“¿Me podrías indicar, por favor, hacia dónde tengo que ir desde aquí?”
“Eso depende de a dónde quieras llegar”, contestó el Gato.
«A mí no me importa demasiado a dónde…”, empezó a explicar Alicia.
“En ese caso, da igual hacia dónde vayas”, interrumpió el Gato.
“… siempre y cuando llegue a alguna parte”, terminó Alicia a modo de explicación.
-Lewis Carrol (Alicia en el País de las Maravillas)
Desde cómo denominar a la enfermedad que aqueja actualmente a la humanidad, hasta cómo tratarla, es un continuo galimatías, resultado de la explosiva aparición de comunicadores de todo tipo. Como en otras ocasiones, todos opinan, unos a favor y otros en contra; el hecho es que el excesivo bombardeo y el poco filtro de la información hace más difícil decidir sobre cuál es la mejor decisión, y si las que se tomaron son o serán las más efectivas. ¿Realmente se está discutiendo lo más relevante para la salud de la población? o ¿intereses “de otro tipo” están confundiendo a una humanidad poco informada? Iniciaremos con algunos detalles.
Para iniciar, si nos apegamos a la ortografía, se debería escribir la COVID-19 porque ese es el nombre de la enfermedad, y el agente causal es el RNA virus SARS-CoV-2. Estos pequeños detalles confunden, cuando se menciona a una o al otro.
No se sabe exactamente qué dio origen al virus, pero hay varias teorías y estudios que sugieren fuertemente que la falta de límites entre los ecosistemas y la constante agresión del humano al hábitat de otras especies ha permitido que los virus de esas otras especies busquen cómo adaptarse a nuevos retos, como es el habitar en un mamífero diferente.
También se cuestiona si fue un virus creado o natural… ¿Cuál es la relevancia ahora? Si los que acusan y los acusados se están afectando de manera semejante ante la envestida de ese pequeño ente, el SARS-CoV-2.
La pandemia ha provocado un aumento de la desconfianza y de las actitudes conservadoras. La edad, el sexo, el estado inmunológico, las patologías previas, el clima1, el empleo de cubreboca2-3; el número de pruebas para identificar a portadores asintomáticos, el solo hacerlo a los sospechosos, son preguntas que, en algunos casos, tienen respuestas parciales.
¿Qué hay con los tratamientos? ¿Sirve la cloroquina sola o con azitromicina? Se deben seguir buscando otros agentes antivíricos como el remdesivir, hay que emplear inmunomoduladores como el interferón-beta-1a o la terapia con plasma de sujetos que se curaron. ¿Es adecuado el empleo de corticosteroides?4 ¿Cuándo tendremos vacuna? Hay la esperanza que a fines de este año5.
¿Qué hacer con los pacientes hipertensos que reciben inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (ECA)?
¿La contaminación atmosférica aumenta el riesgo de complicaciones en los pacientes que tienen la COVID-19?6
Realmente, ¿el confinamiento domiciliario fue la mejor decisión?7 Depende desde qué punto de vista se vea la decisión tomada.
Por el momento no hay respuestas correctas o incorrectas. Lo que es un hecho es que a partir de esta pandemia, las cosas serán diferentes y, como siempre, activaremos un mecanismo adaptativo a los nuevos tiempos.
En este número contamos con tres artículos que tocan algún tópico de los problemas relacionados con la pandemia: las características y especialización de la respuesta inmunitaria en la COVID-198, la asociación de la COVID-19 con los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina9, y una propuesta para el adecuado uso del equipo de protección individual en los protocolos de seguridad perioperatorio durante esta pandemia10.
La situación actual en la que la humanidad se encuentra nos debe hacer reflexionar sobre cómo hemos llevado al límite a nuestro planeta, sus recursos, así como factores sociales, económicos y políticos.
Ahora, también enfrentamos un cambio en la manera que se realizarán los cursos en las diferentes licenciaturas y en especial en la nuestra, medicina.
Para alejar pensamientos pesimistas sobre que no seremos capaces de manejar una situación de esta magnitud, les tengo noticias. Los espacios que se han abierto para apoyo en las pruebas para diagnóstico, el apoyo para la búsqueda de una vacuna, las diversas opciones para posibles tratamientos, todas salen de los grupos de investigadores que son parte de nuestra universidad, porque la ciencia es la forma de enfrentar este problema y, con base en sus resultados, sabremos qué camino tomar, ya que sí sabemos a donde queremos llegar.
El trabajo de nuestras autoridades, el cuidado de los que están frente a los pacientes -nuestros residentes e internos de pregrado-, la búsqueda de recursos, la llegada de nuevos estudiantes en nuevas circunstancias, debe hacernos recordar que la solución somos todos y que ni la UNAM ni la Facultad de Medicina se han detenido en la búsqueda de soluciones y de recursos que se extiendan a la comunidad universitaria y la sociedad que nos sostiene.
Por mi raza hablará el espíritu