No solo Hamlet dudó al momento de decidir si suicidarse o continuar adelante con su vida, a pesar de las vicisitudes que ésta le presentaba. La famosa y controvertida frase con la que inicia su soliloquio, representa la pregunta esencial de la actual experiencia humana, atribulada frente a las tensiones que se producen entre la voluntad y la realidad, de tal manera que la vida y la muerte se convierten en opciones a considerar. Actualmente esa pregunta parece ser la que muchos se hacen cuando se les indica que hay que emplear el cubrebocas, como una decisión que sí puede ser de vida o muerte1.
Ahora es risible ver las campañas en contra del cubrebocas, realizadas por algunos individuos que tienen influencia en la toma de decisiones de diversos grupos poblacionales2.
El Dr. Samuel Ponce de León, coordinador de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia Coronavirus, indicó el beneficio de su empleo, ¡claro!, sin descartar las otras indicaciones, como el lavado frecuente de manos, no tocarse los ojos con manos sucias, el estornudo de etiqueta (cubrir boca y nariz al estornudar y toser en un pañuelo, o en su defecto, en la parte interna del codo) y la sana distancia3.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, indican el uso del tapabocas como una medida de protección hacia los demás, ya que ahora se sabe que una proporción importante de la población que son portadores asintomáticos (40%) o presintomáticos está transmitiendo el virus1. En este grupo hay que incluir a los niños, que pueden cursar con o sin síntomas, pero con una carga viral mucho mayor que la reportada en enfermos graves4.
De igual manera, se ha insistido en que el empleo de cubrebocas de tela es suficiente para la población no expuesta laboralmente, y que las mascarillas como la N95 -y más aún las que tienen válvula de exhalación- deberían dejarse para los trabajadores de la salud que día con día tienen contacto directo con pacientes infectados por COVID-19, ya que el pánico colectivo ha ocasionado una alta demanda de este insumo, lo que está perjudicando a quienes verdaderamente lo necesitan; más aún, conociendo las limitaciones de equipo existentes en nuestro país por la situación actual. ¿Qué tan frecuente es que los encuentres en la fila de los supermercados o en tu limitado deambular por la calle de la ciudad en la que habitas?
¿Qué tantos estudios se han realizado sobre el beneficio del empleo del cubrebocas?
Posiblemente, quien no lo quiera emplear, así se publiquen todas las evidencias de los beneficios de su uso, seguirá sin emplearlo; al igual que lo que sucede con los movimientos antivacunas, con las consecuencias que esta postura irresponsable ha tenido y tiene para la especie humana5,6.
Un estudio muy visual que se realizó con diferentes tipos de cubrebocas, muestra cómo se modifica la dispersión de las gotitas de saliva cuando se habla, al toser y al estornudar. Ese estudio se realizó con una cámara de alta velocidad para observar los patrones de dispersión de las gotitas y la aerolización en cada uno de los casos7.
Otro estudio apoya el uso del tapabocas, no solo porque protege a los otros, sino porque también disminuye la carga viral que le llega a quien lo usa8. Se reporta un caso en un salón de belleza, donde dos estilistas infectados con SARS-CoV-2 asintomáticos usaron cubrebocas desde antes de saber que eran portadores del virus; esto evitó que contagiaran a los 139 clientes que atendieron durante ese periodo; de estos, 102 también usaron la mascarilla durante sus citas9.
¿Hay alguna diferencia entre hombres y mujeres en su uso?
Algunos estudios reportan que las mujeres se integran más en conductas preventivas que los hombres; de igual manera, en otros eventos como la pandemia de influenza, las mujeres reportaron que emplearían cubrebocas. Otro dato interesante es que en los lugares en donde su uso era obligatorio, lo usaban más los hombres. Estos resultados podrían explicar por qué más hombres se enferman de COVID-19, que las mujeres10.
Hay mucha información que apoya el uso del cubrebocas en la población sana, por los hechos que ya mencionamos. Ahora, queda en nosotros tomar la decisión: ¿lo uso o no lo uso?
Por mi raza hablará el espíritu