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Salud Pública de México

versión impresa ISSN 0036-3634

Salud pública Méx vol.55 no.4 Cuernavaca jul./ago. 2013

 

Noticias de salud ambiental

 

Ingredientes secretos ¿Quién sabe qué hay en tus alimentos?*

 

 

Si bien algunas sustancias como el castóreo y el extracto de cochinilla podrán seguir siendo consideradas durante mucho tiempo como un "factor de asco",4 las investigaciones han demostrado que son perfectamente seguras para la mayoría de las personas. La estridente oposición surgió no debido a cuestiones de seguridad sino al origen de estos ingredientes. No obstante, estos ejemplos demuestran que con frecuencia el público desconoce en gran medida los ingredientes de los alimentos y su procedencia.


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Esto no es nada nuevo: la relación entre el público y los aditivos de los alimentos tiene una larga historia de confianza perdida, recuperada y, en algunos casos, vuelta a perder. La Ley Federal de Alimentos, Medicamentos y Cosméticos (en inglés, FD&C) de 19385 fue aprobada poco después de que murieron 100 personas que ingirieron una nueva forma, no sometida a prueba, de un medicamento popular que contenía lo que resultó ser un aditivo mortífero.6 La nueva ley estaba orientada hacia los consumidores y tenía por objeto asegurar que la gente conociera el contenido de los productos que adquiría y supiera que esos productos eran seguros.

Al paso de los años se han hecho enmiendas a esta ley en un intento de reestructurar y traer orden a la creciente tarea de evaluar y clasificar las miles de sustancias utilizadas en las alimentos, medicamentos y cosméticos. Un resultado de esta reestructuración es que, bajo las leyes actuales de Estados Unidos, las empresas pueden añadir a los alimentos ciertos tipos de ingredientes sin necesidad de que sean aprobados antes de su comercialización por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), que no se da abasto para la aprobación de todos ellos. En otras palabras, existen en los alimentos sustancias de las que la FDA no tiene conocimiento. En el año 2010, la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de Estados Unidos (en inglés, GAO) concluyó que un "creciente número de sustancias... pueden ser excluidas de la supervisión federal".7 ¿Es esto un problema? La respuesta depende de a quién se le pregunte.

 

Una breve historia de la regulación

Los alimentos contienen ingredientes añadidos intencionalmente para un propósito específico, por ejemplo, las vitaminas, conservadores, saborizantes y colorantes (aditivos directos),8 así como sustancias que se añaden de manera no intencional a través del procesamiento, el almacenamiento o los empaques (sustancias en contacto con los alimentos o aditivos indirectos). La era moderna de regulación de este aspecto en Estados Unidos comenzó cuando el Congreso aprobó la Enmienda sobre Aditivos en los Alimentos de 19589 a la Ley FD&C de 1938, que hacía obligatorio obtener aprobación previa a la comercializacion y establecía normas de seguridad.

La enmienda de 1958 prohíbe a la FDA considerar los beneficios de un ingrediente durante el proceso de aprobación; sólo se le permite considerar qué tan seguro es. También incluye la Cláusula de Delaney, que prohibe cualquier ingrediente que sea cancerígeno para los animales o para los seres humanos en cualquier dosis. Originalmente, se incluían los residuos de plaguicidas en la Cláusula Delaney, pero fueron eliminados por la Ley de Protección a la Calidad de los Alimentos10 de 1996. Otra enmienda, realizada en 1960, hacía obligatoria la aprobación previa a la comercialización de todos los aditivos de color, ya fueran colores sintéticos (por ejemplo, el azul 2 de la FD&C) o colores "naturales" derivados de fuentes animales, vegetales y minerales (por ejemplo, el extracto de cochinilla).11

La FDA reglamenta de manera separada los colorantes los demás aditivos. En la actualidad, la FDA certifica nueve colorantes sintéticos –azul 1, azul 2, verde 3, rojo 3, rojo 40, amarillo 5, amarillo 6, rojo cítrico 2 (utilizado exclusivamente en las cáscaras de naranja) y naranja B (que ya no se utiliza debido a preocupaciones respecto a su seguridad, pero que no está prohibido).12 Si bien los colores sintéticos denominados "colorantes de alquitrán de carbón" se hacen actualmente del petróleo, la FDA certifica que cada lote satisfaga sus normas de calidad. La FDA también permite varios colorantes naturales como el carmín, el annatto, la cúrcuma, la beta-carotena y el color caramelo, que no reciben certificación por parte de una agencia. Las compañías deben solicitar a la FDA que cree y utilice nuevos aditivos colorantes.

Cuando una empresa solicita autorización para usar un nuevo aditivo para alimentos debe proporcionar información sobre el efecto que busca lograr al emplearlo, los alimentos en los que lo utilizará y los niveles de consumo estimados, así como datos sobre la seguridad de la sustancia, que por lo general se encuentran en estudios de toxicidad aguda y crónica. A partir de estos datos, la FDA desarrolla un valor para un insumo diario aceptable, el cual se basa normalmente en las dosis con las cuales no se observan efectos adversos en los animales, multiplicada por un factor de seguridad.13

Aun cuando la enmienda de 1958 creó una estricta norma de seguridad para los aditivos regulados, eximió algunas sustancias "autorizadas anteriormente" cuyo uso en los alimentos ya ha sido aprobado, y sustancias que "son generalmente reconocidas como seguras" (en inglés, GRAS).14 Las deteminaciones de las sustancias GRAS se basan en datos científicos, en el conocimiento de los expertos y en una historia de uso común y aparentemente seguro de la sustancia en los alimentos. La FDA define "seguro" como "una certeza razonable en las mentes de los científicos de que la sustancia no es nociva bajo las condiciones de uso estipuladas".15 Se considera que una sustancia GRAS es segura para determinados usos previstos en los alimentos sin necesidad de que sea revisada por la FDA a menos que surjan datos que sugieran una necesidad de reconsiderar su seguridad.7

"En términos de porcentaje, la mayoría de los ingredientes GRAS en los alimentos son saborizantes", señala Mitchell Cheeseman, anterior director de la Oficina de Seguridad en Aditivos Alimentarios de la FDA. Las empresas añaden saborizantes de origen natural o sintético para restaurar el sabor esperado o inherente a la comida, o para mejorarlo, porque los sabores presentes en alimentos sin procesar frecuentemente cambian durante el proceso.

Las etiquetas de los alimentos no necesitan incluir el nombre químico de un saborizante o una lista completa de todos los sabores presentes, dice Cheeseman:: "[Esto obedece] en parte [a que se busca] proteger las fórmulas que constituyen secretos comerciales de la industria, y a que las etiquetas serían sustancialmente más largas de lo que son para la mayoría de los alimentos." El Programa Nacional de Alimentos Orgánicos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos prohíbe los saborizantes artificiales en los alimentos orgánicos certificados, pero permite la utilización de saborizantes naturales no orgánicos.16

Las empresas tienen la autoridad para hacer sus propias determinaciones sobre las sustancias GRAS empleando a un panel de expertos calificados que se encargue de revisar los datos sobre su seguridad. Cada compañía tiene así la opción, pero no el requisito, de notificar a la FDA sobre los hallazgos de su panel. A partir de 1960, la Asociación Internacional de Manufactureros de Extractos y Saborizantes (en inglés, FEMA), una organización comercial, estableció su propio proceso de determinación de sustancias GRAS, independiente de la FDA. Las 120 empresas miembros de FEMA envían solicitudes de autorización para el uso de sustancias GRAS al panel de expertos de la organización, la cual publica sus resultados en la revista profesional Food Technology. FEMA ha declarado sustancias GRAS a más de 2 600 saborizantes.7

Sin embargo, una empresa no puede simplemente declarar a cualquier sustancia como GRAS: "es necesario que haya un proceso científico para determinar el riesgo", señala David Acheson, asesor de la industria alimentaria que trabajó como comisionado asociado de alimentos en la FDA hasta 2009. Según la FDA, "los datos y la información científicos sobre el uso de una sustancia deben darse a conocer ampliamente, y debe haber un consenso entre los expertos calificados en el sentido de que esos datos y esa información establecen que la sustancia es segura bajo las condiciones de uso estipuladas".15

 

Perfeccionamiento del proceso

El primer gran problema relacionado con el sistema de sustancias GRAS surgió a fines de los años sesenta, cuando las investigaciones demostraron que las sales de ciclamato, un endulzante incluido en la lista de sustancias GRAS, causaba cáncer en los roedores. Como resultado, la FDA prohibió las sales de ciclamato, y el presidente Richard Nixon ordenó a la FDA que revisara todas las sustancias GRAS; finalmente se revisaron 422 de las sustancias inicialmente incluidas en la lista.7

En los años setenta, la FDA dio comienzo a un nuevo proceso de afirmación de las sustancias GRAS similar al proceso para los aditivos regulados, pero voluntario. La FDA anunciaba las nuevas peticiones sobre sustancias GRAS en el Registro Federal, buscaba los comentarios públicos, revisaba todos los datos recibidos y afirmaba o negaba la condición de GRAS.7 Sin embargo, en 1997 la FDA, citando una limitación de personal y de recursos, propuso un nuevo programa de notificación voluntaria. Bajo el nuevo proceso, en lugar de publicar notificaciones sobre sustancias GRAS y solicitar comentarios, la FDA revisa las notificaciones internamente, y en vez de afirmar o negar una determinación, envía una de tres respuestas posibles: una carta en la que declara que "no se tienen dudas", otra en la que se declara que "no existe suficiente información para determinar que la sustancia es GRAS" (debido a preocupaciones sobre su seguridad o a una falta de datos), o bien, un aviso de que la FDA ha dejado de evaluar la notificación a petición de la empresa.

Una carta en la que se declara que "no se tienen dudas" significa justamente eso: que la FDA no tiene dudas sobre la aseveración de la empresa respecto a la seguridad de la sustancia. Estas cartas declaran específicamente que la FDA "no ha... realizado su propia determinación sobre la condición de GRAS [de la sustancia]". Según la GAO, recibir una de estas cartas "mejora las posibilidades de la empresa de comercializar su sustancia GRAS" a los compradores potenciales.7

Cuando una empresa recibe una notificación de que la información es insuficiente, puede decidir entre no utilizar el ingrediente o realizar investigaciones adicionales y volver a enviar su notificación sobre la sustancia GRAS. Desde 1998 hasta 2008 se enviaron 274 notificaciones, de las cuales más de 75% recibieron como contestación una carta de "no se tienen dudas".7

"Se presentan los datos, la FDA los revisa, y se obtiene como respuesta una carta de ‘no se tienen dudas’. Supuestamente eso es lo que se espera", dice Acheson. El problema viene cuando las empresas utilizan la sustancia y la FDA determina después que es un problema. "Es una regla sin mucho fondo, es un proceso sin mucho fondo", agrega Acheson. "Nadie le presta mucha atención desde la perspectiva de los riesgos relativos, y hay montones de sustancias que se utilizan que son GRAS y que son perfectamente seguras".


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Si bien la FDA ha estado operando de acuerdo con este plan desde que le fue propuesto en 1997, estas reglas nunca se han vuelto definitivas. Según un cálculo, desde 1958 se han añadido a los alimentos más de 3 700 sustancias GRAS sin notificar sobre ellas a la FDA.17 Entre las sustancias que podrían ser declaradas GRAS sin notificarlas a la FDA se encuentran los nanomateriales modificados mediante ingeniería (por ejemplo, las nanopelículas antimicrobianas que se utilizan para empacar alimentos); esto es un motivo de preocupación potencial dado lo limitado del conocimiento científico sobre la toxicidad de esos materiales. 7,18

En 2010, la GAO documentó esta y otras preocupaciones en el informe titulado Seguridad Alimentaria: La FDA debe fortalecer la supervisión de los ingredientes de los alimentos potencialmente reconocidos como seguros (GRAS). La GAO concluyó que el proceso de supervisión por la FDA "no ayuda a garantizar la seguridad de todas las nuevas determinaciones de sustancias como GRAS".7 "[Algo] que cuestionamos fue que las empresas estén manteniendo una documentación adecuada", dice Alfredo Gómez, director del equipo de Recursos Naturales y Medio Ambiente de la GAO. Además, cuando la FDA comenzó a implementar la regla de 1997 sobre las notificaciones voluntarias sobre las sustancias GRAS, "tenía la intención de realizar auditorías aleatorias; pero cuando hablamos con ellos, dijeron que no habían llevado a cabo esas auditorías".


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El informe de la GAO ofreció varias recomendaciones, incluyendo que se solicite a toda compañía que realice una determinación de una sustancia como GRAS que proporcione a la FDA y ponga a disposición del público información básica sobre la determinación. Otras recomendaciones incluían los controles al azar a fin de verificar si las determinaciones realizadas por la empresa son adecuadas, creando directrices para reducir al mínimo los potenciales conflictos de interés en los paneles de expertos nombrados por una empresa, y volviendo definitiva la regla de 1997 que rige el programa de notificación voluntaria. Además, el informe recomendaba a la FDA utilizar un método más sistemático para reconsiderar la seguridad de las sustancias GRAS a medida que surjan nuevos datos. Asimismo, señaló la necesidad de contar con una estrategia que ayude a garantizar que los nanomateriales modificados mediante ingeniería designados como GRAS sin el conocimiento del organismo gubernamental realmente sean seguros.

"El organismo todavía no ha implementado plenamente ninguna de nuestras recomendaciones", señala Gómez. Sin embargo, en diciembre de 2010 la FDA abrió un nuevo periodo de comentarios del público sobre la ley de 1997 con la intención de hacerla definitiva (según Gómez, cuando la GAO realizó el más reciente seguimiento en mayo de 2012, el organismo seguía revisando esos comentarios). Y en abril de 2012 la FDA publicó un manual de orientación para los fabricantes que quieren utilizar nuevas formas en nanoescala de sustancias existentes en los alimentos.19

 

La naturaleza de la seguridad

En un artículo de 1995 que explica el proceso de determinación de las sustancias GRAS por la FEMA, el abogado y asesor científico principal del grupo escribió: "El que un ingrediente alimenticio sea o no GRAS depende de que se lo reconozca generalmente como seguro, no de su seguridad en sí misma".20 En otras palabras, los autores afirmaron que, incluso si una sustancia es tóxica en dosis más elevadas, la mayoría de las sustancias se utilizan en cantidades seguras. Los autores continuaron: "Los recientes avances en la comprensión del desarrollo de tumores han sido señalados por el Panel de Expertos de FEMA, y en varios casos han permitido que el Panel concluya que una sustancia que causa tumores en animales de laboratorio en dosis altas es no obstante una sustancia GRAS bajo las condiciones estipuladas para su uso en los alimentos humanos porque, por cualquier motivo, los resultados de los estudios en animales no son relevantes para la seguridad humana".

Esta interpretación está ejemplificada por el caso del isoeugenol que se extrae de los clavos de olor, la albahaca, las gardenias y otras plantas, y que comúnmente se añade a bebidas, chicles y productos de panadería y repostería. El Instituto Nacional de Cáncer señaló al isoeugenol como candidato a un estudio del Programa Nacional de Toxicología (PNT) debido a la semejanza estructural que guarda con varios compuestos carcinógenos, incluyendo el safrol, un saborizante derivado de sasafrás que fue prohibido en 1960. El estudio del PNT, publicado en el año 2010, encontró evidencias "claras" de que el isoeugenol causa cáncer de hígado a los ratones B6C3F1 machos, así como evidencias "equívocas" de su carcenogenicidad en los ratones B6C3F1 hembras y ratas F344/N machos.21


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No obstante, la FEMA publicó en la revista Food Technology una determinación en la que declaraba que el isoeugenol era seguro. El artículo se refería a los tumores como "una respuesta secundaria a la hepatoxicidad dependiente de la dosis" y señalaba que los ratones machos tienen una disposición a desarrollar tumores espontáneos en el hígado. "La presencia de estos neoplasmas en el presente estudio se considera un fenómeno del empleo de dosis altas que no es en absoluto pertinente para la evaluación del riesgo potencial de cáncer debido al uso de isougenol como ingrediente saborizante de los alimentos", concluyó la FEMA.22

El artículo de FEMA proporcionaba una ingesta diaria per cápita estimada del saborizante iseougenol para los Estados Unidos de 0.02 μg/kg de peso corporal (pc)/día, mientras que en las pruebas realizadas por el PNT se utilizaron concentraciones de 75, 150 y 300 mg/kg de pc/día. La Organización Mundial de la Salud ha estimado que la ingesta diaria de isoeugenol en Estados Unidos es de 40 μg/día.23

El jefe de la rama de Toxicología del PNT, Paul Foster, quien trabajó en el estudio, dice que FEMA no presentaba exactamente los hallazgos del estudio sobre los roedores. "Se registró un claro incremento del carcinoma hepatocelular de una manera estrechamente relacionada con la dosis", dice Foster. "‘Claro, es el nivel de evidencia más contundente que tenemos cuando sacamos conclusiones sobre el peligro de carcinogénesis. Alrededor del ochenta por ciento de los ratones machos tratados con dosis elevadas desarrollaron tumores en el hígado".

FEMA "intentó descartar los hallazgos aduciendo una toxicidad crónica del hígado", añade Foster. "Si su argumento fuera válido, cabría esperar encontrar daños en el hígado en aquellos animales que no desarrollaron tumores hepáticos, pero no se los halló. En un estudio de dos años de duración, los animales que no desarrollaron tumores en el hígado no dieron muestras de toxicidad hepática debida al tratamiento con isoeugenol". Es más, Foster señala: "El motivo por el que se realizan bioensayos de cáncer en los roedores es porque permiten predecir la enfermedad en los seres humanos". En esto se basó la decisión del congresista James Delaney de incluir en su controvertida cláusula la carcinogenicidad no sólo en seres humanos sino también en animales.

Sin embargo, en la industria de los aditivos predomina la opinión de que la Cláusula Delaney es demasiado restrictiva como para implementarla en la práctica.10 En 1981 la GAO también instó al Congreso a reevaluar la cláusula a la luz de los avances tecnológicos y dada la incertidumbre inherente de la evaluación del riesgo de cáncer.24 No obstante, el Congreso no ha modificado la Cláusula Delaney, y por ende ha defendido su aplicación en los procesos judiciales posteriores. En un juicio ante la Corte de Apelaciones (Ciudadano Público contra Young) llevado a cabo en Washington, D.C., en 1987, se aplicó la cláusula al aditivo naranja 17, que presenta un riesgo de cáncer de por vida de 1 por cada 19 000 millones de personas; el juez afirmó que el Congreso proponía mantener una postura "extraordinariamente rígida" y que los fabricantes de alimentos encontrarían alternativas no carcinogénicas, y de hecho las encontraron. El defensor apeló a la Suprema Corte, que se negó a atender el caso.25

Varios sucesos ocurridos hasta la fecha sugieren que la acción ciudadana puede ser uno de los medios de supervisión más eficaces: cualquiera puede exponer ante la FDA sus inquietudes respecto a una sustancia GRAS, aditivo colorante o aditivo alimentario. La agencia ha recibido peticiones relativas al diacetil (que se emplea para dar sabor a mantequilla a las palomitas de maíz de microondas),26 el glutamato monosódico,27 los aceites parcialmente hidrogenados7 y otros aditivos.7 Gracias a una petición presentada en el año 2001 al Centro de Ciencias para el Interés Público de Estados Unidos (en inglés, CSPI) relativa a los alérgenos no declarados en los alimentos,28 a partir de 2011 se exige declarar en las etiquetas la presencia de extracto de cochinilla, en lugar de incluirlo bajo el vago rubro de "colorante adicionado" o "colorante artificial".29 Fue entonces cuando los consumidores se enteraron de la presencia del extracto de cochinilla, no vegano, contenido en el frappuccino de fresa de Starbucks.

 

Cuestiones de salud

A finales de los años 1960, el alergólogo Ben Feingold planteó la hipótesis de que los colorantes y otros aditivos pueden estar vinculados con problemas de comportamiento en los niños.30-32 Se eligieron los colorantes para probar la tesis de Feingold, dado que hay muchos menos de éstos que saborizantes y conservadores.33 Utilizando "dietas de eliminación" de las cuales se eliminaban todos los aditivos, los investigadores probaron cómo afectaban los colorantes solos o las mezclas de aditivos el comportamiento de los niños, en particular en lo referente a los síntomas del trastorno por déficit de atención/trastorno hiperactivo (TDAH). Con el tiempo, las investigaciones arrojaron resultados mixtos, y el interés disminuyó, pero nunca desapareció del todo.


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La preocupación alcanzó de nuevo su máximo en 2007, a raíz de la publicación de los resultados de un gran estudio aleatorizado a doble ciego que se realizó en Southampton, RU, con financiamiento de la Agencia Británica de Normas Alimentarias.34 Los investigadores probaron mezclas de diversos colorantes y el conservador benzoato de sodio en niños a quienes no se había diagnosticado antes TDAH. Se asoció una de las mezclas –compuesta de benzoato de sodio, amarillo 5, amarillo 6 y dos colorantes que no se utilizan en Estados Unidos (carmoisina y Ponceau 4R)– con una hiperactividad intensificada de manera significativa, aunque un análisis posterior de los datos por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) concluyó que los hallazgos no eran lo suficientemente contundentes como para tomarlos como base para cambiar las normas para los aditivos en cuestión.35 La EFSA señaló que la inconsistencia en los hallazgos podría indicar una especial sensibilidad a los aditivos alimentarios o, en particular, a los colorantes en ciertas personas.

En Estados Unidos, el CSPI pidió a la FDA en 2008 que revocara las aprobaciones para todos los colorantes sintéticos con excepción del rojo cítrico 2, y que mientras tanto exigiera el uso de etiquetas de advertencia.36 En 2011, un Comité Consultivo sobre Alimentos de la FDA escuchó los comentarios de los expertos y después votó en contra por una mayoría de cuatro quintas partes, aduciendo que la evidencia no demostraba una relación causal entre el consumo de aditivos colorantes sintéticos y efectos adversos sobre el comportamiento en los niños en la población general.37 Fue una mayoría mucho menor (de 8 contra 6) la que decidió que tampoco se etiquetaran los productos que contenían aditivos colorantes sintéticos. No obstante, la FDA no ha cerrado el caso, y existen reportes de que está recabando datos sobre los niveles actuales de colorantes en los alimentos con vistas a revisar los niveles de ingesta diaria estimados.


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Inglaterra y la Unión Europea están adoptando un enfoque más precautorio: ahora están exigiendo que se etiqueten los alimentos que contengan colorantes sintéticos y han alentado a las empresas alimentarias a cambiarlos por colorantes naturales.38 Sin embargo, según Cheeseman, si las empresas están dejando de usar colorantes sintéticos, no es porque les preocupe su seguridad sino porque la cobertura de los medios ha convencido a los consumidores de que constituyen un problema.

Otros expertos están convencidos de que los colorantes ejercen impactos adversos sobre la salud de los niños y posiblemente también en la de los adultos. Dos meta-análisis independientes recopilaron múltiples estudios para evaluar si la eliminación de aditivos y colorantes de la dieta estaba asociada con una reducción de los síntomas de TDAH.39,40 "Observamos efectos estadísticamente significativos", dice Joel Nigg, profesor de psiquiatría de la Universidad de Salud y Ciencias de Oregon y autor principal de uno de los metaanálisis. "Eso es importante porque nadie lo había creído hasta ahora".

Si bien recientemente las inquietudes se han centrado en los colorants sintéticos, algunos colorantes de origen natural también pueden provocar efectos adversos en la salud. Por ejemplo, existen evidencias de que el extracto de cochinilla puede provocar reacciones alérgicas y asma,41,42 y el colorante color caramelo fue objeto de fuertes críticas cuando se supo que contenía 4-metilimidazola (4-MEI), un carcinógeno animal que se produce en ocasiones como un subproducto de la manufactura.43 En 2011 se añadió el 4-MEI a la lista de los carcinógenos y sustancias tóxicas para la reproducción elaborada por la Propuesta 65 de California (La Ley de Agua Potable Segura y Cumplimiento de Normas contra la Toxicidad, de 1986),44 y a partir de enero de 2012 aquellos productos con más de 29 μg de 4-MEI por porción que estén a la venta deben llevar una advertencia. Con objeto de evitar el etiquetado, las empresas PepsiCo y Coca-Cola actualmente utilizan un colorante color caramelo con niveles bajos de 4-MEI en California.45

El CSPI ha solicitado a la FDA que exija que en todo el país se etiqueten los productos que contengan colorante color caramelo con niveles elevados de MEI.46 Mientras tanto, en los refrescos de cola de otros países, el CSPI encontró niveles que sobrepasan entre dos y diez veces el límite de 4-MEI aprobado en California.43 Un comunicado de prensa sobre estos hallazgos señaló que en otros países la gente bebe mucho menos refresco que en Estados Unidos, de modo que su exposición al colorante 4-MEI tiende a ser proporcionalmente menor. "Sin embargo, ahora sabemos que es posible eliminar casi por completo este carcinógeno de los refrescos de cola", dijo Michael F. Jacobson, director ejecutivo del CSPI; "no hay excusa para que empresas no lo hagan a nivel mundial, y no sólo en California".47

 

Wendee Nicole
radicada en Houston,
TX, ha escrito para las revistas Nature,
Scientific American
, National Wildlife y otras.

 

Referencias

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Ciencia de la exposición

 

Reacción térmica: la propagación del bisfenol S a través de productos de papel*

En enero de 2013, Steve Bellone, ejecutivo del condado de Suffolk, Nueva York, hizo historia cuando firmó la "Ley de Comprobantes de Compra Más Seguros", la primera prohibición en el país del uso de papel térmico para comprobantes de compras recubiertos de bisfenol A (BPA).1,2 Algunos estudios en animales han asociado el uso del BPA como revelador en los papeles térmicos con efectos reproductivos y metabólicos adversos, y las evidencias epidemiológicas muestran una asociación con efectos sobre la tiroides. Se ha cuestionado la seguridad del bisfenol S (BPS), un sustituto del BPA comúnmente utilizado y de estructura similar a la de éste, y un estudio reciente indica que dicho compuesto afecta a las células aun en dosis extremadamente bajas.4 Si bien los científicos apenas han comenzado a analizar la seguridad del BPS, los estudios sugieren que este compuesto ya está presente en todo el medio ambiente,5 en productos de papel6 y en el cuerpo humano.7

En un proyecto de informe publicado en julio de 2012, el programa de colaboración para la investigación de la Agencia de Protección al Medio Ambiente de Estados Unidos, "Diseño para el Medio Ambiente", evaluó 19 sustancias químicas alternativas al BPA en el papel de los comprobantes, incluyendo el BPS.8 El informe preliminar no encontró ganadores claros por lo que a sus efectos finales sobre la salud humana y ambiental se refiere.

"Tal parece que el BPS y el BPA son igualmente problemáticos" en cuanto a su toxicidad, dice Kurunthachalam Kannan, científico investigador del Departamento de Salud del Estado de Nueva York, en Albany, y autor principal de tres estudios recientes sobre el BPS.

El grupo de Kannan informó en 2012 que 81% de 315 muestras de orina de hombres y mujeres de Estados Unidos y de siete países asiáticos contenían BPS.7 Las concentraciones promedio más elevadas se encontraron en las muestras de orina de Japón, seguidas por las muestras de Estados Unidos. Japón prohibió los comprobantes térmicos recubiertos con BPA en el año 2001.5-7 Appleton, un importante fabricante de comprobantes de papel de Estados Unidos, cambió del BPA al BPS en 2006 debido a una creciente preocupación respecto a la seguridad del BPA, señala el gerente de comunicaciones corporativas Bill Van Den Brandt.

En otro estudio de 2012, Kannan y sus colegas analizaron 16 tipos de papel y estimaron que 88% de la exposición humana al BPS por manipular papeles se debía al papel de los comprobantes.6 También hallaron concentraciones relativamente elevadas de BPS en boletos, sobres postales, pases de abordaje de aerolíneas y etiquetas para equipaje, los cuales también se imprimen utilizando procesos térmicos.6 Los papeles recubiertos con BPS pueden contener hasta 40% más del compuesto que los papeles comparables recubiertos con BPA, acaso porque el BPS es un revelador más débil que el BPA, según Frederick vom Saal, biólogo del Grupo de Disruptores Endocrinos de la Universidad de Missouri-Columbia.


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Si bien los papeles térmicos pueden contener mucho BPA y BPS, no queda claro cuánto de estas sustancias químicas llega a penetrar en el cuerpo humano, según Laura Vandenberg, miembro postdoctoral de la Universidad Tufts. Los estudios calculan que a través de la piel se absorbe entre 10 y 60% del BPA del papel de los comprobantes.9 En una muestra pequeña de mujeres embarazadas, aquéllas que laboraban como cajeras tenían niveles urinarios de BPA más elevados que las mujeres con otras ocupaciones.10 No existen datos similares para el BPS. "Los estudios futuros sobre ambas sustancias químicas deberán centrarse en los cambios en las concentraciones de estas sustancias en la sangre antes y después de tocar el papel de los comprobantes", señala Vandenberg.

La detección de pequeñas cantidades de BPS en productos de papel que con frecuencia están hechos con contenido reciclado –tales como servilletas, volantes y revistas– sugiere que el BPS, lo mismo que el BPA, se transfiere del papel térmico que ha sido reciclado.6 Según un informe a la Comisión Europea de 2008, hasta 10% del papel térmico que se produce se recicla como papel inservible antes de ser introducido en el comercio, y se calcula que también se recicla 30% del papel térmico usado.11 La cantidad de BPA que se libera durante el reciclaje puede variar mucho, dependiendo de los procesos utilizados. No se dispone de información comparable para el BPS, el cual es más persistente en el medio ambiente que el BPA.12

No existen estudios que prueben la facilidad con la que el cuerpo absorbe el BPS o el BPA de los productos de papel reciclado. Pero Vandenberg señala que las sustancias químicas contenidas en estos productos no están recubriendo el papel sino que están mezcladas con éste, de modo que la posibilidad de que sean absorbidas a través de la piel es menor. Aun así, agrega, "algunos productos de papel reciclado, como los pañuelos desechables y el papel higiénico, entran en contacto con nuestras membranas mucosas, y lo mismo ocurre a veces con nuestros alimentos. No queremos que ese papel contenga sustancias químicas que simulan hormonas".

Pero algo que resulta aun más preocupante que los productos reciclados, dice Vom Saal, es la consecuencia inmediata de tocar papel térmico recubierto con BPA o BPS libre. "Uno esparcirá esa sustancia química en todo aquello que toque, hasta que se lave las manos", dice.

 

Lindsey Konkelis
Periodista radicada en Worcester, MA,
escribe sobre ciencia, salud y el medio ambiente.
Escribe con frecuencia para Environmental Health News y The Daily Climate.

 

Referencias

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Nota

* Publicado originalmente en Environmental Health Perspectives, volumen 121, número 3, marzo 2013, página A76.