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Acta zoológica mexicana

On-line version ISSN 2448-8445Print version ISSN 0065-1737

Acta Zool. Mex vol.31 n.2 Xalapa Aug. 2015

 

Artículos originales

 

Cotorra argentina (Myiopsitta monachus), especie anidando con éxito en el sur de la Península de Baja California

 

Monk Parakeet (Myiopsitta monachus), a new species breeding in the southern part of Baja California

 

Romeo Tinajero y Ricardo Rodríguez Estrella

 

1 Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR). Instituto Politécnico Nacional No. 195 Col. Playa Palo de Santa Rita Sur, La Paz, Baja California Sur, 23090, México. <estrella@cibnor.mx>

 

Recibido: 03/06/2014.
Aceptado: 07/04/2015.

 

RESUMEN

Se presenta información sobre la presencia y abundancia así como evidencias de anidación de la cotorra Argentina (Myiopsitta monachus), especie exótica en el sur de la península de Baja California. La cotorra fue registrada por primera vez en noviembre de 2012 en el poblado de Chametla, 7 km al norte de la ciudad de La Paz. Desde entonces y hasta el día de hoy, el perico ha incrementado su abundancia en 10 veces su población inicial. Reportamos actividad de anidación, entre mayo y agosto de 2013 y mayo-agosto 2014. Los nidos fueron construidos sobre la palma de abanico (Washingtonia robusta, 75%) y palma de coco (Cocos nucífera, 25%). Se les observó alimentándose de frutos de palma datilera (Phoenix dactylifera), mezquite (Prosopis sp.), tamarindo (Tamarindus indica), guamúchil (Pithecellobium dulce) y otatave (Vallesia glabra), así como de restos de comida provistos por la gente. Se discuten las posibles implicaciones de la presencia de esta especie exótica en la región.

Palabras clave: Ave exótica, desierto, Baja California Sur, México, Myiopsitta monachus.

 

ABSTRACT

We present data on presence and abundance, and nesting activity of the exotic monk parakeet (Myiopsitta monachus) in the southern portion of the Baja California peninsula. The monk parakeet was recorded for the first time in November 2012 at the town of Chametla, 7 km North of La Paz city and since then the monk parakeet has increased its numbers. We recorded nesting activity between May-August 2013 and May-August 2014. Nests were built on Mexican fan (Washingtonia robusta, 75%) and coconut (Cocos nucifera, 25%) palms. Monk parakeets were observed feeding on fruits of date palm (Phoenix dactylifera), mesquite (Prosopis sp.), tamarin (Tamarindus indica), guamuchil (Pithecellobium dulce) and pearlberry (Vallesia glabra), and remains of human waste foods. Finally, we discuss the potential implications of the establishment of this exotic species in the region.

Key words: Exotic bird, desert scrub, Baja California Sur, Mexico, Myiopsitta monachus.

 

INTRODUCCIÓN

Las especies exóticas pueden causar problemas ecológicos y económicos donde se establecen, sobre todo si se vuelven invasoras. Al establecerse pueden competir por alimento con especies nativas, pueden hibridizarse, transformar y destruir el hábitat de estas especies y pueden ser portadoras de enfermedades y parásitos transmisibles, que inclusive pueden llegar a exterminar poblaciones nativas (Vitouseck et al. 1997, Álvarez-Romero et al. 2008). La Cotorra Argentina (Myiopsitta monacus) es una especie nativa de Sudamérica (Uruguay, Bolivia, Brasil y Argentina) y que se ha reportado recientemente en libertad en diferentes partes de México, como especie exótica y potencialmente invasora (Álvarez-Romero et al. 2008, MacGregor-Fors et al. 2011). La especie ha estado expandiendo su distribución en Europa y Norteamérica, y en algunas regiones se ha registrado un crecimiento exponencial en las zonas donde se ha establecido (Van Bael & Pruett-Jones 1996, Burger & Gochfeld 2000, Muñoz & Real 2006).

Esta ave es de tamaño mediano (29 cm), con plumaje principalmente de color verde, y con el pecho, frente y garganta de color gris; tiene una banda amarillo oliva en el abdomen, cola larga, plumas de sus alas primarias y secundarias de color azul (Fig. 1). La especie no presenta dimorfismo sexual, y los jóvenes, aunque son parecidos a los adultos, difieren por la presencia de plumas verdes entre el plumaje gris de la frente (Alderton & Stevenson 1991). Se ha introducido en diferentes países de Europa (Portugal, España, Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Republica Checa, Eslovaquia, Dinamarca y Holanda), norte y centro América (Estados Unidos de Norte América, Canadá, México, islas del Caribe), África (Kenia), Asia (Israel y Japón) (Butler 2002, Hatzofe & Yom-Tor 2002, Domenech et al. 2003, Pajares 2005, Strubbe & Matthysen 2009, Mori et al. 2013). La principal forma de introducción ha sido por el comercio activo y el pasivo a través de escapes y liberaciones intencionales. Les favorecen las actividades humanas puesto que se logran establecer con éxito en ciudades y en zonas agrícolas (Muñoz & Real 2006). En estos ambientes pueden llegar a causar daños en cultivos anuales (maíz, sorgo, girasol) y árboles frutales (lichi, ojo de dragón, durazno, pera, manzana y cítricos, entre otros) (Freeland 1973, Mott 1973, Tillman et al. 2000, Domenech et al. 2003, Pablo-López 2009); también causa daños a la infraestructura urbana cuando construyen los nidos en subestaciones, torres y postes eléctricos, pudiendo provocar averías al sistema eléctrico (Avery et al. 2006, Pruett-Jones et al. 2007). En el estado de Florida han encontrado que la cotorra argentina causa daños a las huertas con pérdidas millonarias anuales (Tillman et al. 2000). En Cataluña, la especie se ha expandido y ha colonizado algunas zonas de importancia agrícola (Domenech et al. 2003). En México, se ha reportado su presencia en cultivos de sorgo y maíz en el estado de Oaxaca (Pablo-López 2009), pero no se ha hecho una valoración económica de sus efectos.

La cotorra argentina es un ave social, monógama que construye nidos comunales, los cuales son voluminosos y pueden estar constituidos por varias cavidades o cámaras donde diferentes parejas pueden anidar simultáneamente (Navarro el al. 1992). Estas estructuras son utilizadas también como dormitorios durante todo el año (Navarro et al. 1992, Eberhard 1998). Su biología reproductiva ha sido relativamente bien estudiada en su distribución nativa (Navarro & Bucher 1990, Navarro et al. 1992, Martín & Bucher 1993, Peris & Aramburú 1995, Eberhard 1998). En las áreas de invasión este tipo de estudios se han hecho principalmente en los Estados Unidos de Norteamérica, en Chicago (Hyman & Pruett-Jones 1995), Florida (Avery et al. 2012) y Connecticut (Living 2006). La información es muy escasa en Europa, Asia y África (Batllori & Nos 1985). Se puede reproducir desde el segundo año de vida (Martín & Bucher 1993) y el tamaño de la puesta es de 1-12 huevos, con un promedio de 6 (Navarro et al. 1992, Avery et al. 2012). Estas características así como su capacidad para adaptarse a diferentes condiciones ambientales (tropicales, templadas y frías) en diferentes partes del mundo (Simpson & Ruiz 1974, Hyman & Pruett-Jones 1995, Strubbe & Matthysen 2009), la hacen una especie altamente invasora.

Recientemente en México se ha reportado su presencia en libertad en el Distrito Federal, Estado de México, Oaxaca, Querétaro, Michoacán, Puebla, Chiapas, Guanajuato, Chihuahua y en la península de Baja California (Álvarez-Romero et al. 2008, Pablo-López 2009, Mac-Gregor-Fors et al. 2011, Pineda-López & Malagamba 2011, Ramírez-Albores 2012, Soto-Cruz, et al. 2014).

En la península de Baja California ha sido reportada en Mexicali, Ensenada, Guerrero Negro, Loreto y la ciudad de La Paz (MacGregor-Fors et al. 2011, Guerrero-Cárdenas et al. 2012; eBird 2014), pero sólo han sido registros de observaciones, sin un seguimiento sistemático de las poblaciones. En el presente estudio proporcionamos evidencia de la reproducción exitosa de la especie y presentamos información sobre las variaciones numéricas de una población de cotorra argentina establecida en el sur de la península de Baja California. Además, presentamos información sobre su dieta y estructuras de anidación donde construye sus nidos y discutimos sobre las implicaciones de la reproducción de esta especie para la avifauna de la región.

 

MATERIAL Y MÉTODOS

La investigación fue realizada en el poblado de Chametla ubicado a 7 km al norte de la ciudad de la Paz (24°05'55.21" N y 110°22'34.49" O), en el municipio de La Paz Baja California Sur. Este poblado es relativamente pequeño, con aproximadamente 2,200 habitantes y se encuentra ubicado a una altitud de 5 m sobre el nivel del mar. El poblado tiene una superficie aproximada de 1 km2 (largo 1.5 km, ancho promedio 0.7 km) y está rodeado principalmente de vegetación nativa, que es matorral xerófilo, y una parte colinda con áreas de cultivos. El clima es del tipo Bw(h')hw(x') muy seco con lluvias en verano con una precipitación invernal mayor de 10.2%. La precipitación media anual es de 171 mm y la temperatura media anual de 23.4 °C. Las temperaturas máximas que se llegan a presentar en primavera y verano son superiores a 40 °C, inclusive alcanzando los 43°C en los meses entre mayo y septiembre. En el invierno, puede haber temperaturas hasta los 37 °C (INEGI 1994, Ruiz-Corral et al. 2006). Dentro del poblado, la gente ha sembrado palmas nativas, endémicas, como la real o de abanico (Washingtonia robusta), árboles nativos como el mezquite (Prosopis sp.) y el otatave (Vallesia glabra), así como plantas exóticas tales como la palma datilera (Phoenix dactylifera), y el coco (Cocos nucifera), además de distintos árboles como tamarindo (Tamarindus indica), eucaliptos (Eucaliptus spp.), mango (Mangifera indica) y cítricos, entre otros.

La presente investigación se originó a partir de un proyecto de monitoreo de especies exóticas invasoras en el estado de Baja California Sur, el cual se ha desarrollado desde hace alrededor de 10 años. El primer registro de la cotorra argentina en el poblado de Chametla y en la zona se hizo en el mes de noviembre de 2012, cuando se contabilizó en varias ocasiones un grupo de 10 aves (T. López & A. Martínez, com. pers.). Antes de esta fecha no hay registros de la especie a pesar de ser un sitio de censado de aves. Debido a su ruidosa actividad, se les podía seguir y ubicar prácticamente sin problema. A partir de mayo de 2013, se inician los muestreos de las cotorras con un protocolo de seguimiento sistemático con una duración de un año. En las áreas donde se registró su presencia se contabilizó el número total de individuos observados, su actividad, la percha utilizada y el tipo de alimento que consumían. Se hicieron los conteos de individuos únicamente en las áreas de anidación, sobre todo a partir de enero de 2014 con un método corregido en función de las observaciones previas, con el fin de estandarizar los números y tener una mejor estima del tamaño de la población, ya que se sabe que estas aves utilizan los nidos como dormideros comunales. De esta manera, en los sitios de anidación se realizó una vigilancia con binoculares registrando la llegada y salida de cotorras en los nidos durante dos horas antes de que oscureciera (Belinchón-Navarro et al. 1999). La búsqueda de nidos se realizó de manera continua cada mes, recorriendo todo el poblado a pie y en vehículo, observando árboles, palmas y estructuras como postes y torres eléctricas. Se sabe que a un nido ya preexistente se le pueden añadir otras cámaras de anidación, conformándose de esta manera un nido compuesto que consta de varias cámaras independientes (Navarro et al. 1992). Una vez que ubicamos los primeros nidos, les dimos seguimiento para ver si construían nuevos anexos o nidos cercanos. Se registraron las estructuras donde construyeron los nidos, y se midió la altura de la planta soporte, el número de cámaras y la cercanía entre nidos. Es importante señalar que debido al relativo pequeño tamaño del poblado, a los estudios previos hechos en la zona y el seguimiento de aves en general sin haber detectado a la especie sino hasta 2012, y debido a lo fácil que es observar y ubicar a los individuos y parvadas de la cotorra argentina, consideramos que nuestro estudio abordó el proceso inicial de invasión de la especie en esta zona y que nuestras observaciones muestran la tendencia de la población en el tiempo.

 

RESULTADOS

Abundancia. Nuestros registros para 2013 iniciaron el 28 de mayo, a las 9:00 h, cuando tres individuos se observaron posados en un árbol de tamarindo. El 21 de junio, a las 19:35 h se observaron 20 cotorras, 14 perchadas sobre árboles (8 en tamarindo, 4 en eucalipto, 2 en guamúchil), y seis fueron observadas en vuelo. Consideramos por lo anterior, que el tamaño inicial de la población de la cotorra para nuestros análisis en la zona antes de la temporada reproductiva del 2013 fue de entre 10 y 20 individuos (Fig. 2). Para el 29 de octubre a las 8:10 h se observó una parvada en vuelo constituida por 35 individuos. El 24 de noviembre a las 8:30 h se observó un grupo de 50 individuos perchados en un eucalipto. El 22 de diciembre monitoreamos los nidos a partir de las 8:00 h hasta las 10:50 h, contando la salida de 56 individuos de los nidos. Este día después de salir de los nidos se encontraron tres grupos, uno en cables de luz, otro en plantas de otatave, y 22 individuos perchados en un pino salado (Tamarix spp.) (Fig. 1a, 1b). Finalmente, el 29 de agosto de 2014 registramos 100 individuos que es el número máximo de individuos registrados. Las variaciones de números de cotorras durante los muestreos se presentan en la figura 2.

Reproducción. El primer nido encontrado fue el 28 de mayo de 2013. A las 9:00 h se observaron tres individuos posados en un árbol de tamarindo. Las aves cortaban ramas del árbol, volando posteriormente con ellas en su pico a una palma real o de abanico. En esta palma se encontraban construyendo una estructura con la forma de su nido típico. Posteriormente, el 6 de junio se ubicaron 3 nidos que se encontraban en tres palmas de abanico; los nidos tenían material verde recién colocado (Fig. 3a). Otros 4 nidos fueron encontrados en fechas posteriores durante las visitas constantes que realizamos a los sitios aledaños a los nidos previamente descritos (Cuadro 1). Las características de los nidos y de las estructuras donde se colocaron se presentan en la Cuadro 1. Las cotorras colocaron sus nidos principalmente en palma Washingtonia (75%) y en palma de coco (25%) (N = 8 nidos), con una altura promedio de 12.5 m (+3.3). Los nidos encontrados están muy próximos entre ellos, cuatro con menos de 10 m de separación entre ellos, y el nido más alejado se ubicó a 170 m de distancia.

Durante las observaciones, se registraron otras actividades reproductivas como apareamiento y cuidados parentales. El 1 de julio a las 18:40 h dos individuos se apareaban sobre un árbol de tamarindo. El 14 de septiembre a las 18:30 h se registraron nueve individuos que visitaban de manera continua uno de los nidos ubicados en una de las palmas de abanico. Seguidamente se hicieron observaciones focales de una hora en un nido que tenía cuatro entradas, observando a los adultos entrando y saliendo en varias ocasiones; registramos en dos entradas del nido dos pollos en cada una (Figura 3 b,c). Observamos que los pollos eran alimentados por los adultos. El 22 de septiembre a las 9:00 h se registró una parvada de seis individuos sobre un mezquite, observando que una cotorra alimentaba a un volantón en el pico. El 19 de mayo de 2014 observamos una pareja con comportamiento de cortejo.

Alimentación. Observamos a las cotorras alimentándose de brotes de tamarindo y mezquite, y de frutos de mezquite, huamúchil (Pithecellobium dulce) y otatave. En tres ocasiones distintas se observaron seis individuos alimentándose de restos de alimento dejados por la gente (tortilla dura) en el patio de casas.

 

DISCUSIÓN

Confirmamos por primera vez la reproducción exitosa de la cotorra argentina en la península de Baja California. Aunque previamente se habían mencionado sitios de nidos a la mitad de la península (Guerrero Negro; Guerrero-Cárdenas et al. 2012), no se mostraron evidencias de que la reproducción de la especie hubiera sido exitosa. La población de la cotorra argentina se ha incrementado fuertemente en menos de dos años en el poblado de Chametla, así como el número de nidos construidos. En la parte sur de la península de Baja California la cotorra argentina se está reproduciendo en esta fase inicial de invasión, entre mayo y septiembre, ocurriendo el cortejo y construcción de nidos aparentemente en mayo y junio, la incubación en julio, la crianza en agosto y los primeros vuelos de los pollos en agosto-septiembre. Esta época reproductiva es similar a la registrada en su distribución nativa en el hemisferio sur, en Argentina, en las correspondientes estaciones de primavera y verano (Navarro et al. 1992). La época reproductiva que ocurre en esta región de la península difiere de lo registrado en Florida, un área donde es introducida también, donde la reproducción ocurre con unos meses de anterioridad, de marzo a julio (Avery et al. 2012). Hay factores que influyen en el inicio de la época reproductiva de las aves, los cuales aparentemente están relacionados a variables climáticas o de latitud. Por ejemplo, se ha documentado que en la subespecie Myiopsita monachus catita los factores ambientales que influyen en el comienzo de las puestas son las temperaturas máximas entre finales de invierno y mediados de primavera (Navarro & Bucher 1992). Es probable que en La Paz y sus alrededores las temperaturas máximas en estos meses sean similares a lo que se presenta en Argentina mientras que en Florida éstas son más estables, con más calor, por lo que la reproducción puede adelantarse.

Las estructuras donde colocan sus nidos las cotorras en sus áreas de invasión son muy variadas, siendo estructuras artificiales (postes y torres eléctricas) y árboles y palmas (eucaliptos, encinos, palmas). Se ha encontrado en Florida y Chicago que el 80% y 58% de los nidos se encuentran en estructuras artifíciales (Avery et al. 2006, Minor et al. 2012), mientras que en España utilizan principalmente palmas Phoenix sp., y en menor medida pinos (Pinus sp.), eucaliptos y álamos (Sol et al. 1997, Domenech et al. 2003); en Cataluña el 78% de los nidos se encuentran en palmas (Domenech et al. 2003). En nuestro caso, el 100% de los nidos que encontramos en el poblado de Chametla se construyeron en palmas (Washingtonia robusta y Cocos nocifera).

En áreas de invasión, la cotorra argentina tiene preferencias por sitios urbanos y suburbanos (Hyman & Pruett-Jones 1995, Muñoz & Real 2006, Rodríguez-Pastor et al. 2012). En España se ha encontrado que tienen preferencia por barrios con altas densidades de árboles (Pajares 2005). También se ha encontrado que su distribución está determinada principalmente por la actividad humana, sobre todo en zonas urbanas ubicadas en planicies y a orillas de ríos (Muñoz & Real 2006). En la península de Baja California, sólo se ha reportado a la cotorra en zonas suburbanas (MacGregor-Fors et al. 2011, este estudio). Es notorio que la población de cotorras argentinas del sur de la península de Baja California, Chametla, se encuentra separada 560 km de la población reportada en Guerrero Negro (Guerrero-Cardenas et al. 2012) y 245 km del reporte de Loreto (MacGregor-Fors et al. 2011), aunque no hemos confirmado que se encuentre en esta última localidad ni en qué situación está. El 6 de septiembre de 2014, en la ciudad de La Paz registramos un grupo de 14 individuos y cinco nidos, siendo cuatro de ellos activos, registrándose pollos en uno de ellos. Es probable que el de La Paz se trate de un grupo pequeño con menor tiempo de haberse establecido que la población de Chametla, pero dada la cercanía entre poblados podrían considerarse como subpoblaciones de una misma población. Por lo anterior, no parece que la colonización de Chametla se deba a una ampliación de su distribución por dispersión o migración de la cotorra dentro de la península, ya que la especie no es migratoria y se ha reportado que en su área de distribución natural el rango medio de dispersión de jóvenes de su sitio natal es de 1230 m (Martin & Bucher 1993); en Barcelona, un sitio donde fue introducida, se ha encontrado una distancia de dispersión muy similar, 1114 m (Carrillo-Ortiz 2009). Aunque estudios genéticos en áreas de invasión en los Estados Unidos de América EUA indican que su dispersión puede llegar a ser de 100 km (Concalves Da Silva et al. 2010), esto podría funcionar en regiones donde las condiciones ambientales no sean extremas, con ambientes estables. En ambientes áridos extremos como ocurre en la península de Baja California, las probabilidades de viajar y colonizar se reducirían para especies que no son originalmente migratorias. Las zonas urbanas o suburbanas a lo largo de Baja California Sur están separadas unas de otras por grandes distancias y extensiones de desierto de matorral xerófilo que probablemente actúan como barrera para la colonización de sitios adecuados por la cotorra argentina. Por lo anterior, creemos que es el hombre quien ha transportado las cotorras y se han dado liberaciones o escapes posteriores geográficamente separados de cotorras cautivas en estas tres ciudades del sur de la península, tal como se ha reportado ocurre en EUA (Van Bael & Pruett-Jones 1996). En la ciudad de La Paz se ha observado la venta de cotorra argentina en las calles en los años 2009 y 2010. Recientemente se ha detectado su venta en una tienda de mascotas.

Nuestra predicción es que de no controlar pronto a la población de cotorra argentina en Chametla, se dispersará a poblados próximos como El Centenario y la ciudad de La Paz (ubicados a una distancia menor de 10 km), uniéndose con el grupo de cotorras encontrados en la ciudad de la Paz. Posteriormente podría continuar hacia otros poblados al sur, como el poblado del Triunfo que se encuentra a 40 km, y que es un sitio donde inicia la vegetación de selva baja caducifolia, ambiente tropical, donde hay huertas de naranja, mango, ciruelas y otros. Este poblado parece que podría ofrecer sitios adecuados para que la cotorra se establezca e invada, y continuar más fácilmente la invasión hacia la punta de la península, hacia Los Cabos (véase Muñoz & Real 2006). Es necesario tomar acciones prontas para controlar las poblaciones de cotorra argentina en libertad. En este momento en que puede iniciar la invasión del sur de la península de Baja California, el método más efectivo para erradicar a la cotorra argentina sería el de disparos y trampeo (Simberloff 2003, Conroy & Senar 2009). Posteriormente, se complicaría su erradicación y habría que usar inclusive métodos químicos (Yoder et al. 2007, Avery et al. 2008). Recomendamos fuertemente su erradicación en este momento, lo que reducirá costos al futuro. Se debe seguir dando seguimiento a las poblaciones y sitios en tanto la erradicación sucede, así como informar y concientizar a las personas del gobierno y de la sociedad en general sobre los riesgos ambientales que esta especie representa, así como restringir su venta en el país. Nuestras observaciones contribuyen al conocimiento de la distribución de la especie, su ecología, su abundancia, su reproducción, y el tipo de alimento que consumen en un área nueva de potencial invasión, en la península de Baja California.

 

AGRADECIMIENTOS

Al proyecto SEP-CONACyT (155956) a RRE. RTH recibió una beca posdoctoral durante el desarrollo del trabajo. A José Juan Pérez Navarro por la identificación de plantas. A Tomás López por facilitar la información de las cotorras del año 2012. Dos revisores anónimos hicieron comentarios valiosos.

 

LITERATURA CITADA

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