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Nueva revista de filología hispánica

versión On-line ISSN 2448-6558versión impresa ISSN 0185-0121

Nueva rev. filol. hisp. vol.72 no.2 Ciudad de México jul./dic. 2024  Epub 21-Oct-2024

https://doi.org/10.24201/nrfh.v72i2.3952 

Artículos

La diacronía de la preposición compuesta de a en el español americano

The diachronic evolution of the composite preposition de a in american spanish

1Universität Graz. martin.hummel@uni-graz.at

2Université de Franche-Comté. inka.wissner@univ-fcomte.fr


Resumen:

El español hablado en América suele usar los adverbiales que combinan las dos preposiciones de y a según el tipo equivocarse de a feo. El análisis diacrónico de los corpus CDH y CORDIAM no permite identificar el origen de este tipo de adverbiales, ya que se trata de un fenómeno que surgió durante el siglo xix como reflejo del habla oral ya establecida. La técnica de la reconstrucción diacrónica a partir de la variación observable en las lenguas románicas conduce a un hecho de diacronía “lateral”: la coincidencia del uso americano con el de la lengua rumana. Ello admite afirmar que hubo una diacronía oral que se remonta al latín hablado.

Palabras clave: adverbiales; preposiciones; reconstrucción diacrónica; español americano; rumano

Abstract:

American Spanish uses adverbial expressions that combine two prepositions, de and a, as exemplified in the phrase equivocarse de a feo ‘to be completely mistaken’. With just a diachronic analysis of CDH and CORDIAM corpora we are unable to identify the origin of expressions such as this, since they surface as late as the 19th century, mirroring already established spoken language. Diachronic reconstruction using observable variation in romance languages points to the existence of “lateral” diachronic development: the coincidence of American Spanish with Romanian. This allows us to conclude that this type of adverbial expression must have originated earlier in spoken Latin.

Keywords: adverbials; prepositions; diachronic reconstruction; American Spanish; Romanian

1. INTRODUCCIÓN

En el español hablado en América se usan con frecuencia los adverbiales que combinan las dos preposiciones de y a según el tipo de a feo ‘muy mal/fuertemente’. A este propósito, en la Tabla 1 se pueden ver las formas atestiguadas en el clásico estudio de Kany (1970 [1945], pp. 415-416 y 535-536) y su equivalentes en el Diccionario de la lengua española (DLE):

Tabla 1 Los adverbiales con la preposición compuesta “de a” 

de a caballo a caballo
de a pie a pie, de pie (soldado de a pie)
de aprisa a prisa, de prisa
de a deveras de veras
de a verdad de verdad
de adrede adrede 1
de a buenas a buenas, a la buena, a las buenas
de a malas a/de malas, a la mala
de a poco a poco, a pocas
de a ratos a ratos
de a dos a dos, de dos en dos
de a uno en uno uno a uno
de a balazos ni a balazos (mexicanismo)
de al tiro al tiro, de al tiro (americanismo)

En la columna a la izquierda de la Tabla 2 señalamos las variantes con de a citadas por Kany. Según este autor, se usarían en lugar de las variantes con una sola preposición, consideradas como básicas. Son efectivamente estas últimas las preponderantes en el español peninsular y en el español general, según se desprende de la columna a la derecha con los sintagmas preposicionales sinonímicos que constan en el Diccionario de la lengua española (DLE), editado por la Real Academia Española. De las variantes con de a, el DLE sólo señala soldado de a pie y de al tiro. El primero modifica un sustantivo: “Dicho de un soldado, de un guarda, de un montero, etc.: Que no va a caballo para su cometido” (DLE, s.v.). El segundo está marcado como americanismo.

En la columna a la izquierda, los lexemas en los que se manifiesta el concepto básico son sustantivos (de a caballo), en la gran mayoría de los casos, pero también se admiten adjetivos (de a malas) y numerales (de a dos). Desde el punto de vista sintáctico y semántico, no hay diferencia, por lo general, entre los grupos con dos preposiciones y los que tienen una sola preposición. Por consiguiente, analizamos la combinación de a como preposición compuesta conceptualmente blanqueada que sirve como marcador de adverbialidad, si no tiene una función adjetival (modificación de un sustantivo), como en soldado de a pie/de a caballo. El término locución adverbial es el que más se usa para referirse a tales sintagmas preposicionales con función adverbial. La noción insiste en el carácter lexicalizado de este tipo de adverbiales. Si bien es cierto que el español peninsular estándar tiende a limitarse al uso de grupos lexicalizados, no debe pasarse por alto que los adverbiales con preposición fueron muy productivos hasta bien entrado el siglo XVI (Codita 2016, pp. 13-17; Hummel 2014, pp. 695-703). La productividad se ha mantenido en el habla americana informal hasta hoy, de modo que manifiesta una gran diversidad en la que coexisten variantes con la misma base léxica.

Tabla 2 Los modificadores con la preposición compuesta “de a” 

de a caballo El rudo le hizo la quebradora de a caballo y ganó la lucha 2 .
de a cartón (de cerveza) Eso se baila de a cartón de cerveza 3 .
de a cómo no ¿De a cómo no para el convivio del lunes? ‘¿cuánto?’ -Hay que dejar de venir los lunes. -De a cómo no ‘afirmación rotunda’.
de a cómo nos toca ¿De a cómo nos toca para la fiesta del sábado? ‘cuánto dinero’.
de a cuánto ¿De a cuánto el kilo de limones? ‘cuánto dinero’. ¿De a cuánto nos toca para la fiesta del sábado? ‘cuánto dinero’.
de a cuartos Yo me llevo de a cuartos con mi jefe ‘mantener una relación de confianza’.
de a de veras Te digo que te quiero de a de veras ‘muchísimo’.
de a dedo parado Arréglate muy bien para la fiesta porque los Solórzano son de a dedo parado ‘distinguido, clase alta’.
de a dedo Tus palabras de a dedo me desquician ‘falso’. Estaré de a dedo una semana porque mi familia se va de viaje ‘sin compañía’. Mi viaje fue maravilloso y eso que me fui de a dedo ‘hacer autostop’. Las pizzas las pagamos de a dedo ‘individualmente’.
de a feo Se equivocó de a feo en el examen ‘mucho’. Siempre que me ve, me trata de a feo ‘de mala manera’.
de a grapa Como no éramos muchos, nos dejaron entrar de a grapa al evento ‘gratis’.
de a gratis Me voy de vacaciones de a gratis, mi hermano me va a invitar.
de a huevo Me tuve que quedar en la oficina de a huevo ‘forzosamente’.
de a jefe Joaquín se tomó sus vacaciones de a jefe ‘con mucha comodidad o con muchos privilegios’.
de a jodido Ojalá que de a jodido me paguen los viáticos ‘mínimamente’.
de a león ¡Cómo serán!, me dejaron de a león toda la tarde ‘sin compañía’.
de a loco No le hagas caso, tíralo (de) a loco (s.v. “tirar”) ‘no hacer caso’.
de a lucas tirar de a lucas = tirar (de) a loco (juego de palabras con loco).
de a madre(s) Este carro corre de a madres ‘muy bien’. Hay fruta de a madres en Colima, mira la que te traje ‘en abundancia’. ¡Me cae de (a) madres que vi a tu novio con otra! (s.v. “caer”) ‘asegurar enfáticamente’. Me cae de a madres quedarme a trabajar hasta tarde (s.v. “caer”) ‘detestar’.
de a medias Javier y yo nos fuimos (de) a medias en los gastos de la fiesta.
de a mentira(s) Nos timó un abogado de a mentiras ‘falso, ficticio’. En la lucha libre se golpean de (a) mentiras ‘falsamente’.
de a mentis = de (a) mentira(s).
de a micha(s) = micha y micha (Pagamos micha y micha en el cine, ¿va?) ‘por partes iguales’.
de a mitad Nos vamos de a mitad con las casetas y la gasolina (s.v. “de”).
de a mosca Ni modo, me voy de (a) mosca, no traigo dinero 4 .
de a mosquito = de (a) mosca.
de a muertito Mi papá me ponía de (a) muertito cuando nos metíamos a la alberca ‘boca arriba mientras se flota’.
Con este señor tan terco, mejor llévatela de (a) muertito ‘sin oponer resistencia’. Esta última semana, pienso llevármela de (a) muertito ‘sin esforzarse’.
de a ñapa Yolanda me dejó de hablar de (a) ñapa ‘sin causa aparente’. Hugo recibió de a ñapa una suscripción al periódico ‘gratuitamente’.
de a oquis El concierto de (a) oquis será la semana siguiente, el de hoy vale cien pesos ‘gratis’.
Esperamos de (a) oquis a la profesora, nunca llegó ‘en vano’.
de a pechito Claudio estaba de a pechito, por eso la enfermedad lo afectó más ‘en una situación vulnerable’. Carla terminó todas sus actividades de a pechito porque le sobraba tiempo ‘desenfadadamente’.
de a pechito llevarse de a pechito (s.v. “llevar”) ‘llevársela leve’.
Te pusiste de a pechito para que te regañaran ‘exponerse a una situación perjudicial’.
de a peso Empatarle al otro equipo estuvo de a peso ‘muy difícil’.
de a peso Me compré dos plumas de a peso (s.v. de) ‘referido a la moneda nacional’.
de a pie Alguien de a pie (no es una entrada, aparece en una definición; s.v. “caballazo”).
de a piquete de ombligo Llevar de a piquete de ombligo (s.v. “llevar” = llevarse de a cuartos).
de a seis Me dejó de a seis con la noticia ‘sorprendido’.
de a solapa Manolo vive de a solapa desde que se mudó a Zacatecas (juego con solo).
de a tiro (s.v. “de”) El hotel estaba muy de a tiro ‘descuidado’. De a tiro te estás pasando ‘en verdad’. Mi jefe me manda a Oaxaca de a tiro por viaje ‘frecuentemente’.
de a vuelta y media En la dirección lo pusieron de a vuelta y media por robarse la comida (s.v. “poner”) ‘dar su merecido a alguien’.
de a wech = eufemismo por (de) a huevo.
de a wilbur = eufemismo por (de) a huevo.
de a wilson = eufemismo por (de) a huevo
de a wiwi = eufemismo por (de) a huevo.

La Tabla 1 compara los regionalismos dialectales del ámbito americano (Kany), generalmente extraídos de la literatura costumbrista, con sus equivalentes en el español general escrito, con tendencia peninsular (DLE). Para hacerse una idea más objetiva del contraste entre América y España, conviene acudir a los corpus digitales. El análisis de los datos del uso actual en CORPES XXI (2020-2022) arroja 130 ocurrencias de la combinación “de + a” en España, de las cuales sólo 10 corresponden al patrón representado en la Tabla 1: 9 ocurrencias del tipo hombres de a pie, una ocurrencia de en fila de a dos; el restante de los ejemplos son simples coincidencias de uso de las dos preposiciones. En América, en cambio, se observan 66 casos pertinentes sobre 195 ocurrencias. Resulta llamativo que la intersección de Europa con América no se dé en casos de modificación del verbo, sino en los de modificación de un sustantivo: hombres, fila. Ello viene a decir que el uso de de a con funciones de adverbial de manera es exclusivo del ámbito americano. El español peninsular prefiere soluciones con una sola preposición, como, por ejemplo, subir las escaleras de dos en dos, frente al uso americano informal de subir las escaleras de a dos en dos.

Los adverbiales encabezados por de a se utilizan con variación excepcional en el español hablado informal de México (Mora García 2020; cf. Company y Flores Dávila 2014, p. 1254; Company y Sobrevilla Moreno 2014, p. 1349). La Tabla 2 cita los modificadores con de a registrados en el Diccionario de mexicanismos (DM 2022):

Los tipos de modificación abarcan la nominal (quebradera de a caballo), la cuantificadora (de a dos pesos), la intensificadora (de a madres) y la de circunstancia-manera (de a gratis).

Desde un criterio semántico, los ejemplos con función adverbial en las Tablas 1 y 2 no denotan simplemente la manera de realizar algo. A diferencia de hablar feo, que denota una forma de hablar, equivocarse de a feo transmite una intensificación, un punto de vista subjetivo del hablante y sugiere posibles consecuencias negativas del evento. Si se busca un denominador común para estas implicaturas, se puede decir que los adverbiales con preposición añaden un componente pragmático a la modificación directa del verbo. El componente pragmático puede ser una situación, es decir, una circunstancia, que luego favorece el arraigo de locuciones vinculadas con determinados contextos pragmáticos (“locuciones adverbiales”). Desde el punto de vista funcional, las preposiciones son responsables de ello, ya que transmiten una modificación semántica indirecta: son elementos cuyo concepto básico expresa la ubicación local o direccional de algo. Se podría proponer como contraejemplo la sinonimia de recibir gratis/de a gratis. Sin embargo, en este caso, recibir gratis realiza una modificación que no es sólo “de manera”, como en hablar rápido, sino que extiende la modificación a aspectos circunstanciales, como lo son el objeto o la acción del agente que hace la oferta. No es casualidad que el inglés lo exprese con for free5.

En este artículo nos ocuparemos de la diacronía de la modificación del verbo según el tipo equivocarse de a feo. Nos preguntaremos cuáles son el origen y la diacronía del uso de la preposición compuesta de a, poco o nada conocida hoy en España. El planteamiento diacrónico presenta dos escenarios posibles, que no se excluyen mutuamente: el pasaje de la modificación nominal a la verbal (hombres de a pie > andar de a pie) y el de la preposición sencilla a la preposición compuesta (andar a pie > andar de a pie). El caso ha despertado poco interés bibliográfico. Nos consta un solo estudio monográfico que parte de dos diccionarios de mexicanismos (Mora García 2020)6. También se puede remitir a Hummel et al. (2019), para el estado de la cuestión sobre los adverbiales con preposición y adjetivo.

La estructura del artículo es compleja. Tras una breve síntesis metodológica (§ 2), analizamos con datos del Corpus del Diccionario histórico de la lengua española (CDH) el uso de las preposiciones en el siglo XVI, que, suponemos, refleja el punto de partida del español hablado en América, y, por supuesto, una fase intermedia del español hablado en Europa. Sigue, en la misma sección, el análisis de tres cortes diacrónicos ulteriores de menor amplitud que se concentran en la diacronía de los esquemas de uso más frecuentes en los datos del siglo XVI. Ante los resultados limitados, la sección 4 contiene el estudio de la polifuncionalidad completa de de a como motor de su saliencia cognitiva. La sección 5 somete a escrutinio el nacimiento del uso de la preposición compuesta con modificadores del verbo. La sección 6 examina los conjuntos documentales del Corpus diacrónico y diatópico del español de América (CORDIAM) para ver si entre sus datos hay elementos que permitan una mejor comprensión de la diacronía. Finalmente, las secciones 7 y 8 se sirven de la metodología de la reconstrucción diacrónica. Se trata de la ultima ratio, siempre que los datos nos llevan a pensar que un fenómeno debió de haber nacido en la oralidad “encubierta”, es decir, no visible, o poco visible, en los datos escritos. En el ámbito de esta perspectiva reconstruccionista, adoptamos primero un punto de vista hispánico (§ 7), para luego extenderlo a una visión panrománica variacional que nos conduzca a los orígenes en latín.

2. METODOLOGÍA

Puesto que no se puede buscar la preposición compuesta de a como tal, tenemos que contentarnos con escudriñar en los corpus las ocurrencias de la combinación de las preposiciones de + a como posible etapa anterior a su desarrollo y gramaticalización como preposición compuesta con función unitaria. Hemos escogido, para este propósito, el corpus nuclear del CDH por varias razones. Teniendo en consideración la alta frecuencia de las preposiciones analizadas, conviene recurrir a un corpus de tamaño relativamente limitado (aún más que el CORDE) pero representativo (en la medida de lo posible), que permita la búsqueda de lemas categorizados según su función sintáctica (para excluir las simples ocurrencias formales) y de lemas coocurrentes, y que, además, incluya a América. El CDH nuclear es el corpus que mejor se corresponde con estos criterios.

Ya que nos interesa el desarrollo de la preposición compuesta de a en América, empezamos la sección 3 con el estudio de la lengua que acompañó la primera fase de la colonización: el siglo XVI. Analizaremos esta etapa con más detalle porque constituye la base del español actual, tanto europeo como americano. Añadiremos el estudio de tres cortes diacrónicos ulteriores, de 1750 a 1799, de 1850 a 1899 y de 1980 a 1989. Estos cortes estuvieron motivados por el posible influjo de los grandes movimientos normativos. Había que asumir efectos de normalización en la medida en que la comparación de las dos columnas en la Tabla 1 pone de manifiesto que el español peninsular actual y el español culto en general tienden a no aceptar o a marginar las variantes con dos preposiciones. Tras la fase humanista de enriquecimiento lingüístico y de relatinización, el purismo del siglo XVII fue el primer movimiento que ponderó la selección de determinadas variantes, en este caso las que más y mejor se avenían con el principio del “buen uso”. Pensamos que el posible influjo de este movimiento podría manifestarse con el debido retraso en el período que va de 1750 a 1799. El racionalismo de finales del siglo XVIII fue el segundo movimiento que, en este caso, favoreció las variantes que reconocía como más claras y lógicas, lo cual debió de influir en las dobles preposiciones que podían haber parecido “ilógicas”. Por eso analizamos el uso en la segunda mitad del siglo xix, teniendo también en cuenta un tiempo de “incubación”. Finalmente, no podemos pasar por alto un acontecimiento de más alcance e influencia: la escolarización y el desarrollo de normas escolares. Éstas preconizan un español estándar a partir de las nociones de lo correcto y de lo incorrecto, en las que dejaron su huella el purismo y el racionalismo7. A este respecto, analizamos la década de 1980. Optamos por un corte más pequeño por la mayor frecuencia que exhibe el grupo de a en esta fase diacrónica. Pese a estar motivada por los movimientos normativos o ideales que surgen en la diacronía, la definición de los cortes no deja de ser algo arbitraria. Pero no lo sería menos si trabajáramos, según la costumbre, con cortes por siglos. Nos parece mejor disponer de una hipótesis de trabajo, el influjo de la normalización lingüística, que se puede verificar o refutar.

3. LA DIACRONÍA DEL ESPAÑOL SEGÚN LOS DATOS DEL CDH NUCLEAR

3.1. El español (escrito) que llegó a América (siglo XVI)

Mediante la búsqueda de los lemas coocurrentes de seguido de a con distancia 1 en el CDH nuclear, que contiene 62 millones de palabras, se obtienen 2 758 resultados sobre la diacronía completa, desde los inicios hasta el año 2000, de los cuales 500 ejemplos se sitúan en el siglo XVI, si se excluye un puñado de casos (4 o 5) en los que de es la realización gráfica del subjuntivo presente del verbo dar. Tal problema sólo aparece al principio de este siglo por la incorporación parcial de la grafía en las ediciones.

En la primera mitad del siglo XVI, no se observa ningún uso asimilable a los adverbiales en las Tablas 1 y 2, si exceptuamos la modificación adjetival. Se encuentran casos como los que aparecen a continuación:

(1) Y tampoco pueden dezir, como ya mostramos, que el mes tuviesse tres días, pues dize a los veynte y siete días. Ni tampoco que, si tenían treynta días, que eran los días de a dos horas o tres (Mejía, Silva de varia lección, 1540-c. 1550)8.

(2) las armas con que pelean son dardos y lanzas largas, de la palma negra que arriba dije; tiraderas, hondas, y unos bastones largos, como espadas de a dos manos, a quien llaman macanas (Cieza de León, Crónica del Perú, 1553).

(3) Volvamos a nuestra batalla: pues como comenzaron a romper con nosotros, ¡qué granizo de piedra de los honderos! Pues flechas, todo el suelo hecho parva de varas, todas de a dos gajos, que pasan cualquiera arma y las entrañas, adonde no hay defensa, y los de espada y rodela, y de otras mayores que espadas, como montantes y lanzas (Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, c. 1568-1575).

Aparece ya un patrón de uso que se mantendrá a lo largo de la historia y que se conserva, hasta cierto punto, hoy en día, incluso en España, si bien con menor frecuencia que en América. Se trata de un patrón que presenta un objeto como subtipo o subcategoría de una clase de objetos. En el primer ejemplo, se supone que existen días de a dos horas cada uno, días de a tres horas, etc.; en el segundo, que hay espadas de a dos manos, a diferencia de las de a una mano. Desde el punto de vista sintáctico, se puede atribuir una función adjetival (modificación de un sustantivo), pero no adverbial, a la combinación de a dos manos. Son grupos conmutables con otras funciones adjetivales: espada negra o espada de esgrima, donde de ejerce tal función adjetivadora.

Dentro del mismo patrón funcional surge, en los textos de la segunda mitad del siglo, un fenómeno sorprendente: el uso con altísima frecuencia relativa, y con clara ubicación en relatos de índole militar y colonial, de colocaciones del tipo (soldados/hombres) de a caballo, a diferencia de los de a pie, y aun el uso ocasional de de a mula:

(4) Mas, con todas sus mañas, y con ser tan mala la tierra, los han conquistado y muchas veces saqueado soldados de a pie, dándoles grandes alcances, sin llevar otra cosa que una espada y una rodela (Cieza de León, Crónica del Perú, 1553).

(5) y si arremetía alguno de a caballo y mataba algún indio, luego le mataban el caballo (Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, c. 1568-1575).

(6) Atajadores llaman en el campo, gente de a pie y de a caballo, diputados para rodear la tierra, para ver si avían entrado enemigos en ella, o salido (Hurtado de Mendoza, De la guerra de Granada, 1569-1573).

(7) Acertaron a pasar dos de a mula (Alemán, Primera parte del Guzmán de Alfarache, 1599).

Desde el punto de vista funcional, el patrón sintáctico no difiere del tipo espada de a dos manos: se trata de categorías (tipos) de hombres, los de a caballo, los de a pie, los de a mula. Sin embargo, el contexto de de a caballo/pie/mula permite inferencias de manera o de modo: ‘los hombres de a caballo andan a caballo’. Al denotar una calidad de personas en movimiento, los sintagmas encabezados por de a abren asimismo una ventana hacia la interpretación que atienda al modo de moverse. Tal reinterpretación no se observa (¿todavía?) en el siglo XVI, pero nos da una primera pista que podemos convertir en hipótesis diacrónica, sobre todo si se combina con una elevada frecuencia de uso que, según se sabe (Thompson & Mulac 1991; Ellis 2002), favorece la creación de variantes morfosintácticas y conceptuales.

Las frecuencias absolutas en la Tabla 3 muestran que 376 de las 500 ocurrencias de la combinación “de + a” registradas en el siglo XVI corresponden a estos tres sintagmas. En términos relativos, el 75% de las ocurrencias de de a se realizan con sintagmas que denominan un tipo de locomoción, y, particularmente, de locomoción humana en un contexto de guerra. El contexto militar y colonial prevalece claramente en obras de tipo cronístico (304 ocurrencias). Con 334 ocurrencias, no cabe duda de que de a caballo se presenta, en este tipo de discurso, como representante típico, además de estar más vinculado con la conquista colonial. Se podría objetar que la concentración de los usos en solamente dos obras supone un problema para el análisis estadístico. No conviene, en efecto, calcular promedios a partir de estos datos para extrapolarlos al siglo XVI. Es más importante, en este caso, que en el conjunto de los 33 textos reunidos en el CDH nuclear para el siglo XVI, y en los que se encuentra la combinatoria “de + intervalo 1 + a”, la gran mayoría de los casos se da sólo en dos obras, las cuales pertenecen a un tipo de discurso claramente determinado, el militar/colonial, relacionado con un acontecimiento, mejor dicho, con un proceso histórico, la colonización militar y posteriormente administrativa.

Tabla 3 Frecuencia absoluta de grupos adverbiales con posible implicatura del modo de moverse 

de a caballo de a pie de a mula
1553 Crónica del Perú 18 8 0
1568+ Conquista Nueva España 277 1 0
Siglo XVI Europa 49 22 1
Total 344 31 1

En síntesis, durante el siglo XVI se detecta un posible contexto puente en el que el uso como modificador adjetival en soldados de a caballo podría acercarse por inferencia a algo como *los que andan de a caballo, es decir, una manera de desplazarse. Tal reinterpretación no cabe en nuestros datos, pero se puede intuir, ya que andar a caballo existía como uso adverbial. Por añadidura, este contexto se produce con frecuencia muy elevada en un tipo de discurso que abre otra ventana pertinente. Esta ventana nos muestra el mundo de la colonización “de a pie y de a caballo”. A consecuencia de la dinámica histórica, tal ventana nos deja ver, en primer plano, la zona que actualmente es México y dónde se concentra hoy en día el uso de la preposición compuesta de a.

3.2. El supuesto filtro del purismo lingüístico (1750-1799)

El período bajo escrutinio cuenta con 138 ocurrencias de la colocación de a en 30 documentos, con mayor diversificación de tipos en comparación con el siglo XVI: de a pie, de a caballo, de a bordo, (libros) de a folio/pliego, (jornadas) de a tres leguas, de a seis maravedís (la vara), etc. Citemos algunos casos:

(8) si nos atenemos a lo que se imprime, jamás ha producido España mayor número de talentos universales. Política, filosofía, teología, jurisprudencia, agricultura, economía, poesía, elocuencia, crítica..., todas las ciencias y todas las artes entran en la jurisdicción de estos inmortales escritores de a pliego, y, en dos o tres tomejos, compuestos de discursillos (Forner, Exequias de la lengua castellana, c. 1788-c. 1796).

(9) Y más de dos libros de a folio he visto yo recogidos por la Inquisición (Isla, Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, 1758).

(10) A la entrada de la alcoba se dejaba ver una cortina de gasa con sus listas de encajes de a seis maravedís la vara (Isla, Historia del famoso predicador, 1758).

(11) 24 compañías de caballería de vecinos, de a 50 hombres, sin oficiales, sargentos y cabos (Concolorcorvo, El Lazarillo de ciegos caminantes [Perú], c. 1775).

(12) 25 días de a 5.000 reales 125.500 (Nifo, Idea política y cristiana para reformar el actual teatro de España, 1769).

(13) Algunos tucumanes usan de mulas propias, principalmente para las sillas. Éstas, aunque sean sobresalientes, no aguantan arriba de dos o tres jornadas seguidas, de a diez leguas cada una, porque en muchas partes no tienen qué comer y se ven precisados a echarlas al pasto en distancia, adonde las estropean o roban (Concolorcorvo, El Lazarillo, c. 1775).

(14) Para asegurar y contener este rigimiento, compuesto de dos batallones de a mil mulas cada uno, en espeso monte, es mucho lo que trabajan dieciséis caballos ligeros, y es preciso que cada peón o dos sigan una compañía, porque todas se esparraman, aunque sigan el propio rumbo, bajo de un ángulo (Concolorcorvo, El Lazarillo, c. 1775).

(15) todas las ciencias y todas las artes entran en la jurisdicción de estos inmortales escritores de a pliego, y, en dos o tres tomejos, compuestos de discursillos que se publicaron para satisfacer el hambre o la vanidad del que los escribió (Forner, Exequias de la lengua castellana. Sátira menipea, c. 1788-1796).

No se observan usos de modificación adverbial del tipo “verbo + de a + sustantivo/adjetivo”, con excepción del siguiente ejemplo en que de pertenece al verbo salir, sin implicaturas de manera, y a bordo forma una locución independiente (salir de // a bordo):

(16) Si fallecieren en tierra, se les harán los mismos honores que a los brigadieres del exército; si a bordo con el mando de esquadra, como a los gefes de esquadra subordinados; pero hallándose de capitanes de vandera sólo se hará una salva de nueve cañonazos al tiempo de salir de a bordo, o de su casa el cadáver (Real decreto en que S.M. se sirve crear la clase de brigadieres, 1773).

Con respecto a la hipótesis del posible influjo de las actitudes puristas, que tienden a seleccionar una sola variante, fuerza es constatar que no se confirma. Antes al contrario: el uso de la combinación de a para referirse a subtipos de una clase se expande al ámbito de los tipos (unidades diferentes), sobre todo en textos técnicos con fines contables o relacionados con algún tipo de inventario.

3.3. El supuesto filtro del racionalismo lingüístico (1850-1899)

La crítica racionalista dirigida a los fenómenos “ilógicos” es particularmente interesante, ya que todavía se promueve hoy en día en la enseñanza escolar, donde se critican, a ambos lados del Atlántico, los usos redundantes. Ahora bien, la comparación de las dos columnas en la Tabla 1 pone de manifiesto que de a es un buen candidato para ser objeto de las críticas contra la redundancia. No hace falta que dichas críticas se dirijan explícitamente contra este uso; se trata de una actitud general transmitida en la escuela que se puede manifestar en cualquier momento al escribir un texto o al “hablar bien”. En lo que respecta a nuestro caso, se puede mencionar, por ejemplo, una de las “minucias” del entonces presidente de la Academia Mexicana de la Lengua, en las que estigmatiza el uso frecuente de dar de vueltas en lugar de la variante supuestamente “más correcta” dar vueltas (Moreno de Alba 1988, pp. 187-188). Se trataría, pues, de una preposición superflua. El académico critica asimismo una serie bastante larga de construcciones de este tipo usadas en México: dar de brincos/chingadazos/golpes/ gritos/madrazos/saltas/voces, etcétera.

Sin embargo, contrariamente a nuestra hipótesis, no se desprende ningún efecto de las actitudes racionalistas en el corte diacrónico que va de 1850 a 1899. Los 184 ejemplos perpetúan los usos anteriores. Todas las primeras 8 ocurrencias del grupo de al lado se observan en Europa. El uso de este grupo sintáctico no está exento de críticas en la actualidad; la norma prefiere la taberna al lado:

(17) ¿Riña tenemos también? ¡Bah!, no correrá la sangre. Es en la taberna de al lado, entre dos aficionados al aguardiente. Míralos a la luz del velón cómo gesticulan y manotean, al paso que juran y gritan. Óyelos un momento (Pereda, Tipos y paisajes, 1871).

La importancia de los viajes marítimos conlleva también el aumento en la frecuencia del grupo de a bordo (26 casos):

(18) En estos viajes tuvo la categoría de mozo de a bordo, es decir, la de marinero principiante (Pereda, Sotileza, 1885-1888).

(19) Otra vez saludó el pabellón de la Montañesa, y otra vez más volvieron a cruzarse vítores, ¡hurras! y sombreradas entre la gente de a bordo y la de tierra (Pereda, Sotileza, 1885-1888).

Claramente, se respeta el patrón de uso como construcción categorizadora. La coocurrencia de gente de a bordo con gente de tierra pone de manifiesto que la combinación “de + a” es una simple coincidencia que se debe a la fijación del grupo a bordo. El patrón tiene pautas principales, como la de indicar precios y medidas, y algunos grupos lexicalizados, pero sigue estando abierto a extensiones productivas, como en el siguiente ejemplo:

(20) Viene después la virgen de a los granos; síguenla las de las raíces y legumbres, y presentan sus ofrendas, precedidas de breves y expresivos discursos (León Mera, Cumandá o un drama entre salvajes [Ecuador], 1879).

El ejemplo parece reflejar, además, cierta liberalidad de uso en comparación con Europa. Pero hay que tratar estas intuiciones con cuidado. Lo que objetivamente puede decirse es que la combinación “de + a” ocurre con mayor frecuencia en América. Sólo 72 de los 184 ejemplos pertenecen a Europa, lo que corresponde a una frecuencia normalizada inferior al 40%. Se trata de una tendencia, pero, claramente, el patrón se sigue de manera habitual a ambos lados del Atlántico. Es importante notar que todavía no se detecta ningún caso de modificación de manera que incluya el evento verbal.

3.4. El uso ya establecido de la preposición: la América de la década de 1980-1989

Ante el gran número de ocurrencias que concierne a la combinación de a en la segunda mitad del siglo XX (530 casos; 40 casos por millón de palabras, 77% de ellos en América), hemos decido limitarnos a la década de 1980. La reseña completa de las ocurrencias de este período, que son 141 en total, en 25 documentos, señala un cambio radical. Mientras que en España se mantiene de forma exclusiva el patrón tradicional “subcategoría de una clase” (sellos de a 3 pesetas, un grupo de a pie), con 9 casos en total, los 132 ejemplos americanos (21 documentos) se manifiestan, en su gran mayoría, como modificación de manera-circunstancia. La Tabla 4 reúne los grupos que operan este tipo de modificación:

Tabla 4 Uso de la combinación “de + a” en la década de 1980 

América España
de al lado 29 4
de a poco, de a poquito, de a pocas de a poquianchos (México) 34 0
de a pie 3 2
de a bordo 6 0
de a verdad 9 0
de a vainas ‘por casualidad’ 1 0
de a huevas 1 0
de a caihuas (Perú) 1 0
de a montón 3 0
de a ratos 5 0
de a trocitos 1 0
de a caballo 1 0
de a puño 1 0
.
Total 95 6

También hemos añadido las cifras para Europa, pero si el grupo llega a usarse, su función sigue siendo clasificar objetos o personas. Se puede considerar de al lado como circunstante local, pero esta función se realiza como modificador de un sustantivo (función adjetival). Estamos lejos, en Europa, de un contexto puente hacia la modificación del verbo. A continuación, citamos una serie de ejemplos ilustrativos de uso americano:

(21) Ángel Santiago se miró humilde los zapatos y alzó de a poco la vista para contestar (Skármeta, El baile de la Victoria [Chile], 2003).

(22) La gran fiesta quedaba para el regreso y, además, sólo iba a poder ser de a poquitos (Bryce Echenique, La vida exagerada de Martín Romaña [Perú], 1981).

(23) Y así se me pusieron ese día, hasta el punto de que yo, tras echarle una buena miradota a los mocasines pequeñoburgueses del Director de Lecturas, casi le digo que aprovechara la oportunidad que estaba viviendo, porque en otra acción guerrillera no lo veía ni de a vainas con esos zapatitos tan poco heroicos (Bryce Echenique, La vida exagerada, 1981) .

(24) En fin, primero dije que no había estado en el Estadio, y sólo hacia el final logré meterme de a verdad en lo trágico y horrible del asunto (Bryce Echenique, La vida exagerada, 1981).

(25) Me parece una gran idea, les dije, y les ofrecí acompañarlos, pero me respondieron que prosiguiera mis charlas con Lagrimón, y que ellos se ocuparían de mirarlo todo, de tomar las medidas, y de ver de qué manera se podía instalar la iluminación, para que la fiesta fuera una especie de a media luz bajo un cielo primaveral (Bryce Echenique, La vida exagerada, 1981).

(26) aunque la verdad es que éste andaba en franco retroceso en los últimos tiempos por culpa de... -pero para qué hablarle de Inés y de mis penas-, habiendo conquistado asimismo todo lo referente a largos pelos y demás señales rebeldes y primaverales, entre las cuales el blue jean y corbata ni de a huevas (Bryce Echenique, La vida exagerada, 1981).

(27) Bilbao y el que está partiendo en el primer viaje de mi vida, dejando muy intranquila a mi familia, pero qué iban a hacer si me había invitado un piurano compañero de colegio, a cuyos padres conocían los míos, gente respetabilísima de aquella ciudad norteña, felizmente, porque si no no me dejan ir ni de a caihuas (Bryce Echenique, La vida exagerada, 1981).

(28) Total que a mí me cayeron de a montón y encantadores, salvo casos excepcionales de postración absoluta o de excesiva vida privada (Bryce Echenique, La vida exagerada, 1981).

(29) Graciela acomodó el tubo entre la mandíbula y el hombro. Evidentemente, tenía buena experiencia en ese gesto de secretaria profesional. Además, le dejaba las dos manos libres, en esta ocasión, para mirarse las uñas y repasarlas de a ratos con una limita (Benedetti, Primavera con una esquina rota [Uruguay], 1982).

(30) pero cuando viajan en alguno de sus trenes las parejas osan comprar un alfajor de los grandes, con mucho dulce de leche y grajeas, y lo van comiendo vergonzosamente, de a trocitos, con la alegría de una verdadera comida (Cortázar, Reunión y otros relatos [Argentina], 1983).

(31) Cuando el Gobernador de Antioquia, en reciente visita a Urabá, descubre con indudable candidez que los logros en favor de la paz frente a la guerrilla son precarios y que la utilización que se hace de las entrevistas obedece a fines propagandísticos, está descubriendo una verdad de a puño (Alape, La paz, la violencia: testigos de excepción [Colombia], 1985).

Los usos comprenden funciones de manera (de a pie), epistémicas (de a verdad, de a vainas), intensificadoras (de a huevas, de a puño), temporales (de a poco, de a ratos) y cuantitativas (de a montón, de a trocitos), es decir, se realiza prácticamente toda la gama de las funciones adverbiales (no hemos citado aquí las locativas: la mesa de al lado). Algunos grupos pertenecen al habla dialectal-oral (de a huevas, de a vainas, de a caihuas, de a montón), pero la mayoría se usa como variante estilística en un discurso relativamente neutro, o sea, un español americano “neutro”. Llama la atención que todas las ocurrencias se den en textos literarios, al paso que el patrón tradicional analizado en los cortes diacrónicos anteriores se usa más en discursos de índole cronística y técnico-administrativa.

El origen de los ejemplos citados y los elementos estadísticos proporcionados por el CDH9 no confirman la hipótesis de una concentración de uso en el español mexicano; por el contrario, revelan que el uso de la preposición compuesta de a es simplemente americano. Hay que tener en cuenta, de nuevo, el papel individual de los autores literarios. Así, 35 ejemplos sobre 132 provienen de una sola obra, la del peruano Bryce Echenique. Se trata, pues, de un fenómeno panhispanoamericano que despierta el interés de algunos escritores, quienes, a su vez, se convierten asimismo en promotores. Las disimilitudes de frecuencia en el corpus CDH se explican, en la década de 1980, por preferencias estilísticas; tales preferencias acompañan la diacronía de los adverbiales en general. Recuérdese la moda de los adverbios en -mente en los siglos XVI y XVII (Hummel 2018), la preferencia por el adjetivo adverbial en las obras oral-informales (Hummel 2000, pp. 364-393) o, al contrario, la preferencia en México por el adverbio en -mente en la así llamada “lengua de prestigio” (Kortschak y Hummel 2018). En el caso que nos interesa, cabe pensar que, los autores, individualmente, dieron preferencia a su variedad local, al lenguaje que percibieron como más auténtico; de ese modo, acabaron por crear una manifestación del habla americana en general tal como se refleja en el conjunto del corpus.

1.5. Síntesis de la morfosintaxis diacrónica

Si empezamos con el resultado diacrónico, los ejemplos en la Tabla 1 muestran que la preposición compuesta de a puede corresponderse tanto con la preposición simple a (de a ratos vs. a ratos) como con de (de a verdad vs. de verdad). De ello se deduce que la diacronía acaba por afectar a las dos preposiciones. Dicho de otro modo, no tenemos solamente a ratos > de a ratos, sino también de verdad > de a verdad.

En el siglo XVI, la combinación de las preposiciones a y de ocurre en estructuras sintagmáticas que sirven para referirse a un tipo específico de objetos o personas, entre otros tipos: espadas de a dos manos vs. de a una mano. Asimismo, forma parte de una serie paradigmática en la que se puede conmutar el segundo elemento (ejemplos construidos):

espada de a dos manos; hombres de a pie;

espada de a una mano; hombres de caballo;

espada de guerra; hombres de guerra;

espada de esgrima; hombres de campo;

espada negra. hombres felices.

La preposición de puede establecer relaciones sintácticas concretas, esencialmente locales, o abstractas (Company y Sobrevilla Moreno 2014, pp. 1370-1371). En los ejemplos, la relación es abstracta, de índole adjetival, según se infiere de las conmutaciones. Así, los grupos encabezados por de denotan una calidad del sustantivo, que es el constituyente superordinado. No se trata, pues, de un grupo adverbial de circunstancia-manera. Dentro del constituyente adjetival, la preposición a no pertenece a de sino al sustantivo que le sigue: espada // de/a dos manos. No es una preposición compuesta, sino una preposición combinada que resulta de una coincidencia de construcción. Según Mora García (2020, p. 257; cf. Bosque 1997, p. 133), la frontera sintáctica separaría las dos preposiciones en todas las ocurrencias de de a: “no creemos que se trate de una combinación10 de dos preposiciones. La primera encabeza el sintagma preposicional y la segunda forma parte de la expresión adverbial originaria”. De hecho, hasta el siglo XX, los ejemplos citados confirman este punto de vista. No obstante, esa separación ya no es posible en la lengua actual con adverbiales como de a feo: espada de // a dos manos vs. equivocarse // de a feo. Hablamos de preposición compuesta en el segundo caso. Se trata de un fenómeno de gramaticalización, si admitimos que las palabras gramaticales independientes (y no sólo las léxico-conceptuales) pueden sufrir gramaticalizaciones secundarias11. De a acabó funcionando como simple marcador de adverbialidad, sin influjo de los conceptos subyacentes que podrían expresar por sí solos las preposiciones de y a. Reservamos el término combinación sintáctica para el primer caso, es decir, para la combinación por coincidencia sintáctica, como en el caso de espada de a dos manos.

La combinación de las dos preposiciones se produce también por otros tipos de coincidencia sintáctica. En salir de a bordo, tenemos efectivamente un verbo, salir, que se combina con de y a. Sin embargo, la preposición de pertenece al verbo, salir de algo, mientras que a bordo es un grupo preposicional de lugar: salir de // a bordo. Estos grupos se encuentran por casualidad, del mismo modo que pueden coincidir salir de y casa. No se produce ni una preposición compuesta ni una modificación de manera. El elemento que posiblemente contribuyó a favorecer el uso compuesto de de a es la elevada frecuencia de la combinación de a, ya que la misma coincidencia se observa en muchos casos (de a bordo, de a caballo). Dicho de otra forma, por aleatoria que sea la combinación de de y a, su frecuencia elevada es capaz de producir a la larga un efecto cognitivo de fijación como patrón preposicional en vías de constituirse en grupo compuesto para la percepción de los hablantes.

Obviamente, si buscamos un caso prototípico capaz de haber servido de modelo analógico, hay que pensar en un caso diferente a de a bordo. La frecuencia extrema de de a caballo, que corresponde al 60% del total de las ocurrencias de de a en el siglo XVI, crea un contexto puente en el que la conexión de de con el sustantivo pasa cognitivamente a segundo plano para dar relieve al grupo de a caballo, que empieza a presentarse como colocación fija. Además, comienza a formarse una serie paradigmática: de a caballo/pie/mula/bordo, esto es, el grupo preposicional echa raíces como tal. Sin embargo, si por un lado podemos retener cierta saliencia cognitiva de la combinación de + a, por otro no se observa ningún contexto puente en el que se pase a una modificación de circunstancia-manera. El ejemplo que citamos a continuación presenta de forma explícita el contexto de categorización y enumeración en que aparece de a caballo:

(32) A las puertas dellas hay grandes empalizadas y fortalezas hechas de las cañas gordas, y en medio destas fuerzas había muy grandes tablados entoldados de esteras, las cañas tan espesas, que ningún español de los de a caballo podía entrar por ellas (Cieza de León, Crónica del Perú, 1553).

La lógica de la construcción sugiere el análisis “españoles + de los de + a caballo”, o sea, si explicitamos lo implícito “de los españoles + de a caballo”. Teniendo en cuenta la frecuencia elevada, incluso sin modificación de un sustantivo pleno (los de a caballo vs. los de a pie), no sorprende que se produzca el reanálisis “de los + de a caballo”, pero sin pasar de la modificación adjetival de un sustantivo a la modificación del evento verbal. En la diacronía visible de los textos escritos no se detecta ningún caso que transgreda una función de preposición compuesta de manera-circunstancia hasta finales del siglo xix. Podemos suponer la fijación cognitiva de series del tipo “de a + sustantivo” y, por ende, cierto arraigo de la combinación de a, pero nada más. Con 500 ejemplos en el siglo XVI, la frecuencia de esta combinación fue tal que podemos considerarla como un elemento de la explicación diacrónica por la simple saliencia cognitiva fundamentada en el uso repetido.

La hipótesis según la cual la afinidad de los grupos de a caballo/de a pie/de a mula con la manera de moverse, ya claramente manifiesta en el siglo XVI, podría haber erigido un contexto puente en el desarrollo de la modificación adverbial de manera-circunstancia se revela inadecuada. No se observa ningún proceso de este tipo hasta finales del siglo xix, cuando termina el segundo corte diacrónico. Hasta esa fecha, el patrón clasificador de objetos o personas se mantiene productivo, con ligera preferencia en América, pero no se detecta el desarrollo de la modificación del verbo. Tampoco se registra el influjo de los grandes movimientos normativos, el purismo, el racionalismo, la escolarización. Así las cosas, parece que la modificación del verbo apareció de la nada, durante el siglo XX, y ya con un considerable número de variantes. Tenemos que buscar, entonces, otro tipo de explicación.

3. LA POLIFUNCIONALIDAD COMO MOTOR DE LA SALIENCIA COGNITIVA DE LA PREPOSICIÓN COMPUESTA

En la sección 3 hemos concentrado el análisis en el patrón más sobresaliente del siglo XVI: la subcategorización de objetos u hombres, y nos planteamos la hipótesis de un desarrollo hombres de a caballo > ?los hombres andan de a caballo. Ante la inviabilidad de tal hipótesis, conviene volver al punto de partida para examinar los restantes casos que se detectan en el siglo XVI. Analizaremos dos tipos de construcción bien arraigados en este siglo, no más de a (§ 4.1) y de a dónde/de a cómo (§ 4.2). Luego consideraremos brevemente el uso anterior al siglo XVI (§ 4.3).

4.1.No más de a

No más de a es una construcción bastante usual con el significado ‘sólo a/para’:

(33) y (por abreviar) si toda aquella historia de quando Dios hizo el mundo leyeres, y no tuvieres atención más de a la corteza y sobrehaz de la letra, podrá ser que o no la tengas en más estimación (Fernández de Madrid, Traducción del “Enquiridión” o “Manual del caballero cristiano”, de Erasmo de Rotterdam, 1527).

(34) Comenzó el Señor a llamar a algunas para tomar el hábito; y eran tantas las mercedes que les hacía, que yo estaba espantada. Sea por siempre bendito, amén; que no parece aguarda más de a ser querido para querer (santa Teresa de Jesús, Libro de las fundaciones, 1573-1582).

(35) Y también no es poco efficaz para la prueva desta misma verdad la manera como habla de Christo, en el capítulo quarto de su escriptura, aqueste mismo propheta, quando usando de la misma figura de plantas y fructos y cosas del campo, no señala para su nascimiento otras causas más de a Dios y a la tierra, que es a la Virgen y al Spíritu Sancto (fray Luis de León, De los Nombres de Cristo, 1583-a. 1591).

En la construcción no más de a se observa, de nuevo, una separación de dos unidades sintácticas en las que de pertenece a la primera (no más de) y a a la segunda. Sin embargo, el hecho de tratarse de una construcción fija produce un efecto cognitivo de integración de la segunda preposición. Dicha integración se puede incluso verificar empíricamente, puesto que en otros textos de a tiende a adquirir el significado unitario ‘para’, siempre en combinación con más, o sea, adquiere un carácter compuesto, sin llegar a univerbación:

(36) Metióme en un labirinto, comenzándome a decir que era doncella de noble parte y que tenía un hermano travieso y mal acondicionado, el cual nunca entraba en casa más de a comer y cenar, porque lo restante, días y noches, ocupaba en jugar y pasear (Alemán, Primera parte del Guzmán de Alfarache, 1599).

(37) Siempre en estos travajos grandes me enviava el Señor, como me lo mostró, una persona de su parte que me diese la mano, como me lo havía mostrado en esta visión, sin ir asida a nada más de a contentar al Señor; que ha sido para sustentar esa poquita de virtud que yo tenía en desearos servir (santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, 1562-1566).

(38) Estando en esto, embióles a dezir Bachicao que no yva más de a poner allí los procuradores del Perú que passavan al emperador, y que luego se bolvería sin les hazer daño ni enojo (López de Gómara, La primera parte de la Historia natural de las Indias [Perú], 1554).

En el español hablado en América actualmente, se podría usar nomás para x o, mejor, para x nomás, en lugar de no más de a.

Los ejemplos ilustran cierta tendencia a tratar de a como preposición compuesta, en una construcción que incluye el verbo. Expresa asimismo una circunstancia final con estructura de subordinada final. Sin embargo, no se incluyen matices de manera.

4.2. El uso con adverbios: “de a dónde”, “de a cómo”

La contracción de las combinaciones “preposición + adverbio” del tipo donde > de onde constituye una tradición panrománica (véase § 8). En de a donde (= de a de onde) encontramos la misma combinación de tres preposiciones que en de a de veras:

(39) En otro cuadro del patrón estaba un caballero armado y por las armas sembrados muchos escudos pequeños de oro, el cual, en el valor de su persona, daba bien a entender la alta sangre de a do procedía (Montemayor, Los siete libros de la Diana, 1559).

(40) Bien es andar con temor de sí para no se fiar poco ni mucho de ponerse en ocasión de a donde suele ofender a Dios (santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, 1562-1566).

En las citas que vienen a continuación, el mismo autor emplea de a do en sentido local concreto (primer ejemplo) y en sentido metafórico como conector de consecuencia (segundo ejemplo):

(41) El señor le preguntó qué hazía, y el hidalgo dixo: “Señor, mi padre murió en el río de a do se sacó este pez” (López Pinciano, Philosofía antigua poética, 1596).

(42) Torno, y digo que aquellos vocablos que declaran la naturaleza de Atlante son metaphóricos: la cabeça significa cumbre del monte; el pecho, la baxada; y assí, de lo demás. De a do se colige no ser aquella descripción fabulosa, sino histórica y verdadera, y que no tienen los pintores y poetas más licencia de se estender en sus ficciones de quanto se alarga el término de la verisimilitud (López Pinciano, Philosofía antigua poética, 1596).

También se observa el uso de de a cómo ‘a cuánto’:

(43) no había que hacer en ello sino sacar el real quinto y dar a cada capitán y soldado nuestras partes, e a los que quedaban en el puerto de la Villa-Rica también las suyas, parece ser Cortés procuraba de no lo repartir tan presto, hasta que hubiese más oro e hubiese buenas pesas y razón y cuenta de a cómo salían (Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, c. 1568-1575).

Es interesante ver que el español estándar acepta las unidades con univerbación temprana del tipo donde, al paso que las combinaciones libres como de a donde fueron eliminadas o quedaron al margen del uso correcto (véase § 8). Como en el caso de no más de a, el uso de tales grupos adverbiales ratifica la tradición de combinar las preposiciones y contribuye a su saliencia cognitiva. Podemos constatar, pues, que el siglo XVI conoció el uso de las preposiciones combinadas e incluso compuestas, pero sólo fuera del campo de la modificación de manera del verbo. Nótese que de a cómo incluye un adverbio interrogativo que indaga en las modalidades de lo que indica el verbo.

4.3. El uso anterior al siglo XVI

Hemos comprobado que los datos del siglo XVI no nos dan la clave para explicar el desarrollo de la modificación de manera. No podemos excluir que tal desarrollo sea más antiguo y que se haya marginado en el ámbito de la escritura hasta el siglo XV. Observemos, pues, estos datos.

El CDH nuclear cuenta con 375 ocurrencias de de a hasta finales del siglo XV, de las cuales sólo 151 casos corresponden a la combinación de preposiciones, o sea, una frecuencia relativa de 10 por millón de palabras. Así, pues, en este siglo tampoco se encuentran los orígenes del uso de de a como modificador del verbo. Los patrones de uso son básicamente los mismos que en el siglo XVI; en ellos puede observarse cierta predilección por los contextos finales, como en los ejemplos que citamos a continuación, donde se detectan sólo preposiciones combinadas (no compuestas):

(44) El quinto fue de grand dulçor: quando al tu fijo Señor viste sobir al çielo, a su Padre Mayor,e tú fincaste con amor de a él ir. (Arcipreste de Hita, Libro de buen amor, 1330-1343 [c. 1415; s. XV])

(45) Marruecos es tal cibdad, qu’el que quesier y poblar nunca avrá boluntad de a otra tierra tornar. (Poema de Alfonso Onceno, 1348 [segunda mitad del s. xiv])

Hay también algunas combinaciones notables con adverbios de tiempo y lugar (de a derredor, de adeshora[s]) y conjunciones (luego de a, a fin de a):

(46) Et fincó y. & començó a conquerir todas las yentes de a(l) derredor (Alfonso X, General estoria. Segunda parte, c. 1275 [s. xiii]).

(47) Euad fiebre de adesora & pequenna que uiene. & desbarata & desfaze todo quanto auemos ganado en toda nuestra edad (Alfonso X, General estoria. Segunda parte, c. 1275 [s. xiii]).

(48) Luego el primero día non quiso olvidar De ir á su madre las manos le besar Pero conviénele luego de al palacio tornar E después íbala bien á menudo a visitar. (Úbeda, Vida de san Ildefonso, 1303-1309 [s. xiv])

(49) pero pruéuanla e tiéntanla a fin de a los otros en su nobleza virificar (Guadalfajara, Traducción y glosas de la Biblia de Alba, c. 1422-1433 [primer tercio del s. XV]).

A partir de finales del siglo XV, predomina el uso de hombres de a pie/de caballo, así como otras clasificaciones de objeto del tipo una cama de a cuatro piernas.

En suma, se observa mayor variedad en la combinación de preposiciones, incluso en el campo adverbial, como, por ejemplo, de adesora, pero no se advierte ningún tipo de modificación de manera.

4.4. Resultado

No hemos encontrado el origen del tipo “verbo + de a + modificador” en la diacronía visible del CDH. Lo que se puede proponer como resultado es que la combinación de a logró adquirir, mediante su uso en distintas construcciones, personalidad propia, es decir, cierta saliencia cognitiva como unidad compuesta, al menos en estado incipiente. Así, de los datos se desprende el desarrollo del significado unitario ‘para’. En la época anterior al siglo XVI, se observa el uso de preposiciones combinadas donde bastaría usar una sola preposición: de a donde vs. de donde, con contracción popular de a do. Es interesante constatar que las combinaciones de preposiciones que se usaban antes del siglo XVI desaparecieron de la lengua a partir precisamente de este siglo, con excepción de las unidades univerbadas y plenamente lexicalizadas del tipo donde. Dicho de otro modo, si es que hubo reticencia culta a combinar bastante libremente las preposiciones, esta actitud es anterior al siglo XVI. Se puede proponer como hipótesis el esfuerzo de desvulgarización “latinista” que representó el humanismo del Renacimiento. Con base en los datos precedentes al siglo XVI, se puede suponer, además, que la variación de uso que llegó a América fue mayor de la que se desprende de las fuentes escritas del siglo XVI. En el español general, y ante todo en el peninsular, se conservan básicamente las variantes en que la preposición funciona como elemento de adjetivación (espada de a dos manos) con extensión cuantificadora (una cantidad de cualquier cosa de a dos centavos).

5. LA DIACRONÍA AMERICANA SEGÚN EL CORDIAM

Queda por cuestionar la selección del corpus que está en la base de la argumentación arriba desarrollada. El CDH nuclear ha presentado muchas ventajas: la dimensión manejable, el esfuerzo por alcanzar la representatividad, la búsqueda por lema y combinaciones de lemas, la posibilidad de distinguir los datos americanos de los europeos, el cálculo automático de frecuencias relativas (normalizadas) y la selección cuidadosa de las ediciones de los textos del corpus. Sin embargo, todas estas bases de datos son limitadas. De esta manera, y puesto que la innovación diacrónica se produce en América, resulta de gran interés investigar si un corpus especializado en el español usado en América nos permite comprender mejor la diacronía. Veremos, pues, los datos recopilados en el CORDIAM. Según la versión de junio de 2022, este corpus reúne 12.6 millones de palabras. No obstante estas cifras, la versión 3.1 del CDH nuclear, con sus 62 millones de palabras, tiene cinco veces más volumen; de esa ingente cantidad, la parte americana suma 24 millones de palabras, y la europea, 38 millones.

5.1. El siglo XVI americano

Según hemos visto, el CDH nuclear ofrece 500 ejemplos para el siglo XVI. En términos estadísticos, ello corresponde a una frecuencia normalizada general de 88 por millón de palabras. La subdivisión automática por zonas señala ya mayor frecuencia en América: España, 89; zona andina, 80; México y Centroamérica, 132 por millón. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la frecuencia en obras individuales afecta artificialmente estas cifras. En el CORDIAM, el cálculo de la frecuencia resulta menos cómodo, sobre todo porque, en nuestro caso, la lematización estaba en proceso en el momento de consulta del corpus, por lo que la búsqueda arrojó tanto ejemplos para la combinación de dos preposiciones como para la combinación de la preposición de con el presente de subjuntivo del verbo dar: . Había, pues, que someter el resultado bruto a un filtraje manual. La búsqueda arrojó un resultado bruto de 915 casos en 518 documentos, de un total de 3 610. El subjuntivo aparece con las dos grafías de y . Según nuestro cálculo manual, 180 ejemplos corresponden al subjuntivo del verbo dar. Consecuentemente, la frecuencia absoluta de la combinación de las dos preposiciones en el siglo XVI es de 735 casos, lo que corresponde a una frecuencia relativa de 198 por millón de palabras, más del doble en comparación con el CDH correspondiente a España (89 millones).

En el CORDIAM, los ejemplos del siglo XVI siguen las mismas pautas que los que se resguardan en los documentos del CDH para este mismo siglo: con adverbios de lugar (de a dónde), para distinguir subtipos de una clase (los de a pie), además de la construcción del tipo no vio más de a él. Citemos un caso en el que aparece explícita la distinción de subtipos:

(50) Y tenía muy buenos arcos y flechas, y varas de a dos gajos y otras de a uno (Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España [México], ~1568).

Destaca también la alta frecuencia de uso del grupo de a caballo, básicamente por incluir la misma obra que el CDH. Hacia finales del siglo XVI, la gran mayoría de los ejemplos refleja el uso en el contexto de medidas, como en mil pesos de a nueve reales. Según este corpus, el español escrito en América compartió con España la preferencia por el uso de tales combinaciones en el marco de discursos técnicos afines de contabilidad e inventario.

Si bien el español escrito en América comparte los patrones de uso con el español en general, cabe destacar la mayor presencia de variantes de uso. Citamos a continuación ejemplos de la combinatoria con adverbios:

(51) paresçe ser Cortés procurava de no lo repartir tan presto, hasta que oviese más oro e oviese buenas pesas y razón y quenta de a cómo salían (Díaz del Castillo, Historia verdadera [México], ~1568).

(52) Es de saber que con gran auiso en el remate de todo el túmulo se puso otra muerte también de bulto de tanta grandeza que de a baxo podía muy bien verse (Cervantes de Salazar, Túmulo imperial de la gran Ciudad de México [texto cronístico, México], 1559).

(53) y luego enbió a visitar los pueblos de a la redonda y los repartió entre los vezinos (Díaz del Castillo, Historia verdadera [México], ~1568).

(54) hallan dos caminos; van por el de a mano derecha los más de los españoles (Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias [texto cronístico, hoy República Dominicana], ~1560).

El uso para clasificar subtipos muestra también mayor número de variantes:

(55) los sacerdotes sacrificaron a su Quezalcóatl diez niños de a tres años (Cervantes de Salazar, Crónica de la Nueva España [México], ~1566).

(56) y como esta casa era muy grande, entrando Ojeda por ciertos aposentos, halló en uno muchos costalejos de a codo, llenes [sic] y bien atados (Cervantes de Salazar, Crónica [México], ~1566).

(57) y subieron a lo alto donde el gran ídolo estaba casi cuatrocientos hombres, con mucha cantidad de esteras de enea y de asentaderos de a braza, de los que tienen los caciques en sus casas, que son de paja, cubiertos con petates, y hicieron una cama muy grande (Cervantes de Salazar, Crónica [México], ~1566).

No se dan casos de modificación de manera-circunstancia. En el siguiente ejemplo, de a se combina con un verbo, pero la primera preposición pertenece al verbo:

(58) Así que, tractando de a quién nombrarían por procuradores (y lo que se presumió que Pedrarias debería de haber negociado), al cabo se concluyó por todos que Pedrarias fuese por procurador (Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias [texto cronístico, hoy República Dominicana], ~1560).

En conclusión, no se ha podido verificar mediante testimonio directo el uso de de a para modificar el verbo en el siglo XVI. Sin embargo, se confirma la hipótesis formulada en § 4.4, según la cual la variación de uso que llegó a América debió de haber sido más importante de lo que puede concluirse del conjunto de datos que aporta el CDH.

5.2. Los siglos XVII, XVIII y xix americanos

A principios del siglo XVII aparece un caso importante, en el que de a más ya no depende de la construcción no más de a, sino que se usa como equivalente de además (< a + de + más):

(59) la qual huaca hera forma de / persona, aunque no le uían el rostro; de a más tenía / vn llayto de oro y origeras de oro y medalla de oro (Cristóbal de Molina, Relación de las fábulas y ritos de los Ingas [documento cronístico, autor mestizo, Perú],~1600).

Notemos que el orden puede variar: de a más vs. a de más (cf. § 8).

Mayor independencia de la combinación se desprende del siguiente ejemplo con elipsis contextual:

(60) En este distrito mandó poblar nuestro Inca más de cien pueblos, los maiores de a cien casas, y otros de a menos según la capacidad de los sitios (Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios reales [documento cronístico, Perú], 1604).

En este otro ejemplo se combina con color de ‘con pretexto a’ con a fin de, lo que propicia un contexto puente que se puede leer también “con color // de a fin de”, con el significado ya establecido ‘para’:

(61) ¿Por qué cauza se cazan [= se casan] algunos / españoles o algunos mestizos o mulatos con yndias, hijas de / los caciques prencipales o yndio pobre en los dichos corregimientos? / Con color de a fin de amolestar y quitar toda quanta hazienda / y meterse en sus tierras y casas y tener rruydo, escándalo / y rrebolber toda la tierra (Poma de Ayal, Crónica [autor indio, Perú], ~1615).

Si tenemos en cuenta el uso ya establecido de de a dónde y de a cómo, se puede pensar que el primer paso hacia la modificación del verbo, o sea, del evento denotado, fue la modificación circunstancial:

(62) Pues de a legua se le puede adivinar que la sentencia tiene precisamente de cerrar con su <cit. esse videatur> (Espinosa Medrano, Apologético [texto apologético en prosa, Perú],~1660).

(63) lo qual obligó a las preladas le entregasen las llaves de las azoteas, y campanario para que quando subiesen algunas criadas, o monjas a repicar estorvase las pláticas, que con personas de a fuera podían tener (documento cronístico, México, ~1682).

Ahora veamos un texto en el que se combina haber de ‘deber’ con a:

(64) los otros tres libros fueron de la fábrica: el uno de baptisados, el otro de casados y el tercero de difuntos, en que se pusieron las formas con que se auían de a sentar en cado uno las partidas con claridad, y se hizo imbentario de los bienes (texto administrativo, Perú [hoy Salta, Argentina], 1690).

Hay otro ejemplo, en el que la combinación es equivalente a la variante con una sola preposición, obligar a pagar:

(65) lo tubo preso en su casa dos días sin dar lugar a dar parte a la Real Justicia y auiéndole quitado lo referido hiço que se obligan de a pagar dichos ciento y setenta p[eso]s (autor indio, texto jurídico, Bolivia, 1693).

En suma, la gran mayoría de los usos en el siglo XVII se corresponden con los patrones de medida de peso (pesos de oro de a 20 quilates) y de dinero (pesos de a 8 reales), así como con el patrón del tipo de a caballo. Fuera de estos patrones, se observa una expansión de variantes y el aporte de textos provenientes de zonas culturalmente más periféricas, como lo eran Argentina y Bolivia. Es particularmente llamativa la expansión de usos circunstanciales que afectan ya el núcleo predicativo. Se confirma, además, que la pauta diacrónica es el paso de la preposición sencilla a la combinación de preposiciones.

El siglo XVIII sigue las mismas pautas. El tipo de a caballo no transita de la modificación nominal a la modificación del verbo. El hecho más llamativo es la aparición de casos en los que los compiladores del corpus se sienten obligados a añadir la partícula sic:

(66) de (sic) a las quatro de la tarde (texto jurídico, México, 1725).

(67) llegando a la casa de dicho Nicolas reconozí en la mano derecha una erida ar[r]iua de la muñeca peceña como de a (sic) pulgada (texto jurídico, Nuevo México, 1734).

Dicho de otra forma, las reticencias racionalistas respecto al superfluo existen al menos en el presente de los editores de textos. Sin embargo, según uno de los evaluadores de este artículo, el uso de de a con sustantivos, adjetivos o adverbios sería normativo en el español usado actualmente en México.

En el siguiente caso, el hecho de haber tachado una de las preposiciones en el original muestra que la actitud normativa crítica se hizo sentir ya a finales del siglo XVIII:

(68) de suerte q[ue] la compelía <tach: de> a decirle quando le preguntaba / algo: “sí o no, tata padre” (texto jurídico, México, 1786).

Podemos, pues, efectivamente, comprobar que el tipo de corpus influye en los resultados. Es de sumo interés que el CORDIAM incluya manuscritos en los que se detectan las correcciones sobre la marcha. El último ejemplo es el único con este tipo de corrección, estadísticamente irrelevante; pero la acción de tachar supone un acto consciente que refleja una actitud culta que impide la infiltración de lo que se usa en el habla informal. Es lícito pensar que tal actitud no es un caso aislado, y que, en los corpus, los textos impresos pasaron por el mismo proceso de depuración, lo que produjo asimismo un efecto de oralidad o informalidad encubierta.

Citemos también otros ejemplos que ponen de manifiesto una extensión de uso:

(69) de arriba de a la costa de Guaiaquil (carta particular, Chile, 1734).

(70) con fecha de a 25 de abril (texto periodístico, México, 1786).

(71) Josef Manuel Belar de a quien le tomé su declaración bajo la relig[ió]n (texto jurídico, Nuevo México, 1789).

No son necesariamente innovaciones del siglo XVIII; parece más probable que el uso local se hace simplemente sentir cada vez más en los documentos escritos.

Al principio del siglo xix ocurren los dos primeros ejemplos de modificación verbal. Los trataremos en la sección 6.

5.3. Resultado

El CORDIAM arroja gran número de datos que corrobora un uso muy variado de de a en el español escrito de América. Se confirma la hipótesis según la cual de a adquiere cierta consistencia como grupo, ya desde el siglo XVI, y empieza a introducirse en numerosos contextos, grupos sintácticos y construcciones. La documentación de manuscritos propicia incluso la posibilidad de analizar actitudes normativas que censuran lo que se tiene por demasiado oral o informal. Es un reflejo de la tradición racionalista que sólo se detecta en manuscritos corregidos sobre la marcha. Los textos impresos son resultado de tales correcciones. Es lícito pensar que ocultan un uso oral más extenso de la preposición compuesta de a.

6. LA DIACRONÍA DE LA MODIFICACIÓN DEL VERBO

La sección 3 ha puesto de manifiesto que la modificación del verbo con adverbiales encabezados por de a abunda solamente en América en la década de 1980. De ello se deduce que se trata de una innovación americana que presupone un cambio radical frente a los cortes anteriores. Queda, pues, indagar en los detalles de este cambio. Según hemos visto, en el siglo XVI prevalecieron las construcciones con sustantivo del tipo los (soldados) de a caballo, espadas de a dos manos, los (X) de a cinco reales, etc. Para llegar a equivocarse de a feo hace falta la introducción de un verbo. Consecuentemente, en seguida estudiaremos el desarrollo de la estructura “verbo + de (prep.) + a (prep.) + X (con función adverbial)” en el CDH nuclear.

6.1. La diacronía de la modificación verbal en el CDH y en el CORDIAM

En el siglo XVI no es fácil encontrar ejemplos puente en los que haya modificación del evento denotado por un verbo. Hay ejemplos como los siguientes en los que, según una perspectiva actual, se puede intuir un contexto puente, pero ante la alta frecuencia de uso de las construcciones con sustantivo a lo largo del siglo XVI hay que interpretarlos como casos de sustantivo tácito:

(72) Castilla todo favor para ello; el Diego Velázquez con aquel gran favor hizo una armada de diez y nueve navíos y con mil y cuatrocientos soldados, en que traían sobre veinte tiros y mucha pólvora y todo género de aparejos, de piedras y pelotas, y dos artilleros (que el capitán de la artillería se decía Rodrigo Martín) y traía ochenta de a caballo y noventa ballesteros y setenta escopeteros (Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, c. 1568-1575).

(73) el camino por do habíamos de venir a Cempoal, y que tuviese al paso del río, que era por donde habíamos de pasar, sus espías, que fuesen buenos hombres de a caballo y peones ligeros para dar mandado; y que en los patios de los aposentos de Narváez anduviesen toda la noche veinte de a caballo (Díaz del Castillo, Historia verdadera, c. 1568-1575).

(74) Pareció ser que el día que llegamos a aquel pueblo no sabían nuevas ningunas de cómo había venido Cortés y que traía mucha gente, así de a caballo como mexicanos (Díaz del Castillo, Historia verdadera, c. 1568-1575).

Del mismo modo, de a caballo sigue perteneciendo al sustantivo mozos en el ejemplo que citamos a continuación, es decir, no equivale a vinieron a caballo:

(75) Vinieron cien mozos de a caballo, habitadores de un lugar montuoso, llamado Nube (Pérez de Moya, Philosofía secreta de la gentilidad, 1585).

El siguiente ejemplo, ya del siglo XVII, y de características teatrales, se acerca al uso adverbial referido a un evento, en la medida en que de a pie tiene el significado instrumental ‘con’ referido a un evento designado por un verbo sustantivado (lanzar > lanzada):

(76) Alcalde: También le veo, craro está. Aparte. Me lleve el diabro, si treinta veces no miento. Una lanzada de a pie quiero dar. ¡Fuera, mancebos! ¡Vente a mí, torillo hosquillo! ¡Ay!, que las bragas me ha vuelto todo lo de dentro afuera (Quiñones de Benavente, El retablo de las maravillas, 1620-1623).

Otro acercamiento del mismo tipo se observa con el verbo ser en una construcción copulativa que sigue realizando una modificación nominal (una ronda de a pie), pero con la posible implicatura de cómo se andaba, según la construcción paralela con se hacía a caballo:

(77) En las ciudades de Borja y de Lamas hacían lo mismo los indios en sus velas, pero se añadía una ronda de españoles que de día y de noche daban vueltas a la iglesia y discurrían por la ciudad armados con escopetas y sables. En Borja, en donde no hay caballos, era de a pie la ronda o patrulla; pero en Lamas se hacía a caballo, con un oficial por cabo en ambas ciudades (Chantre y Herrera, Historia de las misiones de la Compañía de Jesús en el Marañón español [Ecuador], c. 1786).

Con todo, hay que esperar la llegada del siglo xix para encontrar en el CDH los primeros ejemplos de modificación del verbo, y con adjetivo anejo. Ambos casos proceden de México:

(78) -No te canses, Chepe, decía otro; para eso todos son unos, los blancos y los prietos: cada uno mete la uña muy bien cuando puede. Lo que tiene es que yo y tú robaremos un rebozo, un capote, o alguna cosa ansí; pero éstos cuando roban, roban de a gordo (Fernández de Lizardi, El Periquillo Sarniento [México], 1816-1827).

(79) Por fin, se acabó la operación y quedó el pobre animal retratable, y luego que se vio libre, salió para la calle como alma que se llevan los demonios, y yo, engreído con esta primera prueba, me determiné a hacer otra con un pobre indio que se fue a rasurar de a medio (Fernández de Lizardi, El Periquillo Sarniento [México], 1816-1827).

Los datos en el CORDIAM permiten adelantar a 1806 la fecha del primer uso como modificador del verbo, según consta en dos ejemplos argentinos del mismo autor. Citamos uno de ellos:

(80) pero arrimaron los Cañoñes / de a 18 q[u]e a la fachada de / la Catedral abrían unos / áujeros que pasávanse de a pie (Diario de un soldado [autor criollo, texto cronístico, Argentina], 1806).

En el mismo siglo, de a caballo y de a pie también extienden su uso a la modificación adverbial de un verbo o verbo nominalizado:

(81) No hubo corrida de a caballo, porque en la parroquia, por lo común, no se andaba sino en mulas (Díaz Castro, Manuela. Novela de costumbres colombianas [Colombia], c. 1858).

(82) -Nosotros no maltratamos el animal; lo atamos a un palo; tratamos de que pierda el miedo; no le damos de comer si no deja que se le acerquen; lo palmeamos de a pie; lo ensillamos y no lo montamos, hasta que se acostumbra al recado, hasta que no siente ya cosquillas; después lo enfrenamos, por eso nuestros caballos son tan briosos y tan mansos (Mansilla, Una excursión a los indios ranqueles [Argentina], 1870).

El hecho de haber encontrado un primer ejemplo en el que de a pie funciona como modificador del verbo no confirma nuestra hipótesis inicial, según la cual la gramaticalización podría haber seguido el camino hombre de a caballo > andar de a caballo12. Lo que sí se confirma es la tendencia a introducir de a en numerosos tipos de modificación, tanto de sustantivos como de verbos.

A partir de finales del siglo xix, brota hacia la superficie (americana) gran número de ejemplos con modificación del verbo:

(83) Don Liberato le sacó de a jeme, con riesgo de su dentadura postiza, y cubierta de un sarro amarillo-verdoso (Magón, “Una obra de misericordia”, en La propia y otros cuentos [Costa Rica], 1896).

(84) los lomillos habían pasado a mejor vida y no tenía una “arción” descompuesto como don Aquileo aseguraba, sino que carecía completamente de ella, pero arrancada de a raíz, sin correa ni estribo; carecía en absoluto de gurupera y la cincha, de las de dos argollas con cordelitos, estaba en sus últimos instantes, pues se conservaban enteros sólo cuatro o cinco de los veinticinco mecatillos que originalmente le daban vigor y fama (Magón, “Un almuerzo campestre”, en La propia y otros cuentos [Costa Rica], 1896).

(85) -A los pelaos también les gusta la sabana: que lo diga el daño que hacen. ¡En qué no se ve pa enlazá un toro! Necesita hayarse bien remontao y que el potro empuje. ¡Y eyos los cogen de a pie, a carrera limpia, y los desjarretan uno tras otro, que da gusto! Hasta cuarenta reses por día, y se tragan una, y las demá pa los zamuros y los caricaris (Rivera, La vorágine [Colombia], 1924).

(86) En sus idas por dos o tres días, el médico no veía nada de todo eso. Estaba muy viejo, su cabeza flaqueaba; y la aparición de una perdiz colorada metía un solo tema en su visita, lo mismo que el murciélago que entra en la celda del encerrado. Ágata lo veía morirse de a poco; a veces le mandaba un dulce blanco de membrillo y recibía unas cartas en las que más de una frase estaba trunca (Mallea, Todo verdor perecerá [Argentina], 1941).

(87) Mirá, es así: los camarotes daban a un pasillo, y por el pasillo se iba a un cafecito que había en una punta; por el otro lado trepabas una escalera y subías adelante del barco. La primera noche me la pasé en la cubierta, mirando Buenos Aires que se perdía de a poco (Cortázar, Final del juego [Argentina], 1945-1964).

(88) A esa hora si yo hubiera viajado solo me habría largado del tranvía para seguir a pie hasta el centro, para mí no es nada ir a pie desde el Once a Plaza de Mayo, una vez que me tomé el tiempo le puse justo treinta y dos minutos, claro que corriendo de a ratos y sobre todo al final (Cortázar, Final del juego [Argentina], 1945-1964).

(89) Tuvo la impresión de que debió arrancarse de al lado de Pilar, arrancarse de esa tentación de empujarla (Casaccia, La babosa [Paraguay], 1952).

(90) Siento que me quedé dormido de a tiro y que cuando desperté estaba en mi catre, con la vieja allí a mi lado consolándome de mis dolencias como si yo fuera un chiquillo y no este viejo desportillado que yo soy (Rulfo, El llano en llamas [México], 1953).

(91) -A tu salud, viejecita. pistola en mano se le echaron de a montón Rosa dejó caer su gran sonrisa mestiza y se chupó la fresa de los dedos (Fuentes, La región más transparente [México], 1958).

(92) Oye, la polilla se está parando. Le ha gustado y quiere más, qué tal. Camina borrachita, camina borrachita. ¿Y ahora nos la comemos de a deveras? Alguien va a quedar encinta, no se olviden que el serrano le dejó adentro tamaña piedra (Vargas Llosa, La ciudad y los perros [Perú], 1962).

(93) Cuando nos dispersaron después de bajar los restos, esos señores regresaron de a dos en dos, hablando muy bajo, como conspiradores (Donoso, Este domingo [Chile], 1966).

(94) Cuando andaba en el velocípedo usaba pantalones de acróbata, medias de gaitero y cachucha de detective, pero cuando andaba de a pie vestía de lino crudo, intachable, con zapatos blancos, corbatín de seda, sombrero canotier y una vara de mimbre en la mano (García Márquez, Cien años de soledad [Colombia], 1967).

(95) Otro atardecer -silbaban los grillos y alguna bala de rebote- se cruzan de a caballo con el jefe de la ciudad sitiada (Viñas, Los hombres de a caballo [Argentina], 1967).

El adverbial circunstancial de al lado también se usa en España en registros informales. El ejemplo citado a continuación, de Camilo José Cela, nos hace pensar que la tradición de usar de a también existió en los dialectos de España, con tendencia a disminuir por falta de hábito:

(96) -Pues que tu chica y yo no tenemos nada que echarnos en cara, las dos podemos tratarnos de a tú a tú (Cela, La colmena, 1951-1969).

Se trata del único ejemplo peninsular, y como tal, confirma que el camino principal de la gramaticalización de de a como preposición compuesta pasó, al menos en parte, por su intrusión en grupos con una sola construcción (tratar de tú).

La extensión incluye la función intensificadora, según se desprende del modificador del sustantivo de a puño en el siguiente ejemplo del CORDIAM:

(97) Respecto a lo que dice de la comedia de Zumel, tiene razón el colega -manifiesta una verdad de a puño (comentario periodístico, Uruguay, 1876).

6.2. Resultado

Parece que la modificación adverbial del verbo tuvo su origen en el uso polifuncional de la preposición combinada de + a en distintas construcciones, ya presentes desde siglo XVI, por medio de las cuales fue adquiriendo saliencia cognitiva como unidad compuesta. La modificación del verbo fue la última etapa, que sólo se dio en América. En el caso de a medias, se trata probablemente de una extensión de a medias a de a medias. Tal y como hemos enunciado desde una perspectiva sincrónica, los grupos con de a en la Tabla 1 tienden a coexistir con un grupo de una sola preposición, que puede ser de o a. Desde el punto de vista diacrónico, podría, en efecto, tratarse de intrusiones de la preposición compuesta de a, largamente disponible y polifuncional, en construcciones adverbiales corrientes con una sola preposición. Sin embargo, en otros casos, como en el de robar de a gordo, no se encuentra la construcción con una sola preposición. En tales casos, de a parece crear la función adverbial directamente a partir del adjetivo gordo. De ello se desprende que el hecho más importante es la emergencia de la preposición compuesta de a a partir del uso polifuncional de la combinación de + a. Que se introduzca un verbo (hombres de a caballo > los hombres andan de a caballo) o la preposición compuesta en lugar de una sencilla (andar a caballo > andar de a caballo), o que se añada la preposición compuesta a un adjetivo adverbial (equivocarse feo > equivocarse de a feo; recibir gratis > recibir de a gratis), es secundario. La preposición compuesta de a simplemente tiende a introducirse en la función adverbial. El proceso es propio del habla oral informal, a la vez que el habla culta tiende a rechazarlo, tanto en Europa como, aunque algo menos, en América.

Llama la atención que las primeras ocurrencias de la modificación del verbo se observen en obras literarias de índole informal. Los textos citados difieren asimismo de los textos cronísticos o técnico-administrativos del siglo XVI. El CORDIAM nos ofrece un ejemplo que demuestra la vinculación del uso de de a como modificador del verbo con el habla dialectal de Uruguay:

(98) Chingolo: Pancha, ¿cómo te va llendo,
ya tenés de a mano el guacho?
Pancha: Desde que te juíste tú
que no víene por el rancho.
(El valiente fanfarrón y criollo socarrón
[Uruguay, teatro], ~1860)

Ello nos lleva a pensar que la modificación del verbo no surge a principios del siglo xix, sino sólo en apariencia, cuando emergen a la superficie de los corpus. Los autores cuya lengua se representa en los corpus recogen un uso ya bien arraigado en la lengua hablada. Así las cosas, fuerza es constatar que la diacronía de la construcción se da en algún momento en la oralidad encubierta, no directamente accesible en los corpus. Los autores literarios que se preocupan por representar el habla americana “auténtica” son quienes la sacan a relucir en sus textos.

También hay que tener en cuenta que la documentación a propósito de la modificación de manera a partir del siglo xix no se origina solamente por haber autores que comienzan a dar la voz al uso americano. Hay que advertir además que la modificación de manera no es frecuente en textos administrativos, jurídicos, e incluso cronísticos. Este tipo de modificación tiende a usarse más en textos que narran acontecimientos dinámicos de modo directo, que hacen que el lector asista a los sucesos de forma un tanto espontánea. Por dar sólo dos ejemplos, el adverbio de manera tranquilamente sólo tiene 22 testimonios (= 1.7 casos por millón de palabras) en el corpus completo del CORDIAM, y rápidamente, 48 (= 3.8 casos por millón de palabras). Ello quiere decir que este corpus no favorece la documentación de adverbios de manera. En el CDH nuclear (subcorpus “novela”), la frecuencia normalizada de tranquilamente es de 25 casos por millón de palabras en el siglo xix, mientras que la de rápidamente equivale a 35 casos por millón. En consecuencia, la proliferación de literatura americana en el xix, que suele llamarse el siglo de la novela, fomentó como tal la búsqueda de recursos estilísticos para realizar las funciones adverbiales de manera-circunstancia.

7. LA RECONSTRUCCIÓN DIACRÓNICA EN EL ÁMBITO HISPÁNICO

La reconstrucción diacrónica es un método que se sirve de la variación lingüística para formular hipótesis sobre el origen de un fenómeno (véase Lüdtke 2001). Es particularmente útil y lícito cuando el fenómeno en cuestión pertenece a la diacronía oral no accesible de manera directa en los corpus con datos escritos. El caso más famoso es la reconstrucción del llamado “latín vulgar”, es decir, de la lengua popular hablada (véase Steffenelli 2003). Naturalmente, el método es especulativo, pero muy útil para formular hipótesis que luego permitan calibrar de mejor forma la investigación de fenómenos en las fuentes disponibles, ya que, según se sabe, las representaciones de la oralidad en los documentos escritos pueden ser muy marginales. Examinaremos desde esta perspectiva el caso de de a poco (§ 7.2). Así, pues, por especulativo que sea el método, hay casos en los que la probabilidad de determinado desarrollo es tal que podemos preferir una u otra hipótesis; en el caso que aquí nos ocupa, hay evidencia de este tipo (§ 7.1). Por último, la reconstrucción a partir del conjunto de las lenguas románicas nos permite cuestionar la base latina del uso de de a (§ 8).

7.1. Europa y América: tradición compartida y poligénesis innovadora

Los datos recogidos en la sección 3 nos permiten emprender una reconstrucción circunscrita al ámbito hispanoamericano. Una de las teorías habituales para explicar la diacronía del español hablado en América es la de la poligénesis, o sea, el desarrollo original del español hablado en América a partir de una base histórica compartida con Europa, con posibles coincidencias “poligenéticas”. Ahora bien, si un fenómeno surge únicamente en América, es poco probable que haya surgido en todas partes al mismo tiempo y de la misma forma. En otras palabras, si un fenómeno se produce en el Río de la Plata y no en el resto de América, cabe plantearse la hipótesis de originalidad americana. No es así en el caso de la preposición compuesta de a. Según se infiere de los ejemplos atestiguados en el corte de 1980-1989 (Tabla 4) y de los datos diacrónicos sobre la emergencia de la modificación del verbo a partir de principios del siglo xix (§ 6), el uso de la preposición compuesta para realizar funciones adverbiales es un fenómeno panamericano. Los primeros ejemplos lo confirman, puesto que provienen de los extremos geográficos de América, Argentina y México (§ 6), en textos relacionados con el habla oral de la localidad. No es probable que hayan nacido de forma independiente en estos dos países a la vez. Podemos suponer una base común.

Así las cosas, la reconstrucción diacrónica permite preguntarnos cuál era la base compartida del desarrollo. La cuestión puede parecer trivial, ya que todo lo español tiene una base histórica compartida. Sin embargo, no es lo mismo buscar el origen común de un fenómeno específico. La reconstrucción pura y dura podría formular la hipótesis según la cual un fenómeno panamericano tiene que haberse originado en España y trasladado a América con la colonización: la modificación habría existido ya en el habla oral peninsular de los siglos XV y XVI, haya prueba de ello o no. De este modo, no sería América la que se alejó de la tradición de uso, sino Europa, donde el empleo de de a con adverbiales habría desaparecido por motivos cuyo discernimiento quedaría pendiente de hacer. No nos parece lícito especular de esta forma. Hay que relacionar la especulación reconstruccionista con los datos empíricos. El hecho de no haber encontrado ningún ejemplo de uso como modificador del verbo en los corpus disponibles para esos siglos nos obliga a ser prudentes.

Lo que sí se puede afirmar es el uso polifuncional de la combinación de + a en el siglo XVI, y ya en contextos que favorecieron su percepción como preposición compuesta con significado unitario, como en el caso de las construcciones finales con de a ‘para’. Una vez constituida como preposición compuesta, pudo tener injerencia en muchas de las construcciones realizables con preposición, como lo son los adverbiales con preposición. En palabras de Menéndez Pidal (1963, p. 129), el fenómeno se encontraba “en estado latente”. Hemos constatado, por lo demás, que el uso americano fue más variado que el europeo. Parece que la variación continuó diversificándose en América, mientras que en Europa no se desarrolló de la misma forma por las cortapisas que lo limitaron a desenvolverse como modificador adjetival del tipo objetos de a dos pesos. A partir de la base polifuncional del siglo XVI todavía compartida con Europa, América desarrolló la polifuncionalidad de la preposición compuesta y llegó a poner en práctica la modificación del verbo. El hecho de no haber encontrado un solo ejemplo de modificación del verbo en el uso peninsular nos permite identificarlo como americanismo de construcción.

Para atribuir fecha a la modificación del verbo con de a, hay que partir de la primera atestiguación “aparente” en el CORDIAM, correspondiente a 1806. Si es cierto el análisis según el cual los primeros testimonios sólo recogen el uso informal ya arraigado, podemos concluir que el fenómeno se desarrolló en la oralidad “encubierta” de América entre el siglo XVI y principios del siglo xix. Evidentemente, no sería sensato excluir que el germen del uso oral se remonte a una fecha anterior. No podemos saberlo. Lo más prudente es colegir, con base en la evidencia, que la expansión de uso y el arraigo definitivo tuvieron lugar, muy probablemente, entre los siglos XVI y xix.

Hemos observado, además, evidencias de actitudes normativas del habla culta que tienden a rechazar el uso de de a para favorecer el empleo de una sola preposición. Disponemos, pues, de una hipótesis que explica por qué los corpus accesibles, en los que predominan los textos impresos, o sea, corregidos, no reflejan el habla oral en este caso. Según el origen de los ejemplos con correcciones manifiestas, la actitud normativa es o, mejor, era básicamente la misma en América y en Europa. La búsqueda de la identidad americana favoreció la emergencia de la modificación del verbo en los documentos americanos a partir del siglo xix.

7.2. De a poco, ¿unidad pionera?

La Tabla 4 (supra) sugiere una pista, una idea para realizar un estudio de caso desde la perspectiva de reconstrucción. Llama la atención que una de las unidades, de a poco ‘paulatinamente, poco a poco’, aparezca con cuatro variantes morfosintácticas, la última de las cuales corresponde a México. Los trabajos realizados en el marco de la teoría de la gramaticalización pusieron en evidencia que hay correlación positiva entre uso frecuente y producción de variantes (Thompson & Mulac 1991). Con 34 casos, todos americanos, de a poco y sus variantes constituyen el grupo sintáctico más frecuente en la década de 1980. Podemos suponer, además, que su riqueza variacional durante este período es un indicador de profundidad diacrónica, ya que frecuencia y variación presuponen tiempo. Si tenemos en cuenta que de a poco es la única unidad en la Tabla 4 con esta característica, cabe plantearse la hipótesis de que tuvo un papel de precursor en el desarrollo de la modificación de manera-circunstancia relacionada con un verbo (cf. hacer algo de a poco). En particular, esta unidad podría haberse desempeñado como pionera respecto a la combinación de de a con adjetivos, mejor dicho, con cuantificadores que tienen forma de adjetivo. Y, efectivamente, su uso se encuentra ya en el siglo XVI:

(99) y al poner primero enbarren la cortadura de encima con barro y paja por que no se seque por allí, y lo baxo con ceniza enbuelta en estiércol de bueyes y tanbién es bueno poner pedaços de azebuches o de raýzes de azebuches, o de raýzes de oliuas de a poco más de apalmo puestas prenden, y brotan (Herrera, Obra de agricultura, 1513).

Sin embargo, en este ejemplo se observa todavía la misma separación sintáctica que en la sección 3, sin inferencias de manera-circunstancia: las raíces de olivos (son) de // a poco más de // apalmo. Es un caso curioso, ya que incluye un segundo grupo del mismo tipo, escrito en una palabra, pero analizable en (de) a palmo, según se desprende de otro ejemplo usado por el mismo autor:

(100) Pónganlas [= las encinas] no más hondas de a palmo y digo que vayan espesas porque quando chicas son muy flacas y estando juntas mejor se defienden vnas con otras (Herrera, Obra de agricultura, 1513).

Desde el punto de vista sintáctico, se verifica que no se trata de una preposición compuesta, sino de una simple coocurrencia de dos grupos cuyos límites separan ambas preposiciones: más hondas de // a palmo. Hay otro ejemplo, con significado ya temporal, pero todavía con un sustantivo, tiempo:

(101) y, después de a pocos tiempos, Rómulo y Remo fundaron a Roma, que avía de ser cabeça del mundo, y començó a aver reyes en ella (Mejía, Silva de varia lección, 1540-c. 1550).

Podría tratarse de un contexto puente en el que el verbo fundar se combina con de a pocos tiempos, y en el que la frontera de los grupos sintácticos ya no separa las dos preposiciones. Con todo, se trata probablemente de un uso sincrético que confunde de a poco con de ha [hace] pocos tiempos. En lo que al sincretismo a/ha en sí se refiere, los datos del CDH (corpus completo) confirman la confusión con de ha poco:

(102) Pero como de a poco murió, non se trugeron aquellas divisas, ni ovo más memoria dellas (Escavias, Repertorio de príncipes de España, 1467-1475 [finales del s. XV o principios del s. XVI]).

No obstante, el análisis semántico no permite analizar el ejemplo citado como simple problema de confusión de grafía, puesto que el conector temporal después presupone la posterioridad del evento, a la vez que ha poco tiempo señala anterioridad: *después de ha pocos tiempos/de ha poco tiempo. Únicamente serían aceptables después de poco(s) tiempo(s) o desde/de ha/hace poco(s) tiempo(s). Sugerimos, pues, analizar el ejemplo como sincretismo reinterpretado. Si seguimos afinando el análisis pasando del CDH nuclear al CDH completo, se confirma la hipótesis de un sincretismo reinterpretado: ‘ha(ce) poco > poco después > poco a poco’, cuya fase intermediaria ‘poco después’ se advierte en el ejemplo citado a continuación, pero ya interpretable como ‘poco a poco’ si el contexto cambiase:

(103) Y assí se van los carneros cada uno a su cabo, y corriendo con gran quexa e ímpetu para donde estava el lobo en medio del prado. Y juntamente llegando, ferieron al lobo. El golpe doblado fue tan grande que el lobo cayó en el suelo, quebrantadas las costillas y medio muerto, ensuziándose de su estiércol. Mas de a poco retornando en sí, dixo: -Ni aun me curo por esta injuria, ca yo he de ser oy farto según esta mañana me figuró el rabo (Vida de Ysopo, c. 1520).

El siglo XVI parece fijar el uso en la fase intermedia, según lo confirma la posible inserción de los sustantivos rato y tiempo:

(104) lleuáronle desde allí, dentro de muy pocos días, a Picigniton, ques fuerça qual para aquello cumplía, y fue el Señor Alarcón el que en guarda le tenía, hasta que de a poco tiempo le traxeron a Castilla, de donde con libertad para Francia se boluía. (Padilla, Romancero [España], 1583)

(105) otras vezes muestra que [el enfermo] afloxa porque naturaleza lançará del coraçón el primer assalto del veneno, y dende a poco rato morirá el enfermo, que no echará el segundo assalto ni lo resistirá, por quedar cansada y flaca del primero, crecerá la malicia del veneno y acercarse ha más al coraçón que no lo hizo al principio (Traducción del Tratado de la peste de Marsilio Ficino [España], 1598).

Hay otro ejemplo, del registro coloquial, que refleja ya una polifuncionalidad productiva:

(107) Y cuando visitaba algún enfermo, conforme al beneficio que le había de hacer, metía la mano y sacaba una, diciendo primero entre sí: “¡Dios te la depare buena!”, y así le daba la con que primero encontraba. En sangrías no había cuenta con vena ni cantidad, mas de a poco más o menos, como le salía de la boca. Tal se arrojaba por medio de los trigos (Alemán, Primera parte de Guzmán de Alfarache, 1599).

El pasaje tendrá que leerse “mas (en el estilo/en la manera) de «a poco más o menos»”, es decir, aproximadamente. Se puede ver una frontera sintáctica entre las dos preposiciones, pero la situación no es lo suficientemente clara. No estamos lejos de algo como hacer las cuentas de a poco más o menos.

Es muy llamativo que no haya más ejemplos de uso después del siglo XVI, para el que el CDH completo arroja 12 ejemplos, hasta finales del siglo xix, época en la que de nuevo comienzan a aparecer las ocurrencias, 60 en total (hasta el año de 2003), ahora todas americanas, en textos literarios, y ya con el significado ‘poco a poco’. El primer ejemplo es de 1890:

(108) Y seguía pasando el ganao, sin avistarse la cola, como avispas que salen del nidal y se van juntando de a poco, cerquita, en borbollón; o lo mesmo que se alborotan las hormigas cuando un animal yeguarizo mete la mano en el cerrillo, y lo achata de golpe y zumbido (Acevedo Díaz, Nativa [Uruguay], 1890).

No puede haber mejor prueba de una diacronía bifurcada: la tradición incipiente del siglo XVI desaparece en España para reaparecer en América, en el momento en que la literatura empieza a tomar en serio el habla americana. El uso está atestiguado en distintos países: Chile, Guatemala, México; pero sobre todo en el Río de la Plata: Argentina, Paraguay, Uruguay. Suponemos que la preferencia de uso en el Río de la Plata es una simple consecuencia del costumbrismo regional que destaca en esta zona. Dicho de otra forma, el uso debió de haber sido simplemente americano, pero la documentación escrita dependió de la atención que se prestaba al uso endógeno.

En esa época ya había innovaciones en el uso americano. La primera ocurrencia de la variante de a pocas, en femenino plural, empleado juntamente con de a puño, aparece incluso poco antes en un texto polémico-coloquial:

(109) La Ilustración española y americana dijo no ha mucho que se veía en la necesidad de hablar una cosa como francés, como castellano, para ser entendida por los españoles; pues si hablamos lengua pura, ¿quién nos entendería? Estos chapetones sí que no se andan en chiquitas, y dicen unas de a puño, de las de a pocas en libra. Nosotros, semibárbaros del Nuevo Mundo, pensamos por el contrario que, lejos de dar pábulo a la ignorancia y fomentar el abuso, los que llevan la voz o tienen la battuta, deben dar la ley de la cultura, oponiéndose a pecho descubierto a la prostitución y ruina de lengua tan primorosa como la castellana (Montalvo, Las catilinarias [Ecuador], 1880-1882).

El hecho de que sea la misma época, pero en una zona (Ecuador) muy alejada de la otra (Uruguay), confirma la hipótesis de una tradición panamericana. Sin embargo, el uso sigue la tendencia a indicar tipos de una clase, o sea, no hay modificación del verbo, y éste constituye el único ejemplo con de a pocas en toda la diacronía. Como mucho podemos decir que la variante de a pocas se encontraba disponible.

En 1889, con muy poca diferencia respecto de la fecha del caso uruguayo (1890), se detecta el primer ejemplo de la variante de a poquito en Argentina:

(110) A medida que procuraba ajustar su visión a la media luz de la sala, aspiraba de a poquito, como olfateando, el aire impregnado de emanaciones olorosas de los muebles, de las flores marchitadas en las macetas, de las pastillas consumidas y olvidadas en un rincón de la chimenea (Podestá, Irresponsable. Recuerdos de la universidad [Argentina], 1889).

De a poquito aparece 12 veces en el CDH completo, de 1890 a 1991, en Argentina, Chile y Paraguay.

Las variantes de a poco, de a poquito, de a pocas, cuyo primer testimonio se da prácticamente de forma simultánea a finalesdel siglo xix, confirman la idea de que el uso en América de tales o semejantes modalidades se encontraba ya bien arraigado en el ámbito de la oralidad, que emerge a la superficie de los datos escritos del corpus en el momento en que los americanos empezaron a dar muestras de su modo de hablar. Si es correcto que frecuencia de uso y riqueza variacional indican cierta profundidad histórica, podemos afirmar que el empleo de de a poco ‘poco a poco’ como modificador de manera-circunstancia de un verbo es muy anterior a los últimos años del siglo xix. El hecho de que este fenómeno apareciera en zonas geográficamente alejadas apunta incluso a un origen compartido ubicado ya en el español colonial del siglo XVI. Y, en efecto, hemos encontrado casos en este siglo que demuestran un primer paso en la cadena reinterpretativa ‘ha(ce) poco tiempo > poco después > poco a poco’. Ello quiere decir que la dinámica diacrónica había recibido un primer impulso en el siglo XVI, sin haber completado el camino. Si bien no podemos decir nada del habla oral en el siglo XVI, es posible que la tercera etapa de desarrollo haya tenido lugar en América.

En definitiva, desde el punto de vista metodológico, podemos confirmar que la perspectiva de la reconstrucción diacrónica a partir de datos sincrónicos variacionales (cf. supra, Tabla 4) nos permite calibrar la búsqueda empírica de testimonios, en este caso con la hipótesis de que de a poco desempeñó el papel de pionero en ese largo recorrido. Lo menos que se puede decir es que la variación sincrónica lo sitúa como un sugerente estudio de caso. La integración del diminutivo en el grupo, el uso del femenino plural y el lenguaje informal de algunos de los ejemplos comprueban la hipótesis de una vinculación con la diacronía oral-informal. La frecuencia elevada y la producción de variantes corroboran el supuesto de que esta unidad ejerció de precursora, al menos en lo que concierne a la transposición de de a a la modificación del verbo y, quizás a consecuencia de ello, de su reinterpretación como preposición compuesta. En efecto, en el ejemplo uruguayo de 1890 y en el argentino de 1889, ya no hay una simple combinación de preposiciones en las que de pertenecería todavía al verbo. Si bien el estudio de caso no ha permitido antedatar la modificación del verbo respecto de la fecha de 1806, cuyos testimonios se brindan en la sección 6, no carece de interés que a la variación polifuncional del siglo XVI haya seguido una fase de “silencio de los corpus”, que sólo terminó con el advenimiento del siglo xix. Asimismo se confirma que en el español general del siglo XVI hubo una base común de tipo polifuncional en la que la modificación del verbo permaneció “en estado latente”. A partir de esta base, la construcción se desarrolló y diversificó en la oralidad encubierta hasta surgir en los corpus al principio del siglo xix.

8. LA RECONSTRUCCIÓN ROMÁNICA

8.1. Estado de la cuestión

En las secciones precedentes nos hemos limitado al análisis de una sola lengua, la española. Ahora bien, la fuente común de la que provienen las lenguas románicas sugiere que también se atiendan el latín y las lenguas románicas en general, para determinar si nuestro objeto de estudio no se involucra en un fenómeno más amplio. En cuanto al caso que aquí nos interesa, la bibliografía tradicional sostiene que el latín clásico usaba poco o nada los adverbiales con preposición y adjetivo, esencialmente por usar el sistema de casos para especificar las circunstancias que acompañan un evento verbal (Hummel et al. 2019). Sin embargo, desde el punto de vista de la reconstrucción diacrónica, el hecho de que los adverbiales con preposición se usen en todas las lenguas y variedades románicas (véase la lista de adverbiales con preposición y adjetivo equivalentes en Hummel 2019a) permite afirmar que debe de haber existido una base común en latín. Si esta base no fuese detectable en los corpus escritos, habrá que asumir su uso en la oralidad encubierta.

Esta hipótesis constituyó uno de los pilares del proyecto “The third way: Prepositional adverbials in the diachrony of Romance” (2018-2022)13. El estudio de Solari Jarque (2021 y 2022) vino a confirmar parcialmente la hipótesis. En efecto, y contrariamente a la bibliografía, los adverbiales con preposición y adjetivo se usaban con bastante frecuencia en el latín escrito; por ejemplo: a salvo ‘a salvo’, de plano ‘de manera fácil’, ex alto ‘desde arriba’, per occultum ‘ocultamente’, in vanum ‘en vano’. Muchos de ellos se transmitieron al español, según se desprende de los equivalentes en español moderno. Solari Jarque documenta su uso sistemático desde la época arcaica (siglo 3 a.C.) hasta el siglo 4 d.C. (fin del corpus), sobre todo en textos más bien técnicos o intelectuales, es decir, en la lengua culta (Solari Jarque 2021 y 2022; cf. García Sánchez 2021 acerca del lenguaje jurídico). En concreto, el autor encuentra unos 200 adverbiales preposicionales con adjetivo (tipos) atestiguados en 3 600 ejemplos. Desde el punto de vista morfosintáctico, todas las variantes detectadas usan una sola preposición y el masculino-neutro singular del adjetivo, tales como lat. de pleno ‘en abundancia’, in serium ‘en serio’. En otras palabras, se rechazan los tipos como el del esp. a las claras.

Se observa, pues, una tradición bifurcada en la que la tradición culta, con casos como, por ejemplo, por cierto, sobre seguro, de seguro, y cuyo modelo se encuentra ya en latín, coexiste con una tradición popular que acumula marcas morfosintácticas aparentemente ilógicas; por ejemplo, a las claras, a secas, a la continua, por las buenas y, por supuesto, de a feo. Es lo que habíamos intuido ya a partir de datos del francés y del español (Hummel 2019 y 2019a). El estudio del latín realizado por Solari confirmó lo que no pasaba de ser una intuición. El presente estudio lo confirma nuevamente, puesto que concluye que el origen de la preposición compuesta de a se encuentra en la oralidad informal encubierta, esto es, no visible en los corpus. Así las cosas, fuerza es suponer procesos diacrónicos de coloquialización y vulgarización que parten de los adverbiales con una sola preposición y acaban también por afectar los adjetivos adverbiales (gratis > de a gratis). El término tradicional de vulgarización se refiere a las transformaciones que recibe una forma al pasar de la lengua culta a la lengua popular. Añadimos el término de coloquialización porque en el habla culta también puede coexistir una expresión formal con una expresión coloquial, como en el caso de contino/continuo (formales) frente al de a la continua (Hummel 2019b). El uso de la unidad de a sería, pues, resultado de vulgarización o coloquialización, sin que podamos fecharlo con certidumbre en la diacronía latino-romance. La hipótesis inicial de cierto uso marginal de estas formas en la lengua latina no se confirma en el caso de los adverbiales con una sola preposición, ya que eran comunes a lo largo de la diacronía del latín. La hipótesis del origen oral se confirma, sin embargo, para los adverbiales con más de una preposición, así como para los que llevan marcas “ilógicas” de género y número, o los que usan el artículo determinado, ausente, desde luego, en las construcciones latinas.

8.2. El uso de adverbiales con preposición compuesta en las lenguas románicas

En lo que atañe al uso de la preposición combinada de a, Solari (2022) no aporta testimonios del latín; tampoco es su uso panrománico. La herramienta reconstruccionista no permite, pues, asumir su origen latino, pero el estudio empírico del latín lo corrobora. Sin embargo, si observamos el uso de la combinación “de + a” en las lenguas románicas, salta a la vista el caso del rumano, en que se usa con mucha frecuencia de-a, escrito con guión, para señalar su carácter de preposición no solamente combinada sino compuesta (Chircu 2007; y acerca de las variantes dialectales, Chircu 2013, 2021 y 2022). Según se advierte en la Tabla 5, el uso de preposiciones compuestas, incluida de-a, abunda en esta lengua (cf. Chircu 2007).

Tabla 5 Adverbiales con la preposición compuesta “de-a” en rumano 

Rumano Estructura morfosintáctica Traducción literal
de-adevăr(at)(elea) 14 de-a + de + LEX + -e + le + a ‘de a de las veras’
de-a lung(ul) de-a + LEX + ø / -ul ‘de al largo’
(pe) (de)-(a)-ntreg(ul) pe + de-a + LEX + ø / -ul ‘sobre de a integral’
cu de-a frica cu + de-a + LEX + -a ‘con de a pavor’
pe de-a moca pe + de-a + LEX + a ‘sobre de a gratis’

Como en español, los adverbiales con preposición suelen incluir además otros elementos gramaticales: artículos, marcas de género y de número (compárense por las buenas, a lo tonto, etc.). En los ejemplos del rumano, lengua que usa artículos flexivos15, se observa el uso de -ele (combinación del plural femenino -e con el artículo definido -le, equivalente al esp. las), -ul (artículo definido en masculino-neutro singular, equivalente al esp. el, lo; diacronía: flexión masculina-neutra -u + artículo -l >ul) y -a (sustantivo o adjetivo definido en femenino singular, esp. la; diacronía: flexión femenina + artículo femenino -a >a). Podemos, pues, observar una gran similitud en el esquema morfosintáctico con el español hablado en México, sólo que la riqueza variacional es mucho mayor en rumano.

Según se deduce de los ejemplos, el rumano combina con gran facilidad hasta tres preposiciones. En este contexto, sorprende la gran similitud del rum. de-adevărat(elea) con el esp. mex. de a de veras. La analogía abarca tanto la etimología de la raíz como la estructura morfosintáctica con sus cinco marcas morfológicas. Si, además, es cierta la hipótesis según la cual la llamada -s adverbial, por ejemplo, en veras, foras, cercas16, constituye un antiguo morfema de plural (Hummel, en preparación), la similitud es todavía más sorprendente, ya que el rum. -ele es el femenino plural con artículo definido, o sea, la analogía excluiría otras hipótesis etimológicas propuestas para explicar el origen de la -s adverbial. Cuesta pensar que tanta analogía pueda ser simple coincidencia. La única disimilitud es el sufijo adverbial -a, al final del adverbio (-ele-a). Notemos que el uso final del esp. de a ‘para’, atestiguado en § 4.1, también se observa en rumano: de a mânca ‘para comer’, de a pleca ‘para salir’, mă tem (de) a cădea ‘tengo miedo de caer’, con el detalle de que a es la marca del infinitivo, como en el inglés to (to eat).

Desde el punto de vista tipológico, la analogía mexicano-rumana recuerda la teoría de los rasgos lingüísticos, generalmente conservadores, que comparten las zonas “laterales”, es decir, periféricas, de la Romania (Bartoli 1925, pp. 6-9). Dicho de otra forma, según Bartoli, la misma tradición o fase de desarrollo del latín puede manifestarse de la misma forma en zonas periféricas de la Romania, justamente por haberse desarrollado lejos de los centros, en la diacronía oral. La fase de desarrollo que se manifiesta en las zonas periféricas se correspondería con un estado más antiguo de la lengua latina. El autor menciona explícitamente la Dacia, zona del rumano de hoy, y la península ibérica como áreas laterales, e Italia y Galia como las áreas céntricas (“di mezzo”). Notemos, sin embargo, que no nos constan casos de uso de de a en el portugués, tanto europeo como brasileño. Según Bartoli, debería tratarse de una forma muy antigua, empleada también, naturalmente, en Europa. Habría que explicar entonces por qué el fenómeno no se produce en la península ibérica, caso que contradiría la teoría de Bartoli, o por qué desapareció en Europa tras haber existido al menos hasta la colonización de América.

De forma más general, también podemos interpretar el concepto de periferia en el sentido de zonas con menos influencia de los desarrollos que marcan los centros culturales históricos de la Romania. Estos desarrollos céntricos (opuestos a los periféricos) suelen verse más influidos por los procesos de normalización y, por ende, de exclusión de variantes “incorrectas”. Recuérdese que en Tabla 1 el estándar tiende a preferir la variante con una sola preposición. Por cierto, desde el punto de vista hispánico, México no es el mejor candidato para una variedad “periférica”, ya que se considera portador de una de las variedades americanas más cercanas a la peninsular; pero si tenemos en cuenta que la Tabla 2 presenta ejemplos cotidianos, próximos al extremo informal-oral, ya no parece tan descabellado pensar en tradiciones “periféricas”, cuyas manifestaciones orales se mantienen poco influidas por la norma lingüística. En otros términos, dentro de una misma lengua también hay periferias que pueden conservar usos más antiguos.

La hipótesis de reconstrucción consistiría, pues, en proponer que la tradición de combinar preposiciones en grupos con función adverbial podría remontarse incluso a fases anteriores del latín clásico, pero limitada a las zonas periféricas de latín. Habrían subsistido justamente porque se usaban allende los centros culturales del Imperio romano.

8.3. El uso de preposiciones combinadas en las lenguas románicas

Sin limitarnos a la función adverbial, podemos decir que la combinación de preposiciones es un fenómeno panrománico. Citemos algunos casos del uso actual: it. al di là, al di fuori (con orden inverso respecto al esp. de a fueras); esp. además; fr. en dehors de, au-delà; pt. ademais; rum. deasupra. Forman parte de una práctica mucho más amplia que establece un fenómeno característico de los sintagmas preposicionales en toda la Romania: las preposiciones complejas, en las que no sólo se combinan preposiciones, sino también artículos definidos y marcas de género y número (v.gr.: a las buenas; cf. Fagard et al. 2019). Es ésta la base que comparten todas las lenguas y variedades románicas; de a es sólo una entre muchas combinaciones más. Por lo tanto, no sorprende que de a se haya arraigado en unas variedades de la Romania, pero no en otras. Donde el italiano usa al di fuori, el español pudo preferir de a fueras. Volviendo al intento de reconstrucción románica, no podemos, pues, suponer una tradición panrománica que usaba la combinación específica de a, sino sólo una tradición común que combina con bastante virtuosismo preposiciones y artículos. La preposición combinada y luego compuesta de a nace a partir de este juego, al menos en rumano y en el español de América.

Con base en la distinción de Bartoli entre áreas céntricas (di mezzo) y áreas laterales, podemos quizás asumir que las segundas, en particular el rumano y el español, tienden a usar de a al lado de a de (esp. además, adrede), donde las primeras, el francés y las variedades de Italia, prefieren a de. Ello incluye las variedades del centro y sur de Italia, es decir, parte de la Romania oriental. En efecto, parece que estas variedades sólo conocen el orden a de [= ri], como en el ejemplo abajo del montellese (Campania), según Koch y Vecchia (en preparación), y en napolitano, donde Ledgeway (2009, pp. 710-715) sólo atestigua el orden a + de:

(111) Montellese lè rimasto tutto a ri secco;
lit. ‘to him everything remained at of dry’;
[translation: ‘he remained completely out of
gas/alcohol, etc.’];
a ri secco.

Si tenemos en cuenta que el uso del orden inverso, supuestamente “periférico”, también se observa en italiano estándar con davvero, que de alguna forma se remonta al lat. de ab > it. da, la hipótesis de un desarrollo exclusivo de de + a vs. a + de en una de las dos zonas no se puede mantener, o solamente como tendencia. Recuérdese que en el español de México hemos atestiguado el uso de de a más como equivalente de la variante del español general además. Azaretti (1977, p. 301) menciona casos de la combinación lat. de ab en ligur: lat. de ab ante > davanti [tb. italiano] y lat. de ab bassu > dabassu. Es decir, el fenómeno también existió en la actual Romania occidental situada en el área “céntrica”. Véase además la rica documentación de otras combinaciones de este tipo en Andreose (2006, pp. 7-13), Lehmann (2019) y, para el portugués, Pinto de Lima (2019).

Hay más ejemplos en el dominio gálico, con el orden a de, extraídos del Französisches etymologisches Wörterbuch (FEW = Wartburg 1922-2002):

Francés antiguo, siglos xi-xiv, adecertes con función adverbial ‘cierto, a las ciertas’: (también francés antiguo, siglos xii-xiii, ‘seriamente’; en antiguo normando [c. 1170] torner a de certes ‘tomar en serio’) < adverbio, siglos xi-XVI/XVII, à certes, de larga difusión (FEW II, 611a, s.v. “certus”, II.3a).

Dialectal (oeste: poitevin), siglo xix, à(-)de(-)grou, literalmente ‘a de gordo’, con función adjetival ‘penoso malo; de mala gana’, variante de un tipo dialectal del noroeste (normando, poitevin, siglo xix, à gros, au gros, de grout) (FEW IV, 276a, s.v. “grŏssus”, I.1.d.ß).

Francés medieval, desde c. 1250, a deplain ‘completamente’, variante rara de un adverbio en francés antiguo y medio, siglo xiii, de plain, de plein (FEW IX, 59b-60a, s.v. “plēnus”, I.1).

Francés medio à d’mal ‘penoso’ (> también adverbio dialectal à de mal, de larga difusión en el oeste, ‘penoso; peligroso’) (FEW VI/1, 125, s.v. “malus”, 2.a).

Este último parece ser una variante del tipo à mal (también en mal), que persiste en francés moderno como arcaísmo lexicalizado: prendre quelque chose à/en mal, tourner en mal (desde 1690) ‘ver el lado malo’, aller à mal (desde 1567) ‘estar enfermo; agravar’, y en francés moderno general mettre à mal ‘violar; tratar mal’ (Wissner 2023, p. 17, y en preparación). El fr. a deplain se corresponde etimológica y semánticamente con su equivalente en el esp. mex. de a lleno, atestiguado en la sección 1. Ambas formas se remontan al lat. de pleno o ad plenum, documentados en Solari (2022, pp. 208-209).

En suma, la tradición de combinar preposiciones se originó en el propio campo de uso de las preposiciones, principalmente en las de lugar, dirección y tiempo. Acabaron por proponerse como expresiones alternativas, quizás más atractivas en el habla oral que en la escrita, donde podrían haberse sentido como “ilógicas” o “innecesarias”. Consecuentemente, se introdujeron en distintas construcciones, de modo que crearon la polifuncionalidad típica que hemos identificado como base común, de la que pudo arrancar en la lengua española el uso de de a en adverbiales modificadores del verbo.

8.4. Las preposiciones combinadas del latín

Ya en la época latina, la práctica de combinar hasta tres preposiciones era muy vital y productiva en los adverbios de lugar-dirección y de tiempo; baste con recordar el origen del esp. desde < lat. de ex de. Se trata de campos semántico-funcionales naturalmente propicios al uso de los conceptos expresados con preposiciones, sobre todo si se concibe la expresión de tiempo como metáfora con base locativa, como lo es el caso justamente de desde (Luraghi 2010, pp. 94-96). En su estudio sobre los textos latinos escritos en el sureste europeo, Mihăescu (1978, p. 262; cf. Vincent 2020) llega a la siguiente conclusión:

Dans le langage parlé, on pouvait unir deux prépositions ou une préposition et un adverbe, afin d’obtenir un mot à valeur expressive particulière, à fonction adverbiale ou prépositionnelle. Ces termes composés étaient très répandus et ont survécu en grande partie dans les langues romanes: [lat.] ab ante, it. avanti, fr. avant ; [lat.] de ab ante, it. davanti, fr. devant; [lat.] de intro, roum. dintru, it. esp. port. dentro, prov[enzal], cat. dintre, etc. Leur fréquence dans les textes et dans les inscriptions était bien plus grande qu’il n’apparaît au vu de leurs dérivés dans les langues romanes; aussi le phénomène peut-il être considéré comme l’un des plus répandus et des plus populaires de l’histoire de la langue latine. Bien que les sources écrites des provinces sud-est européennes ne l’attestent qu’en faible mesure, on peut déduire du matériel comparatif qu’il a dû jouir, dans ces régions aussi, d’une grande faveur.

El autor añade una centena de frases preposicionales con función adverbial, básicamente de lugar y de tiempo. En lo que a la combinación lat. de ab se refiere, el autor cita dos casos: lat. de ab ‘desde’ (de ab odierno die) > it. da; lat. de ab ante ‘desde antes’ > rum. de ainte. Otras combinaciones son lat. de de inde (> rum. di dinde); lat. *de in17 (> rum. din); lat. de in ante > lat. denante (> rum. dinainte, it. dinanzi ); lat. de in antea > lat. denantea (> rum. dinaintea); lat. de insuper (> rum. dinspre); lat. in ab ante (> rum. înainte); lat. in ab intea (> rum. înaintea); lat. in ad foras (> rum. înafară); lat. in ad intro (> rum. înăuntru); lat. in ad post (> rum. înapoi); lat. in de retro (> rum. îndărăt); lat. in per anno, lat. in per una (> rum. împreună). Como en el español actual, solían usarse los mismos adverbiales con una sola preposición; con ello se confirma la dinámica de intrusión de una segunda preposición.

Algunas contracciones ya se dieron en latín; y a juzgar por las formas, no fue sólo un problema de grafía, sino de contracción más fuerte: lat. denante, denantea, insuper. Si tenemos en cuenta que algunos adverbiales con preposición sencilla se acercan por inferencia a una modificación de manera, como en el caso del lat. de repente, ad directum ‘directamente’, de subito ‘de repente’ y de semel ‘de una vez’ (Mihăescu 1978, pp. 262- 266), podemos pensar que la tendencia a insertar una segunda preposición también pudo afectar con el tiempo la modificación de manera. Ello se refleja claramente en el rumano antiguo, donde coexisten los usos locales y temporales, que son predominantes, con los usos de manera-circunstancia del tipo de-a firea ‘de hecho, realmente’ (Chircu 2008, pp. 109-114).

No trataremos la diacronía interna del latín (al respecto, véase Hamp 1888 y, sobre todo, Porcel Bueno 2022, pp. 32-34). Lo que aquí nos importa, en cambio, es la continuidad latino-romance, que Mihăescu ha puesto en evidencia. A partir de tal continuidad, se comprueba que el uso de de a en el español de América se sitúa en una línea diacrónica que se remonta al latín. Hamp (1888, pp. 365-366) ofrece datos que confirman la presencia del lat. de ab, pero no se pronuncia sobre los aspectos diacrónicos y dialectales. En conclusión, se observa la existencia de un auténtico crisol de preposiciones combinadas, con de ab incluido. Podemos añadir un caso muy parecido al de de a: la formación ibérica18 lat. per ad > esp./port. para, con univerbación, como en lat. de ab > it. da.

Solari (2022) observa una marcada tendencia en toda la diacronía del latín al blanqueamiento conceptual de las preposiciones, o sea, a su conversión en simples marcadores de adverbialidad, como en el caso con de a en el español actual. El autor cita muchos ejemplos de sinonimia: ad/in serium ‘en serio’, de/ex audito ‘de oídas’, ex commodo/per commodum ‘con comodidad’ (pp. 109 ss.), in/ex oculto vs. per ocultum (p. 162). El blanqueamiento es particularmente notable en el caso de la preposición ex, que no ha sobrevivido en los adverbiales con preposición y adjetivo en romance, a no ser en cultismos prestados del latín, como, por ejemplo, ex aequo. Respecto del uso de preposiciones en tales esquemas, Porcel Bueno (2022, p. 33) alude a efectos de refuerzo pleonástico y a la función de reactivar la función adverbial inicial. Esto último produce formas que son sinonímicas con el adverbio simple, como, por ejemplo, intus vs. de/ab intus, y longe vs. de longe. Ello viene a decir que tales formas adoptaron de manera progresiva una función de marcadores de adverbialidad, básicamente circunstancial.

8.5. La crítica normativa se remonta a la época latina

Según dice Mihăescu (1978) en la cita reproducida en § 8.4, combinar una preposición con adverbios en latín fue práctica de índole popular, cuya dinámica habría sido superior a la que reflejan los documentos escritos. Efectivamente, según Pinkster (1990, pp. 207-208) y Porcel Bueno (2022, p. 41), los hablantes cultos en la época latina criticaron duramente el uso de una preposición en argumentos del verbo para sustituir los casos sin preposición. El uso de preposiciones era sospechoso. Parece lícito pensar entonces que el uso de dos preposiciones debió de haber sido todavía “más popular” que el de una sola preposición. Parece que tales casos sólo se conservaron en romance canónico si la lexicalización se encontraba en estado muy avanzado ya en los orígenes de las lenguas románicas, como en italiano estándar davanti. Desde muy temprano, la escritura romance aceptó únicamente las combinaciones en casos de univerbación. Por eso, el fenómeno de combinación queda algo oculto a la hora de examinar la lengua del siglo XVI en la expresión escrita, que sólo conoce resultados del tipo esp. desde, adrede. Tal es la razón por la cual el uso de de a sorprende tanto. No es que la combinación muy variada de preposiciones no haya existido antes. Por el contrario, fue la elaboración del español como lengua culta (escrita) lo que eliminó el fenómeno.

De manera opuesta al rumbo que iba a tomar la lengua culta, la dinámica popular continuó en la misma línea, por lo que llegó incluso a producir combinaciones de tres preposiciones. Desde la época latina, la proliferación popular corre parejas con el rechazo culto. Escribe Servio, ya en el siglo 4 d.C. (apudPorcel Bueno 2022, p. 42; traducción en Solari 2022, p. 25):

Erit enim nomen, quo modo nominibus interdum pro adverbiis utimur, ut ante dictum est. Illud fideliter tenere debemus, numquam separatim praepositionem adverbiis posse coniungi, veluti de mane, de noctu. Quod autem invenimus indocte et infrequenter, sunt quidem praepositiones, sed non separatim, sicut sunt etiam illae particulae, quas ipse ponit artigrafus, desursum, deorsum, deinceps (Keil und Mommsen 1864, pp. 439-440).

Debemos guardar con celo lo siguiente: nunca pueden unirse separadamente una preposición y un adverbio, como de mane o de noctu. Lo que encontramos de manera inculta e infrecuente son ciertas preposiciones, pero no de forma separada, como lo son aquellas partículas que el propio gramático incluye como desursum, deorsum o deinceps (‘desde arriba’, ‘hacia abajo’ o ‘siguiente’).

De esta forma, la combinación de unas preposiciones con otras y con adverbios pasó, efectivamente (fonética), o sólo formalmente (ortografía), de las zonas productivas del lenguaje, donde se combinaban las preposiciones de forma muy variada, al campo del léxico. Percibimos además o dentro (< lat. de intro) como una sola palabra, como adverbio léxico, y ya no nos damos cuenta de la dinámica productiva subyacente19. En el caso de México, se puede mencionar el adverbio endenantes ‘antes, hace poco’, de uso rural y con s adverbial. Se trata de una tradición de lexicalización que se remonta al latín tardío inculto. Así, la combinación variada de preposiciones recibe de manera muy temprana un frenazo normativo. Si no hemos encontrado particular influencia de los movimientos normativos modernos, el purismo, el racionalismo y la corrección escolar (cf. § 3), es porque el rechazo se retrotrae a la antigüedad, quizás algo reforzado por el Renacimiento humanista, según hemos podido observar (cf. § 4.4). El latinista del humanismo rechazó la sustitución de los casos por grupos preposicionales y, de cierta forma, su uso “abusivo” en general. En el caso de los adverbiales con preposición y adjetivo, el latinista no quería ni ver que se usaban. Esta tradición vinculada a una visión dogmática de latín clásico continúa hasta la actualidad. Como mucho, la bibliografía atestigua para los adverbiales con preposición y adjetivo un uso marginal (cf. § 1). Había que esperar la publicación de Solari (2022) para tomar conciencia de su uso sistemático, incluso en la lengua culta, aunque restringido a una sola preposición o al adjetivo en masculino singular.

9. CONCLUSIÓN

El uso de la preposición compuesta de a en el español americano no surge ex nihilo. Esta impresión asoma por el correlato del habla culta que desde la época latina repudiaba el uso de preposiciones combinadas, excepto en unidades univerbadas y plenamente lexicalizadas del tipo desde (< lat. de ex de). Sin embargo, la tradición popular de combinar las preposiciones es muy antigua. Se observa en latín, en todas partes, tanto en zonas céntricas como en las periféricas. Se mantiene mejor en las zonas “laterales” de las lenguas románicas, simplemente porque el influjo de los centros culturales fue menor. Si exceptuamos el rumano, cuyas combinaciones de hasta tres preposiciones pasó a la norma culta, sin duda a raíz de la estandarización tardía en el siglo xix, el fenómeno dejó pocas huellas en la documentación escrita accesible en los corpus. Se convierte asimismo en fenómeno de oralidad encubierta.

La modificación del verbo se presenta como fenómeno de los márgenes, incluso en la tradición popular. El análisis de los corpus escritos nos hace entrever cierta polifuncionalidad en el uso de de a durante el siglo XVI, pero impide columbrar siquiera la oralidad encubierta. Tanto el análisis del latín en la sección 8 como la reconstrucción a partir del uso americano en la sección 7 nos permiten concluir que hubo una tradición popular que estableció un continuum desde el latín hasta el español que luego se trasladó a América. Según los datos empíricos, la modificación del verbo con adverbiales encabezados por la preposición compuesta de a se desarrolló en la diacronía oral “encubierta” entre el siglo XVI y el xix, antes de emerger a la superficie de los corpus americanos a partir de principios del siglo xix. Desde el punto de vista metodológico, hemos mostrado que la combinación del método de análisis diacrónico de los corpus con el método de la reconstrucción diacrónica da buenos resultados si ambos se usan y controlan recíprocamente.

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1 Acerca de las formas lexicalizadas y univerbadas como adrede, nada claras en la lengua actual, cuyos antecedentes se remontan a la combinación de preposiciones en latín, véase § 8.

2 “En la lucha libre, llave que consiste en sostener al contrincante de espaldas sobre los hombros, jalando sus extremidades para curvarlo a la altura del dorso” (DM, s.v.)

3 “Referido a una forma de bailar, con las manos sujetando a la pareja de los glúteos” (DM, s.v.).

4 “En un autobús lleno, con el cuerpo fuera del vehículo, sujetándose con dificultad” (DM, s.v.).

5 Para más detalles, remitimos a Hummel (2019 y Hummel, aceptado), ya que estas consideraciones no conciernen a la preposición compuesta de a en particular, sino al conjunto de los adverbiales con preposición, que tienden a incluir o a poner de relieve un elemento circunstancial-pragmático.

6 El Diccionario breve de mexicanismos, a cargo de Guido Gómez de Silva (AML-F.C.E., México, 2001), y el Diccionario de mexicanismos (AML-Siglo XXI, México, 2010).

7 Véase al respecto el estudio sobre la influencia de los movimientos normativos en el uso de los adverbios en francés (Hummel 2018).

8 En este y todos los demás casos, las cursivas que destacan los casos de estudio son nuestras.

9 Frecuencias normalizadas por millón de palabras: Uruguay (206), Perú (125), Argentina (93), México (52), Bolivia (43), Cuba (40), República Dominicana (35), Colombia (26), Ecuador (25), Chile (11).

10 Mora García utiliza el término combinación donde nosotros preferimos hablar de composición.

11 Para la gramaticalización o lexicalización de los adverbiales con preposición, véase Fagard y De Mulder 2007. Nótese que para estos autores el término preposición compleja se refiere no a las preposiciones como tales (v.gr. de a), sino al conjunto adverbial que éstas forman, generalmente con un sustantivo (v.gr. en lugar de, a la luz de, etc.). Cf. Klöden 2001.

12 Un sondeo complementario en CORPES XXI, de 2010 a 2020, no arroja ningún caso de modificación del verbo para de a pie en Europa (sobre 176 resultados), pero sí ofrece 13 casos sobre 181 en América. Si bien ello confirma que la modificación del verbo es una tendencia exclusivamente americana, con el 7% de los casos la modificación del verbo se sitúa en una posición marginal frente a la modificación nominal del tipo ciudadanos de a pie.

13 Proyecto bajo la dirección de Martin Hummel, financiado por el Fondo Austríaco de la Investigación (FWF), P 30751-G30. Véase https://adjective-adverb.uni-graz.at/de/fwf-projekte/the-third-way-2018-2022.

14 También se usa el rum. de-adevăr(ul), es decir, la estructura “de + a + de + lexema + -ul (= artículo definido masculino)”. En el rum. antiguo, tb. deadevăr y de adevăr.

15 Acerca del estatus flexivo o enclítico del artículo, véase Ledgeway 2017.

16 Kany (1970 [1945]) menciona cercas por cerca. El fenómeno se encuentra en otras lenguas románicas, como, por ejemplo, en el fr. avecques, donques, mesmes.

17 El asterisco indica que tal unidad del latín se ha reconstruido, y es, además, una señal de desarrollo oral popular.

18 Pero posiblemente más extensa. Cf. Burdy 2006 acerca del francoprovenzal y el cat. per a, por ejemplo, en per a demà ‘hasta mañana’.

19 Cabe puntualizar un detalle ortográfico que aísla al español de las otras lenguas románicas: esp. sobre todo frente al it. soprattutto, fr. surtout, pt. sobretudo. Naturalmente, la prosodia es la misma: no hay pausa.

Recibido: 29 de Agosto de 2022; Aprobado: 22 de Mayo de 2023

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