extranjero, así como búsquedas en internet, en la literatura científica y muestreos en campo. También se realizaron entrevistas para determinar la percepción y la relación que tienen las serpientes venenosas con las poblaciones humanas. Además, se determinó la representatividad de cada una de las especies en las áreas naturales protegidas. Algunas barreras geográficas, como el Valle de Motagua, limitan la distribución de M. elegans y B. aurifer, mientras que el Istmo de Tehuantepec lo hace para C. simus. Se pudo determinar que B. aurifer es la especie más vulnerable, debido a su distribución restringida, y a que se encuentra poco representada en las áreas naturales protegidas. Son frecuentes las mordeduras de serpientes venenosas en algunas localidades. La víbora de cascabel (C. simus) es perseguida por el uso medicinal que le dan los pobladores. La información generada es fundamental para implementar programas de educación ambiental y acciones de manejo que contribuyan a la conservación de estas especies.

Palabras clave: Categorías de riesgo; importancia médica; MaxEnt, entrevistas; Áreas Naturales Protegidas

Abstract

Current and potential distribution models were developed for four species of venomous snakes (Bothriechis aurifer, Crotalus simus, Micrurus diastema and M. elegans) inhabiting the southeastern area of the Altiplanicie de Chiapas. These species are included within risk categories in the NOM-059-SEMARNAT-2010, their precise distribution is unknown and they are of medical importance. The distribution models were obtained with MaxEnt algorithm, using records obtained from voucher specimens of national and foreign museums, searches in the internet, scientific literature and field sampling. In addition, occurence of each of species in the protected natural areas was determined. Interviews were also conducted to determine the perception and relationship of venomous snakes with human populations. Some geographical barriers, such as the Valle del Río Motagua, limits the distribution of M. elegans and B. aurifer, while the Istmo de Tehuantepec does for C. simus. Bothriechis aurifer is the most vulnerable species because of its restricted distribution and scarce occurrence in the protected natural areas. It was concluded that bites of poisonous snakes are frequent in some localities. Crotalus simus is pursued because of its traditional medicinal use. This information is important as a basis for implementing environmental education programs and management action that contribute to the conservation of the species.

Key words: Risk category; medical importance; MaxEnt; surveys; Natural Protected Areas

Introducción

México cuenta con la mayor riqueza de serpientes venenosas del continente americano (Campbell & Lamar, 2004), y uno de los estados más diversos es Chiapas, con 113 especies de serpientes (Johnson et al., 2015), de las cuales 20 son venenosas (Luna-Reyes et al., 2015).

En el caso particular del área sureste de la Altiplanicie de Chiapas, existen cuatro especies de serpientes venenosas con mayor riesgo de extinción, dos elápidos Micrurus diastema (Duméril, Bibron & Duméril, 1854) y M. elegans Jan, 1858 y dos vipéridos Bothriechis aurifer (Salvin, 1860) y Crotalus simus Latreille, 1801. Además, para algunas de ellas, sus registros son escasos y se conoce poco sobre su distribución, por lo que es necesario actualizar dicho conocimiento, lo cual es fundamental para la implementación de planes de manejo y conservación (Rushton et al., 2004).

Aun cuando se han hecho algunos estudios de distribución potencial con reptiles en México, incluyendo serpientes venenosas (Ochoa-Ochoa et al., 2006), éstos no han abarcado el área de distribución completa de algunas especies, como C. simus. De igual manera, en los estudios que incluyen la distribución potencial de las especies y su representatividad en las áreas naturales protegidas (ANP) (Paredes-García et al., 2011), sólo se incluye a México, y no se evalúa su distribución en Centroamérica, ni representan la distribución completa de algunas especies.

Para implementar estrategias de conservación es necesario conocer la relación del hombre con la naturaleza, debido a que se trata de una variable que interviene en el deterioro ambiental (García-López et al., 2017). La manera en la que es conocido y percibido un animal por una comunidad humana, constituye parte del sistema del conocimiento tradicional, el cual puede ser considerado paralelo al sistema del conocimiento científico y genera determinada actitud de la gente hacia éste (Penguilly-Macías et al., 2009). Además, a partir del conocimiento ancestral de las comunidades indígenas se puede obtener información preliminar de la biota y aspectos generales relacionados con el estado de conservación de los recursos naturales en sus territorios, los cuales han sido poco explorados (Racero-Casarrubia et al., 2008). Por otra parte, las actitudes de las personas hacia las especies animales, pueden impactar de forma negativa a sus poblaciones (Enríquez-Rocha & Rangel, 2004).

Se han realizado estudios sobre percepción social hacia las serpientes del género Crotalus en el norte de México (Gatica-Colima & Jiménez-Castro, 2009), pero no para el resto de las especies de serpientes venenosas en el país, incluyendo el estado de Chiapas. En cuanto al uso medicinal de la fauna silvestre, se hizo un estudio en la parte central de la Altiplanicie de Chiapas (Enríquez et al., 2006) y en un ejido del sureste de esta región (Serrano-González et al., 2011); sin embargo, es poco lo que se conoce sobre los usos hacia las serpientes venenosas en el área.

El uso de modelos de distribución potencial proveen predicciones detalladas de la distribución al relacionar la presencia de las especies con predictores ambientales (Elith et al., 2006). Por todo lo anterior, el presente trabajo aborda el análisis de la distribución geográfica de cuatro especies de serpientes venenosas en riesgo de extinción de la Altiplanicie de Chiapas mediante el modelado de nicho ecológico y la percepción de las personas hacia estas especies con la aplicación de entrevistas a los pobladores. Además, se determinan las variables ambientales que influyen en su distribución y evalúa su representatividad en las ANP.

Materiales y métodos

La Altiplanicie de Chiapas está constituida por una superficie accidentada y representa una de las siete regiones fisiográficas de Chiapas (Fig. 1) (Müllerried, 1957). Es un macizo montañoso de 160 km de largo y 75 km de ancho, en dirección noroeste-sureste, ubicado entre los 15° 55’-17° 00’ N, 91° 30’-93° 10’O y ocupa una superficie de 6,200 km2. Los climas predominantes son templado subhúmedo y semicálido húmedo con lluvias en verano (más del 85% de la precipitación anual entre mayo y octubre) (García-Martínez, 1988). La temperatura media anual oscila entre 13-15 °C y la precipitación media anual es de 1,100-1,200 mm (García-Martínez, 1988). Los tipos de vegetación son: selva mediana y baja siempre verde, bosque deciduo, bosque de hojas planas y duras (encinar) y bosque de hojas aciculares (pinar) (Miranda, 2015).

Figura 1 Área de estudio en el sureste de la Altiplanicie de Chiapas. Simbología: DC = Depresión Central, ACH = Altiplanicie de Chiapas, PCG = Planicie del Golfo, MN = Montañas del Norte, MO = Montañas del Oriente, PCP = Planicie Costera del Pacífico, SM = Sierra Madre (tomado de Johnson et al. 2015). Localidades visitadas: 1 = Cruz del Rosario, 2 = El Vergelito, 3 = Bajucú, 4 = Buenavista Pachán - El Suspiro, 5 = Santa Martha, 6 = Santiago Guelatao, 7 = Llano Grande - Tintonishac. 

Se realizaron visitas mensuales (febrero-agosto de 2016), en siete localidades ubicadas en el área de estudio (Fig. 1) con duración de diez días cada una. Los ejemplares fueron colectados con el permiso de la Dirección General de Vida Silvestre (SGPA/DGVS/01609/16) y depositados en la Colección Herpetológica de El Colegio de la Frontera Sur, Unidad Chetumal (ECO-CH-H).

La asignación del tipo de endemismo y categorías de riesgo de cada especie se realizó con base en la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010 (SEMARNAT, 2010), complementándose con los estudios de Flores-Villela (1993) y mediante consulta de la lista roja de especies amenazadas de la IUCN (IUCN, 2017), el sistema EVS (Puntaje de Vulnerabilidad Ambiental) (Johnson et al., 2015) y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestre (CITES, 2011).

Los registros ya existentes de serpientes venenosas se obtuvieron de las bases de datos de las siguientes colecciones nacionales e internacionales: AMNH, ANSP, BYU, CAS, CM, CUMV, CNAR, ECO-CH-H, ECO-SC-H, FMNH, IHNHERP, KU, LACM, LSUMZ, MPM, MZ-UNICACH, MCZ, MZFC, OMNH, TCWC, TNHC, UF, UMMZ, USNM, UTEP, YPM y UAEH. La confiabilidad de la identidad taxonómica de los registros fue verificada por los curadores o responsables de las colecciones y personalmente se llevó a cabo la revisión en las colecciones herpetológicas ECO-SC-H, IHNHERP y MZ-UNICACH. Los acrónimos para los museos se encuentran en Sabaj-Pérez (2014), a excepción del Centro de Investigaciones Biológicas de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH).

Los registros en línea se obtuvieron de: Vernet (http://www.vernet.org), Global Biodiversity Information Facility (GBIF, http://www.gbif.org) e iNaturalist (http://www.inaturalist.org). Además, se usaron registros de literatura obtenidos de Campbell & Smith (2000), Köhler (2001), Hidalgo-García (2008), Neri-Castro et al. (2013), del proyecto “Conocimiento y manejo sustentable de la herpetofauna para el fortalecimiento de la Red de Ecoturismo en el Área de Intervención de la Asociación de Silvicultores Región Miramar A. C.” y los registros obtenidos en campo durante este estudio.

Para georreferenciar los registros que sólo tenían localidad de colecta se emplearon los programas Geolocate 3.22 (Ríos & Bart, 2010) y Google Earth Pro 7.1.5. Para depurar las bases de datos, se trazaron todos los puntos en archivos vectoriales de México y Centroamérica, en el programa Quantum GIS 2.16 (Quantum GIS Development Team, 2016) y se comparó la ubicación de los puntos de cada especie con los mapas de Campbell & Lamar (2004), IUCN (2017) y con gráficas proyectadas en el espacio ambiental.

Los mapas de distribución fueron generados con el programa MaxEnt (Phillips et al., 2006) (http://www.cs.princeton.edu/~schapire/maxent/), el cual es un algoritmo robusto que modela la distribución potencial de las especies por medio de la relación entre los puntos de presencia conocidos y las variables ambientales incluidas en el modelo (Phillips et al., 2006). A partir de esta relación, el algoritmo extrapola la presencia de la especie a las áreas donde no se cuenta con registros (Lindenmayer et al., 1991). Las coberturas consistieron en 19 capas de información sobre temperatura y precipitación, provenientes de WorldClim (Hijmans et al., 2005), con una resolución de 0.86 km2, las cuales fueron recortadas con el programa DIVA-GIS 7.5.0.0 (Hijmans et al., 2012), con base en los mapas de distribución de Campbell & Lamar (2004) y de la IUCN (2017). Posteriormente, se eliminaron las capas que tuvieron alta correlación (r > 0.85), usando el coeficiente de Pearson. Los criterios para eliminar variables ambientales fueron dejar aquellas que pudieran interpretarse más fácilmente, tomando en cuenta el conocimiento ecológico de cada especie. El programa MaxEnt, estima además la importancia de cada variable en la distribución de las especies y el modelo generado fue validado con el área bajo la curva (AUC), derivada de la curva operada por el receptor (ROC), las cuales están implementadas en el programa (Phillips et al., 2006). Los modelos con valores entre 0.7-0.9 para los puntos de entrenamiento y prueba se consideraron razonablemente buenos y los modelos con valores > 0.9 se catalogaron como muy buenos (Peterson et al., 2011). En el proceso de evaluación de los modelos, se usó el 70% de los registros para entrenar el modelo y 30% para validar, mediante validación cruzada. Para los modelos de presencia-ausencia, MaxEnt calcula el valor estadístico para cada umbral, con base en una prueba de Chi-cuadrado. Una vez validado cada modelo, se emplearon todos los registros para obtener los mapas definitivos (Martínez-Meyer com. pers.), a excepción del modelo empleado para M. diastema en el que se usó el modelo generado con los datos de calibración (60% de los datos, 40% para su validación), esto para evitar un sobreajuste, por la gran cantidad de registros que se tenía para esta especie.

Para correr el modelo, se usaron las opciones por defecto de MaxEnt, como lo sugieren Phillips & Dudik (2008), a excepción de la ventanilla de Setting/Advanced, en donde se desactivaron las casillas “Extrapolate” y “Do clamping”, cuando se modelaron especies de zonas montañosas, como B. aurifer y M. elegans, para evitar extrapolar en valores extremos de las variables la distribución en lugares donde la especie no está presente (Elith et al., 2011). Se usó el formato logístico, debido a que es más fácil de interpretar, y es robusto cuando el área de distribución de una especie es desconocida (Phillips & Dudik, 2008).

El algoritmo MaxEnt tiene incorporado un procedimiento para la selección de las variables más importantes durante la generación de los modelos de distribución potencial de las especies. Para la evaluación de las variables en el modelo y el porcentaje que aporta cada una se utilizó la prueba Jackknife (Plasencia-Vázquez et al., 2014).

Para visualizar la representatividad de las especies en las ANP, se emplearon como puntos de corte los umbrales de presencia mínima de entrenamiento, sensibilidad máxima de entrenamiento más especificidad, prueba de máxima sensibilidad más especificidad y entropía equivalente de umbrales y distribuciones originales (Liu et al., 2005). Posteriormente, a los mapas de distribución potencial les fueron eliminadas las áreas donde se conoce que el taxón no puede estar presente o no ha sido registrado, para así obtener la distribución real o área ocupada (Peterson & Soberón, 2012), usando como criterio los mapas de Campbell & Lamar (2004), IUCN (2017) y superponiendo capas vectoriales de las ecorregiones propuestas por Olson et al. (2001). Posteriormente, se sobrepusieron mapas digitales de las ANP federales de México y Centroamérica.

Para evaluar la percepción social sobre las especies de serpientes, se hicieron 62 entrevistas semiestructuradas a los pobladores, las cuales son una de las principales estrategias para producir datos en la investigación cualitativa (Sautu, 2003). Siete entrevistas se realizaron en el municipio de La Independencia (dos localidades) y 55 en Las Margaritas (14 localidades), dirigidas a personas entre 16 y 93 años de edad. Se consideró entrevistar a un número similar de personas, tanto de la etnia tojolabal como de mestizos.

Inicialmente, se realizó un cuestionario piloto para saber si las preguntas eran claras y no dirigidas a una respuesta en particular (Enríquez-Rocha & Rangel, 2004), el cual fue aplicado a habitantes de las comunidades donde existen serpientes venenosas.

Se seleccionaron informantes clave con base en su conocimiento de la fauna local, así como personas de ambos sexos con disponibilidad para participar en el estudio, y con más de cinco años de permanencia en la localidad a fin de aumentar la confiabilidad de las respuestas (Rojano et al., 2013; Álvarez et al., 2015). Se entrevistaron a personas de las localidades donde se realizó el muestreo de serpientes y aquellas de localidades aledañas, empleando un cuestionario guía, el cual estuvo conformado por 38 preguntas, distribuidas en ocho secciones: 1) Datos del encuestado, 2) Presencia e identificación de las especies, 3) Acciones al ver a una serpiente venenosa, 4) Incidencias de accidente ofídico, 5) Medidas tomadas en caso de accidente ofídico, 6) Conocimiento sobre serpientes venenosas, 7) Uso de serpientes venenosas y 8) Protección a las serpientes venenosas. Durante las entrevistas, se mostraron fotografías, tanto de serpientes inofensivas como venenosas, con el fin de que las pudieran identificar, usando la guía de Köhler (2008). Se realizó la prueba de Chi-cuadrado de Pearson para analizar la independencia entre variables cualitativas.

Resultados

Se integró una base de datos con 918 registros de cuatro especies de serpientes venenosas: Micrurus diastema (603), M. elegans (76), Bothriechis aurifer (35) y Crotalus simus (204). La mayoría (904) corresponden a registros de la literatura, bases de datos en línea, informes técnicos de proyectos de investigación y ejemplares de museos, mientras que el resto (14 registros) fueron obtenidos mediante los muestreos de campo.

Las cuatro especies de serpientes venenosas reportadas en el presente trabajo se encuentran en distintas categorías de riesgo (Cuadro 1), y B. aurifer además tiene distribución restringida. Por su parte C. simus y M. diastema, tienen distribución más amplia, abarcando algunos países centroamericanos. Todos los modelos presentaron valores de AUC > 0.9 y p < 0.05, a excepción de M. diastema (AUC = 0.865, p < 0.05).

Cuadro 1 Serpientes venenosas con mayor riesgo de extinción del sureste de la Altiplanicie de Chiapas y su clasificación. NOM= NOM-059-SEMARNAT-2010, Pr = Sujeta a Protección Especial, A = Amenazada; IUCN = Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, LC = Preocupación Menor, VU = Vulnerable; EVS = Puntaje de Vulnerabilidad Ambiental, L = Bajo, M = Medio, H = Alto; CITES = Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres, III = Apéndice III. 

Taxón NOM IUCN EVS CITES
Elapidae
Micrurus diastema Pr LC L(8) III
M. elegans Pr LC M(13) --
Viperidae
Bothriechis aurifer A VU H(14) --
Crotalus simus A LC M(10) III

Micrurus diastema tiene una distribución extensa, principalmente en los estados de Quintana Roo y Yucatán, su límite de distribución al norte corresponde a la parte central de Veracruz y noroeste de Puebla (sur de la Huasteca y Provincia Llanuras y Lomeríos), y al sur hasta el oriente de las Montañas Chortí, en Honduras (Fig. 2 A). Se encuentra bien representada en las ANP de México, Guatemala y Belice (Fig. 2 A; Anexo 1). Para M. elegans el límite norte de su distribución es similar, desde la parte central de Veracruz y noroeste de Puebla, hacia el sureste, pasando por Oaxaca y Chiapas, hasta la parte central de Guatemala (Sierra de Santa Cruz y Chamá) (Fig. 2 C). Esta especie se encuentra mejor representada en las ANP de Chiapas (Fig. 2 C; Anexo 1). La precipitación del periodo más seco (bio14) contribuyó más a generar el mapa de distribución de M. diastema (Fig. 2 B), mientras que la temperatura media anual (bio1) lo fue para M. elegans (Fig. 2 D).

Figura 2 Área de distribución de: Micrurus diastema (A) y M. elegans (C) y su representatividad en las Áreas Naturales Protegidas de México y Centroamérica (ANP). En la escala de colores (cuadro interior), se indica la probabilidad de encontrar a la especie. Los puntos de color negro representan los registros históricos y los de color azul son las nuevas localidades de registro (registros recientes). Los polígonos de color gris son las ANP. Resultados de la prueba Jackknife para determinar la ganancia de las variables ambientales en la construcción del modelo: M. diastema (B) y M. elegans (D). 

En cuanto a los vipéridos, B. aurifer se distribuye desde el límite del área sureste de la Altiplanicie de Chiapas con las Montañas del Norte de Chiapas, hasta la Sierra de las Minas, en Guatemala (Fig. 3 A), pero con poca presencia en las ANP. Crotalus simus se distribuye desde la Llanura Costera Veracruzana y el Istmo de Tehuantepec hasta Costa Rica, en la Cordillera Volcánica Central, pero mayormente hacia la costa del Pacífico, en donde tiene buena representatividad en las ANP (Fig. 3 C, Anexo 1). Para B. aurifer, la variable temperatura media anual (bio1) contribuyó más a la generación del modelo (Fig. 3 B), y para C. simus fueron la precipitación del periodo más seco (bio14) y estacionalidad de la precipitación (bio15) (Fig. 3 D).

Figura 3 Área de distribución de: Bothriechis aurifer (A) y Crotalus simus (C) y su representatividad en las Áreas Naturales Protegidas de México y Centroamérica (ANP). En la escala de colores (cuadro interior), se indica la probabilidad de encontrar a la especie. Los puntos de color negro representan los registros históricos y los de color azul son las nuevas localidades de registro (registros recientes). Los polígonos de color gris son las ANP. Resultados de la prueba Jackknife para determinar la ganancia de las variables ambientales en la construcción del modelo: B. aurifer (B) y C. simus (D). 

La gran mayoría de los pobladores al ver una serpiente a la que consideran venenosa la matan o intentan matarla (89%), aunque existen diferencias significativas (X 2 = 20.72, gl = 4, p < 0.05) en la acción que realizan en función del grado de estudios que tienen, a menor grado de estudios mayor intención por matarlas. No hubo diferencias significativas analizando las respuestas por grupos étnicos (X 2 = 1.24, gl = 1, p < 0.27).

Respecto al conocimiento sobre el hábitat, 42% de los entrevistados dijeron que C. simus se encuentra en los ocotales (pinar), aunque también se mencionan milpas, zacatales, acahuales y roblares (encinar). La mayoría coincidió en que el mococh verde (B. aurifer) habita en lugares húmedos de la montaña.

El 66% mencionó que han habido mordeduras a personas y animales domésticos causadas por víboras de cascabel. Se presentó un caso por mordedura de C. simus, según refieren varios pobladores, aunque el paciente al ver fotografías de las especies la identificó como Atropoides mexicanus, por lo que se debe de tener cuidado al utilizar dicho material con fines de identificación taxonómica. El mayor número de casos de mordeduras a personas correspondieron a Atropoides mexicanus (38%) y Cerrophidion godmani (28%), mientras que Crotalus simus (14%), Bothriechis aurifer (10%), Micrurus diastema (7%) y Bothrops asper (3%) tuvieron valores menores.

En el caso de mordeduras, el tratamiento principal consiste en ingerir bebidas alcohólicas, aunque algunos toman curarina y nauyacol (plantas). Sólo una persona mencionó que sabía o tenía noción acerca de la utilidad del suero antiviperino, actualmente conocido como faboterápico.

En diferentes localidades los pobladores matan a la víbora de cascabel (Crotalus simus), por el uso medicinal que se le atribuye, o para venderlas a personas que provienen principalmente de otras comunidades, a un precio que varía desde 50 hasta 3000 pesos dependiendo del tamaño del ejemplar. El uso medicinal más frecuente fue para curar el cáncer (53%), aunque también se mencionaron “espanto” (16%), dolor en general (13%), dolor de anginas, fiebre, tos, cicatrización de heridas y para tener hijos (3% cada uno). Esta especie también es usada como alimento y su piel se emplea para hacer cinturones. Sólo una persona comentó que también la coralillo (Micrurus sp.) es usada con fines medicinales.

El 73% piensan que no se deben de proteger a las serpientes venenosas, aunque hubo diferencias significativas en las respuestas entre personas con distintos niveles de escolaridad (X 2 = 20.72, gl = 4, p < 0.05). Las que creen que se debe proteger cuentan con estudios (ej. primaria, secundaria, preparatoria, etc.). No hubo diferencias significativas analizando las respuestas por grupos étnicos (X 2 = 0.198, gl = 1, p < 0.66).

Discusión

Se obtuvieron mejores resultados en la modelación para C. simus, M. diastema y M. elegans (valores de AUC mayores a 0.9 y p < 0.05) con los que se consiguieron modelos con un alto poder predictivo. Los valores para M. diastema (AUC = 0.865, p< 0.05), son considerados “razonablemente buenos” (Peterson et al. 2011); el sustento estadístico de los modelos podría estar asociado al proceso de depuración de datos, mediante el cual fueron eliminados los registros que se encontraban fuera del área conocida y espacio ambiental de las especies estudiadas.

La distribución de M. elegans y B. aurifer hacia el sur parece estar limitada por el Valle de Motagua, en Guatemala. Este valle ha ocasionado la divergencia de serpientes de los géneros Bothriechis, Atropoides y Cerrophidion, y actúa como una barrera geográfica para las especies de serpientes que habitan en las zonas montañosas a ambos lados del valle (Castoe et al., 2009; Daza et al., 2010).

Bothriechis aurifer es una de las especies de serpientes de la Altiplanicie de Chiapas más amenazadas, por su distribución restringida y la acelerada destrucción de su hábitat. Durante el trabajo de campo, se pudo apreciar que su hábitat está siendo severamente afectado, principalmente por la práctica de roza-tumba-quema. Esta tendencia de disminución de sus poblaciones por pérdida de hábitat también ha sido reportada recientemente en Guatemala (IUCN, 2017). Su distribución al norte (límites de la Altiplanicie de Chiapas con las Montañas del Norte) se encuentra limitada por la presencia de Bothriechis rowleyi, una especie emparentada (Castoe et al., 2009) y al sur por el Valle de Motagua, el cual ha actuado como una barrera geográfica para distintas especies (Castoe et al., 2009). Cabe destacar que el ejemplar observado en Santiago Guelatao y el ejemplar colectado en Felipe Carrillo Puerto (cerca de Cruz del Rosario) en el municipio de Las Margaritas, corresponden a dos nuevos registros de localidad, con los cuales su distribución se extiende aproximadamente 43 km al noreste (Hidalgo-García, J. A., Luna-Reyes, R., Cedeño-Vázquez, J. R. & González-Solís, D., datos no publicados), tomado como referencia el registro previo más cercano reportado por Campbell & Lamar (2004) en el Parque Nacional Lagunas de Montebello. La temperatura media anual fue la variable más importante para B. aurifer, que es una especie característica de lugares fríos (generalmente por encima de los 1500 msnm); sin embargo, la humedad también parece ser un factor importante en su distribución, ya que se encuentra en bosques mesófilos de montaña y vegetación asociada (Campbell & Lamar, 2004).

La distribución de C. simus en la vertiente del Pacífico se encuentra demarcada por el Istmo de Tehuantepec, el cual ha sido una barrera geográfica para especies características de tierras bajas y altas, y separa linajes en ambos lados (Castoe et al., 2009).

Crotalus simus habita en lugares cálidos y secos y no se encuentra en las selvas húmedas (Álvarez del Toro, 1982). En este estudio, se pudo constatar que esta especie, habita en zonas más secas, a diferencia de Crotalus tzabcan, que habita en clima subhúmedo de la Península de Yucatán (Campbell & Lamar, 2004). En el área de distribución de C. simus las lluvias llegan de manera estacional, de ahí el hecho de que la variable que contribuyó más al modelo fue la estacionalidad de la precipitación.

A pesar de que C. simus es una de las especies de vipéridos mejor representadas en las ANP de México (Paredes-García et al., 2011) y Centroamérica, es perseguida por las propiedades curativas que la gente le atribuye (Enríquez et al., 2006). Además, se ha reportado que se ha vuelto escasa en algunas partes de Guatemala (Campbell & Lamar, 2004). En contraste, en Tintonishac (mpio. La Independencia) la gente adulta menciona que la población de víboras de cascabel ha aumentado en los últimos años. Esto puede deberse al cambio climático, ya que estas serpientes habitan en las regiones secas y cálidas (Álvarez del Toro, 1982) y pudieran estar encontrando condiciones más favorables en lugares que antes eran templados, debido a que son animales sensibles a los cambios de temperatura (Beaupre & Douglas, 2009).

El cambio de uso del suelo, y en particular, la deforestación, pudieran afectar la distribución de diferentes especies de serpientes venenosas, ya que dichos factores contribuyen de manera importante a la pérdida de biodiversidad (Mas & Flamenco-Sandoval, 2011). Por lo anterior, es necesario realizar un estudio para poder correlacionar a mayor profundidad el impacto que las poblaciones humanas han causado en la distribución y desplazamiento de las especies estudiadas, conforme han ido ocupando nuevas zonas y transformando el hábitat.

Se ha documentado que Crotalus simus es usada para atender la hinchazón del cuerpo, curar mordeduras de serpiente y gangrena (Serrano-González et al., 2011) en la Altiplanicie de Chiapas. También se han reportado usos medicinales de las víboras de cascabel para otras regiones de Chiapas (Barrasa-García, 2015), Oaxaca (Buenrostro-Silva et al., 2016), Veracruz (Gómez-Landa, 2015), Ciudad de México (Gómez-Álvarez & Pacheco-Coronel, 2010), Puebla (Cossío-Bayugar, 2007) y Guanajuato (Leyte-Manrique et al., 2016). Esta especie se usa con fines ornamentales y comerciales en Morelos (Reyna-Rojas et al., 2015) y alimenticios en el estado de México (Monroy-Vilchis et al., 2016) y Sinaloa (Pascual-Ramos et al., 2014). Por su parte, para las especies del género Micrurus sólo ocasionalmente se menciona su uso con fines medicinales en la parte central de la Altiplanicie de Chiapas (Enríquez et al., 2006) y Sinaloa (Pascual-Ramos et al., 2014).

A pesar de que en México la mayoría de las mordeduras de serpientes venenosas son causadas por especies de los géneros Bothrops y Crotalus (de Roodt et al., 2005), en el área de estudio la mayoría fueron ocasionadas por Cerrophidion y Atropoides, cuya mordedura es menos severa y se cura en pocos días con remedios caseros (Álvarez del Toro, 1982; Campbell & Lamar, 2004). Por su parte, la mordedura del mococh verde (Bothriechis aurifer) puede tardar hasta tres meses en curarse, según los entrevistados en este estudio. Al respecto, un habitante que había sufrido una mordedura de esta especie hizo referencia a que fue muy grave y, en otro caso, una persona de edad avanzada perdió una extremidad, lo cual probablemente se debió al mal tratamiento y una infección posterior. Campbell & Lamar (2004) mencionan que B. aurifer ha causado mordeduras fatales en Guatemala, sin embargo, en el presente estudio, no se reportaron muertes ocasionadas por esta especie.

En cuanto a las mordeduras a animales domésticos, se tiene poca certeza del número de casos. Algunos pobladores mencionan haber visto víboras de cascabel cercanas al ganado que había muerto, sin embargo, es probable que estos animales hayan muerto de alguna otra causa, ya que es común en la región que la muerte de borregos sea provocada por parásitos, como Oestrus ovis (Perezgrovas-Garza & Castro-Gámez, 2000).

Los pobladores tienen poco conocimiento sobre qué medidas tomar en caso de mordedura de serpientes venenosas. En las localidades más alejadas, las clínicas carecen de medicamentos y los pacientes tienen que viajar a los asentamientos urbanos más grandes, como la cabecera municipal. Además, la gran mayoría (94%) no sabe para qué sirve el suero antiofídico. El nivel de desconocimiento es aún mayor que el registrado por Alemán-Mejía (2011) en Honduras (82%) y por Fernandes-Ferreira et al. (2012) en Brasil, donde todos los entrevistados conocían el uso del suero antiofídico. Este desconocimiento, probablemente esté relacionado con la baja escolaridad de los pobladores o a la poca información ambiental que los pobladores reciben.

La mayoría de los lugareños mata serpientes por temor, aun cuando algunas personas piensan que se deben proteger. Esta percepción negativa de los pobladores hacia las serpientes ha sido reportada en comunidades nahuas de Cuetzalan del Progreso, Puebla (García-López et al., 2017); con pobladores del desierto de Chihuahua (Gatica-Colima & Jiménez-Castro, 2009), y en asentamientos rurales de Brasil (Santos-Fita et al., 2010).

El miedo generalizado hacia las serpientes se debe en parte a que las mordeduras por algunas especies venenosas ponen en peligro la vida o causan la muerte de las personas, no obstante, éstas no representan uno de los mayores problemas de salud pública en México (de Roodt et al., 2005) o en Chiapas (Suárez-Velázquez & Luna-Reyes, 2009). Adicionalmente, la religión judeo-cristiana (iglesia católica) ha influido en el rechazo colectivo hacia las serpientes (Sánchez-Núñez, 2006; Fernandes-Ferreira et al., 2012), por la creencia de que son “seres condenados por Dios a la eterna penitencia” (Fernandes-Ferreira et al., 2012).

La proporción de personas en el área de estudio que creen que se deben de proteger a las serpientes venenosas es menor, comparada con lo que se reporta en el norte del país (27% vs 46%) (Gatica-Colima & Jiménez-Castro, 2009). Esto puede indicar que la educación puede tener algún efecto en la percepción de las personas, y más si consideramos que Las Margaritas es uno de los municipios con mayor grado de marginación en el estado de Chiapas. Al respecto, Whitaker & Shine (2000), Alves et al. (2014) y Pinheiro et al. (2016) mencionan que la educación es importante en el cambio de actitud de las personas hacia las serpientes. Otro aspecto que vale la pena mencionar es que al evitar que la gente mate a las serpientes venenosas también disminuye el riesgo de mordedura, además de evitar la pérdida de la biodiversidad (Whitaker & Shine, 2000; Pandey et al., 2016).

Algunas creencias o mitos reflejan el desconocimiento que se tiene sobre la biología y morfología de las serpientes; por ejemplo, algunas personas que utilizan a las víboras de cascabel con fines alimenticios o medicinales seccionan a la serpiente amputándole una cuarta de longitud a partir de la punta de la cabeza y la punta de la cola antes de consumirlas, con el propósito de eliminar las partes del organismo que contienen veneno, lo cual también ha sido reportado en el norte de México (Malkin, 1962). Algunas personas entierran al animal completo porque creen también que el hueso es venenoso, lo cual es una suposición errónea, ya que las serpientes tienen las glándulas de veneno en la cabeza. Álvarez del Toro (1982), en distintas regiones de Chiapas, y Fernandes-Ferreira et al. (2012), en Brasil, reportan que la gente cree que “la coral pica por la cola”. Además, existe el mito de que las corales y nauyacas persiguen a la gente, lo cual también es falso, ya que el primer recurso de sobrevivencia que utilizan las serpientes, ante la presencia de un ser humano es huir; solamente cuando se sienten acorraladas pelean para defenderse y tienden a morder a la persona que las molesta (Casas-Andreu, 2000). La existencia de mitos puede contribuir a una fuerte aversión hacia estos animales por los pobladores locales (Ceríaco, 2012; Alves et al., 2014; García-López et al., 2017).

Conclusiones

Con el uso de los factores ambientales de WorldClim y el algoritmo Maxent, se pudo determinar con mayor precisión y actualizar la distribución de las serpientes venenosas que habitan en el sureste de la Altiplanicie de Chiapas, cubriendo vacíos en la distribución previamente conocida. Con este estudio, se amplió la distribución conocida de Bothriechis aurifer hacia el noreste, y también se obtuvieron nuevas localidades de registro para Micrurus diastema, M. elegans y Crotalus simus en la Altiplanicie de Chiapas. Al parecer algunas barreras geográficas (Istmo de Tehuantepec, México y Valle del Río Motagua, Guatemala) actúan limitando la distribución de M. elegans, B. aurifer y C. simus. En el área de estudio, la serpiente venenosa que se encuentra en mayor riesgo es B. aurifer, debido a su distribución restringida, y a que se encuentra poco representada en las ANP, además de que su hábitat sufre un grave deterioro.

La víbora de cascabel (Crotalus simus) es la especie de serpiente venenosa más perseguida, debido a las propiedades curativas que se le atribuyen, por lo que habría que hacer estudios sobre el impacto a las poblaciones de esta especie. Asimismo, el grado de escolaridad influye en la percepción de las personas hacia las serpientes venenosas. En general, los pobladores del área sureste de la Altiplanicie de Chiapas desconocen las medidas que se deben de tomar en caso de mordeduras por serpientes venenosas, por lo que es importante capacitar a las personas, así como proveer del equipo necesario para atender este tipo de accidentes en los centros de salud de la región.

Ante este panorama, es necesario incrementar los esfuerzos de conservación para las serpientes venenosas estudiadas, especialmente para Bothriechis aurifer y Crotalus simus, estableciendo estudios de monitoreo de sus poblaciones, campañas de educación ambiental y promoviendo la conservación de sus hábitats.

Agradecimientos

Los autores agradecen a la Dirección General de Vida Silvestre de la SEMARNAT, por el otorgamiento del permiso de colecta científica (SGPA/DGVS/01609/16) y a El Colegio de la Frontera Sur por el recurso proporcionado para los muestreos en campo. El primer autor agradece al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) y a El Colegio de la Frontera Sur, por el recurso obtenido para la realización de la maestría. A los curadores de los siguientes museos y colecciones: AMNH, ANSP, BYU, CAS, CM, CUMV, CNAR, ECO-CH-H, ECO-SC-H, FMNH, IHNHERP, KU, LACM, LSUMZ, MPM, MZ-UNICACH, MCZ, MZFC, OMNH, TCWC, TNHC, UF, UAEH, UMMZ, USNM, UTEP y YPM. A todas las personas que colaboraron y permitieron realizar los muestreos en campo, especialmente a M. A. Pérez, B. Jiménez, J. C. Hidalgo, B. Vázquez, don Esdras, Rigoberto, H. Vázquez, C. Pérez, J. G. Pérez, A. Pérez, R. Guillén Moreno, R. Guillén Argueta, W. Guillén, M. A. Guillén, R. Hernández, E. Hernández, K. Hernández, A. Hernández, J. A. Vázquez, I. Celis, A. Celis, E. Torres, O. Torres, N. Morales, B. López, J. A. Vázquez, R. Hernández Morales, J. Jiménez, H. Morales, G. Morales, D. Sántis, R. Sántis, E. Gómez, B. Gómez, G. López. A C. Cundapí y R. C. Hernández por la información proporcionada. A R. Carbajal y V. H. González por sus valiosos comentarios y aclarar algunas dudas. A J. J. Schmitter Soto, J. A. Padilla Saldívar y P. J. Ramírez Barajas por la revisión de la primera versión del escrito y a dos revisores anónimos por sus valiosos comentarios y sugerencias para mejorar la versión final.

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Serrano-González, R., Guerrero, F., Serrano, R. (2011) Animales medicinales y agoreros entre Tzotziles y Tojolabales. Estudios Mesoamericanos, 11, 29-42. [ Links ]

Suárez-Velázquez, A., Luna-Reyes, R. (2009) Mordeduras por serpientes en Chiapas. Instituto de Salud Pública en el estado de Chiapas/ Régimen Estatal de Protección Social en Salud en Chiapas. Gobierno de Chiapas. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. 120 pp. [ Links ]

Whitaker, P. B., Shine, R. (2000) Sources of mortality of large elapid snakes in an agricultural landscape. Journal of Herpetology, 34(1), 121-128. [ Links ]

Anexos

Anexo 1 Principales Áreas Naturales Protegidas (ANP) donde se distribuyen las serpientes venenosas con mayor riesgo de extinción del sureste de la Altiplanicie de Chiapas. Abreviaturas: Micrurus diastema (M.d.), Micrurus elegans (M.e.), Bothriechis aurifer (B.a.) Y Crotalus simus (C.s.). 

Área Natural Protegida Estado o Departamento Designación Área (ha) Especies
México  
Anillo de Cenotes Yucatán Reserva Estatal 214,678 M.d.
Reserva Estatal Biocultural del Puuc Yucatán Reserva Estatal 135,893 M.d.
Yulum Balam Quintana Roo Área de Protección de Flora y Fauna 154,052 M.d.
Sian Ka'an Quintana Roo Reserva de la Biósfera 528,147 M.d.
Santuario del Manatí Quintana Roo Zona Sujeta a Conservación Ecológica 277,316 M.d.
Balam Ka’ax Quintana Roo Área de Protección de Flora y Fauna 128,390 M.d.
Calakmul Campeche Reserva de la Biósfera 723,185 M.d.
Laguna de Términos Campeche Área de Protección de Flora y Fauna 705,105 M.d.
Sierra de Tabasco Tabasco Reserva Ecológica 15,113 M.d., M.e.
Pantanos de Centla Tabasco Reserva de la Biósfera 302,706 M.d.
Cañón del Usumacinta Tabasco Área de Protección de Flora y Fauna 46,128 M.d.
Reserva Ecológica Filobobos Veracruz Área Natural Protegida 10,528 M.d., M.e.
Los Tuxtlas Veracruz Reserva de la Biósfera 155,122 M.d., M.e.
Parque Nacional Cañón del Río Blanco Veracruz Parque Nacional 48,799 M.d., M.e.
Santiago Tlatepusco Oaxaca Área Destinada Voluntariamente a la Conservación 4,300 M.d., M.e.
San Pedro Tlatepusco Oaxaca Área Destinada Voluntariamente a la Conservación 5,050 M.d., M.e.
El Cordón del Retán Oaxaca Área Destinada Voluntariamente a la Conservación 15,328 M.d., C.s.
La Sepultura Chiapas Reserva de la Biósfera 167,309 C.s.
El Triunfo Chiapas Reserva de la Biósfera 119,177 C.s.
La Concordia-Zaragoza Chiapas Áreas Naturales Típicas 16,409 C.s.
El Ocote Chiapas Reserva de la Biósfera 121,000 C.s, M.d., M.e.
La Pera Chiapas Zona Sujeta a Conservación Ecológica 7,506 C.s., M.d., M.e.
Cerro Meyapac Chiapas Zona Sujeta a Conservación Ecológica 1,742 C.s., M.e.
Cañón del Sumidero Chiapas Parque Nacional 21,789 C.s., M.e.
La Encrucijada Chiapas Reserva de la Biósfera 144,868 C.s.
Santa Ana Chiapas Zona Sujeta a Conservación Ecológica 512 M.d.
Chanal Chiapas Áreas Naturales Típicas 4,242 M.e.
Sistema Lagunar Catazajá Chiapas Zona Sujeta a Conservación Ecológica 41,058 M.d.
Palenque Chiapas Parque Nacional 1,791 M.d.
Cascadas de Agua Chiapas Área de Protección de 2,612 M.d.
Azul Flora y Fauna
Nahá-Metzabok Chiapas Área de Protección de Flora y Fauna 3,847 M.d., M.e.
Lagunas de Montebello Chiapas Parque Nacional 6,022 B.a., C.s., M.d., M.e.,
Montes Azules Chiapas Reserva de la Biósfera 331,200 M.d., M.e.
Volcán Tacaná Chiapas Reserva de la Biósfera 6,378 C.s.
Belice  
Río Bravo Orange Walk Private Reserve 104,896 M.d.
Bladen Toledo Nature Reserve 40,336 M.d.
Deep River Toledo Forest Reserve 31,797 M.d.
Columbia River Toledo Forest Reserve 60,037 M.d.
Paynes Creek Toledo National Park 15,248 M.d.
Manatee Belize Forest Reserve 36,393 M.d.
Fresh Water Creek Belize Forest Reserve 11,359 M.d.
Sibun Cayo Forest Reserve 42,974 M.d.
Chiquibul Cayo National Park 107,300 M.d.
Mountain Pine Ridge Cayo Mountain Pine Ridge Forest Reserve 43,081 M.d.
Cockscomb Basin Stann Creek Cockscomb Basin Wildlife Sanctuary 35,336 M.d.
Sitee River Stann Creek Forest Reserve 38,008 M.d.
Guatemala  
Cerro San Gil Izabal Reserva Protectora de Manantiales 47,432 M.d.
Río Sarstun Izabal Zona de Uso Múltiple 35,200 M.d.
Punta de Namabique Izabal Ramsar Site, Wetland of International Importance 151,878 M.d.
Bocas del Polochic Izabal Refugio de Vida Silvestre 20,760 M.d.
Manchón Guamuchal Retalhuleu, San Marcos Ramsar Site, Wetland of International Importance 13,500 C.s.
Volcán Tajumulco San Marcos Zona de Veda Definitiva 13,031 C.s.
Cuenca del Lago Atitlán Sololá Zona de Uso Múltiple 122,900 C.s.
Volcán Fuego Sacatepéquez Zona de Veda Definitiva 12,150 C.s.
Volcán Agua Sacatepéquez. Escuintla, Chimaltenango Zona de Veda Definitiva 12,600 C.s.
Reserva Natural de Monterrico Santa Rosa Zona de Uso Múltiple 2,800 C.s.
Volcán Tecuamburro Santa Rosa Zona de Veda Definitiva 5,120 C.s.
Trifinio Jutiapa Reserva de la Biósfera 22,178 C.s., M.d.
Maya El Petén Reserva de la Biósfera 2,160,200 M.d.
Ixil Visis Cabá El Quiché Reserva de la Biósfera 45,000 M.d., M.e.
Finca Rústica Chimel El Quiché Reserva Natural Privada 2,000 B.a., M.d., M.e.
Laguna Lachúa Alta Verapaz Parque Nacional 14,500 M.d., M.e.
Cerro Verde Baja Verapaz Reserva Natural Privada 585 B.a.
Santa Rosa y Llano Largo Baja Verapaz Reserva Natural Privada 1,083 B.a., M.d, M.e.,
Mario Dary Baja Verapaz Biotopo Protegido 1,022 B.a.
Sierra de las Minas Baja Verapaz Reserva de la Biósfera 242,642 B.a., C.s., M.d.
Sipacate-Naranjo Escuintla Parque Nacional 2,000 C.s.
El Salvador    
Montecristo Santa Ana Parque Nacional 1,973 C.s.
Apaneca-Llamatepec Ahuachapán Reserva de la Biósfera 59,056 C.s.
Embalse Cerrón Grande Chalatenango, San Salvador, Cuscatlán, Cabañas Ramsar Site, Wetland of International Importance 60,698 C.s.
Bahía de Jiquilisco Usulután Ramsar Site, Wetland of International Importance 63,500 C.s.
Laguna de Olomega San Miguel, La Unión Ramsar Site, Wetland of International Importance 7,556 C.s.
Honduras  
Montecristo Trifinio Ocotepeque Parque Nacional 68,215 C.s.
El Pital Ocotepeque Reserva Biológica 2,677 C.s.
Celaque Ocotepeque Parque Nacional 26,266 C.s., M.d.
El Guisayote Ocotepeque Reserva Biológica 14,081 C.s.
Erapuca Ocotepeque, Copán Refugio de Vida Silvestre 6,522 C.s., M.d.
Opalaca Intibucá, Lempira Reserva Biológica 25,892 C.s., M.d.
Manchón Guamuchal Retalhuleu, San Marcos Ramsar Site, Wetland of International Importance 13,500 C.s.
Volcán Tajumulco San Marcos Zona de Veda Definitiva 13,031 C.s.
Cuenca del Lago Atitlán Sololá Zona de Uso Múltiple 122,900 C.s.
Volcán Fuego Sacatepéquez Zona de Veda Definitiva 12,150 C.s.
Volcán Agua Sacatepéquez. Escuintla, Chimaltenango Zona de Veda Definitiva 12,600 C.s.
Reserva Natural de Monterrico Santa Rosa Zona de Uso Múltiple 2,800 C.s.
Volcán Tecuamburro Santa Rosa Zona de Veda Definitiva 5,120 C.s.
Trifinio Jutiapa Reserva de la Biósfera 22,178 C.s., M.d.
Maya El Petén Reserva de la Biósfera 2,160,200 M.d.
Ixil Visis Cabá El Quiché Reserva de la Biósfera 45,000 M.d., M.e.
Finca Rústica Chimel El Quiché Reserva Natural Privada 2,000 B.a., M.d., M.e.
Laguna Lachúa Alta Verapaz Parque Nacional 14,500 M.d., M.e.
Cerro Verde Baja Verapaz Reserva Natural Privada 585 B.a.
Santa Rosa y Llano Largo Baja Verapaz Reserva Natural Privada 1,083 B.a., M.d, M.e.,
Mario Dary Baja Verapaz Biotopo Protegido 1,022 B.a.
Sierra de las Minas Baja Verapaz Reserva de la Biósfera 242,642 B.a., C.s., M.d.
Sipacate-Naranjo Escuintla Parque Nacional 2,000 C.s.
El Salvador    
Montecristo Santa Ana Parque Nacional 1,973 C.s.
Apaneca-Llamatepec Ahuachapán Reserva de la Biósfera 59,056 C.s.
Embalse Cerrón Grande Chalatenango, San Salvador, Cuscatlán, Cabañas Ramsar Site, Wetland of International Importance 60,698 C.s.
Bahía de Jiquilisco Usulután Ramsar Site, Wetland of International Importance 63,500 C.s.
Laguna de Olomega San Miguel, La Unión Ramsar Site, Wetland of International Importance 7,556 C.s.
Honduras  
Montecristo Trifinio Ocotepeque Parque Nacional 68,215 C.s.
El Pital Ocotepeque Reserva Biológica 2,677 C.s.
Celaque Ocotepeque Parque Nacional 26,266 C.s., M.d.
El Guisayote Ocotepeque Reserva Biológica 14,081 C.s.
Erapuca Ocotepeque, Copán Refugio de Vida Silvestre 6,522 C.s., M.d.
Opalaca Intibucá, Lempira Reserva Biológica 25,892 C.s., M.d.
El Jilguero La Paz Área Productora de Agua 43,946 C.s.
Sabanetas La Paz Reserva Biológica 8,198 C.s.
Montaña de Comayagua Comayagua Parque Nacional 29,767 C.s.
Montecillos Comayagua Reserva Biológica 20,333 C.s.
Cerro Azul Meámbar Comayagua Parque Nacional 31,339 C.s., M.d.
Santa Bárbara Santa Bárbara Parque Nacional 13,951 C.s.
Lago de Yojoa Cortés Área de Uso Múltiple 30,141 C.s., M.d.
Sierra de Río Tinto Cortés Parque Nacional 88,089 C.s.
Cusuco Cortés Parque Nacional 17,704 C.s., M.d.
Cerro Azul Copán Parque Nacional 12,083 M.d.
La Muralla Olancho Parque Nacional 26,904 C.s.
Montaña de Botaderos Olancho, Colón, Yoro Parque Nacional 96,755 C.s.
Pico Pijol Atlántida Parque Nacional 11,508 C.s.
Pico Bonito Atlántida Parque Nacional 107,107 C.s.
Texiguat Atlántida, Yoro Refugio de Vida Silvestre 33,267 C.s.
La Tigra Francisco Morazán Parque Nacional 24,341 C.s.
Sierra de Agalta Francisco Morazán Parque Nacional 73,724 C.s.
Yerbabuena Francisco Morazán Reserva Biológica 3,522 C.s.
Río Plátano Gracias a Dios Parque Nacional 832,335 C.s.
Nicaragua        
Volcán Cosiguina Chinadega Reserva Natural 13,160 C.s.
Estero Real Chinadega, León Reserva Natural 55,000 C.s.
Cordillera Dipilto y Jalapa Nueva Segobia Reserva Natural 41,200 C.s.
Bosawás Jinotega Reserva Natural 685,614 C.s.
Miraflor Estelí Paisaje terrestre 17,413 C.s.
Sureste de Nicaragua Río San Juan Reserva de la Biósfera 767,710 C.s.
Costa Rica  
Guanacaste Guanacaste Parque Nacional 33,780 C.s.
Miravalles Guanacaste Zona Protectora 11,670 C.s.
Diria Guanacaste Parque Nacional 5,426 C.s.
Palo Verde Guanacaste Parque Nacional 18,291 C.s.
Península de Nicoya Guanacaste Zona Protectora 21,317 C.s.
Tenorio Alajuela, Guanacaste Zona Protectora 5,588 C.s.
Arenal Monteverde Puntarenas Zona Protectora 28,314 C.s.
Cordillera Volcánica Central Valle Central Reserva Forestal 61,278 C.s.

Recibido: 28 de Junio de 2017; Aprobado: 17 de Marzo de 2018

*Autor de correspondencia: <jahg03@hotmail.com>

Editor responsable: Gustavo Aguirre

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