En los últimos años se ha indagado en nuestro país sobre historia de la prensa. También han ido en aumento publicaciones en torno a la historia del libro, la edición, la imprenta y la cultura escrita tanto en la ciudad de México como desde distintas perspectivas regionales, como lo constatan una serie de obras coordinadas por Laura Suárez de la Torre y Marina Garone Gravier, respectivamente.
Con una mirada amplia a estos temas, Lourdes Calíope Martínez González se dio a la tarea de realizar una acuciosa investigación cuyo fruto maduro es Los Chávez y la imprenta en Aguascalientes. El ascenso de una familia de artesanos (1835-1870). La autora se ha ido perfilando como una especialista en torno a la historia del libro, la imprenta, la edición y las artes gráficas, principalmente en el siglo XIX.
Se trata de un valioso trabajo, con una estructura adecuada y bien escrito, estupendamente documentado, en el que la autora reconstruye la historia de la imprenta a través de una familia: los Chávez, en un periodo que abarca poco más de un tercio del decimonónico siglo. La búsqueda de información documental fue exhaustiva, pues se dio a la tarea de localizar impresos en archivos y bibliotecas locales, regionales, nacionales y en el extranjero. De los locales cabe destacar el Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes; el Archivo Municipal de Aguascalientes; el acervo Alejandro Topete del Valle en la Biblioteca Pública Central Centenario Bicentenario del Instituto Cultural de Aguascalientes, donde además encontró cartas y diarios familiares; localizó impresos en distintos repositorios; hurgó en fuentes de primera mano, encontró leyes y reglamentos sobre el tema; sacó el debido provecho a protocolos notariales donde abundan inventarios, testamentos, avalúos, y lo relacionó adecuadamente con contratos, insumos, costos de producción, ventas, suscriptores, lugares de distribución. De los regionales el fondo Junta Departamental del Archivo Histórico del Estado de Zacatecas y la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco; la Hemeroteca Nacional, la Biblioteca Nacional; en el extranjero, vía digital, acervos y colecciones especiales de la Universidad Estatal de San Diego y la Universidad de Texas, entre otras. Los artículos y libros se acercan a una centena.
Se compone de cuatro capítulos: el inicial “Imprenta, élite y comercio: la primera imprenta en Aguascalientes”, abarca los antecedentes, esto es, de 1826 a 1835; el segundo, “‘Del Águila’: primera imprenta de los hermanos Chávez”, va de 1835 a 1838; “Hegemonía y monopolio de la mano de José María Chávez” cubre de 1847 a 1861, es el tercero; el último va de 1860 a 1870 y se titula “La imprenta del taller ‘El Esfuerzo’”. Desde luego contiene introducción, conclusiones y anexos.
En la introducción da cuenta del tema; comenta el estado del arte en el mundo, en México y desde luego en Aguascalientes; explica de qué va su planteamiento teórico y su estrategia metodológica y formula una docena de preguntas rectoras, a las cuales responde con solvencia y autoridad a lo largo del texto.
En el primer capítulo reflexiona sobre los antecedentes fundamentales que tienen que ver con lo que ella llama la primera imprenta en Aguascalientes. A partir de información fragmentaria e inconexa, menciona los casos de Juan María Gordoa, Francisco Jiménez de Sandi, Antonio Valadez y otros que apenas si se conocen sus nombres y el título de algunos impresos, en una época marcada por las tensiones políticas con Zacatecas y la búsqueda de la autonomía.
En los capítulos subsiguientes realiza un análisis puntual al rastrear los orígenes de los Chávez, la primera familia de impresores en Aguascalientes en el siglo XIX; sigue su huella de cómo se fue forjando esa tradición artesanal, comercial; resalta su postura política e ideológica liberal, republicana, reformista, y los cambios que fue experimentando en relación con los espacios del poder; profundiza en el trabajo del liderazgo de José María Chávez como impresor y empresario; reconstruye trayectorias; desarrolla el tema de la imprenta como negocio y transmisora de ideas, así como su estructura organizativa con suficiencia; contextualiza históricamente su objeto de estudio identificando etapas de aprendizaje, diversificación, consolidación, auge y crisis; investiga pormenores, explica con amplitud por qué fueron pioneros en la difusión de las artes gráficas y sigue su estela, el cambio generacional, su escuela, la transmisión de saberes y su legado hasta iniciado el siglo XX.
La parte medular se centra en el tercer capítulo, “Hegemonía y monopolio de la mano de José María Chávez (1847-1861)”, aparte de que es el más abundante. Pone especial atención en los proyectos editoriales más significativos e importantes de su imprenta ya que contiene una serie de procesos más complejos: introduce la encuadernación, recurre a mayor uso de imágenes; reimprime libros que circulaban en su momento, principalmente en la capital del país, como los clásicos románticos y novelas costumbristas. Descubre una faceta poco explorada de José María Chávez, la de imitar y experimentar que mostraba, por citar un ejemplo en la Exposición de San Marcos dedicada a la industria, la agricultura, minería y arte.
Recalca la preponderancia y hegemonía de la imprenta de los Chávez y la creación de la primera escuela de artes gráficas en la ciudad; se ocupa de desarrollar los puntos de distribución de impresos en la región de acuerdo a caminos y rutas de transporte de las diligencias y el servicio postal entre Los Altos de Jalisco, Zacatecas, San Luis Potosí y Aguascalientes. Por otro lado, la autora desmitifica la figura de José María Chávez y lo coloca en su justa dimensión histórica al ubicarlo como un impresor-editor-empresario exitoso y agente cultural, interesado en explorar y experimentar.
El libro está poblado por personajes de la familia Chávez: José María, su padre, sus hermanos y algunos de sus hijos. Desde luego el texto lo habitan elementos y cuestiones relativos a talleres tipográficos, características de prensas y lo que se relaciona con el amplio mundo de las imprentas, y gracias a eso nos enteramos de oficios como impresores, tipógrafos, cajistas, componedores, correctores, tintadores, grabadores, litógrafos, encuadernadores; elementos materiales como papel, tinta, tórculos, piedras litográficas, rodillos, tipos, ramas y galeras.
La autora continúa analizando que hubo cambios tecnológicos en la prensa comercial para competir en el mercado editorial de los libros, folletos, catálogos, carteles, hojas sueltas, periódicos e impresos; se buscó innovar con imágenes, grabados, litografías, viñetas y ornamentos. Para sobrevivir fue preciso invertir e introducir mejoras.
Señala a la imprenta como una herramienta de difusión de ideas, prioritariamente las ilustradas, que se vincularon con principios republicanos, de libertad de expresión (prensa) y específicamente el deseo de las élites de difundir textos, educar, extender una cultura cívica y formar ciudadanos. Otros temas correlacionados son la libertad de imprenta y la censura; el acceso a la lectura, públicos, circulación de impresos y un largo etcétera.
Es una obra importante porque llena lagunas y desentraña el complicado y a veces confuso siglo XIX, específicamente en el mundo de las imprentas y su relación con las artes gráficas, la edición de la literatura, escritores, la publicidad comercial, la historia de la prensa y el periodismo, la cultura escrita, transmisión de saberes, circulación de impresos y por lo tanto de ideas.
Este libro abre luz sobre: la cultura del libro en el occidente de México, en una época en que se percibe como un periodo complejo y turbulento en que las élites y la clase política se muestran divididas; imprentas privadas e imprentas de gobierno; la imprenta como agente de cambio, promovida a través de una familia; amplía nuestra visión sobre la edición literaria de los primeros libros; refiere a los inicios de la publicidad y las artes gráficas en tanto práctica editorial moderna; da cuenta de la variedad de productos impresos aguascalentenses y temáticas diversas; nos aproxima a las relaciones existentes entre los autores, editores, impresores, grabadores y el fomento de las artes gráficas locales; refiere proyectos editoriales para artesanos; surgimiento de nuevas imprentas a partir de escisiones y fracturas políticas.
Otro acierto es que incluye una serie de tablas y anexos en las que enlista impresores, imprentas, litógrafos y grabadores que estuvieron activos en tal o cual taller, en un periodo que va de 1826 a 1870, enumerando la cantidad de impresos localizados y porcentajes. Destaca, desde luego, los temas predominantes y los títulos de los periódicos impresos que surgieron en el taller tipográfico de José María Chávez.
Estamos ante una aportación importante a la historia de la lectura, la cultura impresa y las prácticas culturales. El libro es un abundante caudal de información sobre el origen y desarrollo de la imprenta en el Aguascalientes decimonónico. Sugiere nuevas vetas de investigación y exhorta a que otros historiadores se animen a estudiar estos apasionantes tópicos que han tenido un importante desarrollo en los últimos años. Representa una valiosa contribución a la historiografía regional que nos invita a ver el siglo XIX con una nueva mirada.