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Revista de la Facultad de Medicina (México)

versión On-line ISSN 2448-4865versión impresa ISSN 0026-1742

Rev. Fac. Med. (Méx.) vol.64 no.6 Ciudad de México nov./dic. 2021  Epub 03-Feb-2022

https://doi.org/10.22201/fm.24484865e.2021.64.6.07 

Arte y medicina

El sueño de regresar a lo primitivo y encontrarse con la realidad: Paul Gauguin

Teresa I. Fortoul van der Goes


Autorretrato con sombrero1893)  

El espíritu de los muertos nos vigila (1892) 

“He querido establecer el derecho de atreverme a todo”.

-Paul Gauguin

La vida de este artista sí fue como él lo indica en la frase con la que iniciamos este texto. Probó todo, vivió lo que quiso y murió en el lugar que más amó. Eugène Henri-Paul Gauguin se atrevió a todo para seguir el camino del arte; ese arte que le costó dejar una vida de lujo y reconocimiento social para morir solo en una alejada isla de la entonces Polinesia Francesa. Quizá por eso su arte llegó a ser reconocido después de su muerte. Paul decidió buscar lo primitivo, lo exótico y auténtico en el arte, lo que él consideraba perdido en la sociedad de su tiempo y que, según su concepción, era culpable de hacer del arte algo rutinario, sin imaginación, sin espontaneidad.

Clovis Gauguin, su padre, era redactor en jefe de un diario republicano, y su madre se llamaba Aline Marie Chazal; ambos tenían una posición política antagónica al gobierno1. Paul fue el primogénito de esta pareja. Es interesante mencionar que su abuela materna fue una de las primeras feministas reconocidas y escritora socialista, Flora Tristán. En su libro El paraíso en la otra esquina, Mario Vargas Llosa, en un terso cambio de temporalidades, contrasta la vida del nieto y de la abuela2.

Justo por razones políticas, la familia se vio obligada a dejar París y viajaron a Perú, pero el padre murió en el trayecto y fue enterrado en Chile. Luego, la madre con sus dos hijos prosiguió el viaje a Lima (1849). Esta estancia tuvo un gran impacto en el pequeño Paul, quien pasó el resto de su vida en la búsqueda de ese paraíso perdido que disfrutó durante su infancia3.

Por razones familiares, un nuevo viaje lo llevó a Orleáns en 1855, ya que murió su abuelo paterno. Ahí ingresó a la escuela, en donde recibió una educación clásica, aunque no se motivó por ninguna de las carreras universitarias que ahí se ofrecían. Se reencontró con su madre en París, cuando ella había iniciado una relación sentimental con Gustavo Arosa, fotógrafo y coleccionista de arte, relación que le permitió a Paul conocer obras de pintores reconocidos como Delacroix y Daumier, posiblemente este contacto abrió para Paul una ventana a un mundo al que no se había asomado. La madre, previendo el futuro, nombró a Arosa como tutor legal de sus hijos, decisión que marcaría el futuro Henri-Paul.

Se enroló en la marina, lo que le ofreció la oportunidad de viajar a otros lugares como: Río de Janeiro, la India, Panamá, Oceanía y en 1871 decidió retirarse, a los 23 años, de esta actividad. La libertad para hacer estos viajes se la dio la herencia que él y su hermana recibieron por parte de su madre y de su abuelo.

El cristo amarillo (1889) 

Arosa puso en contacto a Paul con una persona que controlaba una casa de cambio (1872). Ahí, entró a trabajar como corredor de bolsa, por casi una década y trabó amistad con el pintor Schuffenecker, que le tendió la mano en algunas ocasiones cuando regresó a Francia enfermo y sin dinero. Un año después (1873) conoció a Mette-Sophie Gad, con la que contrajo matrimonio al poco tiempo, y procreó cinco hijos.

Con una vida económicamente solventada, tomó a la pintura como un distractor, aventura a la que se lanzó sin preparación previa. También, se dedicó a coleccionar arte y a comprar las obras de los que serían famosos pintores de la escuela impresionista. Fue precisamente el mercado del arte, lo que le proporcionó una vida con una cómoda posición económica por lo menos durante un tiempo, y Gauguin comenzó a pintar en su tiempo libre.

Ya en 1877, decidió explorar otras formas de expresión artística, y en esta época conoció a Camile Pissarro, encuentro del que nace una gran amistad e intercambio académico de mutuo beneficio. Pissarro tuvo una gran influencia en las obras de Gauguin. En 1876, le aceptaron algunas obras para exposición, y por 1879 se reunió con Degas, Manet, Renoir, Pissarro y el crítico de arte, Daranty.

La vida le tenía más sorpresas, ya que 1882 hubo un derrumbe bursátil que afectó la economía familiar, al grado de que su esposa tuvo que dar clases de francés para conseguir dinero, y para 1884 se marcharon a Dinamarca. Sin embargo, las presiones económicas y problemas preexistentes llevaron a la separación del matrimonio.

Sin dinero, con su matrimonio roto y sin encontrar trabajo, decidió dedicarse a la pintura de tiempo completo. Estos acontecimientos marcaron en la vida de Gauguin una época de penuria, cuando era rechazado por una sociedad que antes le había abierto los brazos y que en breve iba a aborrecer. Todo esto lo condujo a un nuevo estilo de vida4.

Después de varios altibajos decidió retomar su pasión por los viajes, llegó a Panamá, consiguió trabajo en la construcción del canal, pero las enfermedades tropicales graves que contrajo, como la malaria, lo obligaron a moverse a la Martinica, donde había descubierto un paisaje repleto de sensual colorido y una sociedad, la indígena, en estrecha convivencia con la naturaleza5. Ahí encontró, aparentemente, lo que siempre había buscado, un lugar tropical, libre de las ataduras que imponía la civilización, pero su enfermedad lo obligó a regresar a París.

En ese regreso, el hermano de Vincent, Theo van Gogh, le organizó una exposición, y Vincent lo invitó a pasar una temporada en Arles, lugar en el que ocurrió el incidente en el que Gauguin le cortó una oreja. Este hecho se ha confirmado recientemente y no la historia que se contaba6.

Entre los Mangos/La cosecha de Mangos (1887) 

Viajó a Dinamarca para despedirse de su esposa e hijos en 1891, y llegó a Papeete, capital de Tahití. Ahí, se encontró con que la isla ya estaba influida por la cultura europea, por lo que decidió alejarse del centro de la ciudad y se fue a la afueras.

Su vida transcurrió entre vahiné y vahiné (mujeres de Tahití) y la pintura. Pintó la naturaleza, de donde arranca los colores primitivos con los que había soñado. Añadió a los paisajes los cuerpos femeninos frondosos que se integran a los motivos de sus cuadros7.

Enfermo y sin dinero, nuevamente decidió regresar a París (1893); recibió una herencia con la que decidió montar un taller y conseguir una joven modelo. Logró vender algunos cuadros en una exposición en Bruselas y consiguió cierto éxito con el cuadro El espíritu de los muertos nos vigila. Una segunda exposición fue un fracaso y en un altercado se fracturó un tobillo que nunca curó del todo, molestia dolorosa que lo acompañó hasta el final de sus días. Además, presentaba eczema en las piernas, que sus biógrafos refieren como lesiones sifilíticas. Decidió viajar a Copenhague, y se entrevistó con su esposa, a la que ya no volvería a ver.

En Tahití, se instaló en 1901 en Punaauia, con sus prístinas playas e idílicas aguas oceánicas, donde finalmente encontró una civilización primitiva y no contaminada por Occidente en la que inspirarse8 y, a pesar de sus problemas de salud, realizó con entusiasmo las últimas obras de su vida, al lado de una nueva acompañante femenina; su salud se deterioró notablemente por insuficiencia cardíaca, lo internaron, y en ese periodo su esposa le informó de la muerte de su hija. Intentó suicidarse en 1898, pero no lo logró. Tuvo pleitos con las autoridades locales y decidió moverse e instalarse en la isla de Dominique. Su enfermedad progresó, y con ello presentó grandes dificultades para pintar. Murió, al parecer, por una sobredosis de morfina o por láudano. Lo enterraron en el cementerio católico de Atuona.

Entre los Mangos/La cosecha de Mangos (1887) 

Su arte e ideas siempre exaltaron civilizaciones primitivas, no corrompidas por el occidentalismo y la iglesia9. Buscaba una sociedad inundada por la felicidad, alejada de restricciones sociales. Entre sus cuadros más famosos están El Cristo amarillo, Nave Nave Mahana, ¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿A dónde vamos?

REFERENCIAS

1. Puigbó JJ. Vida y obra de Eugene-Henri-Paul Gauguin. (1848-1903). Gac Méd Caracas. 2006 Sep [citado: 11 de octubre de 2021];114(3):226-55. Disponible en: Disponible en: http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0367-47622006000300009&lng=es . [ Links ]

2. Vargas-Llosa M. El paraíso en la otra esquina. México: Alfaguara; 2002. [ Links ]

3. Maestros de la Pintura. Gauguin. Anesa Noguer Rizzoli, 1993. [ Links ]

4. Palmeral R. Paul Gauguin en el paraíso cromático de Martinica y Tahití. En hojadelunes.com. 6 de julio de 2020. [citado: 9 de octubre de 2021]. Disponible en: Disponible en: https://www.hojadellunes.com/paul-gauguin-en-el-paraiso-cromatico-de-martinica-y-tahiti/Links ]

5. Ruiza M, Fernández T, Tamaro E. (2004). Biografía de Paul Gauguin. En: Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España). [citado: 11 de octubre de 2021]. Disponible en: Disponible en: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/gauguin.htmLinks ]

6. BBC Mundo. Gauguin le cortó la oreja a Van Gogh. (2004) [citado: 8 de octubre de 2021]. Disponible en: Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/lg/cultura_sociedad/2009/05/090505_1500_vangogh_oreja_wbmLinks ]

7. Pont E. Tahití, el paraíso perdido de Gauguin. La Vanguardia. 02 de julio de 2019. [citado: 9 de octubre de 2021]. Disponible en: Disponible en: https://www.lavanguardia.com/vida/junior-report/20190702/463200806286/tahiti-paraiso-perdido-gauguin.htmlLinks ]

8. Museo Thyssen. Paul Gauguin (París, 1848-Islas Marquesas, 1903). [citado: 11 de octubre de 2021. Disponible en: Disponible en: https://www.museothyssen.org/coleccion/artistas/gauguin-paulLinks ]

9. Sarriugarte I. La leyenda negra de un pintor maldito: Paul Gauguin. Razón y Palabra. Diciembre 2003. [citado: 9 de octubre de 2021]. Disponible en: Disponible en: http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n36/isarri.htmlLinks ]

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