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Crítica (México, D.F.)

versión impresa ISSN 0011-1503

Crítica (Méx., D.F.) vol.50 no.148 Ciudad de México abr. 2018  Epub 31-Mar-2020

https://doi.org/10.22201/iifs.18704905e.2018.07 

Notas bibliográficas

José A. Díez y Andrea Iacona, Del amor y otros engaños. Breve tratado filosófico sobre razones y pasiones

Eulalia Pérez Sedeño* 

*CSIC Instituto de Filosofía, psedeno@cchs.csic.es

Díez, José A.; Iacona, Andrea. Del amor y otros engaños. Breve tratado filosófico sobre razones y pasiones. Alpha Decay, Barcelona: 2016. 160p.


No hace mucho “cayó en mis manos” un libro titulado Del amor y otros engaños de José A. Díez Calzada y Andrea Iacona. El título de entrada me intrigó: ¿y otros engaños? Eso nos da un punto de partida, a saber, que el amor es uno más de otros muchos engaños. Inmediatamente me surgió la pregunta con cierta incomodidad: ¿es eso así?

Tuve la imperiosa necesidad de responder a la pregunta y me adentré en un libro entretenido, pero escrito con rigor. No se obvian algunos aspectos que podrían volver más complejo el análisis que los autores hacen, pero como no son pertinentes para su propósito, no dejan que los aparten de su objetivo: un análisis epistemológico de lo que los autores denominan “amor”. Se basan en un montón de ejemplos, situaciones plausibles y verosímiles, y comentarios, divertidos y pertinentes, algunos de los cuales no están exentos de cierto cinismo. Por ejemplo, cuando analizan la denominada “falacia de porque eres tú”, ese caso en el que “ella” le dice a “él” que lo ama por lo que es, no por lo que hace o tiene y la reflexión de los autores es:

Si haces un trabajo interesante, tienes una bonita casa y no eres feo, es bastante improbable que todo esto no cuente para nada. No es que ella te esté mintiendo. Al contrario, presumiblemente ella cree de veras lo que dice, y cree amarte en virtud de un quid que tú tienes y que los otros no tienen. Pero esto no significa que lo que dice sea verdadero. Las preguntas sobre las que deberías pensar son las siguientes. Si tú fueras un vendedor de comida para palomas, ¿se habría ella enamorado de ti? Y si vivieras en un sótano húmedo o en una casa llena de muebles de mal gusto, ¿para ella sería lo mismo? Y si fueras veinte centímetros más bajo, o pesaras veinte kilos más, ¿estaría ella igualmente atraída por ti?

Otro de los casos básicos para el análisis de los autores es el de “ser especial”; no se sabe muy bien por qué, excepto por el hecho de que no le ha concedido inmediatamente su deseo, pero el/la otro/a es especial:

Nosotros no la conocemos, por lo tanto no podemos saber si es especial, como dice él. Pero hay algo seguro: si todas las mujeres que han sido consideradas especiales por algún hombre al que no han concedido sus deseos fueran de veras especiales, el mundo estaría lleno de mujeres especiales.

Un ejemplo más en el que los autores se basan para su análisis del “amor” es el caso de la falta de compromiso: “Ella está enamorada de él y desea que él se comprometa con ella en una relación estable. Pero cuando llega el momento de tomar una decisión, él da un paso atrás, diciéndole que no es capaz de adoptar un compromiso de ese tipo. Entonces ella piensa: ‘Es un inmaduro’.” En realidad, afirman los autores, ella recurre a una hipótesis, la de la inmadurez de su amado, en la que, seguramente, no tiene razones independientes para creer. El motivo más plausible por el que ella recurre a la hipótesis de que es un inmaduro -afirman- es que prefiere creer que lo es, antes que creer que él no la ama lo suficiente, porque esto le crearía diversos problemas, como, por ejemplo, que baje su autoestima.

Otro ejemplo en el que también se “razona” a partir de hipótesis no justificadas es el que los autores denominan de wishful thinking (apartado “El poder del deseo sobre la creencia”). Es el caso que se da cuando alguien dice de un acto despreciable que su persona amada “no lo haría jamás”, simplemente porque desea que sea cierto que no haría jamás eso. Se puede atribuir a la persona amada cualidades de tal tipo que excluya cierto tipo de acciones: “por ejemplo, cuando un hombre casado que tiene relaciones con otras mujeres sin estar enamorado, frente a la posibilidad de que su mujer haga lo mismo, se tranquiliza pensando: ‘no, una persona como ella no se acostaría con alguien si no está enamorada’”. Aunque también podría racionalizarlo diciendo que ella carece de la cualidad de la promiscuidad, a diferencia de otras personas, etcétera.

Resumiendo, éstos y otros muchos ejemplos que aparecen en el libro son muestras de falacias que generan creencias injustificadas que pueden desencadenar consecuencias desastrosas, según los autores.

Por los dos primeros capítulos o partes (“Qué es el amor” y “Algunas nociones elementales de epistemología”) parecería que el objeto del libro es puramente analítico en el sentido escolástico del término. Pero, a pesar de que los autores así lo manifiestan una y otra vez a lo largo del libro, yo creo que va mucho más allá. Creo que es una buena fundamentación epistémica de las críticas que se han hecho al denominado “mito del amor romántico”. Cuando hablamos de “mito”, lo hacemos en el sentido de un conjunto de creencias sobre algo, socialmente compartidas, y que contribuyen a perfilar el papel que desempeñamos en el mundo. Como se ha señalado en numerosos estudios, el amor romántico es una herramienta de control social y también un anestésico. Se presenta como una utopía alcanzable, pero a medida que se camina hacia ella, su consecución supone la pérdida de la propia libertad y la renuncia a muchas cosas con tal de mantener la “armonía” de la pareja. Y en este caso, además, es un mito que no tiene en cuenta que el amor es una construcción social y que varía de una cultura a otra. Esa construcción social del amor se basa en la pareja heterosexual y en la familia nuclear y eso se cuela en el libro a través de los ejemplos, a pesar de que en algún momento se menciona que se puede dar amor entre personas del mismo sexo (quienes, por otro lado, tampoco tendrían por qué ser ajenas al “mito del amor romántico”). Del mismo modo se excluyen otro tipo de relaciones como el poliamor, una relación cada vez más frecuente, a pesar de que los autores dicen que es poco probable que una persona tenga al mismo tiempo dos o más relaciones de igual importancia, con el pleno consentimiento y conocimiento de todos los actores involucrados.

Ahora bien, ¿cuáles son las consecuencias, si las hubiere, de este mito del amor romántico? Según un estudio reciente del Centro de Investigaciones Sociológicas y de la Secretaría de Estado de Servicios Sociales y de Igualdad del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad españoles,1 un 33 por ciento de las y los jóvenes españoles de entre 15 y 29 años acepta que sus horarios sean sometidos a control por parte de la pareja, permitirle que estudie o no, así como limitar su relación con su familia o amistades; es decir, un tercio de los jóvenes españoles justifica el control como parte de la relación de pareja. Lo curioso es que el 97 por ciento rechaza la violencia machista tanto física como psicológica, es decir, no identifican estas conductas con violencia de género, tal como lo explica la coordinadora del estudio Verónica de Miguel. Y un estudio que hizo hace ya cinco años la Fundación Mujeres en el programa Andalucía Detecta,2 con chicas y chicos de 14 a 16 años, confirmaba la vigencia de este mito del amor romántico. Los datos extraídos de ese informe son demoledores. Al igual que en el primer informe citado, la mayoría tiene interiorizada la compatibilidad entre amor y maltrato, y piensan que además de compatibles, pueden ser una prueba de amor (casi un 70 por ciento de los chicos y un 75 por ciento de las chicas).

También se muestra que la juventud actual asume, sin problemas, el mito del amor romántico, esa idea de que todos tenemos ahí fuera, en alguna parte, una persona que nos está predestinada (y sólo una, pues este mito se basa en el supuesto de que “la pareja” -y la monogamia- es natural y universal, es decir, está presente en todas las épocas y culturas). Este mito nos hace creer que nuestro desarrollo personal no es algo que dependa de nosotras/os mismas/os, que está fuera, en otra persona que nos completará. Considerarnos “la mitad de algo”, puede llevarnos a depender de la otra persona, poniendo en sus manos nuestro bienestar. Es el caso que nos muestra el informe: el 68.5 por ciento de los y las jóvenes andaluces se considera “la mitad de algo” y busca a alguien que cierre ese círculo. Solamente el 34.3 por ciento de los chicos y el 28.7 por ciento de las chicas rechazan el mito de la media naranja.

Un elevadísimo 75.8 por ciento de los chicos y un 54.5 por ciento de las chicas responden de forma afirmativa a la aceptación del mito del amor romántico. El aspecto más escogido con diferencia por los y las jóvenes andaluces ha sido el de la entrega total (“darlo todo sin esperar nada a cambio”, “entregarme olvidándome de mí”, y le sigue, sobre todo en el caso de los chicos, el relacionado con la despersonalización: “cambiaría incluso algo que me gusta de mí para conseguir a quien amo [. . . ] también mi forma de vestir o mi estilo de vida”. Podemos observar en este caso la altísima asunción tanto de chicos como de chicas (67.5 por ciento y 50.4 por ciento respectivamente) de los mitos de la “falacia de cambio por amor”, “el amor lo perdona/aguanta todo”, “la omnipotencia del amor y la normalización del conflicto o compatibilizar amor y maltrato”. Y por último, hay que fijarse en que más de una cuarta parte de las y los adolescentes andaluces querría escuchar de su pareja “mi vida no tiene sentido sin ti”, y un considerable porcentaje se decanta por respuestas relacionadas con la posesión y la exclusividad: “soy sólo tuyo/a” y “me encanta que seas sólo mía/o”.

El mito del amor romántico provoca el desarrollo de creencias e imágenes idealizadas que en ocasiones dificulta el establecimiento de relaciones sanas y produce falacias y falsas creencias, como las que abrazan muchos de estos jóvenes andaluces y muchas de las cuales se analizan en este libro. La idea de que “el amor todo lo puede” está en la base de falacias tales como la del “porque eres tú” o del cambio por amor, la creencia en que los polos opuestos se atraen y entienden mejor, lo que lleva, a veces, incluso a justificar la violencia de género por parte de las víctimas y quienes las rodean (apartado “La invención de las razones”). Los mitos de la media naranja o de la complementariedad o de que sólo hay un amor verdadero en la vida o de la exclusividad o de la entrega total también están presentes, como en la princesa, o la terrorista emocional (apartado “Quererlo todo”). Sólo hay uno que no aparece en este libro y es la idea o el mito de la perdurabilidad o la pasión eterna, dado que el último capítulo se dedica al final del amor, a “cuando el amor se va”. Y aunque en el libro se dice que estos autoengaños o falacias se pueden dar indistintamente en hombres y mujeres, lo cierto es que el amor romántico está ligado al género. Porque en este mito del amor romántico los hombres son independientes, seguros, agresivos, dinámicos, “gamberros”, seductores y con aspectos afectivos poco definidos; mientras que las mujeres, según este mito del amor romántico, están educadas en el amor, son inseguras, tiernas, pasivas, responsables y tranquilas, detallistas, sensibles; son las seducidas y tienen aspectos afectivos muy marcados.

Creo que la lectura de este libro puede contribuir a descartar con fundamentos estas falsas creencias y falacias que los autores presentan de manera tan amena y rigurosa.

1 Véase Percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud, Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Madrid, 2015; disponible en: <http://www.violenciagenero.msssi.gob.es/violenciaEnCifras/estudios/investigaciones/2015/pdf/Libro20_Percepcion_Social_VG_.pdf> [última consulta: 20/03/ 2017].

2Para información al respecto, consúltese: <http://www.fundacionmujeres.es/ proyectos/view/detecta_andalucia.html> [última consulta: 20/03/2017].

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