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Gaceta médica de México

versão On-line ISSN 2696-1288versão impressa ISSN 0016-3813

Gac. Méd. Méx vol.155 no.4 Ciudad de México Jul./Ago. 2019  Epub 01-Jul-2021

 

De la vida de la Academia

Discurso de ingreso de nuevos académicos numerarios a la Academia Nacional de Medicina de México, 2019

María Adela Poitevin-Chacón1 

1Hospital Médica Sur, Departamento de Radioterapia, Ciudad de México, México


Buenas noches distinguidos miembros del presídium y de la Academia Nacional de Medicina de México. A la doctora Teresita Corona, por quien me siento enormemente honrada de ser elegida, precisamente en su gestión, como representante de los académicos de nuevo ingreso, le solicito permiso para dirigirme a la audiencia.

Saludo a los 16 nuevos integrantes que de ahora en adelante trabajaremos, no sin emoción, aportando a esta casa que nos acoge y deposita su confianza en nuestras capacidades. Felicidades, colegas.

Es para mí un honor referirme a los asistentes de este evento, conformado por académicos y, en esta fecha, también por amigos y familiares, en esta noble academia, sin lugar a dudas, la más distinguida y prestigiada en materia médica, fundada en el siglo XIX, y la más elevada en cuanto a la representación de los intereses y fines de todos los médicos de este país.

Tomaré unos minutos de su tiempo para expresar lo que entiendo respecto a lo que un órgano nacional como este significa en la vida laboral, académica y personal de un médico.

Quiero relatarles una anécdota de mi vida. Durante la carrera, en la materia de Historia de la Medicina conocí al doctor Juan Somolinos Palencia, cuyo retrato vemos ahí, quien trajo a la cuarta generación de la escuela de medicina de la Universidad Anáhuac a dar sus primeros pasos aquí, mientras mostraba los logros de los más grandes maestros académicos de los años 80. Él me inculcó el anhelo e interés por pertenecer a esta memorable institución; era como un horizonte lejano que no comprendía, de seres humanos que destacaban por su excelencia y su profundo compromiso por promover el estudio, la enseñanza y la investigación en el campo de la medicina, por orientar los criterios tanto de profesionales de la salud como del público en general.

¿Qué significa la vocación, colegas médicos y presentes?

En latín, vocatio significa “llamado”. Aunque sepamos lo que esto significa, realmente la vocación es un misterio; sin embargo, en muchos casos esa voz existe: te habla acerca de lo que quieres, de lo que deseas, incluso sin antes haberlo poseído. ¿Qué sería de escritores, pintores, compositores o cineastas, por nombrar a muy pocos, sin este misterioso hálito que nos lleva rumbo a lo que buscamos?

Algunos respondemos a esa vocación, si tenemos suerte, a ese deseo que nos lleva a hacer lo que queremos hacer.

Desde hace mucho tiempo he querido, colegas y amigos, curar a las personas.

Si bien la medicina se sirve de herramientas y ella misma despliega las propias a través del desarrollo científico, es el tratamiento el que logra la curación. El tratamiento no es otra cosa que personalizar e individualizar los recursos tecnocientíficos a un ser humano particular. En todo caso, se trata de comprenderlo. Entiendo por curar, comprender al otro.

Estoy emocionada de que al ser radiooncóloga, esté aquí hablándoles a ustedes y valorar a la radiooncología como especialidad y a la radioterapia como tratamiento, como un arma contra el cáncer, que salva vidas y alivia el dolor y otros síntomas. Falta información en esta materia en México y en el mundo; debemos saber que más de 40 % de los pacientes con cáncer recibirán radioterapia en algún momento de su enfermedad, lo que la hace obligadamente necesaria.

Particularmente es de mi interés el cáncer de mama, problema de salud pública mundial en el que la radioterapia como tratamiento local y cada vez más sistémico, ha evolucionado a través de técnicas sofisticadas que permiten evitar el daño a los tejidos circundantes y llegar a la curación. El cáncer en otras localizaciones era hasta hace poco considerado una enfermedad fatal; ahora es tratado con radioterapia, ya sea con fraccionamientos alterados o combinada con tratamientos biológicos o inmunoterapia, con resultados sin precedentes en la sobrevivencia global.

Así contribuimos a la salud pública de manera notable y el futuro es eminentemente prometedor. ¿Cómo no va a serlo si atacamos a la enfermedad con aceleradores y bajo los mismos principios con los que se pretende colonizar el espacio?

¿Cómo no podría pensar así conociendo la vida de una de mis antecesoras, Marie Curie, ganadora de dos premios Nobel y la primera en alcanzar este logro? Marie Curie fue la pionera en el uso de la radiactividad. Como toda inventora, descubridora, aventurera, arriesgó su vida para obtener resultados, en hacer un servicio al otro, a la humanidad. En sus palabras enunciaba “la mejor vida no es la más larga sino la más rica en buenas acciones”.

La Academia, con su inobjetable importancia y su condición de órgano consultivo del gobierno federal, tiene las puertas abiertas a las diferentes ideologías, sin vínculos con el poder político.

En este sentido de puertas abiertas incluyo a las mujeres, que desde 1850 condujeron movimientos de emancipación intelectual y profesional en el mundo. En la Academia Nacional de Medicina de México, la primera mujer ingresó en 1957; desde entonces nos hemos sumado más de 100, por esfuerzo y trayectoria, con trabajos de ingreso valiosos y motivadas porque todas las mujeres entendemos lo que significan estos logros; tienen la misma dimensión que los de cualquier hombre, pero en muchas ocasiones no son igual de reconocidos.

La Academia es un órgano incluyente que cada vez se extiende más, y debe hacerlo en mayor medida a lo que ocurre en el ámbito académico en todos los estados de la república. Es incluyente también pues valora la investigación y los proyectos académicos de hospitales públicos y privados, en mi caso, Médica Sur.

Los médicos no podemos aislarnos en nuestros mundos y en la clínica, debemos aportar y dar un servicio comunitario que sea pedagógico, que suponga la enseñanza acerca de la prevención de las enfermedades y promover la calidad de vida. La máxima casa de estudios, la Universidad Nacional Autónoma de México, siempre ha respaldado a la Academia.

Considero que el ser humano tiene dos virtudes: el ser generoso y saber agradecer. En cierto modo las dos son una virtud.

Seguramente todos aquí somos generosos: seres humanos que damos y auxiliamos a las personas a vivir mejor.

El maestro por excelencia, el doctor Ignacio Chávez, ilustre académico, dijo:

  • No somos mentalidades abstractas ni ideas puras ni ciencia en marcha. Somos seres de carne y hueso, de dolor y esperanza, que nos reunimos para hacer avanzar nuestra ciencia, pero con un fin supremo, el de mejor ayudar al hombre.

Agradecemos a nuestros seres queridos y maestros por ser nuestras guías, por su comprensión, solidaridad y apoyo para que logremos nuestros objetivos, realicemos nuestros sueños, mantengamos nuestras ilusiones.

Pondremos todo nuestro esfuerzo en mantener la calidad académica de esta institución, con grado profesional y seriedad moral, cumpliendo con el perfil del académico que se espera de nosotros. Nos esforzaremos por el bien de la salud de México, nuestro país.

Muchas gracias.

* Correspondencia: María Adela Poitevin-Chacón E-mail: adepoite@hotmail.com

Creative Commons License Academia Nacional de Medicina de México. Published by Permanyer. This is an open ccess article under the CC BY-NC-ND license