Introducción
El objetivo de este artículo es presentar una reinterpretación del papel que desempeñan las microunidades (esto es, el conjunto de trabajadores por cuenta propia, los trabajadores familiares no remunerados y aquellos asalariados en unidades de menos de cinco trabajadores) en el capitalismo contemporáneo, mediante el uso combinado de las nociones de “ejército industrial de reserva” y de “modo de producción mercantil simple”.
Este planteamiento de las microunidades como una intersección parcial del ejército industrial de reserva y las actividades dentro de la producción mercantil simple nos permite actualizar también las discusiones sobre la relevancia conceptual y el contenido empírico de la noción de informalidad urbana y el más reciente concepto de economía informal. Esto es consecuencia de que en la mayoría de las definiciones existentes1 el sector informal es un subconjunto de las microunidades; por lo tanto, a partir de nuestra propuesta es posible hacer una crítica de las explicaciones ortodoxas de la persistencia de las microunidades (en particular de las llamadas informales), y, en consecuencia, también de las iniciativas de política económica para transformarlas en unidades dinámicas capitalistas.
Nuestra interpretación también permite discutir la validez de las nociones dualistas de la ocupación (formal/informal) en economías menos desarrolladas, al destacar el papel que las microunidades tienen en la reproducción social capitalista.
Con el fin de lograr este objetivo, inicialmente hacemos una rápida revisión de la literatura más relevante sobre la definición y el papel que la informalidad tiene en las economías actuales, en especial en aquellos países de menor ingreso per cápita. Posteriormente, presentamos nuestro argumento central: las microunidades representan una intersección de elementos del ejército industrial de reserva (la cual excluye al lumpenproletariado) con unidades insertas en el modo mercantil simple. En seguida, mostramos cómo el sector de microunidades no puede ser entendido en una lógica dual o de sectores segmentados, ya que existen flujos muy significativos entre este sector, las unidades medianas y grandes, el desempleo y la inactividad. Lo anterior se debe a la característica de ser una componente del ejército industrial de reserva. Éste es un análisis preliminar, pero los resultados iniciales muestran evidencias de dicha heterogeneidad. Finalmente, concluimos con un resumen de las propuestas y los hallazgos de nuestra investigación, así como con el planteamiento de algunos problemas que se abren a partir de nuestra propuesta analítica.
I. Revisión de la literatura sobre microempresas e informalidad
La persistencia de amplios sectores de trabajadores por cuenta propia y la presencia creciente de trabajadores no protegidos en las empresas capitalistas constituyen un rasgo que caracteriza al capitalismo contemporáneo.
Los bajos ingresos y la falta de protección social de grandes grupos de trabajadores por cuenta propia, que trabajan solos o con trabajadores familiares, motivaron, ya en la década de 1970, la aparición del concepto de sector informal urbano. En general, su estudio siempre estuvo rodeado de elementos de carácter empírico y con una reducida presencia de teorización sistemática sobre las razones de su origen y crecimiento (Peattie, 1987).
Nuestro objetivo no es analizar aquí la historia de la idea de informalidad, ya que puede encontrarse una discusión de corte analítico e histórico sobre el sector informal urbano en Rosaldo (2021), Salas (2006), Thomas (2001), entre otros. Sin embargo, queremos resaltar que en esa discusión, sobre todo a partir del trabajo del Programa Regional de Empleo de América Latina y el Caribe (PREALC), se destaca el papel de las unidades económicas con un número reducido de trabajadores, como una componente importante del sector.2 Este tipo de microunidades (empresas pequeñas no modernas) forman parte de las acepciones de informalidad de difusión generalizada, ya que si vemos el trabajo por cuenta propia como si se realizara en una unidad económica de una sola persona, entonces puede entenderse el sector informal como un conjunto de microunidades integradas tanto por trabajadores por cuenta propia y trabajadores familiares no remunerados como por trabajadores asalariados en unidades de tamaño reducido y baja productividad.
Desde sus inicios el estudio de la informalidad estuvo marcado por la idea de que la economía podía ser dividida en forma dual, entre un sector formal y su complemento: el sector informal. Esta concepción de las actividades de pequeña escala como integrantes de un sector distinto de aquellas típicamente capitalistas ha sido sistemáticamente criticada -véase, por ejemplo, Peattie (1980)-. Sin embargo, nunca fue abandonada explícitamente en las cambiantes definiciones del sector informal instrumentadas por la OIT.
A partir de los trabajos pioneros de Jim Thomas (1992) y François Roubaud (1995), se reconoció que además de la actividad económica de pequeña escala, desempeñada por trabajadores por cuenta propia y en las microunidades con trabajo asalariado, había un importante segmento de trabajadores en actividades que se llamaron de “irregulares” (Thomas, 1992: cap. 6), entre las cuales se encuentran las de empresas que no pagan cuotas de seguridad social. Esto condujo a una expansión de la idea de informalidad laboral hacia la actividad económica en general, que fue llamada “actividad económica informal”.
Con argumentos paralelos, la OIT produce una definición de empleo informal (Haussmanns, 2004). De manera más específica, hoy tenemos una definición de economía informal de la OIT que incluye el sector informal (en su acepción tradicional) y el empleo informal, esto es, actividades en unidades formales (registradas) que no cumplen con la legislación laboral del país (OIT, 2023), la cual añade las actividades domésticas como un sector adicional de actividad, que puede usar trabajo informal.
Las explicaciones neoclásicas de la existencia de un sector de baja productividad, con trabajadores autoempleados o asalariados sin seguridad social, tienen implícita la idea de que este tipo de trabajadores se insertan mayoritariamente de manera voluntaria en tales actividades3 y que se trata, en general, de microemprendedores (Maloney, 2004). Si bien en ese texto se deja de lado a los trabajadores asalariados no protegidos, ya en un estudio ampliamente citado (Perry et al., 2007), se afirma que la informalidad -entendida como la falta de pertenencia al conjunto de trabajadores asalariados protegidos- puede explicarse mediante dos mecanismos: uno de escape de ésta (acción voluntaria) y otro de exclusión de la formalidad (acción involuntaria). Ambos mecanismos se expresan tanto para trabajadores asalariados, con quienes la exclusión es predominante, como para aquellos por cuenta propia, trabajadores familiares y pequeños empleadores, en quienes el escape predomina. De esta manera, la informalidad es vista como un mecanismo que básicamente expresa acciones maximizadoras de bienestar por parte de individuos con capacidad de elección.
En el caso particular de México, a partir de una definición de trabajadores formales como aquellos que tienen seguridad social (y por lo tanto son asalariados) y de los informales como quienes no la tienen, pero tienen protección social (del tipo Seguro Popular), autores como Levy (2008) argumentan que “los trabajadores pobres se autoseleccionan en el sector informal, ya que hay mayores rentas a repartir entre las empresas y los trabajadores pobres cuando se evade la seguridad social que hay entre las empresas y los trabajadores no pobres, lo que hace que la evasión sea más común con los trabajadores pobres, con una productividad relativamente menor”. Esta segmentación entre sector formal y sector informal se expresa, según Levy (2018), en una economía con bajos niveles de productividad y crecimiento, debido al peso de las empresas informales.4 Tenemos entonces argumentos que pretenden explicar la existencia y la persistencia del sector informal, como un sector de baja productividad donde sus trabajadores se autoseleccionan para formar parte de él, por ventajas relativas en sus niveles de bienestar (debido al acceso a esquemas gratuitos de protección social).
Aunque el Seguro Popular despareció en 2019, la idea de que los programas de protección social estimulan el trabajo sin registro ha sido fuertemente cuestionada en trabajos recientes como el de Seira, Meza, González-Pier y Prous (2023), mientras que Orozco Corona y Vélez-Grajales (2024), mediante un análisis exhaustivo de los artículos donde se ha intentado medir el efecto de los sistemas de protección social no contributivos sobre el empleo informal, muestran que los alegados efectos de estos programas son inexistentes o muy reducidos.
Nótese que en ninguno de los estudios analizados aparece la idea de que el nivel de la actividad económica, la tasa de crecimiento del acervo de capital, el momento del ciclo económico o la estructura productiva, pudieran tener un impacto en el crecimiento de las actividades informales, tanto por cuenta propia como en empresas con trabajo asalariado. En este último caso no se discute el posible impacto que tiene la decisión de las empresas de evadir el pago de la protección social con el fin de aumentar sus ganancias.
En resumen de la discusión anterior, en su acepción actual el sector informal (cuenta propia y microunidades hasta de cinco trabajadores), así como la economía informal (sector informal más asalariados no protegidos) son caracterizados -por la economía ortodoxa- como actividades en las cuales los trabajadores participan, la mayoría de las veces, en forma voluntaria, al elegir estas actividades frente a la alternativa de participar en el trabajo asalariado protegido, debido a restricciones individuales (por ejemplo, insuficiente “capital humano”), restricciones de acceso a recursos financieros o, en un número reducido de casos, una insuficiencia de opciones asalariadas protegidas (Perry et al., 2007).
En la siguiente sección discutimos una interpretación alternativa de la persistencia de actividades económicas de pequeña escala.
II. Microunidades: la intersección del ejército industrial de reserva y la producción mercantil simple
Cuando examinamos cómo ha sido estudiada la evolución de las microempresas, observamos que hay una extensa discusión sobre su papel en la economía, que viene de una identificación inicial de las mismas con actividades del llamado sector tradicional, el cual aparece en la noción de economía dual, integrada por un sector tradicional y otro moderno, en general desconectados entre sí, salvo por los flujos migratorios del campo hacia las zonas urbanas. Esta idea se origina en el trabajo de Boeke (1961) y fue concebido como una descripción de economías en vías de desarrollo. Desde sus orígenes, en la teoría del desarrollo económico predominó la idea de que el sector tradicional, en particular, y, más en general, las actividades por cuenta propia y de pequeña escala, habrían de disminuir paulatinamente en importancia conforme las sociedades se desarrollaran (Lewis, 1960: 234).
Hay que destacar que el propio Lewis (1954) había examinado en su trabajo economías donde existen dos sectores, cada uno con una estructura consistente, a los cuales llama sector moderno (industria) y tradicional (agricultura); los flujos del sector tradicional hacia el moderno llevarían eventualmente a la modernización de la economía de los países llamados “en vías de desarrollo”. Fuera de estos flujos, ambos sectores eran considerados como compartimentos estancos. Y es de estas concepciones de economía dual de donde surge la noción de sector informal en 1973. Sin embargo, es importante señalar que tal interpretación fue certeramente criticada por Oliveira (2003/1972), aun antes de la difusión del concepto de sector informal. En ese texto, a partir de un análisis del desarrollo de la economía de Brasil, Oliveira argumenta la funcionalidad del sector tradicional (actividades urbanas de pequeña escala) para la reproducción del sector capitalista de la economía.
Observemos que Lewis evoluciona sus argumentos para incluir en sus estudios posteriores la complejidad de la estructura de una economía en vías de desarrollo:
Una economía no se divide en un sector capitalista que contrata trabajadores para fábricas y otras unidades grandes, por un lado, y un sector agrícola pequeño, por otro. En medio, existen unidades de producción de todos los tamaños, y, en particular, un gran número de emprendimientos individuales en la fabricación, el transporte y una amplia gama de servicios, a menudo denominados hoy en día como sector informal. Algunas de estas actividades pertenecen al sector moderno tal como lo hemos definido, es decir, se expandirán con el desarrollo económico. El resto, como algunas artesanías y algunos servicios, pertenecen al sector tradicional en el sentido de que se contraerán [con el desarrollo económico].
La expansión de la actividad a pequeña escala en el sector moderno es una parte importante del proceso de desarrollo. Esto no se debe a que sea un lugar temporal para migrantes del campo que buscan empleo en empresas a gran escala. Tanto en los países menos desarrollados como en los más desarrollados […] los empleos en empresas urbanas a gran escala generalmente no se otorgan a personas sin conexiones. Más bien, este sector de la economía es útil por derecho propio, satisface necesidades genuinas del mercado y proporciona una gran cantidad de empleo en el proceso [Lewis, 1979: 222].
La cita anterior también deja clara su consideración de que las microunidades no forman un sector, como lo proponen las interpretaciones dualistas de la informalidad. De hecho, como veremos en la siguiente sección, hay un extenso y constante movimiento entre las microunidades, las empresas mayores y las diversas posiciones en la ocupación.
Ahora pasamos a discutir algunas contribuciones hechas desde el marxismo con el fin de entender el papel contemporáneo de las microunidades. Por un lado, se ha utilizado la noción de producción mercantil simple y, por otro, la de ejército industrial de reserva. En ambos casos, destaca que algunas de las actividades desempeñadas en las microunidades -a saber, aquellas por cuenta propia- se encuentran en una condición de subsunción formal al capital, mientras que otras unidades están en una subsunción real al capital (Marx, 1971: 60). Este último es el caso de las unidades capitalistas de muy pequeña escala.
Examinemos estas contribuciones a partir de una observación sobre quiénes componen el conjunto de las microunidades. Aquí debemos resaltar dos hechos: el primero es que las microunidades incluyen a los trabajadores por cuenta propia, entre los cuales encontramos desde trabajadores en la venta ambulante, artesanos, campesinos, productores de alimentos preparados, etc., hasta profesionistas independientes, es decir, desde actividades de supervivencia hasta formas de producción mercantil y actividades profesionales por cuenta propia; el segundo es que este sector también incluye microempresas, con un reducido número de trabajadores asalariados.
En el primer caso debemos observar que la realización de muchas de estas actividades por cuenta propia se lleva a cabo en el hogar de los trabajadores que se autoemplean. Otras son realizadas fuera del hogar, pero, en cualquier caso, el objetivo es la reproducción de la unidad familiar (Yadav, 2022). De modo que no es poco común que muchas de estas actividades se realicen con la contribución de trabajadores familiares no remunerados (Harriss- White, 2014).
Una descripción y un análisis relevante de las formas de la producción mercantil simple y del modo en que ésta se relaciona con el sector capitalista se pueden encontrar en Lebrun y Gerry (1975). De ese texto podemos extraer algunas ideas importantes para nuestro estudio. La primera es la relación doble entre las formas de producción mercantil y el sector capitalista; es doble ya que la producción mercantil consume materias primas y medios de producción originados en el sector capitalista, y el sector capitalista se beneficia de bienes de consumo vendidos a bajo precio, entre otros nexos. La segunda es que estas unidades no necesariamente habrán de transitar hasta transformarse en microempresas con trabajo asalariado, o sea que no hay necesariamente un proceso de evolución que lleva de la producción mercantil simple al sector capitalista, tal como señalaron otros autores, como Bienefeld (1975).
No obstante, hay un grupo de actividades en el sector de trabajo por cuenta propia que no forman parte de la producción mercantil simple y que son las de supervivencia, como la venta ambulante o a las afueras de los hogares de quienes venden. No se trata de trabajadores de tipo lumpen, sino de personas con recursos materiales reducidos (Gerry, 1978). Adicionalmente, encontramos un conjunto de microunidades de corte capitalista que laboran, fundamentalmente, con trabajadores asalariados. Este sector, que Marx llama de “pequeños burgueses”, tiene una lógica de acumulación de capital que lo distingue de los otros segmentos que hemos descrito.
Ahora bien, las microempresas tienen comúnmente a trabajadores que no gozan de protección social; sin embargo, esa situación no es generalizada. Esto hace que la noción de microunidad económica no coincida con la de informalidad en la acepción vigente de la OIT. Aquí debemos señalar que en varios textos se ha discutido la idea de usar el concepto de producción mercantil simple en sustitución o complemento de la noción de informalidad en Moser (1978) y también en Gerry (1978); aun cuando estos autores reconocen que la idea de producción mercantil simple describe mejor el flujo de actividades económicas en la sociedad capitalista en tanto muestra la relación bilateral entre las actividades económicas no protegidas (y no capitalistas) y las actividades económicas capitalistas de gran escala (Moser, 1978: 1062).
Asimismo, los trabajadores de las microunidades se mueven con frecuencia entre las microempresas, la inactividad y las empresas capitalistas de mayor tamaño, de modo que aquellos que no laboran en actividades de corte capitalista forman parte del ejército industrial de reserva (EIR) que Marx (1975: cap. 23) define en El capital. En el EIR se encuentra un conjunto de trabajadores por cuenta propia y trabajadores familiares no remunerados que son potencialmente empleables en las empresas capitalistas, en función de las necesidades de acumulación del sistema.
Vamos ahora a desarrollar las características de esta comunalidad entre trabajadores de las microempresas y el ejército industrial de reserva.
De acuerdo con la definición que hace Marx (1975: cap. 23), el EIR o población excedente relativa -llamada excedente, puesto que su volumen es excesivo en relación con las necesidades medias de valorización de capital (Marx, 1975: 784)- se puede clasificar en tres grupos diferentes:
Quienes están fuera del mercado de trabajo (asalariados) por haber sido desplazados por la tecnología, por el ciclo económico o por el cierre de empresas. A este grupo Marx lo denomina “sobrepoblación relativa fluctuante”.
Quienes están en actividades no capitalistas, como los trabajadores agrícolas y aquellos por cuenta propia, así como las mujeres que realizan trabajo doméstico no pagado. Este grupo es llamado “sobrepoblación relativa latente”.
Aquellos que están marginalmente vinculados con el trabajo asalariado, como los trabajadores irregulares. Este grupo es denominado “sobrepoblación relativa estancada” -véase Basu (2013)-.
Adicionalmente, Marx habla de un sector pauperizado, al cual muchas veces se refiere como el lumpenproletariado.5 Hay que señalar, por lo tanto, que la idea de ejército industrial de reserva no se reduce al simple desempleo abierto, ya que muchos de sus miembros realizan actividades por las cuales reciben remuneración, aunque no sean asalariados. Además, tenemos que observar que hay una parte del EIR que no es económicamente activa; en ella se encuentran el trabajo doméstico no pagado, los estudiantes y los jubilados, quienes forman parte de la población llamada inactiva en las estadísticas laborales.
El EIR y los trabajadores de las microunidades se intersecan al menos en el grupo de trabajadores por cuenta propia, ya que las microunidades incluyen a asalariados, trabajadores por cuenta propia y trabajadores familiares no remunerados, siendo los dos últimos parte del EIR. Pero observamos que estos conjuntos no son iguales, ya que las unidades capitalistas con menos de cinco trabajadores no son parte del EIR.
Por otra parte, hay que recordar también que las personas que pertenecen al EIR deben realizar algún tipo de actividad económica individual o familiar que les permita, en el peor de los casos, sobrevivir físicamente, como el trabajo por cuenta propia o en microunidades capitalistas. Este tipo de trabajo, aunque no sea capitalista, no sólo cumple una función de reproducción social, sino que suele relacionarse con el mercado capitalista en la medida en que proporciona productos de consumo generalizado a bajos precios, lo que permite que la reproducción de la fuerza de trabajo en general se haga más barata, y disminuye así los costos salariales de las empresas capitalistas.
En resumen, las microunidades compuestas por trabajadores por cuenta propia, por trabajadores familiares sin pago y por aquellos en unidades capitalistas tienen una componente de producción mercantil simple entre sus trabajadores por cuenta propia; por ejemplo, artesanos, técnicos, productores de alimentos, campesinos, personas en los servicios personales y comerciantes con establecimiento fijo, con la posible excepción de las actividades que no son de producción, como la venta ambulante de productos no elaborados por el trabajador. También tienen una intersección con el EIR, en tanto los trabajadores por cuenta propia, así como los trabajadores familiares no remunerados, forman parte de esta sobrepoblación relativa.
Veamos ahora, mediante el análisis de los movimientos entre distintas categorías de condición de actividad y tamaño de unidad económica, cómo las microunidades tienen un papel importante en la generación de puestos de trabajo, en los flujos entre actividad e inactividad y en la absorción de trabajadores desempleados.6
Para este fin usaremos la matriz de flujos entre el primero y el segundo trimestres de 2023 de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) de México.7 Usaremos las categorías de ocupados, desocupados e inactivos, dividimos la categoría de ocupados entre asalariados en unidades micro y no micro; trabajadores por cuenta propia entre quienes tienen un establecimiento fijo y quienes no; los trabajadores por cuenta propia y los empleadores. A las personas en condiciones de no actividad económica las distinguimos según su declaración de estar o no disponibles para trabajar si se les ofreciera un empleo. Los resultados aparecen en el Cuadro 1.
Cuadro 1 Matriz de transiciones entre el primero y el segundo trimestres de 2023a
Trimestre 2023-1 | Total | Ocupados | Asalariados en microunidades | Asalariados en unidades no micro | Asalariados en unidades que no especificaron número | Cuenta propia sin local | Cuenta propia con local | Sin pago | Empleadores | Desocupados | Disponibles | No disponibles |
Total | 100 | 55.7 | 12.2 | 24.3 | 3.7 | 9.4 | 3.7 | 2.3 | 2.9 | 1.6 | 5.2 | 34.6 |
Ocupados | 100 | 84.6 | 18.1 | 40.2 | 5.9 | 12.6 | 5.2 | 2.5 | 2.5 | 1.4 | 1.9 | 9.6 |
Trabajadores asalariados en microunidades | 100 | 82.5 | 52.0 | 16.4 | 2.8 | 7.2 | 2.3 | 1.9 | 1.8 | 1.5 | 2.6 | 11.5 |
Trabajadores asalariados en unidades no micro | 100 | 91.9 | 8.2 | 72.3 | 8.4 | 2.0 | 0.6 | 0.4 | 0.8 | 1.5 | 1.1 | 4.7 |
Trabajadores asalariados en establecimientos con tamaño no especificado | 100 | 90.0 | 10.0 | 52.2 | 23.2 | 3.3 | 0.9 | 0.4 | 0.9 | 2.2 | 1.2 | 5.7 |
Trabajadores por cuenta propia sin local | 100 | 74.3 | 9.2 | 5.3 | 1.0 | 49.9 | 7.0 | 1.9 | 5.6 | 1.0 | 3.0 | 16.2 |
Trabajadores por cuenta propia con local | 100 | 77.3 | 6.5 | 3.9 | 0.9 | 16.2 | 46.5 | 3.4 | 10.0 | 0.8 | 1.4 | 10.6 |
Trabajadores sin pago | 100 | 62.6 | 10.8 | 3.9 | 0.6 | 8.2 | 5.3 | 33.9 | 2.3 | 0.9 | 4.3 | 29.9 |
Empleadores | 100 | 48.3 | 8.4 | 7.4 | 1.1 | 17.5 | 12.3 | 1.6 | 42.4 | 0.5 | 0.7 | 8.1 |
Desocupados | 100 | 52.0 | 12.4 | 23.6 | 5.9 | 7.5 | 1.2 | 1.4 | 1.3 | 17.2 | 7.1 | 22.5 |
Disponibles | 100 | 21.7 | 6.2 | 5.4 | 1.2 | 5.2 | 1.2 | 2.4 | 0.7 | 2.9 | 16.2 | 58.5 |
No disponibles | 100 | 15.1 | 4.0 | 3.1 | 0.5 | 4.4 | 1.0 | 2.0 | 0.5 | 1.1 | 9.0 | 74.3 |
aEl ejército industrial de reserva está conformado por los trabajadores por cuenta propia, los desocupados abiertos y los inactivos (disponibles y no disponibles), mientras que, en una primera aproximación, las actividades de producción mercantil simple están incluidas en el grupo de los trabajadores por cuenta propia con local.
Fuente: cálculos propios a partir de la ENOE (INEGI).
La matriz de transiciones nos muestra, fuera de la diagonal, cómo las personas que se encontraban en el primer trimestre de 2023 en alguna de las categorías de condición de actividad se movieron hacia otras categorías. Ya la diagonal nos indica el porcentaje de personas que permanecieron en la misma situación que al inicio.
Quienes estaban ocupados mantuvieron esta condición de actividad con sólo 1.4% yendo a la desocupación y 11.5% a la inactividad. Entre los desocupados 52% se ocupa, 17.2% permanece y 29.6 va a la inactividad.
Los inactivos que declararon estar disponibles y que regresaron a la ocupación representan 21.7%, y aquellos en el sector de microunidades representan 15% de los que eran inactivos. Entre los inactivos no disponibles, los porcentajes fueron de 15.1% de quienes terminaron ocupados y entre ellos quienes fueron a parar a las microunidades son 11% de la cifra original de inactivos no disponibles.
Pero los resultados relativos a los trabajadores en microunidades son muy notables. Existe una significativa permanencia en la situación inicial, para quienes estaban de entrada en el sector capitalista, la cual disminuye para los trabajadores por cuenta propia en esas microunidades. Hay también evidencia de una situación desventajosa para quienes están por cuenta propia sin local, pues casi 50% de los trabajadores en esa condición inicial permanece en ella.
Los flujos de los trabajadores por cuenta propia hacia las unidades de corte capitalista son también significativos, lo que muestra que las microunidades efectivamente pertenecen al EIR, tal como habíamos discutido con anterioridad.
Una última observación es que las cifras de la matriz nos permiten esbozar una estructura en el EIR de México, ya que en las del desempleo y de la inactividad existen flujos hacia las unidades capitalistas. Esto se añade a la observación hecha antes sobre la existencia de flujos del trabajo por cuenta propia hacia las unidades capitalistas.
III. Conclusiones
A partir de considerar las microunidades como el conjunto de trabaja dores por cuenta propia, los trabajadores familiares no remunerados y las unidades (capitalistas) con máximo cinco trabajadores asalariados, hemos demostrado que este conjunto que incluye al llamado sector informal -entendido éste en la acepción de la OIT- tiene una doble característica. Por un lado, hay en su interior actividades de producción mercantil simple, como las actividades por cuenta propia del tipo artesanal, de técnicos, productores de alimentos, servicios personales, con la posible excepción de las actividades que no son de producción, como la venta ambulante de productos no elaborados por el trabajador. Y, por otro lado, también hemos demostrado que los trabajadores en las microunidades no capitalistas forman parte del EIR. Esta demostración a partir de la matriz de flujos también evidencia que las interpretaciones dualistas que dividen las economías en sectores estancos no son convalidadas por los datos.
Al analizar el origen de las microunidades como una continuación de actividades no capitalistas, ahora insertadas en el capitalismo y sujetas a una subsunción formal, resulta que al formar parte del EIR, y dado que su volumen está en función de la dinámica de acumulación de capital, puede concluirse que no habrán de desaparecer; se transformarán en actividades capitalistas de pequeña escala, por ejemplo. El papel que este tipo de actividades tiene en la reproducción social no radica sólo en retener a una parte importante de la sobrepoblación relativa generada por el propio proceso de acumulación capitalista, sino también producir mercancías de consumo básico y de bajo costo que, al ser consumidas por trabajadores del sector capitalista, permiten abaratar el costo de reproducción de estos trabajadores y así posibilitar la persistencia de bajos salarios.
De hecho, hay ya un avance significativo en la investigación relativa a este papel de las microunidades. Paiva, Oliveira y Teixeira (2023) discuten un modelo de corte kaleckiano donde el sector informal (micronegocios) cumple la función de suministrar productos de consumo de bajos precios a los trabajadores del sector capitalista, y sus resultados muestran cómo ambos sectores se benefician.
Por otro lado, el sector de microunidades contribuye también a la supervivencia de quienes integran el EIR, de modo que garantizan en alguna medida la reproducción del sector capitalista en su conjunto, al disminuir los conflictos sociales derivados de la ausencia de empleos o de productos básicos.
En esas condiciones, y habida cuenta de que las microunidades contienen el llamado sector informal (en la acepción tradicional de la OIT), las preguntas sobre si las personas se integran a él de manera voluntaria o involuntaria carecen de relevancia analítica, debido a la persistencia del EIR y el papel que éste desempeña en los procesos de acumulación (Basu, 2013; Fusaro y Sandoval, 2022).
Además, resulta claro que las políticas orientadas a la disminución del volumen de trabajo generado en las microunidades (informales o no), si no pasan por un proceso acelerado de acumulación de capital, tendrán poco impacto.
Se presentan así dos tareas para futuras investigaciones: la primera es examinar la estructura interna del sector a partir de la doble consideración de que éste incluye formas de producción mercantil simple, procesos de supervivencia y unidades que son o buscan ser capitalistas. La segunda es la discusión relativa al tipo de políticas de corte no asistencial que permitirían mejorar las condiciones de vida de quienes participan en las actividades de estas unidades económicas.