La reconocida y prestigiada Colección Silex Ultramar vuelve a nuestras manos con un noveno título acerca de la imagen, la iconografía, las representaciones y los imaginarios en América a lo largo de los siglos XVI y XX. Se trata de un volumen colectivo bajo el cuidado de dos conocidos historiadores de México y España, respectivamente: Cristina Fonseca Ramírez (Universidad Jaume I de Castellón) y Pedro Pérez Herrero (Universidad de Alcalá).
Integrado por trece capítulos y un bien logrado estudio introductorio, El poder de imagen propicia la reflexión colectiva sobre la utilidad de la imagen y las representaciones de la historia y, en particular, de nuestra historia americana. En su introducción, Fonseca Ramírez y Pérez Herrero problematizan la imagen como expresión del poder y destacan su relevancia como objeto de análisis, en correspondencia con la palabra oral y escrita.
Estas primeras páginas del libro colectivo consiguen vincular adecuadamente las temáticas distintas de sus capítulos, de modo tal que un trabajo sobre la imagen de Carlos ii en América no es tan distante -en virtud de la problemática compartida-, de aquel dedicado al cine y a la violencia política con motivo de los movimientos juveniles del 68. La organización cronológica permite intimar mejor los trabajos propios del periodo colonial americano, de cartografía, de imagen monárquica y dinástica con impacto en este continente. Este primer grupo de trabajos permite un juego de ubicaciones en distintas partes del subcontinente, pero los hace igualmente parte de estudios que caracterizan una perspectiva europea y metropolitana sobre la nueva España o a un más remoto Tarapacá.
La segunda parte del libro corresponde a la América independiente y a un nuevo y progresivo discurso a través de la imagen que tiene que ver con el culto a los héroes patriotas o, bien, a la protección de los cultos, tal como Cristina Fonseca nos permite apreciar en su contribución en torno de las advocaciones marianas. Los capítulos sobre el siglo XX analizan un mural anticapitalista en la sala de conferencias de una central obrera mexicana y el libro de texto sobre historia de América -o el lugar del continente en la enseñanza de la historia a estudiantes españoles-, que Pedro Pérez Herrero ofrece en un extenso estudio.
Las imágenes y su uso por el poder siguen asociados a la representación del pasado aún en ese muy distinto siglo XX, aunque es muy cierto el sentir de Fonseca Ramírez y Pérez Herrero respecto de la disolución de la imagen como recurso ilustrativo o de relato visual acompañando a la historia. Aquél que entre otras muchas cosas podría ser considerado historiador u hombre notable de letras, se explica claramente en esta obra: no era extraño que recurriera a la imagen y ensayara con ello crear una opinión pública concreta o una conciencia ciudadana común. Los coordinadores de este libro refieren como ejemplo ilustrativo:
La figura de un rey montado a caballo en el centro de una plaza, el cuadro de una batalla en un ayuntamiento o en la cámara de diputados, el frontispicio de un edificio público relatando una gesta, una bandera, el retrato de un santo en una iglesia, la reproducción de la constitución, una poesía, una obra de teatro, una sinfonía, una canción, un villancico, una novela, un cuento… (p. 16).
En el terreno historiográfico, la imagen dejó el espacio a un nuevo tipo de historia, que buscaba ganar seriedad a costa de todo aquello que pudiera ser juzgado por su informalidad o subjetividad inapropiados como la imagen para una historia que pretendieron científica, metodológica y aislada de las expresiones artísticas y literarias con las que antes se encontraba relacionada.
Como si se tratara de una paradoja, este volumen de historia especializada representa un homenaje a aquella forma de historia tan dependiente de lo visual y a la atención popular puesta en ella; todo esto en una época, la nuestra, colmada por la imagen y cada vez más distante del relato escrito. Así es que este podría ser muy bien un relato colectivo sobre el lugar de la imagen en la historia americana, de su partida y su singular regreso triunfal como una versión breve, contundente aunque momentánea.
Cristina Fonseca Ramírez y Pedro Pérez Herrero advierten al historiador que vive este nuevo siglo sobre la apremiante necesidad de manejar nuevas imágenes para nuevas narrativas historiográficas. A este respecto, me pregunto -puesto que también soy historiador-, si nos corresponde elegir las imágenes antes que entender las que han elegido las mujeres y hombres que acompañan nuestra existencia; si nos corresponde algo más que la explicación de su uso cambiante e intencional de parte de los actores históricos y sociales.
El número nueve de la Colección Silex Ultramar cumple así con su principal propósito: llevar América a Europa, a España, su primera referencia externa y lo hace también en beneficio de la propia América, con ideas novedosas sobre su pasado y una selección de autorías contemporáneas. Las plumas que congrega el volumen, detrás de las de Cristina Fonseca Ramírez y Pedro Pérez Herrero, son las de Lourdes de Ita, Víctor Mínguez, Juana Martínez, María Inmaculada Rodríguez, Inmaculada Simón, Antonio Marrero, Rebeca Viñuela, Rodrigo Escribano, Cecilia Mercedes Quevedo, Ailén Suyai Pereyra, Dulze María Pérez, Aitor Díaz-Maroto, José Suárez-Inclán y Gonzalo Andrés García. Un buen libro es aquel que deja preguntas y reflexiones personales, y éste en particular las propicia desde sus primeras páginas.