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Revista de la Facultad de Medicina (México)

versión On-line ISSN 2448-4865versión impresa ISSN 0026-1742

Rev. Fac. Med. (Méx.) vol.56 no.6 Ciudad de México nov./dic. 2013

 

Editorial

 

El progreso desigual de la Medicina en México

 

The unequal progress of Medicine in Mexico

 

Los fenómenos meteorológicos de los últimos meses en nuestro país han puesto al descubierto una serie enorme de carencias y deficiencias en todos los órdenes: de planeación urbana, de protección civil, de previsión de desastres, de protección forestal, redes hidrológicas, etc., y junto con ellas, la ausencia de una cultura de prevención, la ignorancia o el desprecio a los avisos de la naturaleza, la lamentable resignación ante lo que se dice inevitable, mucho de lo cual pudo ser evitado si se hubiera actuado de manera diferente.

Porque así como muchos de nosotros somos indiferentes a los avisos de nuestro organismo que se daña progresivamente por un estilo de vida no adecuado, por el tabaquismo, el alcoholismo, el consumo excesivo de calorías, el sedentarismo, y luego nos sorprendemos por un cáncer pulmonar o un infarto del miocardio, como pueblo hemos sido omisos e indiferentes a la desertificación ocasionada por la tala inmoderada de nuestros bosques, a la acumulación monumental de basura en todo el territorio nacional, a la edificación de casas habitación en lugares peligrosos, a la construcción y mantenimiento defectuoso de sistemas hidrológicos adecuados, etc.

Todo esto afecta la salud tanto social como familiar y personal de la población, y es algo que las autoridades deben tener en cuenta para hacer la programación de acciones de salud en todo el país, más ahora, después de la grave afectación de una tercera parte del territorio.

Hay que reconocer que en los últimos 50 a 70 años, la salud de los mexicanos en general ha mejorado: han disminuido las enfermedades prevenibles por vacunación, los problemas infantiles pulmonares y digestivos son mejor controlados, la mortalidad materna e infantil disminuye, hay programas masivos de detección de varias enfermedades, y más mexicanos están protegidos por alguno de los sistemas de salud.

Pero la distribución de los centros de atención a la salud es terriblemente desigual: hay municipios que no cuentan con lo elemental, en tanto que en las ciudades hay centros de salud, clínicas, hospitales de segundo y tercer nivel, clínicas especializadas, etc.; el comparativo entre la salud de los habitantes de un pueblo en la sierra de Guerrero y los de una colonia de la ciudad de México pone en evidencia que aún hay mucho por hacer.

¿Y en qué forma afecta esto a los estudiantes de Medicina? Ya en algún Editorial pasado señalé que tú, estimado estudiante, debes pensar desde ahora a qué te vas a dedicar, ¿harás una especialidad de varios años para ser un superespecialista en alguna disciplina novedosa?, ¿dedicarás tu tiempo a la medicina general, que te permitirá resolver el 90 por ciento de las demandas de atención?, ¿harás investigación básica, ahora estimulada por la sección "Desde la trinchera de las ciencias básicas" que tan buena acogida ha tenido?

Porque a las futuras generaciones les tocará corregir estas desigualdades en la atención a la salud, sin olvidar los grandes avances que nos sorprenden cada día: la medicina genómica, que nos permitirá proteger y revertir enfermedades otrora incurables; la nanotecnología, que revolucionará la farmacología como nunca; la utilización de las células madre para corregir deficiencias orgánicas a un nivel antes impensable; la cirugía robótica, que permitirá que se realicen operaciones a distancia, etc.

En un país como el nuestro es muy difícil lograr la uniformidad en la atención a la salud, y ahí entran los condicionantes sociales de la salud que abordé en el número anterior: no puede tener éxito la promoción de la salud si no hay una infraestructura suficiente: desde el piso de cemento, la provisión de agua potable, el sistema adecuado de drenaje, hasta la estructura urbana adecuada, la energía eléctrica, la telefonía, los medios de transporte idóneos, la seguridad ciudadana, etc.

¿Debemos ser activistas para participar en ese cambio que todos deseamos?, creo que sí, si por activismo se entiende la participación ciudadana responsable, inteligente, propositiva, y comprometida. Podemos actuar en nuestro ámbito familiar y social, en nuestro entorno universitario u hospitalario, siempre habrá una oportunidad de participar, y bueno será seguir el ejemplo en nuestros maestros, que desde su cátedra, en los puestos administrativos como funcionarios de salud, en las asociaciones y academias médicas y aún en los medios de comunicación, han influido para que se avance en este proyecto siempre inacabado de lograr la mejor salud para nuestro país.

Qué bueno que hay medicina genómica, nanofarmacología, uso de células madre, robótica, etc.; qué bueno que la investigación biológica y médica continúa, pero al mismo tiempo, urgen programas de protección a la salud en todos los rincones del país; ahí también se necesitan médicos comprometidos, funcionarios creativos que disminuyan las profundas desigualdades en el sector salud.

 

Rafael Álvarez Cordero
Por mi raza hablará el espíritu

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