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Salud Pública de México

versión impresa ISSN 0036-3634

Salud pública Méx vol.52 no.4 Cuernavaca jul./ago. 2010

 

CARTAS AL EDITOR

 

Publicidad negativa en la alimentación de los niños mexicanos

 

 

MA Martínez-Vázquez, Dr,I; H Rodriguez-Hernandez, MC,II

IServicio de Gastroenterología, Hospital Universitario Dr José E González. Monterrey, Nuevo León, México. mamv90@yahoo.com
IIUnidad de Investigación Biomédica, Instituto Mexicano del Seguro Social. Durango, Durango, México. heriberto_rh@yahoo.com.mx

 

 

Sr. Editor: Quienes atendemos a pacientes adultos somos testigos de las desgracias que la diabetes y la obesidad generan en nuestra población; más aún, las estadísticas son alarmantes, pues estudios recientes han demostrado que en escuelas urbanas de la Ciudad de México la prevalencia de obesidad y sobrepeso es de 42 a 48%,1 a pesar de realizar esfuerzos para prevenir el problema que, evidentemente, no son suficientes. Todo esto nos hace reflexionar sobre la complejidad del problema que incluye múltiples variables. Un estudio reciente demostró que los alimentos promovidos en programas de televisión para niños fueron más altos en energía, azúcar, sodio, grasa total y grasa saturada en comparación con los anunciados en programas para audiencia general.2 La regulación de alimentos que se pueden adquirir en las escuelas ha sido tema reciente en México y se han realizado reformas a los artículos 65 y 66 de la Ley General de Salud que obligan a practicar 30 minutos diarios de ejercicio y prohíben alimentos procesados altos en grasas y azúcares simples, sin embargo, en los comerciales de alimentos transmitidos durante los programas infantiles persisten las estrategias publicitarias para asociar el producto con emociones positivas y con promociones.2 Recientemente se anunció por parte de la compañía PepsiCo que cancelará la venta de refrescos con alto contenido de carbohidratos en las escuelas en el ámbito mundial en 2012. Parece ser que la industria ha tomado conciencia sobre el impacto que esto tiene en la sociedad, sin embargo, el consumo de refrescos no es el único problema; alimentos ricos en grasa y en carbohidratos son consumidos frecuentemente por niños de estratos socioeconómicos bajos de áreas urbanas de la Ciudad de México, razón por la que se ha mencionado que la obesidad es una enfermedad de la pobreza.3 Datos recientes demuestran que no sólo es la obesidad infantil un factor predisponente a deterioro de la glucosa de ayuno,4 sino también es necesario tomar en cuenta la historia familiar de obesidad y diabetes en los padres,4 lo que hace la situación más difícil al tener que establecer estrategias de detección en estos niños. La alimentación es una acción compleja regulada por mecanismos fisiológicos y psicológicos, donde la publicidad es uno de los componentes de este último aspecto.5 Los niños son el grupo social más sensible a los estragos de la publicidad y llegan a convertirse en dependientes del mercado.5 No debemos esperar para regular la publicidad y la venta de alimentos en las escuelas de cualquier nivel, aun cuando cada quien sea libre de elegir; precisamente, la población más susceptible son los niños, pues para formar un estilo de vida y un criterio reciben mayor información y ésta puede ser equivocada. Refiriéndonos a la influencia que tiene la publicidad sobre la elección del producto, está el hecho de que la gran mayoría de los anuncios están diseñados para ser recibidos por una mente infantil, atrapándola por medio de imágenes que captan su atención, sobre todo de dibujos animados y personajes famosos y admirados. En el caso de la animación, hay que destacar que si los niños pequeños no tienen clara la frontera entre la programación y los anuncios, el alimento ofertado será como algo propio de la fantasía pero que sí es posible conseguir.5 El trabajo de Pérez-Salgado menciona claramente sus limitaciones, como el hecho de que la revisión sólo comprende programas de televisión abierta de la Ciudad de México y, aun cuando se transmite en el plano nacional, cuenta con filiales en diferentes estados, y esto hace que se desconozca la situación de diferentes localidades. Sin menospreciar las debilidades de este estudio, encontramos puntos importantes a tomar en cuenta, pues Pérez-Salgado propone algunas medidas como prohibir la publicidad de alto contenido energético en horarios infantiles. Nosotros consideramos que debe ser prohibida en cualquier horario, pues francamente no existe justificación para exponer a nuestra población a la publicidad de alimentos nocivos para la salud. Si llegamos a permitir que los niños y la población en general reciban información negativa acerca de la alimentación adecuada estaríamos contribuyendo con el desarrollo de una población enferma, y ninguna estrategia será suficiente para mejorar la calidad de vida cuando estos niños se conviertan en Cartas al editor 288 salud pública de méxico / vol. 52, no. 4, julio-agosto de 2010 adultos y desarrollen enfermedades crónicas y sufran complicaciones. El sector privado ha demostrado interés y tal vez la estrategia sea incluirlos en una restricción total en la publicidad de bebidas con alto contenido en carbohidratos y alimentos nocivos, y en la inclusión de bebidas y alimentos sanos dentro de las cooperativas de escuelas y demás espacios para la población en general pues, finalmente, el costo de las enfermedades lo paga la sociedad y no el sector privado, a pesar de ser éste parte fundamental del problema. Existen estrategias y programas para la prevención y tratamiento de la obesidad que son efectivos para lograr un cambio en este problema de salud pública. Debe ser obligatorio difundir medidas que eviten los malos hábitos alimenticios, así como mejorar el estilo de vida de la población al promover mayor actividad física y mejoras en la autoestima y la autoimagen y, de ser necesario, emplear terapias psicológicas adecuadas del tipo cognitivo-conductual,6 ya que promueven la adopción de nuevas respuestas y el reforzamiento de conductas positivas.

 

Referencias

1. Perichart-Perera O, Balas-Nakash M, Schiffman- Selechnik E, Barbato- Dosal A, Vadillo-Ortega F. Obesity increases metabolic syndrome risk factors in school-aged children from an urban school in Mexico city. J Am Diet Assoc 2007;107:81-91.         [ Links ]

2. Pérez-Salgado D, Rivera-Márquez JA, Ortiz- Hernández L. Publicidad de alimentos en la programación de la televisión mexicana: ¿los niños están más expuestos? Salud Publica Mex 2010;52:119-126.         [ Links ]

3. Perichart-Perera O, Balas-Nakash M, Rodríguez-Cano A, Muñoz-Manrique C, Morgue- Urrea A, Vadillo-Ortega F. Correlates of dietary energy sources with cardiovascular disease risk markers in Mexican school-age children. J Am Diet Assoc 2010;110(2):253-260.         [ Links ]

4. Rodríguez-Morán M, Guerrero-Romero F, Aradillas-García C, Simental-Mendia LE, Monreal- Escalante E, de la Cruz Mendoza E. Obesity and family history of diabetes as risk factors of impaired fasting glucose: implications for the early detection of prediabetes. Pediatr Diabetes 2009;11: 4.         [ Links ]

5. Menéndez-García A, Franco-Díez FJ. Publicidad y alimentación: influencia de los anuncios gráficos en las pautas alimentarias de infancia y adolescencia. Nutr Hosp 2009;24:318-325.         [ Links ]

6. Rodriguez-Hernández H, Morales-Amaya UA, Rosales-Valdéz R, Rodriguez-Moran M, Guerrero- Romero F. Adding Cognitive Behavioral Treatment to either low-carbohydrate or low-fat diets for weight reduction: differential short term effects. Br J Nutr 2009;102:1847-1853.         [ Links ]

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