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Revista de la Facultad de Medicina (México)

versión On-line ISSN 2448-4865versión impresa ISSN 0026-1742

Rev. Fac. Med. (Méx.) vol.56 no.6 Ciudad de México nov./dic. 2013

 

Arte y medicina

 

Música y Medicina

 

Music and Medicine

 

Rafael Álvarez Cordero

 

Nunca como ahora la sección Arte y Medicina había estado tan vigente, porque en México y en nuestra Facultad se dio una venturosa asociación de la ciencia con la música.

Hace unas cuantas semanas murió una de las pianistas más connotadas del siglo XX, María Teresa Rodríguez, quien con Angélica Morales y Esperanza Cruz formó un triunvirato excelso en la pianística nacional.

Concertista desde la primera infancia, estudió con Alexander Borovsky en Boston y fue su alumna modelo. Fue entonces cuando ganó el primer lugar en un concurso organizado por la estación BWZ de Nueva York, lo que la llevó a tocar como solista con la Orquesta Sinfónica de Boston, y de ahí comenzó a presentarse en distintas partes del mundo como Amsterdam, Barcelona, Bogotá, Bonn, Buenos Aires, Copenhague, Cuba, Londres, Madrid, Montevideo, Nueva York, San Antonio, San Bernardino, San Francisco, Varsovia y, por supuesto, muchas ciudades de México fueron testigos de sus magistrales interpretaciones.

Alumna y amiga de Carlos Chávez, fue directora del Conservatorio Nacional de Música, jurado de diversos concursos internacionales de piano, y recibió numerosos reconocimientos nacionales e inter internacionales por su labor no sólo como pianista sino como promotora de la buena música; pero lo más importante es que siempre fue una mujer amable, que mezclaba un rigor absoluto en sus presentaciones con una gran gentileza y buen humor, lo que la unió con su compañero de toda la vida, el doctor Trifón de la Sierra.

Trifón (no es apodo, decía) de la Sierra Ramírez fue egresado de la UNAM con maestría y especialidad en el Hospital de Enfermedades de la Nutrición; subdirector médico del ISSSTE, donde realizó el primer trasplante renal; fue jefe del Departamento de Cirugía Experimental en la Facultad de Medicina de la UNAM, de la que después fue secretario general.

Tuve ocasión de conocerlo en París con motivo del primer Congreso Mundial de Trasplantes y ahí nació la idea de fundar la Asociación Mexicana de Cirugía Experimental, lo que se materializó poco tiempo después. Ciudadano universal, Trifón fue un individuo singular, enemigo de los honores y las corbatas, bon vivant en el mejor sentido de la palabra, y su relación con María Teresa permitió que la vida y las actividades de ambos se conjuntaran en una agradable armonía que se ponía en evidencia cuando ella nos invitaba a "preparar" su próximo concierto en su casa, en la que las viandas, los caldos y la música armonizaban en veladas inolvidables.

¿Cómo se conocieron María Teresa y Trifón? Se puede decir que por las zanahorias (¿?), porque resulta que María Teresa acostumbraba practicar al piano siete u ocho horas diarias, y siempre tenía a su lado zanahorias, que consumía sin límite; eso ocasionó que los carotenos pintaran sus ojos, y alguien dijo que estaba enferma del hígado o tenía hepatitis. En ese tiempo, uno de los más connotados gastroenterólogos era Trifón de la Sierra, cuyo consultorio estaba cerca del palacio de Bellas Artes; allá llegó la pianista "ictérica", y aún con las escleróticas color zanahoria cautivó al médico, que además era un gran melómano, y nació el romance que duró toda la vida.

Tifón de la Sierra murió en 2003, después de una larga y bien vivida existencia, y ahora que María Teresa Rodríguez ha partido, he querido evocar su recuerdo como un espléndido ejemplo de simbiosis artístico/científica.

Agradezco al doctor Luis Padilla Sánchez, jefe del Servicio de Cirugía Experimental del Centro Médico Nacional "20 de Noviembre", alumno, amigo y médico de Trifón y María Teresa, la información para la redacción de esta sección.

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