Antecedentes
La malnutrición se define como el consumo insuficiente o excesivo de nutrientes, desequilibrios nutricionales significativos o utilización reducida de nutrientes.1 Constituye una condición grave reconocida como uno de los mayores problemas de salud en el mundo; los escolares constituyen uno de los grupos más afectados debido a su etapa de crecimiento y desarrollo físico, cognitivo y psicosocial.2,3 En 2016, se estimó que más de 18 % (340 millones) de los niños y adolescentes en todo el mundo tenía sobrepeso u obesidad,4 con mayor prevalencia en niños que en niñas.5 En tanto, 31.6 % de los niños y 25.9 % de las niñas estaban desnutridos (bajo peso).6
Por otro lado, la dislipidemia, definida como una concentración anormal de lípidos o lipoproteínas en sangre, está asociada a obesidad infantil. Es un factor de riesgo crucial para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares en la edad adulta.7
Según las Naciones Unidas, existen 476 millones de personas pertenecientes a grupos indígenas en el mundo, las cuales han sido históricamente discriminadas, segregadas a un contexto de profundas desventajas y transgredidos sus derechos, con consecuencias en su estado de salud.8,9
La etnia yaqui es un grupo indígena ubicado en el noroeste de México, específicamente en el estado de Sonora, y distribuido en ocho pueblos tradicionales. Este grupo vive en condiciones de alto grado de marginación, ya que no dispone de servicios básicos (agua potable, energía eléctrica, saneamiento, recolección de basura y residuos).10 Además, tiene escaso acceso a servicios de salud adecuados, oportunos y de calidad, pues no cuenta con equipos, medicamentos, ni profesionales de la salud capacitados.11
Asimismo, en la etnia yaqui se ha evidenciado el proceso de adquisición y asimilación de características de otra cultura (aculturación),12 con las consecuentes modificaciones en su estilo de vida, cambios en su alimentación al adoptar un estilo de vida occidental, con el paso de una ingesta basada en legumbres y cereales al consumo elevado de alimentos procesados densos en energía.13,14 Estos cambios han provocado alteraciones en el estado nutricional de la población, la cual ha desarrollado obesidad y, posteriormente, problemas de salud como enfermedades crónicas no transmisibles.15 Un estudio probabilístico realizado recientemente en adultos de este grupo ha revelado graves problemas de salud: 71.5 % tiene sobrepeso/obesidad, 21.3 % padece hipertensión arterial13 y 10.5 % cuenta con diagnóstico previo de diabetes.16 En cuanto a la actividad física, las actividades productivas de mayor demanda física han sido sustituidas por otras de menor intensidad y ha aumentado la práctica de actividades sedentarias.17
Actualmente, se desconoce el estado de salud de los escolares indígenas yaquis; sin embargo, la situación que viven los adultos y las características de su entorno podrían reflejar un escenario de salud alarmante. Este estudio tiene como objetivo evaluar el estado de nutrición, perfil lipídico y factores de riesgo asociados, con el fin de ampliar conocimientos y conducir a intervenciones contextualizadas que contribuyan a mejorar la salud de los escolares y a reducir las desigualdades.
Material y métodos
Se realizó un estudio epidemiológico transversal con muestreo por conveniencia. Las comunidades analizadas fueron seleccionadas debido a colaboraciones previas. Mediante visitas a escuelas y hogares, se invitó a participar a 120 niños de primer a tercer grado de primaria, de dos escuelas públicas ubicadas en Loma de Guamúchil y Tórim, pueblos tradicionales yaquis pertenecientes a los municipios de Cajeme y Guaymas en el estado de Sonora. A los padres y a los escolares se les explicó el protocolo del estudio y sus objetivos, con lo que se logró la participación de 109 niños, de quienes se obtuvieron los datos. La etapa de reclutamiento comenzó en marzo de 2022.
El protocolo del estudio fue aprobado por el Comité de Ética en Investigación (CIE/013-2/2021) del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo. Los padres y escolares firmaron los formularios de consentimiento y asentimiento informado, respectivamente.
Variables de estudio
ESTADO NUTRICIONAL
El equipo de trabajo, que recibió capacitación en técnicas de evaluación antropométrica,18 midió el peso (A&D FG-150KMB, Corea, báscula digital con precisión ± 10 g) y la talla (estadiómetro portátil Holtain, Reino Unido, rango de error estimado de 0.05 mm) de los escolares reclutados. Con el programa AnthroPlus de la Organización Mundial de la Salud, se calculó el índice de masa corporal (IMC = peso en kilogramos/talla en metros2) para obtener la puntuación Z del IMC/edad. Según el valor obtenido, se diagnosticó a los niños con sobrepeso (≥ 1 desviación estándar [DE]) y obesidad (≥ 2 DE), de acuerdo con los puntos de corte establecidos por la Organización Mundial de la Salud.19 En cuanto a la desnutrición, se utilizó el indicador de talla para la edad (puntuación Z), donde valores menores a −1 DE se consideraron como riesgo de desnutrición crónica y aquellos menores a −2 DE, como desnutrición crónica.20
DISLIPIDEMIA
La extracción de sangre fue realizada por un experto, en escuelas y clínicas comunitarias. Para determinar el perfil lipídico se extrajeron 6 mL de sangre venosa periférica de cada escolar en ayunas. Los niveles de triglicéridos, colesterol total y lipoproteínas de alta densidad (c-HDL) se determinaron mediante el método enzimático (coeficientes de variación de 2.84, 0.67 y 0.63 %, respectivamente). Las lipoproteínas de baja densidad (c-LDL) se calcularon a partir de la fórmula de Friedewal.21
Los escolares fueron diagnosticados con dislipidemia cuando los valores establecidos para uno o más lípidos séricos fueron mayores (para C-HDL fueron menores) a los valores de referencia indicados en el Programa Nacional de Educación sobre el Colesterol (triglicéridos ≥ 100 mg/dL, colesterol total ≥ 200 mg/dL, c-HDL < 40 mg/dL y c-LDL ≥ 130 mg/dL).22
Otras variables de interés
En los escolares también se registraron las siguientes variables:
Presión arterial (mm Hg): se evaluó con un dispositivo digital automático (Omron, modelo HEM-907XL IntelliSense, Estados Unidos) siguiendo la metodología.23 El diagnóstico de prehipertensión e hipertensión consideró los percentiles de presión arterial ajustados por talla, sexo y edad.24
Circunferencia de cintura (cm): se midió con una técnica estandarizada.18 Los valores obtenidos fueron analizados según la edad y el sexo y posteriormente se compararon con el estándar propuesto en percentiles.25
-
Porcentaje de grasa corporal (GC): para calcular la grasa corporal se emplearon las variables sexo, pliegue cutáneo del tríceps en milímetros (Tricp-SKF) y peso en kilogramos (Wt) mediante la siguiente ecuación antropométrica:
GC (kg) = −1.067 × sexo + 0.458 × Tricp-SKF + 0.263 × Wt − 5.407
Donde hombre = 1 y mujer = 0.26
El resultado se dividió entre el peso y se multiplicó por 100 para obtener el porcentaje.
ALPAQ (Cuestionario de Evaluación de Niveles de Actividad Física): este instrumento evaluó el nivel de actividad física de los escolares, clasificándolos en sedentarios (de cinco a 10 puntos), moderadamente activos (de 11 a 16 puntos) y muy activos (≥ 17 puntos).27
Cuestionario de historia clínica pediátrica: se recopiló información sobre los antecedentes de nacimiento de los niños, su estado general, historial de enfermedades y antecedentes de salud familiar.28
Recordatorio de 24 horas: para evaluar el consumo de alimentos y nutrientes, se registraron los alimentos y bebidas consumidos por los niños en las últimas 24 horas29 y se codificaron; posteriormente, se calcularon los gramos de las porciones ingeridas y se estimaron los macronutrientes consumidos conforme a diccionarios de alimentos.
FAMILIARES
Se administraron varios cuestionarios para recopilar información sobre la familia (hogares):
Cuestionario sociodemográfico: se obtuvieron datos sobre escolaridad, estado civil y ocupación de los padres, renta familiar, etcétera.23
Cuestionario sobre programas de apoyo (elaboración propia): con la herramienta se indagó si algún miembro de la familia había recibido apoyo de algún programa social en el último año.
Cuestionario de seguridad alimentaria: se preguntó sobre las experiencias de los miembros del hogar en relación con la falta de dinero o recursos para comprar alimentos en los tres meses previos a la entrevista.30
Análisis de datos
Los datos de variables continuas con distribución normal se presentan como medias ± desviación estándar (DE). Las variables categóricas se muestran como frecuencias y porcentajes. Se realizaron pruebas t y chi cuadrada para la comparación entre sexos. Para identificar los factores de riesgo se realizó análisis de regresión logística múltiple, obteniendo diferentes modelos para cada variable de respuesta (sobrepeso/obesidad, desnutrición crónica y dislipidemia). Para la generación de los modelos de regresión múltiple se implementó primero un análisis exploratorio, seguido de un análisis de asociación potencial entre las variables respuesta (sobrepeso/obesidad, desnutrición crónica y dislipidemia) y las posibles variables predictivas (p ≤ 0.2 y plausibilidad biológica) y una selección automatizada con el método automatizado paso a paso (p ≤ 0.05). Una vez generados los modelos preliminares, se evaluó la presencia de interacción o modificación del efecto (p ≤ 0.1), la colinealidad (r ≥ 0.8) y el supuesto de regresión logística (linealidad). Todos los análisis se realizaron utilizando STATA 16. La significación estadística se consideró con un valor de p ≤ 0.05.
Resultados
Se obtuvo una tasa de respuesta de 90.8 %. El principal motivo expresado por los padres para no formar parte del estudio fue la falta de tiempo. La muestra estudiada estuvo conformada por 109 escolares yaquis, con mayor proporción del sexo femenino (53.2 %). En la Tabla 1 se describen las principales características. La media de la edad fue de 7.3 años. La prevalencia combinada de sobrepeso/obesidad fue de 38.5 % (21.1 y 17.4 %, respectivamente para sobrepeso y obesidad), 36.2 % en las mujeres y 41.2 % en los hombres (p = 0.464). Ningún escolar presentó desnutrición crónica, pero 6.5 % se encontró en riesgo de desnutrición.
Característica | Total (n = 109, 100 %) | Mujer (n = 58, 53.2 %) | Hombres (n = 51, 46.8 %) | p |
---|---|---|---|---|
Edad (años)* | 7.30 ± 0.88 | 7.27 ± 0.86 | 7.30 ± 0.96 | 0.730 |
Peso (kg)* | 28.22 ± 7.45 | 27.83 ± 7.09 | 28.67 ± 7.89 | 0.560 |
Altura (cm)* | 126.76 ± 6.70 | 125.81 ± 6.14 | 127.84 ± 7.20 | 0.115 |
Puntuación Z del IMC/edad* | 0.66 ± 1.38 | 0.62 ± 1.33 | 0.71 ± 1.44 | 0.719 |
Circunferencia de cintura (cm)* | 59.76 ± 7.99 | 59.62 ± 7.82 | 59.91 ± 8.26 | 0.853 |
Obesidad central | ||||
Riesgo de obesidad central | 14 (12.84) | 7 (12.07) | 7 (13.73) | 0.884 |
Con obesidad central | 10 (9.17) | 6 (10.34) | 4 (7.84) | |
Grasa corporal (%)* | 21.35 ± 8.94 | 25.97 ± 7.01 | 16.09 ± 7.98 | 0.000 |
Presión sistólica (mm Hg)* | 104.78 ± 9.37 | 104.16 ± 9.59 | 105.49 ± 9.15 | 0.460 |
Presión diastólica (mm Hg)* | 62.80 ± 7.47 | 63.03 ± 7.95 | 62.55 ± 6.96 | 0.726 |
Presión arterial | ||||
Prehipertensión | 11 (10.09) | 7 (12.07) | 4 (7.84) | 0.632 |
Hipertensión arterial | 8 (7.34) | 5 (8.62) | 3 (5.88) | |
Estados nutricionales | ||||
Emaciación severa | 1 (0.92) | 1 (1.72) | 0 | 0.725 |
Adelgazamiento | 9 (8.26) | 4 (6.90) | 5 (9.80) | |
Exceso de peso | 23 (21.10) | 12 (20.69) | 11 (21.57) | |
Obesidad | 20 (18.35) | 9 (15.52) | 11 (21.57) | |
Desnutrición | ||||
Riesgo de desnutrición crónica | 6 (6.52) | 5 (9.62) | 1 (2.50) | 0.171 |
Desnutrición crónica | 0 | 0 | 0 | |
Colesterol total (mg/dL)* | 143.2 ± 21.4 | 144.7 ± 22.1 | 141.3 ± 20.7 | 0.422 |
Triglicéridos (mg/dL)* | 59.4 ± 24.4 | 62.7 ± 26.8 | 55.6 ± 21.1 | 0.137 |
Colesterol LDL (mg/dL)* | 87.6 ± 17.4 | 88.9 ± 17.5 | 86.1 ± 17.3 | 0.403 |
Colesterol HDL (mg/dL)* | 42.8 ± 8.5 | 42.5 ± 7.5 | 43.1 ± 9.6 | 0.732 |
Actividad física (puntuación)* | 10.5 ± 2.8 | 9.7 ± 2.3 | 11.4 ± 3.1 | < 0.000 |
Nivel de actividad física | ||||
Sedentario | 53 (48.62) | 35 (60.34) | 18 (35.29) | 0.005 |
Moderadamente activo | 51 (46.79) | 23 (39.66) | 28 (54.90) | |
Muy activo | 5 (4.59) | 0 | 5 (9.80) | |
Ingesta energética (kcal/día)* | 2 216.64 ± 808.34 | 2 084 ± 630.91 | 2 368 ± 955.96 | 0.067 |
Ingesta de energía procedente de proteínas (%)* | 11.44 ± 3.77 | 12.28 ± 4.39 | 10.47 ± 2.65 | 0.012 |
Ingesta de energía procedente de grasas (%)* | 37.87 ± 5.79 | 37.88 ± 6.26 | 37.85 ± 5.27 | 0.977 |
Aporte energético procedente de carbohidratos (%)* | 50.70 ± 6.50 | 49.83 ± 7.44 | 51.68 ± 5.13 | 0.139 |
Fibra dietética (g/día)* | 22.84 ± 12.81 | 20.35 ± 11.72 | 25.68 ± 13.51 | 0.029 |
Grado escolar de educación primaria | ||||
Primero | 32 (29.36) | 17 (29.31) | 15 (29.41) | 0.986 |
Segundo | 42 (38.53) | 22 (37.93) | 20 (39.22) | |
Tercero | 35 (32.11) | 19 (32.76) | 16 (31.37) | |
Ubicación | ||||
Loma de Guamúchil | 73 (66.97) | 38 (65.52) | 35 (68.63) | 0.730 |
Tórim | 36 (33.03) | 20 (34.48) | 16 (31.37) | |
Ingreso familiar mensual ($)* | 5 038.53 ± 2 866.99 | 4 915.52 ± 2 970.13 | 5 178.43 ± 2 767.69 | 0.635 |
Inseguridad alimentaria | ||||
Leve | 44 (40.37) | 24 (41.38) | 20 (39.22) | 0.593 |
Moderado | 28 (25.69) | 17 (29.31) | 11 (21.57) | |
Severo | 13 (11.93) | 5 (8.62) | 8 (15.69) | |
Escolaridad de padres/tutores | ||||
Ninguna o escuela primaria completa/trunca | 18 (16.51) | 9 (15.52) | 9 (17.65) | 0.432 |
Escuela secundaria completa/trunca | 56 (51.38) | 26 (44.83) | 30 (58.82) | |
Escuela preparatoria o universidad completada/trunca | 35 (32.11) | 23 (39.66) | 12 (23.53) | |
Beneficiario de desayunos escolares (fríos) | 93 (85.33) | 50 (86.2) | 43 (84.31) | 0.672 |
IMC: índice de masa corporal.
*Variables expresadas como media y desviación estándar (media ± DE); el resto de las variables se muestran como n y porcentaje. El valor de p es el resultado de comparar entre sexos (p ≤ 0.05); prueba t para muestras independientes (variables normalmente distribuidas); prueba de Mann-Whitney (variables con distribución no normal); prueba de chi cuadrada (variables categóricas).
En cuanto a la actividad física, cerca de la mitad de la muestra se clasificó con un nivel de actividad sedentaria (48.6 %), con mayor prevalencia en mujeres que en hombres (60.3 y 35.3 %, respectivamente), p = 0.005. En la dieta se reportó un consumo elevado de grasas (37.8 %). Además, se encontró un mayor consumo de proteínas en las mujeres, 12.3 % (p = 0.012), y un mayor consumo de fibra en los hombres, 25.7 g/día (p = 0.029).
En la población general, la prevalencia de dislipidemia fue de 38.6 %, 36.8 % en las niñas y 40.8 % en los niños. La prevalencia de dislipidemia por componente lipídico fue la siguiente: 7.5 % de hipertrigliceridemia, 2.8 % de c-LDL elevado y 35.8 % de c-HDL bajo, con lo que constituyó la alteración más frecuente entre los escolares. No se encontró ningún caso de hipercolesterolemia.
El análisis de regresión logística múltiple reveló que el consumo de grasas es un factor asociado a una mayor prevalencia de sobrepeso/obesidad (RM = 1.10, IC 95 % = 1.01-1.21), mientras que el de fibra se asoció negativamente (RM = 0.93, IC 95 % = 0.87-1.00), lo que resultó en un factor protector (Tabla 2). No se generó ningún modelo de desnutrición crónica ya que no existieron casos con esta condición.
Variables | RM | IC 95% | p |
---|---|---|---|
Modelo 1 | |||
Ingesta de grasas (g) | 1.10 | 1.01-1.21 | 0.030 |
Modelo 2 | |||
Ingesta de fibra (g) | 0.93 | 0.87-1.00 | 0.039 |
Modelo 1: ajustado por edad, inseguridad alimentaria, número de habitaciones en el hogar, índice de modernidad, ingreso mensual, beca gubernamental. Modelo 2: ajustado por edad y sexo. Las variables de ajuste para cada modelo se seleccionaron automáticamente (paso a paso) y se asociaron significativamente con la variable de respuesta (sobrepeso/obesidad). IC: intervalo de confianza; RM: razón de momios.
Los factores asociados positivamente a la dislipidemia fueron la puntuación Z del IMC/edad (RM = 1.46, IC 95 % = 1.06-2.00 por cada incremento unitario en la puntuación), circunferencia de cintura (RM = 1.07, IC 95 % = 1.01-1.14), antecedentes familiares de dislipidemia (RM = 10.58, IC 95 % = 1.17-94.98), mayor nivel de educación (RM = 3.06, IC 95 % = 0.97-9.58) y empleo permanente (RM = 3.71, IC 95 % = 0.97-14.2). Además, la puntuación de la actividad física tuvo un efecto protector (RM = 0.82, IC 95 % = 0.70-0.97) al reducir en 18 % el riesgo de dislipidemia (Tabla 3).
Variables | RM | IC 95% | p |
---|---|---|---|
Modelo 1 | |||
Puntuación Z del IMC para la edad | 1.46 | 1.06-2.00 | 0.020 |
Modelo 2 | |||
Circunferencia de la cintura (cm) | 1.07 | 1.01-1.14 | 0.009 |
Modelo 3 | |||
Historia familiar de dislipidemia | |||
No | Referencia | ||
Sí | 10.58 | 1.17-94.98 | 0.03 |
Modelo 4 | |||
Escolaridad | |||
Primero de primaria | Referencia | ||
Segundo de primaria | 1.49 | 0.49-4.52 | 0.47 |
Tercero de primaria | 3.06 | 0.97-9.58 | 0.05 |
Modelo 5 | |||
Situación laboral del tutor | |||
Desempleado | Referencia | ||
Empleo permanente | 3.71 | 0.97-14.2 | 0.05 |
Empleo temporal | 0.93 | 0.27-3.19 | 0.91 |
Modelo 6 | |||
Puntuación de actividad física | 0.82 | 0.70-0.97 | 0.03 |
Modelos 1 y 2: ajustados por la puntuación de actividad física. Modelos 3, 4, 5: ajustados por la puntuación Z del IMC/edad y la puntuación de actividad física. Modelo 6: ajustado por puntuación Z del IMC/edad. Las variables de ajuste para cada modelo se seleccionaron automáticamente (paso a paso) y se asociaron significativamente a la variable respuesta (dislipidemia). IC: intervalo de confianza; IMC: índice de masa corporal; RM: razón de momios.
Las variables asociadas provienen de modelos generados individualmente para asegurar que tuvieran una asociación independiente a la prevalencia de sobrepeso/obesidad y dislipidemia.
Discusión
La prevalencia combinada de sobrepeso/obesidad en la muestra de escolares yaquis (38.5 %) fue superior a la reportada en 2022 en población mexicana (37.3 %),31 incluso fue superior a la de otros grupos indígenas mexicanos como los otomíes (28.4 %)32 y las etnias oaxaqueñas (15 %).33 De manera similar, esta prevalencia fue mayor a la observada en escolares indígenas australianos (36 %)34 y colombianos (19.5 %).35 Además, fue superior a la encontrada en el estudio de escolares mexicanos que viven en condiciones de vulnerabilidad social y económica, en quienes la prevalencia fue de 31.4 %.36 Sin embargo, la prevalencia en yaquis fue muy similar a 38.3 % reportado en 2022 en escolares mexicanos de la región Pacífico Norte,31 donde se incluye el estado de Sonora.
Lo anterior podría deberse al proceso de aculturación ya documentado, que pudo haberse exacerbado como consecuencia de la pandemia sanitaria, la cual incrementó el sedentarismo y la inseguridad alimentaria entre los escolares y redujo los ingresos familiares. Asimismo, en las comunidades estudiadas existe una limitada disponibilidad de alimentos saludables, lo que contrasta con una alta disponibilidad y accesibilidad de productos abundantes en grasas, azúcares y sodio, de los cuales se observa una preferencia de consumo.
En cuanto a la desnutrición crónica, 6.5 % estaba en riesgo de presentar la condición según el punto de corte establecido (≤ −2 DE), aunque no se encontró ningún caso de desnutrición crónica. En un estudio realizado en 1999 en una muestra de 296 escolares yaquis (de 6 a 10 años), se encontró que 4.2 % padecía desnutrición crónica y se atribuyó esta baja cifra al consumo adecuado de energía y proteínas.37
El consumo insuficiente de calorías es un importante factor de riesgo de desnutrición crónica.38 Nuestra muestra, pese a las condiciones de pobreza, tuvo un consumo adecuado de proteínas provenientes de cereales con y sin grasa, productos animales ricos en grasas y legumbres, que promueven un crecimiento apropiado. El aporte calórico superó las recomendaciones (2217 kcal/día versus 1800 kcal/día)39 y protegió de la desnutrición, pero incrementa el riesgo de obesidad. No se dispone de más datos, pero podemos pensar que los niños yaquis no se han caracterizado por sufrir desnutrición crónica en las últimas décadas.
Respecto a la actividad física de la muestra, cerca de la mitad presentaba un nivel de actividad sedentaria, superior en las mujeres que en los hombres (60.3 y 35.3 %, respectivamente). Los resultados concuerdan con lo observado en diferentes estudios que destacan la alta prevalencia de sedentarismo en escolares, especialmente en mujeres.40 También se ha señalado que existe una marcada reducción de la actividad física de intensidad moderada a vigorosa en la etapa prepuberal, siendo las mujeres las más afectadas. Esto podría incrementar el riesgo de sobrepeso u obesidad durante la adolescencia y la edad adulta,41 y evidencia una brecha importante que puede abordarse considerando la perspectiva de género en los programas de intervención.
En cuanto a la dieta, se reportó un consumo elevado de grasas (37.8 %), cifra superior a la recomendación de 30 %.42 También se observó que 46.4 % del total de energía consumida por los escolares yaquis proviene de cereales con grasa (tortillas de harina y productos industrializados como galletas y frituras), datos no mostrados. Una dieta monótona rica en grasas combinada con un bajo nivel de actividad física en los escolares podría provocar un incremento de los casos de sobrepeso/obesidad y de enfermedades crónicas no transmisibles a edades tempranas.
El consumo de proteínas, tanto por parte de hombres como de las mujeres (12.28 y 11.44 %, respectivamente), se encontró dentro de la recomendación para escolares (de 10 a 30 % del total de kilocalorías),42 aunque es relevante un análisis más profundo para conocer la calidad de las proteínas incluidas en la dieta. El consumo medio de fibra de la muestra (22.84 g/día) se situó dentro de la recomendación para escolares (de 14 a 31 g/día),43 menor en el sexo femenino (20.35 g/día).
Casi cuatro de cada 10 escolares de la muestra presentaron dislipidemia, condición preocupante que favorece el desarrollo de aterosclerosis y de enfermedades cardiovasculares en la edad adulta. Un estudio (n = 1846) en adolescentes mexicanos (de 12 a 16 años) reportó una prevalencia de dislipidemia de 25 %, menor a la observada en escolares yaquis; sin embargo, es necesario considerar la diferencia de edad entre los grupos, el tamaño de la muestra y el uso de diferentes puntos de corte.44 Otra investigación reciente realizada en una muestra de escolares yaquis pertenecientes a la comunidad de Bahía de Lobos encontró una prevalencia de dislipidemia de 52 %, siendo la hipertrigliceridemia la más común (37.8 %).45 Cabe señalar que los puntos de corte utilizados para este estudio fueron más bajos, lo que podría explicar el incremento de la prevalencia.
Es importante señalar que existen pocos análisis sobre la prevalencia de sobrepeso/obesidad y dislipidemia en escolares, más específicamente en población indígena. Asimismo, hay que destacar que entre las pocas investigaciones realizadas se pueden encontrar diferencias importantes y limitantes al comparar datos, por ejemplo, diferentes diseños de estudio, muestras no representativas, grupos de edad dispares, así como diversos criterios diagnósticos y puntos de corte.
La literatura indica que el consumo de grasas, y más concretamente de grasas saturadas, favorece la ganancia de peso y, por lo tanto, el incremento del sobrepeso/obesidad en las comunidades.46 Se encontró que el consumo de grasas es un factor asociado a la prevalencia de sobrepeso/obesidad, que va de la mano con el alto consumo de grasas encontrado en los escolares. Por el contrario, el consumo de fibra resultó ser un factor protector. Se conoce que la fibra desempeña un papel importante porque provoca saciedad y reduce el aporte energético, además de sus efectos favorables sobre el colesterol y el control de la glucosa.47
En cuanto a la dislipidemia, el aumento de la puntuación Z del IMC/edad constituyó un factor asociado, independientemente del estado nutricional. Así, un escolar con un estado nutricional normal mostró un riesgo 1.46 veces mayor de sufrir dislipidemia cuando la puntuación Z del IMC/edad se incrementa una unidad, incluso cuando continúa en estado normal. Esto indica que las anomalías en los lípidos séricos no son una condición exclusiva del sobrepeso y la obesidad en niños, y que pueden estar relacionadas con factores ambientales. También se encontró una asociación positiva con la circunferencia de la cintura, que mide la grasa abdominal y se consideró un factor predictivo de riesgo cardiovascular.48 A su vez, los escolares con antecedentes familiares de hipercolesterolemia tenían un riesgo 10.58 veces mayor de presentar alteraciones lipídicas que los que no los tenían. La genética es un factor de riesgo no modificable para desarrollar dislipidemias; sin embargo, los hábitos de riesgo de los padres pueden ser preponderantes para el desarrollo de dislipidemias en niños y niñas.
Investigaciones anteriores han señalado la edad como un factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares, entre las que se incluye la dislipidemia,49 esto podría explicar la asociación entre la dislipidemia y el nivel de escolaridad, al hallarse un riesgo superior en niños con mayor nivel escolar. Además, la prevalencia de obesidad y diabetes es mayor en personas de nivel socioeconómico alto;50 la misma situación podría presentarse en escolares, ya que un mayor riesgo de dislipidemia se encuentra en los niños cuyos padres tienen un trabajo permanente y, por lo tanto, un ingreso fijo, lo cual podría estar relacionado con un mayor acceso a alimentos ricos en energía, pero sin valor nutricional.
Dado que se utilizó un muestreo no probabilístico, los resultados no pueden extrapolarse a toda la población escolar yaqui, lo que limita la validez externa del estudio. Cabe mencionar que el estudio empleó cuestionarios autoadministrados, que puede limitar la precisión de los resultados, lo cuales dependen de la memoria, interpretación y disposición del participante. Además, la falta de validación de estos instrumentos en la muestra puede llevar a conclusiones imprecisas, pero es importante resaltar que la mayoría de los cuestionarios utilizados están validados en mexicanos y se aplican a grupos indígenas en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de México.
Conclusiones
A diferencia de lo observado en otras partes del mundo, donde la mayoría de los escolares están más afectados por la desnutrición, los escolares yaquis padecen una alta proporción de sobrepeso/obesidad y dislipidemia. Esta situación de salud en los escolares podría derivar en el mediano y largo plazo, en una serie de complicaciones de salud y el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles. Por este motivo, resulta pertinente el diseño e implementación de intervenciones de salud basadas en el contexto actual de la población escolar. Considerar los factores asociados a las variables de interés (sobrepeso/obesidad y dislipidemia) en estas intervenciones puede proporcionar un mayor éxito en la prevención y tratamiento del problema.