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Revista de la Facultad de Medicina (México)

versión On-line ISSN 2448-4865versión impresa ISSN 0026-1742

Rev. Fac. Med. (Méx.) vol.58 no.1 Ciudad de México ene./feb. 2015

 

Editorial

El error en medicina

Errors in medicine

Rafael Álvarez Cordero


En la vida no existe el cien por ciento: ni todas las cosechas serán óptimas ni todos los cachorros de una gata llegarán a la edad adulta; en biología no se puede asegurar nada, porque siempre existirá la posibilidad de que surja un contratiempo o un problema, un defecto o un fracaso.

La medicina es una actividad de seres humanos en seres humanos, un individuo pone su confianza, su esperanza y su cuerpo en manos de otro individuo, llamado médico, cuya misión será resolver el problema o curar una enfermedad; pero siempre habrá la posibilidad de que en el tratamiento haya un contratiempo, una complicación, un resultado adverso, y eso es y será inherente a la práctica diaria de la medicina.

Como en cada número de nuestra revista, la doctora María del Carmen Dubón Peniche, experta en iatrogenia y funcionaria de la Comisión Nacional de Arbitraje Médico, nos presenta un caso de controversia, en esta ocasión de un problema quirúrgico, que en cierto modo es cercano a mi práctica diaria, por lo que creo oportuno hacer alguna reflexión al respecto.

De entrada hay que decir que, sea el caso que sea, el médico es responsable y debe aceptarse como responsable de cualquier contratiempo o complicación que pueda tener su paciente como consecuencia del tratamiento que ha indicado, por lo que no es éticamente correcto intentar evadir con argumentos la responsabilidad personal. Al recibir la constancia que nos otorga el noble título de médicos, asumimos para siempre esta responsabilidad.

¿Por qué se presenta un error en medicina? No hay que olvidar que aún en el procedimiento más sencillo, una apendicectomía, la aplicación de un medicamento, etc., se puede presentar una complicación que el paciente etiquetará como un error médico.

Hay varias causas por las que un médico -sin importar su experiencia- puede cometer un error, y es conveniente examinarlas.

La primera es la prisa. Tenemos prisa para trabajar, para comer, para vestirnos, para divertirnos; tenemos prisa de vivir, y esa prisa puede presentarse cuando estamos frente a un paciente, y en aras de la prisa realizamos un tratamiento sin cuidado, o prescribimos un fármaco equivocado, o en la cirugía dañamos un órgano que no debía ser lastimado.

La segunda razón por la que se comenten errores es la valoración inadecuada del paciente: la falta de atención a sus síntomas y signos, y la revisión insuficiente o inadecuada de estudios de laboratorio o gabinete, pueden generar un error.

Y la tercera causa es la inadecuada delegación de funciones, lo que puede ocurrir en el hospital, en donde las prescripciones y la administración de medicamentos están en muchas manos, y la falta de comunicación puede llevar a un error más o menos grave.

¿Se puede prevenir el error en medicina? Ciertamente, no se podrá prevenir al cien por ciento, pero hay una serie de acciones que los médicos debemos realizar, y una serie de previsiones que debemos tomar para que nuestra práctica médica ocurra sin incidentes o errores.

En primer lugar, recordar que aunque para nosotros el paciente sea el número 50 o 100, para él la consulta y la atención médica o quirúrgica, es única, irrepetible, y que por tanto merece ser tratado con el mayor esmero; por eso la historia clínica, el interrogatorio y la exploración deberán ser completos, precisos y exactos, así se evitarán omisiones que puedan tener consecuencias graves.

Con el registro cuidadoso de todos los datos del paciente, es fundamental crear una atmósfera amable y positiva, porque de la relación médico-paciente depende la opinión que se forma y el juicio que hace de la intervención, independientemente de que el resultado haya sido bueno o malo.

En tercer lugar, como ha señalado la doctora Dubón, es indispensable solicitar el consentimiento informado, que documenta que la información que dio el médico es suficiente y que el paciente la ha comprendido a cabalidad. Lamentablemente sabemos que en más de una ocasión, un expediente mal elaborado y carente del documento de consentimiento informado ha causado grandes dolores de cabeza al médico que enfrenta una queja por la atención a un paciente.

Y cuando ocurre un error o una complicación, siempre será mejor decir la verdad, actuar limpiamente y solicitar -si es preciso- la ayuda de otro médico, quien con la mente más fresca, podrá resolver el problema.

Finalmente, como siempre existirá la posibilidad de un error o una complicación, deberemos tener en mente una sabia sentencia que escribió Ambrosio Paré en el siglo XVI: “Todos los médicos tenemos un cementerio en el corazón, que debemos visitar frecuentemente para seguir siendo humildes”.

Por mi raza hablará el espíritu

Rafael Álvarez Cordero

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