El tabaco y el ganado son los personajes centrales de este libro, más precisamente, las clases sociales y las familias que, en medio de peripecias, bonanzas y calamidades, encarnaron estos dos productos en el ámbito geográfico de la Provincia de Montes de María en el Caribe colombiano. Colmenares enriquece la historiografía colombiana y del desarrollo económico. Su trabajo es resultado de una cuidadosa investigación en archivos y prensa locales, regionales, nacionales, principalmente en Colombia, pero también en Alemania, en que pone de nuevo sobre el tapete cuestiones suspendidas a raíz de los giros posmodernistas, tendencias y modas que, por todas partes, han beneficiado y asolado indistintamente la producción historiográfica de las últimas décadas.

Apela Colmenares a dos “tradiciones intelectuales”. “La cuestión agraria” (del marxismo clásico a los debates sobre el desarrollo soviético en la década de 1920, Lenin vs. Chayanov) que, con nuevas herramientas, nutre las actuales corrientes de las “transiciones agrarias”. La segunda “tradición” proviene del estructuralismo cepaliano y sus críticos que, como sabemos, buscaron y aún buscan explicar las formas y mecanismos de incorporación de los países productores de materias primas al mercado mundial, es decir, al mercado de los países ya industrializados: los términos de intercambio, las diferentes elasticidades-ingreso de la demanda de materias primas y bienes industriales. Estas grandes líneas han inspirado desde la década de 1950 gran parte de la historia económica latinoamericana. En el libro se aprecia la plasticidad de situaciones locales y regionales, y, lo que no debiera sorprender a la luz de la historia mundial del café, la persistencia de las economías campesinas que, en Montes de María, implicó el ascenso de la ganadería, menos “democrática” que el tabaco.

Establece de entrada una comparación esclarecedora de Montes de María (provincia integrada por dos comarcas diferentes: Carmen de Bolívar, campesina, y Corozal, latifundista) con las de Recôncavo, en Bahía, Brasil, Cibao en la República Dominicana, y el distrito de Ambalema en la Colombia Central, que también se incorporaron al mercado mundial de tabaco en el periodo del estudio, 1850-1914. No es éste, empero, el único criterio del autor para establecer un cuadro comparativo, pues considera que el proceso de globalización debe enfocarse simultáneamente desde las localidades, desde estructuras agrarias distintivas, conforme a sus peculiares procesos históricos de poblamiento. Así, este libro interesará a investigadores de historia agraria, económica e internacional, pero también a la historia ambiental; en este campo el autor pondera la expansión tabacalera en Montes de María y concluye que es extractivismo: el tabaco siempre se siembra en tierras vírgenes y las poblaciones lo llamaban “el cultivo errante”.

El autor se mueve a sus anchas con las categorías y conceptos de las mencionadas tradiciones y corrientes. Plantea y ofrece respuestas a distintos tipos de problemas todavía vigentes. Ofrece conceptos pareados: países productores de materias primas-países industrializados; Carmen de Bolívar-Corozal o Montes de María-Ambalema; economías campesinas-economías capitalistas; campesinos-comerciantes; crédito horizontal-crédito vertical; latifundistas-burguesía tabacalera; cadenas de valor guiadas por los compradores-cadenas de valor guiadas por los vendedores; sistemas abiertos-sistemas cerrados (en relación con la disponibilidad y acceso a la tierra) y, el eje central de la obra: tabaco-ganado.

Con este arsenal desentraña la estructura y transformación de las relaciones sociales de producción en “el laboratorio geográfico” de Montes de María, y, por ende, las trayectorias de las economías campesinas que, sin abandonar nunca los cultivos de pancoger, producen tabaco negro en rama para la industria de Bremen-Hamburgo. Maneja con habilidad la información dispersa y fragmentaria de modo que puede describir el proceso tabacalero y ganadero en tres ciclos pautados por las condiciones de la demanda mundial: 1) la “época dorada”, 1850-1875, que refuerza la producción campesina de tabaco, que fue clandestina en el siglo XVIII y principios del XIX, dado el temprano establecimiento del estanco o monopolio estatal del tabaco en España, que hereda la República. 2) La crisis o depresión de precios de 1875 a 1890. 3) Un segundo auge exportador en el cuarto de siglo de 1890 a 1914. En este análisis concentra la atención en la distribución del ingreso tabacalero a lo largo de la cadena de valor (del productor campesino al comerciante, las casas exportadoras, el industrial alemán, aunque le faltó incluir al consumidor final). Tan importante, traza un cuadro de los niveles de vida de las poblaciones locales a lo largo del tiempo. Concluye que los precios de referencia locales se guían por los del mercado de Bremen. A pesar de que la preponderancia del “crédito vertical” y de la “cadena guiada por los compradores” es asimétrica (los comerciantes locales y las casas exportadoras alemanas dominan a los campesinos), éstos experimentaron mayor bienestar durante los ciclos al alza de los años sesenta del siglo XIX que los de las otras comarcas tabacaleras con las que establece la comparación y, claramente, con el caso de Ambalema, donde, según Frank Safford, hubo una relación estrecha entre tabaco y ganadería, pues el estimulante se empacaba en cuero. Colmenares no encuentra la explicación en el aumento de la tasa de autoexplotación campesina a la Chayanov, sino en que los márgenes de ganancia de los intermediarios comerciales de Montes de María fueron menores de los habituales en otras latitudes. Al no hallar explicación en las teorías económicas (marxista, neoclásica o de “la vía campesina”) acude a la antropología económica, al estudio de los entramados sociales y morales en los que opera el mercado local (tabaco, alimentos, ganado, mano de obra, tierra); es decir, a las mediaciones de coerción y fidelidad a la Polanyi.

De este modo reconstruye las trayectorias de la estratificación y movilidad sociales, cambiantes según las condiciones de la demanda mundial que, a su vez, exigen nuevos ajustes en las condiciones de la oferta. En este punto se refuerza el papel del ganado estableciéndose una especie de juego dialéctico tabaco-ganado que, a mi juicio, es uno de los principales aportes del libro. Una clave de entrada al problema es el estudio de los precios locales del tabaco y los precios de los potreros que se forman para la ganadería, sea fragmentando latifundios de origen colonial en el Corozal latifundista, sea agregando pequeñas parcelas para formar unidades mayores en el Carmen de Bolívar campesino. Un accidente dispara el cambio social y, de nuevo, el historiador encontrará la importancia de investigar detenidamente los desastres naturales. En este caso, la plaga de langosta de la década de 1880 que destruye todos los cultivos (de tabaco y de pan coger), produce hambre, éxodos internos, pero, alienta la reconversión de la tierra de cultivos en potreros para la ganadería, poco afectados por la terrible plaga de langostas que asoló todo el occidente de Colombia.

La coyuntura de la plaga operó en el marco de condiciones estructurales: los capitales derivados del tabaco “dinamizan el mercado de tierras” que implica la concentración del poder de los terratenientes agrupados en una nueva élite ganadera que integra las viejas clases latifundistas de origen colonial y las nuevas clases mercantiles enriquecidas en el primer ciclo tabacalero. Así se cierra la larga fase de “disponibilidad de tierras” que venía desde el poblamiento disperso del siglo XVIII. La base laboral, como ocurre en la expansión de la frontera agraria de muchas regiones latinoamericanas (es frecuente en el café), opera en un mercado de “mejoras”. De este modo los capitales tabacaleros permiten controlar a los trabajadores, bien sea en la forma de jornales para formar y ampliar potreros o para comprar mejoras o fincas “mejoradas”. En este proceso las economías campesinas se vuelven agropecuarias rompiendo el estereotipo de la ganadería latifundista omnipresente.

En la actual encrucijada conceptual podemos apreciar de este libro la forma de articular las economías contrapuestas y complementarias del tabaco y el ganado con la economía regional y, por último con la economía nacional en la medida en que el ganado contribuye a la formación del mercado interno del país. Y que, completamente por fuera de los circuitos internacionales de la carne, es un bien no transable en el comercio internacional.

El libro plantea y deja abiertas muchas preguntas en los planos conceptual, metodológico o en el tratamiento empírico de datos. En el caso de la historiografía colombiana, invita a repasar y buscar fuentes no exploradas pero disponibles, verbigracia, sobre “el tabaco de Ambalema”. En las tareas de acopiar y organizar información, pregunto, por ejemplo, sobre el tratamiento de los precios de la tierra y los supuestos sobre mercados de tierras que, al menos para este reseñista, continúan siendo un misterio. Igualmente hay preguntas sobre la figuración de los precios de una canasta de alimentos de la familia campesina. Dicho esto, me parece encomiable el trabajo de reconstruir series de precios locales, regionales e incluso internacionales para esta clase particular de tabaco negro en rama, o series de precios en la formación y ampliación de potreros para la ganadería. Con todo, confiamos en que este libro ampliará el campo de una conversación indispensable entre varias disciplinas que tratan el complejo asunto de los campesinos en el mercado mundial.