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Palabras del Doctor Diego Valadés, Director del Instituto, en honor del Doctor Jorge Carpizo*

Señor rector:

El maestro no es otra cosa que un cultor del saber y un formador de la juventud, y esta jornada, destinada a honrarlo, es una ocasión que permite significar individualmente a quienes ejercen esa noble actividad.

Conforme a la sana práctica de nuestra institución, en esta fecha se rinde homenaje a quienes han dedicado sus afanes a enseñar e investigar. Entre ellos, a los que hoy son investidos eméritos. Me corresponde, y lo agradezco, el privilegio de referirme a uno de los más distinguidos juristas de nuestro tiempo.

Jorge Carpizo fue, en su momento, alumno descollante de nuestra Facultad de Derecho, y es hoy investigador eminente del Instituto de Investigaciones Jurídicas. Tuvo, entonces, maestros que orientaron su ruta, como tiene, hoy, discípulos que lo reconocen como su fuente de inspiración.

Jorge Carpizo cuenta con una hoja de vida rica como pocas. Casi una veintena de libros, algunos en lenguas extranjeras, más de un centenar de artículos y capítulos, decenas de congresos y conferencias, aparecen ahí detallados. Pero lo más importante de su quehacer no se advierte con la sol a relación de los textos publicados y de las clases y conferencias impartidas, por más que los primeros sean fundamentales para la literatura jurídica contemporánea, y que las segundas simbolicen un modelo del decir sapiente y convincente.

Jorge Carpizo es un maestro en el sentido más amplio posible. Lo es cuando escribe y cuando diserta; lo es también cuando dialoga. Su vida es una lección cívica. La reciedumbre de sus convicciones imprime una dimensión paradigmática a su compromiso con la justicia. Su mundo cotidiano es el de los valores; de ahí que su magisterio trascienda el aula y el gabinete de estudio, y se proyecte hacia todo su quehacer; el quehacer de un humanista y de un científico social al que la Universidad ha decidido honrar en esta fecha, entrañable y memorable.

Jorge Carpizo, profesor, investigador, funcionario y autoridad de la Universidad, ha innovado el pensamiento constitucional y también el panorama institucional de México. La congruencia entre sus ideas y sus acciones, como juzgador, integrante de nuestro máximo tribunal, como promotor de los derechos humanos y como conductor de la política interior del país, representan un ejemplo que también lo enaltece como universitario.

Jorge Carpizo suma ya numerosos y merecidos reconocimientos: homenajes, doctorados a título honorífico, premios nacionales y extranjeros, pero ninguno ha de valorar tanto, estoy seguro, como éste que le ofrece la comunidad a la que ha dedicado su vida, en la que se formó como abogado, a la que ha servido como profesor e investigador y ha conducido como rector.

La grandeza de los universitarios es la grandeza de la Universidad. Esta grandeza también se muestra al recibir con discreción y al ofrecer con dignidad los honores que simbolizan el ser y el hacer de esta magna y venerada casa de las ideas. Enhorabuena al investigador emérito, Jorge Carpizo.

Nota

* En el acto académico en donde al doctor Carpizo se le distinguió como Investigador Emérito del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, el 15 de mayo de 2006.