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Estudios de Asia y África

versión On-line ISSN 2448-654Xversión impresa ISSN 0185-0164

Estud. Asia Áfr. vol.59 no.3 Ciudad de México sep./dic. 2024  Epub 10-Ene-2025

https://doi.org/10.24201/eaa.v59i3.2840 

Artículos

La no ficción de Xinran: testimonios de mujeres en el contexto de una cultura china contemporánea en transformación

Non-fiction by Xinran: Women’s True Stories in the Context of a Changing Contemporary Chinese Culture

Lindsey Mclean Melchor1 
http://orcid.org/0000-0001-8368-8813

1Universidad de Granada, Departamento de Lingüística General y Teoría de la Literatura (Granada, España) lindsey.r.mclean@gmail.com


Resumen:

A la escritora Xue Xinran le tocó experimentar la transición de la población femenina china hacia su empoderamiento. Sus libros de no ficción recogen testimonios de mujeres comunes de finales del siglo XX y principios del XXI. Sus escritos recuerdan la gran diversidad del país y su gente, y ayudan a desmentir la opinión generalizada de que se trata de una población urbana minoritaria. Este artículo tiene como objetivo llamar la atención sobre el trabajo historiográfico de más de treinta años de Xinran sobre la mujer china. Se parte de definiciones confucianas de lo que se considera una “buena” mujer hasta llegar a las mujeres de carne y hueso de Xinran, a través del análisis de su programa de radio (Qing feng ye hua, 1989-1997) y de dos de sus obras publicadas (Sky Burial: An Epic Love Story of Tibet, 2004, y Miss Chopsticks, 2008).

Palabras clave: empoderamiento de la mujer; literatura testimonial; Sky Burial; Miss Chopsticks Qing fong ye hua

Abstract:

Writer Xue Xinran has experienced the transition to a more empowered Chinese female population. Her non-fiction books tell true stories of ordinary women in the late 20th and early 21st centuries. Her writings remind us of the great diversity of the country and its people, helping to dispel widespread opinions based on a small urban population. This article aims to draw attention to Xinran’s more than thirty years of historiographical work about Chinese women. Using Confucian definitions of a “good” woman as a starting point, we arrive at Xinran’s flesh-and-blood women, through a study of her radio program (Qing feng ye hua, 1989-1997) as well as two of her published works (Sky Burial: An Epic Love Story of Tibet, 2004, and Miss Chopsticks, 2008).

Keywords: women; emponesment; testimonial literature Sky Burial; Miss Chopsticks; Qing fong ye hua

Introducción

Una de las mujeres que ha experimentado de primera mano la transición hacia el empoderamiento de la población femenina china es la escritora Xue Xinran 薛欣然 (n. 1958). Nacida en una familia pudiente de buena posición social en Beijing, su vida cambió por completo en 1966 con el comienzo de la Gran Revolución Cultural, un periodo de nueve años que Xinran vivió desde la posición desfavorecida de una infancia capitalista y huérfana (Xinran 2011). Más tarde, en su juventud, presenció el nacimiento de una nueva China de la mano del Partido Comunista Chino con Mao Zedong. Inició su carrera profesional como periodista en Nanjing durante la época de la Reforma y Apertura de Deng Xiaoping, con la presentación del primer programa en la radio nacional china que recibía consultas (por correo y por teléfono) de oyentes de todos los rincones de la China urbana y rural, y también de ciudadanos chinos residentes en el extranjero. En esa época, se hablaba de Xinran como la primera locutora que osaba “levantar el velo” de las mujeres chinas, la primera periodista de temas femeninos que se atrevía a hurgar en la verdadera realidad de sus vidas (Xinran 2003). Tras casi una década de presentar Qing feng ye hua 轻风夜话 (Palabras en la brisa nocturna), la autora dejó su puesto en la radio para mudarse a Inglaterra en 1997 y asentarse en Londres. En 2002 se publicó The Good Women of China: Hidden Voices, que recopila algunas de las historias reales recogidas en su programa de radio.1 Éste es el primero de sus ocho libros de no ficción publicados; el más reciente es The Book of Secrets: A personal History of Betrayal in Red China (2024).

A lo largo del presente artículo, aparecen los títulos de los libros de Xinran tanto en inglés como en castellano. Por un lado, tras entrevistar a la autora sobre su proceso creativo (Xinran, comunicación personal, 4 y 27 de abril de 2021), se decidió que el corpus principal de este proyecto de investigación2 lo formarían las primeras ediciones de las obras (publicadas en inglés) en lugar de las ediciones traducidas al castellano. A diferencia de otros autores chinos de la diáspora, antes y después de mudarse al Reino Unido, el proceso de trabajo y creación literaria de Xinran lo realiza en su idioma natal, chino mandarín: desde las primeras entrevistas a sus mujeres-sujeto, pasando por meses (a veces, años) de investigación sobre el contexto histórico-político, hasta la producción de un manuscrito original en chino. Cuando empezó a publicar sus obras (en 2002, ya asentada en el Reino Unido), su proceso creativo se unió de manera simbiótica a la labor de los traductores elegidos por ella para producir textos en inglés que representaran sus palabras y la intención detrás de cada obra de manera fiel. Por tanto, en este artículo se usan los títulos en inglés como referencia principal, ya que son las obras sobre las cuales se ha hecho el análisis literario. Por otro lado, aunque las obras de Xinran no están publicadas oficialmente en chino ni en China,3 han sido traducidas a más de veinte idiomas, y existen versiones en castellano. Para evitar traducciones propias y dar a conocer estas ediciones al público lector, las citas textuales se extraen de dichas publicaciones oficiales.

El objetivo general de la investigación doctoral de la cual se deriva este artículo es estudiar la representación de la situación de la mujer china de finales del siglo XX y principios del XXI en las obras literarias de Xinran, de acuerdo con las teorías de literatura de no ficción y literatura feminista. Se eligió la literatura de Xinran como corpus principal de este proyecto porque está fundamentada en testimonios de mujeres en el contexto de una sociedad china de finales del siglo XX y principios del XXI en transformación. Sus libros se basan en entrevistas personales a más de trescientas mujeres chinas, de trasfondo rural y urbano, de diferentes generaciones, en China y en el extranjero, a lo largo de más de treinta años (desde la década de 1980 en China, hasta la actualidad en otros lugares del mundo) (Xinran, 2019). Ésta es una recopilación de datos que permite una mirada cercana y profunda a la sociedad china de dicho periodo, y de una riqueza incomparable con los recursos en internet u otros proyectos de investigación basados en una selección más pequeña de casos prácticos. En palabras de la autora: “la escritura literaria se basa en la historia humana, en la sociedad y en la humanidad” (Xinran, comunicación personal, 4 de septiembre de 2022).

Los objetivos más específicos del presente artículo son varios. En primer lugar, tras una breve contextualización en el canon tradicional confuciano de la sociedad, el artículo pretende observar la influencia de los roles de género confucianos en las vidas personales y sociales de las mujeres chinas, continuados a lo largo del tiempo hasta la época contemporánea de las mujeres-sujeto sobre las que escribe Xinran (valores como: “las tres obediencias y las cuatro virtudes”, “masculino afuera/exterior, femenino dentro/interior” o ”buena esposa y madre amorosa”, entre otros). En segundo lugar, el artículo ofrece un análisis de tres obras de Xinran, empezando por el programa de radio Qing feng ye hua, que presentó Xinran desde Nanjing entre 1989 y 1997. Considerar ésta la primera obra pública de Xinran es un enfoque novedoso, ya que precede a las publicaciones literarias de la autora. Las otras dos obras que se analizan son Sky Burial: An Epic Love Story of Tibet (2004) y Miss Chopsticks (2008).4 En ambos textos figuran vivos y variados ejemplos de mujeres chinas dentro de la familia y en la sociedad, tanto del campo como de la ciudad, tanto de la etnia han como de la etnia tibetana; ejemplos reales presentados por Xinran en los que se refleja la transición de estos valores de género desde la tradición hasta la modernidad. El objetivo principal e hilo conductor de este artículo, pues, es mostrar el valor historiográfico del trabajo de esta escritora y cuestionar la generalización sobre ella como autora de superventas o “consultora sentimental” (agony aunt) (Kananda y Xinran 2015; The Economist 2015; Xinran 2011). A través del análisis de tres de sus obras, este artículo trata de mostrar cómo, por el contrario, la obra de Xinran va más allá en la exposición de problemáticas sociales y personales de la mujer china de finales del siglo XX y principios del XXI.

Hago referencia a las investigaciones de Faure y Fang (2008), Pan (1987; 2015) y Lovell et al. (2019) para el contexto histórico-cultural de China; a las de Botton Beja (1995, 2017), Fisac Badell (1997), Hershatter (2007) y Zhang (2016) para lo relativo a la posición de la mujer en la sociedad china, y a Stanley (2000) como referente sobre la literatura autobiográfica. También consulté en fuentes periodísticas varias entrevistas que ha concedido Xinran (2004b, 2018; Lovell et al. 2019), y su primer libro, The Good Women of China. Tuve en cuenta, además, la investigación académica que realicé durante mi estancia doctoral en la Universidad de Yunnan (Kunming, China), además de la comunicación con la propia Xinran, que consistió en más de diez horas de entrevistas por videoconferencia entre abril y mayo de 2021, y en persona en septiembre de 2022.

El papel de la mujer en la familia y en la sociedad china

Desde el punto de vista filosófico de la cultura tradicional china, que bebe de las fuentes del confucianismo, el daoísmo y el budismo, y cuyos valores impregnan su sociedad desde la edad clásica, el mundo que habitamos se entiende como un todo en equilibrio (Faure y Fang 2008, 195). El símbolo del yin y el yang ayuda a comprender esta visión holística e inclusiva de la vida: esta conocida imagen circular, en cuyas mitades blanca o negra se encuentra un punto del color opuesto, representa una filosofía de vida en la que todo concepto o realidad contiene en su naturaleza la semilla de su contrario y viceversa; de este modo, forma una unidad completa y cambiante (Faure y Fang 2008, 195-196). Este punto de vista inclusivo considera que en el mundo que habitamos no existe la noche sin el día, el amor sin el odio, el masculino sin el femenino; son realidades paralelas y simultáneas. Así, las ideas contrarias se vuelven complementarias; solamente en su conjunto puede darse la armonía o hexie 和谐, uno de los pilares morales del confucianismo sobre los cuales se ha construido la sociedad china (Lovell et al. 2019).

En la visión tradicional china de las relaciones personales o amorosas entre personas (que aún permea en cierto grado en la sociedad contemporánea), el matrimonio siempre se pensó imperativo para la mujer, ya que, si no tenía un hombre a su lado, no había ninguna providencia para su manutención (Botton Beja 1995, 18). Esta discriminación sistemática ha resultado, por ejemplo, en índices históricos de suicidio mucho más elevados de mujeres que de hombres en China; y más allá de eso, el número de suicidios de mujeres chinas ha sido mucho mayor en comparación con el de las de otros países (Botton Beja 1995, 20; Xinran 2018, 31:48-32:52). Además, en el caso chino, se relaciona con una decisión impulsiva tras un conflicto matrimonial o familiar por motivos como no procrear un hijo varón, escapar de una relación abusiva, vengarse de otros miembros de la familia o buscar justicia, aunque sea de manera póstuma (Hershatter 2007, 49). Sobre el suicidio de jóvenes nacidas en pueblos rurales de China dominados por hombres con valores patriarcales, Xinran escribe:

Como briznas de hierba que crecían en las grietas entre las piedras: querían ver la luz del sol y buscaban un poco de espacio para respirar, pero el viento y la lluvia se cebaban siempre en ellas. A los hombres no les costaba nada aplastar a las muchachas así y conseguir que se sintieran inútiles […] chicas que habían acabado suicidándose porque, después de criarse en la limitada vida del campo, que llevaba siglos inalterada, no habían conseguido adaptarse a las presiones de la vida en la ciudad, ni tampoco habían sido capaces de manejar las nuevas libertades (Xinran 2012, 91).

La sociedad confuciana china tradicional prefería un mundo con pocas distinciones, donde la gente no excediera lo permitido. Siempre y cuando cada uno siguiera los códigos de buenos hábitos, la sociedad funcionaría de la manera más equilibrada posible (Lovell et al. 2019, 03:28-03:36). En el podcast Understanding China,5 Sterckx conversa sobre su libro Chinese Thought (2019) y sobre el enfoque de las escuelas chinas de pensamiento en relación con el comportamiento de los individuos en una sociedad, y hace hincapié en la importancia de ciertos rituales (como el matrimonio): “El comportamiento ritual es una manera en la que, según Confucio, un grupo de personas en la sociedad logra encontrar una forma de convivencia. La sociedad funciona mejor si hay un conjunto de reglas, de costumbres, que todos conocen; cómo hablar, cómo leer, cómo escribir, cómo vestirse […] cómo desenvolverse en cada papel” (Lovell et al. 2019, 03:06-03:28; todas las traducciones del chino o del inglés al español son mías).

Una persona soltera irrita al Estado, responsable de mantener la armonía social; de ahí que el matrimonio se haya considerado un rito inevitable en la vida, sin el cual una persona se percibe incompleta (Pan 1987). Por lo tanto, en el statu quo de las relaciones familiares en China, una mujer independiente o autosuficiente que desee abandonar su matrimonio o que directamente elija no casarse está cuestionando y contradiciendo la visión establecida de la realidad. Tal decisión podría resultar no sólo en la ruptura del hogar, sino ir más allá del núcleo familiar al comprometer el sistema social que valora al grupo por encima del individuo (Botton Beja 1995; Pan 1987).

Como ilustra la frase popular china qiang da chu tou niao 枪打出头鸟, el pájaro que asome la cabeza (por encima de los demás) recibirá el tiro; en otras palabras, la inconformidad es castigada. Elegir no casarse se considera un posicionamiento individualista e incluso egoísta que desafía de manera directa y clara la hexie confuciana. Como desarrolla Zhang (2016, 16) en Nüxing: Cong chuantong dao xiandai 女性:从传统到现代 (Mujeres: de la tradición a la modernidad), ciertas normas confucianas dedicadas a las mujeres, como san cong si de 三从四德 (las tres obediencias y las cuatro virtudes),6nan zun nü bei 男尊女卑 (masculino superior a femenino inferior) o nan wai nü nei 男外女内 (masculino afuera/exterior, femenino dentro/interior), han influido en sus vidas hasta el día de hoy, al actuar como “reglas inhumanas a través de las cuales se ha impuesto la restricción y la opresión de generaciones de mujeres, hasta finalmente establecer una sociedad patriarcal dominada por hombres” (Zhang 2016, 18).

Como se ve reflejado en las obras de no ficción de Xinran (por ejemplo: Buy Me The Sky, 2015 o The Promise, 2019), la mentalidad tradicional y conservadora ha ido adaptándose a regañadientes y a un ritmo mucho más gradual que los avances económicos o tecnológicos de la China del siglo XXI. El matrimonio sigue siendo un tema de conversación recurrente sobre el cual todo el mundo tiene algo que decir; el matrimonio o la falta de él, más que un asunto privado, se ve como un tema público por debatir. Otro dicho popular chino, gan de hao buru jia de hao 干得好不如嫁得好, puede traducirse de la siguiente manera: “Hacer las cosas bien/tener éxito no vale tanto como casarse bien/hacer un buen matrimonio”. En la visión tradicional de la sociedad, las mujeres que no desean casarse son vistas como orgullosas o exigentes (Hong Fincher 2016, 19). Las opiniones más conservadoras acusan a estas mujeres, incluso, de no cumplir con su función “natural” en la sociedad (Murti 2019, 11).

Si bien en tiempos recientes el modelo matrimonial y familiar se ha adaptado a la modernidad, los patrones de conducta tradicionales sobre la función de la mujer en la familia y en la sociedad perduran (Botton Beja 2017, 555). Uno de los roles de género impuestos a las mujeres chinas desde la antigüedad es el de la “buena esposa y madre amorosa”. Como escribe Zhang (2016, 146): “El dicho ‘buena esposa y madre amorosa’ estipula el valor de las mujeres y representa sus características. Es el requisito que la sociedad y los hombres ponen a las mujeres […] Éste es un criterio para la vida de las mujeres chinas, un criterio determinado por otros, hasta que finalmente se internaliza en la conciencia de las mujeres y en la subconsciencia de la sociedad”.

Las mujeres chinas modernas piden que se consideren sus responsabilidades de esposas y madres junto con sus responsabilidades sociales y humanas y que se les conciba como personas completas y no sólo como “buenas esposas y madres amorosas” (Zhang 2016, 147). Especialmente a finales de la década de 1980 y durante la de 1990, las chinas fortalecieron su presencia social, literaria, académica y activista, entre otros ámbitos (Fisac Badell 1997). En 1995, Botton Beja (1995, 43) concluía: “la búsqueda de las mujeres chinas ha comenzado apenas y no cabe duda de que la larga marcha hacia la igualdad tiene un nuevo impulso protagonizado por ellas mismas”.

Las voces escondidas de las mujeres chinas: Qing feng ye hua

La situación social de las chinas mejoró notablemente a partir del establecimiento de la República Popular China en 1949 y la subsiguiente creación de la Ley del Matrimonio en 1950, que lo definía como una relación monógama entre dos personas individuales e iguales basada en su libertad de elección en lugar de una situación concertada por generaciones anteriores (Botton Beja 1995, 31; Hershatter 2007, 16; Pan 2015, 177). Las posteriores reformas a esta ley (1980, 1990, 2001) prestaron más atención, entre otras cosas, a mejorar las posibilidades de las mujeres para pedir el divorcio, incluso por razones como violencia de género, abandono, bigamia o infidelidad (Hershatter 2007, 18). Sin embargo, la situación real mostraba una cara muy diferente y una adaptación social muy lenta en comparación con la ley en la mayoría del territorio de China; otra realidad reflejada en las obras de Xinran y basada en su trabajo de campo en zonas rurales del país (Xinran 2002, 2008, 2018). En cuanto a lo práctico, aún se aplicaba el dicho popular “mejor destruir diez templos que romper un solo matrimonio” (ning chai shi zuo miao, bu hui yi zhuang hun 宁拆十座庙,不毁一桩婚), y aunque el índice de divorcios se incrementó de golpe tras la promulgación de la Ley del Matrimonio de 1950, posteriormente fue disminuyendo. Fue hasta los años ochenta, con las reformas de la ley, cuando el divorcio resurgió (Pan 1987, 147).

Xinran presenció la “liberación” de las mujeres que acompañó los cambios legislativos y su aplicación (o su falta) en los casos de cientos de ellas, de quienes escuchó historias de primera mano. Sobre los primeros tiempos de la “nueva China” de Mao Zedong, la autora dice:

En 1949, cuando el gobierno chino liberó a las mujeres de las ciudades, el sistema educativo no funcionaba muy bien. Las mujeres profesionales que he entrevistado me dicen: “No me gusta la liberación porque, durante el día, tengo la misma carga laboral que los hombres, pero cuando llego a casa por la noche, mi marido me dice: ‘Eres una mujer, es tu deber ocuparte de esto y esto’”. La educación no ha proporcionado las herramientas suficientes para que las mujeres gocen de una situación igualitaria. Esto es un problema muy serio (Xinran 2004b, 05:45-07:10).

Botton Beja (1995, 34-35) también señala la falta de una redefinición del papel tradicional de la mujer y de sus deberes domésticos y reproductores durante la época revolucionaria de la “nueva China”. La inserción de las mujeres en el mundo laboral intensificó su carga de trabajo y les impuso una doble jornada en lugar de la prometida “liberación”. Aunque 90% de las mujeres urbanas tuvieran un trabajo remunerado en 1958-1959, persistían los problemas por la resistencia de los varones a aceptarlas como iguales, situación que era aún más aguda en las áreas rurales (32). Las mujeres trabajaban como esclavas para llegar a fin de mes, además de cuidar de hijos, marido y, en muchos casos, de sus padres ancianos. Pan (1987, 149) escribía: “Es raro no encontrar un hombre que vea las tareas de la casa como el deber de su esposa”.

Entre 1989 y 1997, Xinran fue la directora y presentadora del programa radiofónico Qing feng ye hua7 en la Radio del Pueblo de Henan, emitido desde Nanjing. Fue uno de los primeros programas de radio nacional durante las décadas de 1980 y 1990, época de la Reforma y Apertura, y fue pionero por su cercanía con el oyente, cualidad que lo diferenciaba de las transmisiones de la época maoísta, que se dedicaban casi exclusivamente a reproducir los eslóganes del Partido Comunista de China.

Sin saberlo en sus comienzos, Qing feng ye hua ofrecería a la población contemporánea de la autora la oportunidad de contar historias y vivencias personales de la turbulenta década en la historia china conocida como la Gran Revolución Cultural (1966-1976). El programa sirvió como un primer escenario en el cual se sacaron a la luz historias reales (muchas de ellas por primera vez), con alcance directo a la población nacional e internacional china, primero por medio de cartas de los oyentes y, más tarde, por medio de un sistema de contestador automático telefónico. Tuvo un éxito rotundo que sorprendió al equipo directivo de la emisora y, sobre todo, a la entonces periodista Xinran. Nadie esperaba que la cadena de radio recibiera decenas de miles de cartas y llamadas de oyentes, no solamente de la China continental, sino también de chinos en otras partes del mundo. A los pocos meses, Xinran se percató de que las comunicaciones recibidas eran, en su mayoría, de mujeres que contaban historias que reflejaban años de obediencia a padres, maridos e hijos varones. Casi todas expresaban sentimientos de culpa o de vergüenza: “No le agrado a mi madre”, “Mi padre me odia”, “No valgo para ponerme al día en la escuela”, “Mi marido dice que no soy suficiente”, etc. (Xinran 2004b, 01:10-01:20).

Formada en la creencia de que la madre es la raíz de la vida humana, el cielo para los niños, el recurso de amor para la sociedad humana, y que es gracias a la mujer como la raza humana continúa, Xinran (comunicación personal, 7 de abril de 2021) se preguntaba: si todas esas mujeres se sienten mal, ¿cómo podrán traer este tipo de luz o de optimismo a las siguientes generaciones? Fue entonces cuando nació en ella la vocación de dedicar sus esfuerzos a las dificultades de las mujeres; entendió el éxito de su programa como una muestra directa de la falta que hacía este tipo de recurso en la sociedad china (Xinran 2004b; Kananda y Xinran 2015). Ella misma, como trabajadora, divorciada y madre soltera (y por tanto totalmente fuera del statu quo que promulgaba la China de la década de 1980) se identificaba con esas mujeres. A día de hoy, la autora puntualiza que el éxito nacional e internacional que alcanzó no se equipara con lo significativo de las llamadas y las cartas que recibía de mujeres de toda China (Xinran, comunicación personal, 7 de abril de 2021). A partir de la temática común de la mayoría de las cartas, la autora se dio cuenta de que sus oyentes, al igual que ella, eran mujeres, hijas y madres, y se sentían muy solas y perdidas porque no contaban con el apoyo de su sociedad. Esta falta de comprensión o de compasión de la sociedad dificultó (y aún dificulta) la experiencia de ser una mujer no tradicional en China: desde un punto de vista conservador, a este tipo de mujeres se les califica como “malas”; un concepto que ellas mismas empiezan a creer (Xinran 2004b; Kananda y Xinran 2015).

Las historias recopiladas, de mujeres chinas de carne y hueso, del campo y de la ciudad, con y sin educación, solteras, divorciadas, madres, hijas…, fueron las que plantaron la semilla de lo que más tarde se convertiría en The Good Women of China: Hidden Voices (Xinran, comunicación personal, 7 de abril de 2021). Sobre este primer libro, Xinran (2003, 245) dice: “En aquellos tiempos, podía haber ido a la cárcel por escribir un libro como éste en China […] En Inglaterra el libro se hizo realidad”.

Durante los ocho años que se emitió Qing feng ye hua, Xinran se vio involucrada de manera personal en las historias de muchas de sus oyentes. Además de relatarlas, recorrió algunas de las partes más remotas de China y habló con mujeres que vivían en la más extrema pobreza (Lambert 2002). La cercanía a tantas historias de sufrimiento y dolor le causó una precaria salud nerviosa y un insomnio crónico (Xinran, comunicación personal, 16 de abril de 2021). Siguiendo el consejo de su médico de cabecera, persuadió a las autoridades y a los jefes de la emisora para que le dieran un permiso oficial para viajar a Inglaterra. Así fue como se asentó en Londres en 1997 y, aunque nunca dejó de escribir en chino ni de seguir en contacto con sus raíces, no volvió a vivir en su tierra natal.

Mujeres han y mujeres tibetanas: Sky Burial: An Epic Love Story of Tibet

Cuando Xinran llevó The Good Women of China: Hidden Voices a la editorial, se le pidió que acortara a la mitad los 30 relatos que incluía, “porque la gente no conoce ni entiende China, no puede con tantas historias e imágenes” (Xinran 2018, 59:59-1:00:15). El libro Sky Burial: An Epic Love Story of Tibet, publicado en 2004, trata de uno de los testimonios que no se incluyeron en The Good Women of China.

En 1994, mientras Xinran presentaba su programa de radio nocturno en Nanjing, recibió la llamada de un oyente que le contó de una mujer que acababa de volver del Tíbet con una historia de vida digna de ser recopilada. Sky Burial cuenta la historia de Shu Wen, mujer de la etnia han y médica militar que, en la década de 1950, viajó al Tíbet en búsqueda de su marido, Ke Jun, también médico, desaparecido en combate en una misión del Ejército Popular de Liberación (EPL). Como consecuencia de su viaje, Wen vivió durante más de treinta años con una familia tibetana, tradicionalmente nómada. Xinran viajó a Suzhou para conocer a Wen y durante un día y medio escuchó su historia. Describe a Wen como

una anciana vestida en traje tibetano, que olía intensamente a cuero viejo, leche rancia y estiércol. El pelo gris le colgaba en dos trenzas descuidadas y tenía la piel arrugada y curtida por la intemperie. Aunque parecía del todo tibetana, sus rasgos faciales eran chinos: nariz pequeña y ligeramente roma, y “boquita de albaricoque”. Cuando empezó hablar, su acento me confirmó de inmediato que efectivamente era china (Xinran 2005, 11).

A través de las historias de vida de Shu Wen, Ke Jun y sus familias, asentadas en Suzhou, Xinran refleja algunos de los cambios que vio el país en la década de 1950, tras la toma de poder por el Partido Comunista de China. Por un lado, en Sky Burial se presenta la nueva China en crecimiento hacia una mejor calidad de vida: todo el mundo tiene trabajo, la educación y la atención sanitaria son gratuitas y las condiciones de vida, en general, parecen mejorar cada día. En esos primeros años, la ciudadanía trabajaba unida para hacer realidad el conocido sueño de Mao de alcanzar el nivel económico del Reino Unido y Estados Unidos en los próximos veinte años. En cuanto a las relaciones personales, Wen y Jun pertenecen a la primera generación que disfrutaría de la nueva ley del matrimonio: “Teníamos la libertad de elegir con quién casarnos, en lugar de seguir las elecciones de nuestros padres” (Xinran 2004a, 6). El suyo es un matrimonio que se forma de manera independiente: los dos jóvenes se conocen en la universidad, se enamoran, y tras unos años deciden casarse; todo el proceso se lleva a cabo de manera individual, sin la intervención de sus familias. Por otro lado, el libro relata la dura realidad de la separación en familias o parejas que se daba con frecuencia en esta misma época. Menos de un mes después de casados, cuando Jun es enviado como médico militar a una expedición al Tíbet, no considera ni por un momento sus deseos personales ni duda en hacer lo que su patria espera de él. A su vez, Wen expresa: “En aquella época, todos sufríamos penurias, pero sabíamos que era por el bien del país […] Veíamos la separación de nuestros seres queridos como la ocasión de demostrar nuestra lealtad a la patria” (Xinran 2005, 18).

La separación de su marido y la consiguiente noticia de su desaparición en ese inhóspito lugar lleva a Wen a tomar la decisión de dejar a su familia en Suzhou y ofrecerse como voluntaria para acompañar a otro escuadrón del EPL al Tíbet. Este posicionamiento de su interés personal por encima del de su familia, en una joven mujer en la década de 1950, aparentemente va en contra de los deberes impuestos por la tradición confuciana: ¿dónde está la piedad filial? Sin embargo, aunque es tentador entender esta manera de tomar el control sobre su vida como un acto de empoderamiento, no hay que olvidar que los primeros años del comunismo chino pretendían, precisamente, romper con las tradiciones y los valores anticuados. En una entrevista con Andrew Marr, Xinran y Sterckx argumentan que la virtud social confuciana estaba asentada en la manera de pensar, en “el ADN de la mentalidad china”, y que perduraba en la psicología de cada familia, incluso cuando el Partido pretendió enterrarlo o cuando China se vio involucrada en diferentes conflictos internacionales o guerras civiles (Lovell et al. 2019, 06:25-07:13). Según esta idea, partir en la búsqueda del marido seguiría siendo un acto de lealtad, en primer lugar a él (lo que recuerda las “tres obediencias”), y después a su patria, ya que, aunque Wen vaya motu proprio, no viaja sola: acompaña a una expedición militar del ejército chino al Tíbet (Xinran 2004).

Se ha cuestionado y criticado la visión de la ocupación del Tíbet por las tropas militares chinas en Sky Burial; se dice que es moderada, demasiado positiva e incluso heroica (The Age 2004). Cierto es que el libro no detalla la devastación y el abuso de los derechos humanos que el EPL infligió en muchas zonas tibetanas desde la década de 1950 hasta la de 1980. También es verdad que ésa no era la misión de Xinran cuando decidió escribir el libro. Al fin y al cabo, Sky Burial cuenta la historia personal de una mujer de etnia han que tuvo la excepcional experiencia de pasar treinta años de su vida en el Tíbet, a la vez que resalta las asombrosas diferencias en las costumbres y el modo de vida en relación con la China continental comunista de los años cincuenta.

Cuando escuchó la historia de Wen, lo que más le impactó a Xinran fue la descripción de las funciones en la familia y las relaciones personales de la mujer en la sociedad nómada tibetana. Las diferencias respecto a la vida de la mujer han eran asombrosas. El modo de vida tibetano le era totalmente desconocido a Xinran, y en todos sus años de formación y de trabajo profesional en China, nunca había escuchado nada como lo que Wen le contaba. Por ejemplo: las mujeres tibetanas tenían varios maridos, algunas dos, algunas seis (Xinran 2004a, 81 y 83; 2004b); no se encargaban de tejer ni de remendar la ropa, pues eran los hombres quienes asumían esta tarea (Xinran 2004a, 89; 2004b). En Sky Burial, Wen también se sorprende al conocer cuán diferentes son los valores atribuidos a una “buena” mujer en el Tíbet, en comparación con su nativo Suzhou:

Wen recordaba a su madre diciéndole que una joven china bien educada debía dominar seis artes a la perfección: música, ajedrez, caligrafía, pintura, costura y cocina. Pero las mujeres tibetanas eran valoradas por una serie muy diferente de habilidades. Wen se ruborizaba ante la idea de su incompetencia. Hasta su formación médica le servía de muy poco allí donde estaba. La familia preparaba sus propios medicamentos de hierbas, muy diferentes de los empleados por la medicina china (Xinran 2005, 102-103).

Otra realidad sobre la vida tibetana que le impactó a Xinran fue la compenetración de los seres humanos con los ciclos de la naturaleza. “Los horarios del día a día se marcan no por las horas del reloj, sino por el sol o las estaciones. Aprendí mucho de cómo [Wen] describía la vida diaria: como una conversación entre el ser humano y la naturaleza” (Xinran 2004b, 02:18-03:23).

Xinran sintió la necesidad de investigar más sobre el Tíbet y su gente para comprender lo que Wen le había contado, así que leyó y entrevistó a personas que hubieran visitado o vivido en el Tíbet o en zonas culturalmente tibetanas del oeste de China. En 1995, con permiso oficial chino para crear un documental, viajó al Tíbet con cuatro camarógrafos en un intento de revivir el largo viaje de Wen y su experiencia. Fue entonces cuando las palabras simples que Wen había usado en su relato (“frío”, “color”, “estación”, “pérdida”) cobraron una nueva resonancia para la autora: “sin habla ante el paisaje vacío, el viento invisible que barría la tierra yerma, el alto cielo ilimitado y el silencio absoluto. Sentí la mente y el alma limpias y vacías. Perdí la conciencia del lugar donde estaba y la necesidad de hablar” (Xinran 2005, 22).

Aunque el conflicto sino-tibetano no sea central en Sky Burial, está muy presente y da contexto histórico al relato; hay pasajes que aluden directamente a él. En palabras de Zhuoma, mujer tibetana que vivió en Beijing y cuya familia acogió a Wen cuando fue capturada por el Ejército Popular de Liberación: “Deja que me maten. Hay tanto odio entre chinos y tibetanos que ya nadie puede arreglar las cosas. Si matarme les procura un poco de paz, moriré feliz” (Xinran 2005, 52). Wen también dedica algunas palabras a los soldados “sin educación” a quienes acompaña, a la venganza y el resentimiento de los tibetanos contra los chinos y viceversa: “[los tibetanos] tienen motivos para sentir rencor, y también los tenemos nosotros, pero ¿por qué empeorar las cosas, por qué crear nuevos odios?” (Xinran 2005, 52-3). Por último, hay un pasaje muy conmovedor cerca del final del libro, cuando Wen y Zhuoma se reencuentran después de años de separación, y que puede entenderse como metáfora literaria de la difícil situación entre China y el Tíbet: “Imaginé a Wen y Zhuoma mirándose la una a la otra, con el pelo gris, temerosas de hablar demasiado, discretas con las preguntas. Las dos sabían que de ciertas cosas era mejor no hablar. Que no tenían fuerzas. Que después de tantos años de pérdidas y cambios, sus corazones no podrían resistirlo” (Xinran 2005, 156).

Mujeres chinas de campo y de ciudad: Miss Chopsticks

Los libros de Xinran han sido catalogados como literatura de no ficción, por los retratos que ofrecen de las vidas de mujeres reales, entrevistadas por la autora. Al escribir sobre mujeres comunes y corrientes, Xinran, por una parte, desvela una parte desconocida de la historia oficial de China y, por otra, cuestiona los valores y los estándares tradicionales que estipulan lo que es una “buena mujer” (Lai 2006/07, 194).

Stanley (2000, 57) escribe sobre la importancia de la escritura autobiográfica feminista al abordar el abismo entre la vida de la “mujer pública” y las vidas de las mujeres reales. Y es que la mayor parte de la biografía literaria sobre mujeres se preocupa de personajes importantes o célebres, y deja en la oscuridad a las que forman el grueso de la sociedad (Lai 2006/07, 194). Esto es aún más evidente en el caso de China, donde, aunque la población rural y campesina siempre ha constituido alrededor de tres cuartas partes del total de los habitantes, la mayoría de las conclusiones sobre dicha sociedad se basan en el porcentaje mucho menor que suponen los residentes de las ciudades.8 La misma Xinran (2018, 27:44-28:01) apunta que al cuestionar la situación de las mujeres chinas, es muy importante especificar: ¿mujeres en el campo o en la ciudad? ¿mujeres que han recibido educación o sin educar?

Xinran, entonces, como una mujer conocida públicamente a finales de los años ochenta y durante los noventa en China, con poder de presencia como periodista nacional, utiliza su posición privilegiada (de mujer trabajadora, educada, divorciada e independiente) para dar voz a mujeres menos representadas, a quienes entrevista como mujeres reales escondidas en el anonimato (y, en muchas ocasiones, analfabetas). A finales de los años ochenta, Xinran gozaba de mayor libertad al no estar atada a ninguno de los hombres a los que se refieren las “tres obediencias” confucianas, aunque a la vez sufría el reto del estigma social de ser madre soltera, lo que seguramente estimuló su espíritu de compasión y de lucha en nombre de las mujeres.

El tercer libro de Xinran, Miss Chopsticks (2008), está dedicado a las mujeres de la China rural, rechazadas por una sociedad campesina patriarcal y machista en la cual sus vidas apenas tienen valor.9 Las historias de estas mujeres se centran en las duras jornadas de sol a sol en el campo, o bien en la migración a las ciudades en busca de trabajo:

No tienen las mismas ventajas con las que hemos nacido otros, es decir, las rodillas que nos permiten movernos libremente por nuestras vidas y tomar nuestras decisiones. Muchas de ellas no han recibido jamás el cariño de sus padres, no han tocado nunca un libro, no han tenido jamás ropa de abrigo y nunca han comido hasta saciarse. Y, sin embargo, luchan en condiciones que a los demás nos parecen “imposibles” por conservar su amor propio, sus aspiraciones y sus pasiones (Xinran 2012, 319).

Miss Chopsticks cuenta las historias de tres hermanas que migran de un pueblo del campo a la ciudad de Nanjing en busca de mejores condiciones de vida. El título alude a la expresión tradicional utilizada en zonas rurales de China para referirse a las hijas como “palillos” (kuaizi 筷子) y a los hijos varones como “vigas” (fangliang 房梁). En los mercados de los pueblos, Xinran había escuchado a los campesinos hablar de “palillos” y “vigas”, sin entender a qué se referían (“Pobre hombre, en su familia tiene una colección de palillos y ninguna viga”; Xinran 2018, 04:10-04:44). Mientras que los hijos varones o “vigas” son los proveedores que sostienen el hogar y continúan el linaje del apellido familiar, los “palillos” o la descendencia femenina son herramientas frágiles y cotidianas para ser utilizadas y luego descartadas (Xinran 2008, 1).

La motivación para escribir un libro sobre estas mujeres migrantes surgió de las expediciones de Xinran por las áreas rurales de China. La primera vez que la periodista viajó a esos lugares remotos en los años ochenta, no tenía ni idea de cómo eran realmente las condiciones de vida ahí. Al haber sido criada en la ciudad, en una familia de buena posición, se sorprendió mucho de lo que presenció. De vuelta en la ciudad, cuando contó sus experiencias a compañeros de la emisora en Nanjing, muchos pensaron que exageraba. “En los años ochenta no había mucha gente de la ciudad que realmente reconociera o comprendiera esa parte del país. Hoy en día, gracias a la prensa, a internet y a los viajes, la gente la ve más; en aquel entonces, muchos no me creyeron” (Xinran 2018, 02:52-03:55).

Miss Chopsticks se publicó en 2008, pero la autora “había escrito este libro en su mente, o en su corazón, muchos años atrás” (Xinran 2018, 02:42-02:52). En los viajes regulares de vuelta a su tierra natal desde que se asentó en Londres en 1997, observaba y tomaba nota de los cambios extraordinarios que se estaban llevando a cabo en China a medida que avanzaba con rapidez hacia el siglo XXI. Cada vez que volvía de visita, observaba cómo cientos de “palillos” se convertían en parte de la estructura que sostiene el techo de China (Xinran 2008, 2). La traductora de Miss Chopsticks, Esther Tyldesley, escribe en el epílogo del libro: “Ya hace mucho tiempo que alguien tendría que haber contado al mundo la historia de las chicas ‘palillo’. Menos mal que, finalmente, tú lo has hecho” (Xinran 2012, 307).

La falta de reconocimiento y la discriminación contra las mujeres en las zonas rurales de China es un tema central del libro que se refleja en los nombres de las hermanas protagonistas, que simplemente se llaman Tres, Cinco y Seis (según el orden en que nacieron). Por un lado, a lo largo del texto se resaltan las grandes diferencias entre las mujeres del campo y las de la ciudad en cuanto a educación, posición social, libertades y deberes. Las tres hermanas observan cómo las mujeres de la ciudad hablan con seguridad en sí mismas, “como iguales”, a los hombres, y cómo, en la ciudad, los hombres “incluso escuchan a las mujeres”.10 Por otro lado, en varias ocasiones se hace mención especial de la figura de la madre, que típicamente lo da todo por su familia, que se encuentra permanentemente encadenada a su función de ser “buena madre y esposa”, y cuyo valor depende exclusivamente de producir hijos varones. Xinran insiste en resaltar esta figura olvidada en la voz de cada una de las protagonistas:

Cinco pensaba en lo cruel que podía llegar a ser el destino con las mujeres y en lo mucho que había sufrido su madre (Xinran 2012, 219).

[Tres] Su madre era la mujer más competente de la aldea y, sin embargo, su vida no era agradable. Se la consideraba por debajo incluso de los animales, por el simple hecho de no haber tenido hijos varones (Xinran 2012, 222).

[Seis] Mi madre es muy delgada, pero es ella quien sostiene la casa entera. Mi madre nunca ha estudiado, pero nos ha enseñado a vivir a todas. A mi madre no le interesa estar guapa, pero ha criado a seis hijas guapísimas. Mi madre no es muy habladora, pero cada palabra suya nos ayuda a comprender la vida. Mi madre es muy hacendosa, pero jamás se ha tejido nada bonito para sí misma, ni se ha preparado ninguna comida apetitosa. Mi madre es muy valiente, pero llora muchas veces porque no ha tenido un hijo varón (Xinran 2012, 256).

Miss Chopsticks es el único libro de Xinran que ha sido clasificado como novela (McDowell 2008; Penguin Books 2008; Xinran, comunicación personal, 27 de abril de 2022), porque ficcionalizó la relación entre las tres mujeres que protagonizan la historia, pues no son hermanas biológicas en la vida real. Sin embargo, la autora rechaza esa categorización (Xinran 2018, 04:00) y le resta importancia: las tres historias son verídicas, cada mujer proviene de una familia con descendencia puramente femenina, sin hermanos varones, y las tres logran abandonar su situación de subyugación en el seno familiar rural y superar su condición impuesta de “palillos”. A final del libro, se desvela un detalle que fue fundamental para que la autora decidiera que las tres mujeres reales fueran hermanas en Miss Chopsticks. Cuando Tres, Cinco y Seis vuelven a su pueblo con el dinero ganado de manera honrada en la ciudad, se lo entregan intencionalmente a su madre y no a su padre, como dictaría la tradición. En primer lugar, el que los “palillos” aporten dinero ganado por ellas desafía la creencia, en la sociedad china rural y tradicional, de que la aportación material sólo la pueden hacer las “vigas” de la casa. En segundo lugar, entregarle el dinero a la madre desafía la posición del padre como patriarca y jefe de familia, a la vez que saca a la madre de las sombras y eleva su posición en la jerarquía familiar. Con este detalle, la autora vuelve a destacar la importancia de la madre y rechaza la tradicional otorgada al padre. Durante las entrevistas, a Xinran le conmovió que las tres mujeres migrantes hubieran actuado de la misma manera con sus madres al regresar a su pueblo. Cuando la autora les preguntó por qué habían elegido desafiar a su padre de esta manera, contestaron: “Quiero que mi padre sepa que fue mi madre quien me dio este carácter, este talento y esta voluntad de hierro. Yo soy la creadora de mi vida, soy la hija de mi madre” (Xinran 2018, 07:35-08:20). Así fue como Xinran decidió que las tres mujeres serían hermanas en su ficción, y asimismo condensar en un personaje a las tres madres de las tres mujeres “palillo”.

El personaje del padre en Miss Chopsticks brilla por su ausencia. En primer lugar, carece de nombre propio, simplemente se le conoce como “papá”. Esta falta de nombre propio hay que entenderla, por un lado, en el contexto de la tradición china en general, en la que es importante el significado de los nombres, y, por otro, en el contexto de la China rural, donde hay una práctica extendida de no considerar relevantes los nombres propios de las hijas (de ahí que las protagonistas se llamen Tres, Cinco y Seis), en contraste con las combinaciones de caracteres chinos escogidos para los nombres de los hijos varones, que con frecuencia hacen referencia a fuerza y masculinidad o evocan escenas poderosas inspiradas en la naturaleza. Otra característica notable del padre es su pasividad. En la escena en la que las hijas le entregan el dinero ahorrado a su madre y no a él, no hay una reacción violenta ni agresiva de su parte. Quizá se trate de una visión optimista de la realidad, pero tiene algo de cierto, pues las relaciones familiares en China están cambiando; la relevancia de las generaciones mayores, o incluso de los ancestros, se va debilitando para los jóvenes, a la vez que éstos toman más control de sus vidas y sus decisiones (Botton Beja, 2017; Lovell et al. 2019). Pasa algo parecido con las mujeres, que cada vez se hacen más dueñas de sus vidas. En 2018, a diez años de la publicación de Miss Chopsticks, Xinran dio una charla en Londres y comentó los cambios sociales en China de la última década:

Creo que los hombres también han cambiado. Pero es muy difícil, en sólo treinta años. Vuestro país [Inglaterra] ha tardado más de doscientos y cincuenta años, poco a poco, a través de generaciones, en evolucionar desde el control de la religión hasta la democracia. [En China] hemos visto este cambio en apenas treinta o cuarenta años, nos estamos saltando la cola. Así que también debe ser muy difícil para esos hombres (Xinran 2018, 29:15-30:00).

Reflexiones finales

En sus obras literarias de no ficción, Xinran ofrece al lector una versión real de los cambios en la sociedad china del siglo XX y principios del siglo XXI. Por medio de entrevistas a mujeres comunes y corrientes, Xinran muestra los cambios que ocurren de una generación a la siguiente; incluso dentro de una misma familia (por ejemplo, Buy Me The Sky o The Promise). En sus libros, vuelve continuamente al debate de lo que significa ser una “buena” o una “mala” mujer, y nos recuerda que el sentido de estos adjetivos cambia según la cultura o la generación.

Durante más de tres décadas, Xinran ha persistido en su propósito de achicar la brecha entre la realidad social y personal de la mujer china y la versión pública y oficial de esa realidad. Si bien lo hace desde su condición de privilegio, apuesta una y otra vez por las mujeres menos afortunadas que ella. Lo hizo desde dentro de China en la década de 1980, con su programa de radio y con numerosos viajes por todo el país recopilando historias de mujeres. Lo hizo de nuevo en 2004 con la fundación en el Reino Unido de The Mothers’ Bridge of Love (Mu Ai Qiao 母爱桥), una asociación de beneficencia dedicada, sobre todo, a ayudar a las familias adoptivas de niñas chinas en todo el mundo y a mejorar la conexión entre la cultura de nacimiento y las de adopción. Y desde la publicación de su primer libro en 2002, lo ha seguido haciendo cada vez que publica una de sus obras, traducidas a más de veinte idiomas, con lo que lleva las realidades de la mujer china al público lector internacional.

En sus obras, Xinran refleja cambios políticos y sociales importantes en la historia de China desde el punto de vista de las personas que forman el grueso de la sociedad al traer a las mujeres al frente. Sus escritos dan voz a quienes de otra manera no tendrían público para sus historias de vida, ya que la mayoría de sus entrevistadas carecen de estudios o de medios para contarlas. Aparte de sus publicaciones, participa a menudo en congresos y charlas académicas donde enfatiza la diversidad de China y sus gentes y la gran escala de grises en cuanto a nivel social o calidad de vida, con lo que ayuda a diversificar la opinión generalizada sobre ese país, basada principalmente en la valoración de una población urbana minoritaria.

En conclusión, el trabajo historiográfico de investigación profesional y personal de Xinran en el mundo de la mujer china moderna tiene un valor que se pierde cuando su trabajo se ve reducido al de una “consultora sentimental” (Xinran 2011, 2015; The Economist 2015), o cuando su literatura de no ficción se cataloga erróneamente como novela (McDowell 2008; Penguin Books 2008). Por el contrario, la autora es más bien una historiadora oral que, gracias a su continua dedicación a visibilizar la situación real de las mujeres chinas en sus obras de no ficción, contribuye a la reinserción de sus historias en la historia oficial y ayuda a un mejor entendimiento de la sociedad china por parte de los lectores de otras culturas.

Referencias

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1Hay edición en español de esta obra: Nacer mujer en China: las voces silenciadas (2003).

2Este artículo se basa en un proyecto más amplio de tesis doctoral, titulada: “¿Qué significa ser una buena mujer? La mujer china contemporánea: un estudio sobre las obras literarias de no ficción (2002-2019) de la autora Xinran (n. 1958)” (Programa de Doctorado en Lenguas, Textos y Contextos, Universidad de Granada).

3Debido a su contenido no ficcional, los libros de Xinran no han sido bien recibidos por los canales oficiales en China. Solamente The Good Women of China estuvo disponible durante tres meses en una librería de Shanghái, bajo el título Zhongguo de hao nürenmen 中国的好女人们. Fue retirado después de que la crítica acusara a Xinran de “ensuciar la imagen de China y perder la cara” al desvelar historias que no coincidían con la historia oficial del país (Xinran, comunicación personal, 27 de abril de 2021).

4Hay ediciones en español de estas dos obras: En las montañas sagradas (2005) y Tres, Cinco y Seis (2012).

5El podcast (BBC Radio 4) tiene formato de entrevista múltiple; también participan Xinran, David Tse (actor, escritor y director chino-británico) y Julia Lovell (sinóloga, escritora y traductora de varios de los libros de Xinran).

6Las “tres obediencias” describen la posición vital de la mujer en subyugación al hombre. Desde niña hasta el matrimonio, la mujer debe obedecer y seguir el consejo de su padre; una vez casada, debe obedecer a su marido, y si enviuda, debe obedecer a su hijo varón. Las “cuatro virtudes” se refieren a las cualidades que debe reunir una buena esposa y madre amorosa (xian qi liang mu 贤妻良母): ética y moral femenina, habla femenina, apariencia femenina, destreza femenina (para tareas del hogar) (Zhang 2016, 147).

7Xinran adoptó este título de un antiguo poema clásico chino que habla sobre el momento en el que el cantar de los pájaros despierta a la gente al amanecer; entonces, la gente recordará las palabras que se compartieron la noche anterior (Kananda y Xinran 2015, 01:49-02:05). En The Good Women of China, se traduce el título como Words on the Night Breeze; en su edición en castellano, Nacer mujer en China (2003), como Palabras en la brisa nocturna.

8“Porque China de alguna manera se ha convertido, no diría eso, pero es un poco como Estados Unidos: es una cultura de celebridades [celebrity culture]. Más de 74% de la población no vive así ni tiene este tipo de vida rica” (Xinran 2018, 16:50-17:44).

9“En las zonas más remotas de China, asoladas por la pobreza, las niñas no tienen más valor que los burros, los caballos, las vacas o los gansos” (Xinran 2012, 312).

10“En su aldea, nadie se habría atrevido a hablar así de los jefes locales, ni siquiera de los hombres normales y corrientes. Y, desde luego, ningún hombre escucharía a una mujer con la misma atención que le prestaban los jugadores de ajedrez a la Dama del Tofu. Tío Dos estaba en lo cierto: las mujeres de ciudad sí tenían agallas para hablar a los hombres como si fueran sus iguales: ‘Mire, señor, no hace falta que se las dé usted de hombre importante. En esta ciudad las mujeres pueden hablar por sí mismas’” (Xinran 2012, 25-26, 43).

Recibido: 19 de Diciembre de 2021; Aprobado: 17 de Noviembre de 2023

Lindsey Mclean Melchor se graduó en la maestría en estudios de Asia Oriental con lengua, literatura y cultura china en 2016 (Universidad de Granada, España), y recibió la matrícula de honor por su trabajo de fin de máster, “中国的好女人们 The Good Women of China (Xinran 欣然, 2002): una mirada a la vida y a las relaciones personales de la mujer china de hoy”. Ha compartido ponencias en los congresos internacionales de la British Association of Chinese Studies (Oxford University, 2022, y King’s College London, 2023) y de la Asociación Pandora (universidades de Salamanca, 2022, y Granada, 2023), y pertenece a la Asociación Española de Estudios de Asia Oriental. Está por defender su tesis doctoral titulada: “¿Qué significa ser una buena mujer? La mujer china contemporánea: un estudio sobre las obras literarias de no ficción (2002-2019) de la autora Xinran (n. 1958)” (Universidad de Granada).

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