Escultura en bronce Hombre, Mujer, Niño (1996) de Fernando Botero 

“Todos tienen los volúmenes que desde adolescente quise darle a mis figuras”.

-Fernando Botero

Figuras regordetas en diversas posiciones y en varias actitudes, con sus pequeños ojos negros y sus prominentes barbillas; la vestimenta ajustada para ellos y para ellas, con sus pequeños pies. Lienzos pintados mientras realizan diversas actividades, de todas las edades y variadas vestimentas son los y las modelos que escenifican las obras de este creador.

Sus cuadros y esculturas son inconfundibles, y con tan solo verlas es posible identificar al autor. El volumen es su tema y lo que define su estilo, que fue perfilando desde que era adolescente, cuando decidió dedicarse a la pintura. Aunque asistió por un corto periodo a la Academia de San Fernando, en Madrid, y a la de San Marcos, en Florencia, su formación artística fue más bien autodidacta¹. Se ufana de ser el pintor vivo que más ha expuesto en el mundo, también lo hace de ser reconocido aun por los niños. Recuerda de igual manera que una de sus esculturas en pro de la paz -una paloma- fue destrozada. Solicitó que no la reconstruyeran, para que quedara como una escultura abstracta y como recuerdo de un ataque terrorista ocurrido en 1995, cuyo saldo fue de varias muertes y cientos de heridos. En el 2000, realizó otra obra semejante, El pájaro de la Paz, y en su pedestal, a manera de homenaje, se encuentran los nombres de las víctimas del atentado².

Foto: A.Davey (vía Flickr) (CC BY-NC-ND 2.0)

La muerte de Pablo Escobar (1999). Museo de Antioquia, Medellín, Colombia 

Su estilo es denominado boterismo. Con sus pinturas y esculturas de figuras gruesas y robustas, que realmente son gordos, su pintura parece una crítica a la sociedad actual, en donde la obesidad es uno de los principales problemas de salud, pero su obra también se explica como una búsqueda de sensualidad a través del volumen³.

Sus obras pueden admirarse por todo el mundo, ya que ha donado algunas de ellas a los museos en donde han sido expuestas: muchos pájaros, un gato, mujeres en varias posiciones, Adán y Eva, una mano, un caballo. La mayor parte de sus creaciones se halla en el Museo de Antioquia, y de forma permanente, en el exterior de este hay una colección de esculturas monumentales que son visitadas y fotografiadas por los visitantes que se pasean entre ellas^4,5.

Una de sus esculturas La Gorda Gertrudis, está en la plaza de la Iglesia y Convento de Santo Domingo, en Cartagena de Indias. Imposible no verla. Existe una leyenda sobre esta monumental mujer recostada: Quién toque sus pechos tendrá buena suerte en el amor… Y por el desgaste del bronce en esas zonas, es de suponerse que sigue propiciando la dispersión de ese sentimiento.

El 19 de abril de este 2022, el maestro Botero cumplió 90 años de haber llegado al mundo. Nació en Medellín en 1932. En 1944, a petición de un tío, ingresó a una escuela de tauromaquia, pero después de un percance que tuvo con los toros, se alejó de esta actividad. Tras varios cambios de sede, llegó a Bogotá en 1951 y en ese año realizó sus dos primeras exposiciones individuales. Luego, se trasladó a la Costa Caribe de Colombia y en la pensión donde se instaló, pagó su estadía con un mural. En 1952, uno de sus óleos ganó un premio y, con el dinero de este y la venta de otras obras, se trasladó a Europa, se estableció en Madrid y, con dibujos y pinturas que realizaba afuera del Museo del Prado, sostuvo su inscripción en la Real Academia de Arte de San Fernando. De ahí se mudó a París y se inscribió en la Academia de San Marcos, en donde entró en contacto con el arte renacentista que influiría en su obra y en la experimentación con el volumen.

De regreso a su país, su obra no fue bien recibida. Ya casado, en 1956, decidió viajar a la Ciudad de México, donde nuevas amistades y artistas influirían en él, en especial el colorido de Rufino Tamayo, cuyas obras expresaban su amor por la vanguardia europea, el cubismo y figuras como Picasso.

Regresó a Colombia en 1958 e ingresó como docente en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia. Presentó una obra de gran formato en el X Salón de Artistas Colombianos y ganó el primer premio.

Se instaló en New York en 1960 y continuó con su proceso de creación, una de sus obras la adquirió el Museo de Arte Moderno de New York en 1962. Al siguiente año logró su estabilidad económica, y en sus obras se nota la influencia de Rubens. En 1970 nació su hijo Pedro, y para 1974, Botero se consolidó como uno de los pintores más cotizados, pero ese mismo año, un accidente de tránsito ocasionó la muerte de su hijo, evento que obviamente repercutió en su vida y en su ánimo⁶.

En 1992, en Montecarlo y los Campos Elíseos de París llevó a cabo su Exposición de Escultura Monumental, y en el Gran Palais (París), una de toros, La Corrida. En 2011 expuso la serie El Viacrusis en la Galería MalBorough de Manhattan (New York); y de noviembre del 2015, hasta abril del 2016 tuvo una gran exposición en la República Popular China.

En alguna época realizó obras con el referente de obras clásicas, a manera de homenaje. Un ejemplo es El matrimonio Arnolfini y otro La Mona Lisa a los 12 años (1959). De su época en la que pintó sobre las corridas de toros, está La Cornada (1988) y La Corrida.

En otra época de su vida, sus obras representaron la realidad de su país, y de ese periodo está La muerte de Pablo Escobar (1999) cuyo tamaño abrumador era para representar la magnitud de la tragedia que significó para su país natal^6,7.

Fernando Botero refiere que siempre ha vivido del arte y aun a su edad sigue activo y produciendo todos los días. Su anhelo es seguir trabajando, hasta el último día de su vida.

Escultura en bronce Mujer con espejo (1987)