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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.74 no.4 Ciudad de México abr./jun. 2025  Epub 21-Abr-2025

https://doi.org/10.24201/hm.v74i4.4716 

Reseñas

Sobre Antonio Rubial García y Jessica Ramírez Méndez, La ciudad anfibia. México Tenochtitlan en el siglo XVI

Pilar Gonzalbo Aizpuru1 

1El Colegio de México

Rubial García, Antonio; Ramírez Méndez, Jessica. La ciudad anfibia. México Tenochtitlan en el siglo XVI. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2023. 100p. ISBN: 078-607-307-256-4.


¿Puede un libro pequeño ser un gran libro? Mi respuesta es que la especie libro y el género historia están representados de forma ejemplar en esta ciudad anfibia, que no requiere una palabra más y a la que no le sobra ni un solo comentario. Está claro que la madurez de los autores les permite decir precisamente lo necesario y no ganaría en absoluto con el complemento de más datos ni el recurso de más anécdotas.

Quienes estudiamos la historia novohispana creemos conocer los espacios y las voces que la hicieron como fue y que todavía hoy pueden mandarnos sus mensajes. ¿Por qué, entonces, volver sobre lo que creíamos saber? Y, en todo caso, ¿podría darse por concluido el proceso de mestizaje urbano al finalizar un siglo, precisamente el XVI? ¿Qué pueden decir de nuevo los viejos documentos tantas veces leídos y reinterpretados? ¿Acaso los cambios se iniciaron por decreto y se completaron espontáneamente?, ¿se trató de un proceso natural y orgánico en que cada situación fue consecuencia necesaria y única de situaciones que la precedieron? ¿Cuál fue el origen y la trascendencia de ese carácter anfibio? Precisamente de eso se trata, o eso es lo que el libro consigue y que quizá fue el objetivo desde su gestación: exponer un proceso de gran complejidad, que apenas significó el inicio de los cambios en una comunidad urbana, México Tenochtitlan, durante un dramático proceso de reconstrucción y renacimiento y que nunca, desde entonces, ha dejado de cambiar.

Lo que este libro proporciona, con precisión y rigor académico, es precisamente eso: la secuencia de acciones y reacciones entre los responsables de la hazaña de inventar una nueva identidad regional, que luego sería nacional a partir de dos grupos de protagonistas, cambiantes en número e influencia, pero fieles a sus orígenes (indios y españoles) y convertidos en actores de antagonismos entre poderes en conflicto. Las ambiciones de los conquistadores pudieron encontrar en los señores indígenas contrincantes o aliados, según las circunstancias, en su pugna por poner límites al poder civil. Al mismo tiempo, los representantes de la Corona veían limitada su acción por interferencias de la jerarquía eclesiástica que, a su vez, disputaba el dominio de las conciencias y los beneficios materiales derivados de la popularidad de devociones y el carisma de santos del pasado y jerarcas del momento en las órdenes regulares. En síntesis, como prolongación de ese carácter anfibio que fue inseparable de decisiones de organización espacial y normas de convivencia, el libro subraya el protagonismo de dos grupos de actores y dos poderes en permanente desafío.

El espacio, que fue chinampa y se tornó capital, alojó a los señores mexicas y a los frailes evangelizadores, más tarde al prestigio del arzobispado frente a la nobleza indígena hispanizada, para completarse en los nuevos poderes encumbrados sobre los viejos en decadencia.

Se antoja que estamos hablando de un complicado rompecabezas y eso es precisamente lo que la ciudad anfibia representó y lo que los autores de este libro nos muestran hoy: el reto de lograr la integración de dos mundos ajenos entre sí, compuestos por individuos e instituciones con intereses diversos y aspiración de ideales lejanos o inalcanzables. Para complicar más la situación, ese proyecto original y los modelos ideales que lo representaron cambiaron en el tiempo y oscilaron de la tolerancia a la intransigencia, de las alianzas a los enfrentamientos y de la mirada al pequeño gran mundo de la ciudad modelo, México-Tenochtitlan (como se llamó durante un tiempo), a la inmensidad de un territorio que le estaría sujeto, pero que nunca se llegó a conocer en su totalidad. Porque las ruinas del 13 de agosto de 1521 dieron nacimiento a la inmensidad que llegaría a abarcar el virreinato de la Nueva España.

Una valiosa contribución que debemos reconocer a los autores es la aportación de planos, que dan cuenta del crecimiento de la ciudad y las sucesivas diversas formas de ocupación.

Ya que el libro se mantiene en el tono de un relato ameno en el que los problemas se pueden explicar con fundamento en lo que conocemos y los vacíos se pueden rellenar con argumentos o con anécdotas, hay algo que podríamos pedir para sosiego del lector inquieto que cree perderse al mediar cada página. Claro que disponemos de los cinco apartados que resumen etapas cronológicas y momentos críticos en las pugnas por alguna forma de poder, pero quizá podrían multiplicarse los incisos, como si las piezas de ese rompecabezas pudieran marcarse con etiquetas: “las devociones como instrumentos en los conflictos de poder”, “la economía en la base de los problemas económicos”, “las interpretaciones de una legalidad reinventada”… Claro que el resultado seguiría siendo caótico y la respuesta se mantendría pendiente de los resultados que se explican en las páginas sucesivas.

En suma: ¿algo que criticar? Podríamos decir que los autores hicieron trampa al anunciar que hablarían de la ciudad, pero pasaron a analizar cómo fue la gestación de las formas de gobierno de todo el virreinato. La respuesta está implícita: decir gobierno significa referirse al centro en que se recibían todas las informaciones y se tomaban todas las decisiones, donde residían los poderes centrales y se adjudicaban los beneficios regionales, donde se establecieron la cabeza del poder político, la máxima jerarquía religiosa y los responsables de la economía y la cultura. La ciudad fue mucho más que un caserío, así como el gobierno no fue estático sino dinámico y el librito informa precisamente de ello. Por si habíamos olvidado que en historia ninguna especialidad excluye el conocimiento de otras miradas, este libro nos lo recuerda.

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