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Revista mexicana de opinión pública

versión On-line ISSN 2448-4911versión impresa ISSN 1870-7300

Rev. mex. opinión pública  no.37 Ciudad de México jul./dic. 2024  Epub 04-Feb-2025

https://doi.org/10.22201/fcpys.24484911e.2024.37.88148 

General

¿Clivajes, imágenes, partidismo o partidismo negativo? El comportamiento electoral mexicano en perspectiva comparada (2012-2021)1

Cleavages, Images, Partisanship or Negative Partisanship? Mexican Voting Behavior in Comparative Perspective (2012-2021)

Oniel Francisco Díaz Jiménez1 
http://orcid.org/0000-0002-2271-8940

Miguel Eduardo Alva-Rivera2 
http://orcid.org/0000-0003-1400-2448

Edwing Téllez Domínguez3 
http://orcid.org/0009-0005-3816-2640

1 Doctor en Ciencia Política y Estudios Internacionales por la Universidad de Birmingham, Reino Unido. Actualmente, es Profesor-Investigador del Departamento de Estudios Políticos y de Gobierno, en la División de Derecho, Política y Gobierno, de la Universidad de Guanajuato. Correo electrónico: oniel.diaz@ugto.mx.

2 Candidato a Doctor de Investigación en Ciencias Sociales con mención en Ciencia Política por la FLACSO-México. Correo electrónico: alvaeduardo27@gmail.com.

3 Maestro en Análisis Político por la Universidad de Guanajuato. Correo electrónico: edwing_tellez@hotmail.com.


Resumen

El voto es una de las formas de participación política más relevantes en las democracias contemporáneas. El presente trabajo tiene como objetivo analizar las tendencias en el comportamiento electoral mexicano de 2012 a 2021, con particular énfasis en evaluar el peso de los factores de corto plazo que influyen sobre el voto (imagen de los candidatos y temas) frente a variables de largo plazo como la ideología y el partidismo de los electores. Con base en modelos de regresión logística se muestra como el comportamiento electoral en las elecciones de 2018 y 2021 ha sido influido de manera cada vez más significativa por variables de corto plazo, tales como las imágenes de los candidatos y las opiniones sobre diversos temas, tanto de desempeño como posicionales. Asimismo, se puede advertir un posible declive de los factores de largo plazo, particularmente de los factores sociodemográficos y socioeconómicos, como variables explicativas del voto de los ciudadanos mexicanos.

Palabras clave: Comportamiento electoral; partidismo; apartidistas; partidismo negativo; clivajes; imágenes de los candidatos

Abstract

Voting is one of the most relevant forms of political participation in contemporary democracies. The aim of this paper is to analyze the trends in Mexican electoral behavior from 2012 to 2021, with particular emphasis on assessing the weight of shortterm factors that influence voting against long-term variables such as ideology and partisanship. Based on logistic regression models, it shows how electoral behavior in the 2018 and 2021 elections has been increasingly significantly influenced by short-term variables, such as images of candidates and opinions on a number of (performance and positional) issues. Likewise, it shows a decline of the impact of long-term factors, particularly of demographic and socioeconomic factors, that can be seen as explanatory variables of voting patterns of Mexican citizens.

Keywords: Voting behavior; partisanship; apartisans; negative partisanship; cleavages; candidate images

Introducción

Como muchos otros aspectos relevantes de la política mexicana, el comportamiento electoral se ha transformado muy significativamente a lo largo de las últimas décadas, reflejando las diversas etapas de la competencia partidista y de la estructura del electorado mexicano a lo largo de un prolongado proceso de democratización. Desde el periodo posrevolucionario y hasta finales de los noventa, la política mexicana se caracterizó por el dominio prolongado del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Durante esta etapa, el voto estuvo fuertemente influido por los altos niveles de partidismo (principalmente del priismo) entre el electorado, así como por prácticas clientelares y de patronazgo fuertemente orientadas a la movilización de su base partidista, contribuyendo al prolongado dominio electoral del partido tricolor.

Sin embargo, durante las dos últimas décadas del siglo XX, los mexicanos se desalinearon gradualmente del partido dominante, muchos de ellos se volvieron electores independientes (sin identificación con algún partido) y otros más desarrollaron simpatías hacia los partidos de oposición (principalmente con el PAN y con el PRD) (Díaz Jiménez y Vivero Ávila, 2015). Así, durante los noventa era ya posible identificar dos grandes campos en la estructura del electorado mexicano: aquellos electores que apoyaban la continuidad del PRI en el poder, y aquellos que preferían un cambio democrático y tendían a votar por la oposición (Moreno, 2009a, p. 18).

La alternancia política ocurrida en el año 2000 trajo consigo un cambio significativo en los patrones del comportamiento electoral mexicano. Y aunque ciertos factores, tales como el partidismo, siguieron siendo muy relevantes para explicar las decisiones de voto durante las dos décadas del presente siglo, otras variables -como las opiniones de los votantes sobre los candidatos- comenzaron a tener un papel cada vez más relevante en las preferencias electorales, particularmente en las elecciones presidenciales de 2000 y 2006, en las cuales el PAN resultaría vencedor. Empero, después de dos administraciones presidenciales panistas, el PRI lograría retomar el control del ejecutivo federal en la elección presidencial de 2012.

A partir de entonces, comenzaría una notoria tendencia de desalineamiento generalizado del electorado mexicano, ya no solo respecto del tricolor sino de los otros dos principales partidos tradicionales (PAN y PRD) (Moreno, 2018a). Este proceso de desalineamiento partidista generalizado llegaría a su punto más alto en 2017 y sería fundamental para comprender el resultado de la contienda presidencial de 2018 (Díaz Jiménez y León Ganatios, 2019, p. 124) debido a sus fuertes consecuencias en el comportamiento electoral, la más importante es quizás el incremento de la importancia de los llamados factores de corto plazo que inciden en las decisiones de voto de la población como las opiniones de los votantes sobre los temas de debate público y los candidatos.

Este articulo analiza las tendencias relevantes en el comportamiento electoral de los mexicanos durante las últimas décadas y se divide en tres partes. En la primera se presenta una breve revisión de la literatura sobre el comportamiento electoral en la etapa competitiva del sistema mexicano de partidos. Esta revisión se complementa con una discusión de estudios comparativos que incluyen a México en su selección de casos. En el segundo apartado se discuten los resultados de una serie de análisis multivariados sobre los determinantes del voto de los mexicanos en las elecciones presidenciales de 2012 y 2018, así como en las elecciones legislativas intermedias de 2021. Finalmente se presenta un apartado de conclusiones.

Las teorías del comportamiento electoral

Esta sección ofrece una breve revisión de distintas teorías explicativas del comportamiento electoral y sus aplicaciones al caso mexicano. Primero abordaremos las teorías que se centran en variables causales de largo plazo relacionadas con la posición que ocupan los electores en la estructura social, entre ellas su género, edad, nivel de estudios, religión/religiosidad, lugar de residencia y nivel socioeconómico, además de otras variables sociodemográficas y socioeconómicas. Posteriormente, revisaremos las teorías del voto que hacen énfasis en variables de largo plazo relacionadas con las actitudes políticas de los ciudadanos, tales como la orientación ideológica (izquierda-derecha o liberal-conservador), el partidismo, los sentimientos anti-partidos entre otras orientaciones políticas relevantes. Por último, discutiremos la influencia de variables relacionadas con el contexto político de las elecciones y las dinámicas de las campañas, como las opiniones de los votantes sobre los candidatos y los diversos temas en torno a los cuales se estructura la competencia política, entre otros factores de corto plazo que también influyen significativamente en el voto (Anduiza y Bosch, 2004).

La teoría sociológica del voto (las variables de posición social)

Para la teoría sociológica del voto, también llamada escuela de Columbia (Lazarsfeld et al., 1944), el voto está fuertemente influido por el sentido de pertenencia de los electores a un grupo social en particular. Por lo tanto, centra su atención en los llamados clivajes, entendidos como fuertes divisiones de la sociedad en bandos opuestos (e.g. obreros frente a burgueses o católicos contra protestantes), y que son determinadas por las coyunturas y patrones históricos de cada país (la constitución del Estado-Nación, la reforma y contrarreforma religiosas, la revolución industrial etc.).

Para fines analíticos, es importante advertir que los clivajes deben ser entendidos en términos más bien estructurales y no ideológicos, aunque estos ciertamente orientan los valores políticos de las personas. Los clivajes son a menudo un fuerte determinante de los vínculos de los ciudadanos con los partidos políticos y de sus preferencias electorales. Por ejemplo, aquellos individuos que se consideren a sí mismos como obreros, en contraparte a los burgueses, votarán en función de su sentido de pertenencia, valores e intereses compartidos con la clase trabajadora.

Cabe advertir que el voto también puede ser influido por una combinación o superposición de dos o más clivajes (Anduiza y Bosch, 2004). Un ejemplo es el estudio pionero de Lazarsfeld et al. (1944) sobre comportamiento electoral en Norteamérica, el cual encontró que mientras los electores de clase obrera, con residencia urbana y religión católica tendían a votar por el Partido Demócrata, los de clase media, con residencia rural y fe protestante preferían votar por el Partido Republicano. Asimismo, es importante señalar que no todas las divisiones sociales necesariamente generan clivajes electoralmente relevantes (Anduiza y Bosch, 2004, pp. 147-149).

La teoría sociológica del voto han generado una amplia agenda de investigación y análisis sobre diversos factores sociodemográficos y socioeconómicos que afectan el comportamiento electoral, incluyendo el impacto (directo o indirecto) de factores basados en clivajes tradicionales como la clase social (Evans, 2017; Evans y Northmore-Ball, 2018) o la religión (Elff y Rossteutscher, 2017; Evans y Northmore-Ball, 2018), así como otras variables sociodemográficas como el género (Campbell, 2017), la raza/etnicidad (Sobolewska, 2017) y la edad (Dassonneville, 2017). Por su parte, los análisis específicos del caso mexicano han documentado el impacto significativo en el voto de factores como la edad, la educación, el ingreso/nivel socioeconómico, la religión/religiosidad y el lugar de residencia, urbano-rural o regional (centro, norte, sur, centro-occidente) de los votantes mexicanos (Moreno, 2003; 2009a; Klesner, 2009; Baker, 2009; Díaz Domínguez, 2014; Aguilar, 2019).

Por ejemplo, en su obra El votante mexicano, Moreno (2003) señaló la existencia de una superposición de los clivajes de edad, escolaridad y procedencia (urbano-rural). De acuerdo con el autor, en la década de los noventa, ya era posible identificar dos campos políticamente relevantes en electorado mexicano, el primero era un electorado más tradicional, de mayor edad, menor escolaridad y que, aunque se le podía encontrar en las ciudades, vivía principalmente en el campo y tendía a votar por el PRI. Por el contrario, el otro electorado tendía a ser más joven, más escolarizado y predominantemente urbano, así como más probable de votar por los partidos de oposición. Diversos estudios proveen evidencia de la importancia de estas variables para comprender la orientación del voto de los mexicanos durante las elecciones presidenciales federales de 2000, 2006 y 2012 (Moreno, 2003; 2009a Klesner, 2009; Camp, 2013; Díaz Domínguez, 2014; Somuano Ventura; 2014; Aguilar, 2019).

Aunque otras divisiones sociales también parecían ser relevantes para explicar el comportamiento electoral de los mexicanos -como la religión y el nivel de religiosidad- la dirección de sus efectos en el voto era algo más incierto, debido a que algunos estudios sugieren que parecían favorecer el voto por el PRI frente al PAN, como en el caso de las elecciones congresionales y presidenciales de 2000 (Moreno, 2003), así como en la presidencial de 2006 (Moreno, 2009a), mientras que otros documentan que un mayor nivel de religiosidad favoreció más bien al PAN frente al PRI en las elecciones presidenciales de 2000 (Moreno, 2009a) y de 2012 (Díaz Domínguez, 2014). Mas recientemente, investigaciones sobre el comportamiento electoral en la contienda presidencial de 2012 demuestran que las variables sociodemográficas y socioeconómicas antes mencionadas aún resultaron tener cierta relevancia para comprender las decisiones de voto de los mexicanos (Camp, 2013; Díaz Domínguez, 2014).

Sin embargo, quizás la variable estructural que, de acuerdo con la literatura, influyó más fuertemente y consistentemente en las preferencias electorales de los mexicanos antes de 2018, fue la región donde estos residen, con los votantes del norte y de la región centro-occidente (bajío) siendo usualmente los más probables de votar por el PAN o por el PRI que por el PRD; y los del sur, con mayor probabilidad de votar por el PRI o por el PRD que por el PAN (Poire, 1999; Moreno, 2003; 2009a; Klesner, 2009; Baker, 2009; Camp, 2013; Somuano Ventura; 2014; Díaz Domínguez, 2014; Aguilar, 2019)2.

Pese a los hallazgos anteriores, los análisis del voto en la elección de 2018 documentan un declive del impacto de los factores estructurales en las decisiones de los votantes (Aguilar, 2019; Aparicio y Castro Cornejo, 2020). Por ejemplo, Aguilar (2019) muestra que, a diferencia de las elecciones de 2006 y 2012, por primera vez los votantes de la región norte y centro-occidente no fueron menos probables de apoyar a López Obrador respecto a los votantes del centro, región del país donde el candidato usualmente había tenido su mejor rendimiento electoral. Algo similar ocurrió con segmentos del electorado, como las personas menos escolarizadas, que en elecciones pasadas tendían a votar más por el tricolor y menos por AMLO, pero que en 2018 fueron tan probables de apoyar al izquierdista como los electores de mayor escolaridad (véase también Aparicio y Castro Cornejo, 2020).

Los análisis señalan que en 2018 AMLO también fue capaz de cerrar la brecha de género que caracterizara las elecciones de 2006 y 2012 (Aparicio y Castro Cornejo, 2020; Camp, 2013), así como entre los votantes urbanos y rurales (Aparicio y Castro Cornejo, 2020). El declive del peso explicativo de los factores estructurales en el voto no es una tendencia exclusiva del contexto mexicano, los estudios sobre el tema en democracias avanzadas también documentan el declive de diversas variables explicativas estructurales del voto (Dalton, 2020).

El modelo psicosocial del voto (las actitudes políticas)

De acuerdo con la teoría psicosocial del voto (o escuela de Michigan) (Campbell et al., 1960), el proceso de formación de las decisiones electorales combina elementos tanto sociales como psicológicos que se distribuyen a lo largo del llamado túnel o embudo de la causalidad, el cual muestra, en su parte más ancha, las condiciones sociales en términos de clase social, denominación religiosa, origen y raza, entre otros factores derivados de coyunturas históricas y divisiones sociales que estructuran un sistema de partidos. Más adelante, recorriendo el embudo se encuentran las orientaciones de valores, lealtades e intereses grupales que generan a su vez actitudes políticas relevantes tales como la identificación partidista y/o la orientación ideológica de los electores, entre otros valores y actitudes políticas que actúan como instrumentos mentales encargados de guiar el procesamiento de la información política derivada de la posición social de los individuos, y tienen un impacto más directo en el voto. A medida que se avanza en el embudo, en su parte más estrecha, se encuentran las opiniones sobre los candidatos y diversos temas, entre otros factores de corto plazo que son aún más cercanos a las decisiones de los electores.

De central importancia para esta corriente de análisis electoral son las orientaciones y actitudes políticas a través de las cuales los individuos procesan la información que reciben de diversas fuentes de información política (heurísticos). Entre tales heurísticos se encuentran el posicionamiento ideológico de izquierda-derecha (o liberal-conservador) y la identificación partidista (o partidismo), la cual es considerada como el principal heurístico debido a que no solo determina el voto, también crea una base de identidad política; proporciona pistas para evaluar diversos eventos políticos, problemas públicos y candidatos; moviliza la participación en las campañas y en las elecciones; y estabiliza los patrones de votación para el individuo y el sistema de partidos (Dalton, 2020).

Asimismo, el partidismo sirve como un indicador que permite explicar e incluso pronosticar el resultado de las elecciones, pues el partido que cuenta con más simpatizantes entre el electorado usualmente cuenta con una ventaja sobre sus competidores. Además de tener fuertes efectos directos en las preferencias electorales, la identificación partidista también ejerce una fuerte influencia indirecta sobre las otras dos variables actitudinales más próximas a la decisión de voto, como son las evaluaciones de los electores sobre los candidatos de los partidos y los temas de debate público (Hutchings y Jefferson, 2018).

Partidismo y voto en México

Diversos estudios sobre el caso mexicano muestran que, de manera muy similar a como ocurre en muchas viejas y nuevas democracias (Gunther et al., 2016, Nadeau et al., 2017), existe una fuerte probabilidad de que los electores partidistas mexicanos voten por los candidatos del partido con el cual se sienten identificados (voto normal) (Klesner, 2004; Somuano Ventura y Ortega Ortiz, 2003; Flores-Macías, 2009; Moreno, 2003; 2009a; Somuano Ventura, 2014; Aguilar, 2019). Algunos de estos análisis también demuestran que mientras más fuerte es la identificación con un partido político, más fuerte es la probabilidad de votar por los candidatos de ese partido (Moreno, 2003; Aguilar, 2019). Asimismo, una mayor fortaleza de la identidad partidista está asociada con una mayor estabilidad de las preferencias electorales respecto a elecciones pasadas (Klesner, 2004) y durante las campañas (Flores-Macías, 2009). Otros análisis muestran que el partidismo esta también asociado con mayores tasas de voto unificado (voto por los candidatos del mismo partido en la boleta electoral, por ejemplo, para presidente y legisladores) y menores tasas de voto dividido (split-ticket voting: votos por candidatos de diferentes partidos políticos en la misma boleta, en lugar de por los candidatos de un sólo partido) (Mexiueiro, 2014).3

Si bien, la identidad partidista ha demostrado ser la variable explicativa más consistente del comportamiento electoral de los mexicanos, investigaciones recientes proveen evidencia de un considerable declive del partidismo entre el electorado, así como de la pérdida de su poder explicativo como predictor de las preferencias electorales. Durante la mayor parte de la etapa de competencia multipartidista, los ciudadanos identificados con los partidos constituyeron la mayor parte del electorado. Sin embargo, a partir de 2015 la proporción de electores independientes superó a los partidistas. El porcentaje de la población que expresó identificarse con algún partido descendió de 77% en 1997 a solo alrededor de la mitad del electorado en 2018 (Gráfico 1). Como se puede apreciar, el desalineamiento no solo ha sido respecto al otrora partido dominante PRI, sino también respecto al PAN y el PRD, quienes han perdido una cantidad significativa de partidistas durante la mayor parte del periodo. Aunque el declive de las lealtades hacia los partidos tradicionales puede significar un posible realineamiento del electorado hacia Morena, el porcentaje de mexicanos que no se identifican con algún partido político se ha mantenido cercano a la mitad del electorado en los años posteriores a la elección de 2018.

Los porcentajes no suman 100, porque no se presenta la opción “otro partido” y “no sabe”. La pregunta utilizada a partir de noviembre de 1999 es: “Generalmente ¿usted se considera priista, panista o perredista?”. En encuestas previas se usaron variantes de pregunta sobre simpatía con algún partido político. De 2010 en adelante se utilizaron los promedios anuales de las encuestas de Buendía&Márquez. Independientemente del partido por el que usted acostumbra a votar, ¿usted normalmente se considera panista, priista, perredista, verde-ecologista, de Morena o de otro partido?

Fuentes: 1997: Encuesta ITAM-Arcop; 1998-2009: Promedios anuales obtenidos a partir de encuestas trimestrales de Reforma reportados en Moreno (2009a; 2012).

Gráfico 1 Partidismo en México, 1997-2021 (%) 

Asimismo, mientras que la identificación partidista explicó entre un 34 y 38 % de la variación en las decisiones de los votantes en la elección presidencial de 2000, su capacidad explicativa se redujo significantemente a solo entre 31% y 34% en la de 2006 y a solo entre 23% y 25% en la de 2012 (Moreno, 2018). Por su parte, el análisis del Aguilar (2019) sobre las coaliciones electorales de apoyo al lopezobradorismo en las elecciones presidenciales de 2006, 2012 y 2018, también muestra un claro declive de la capacidad predictiva de los modelos del voto a partir de factores explicativos estructurales, (sociodemográficos y socioeconómicos) y actitudinales como la ideología y el partidismo, pasando de 47% en 2006, a 44% en 2012, y a solo 28% en 2018. Los hallazgos de este estudio también presentan tendencias similares.

Partidismo negativo

El declive del partidismo entre el electorado y como factor explicativo del voto ha generado un amplio debate acerca de sus consecuencias para el comportamiento electoral y los sistemas de partidos contemporáneos (Dalton, 2020), entre las que se encuentran: la consecuente reducción de los niveles de movilización electoral, la volatilización del electorado; así como la generación de sentimientos antipartidistas entre los electores (Dalton y Wattenberg, 2000). A menudo, los sentimientos antipartidistas “presenta[n] una evaluación negativa y, con ello, la expresión de críticas contra las actuaciones negativas de los partidos, las instituciones o los líderes, y podría tener el resultado positivo de movilizar a los ciudadanos en demanda de cambios políticos sustantivos o de nuevos gobernantes” (Torcal et al., 2003, p. 18).

Los estudios pioneros sobre la identificación partidista demostraron, por un lado, como dicha orientación tiende a generar evaluaciones positivas acerca de las acciones de los políticos y candidatos del partido con el cual se identifica un individuo; y, por el otro, es proclive a generar un sentimiento de antipatía y evaluaciones negativas con respecto a las acciones que involucran a los líderes y candidatos de los partidos rivales (Anduiza y Bosch, 2004). Sin embargo, no obstante que para el tradicional enfoque psicosocial del voto, el partidismo implica principalmente un sentimiento de identificación positiva con un grupo, así como una diferenciación respecto a un grupo distinto (Huddy et al., 2015), las actitudes negativas hacia un partido político, entendidas como partidismo negativo, no solo se deben entender como el reflejo de diferenciación de grupos hacia otros partidos políticos, pues asumir que partidismo positivo y negativo son dos caras de una misma moneda podría llevar a suponer que no hay personas que desarrollen solo uno de los dos sentimientos. Esta suposición resulta problemática, si tomamos en cuenta que hay estudios que han encontrado que las personas pueden desarrollar sentimientos negativos en contra de un partido político, sin necesariamente desarrollar un partidismo positivo por otro (Samuels y Zucco, 2018).

Estudios recientes sobre los efectos del partidismo en el voto sostienen que es necesario tener en cuenta los efectos de las actitudes tanto positivas como negativas hacia los partidos (Mayer, 2017; Samuels y Zucco, 2018; Meléndez, 2022). Sobre las últimas, por ejemplo, los estudios sobre los efectos del partidismo negativo en América Latina concluyen que este pudo haber desempeñado un papel muy relevante en los cambios recientes observados en sistemas de partidos como el brasileño. El declive del partidismo, particularmente de la identificación con el Partido de los Trabajadores (petismo), así como el incremento de los sentimientos en contra de este partido (antipetismo), particularmente entre el creciente sector de los electores independientes, pudo haber afectado negativamente el desempeño electoral de ese partido y allanado significativamente el camino para la emergencia del bolsonarismo en ese país (Samuels y Zucco, 2018; Meléndez, 2022).

Cabe señalar que, en México, el estudio de los efectos del partidismo negativo en el comportamiento del electorado es prácticamente inexistente. Este hueco en la literatura es sorprendente, debido a que como ocurre en los Estados Unidos (Abramowitz y Webster, 2018), estudios recientes muestran que los niveles de partidismo negativo, entendido como el porcentaje de votantes a los que les disgustan los partidos contrarios al partido con el cual se identifican se ha incrementado significativamente desde la transición democrática (Aparicio y Castro Cornejo, 2020).

El Gráfico 2 muestra el notable incremento de las opiniones negativas hacia los partidos entre el electorado mexicano, especialmente hacia los partidos tradicionales. Como se verá en el análisis de las tendencias en el comportamiento electoral en la elección legislativa intermedia de 2021, junto a otras variables de corto y largo plazo, los sentimientos anti-partidos influyeron significativamente en el voto en dicha contienda, particularmente entre los electores independientes.

Fuente: Elaboración propia con datos de Buendía&Márquez para el periodo de febrero de 2015 a febrero de 2021 y de la Encuesta Electoral México 2021 de SIMO Consulting/EL PAIS para mayo de 2021.

Gráfico 2 Opiniones negativas (mala/muy mala) hacia los principales partidos mexicanos. 

Ideología (izquierda-derecha)

Diversos análisis comparativos (Moreno, 2016; Gunther et al., 2016) han documentado el bajo reconocimiento del espectro ideológico izquierda-derecha entre la población mexicana durante la etapa de hegemonía priista, como resultado de la deliberada ambigüedad ideológica del régimen. Sin embargo, las orientaciones izquierda-derecha se han vuelto cada vez más importantes para la competencia partidista como consecuencia del proceso de democratización. De acuerdo con Gunther (2014), el nivel de conciencia sobre estas actitudes entre los electores mexicanos se ha ido incrementando de forma considerable respecto al pasado autoritario, en buena medida como resultado de la competencia electoral con un claro partido de izquierda experimentada después de la alternancia en el 2000.4 Como evidencia, Gunther señala que la proporción de electores que no fue capaz de autoubicarse en el continuo izquierda-derecha se redujo significativamente, de 44% en 2006 a 10% en 2012.

Aunque estudios comparativos previos (Zechmeister, 2015; Nadeau et al., 2017) ubican al caso mexicano entre los países latinoamericanos con relativamente poco impacto de las orientaciones ideológicas de izquierda-derecha en las decisiones de los votantes, otras investigaciones sugieren que su influencia en el voto de los mexicanos se ha ido incrementando significativamente a lo largo del tiempo (Torcal, 2014; Moreno, 2018a). Por ejemplo, el análisis de Moreno muestra que los valores de las pseudo R cuadradas de Cox & Snell/ Nagelkerke, en modelos de regresión logística multinomial con el voto como variable dependiente y los posicionamientos izquierda-derecha como variable independiente, pasaron de valores bajos en 2000 (rango de entre 11 y 12%) y 2006 (rango de entre 12 y 13%) a relativamente altos en la elección presidencial de 2012 (rango de entre 24 y 27%), rivalizando incluso con la capacidad explicativa del partidismo (rango de entre 23 y 25%) en esa misma elección.

Asimismo, Torcal (2014) muestra la emergencia de la autoubicación ideológica de izquierda-derecha como uno de los predictores significativos del voto por el PRD en 2012. Cabe señalar que, en el pasado, más que las divisiones ideológicas, el clivaje o división fundamental entre los votantes mexicanos era la oposición o el apoyo a la continuidad del régimen autoritario del PRI (Domínguez y McCann, 1996), pero a partir de 2006 el peso de la ideología (en particular la de izquierda) en las decisiones de los votantes se ha venido incrementando de manera gradual. Mientras que Cuauhtémoc Cárdenas solo obtuvo el 30% del voto del electorado de izquierda en la elección presidencial de 2000, López Obrador obtuvo el 65% del voto izquierdista en 2006, el 73% en 2012 y el 83% en la contienda presidencial de 2018 (Moreno, 2018a; 2018b).

Factores de corto plazo, contexto electoral y voto temático

Además de los determinantes del voto ya revisados, otros factores llamados de corto plazo, debido a que tienen lugar principalmente en el contexto del proceso electoral, se constituyen como variables relevantes que lo explican (Anduiza y Bosch, 2004). Como ya se mencionó, en The American Voter, Campbell et al. (1960), explicaron las decisiones electorales individuales en términos de tres variables actitudinales relevantes: 1) la identificación partidista; 2) las opiniones sobre temas relevantes en la agenda de la opinión pública (issues); y 3) las opiniones sobre los candidatos. Mientras que el partidismo es una variable que se constituye en el largo plazo, las dos últimas se consideran como variables de corto plazo que se forjan en el contexto de las dinámicas de las campañas. Toda vez que los electores votan en función de su grado de acuerdo o desacuerdo con las posiciones de los partidos y/o candidatos en torno a algún tema relevante del debate público, o en función de los atributos de la imagen de los candidatos en competencia, se dice entonces que estos ejercen un voto temático o por atributos. El modelo teórico del voto temático asume tres condiciones mínimas que podemos resumir de la siguiente forma (Anduiza y Bosch, 2004; Dalton, 2020). Los electores deben:

  1. Estar interesado en el tema y considerarlo relevante.

  2. Tener una opinión sobre ese tema.

  3. Conocer la posición de uno o varios partidos y /o candidatos sobre el tema en cuestión.

En caso de cumplirse con tales precondiciones, los electores terminarían votando por aquel partido político o candidato que mantenga una posición similar a la suya, según el asunto del que se trate. Diversos autores sostienen que el modelo del voto temático se ha transformado con el tiempo y se ha vuelto más verosímil, toda vez que existe una mayor movilización cognitiva entre las nuevas generaciones de votantes que incrementa la posibilidad de cumplimiento de tales precondiciones. Asimismo, como señalan Anduiza & Bosch (2004), pese a que el interés del electorado general en los asuntos públicos tiende a ser limitado, habría ciertos grupos al interior de este con una inclinación muy profunda en un número reducido de temas (públicos atentos).

Los autores argumentan que es factible que este tipo de sufragio ocurra entre estos grupos de votantes que siguen de cerca los asuntos de alguna área específica de políticas (seguridad, corrupción, economía entre otras), constituyéndose así, como públicos especializados respecto de alguno o varios de esos temas, sin tener que estar necesariamente interesados en otros asuntos.

Con el fin de comprender mejor el modelo del voto temático, Dalton (2020) ofrece un marco analítico que clasifica los temas en tres categorías relevantes: 1) temas de posición (position issues); 2) temas de desempeño (performance issues) (también llamados temas de valencia [valence issues]); y 3) temas de atributos (attribute issues). Asimismo, el autor los clasifica de acuerdo con el marco temporal considerado por los votantes al momento de decidir su sufragio, distinguiendo entre razonamientos de tipo retrospectivo o prospectivo, es decir, si los votantes evalúan a los actores políticos con respecto de su desempeño pasado o futuro. Los electores no solo pueden ejercer juicios prospectivos o retrospectivos acerca de temas del debate público, sino también acerca de los atributos de imagen de los partidos y candidatos que compiten por su voto en una elección (attribute voting). Por ejemplo, los votantes pueden considerar si un candidato es honesto y si sus propuestas de políticas y promesas de campaña son, por ende, igualmente confiables en caso de llegar a ganar la elección y ocupar el cargo en disputa.

Tabla 1 Tipos de voto temático. 

Tipo de tema
Marco temporal Posición Desempeño Atributos
Retrospectivo Evaluación de políticas públicas Evaluación del desempeño Voto por atributos
Prospectivo Mandato de políticas públicas Juicio anticipado

Fuente: Dalton, 2020, p. 208.

Voto temático y por atributos en México

Los análisis del comportamiento electoral en México han demostrado el fuerte impacto de las imágenes de los candidatos sobre las decisiones de los votantes mexicanos en las elecciones de 2000 y 2006, aun controlando por los efectos de diversas variables relevantes, tanto estructurales como actitudinales (Moreno, 2009a). De hecho, el partidismo y la imagen de los candidatos fueron las variables explicativas más dominantes en los modelos explicativos de las decisiones de voto en ambas elecciones (Moreno, 2009a). Asimismo, otros estudios también proveen evidencia significativa acerca de la influencia de los atributos de la imagen de los candidatos en las preferencias electorales. El estudio pionero de Poiré (1999) sobre el comportamiento de los votantes en la elección presidencial de 1994 muestra que, en términos generales, los atributos de los candidatos jugaron un papel relevante en la explicación del voto. Tres variables fueron importantes: la cercanía con la gente, la honestidad y la personalidad para gobernar. La cercanía con la gente favoreció a Cuauhtémoc Cárdenas frente al candidato del PRI, Ernesto Zedillo. Por su parte, la percepción de honestidad y personalidad favorecieron al candidato del PAN, Diego Fernández de Ceballos, frente al candidato del partido oficial.

Por su parte el análisis de Greene (2009) sobre la contienda presidencial de 2006 muestra que factores tales como el partidismo, las evaluaciones retrospectivas de la economía y del desempeño del presidente en funciones tuvieron fuertes efectos en el voto. Aunque también lo tuvieron -y quizás de manera decisiva en la definición del resultado de la elección más reñida de la historia moderna del país- los atributos de los candidatos con relación a temas de desempeño, tales como su capacidad de manejar la economía (véase también Moreno, 2009a; 2009b), combatir la corrupción, mejorar la seguridad pública y reducir la pobreza (o causar una crisis económica). Por ejemplo, aquellos electores que pensaban que Calderón era mejor para combatir la corrupción, fueron más probables de votar por el panista y menos probables de votar por AMLO. Sin embargo, la percepción de que López Obrador era más competente para combatir la corrupción no tuvo efectos significativos en sus decisiones de voto, ni a favor del perredista ni en contra de sus rivales. Por último, la percepción de que AMLO era más competente en reducir la pobreza lo beneficio a él y redujo la probabilidad de votar por sus adversarios. No obstante, su análisis también muestra que, en general, las evaluaciones prospectivas de los temas de posición no parecen haber tenido efectos significativos en el voto.

El comportamiento electoral mexicano en perspectiva comparada

Los estudios sobre el caso mexicano demuestran que tanto los factores de largo plazo como los de corto plazo de la literatura especializada juegan un papel relevante en la explicación del comportamiento electoral de la población. A pesar de ello, después de una revisión de la literatura existente sobre el comportamiento electoral mexicano no es posible establecer con claridad cuáles factores explicativos del voto son más relevantes, tampoco si unas variables han ganado terreno frente a otras a lo largo del tiempo.

No es posible saber, por ejemplo, si los factores de corto plazo (la imagen de los candidatos o el voto temático) han ganado peso explicativo frente a los de largo plazo (el partidismo o la ideología) en elecciones recientes como resultado del proceso de desalineamiento partidista de las últimas décadas. Tampoco es posible establecer si variables explicativas del voto como las imágenes de los candidatos son (o se han vuelto) más o menos influyentes en el caso mexicano respecto a otras nuevas o viejas democracias. No obstante, los estudios comparativos de tipo longitudinal que incluyen el caso mexicano nos pueden ayudar a responder tales interrogantes.

En general, los estudios comparativos sobre los determinantes del voto (con datos del Comparative National Elections Project - CNEP) muestran que las predisposiciones políticas de largo plazo como la identificación partidista y la ideología explicaron en promedio casi la mitad de la varianza en las decisiones de voto (48%) (“Nagelkerke R2”), superando por mucho el impacto de los factores sociodemográficos/socioeconómicos (13%) y de los factores de corto plazo (15%). No obstante, los resultados de su análisis también revelan que la identificación partidista es el más fuerte de ambos predictores en su estudio comparativo de 15 países de diversas regiones del mundo.5 El estudio también da cuenta del claro predominio de las actitudes políticas como la ideología y el partidismo frente a otros factores de largo plazo sociodemográficos y socioeconómicos, así como de corto plazo relacionados con las campañas (voto temático y las imágenes de los candidatos) como predictores del voto. Dado que en cinco países se incluyeron dos elecciones, los resultados permiten analizar de manera longitudinal el peso de los diferentes grupos de variables explicativas a través del tiempo. En este sentido, el estudio concluye que no hay evidencia de un declive de variables de largo plazo como la ideología y el partidismo frente a las de corto plazo como las imágenes de los candidatos y las evaluaciones retrospectivas de la economía.

Aunque respecto al caso mexicano, se puede advertir que las variables de largo plazo parecen tener un impacto considerablemente menor al promedio de los países incluidos en el estudio. En contraste, junto con Argentina, México está entre los países donde los factores de corto plazo, particularmente las opiniones sobre los candidatos parecen tener mayor impacto que los de largo plazo de tipo sociodemográfico, ideologicos y partidistas (Gráfico 3).

Fuente: Gunther et al. (2016).

Gráfico 3 Determinantes del voto: estudio comparado de 15 países 

El caso mexicano

Aunque, en el caso de México, el estudio de Gunther et al. (2016) solo incluyó la elección de 2006, replicamos el mismo análisis para las elecciones de 2012 y 2018 (también con las encuestas del Comparative National Elections Project para ambos años).6 Con base en las teorías del comportamiento electoral, incluimos diversas variables de largo plazo, sociodemográficas y socioeconómicas, de actitudes políticas relevantes (como la identidad partidista y la orientación ideológica de los electores), así como factores de corto plazo que usualmente influyen significativamente sobre las decisiones electorales, incluyendo las opiniones de los votantes sobre el estado de la economía y la imagen de los candidatos.

Los análisis sugieren que el peso de las variables de largo plazo (sobre todo de la ideología y el partidismo) frente al de las variables de corto plazo se habría incrementado considerablemente de 2006 a 2012,7 pasando de 26% a 67% respectivamente. Por el contrario, mientras que las evaluaciones de la economía y las imágenes de los candidatos explicaron 28% de la varianza en el voto en 2006 su aportación al modelo se reduciría a solo 8% seis años más tarde. Tales resultados han sido a menudo interpretados por los estudiosos como una señal de mayor institucionalización de la competencia partidista en el país (Gunther, 2014).

Sin embargo, el peso de las variables de corto plazo (básicamente las opiniones de los candidatos) se incrementó significativamente en las elecciones de 2018, alcanzando 31%. Aunque a diferencia de 2006, los factores de largo plazo explicaron aún la mayor parte de la varianza en las preferencias electorales en la elección de 2018, su impacto se redujo considerablemente respecto a 2012 (pasando de 67% en 2012 a 43% en 2018). La mayor parte de esta reducción se debe al declive del peso explicativo de orientaciones políticas como la ideología y el partidismo, aunque también, en menor medida, al declive del peso de las variables de posición social. El valor de la pseudo R cuadrada del modelo con variables sociodemográficas y socioeconómicas pasó de 6% en 2012 a solo 3% en 2018; y el de la identificación partidista pasó de 32% a 23% respectivamente. Por su parte, el peso explicativo de la ideología también se redujo considerablemente, pasando de 28% en 2012 a 17% seis años más tarde. En conjunto, los modelos explicarían 74% de la varianza en las decisiones de los votantes en ambas elecciones (Gráfico 4) (véaseAnexo 1 con las tablas de los modelos de regresión logística).

Fuente: Gunther et al. (2016) para 2006 y cálculos de los autores con base en las encuestas del Proyecto Comparativo de Elecciones Nacionales para 2012 y 2018. Véase Anexo 1 con las tablas de los modelos de regresión logística.

Gráfico 4 Determinantes del voto en México (2006-2018) 

Como ya se mencionó, uno de los cambios más importantes en la política mexicana ocurridos durante la pasada década es el profundo alejamiento de los mexicanos respecto de los partidos políticos tradicionales. Este proceso de desalineamiento partidista no solo ha significado un declive de las identificaciones partidistas entre el electorado mexicano, sino también una posible pérdida del peso del partidismo y otras variables de largo plazo como factores explicativos del voto. La evidencia y los datos aquí presentados parecen ofrecer evidencia en este sentido.

El comportamiento electoral en las elecciones presidenciales de 2012 y 2018: modelos específicos

A continuación, realizaremos un análisis más específico de los factores que influyen en el comportamiento electoral de los mexicanos en las elecciones presidenciales de 2012 y 2018. La variable dependiente del análisis es el apoyo electoral hacia Andrés Manuel López Obrador en ambas contiendas. En esta ocasión, los modelos no solo incluyen variables explicativas de la literatura comparada sobre comportamiento político (sociodemográficos y socioeconómicos, ideología, partidismo, evaluaciones de la economía, termómetros de opinión de los candidatos), sino también variables sociodemográficas específicas que han demostrado ser relevantes para explicar el comportamiento electoral en el caso mexicano (región, religión y religiosidad) (Klesner, 2009), así como las opiniones de los votantes sobre diversos temas de desempeño gubernamental (economía, combate a la pobreza, inseguridad y corrupción) y posicionales (responsabilidad del Estado sobre el bienestar individual, privatización de empresas públicas, aborto y migración).

El comportamiento electoral en la elección de 2012

La Tabla 2 presenta los modelos explicativos del voto con la preferencia por Andrés Manuel López Obrador como la variable dependiente.8 En el primer modelo que solamente incluye variables sociales, se destaca el impacto de la religión católica y la religiosidad, las cuales disminuyeron significativamente la probabilidad de votar por él. Asimismo, variables como la residencia de los electores en localidades rurales y en las regiones norte y centro-occidente del país también disminuyeron fuertemente la probabilidad de apoyar al entonces candidato perredista, un hallazgo que confirma la debilidad estructural del PRD en estas regiones, documentada ampliamente por estudios previos (la región centro del país fue la categoría base). En contraste, la única variable estructural que favoreció, aunque débilmente, el voto por el izquierdista fue el nivel socioeconómico. En otras palabras, el bajo ingreso entre los electores pudo haber beneficiado a sus rivales, principalmente al candidato del PRI.

Tabla 2 Modelos explicativos del voto en la elección presidencial de 2012. 

Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4 Modelo 5 Modelo 6
B Sig B Sig B Sig B Sig B Sig B Sig
Sexo (Mujer = 1) -0.081 -0.211 -0.028 -0.032 -0.015 -0.123
Edad 0.006 0.008 0.012 0.011 0.012 0.016
Educación 0.066 0.084 0.087 0.078 0.089 0.088
Con empleo = 1 0.171 0.025 0.025 0.161 0.213 0.353
Católico -0.557 ** -0.815 ** -0.798 * -0.782 * -0.846 * -0.973 *
Religiosidad -0.21 *** -0.194 ** -0.175 * -0.181 * -0.175 -0.316 *
Miembro de sindicato = 1 -0.002 0.09 0.142 0.152 0.089 0.476
Localidad Rural -0.527 ** -0.451 * -0.418 -0.449 -0.465 -0.528
Status social 0.222 * 0.242 * 0.321 * 0.27 0.254 0.428 *
Norte -1.58 *** -1.433 *** -1.193 *** -1.228 *** -1.061 ** -0.72
Centro Occidente -1.094 *** -0.867 *** -0.906 ** -0.937 ** -0.848 ** -0.448
Sur -0.187 0.065 0.062 0.163 0.198 0.56
Ideología (Derecha = 10) -0.345 *** -0.223 *** -0.219 *** -0.224 *** -0.207 **
Panista -2.071 *** -1.824 *** -1.784 *** -1.777 **
Priista -2.507 *** -2.708 *** -2.632 *** -2.098 ***
Perredista 2.302 *** 2.254 *** 2.294 *** 1.347 **
Desaprobación presidencial -0.045 -0.075 -0.181
Economía retrospectiva -0.029 0.009 0.295
Insatisfacción
con el desempeño
gubernamental
(Combate al crimen)
0.174 0.181 0.311
Insatisfacción
con el desempeño
gubernamental
(Combate a la pobreza)
0.054 0.049 0.007
Insatisfacción
con el desempeño
gubernamental
(Combate a la corrupción)
0.082 0.108 0.044
Individuo es
responsable por
su bienestar vs
responsabilidad
del gobierno
0.001 -0.029
Apoyo a la
privatización
de las empresas
públicas
-0.03 -0.03
Oposición al aborto -0.051 -0.061
Opinión JVM -0.079
Opinión EPN -0.215 **
Opinión AMLO 0.445 ***
Constante -0.342 1.507* 0.508 -0.25 -0.069 -2.073
N 1087 904 904 857 828 541
Pseudo R2 (Nagelkerke) 0.16 0.37 0.63 0.64 0.64 0.68
Incremento Pseudo R2 0.21 0.26 0.02 0.0 0.04

Niveles de significancia estadística: *** p<0.001; ** p<0.01; * p<0.05; + p<0.1.

Logaritmo de la verosimilitud -2 del Modelo 1: 1199.3; Modelo 2: 835.8; Modelo 3: 582.0; Modelo 4: 530.835; Modelo 5: 516.3; Modelo 6:267.7.

Fuente: CNEP México 2012. Cálculos de los autores.

El segundo modelo conserva las mismas variables sociodemográficas y socioeconómicas del primero y agrega a la orientación ideológica de los votantes. Como se esperaría, la ideología resulto ser un fuerte predictor de las preferencias electorales, con los electores posicionados más hacia la derecha como significativamente menos probables de votar por el candidato de la coalición lidereada por el PRD y los situados más a la izquierda siendo más proclives de favorecerlo con su voto. Por su parte, la dirección y los impactos de las variables sociales se mantuvieron muy similares a los del primer modelo. El tercer modelo agrega el efecto de la identificación partidista a las variables antes mencionadas, como también era de esperarse, la identificación con el PAN o con el PRI entre los electores disminuyó la probabilidad de apoyar a AMLO, mientras que el perredismo hizo más probable el voto por su candidato (la categoría base fueron los electores independientes). Además de las variables sociales, la ideología y el partidismo, los modelos 4 y 5 incluyen ítems con las opiniones de los electores acerca de temas relacionados con el desempeño gubernamental, diversos problemas sociales y de políticas públicas (voto temático). No obstante, ninguna de las variables del cuarto modelo que incluye variables de temas de desempeño; ni del quinto con variables de temas de posición se asoció significativamente con el apoyo electoral hacia López Obrador. De nueva cuenta, los resultados de ambos modelos sugieren que la dirección y la fuerza de los impactos del resto de las variables sociales y actitudinales se mantuvieron muy similares a los de los modelos anteriores.

Por último, en el sexto y último modelo con los termómetros de opinión de los principales candidatos presidenciales, tanto las opiniones de López Obrador como las de Enrique Peña Nieto tuvieron efectos significativos en las preferencias electorales. La imagen positiva de AMLO entre los electores los hizo significativamente más proclives de votar por él. Por el contrario, la buena imagen de EPN hizo menos probable el apoyo electoral al tabasqueño. Cabe advertir que, pese a que las opiniones sobre los candidatos influyeron significativamente en el comportamiento de los electores en 2012, variables de largo plazo estructurales como la religión, la religiosidad y el nivel socioeconómico, así como actitudinales como la ideología y el partidismo fueron factores explicativos más relevantes de las decisiones de los votantes. De hecho, mientras que las variables sociales estructurales, junto con la ideología y el partidismo explicaron el 63% de la variación en las decisiones de voto de los electores (Pseudo R cuadrada de Nagelkerke), los factores de corto plazo (los temas y las imágenes de los candidatos) solo explicaron alrededor de 5%.

En conclusión, los resultados de los modelos muestran que la elección presidencial de 2012 es muy representativa de las tendencias en el comportamiento electoral durante el viejo sistema de partidos, con tres partidos (PRI, PAN y PRD) con fuertes bases de apoyo social y lealtades partidistas entre el electorado mexicano, lo cual dejó poco espacio para la influencia de factores de corto plazo en las decisiones de los votantes.

El comportamiento electoral en la elección de 2018

Por su parte, el comportamiento electoral en la contienda presidencial de 2018 muestra importantes diferencias respecto a 2012. Al igual que en el análisis del voto en la elección previa, la Tabla 3 presenta los resultados de seis modelos de regresión logística binaria que son comparables con los del análisis de 2012. El primer modelo con variables sociodemográficas y socioeconómicas muestra solo un débil impacto de variables como la residencia de los electores en zonas rurales y en las regiones sur y centro-occidente del país. Un primer contraste respecto a 2012 es la significativa reducción en la capacidad explicativa de los modelos con variables estructurales, mientras que, seis años antes, estas explicaron 16% de la variación en las preferencias electorales, posteriormente, en 2018, explicaron solamente 7%. Asimismo, en el segundo modelo, después de controlar por la orientación ideológica de los electores, solo la residencia en la región sur se mantuvo como un predictor significativo del voto por AMLO.

Tabla 3 Modelos explicativos del voto en la elección presidencial de 2018. 

Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4 Modelo 5 Modelo 6
B Sig B Sig B Sig B Sig B Sig B Sig
Sexo
(Mujer = 1)
-.208 -.218 -.249 -.295 -.265 -.248
Edad -.004 .001 .007 .012 .011 .022 *
Educación .019 .010 -.031 -.030 -.037 .009
Con empleo = 1 .167 .086 .105 -.120 -.109 -.223
Católico -.328 -.326 -.156 -.156 -.068 -.363
Religiosidad .034 .066 .047 .061 .062 .081
Miembro de
sindicato = 1
.039 .079 .767 .968 .971 1.276
Localidad Rural -.447 + -.437 -.523 -.345 -.497 -.995 *
Status social .060 .031 .027 -.069 -.033 -.033
Norte -.152 -.218 -.333 .057 .008 .705 *
Centro Occidente -.349 -.293 -.217 -.040 -.078 .563
Sur .713 *** .916 *** .912 *** 1.249 *** 1.195 *** .884 *
Ideología
(Derecha = 10)
-.300 *** -.185 *** -.155 *** -.164 *** -.123 **
Panista -3.921 *** -3.837 *** -3.897 *** -3.347 ***
Priista -2.242 *** -1.877 *** -1.994 *** -1.555 **
Perredista -2.761 *** -2.679 ** -2.832 *** -2.809 **
Morenista 1.992 *** 2.105 *** 2.126 *** 2.008 **
Desaprobación
presidencial
.614 *** .636 *** .512 **
Economía retrospectiva -.296 ** -.275 * -.417 **
Insatisfacción
con el desempeño
gubernamental
(Combate al
crimen)
.117 .100 -.223
Insatisfacción
con el desempeño
gubernamental
(Combate a la pobreza)
-.078 -.064 -.253
Insatisfacción
con el desempeño
gubernamental
(Combate a la
corrupción)
.316 .287 .698 **
Individuo es
responsable por su
bienestar vs
responsabilidad
del gobierno
.047 .080 *
Apoyo a la privatización
de las empresas
públicas
-.092 ** -.124 **
Apoyo a la deportación
de migrantes
.018 .070
Oposición al aborto .030 .055
Opinión Anaya -.162 ***
Opinión Meade -.175 ***
Opinión AMLO .627 ***
Constante .362 1.823** 1.400* -1.681 -1.916 -5.184**
N 1027 842 842 820 811 792
Pseudo R2 (Nagelkerke) 0.07 0.25 0.45 0.50 0.52 0.73
Incremento Pseudo R2 .19 .20 .05 .02 .21

Niveles de significancia estadística: *** p<0.001; ** p<0.01; * p<0.05; + <0.1. Logaritmo de la verosimilitud -2 del Modelo 1: 1340.5; Modelo 2: 975.5; Modelo 3: 808.2; Modelo 4: 735.9; Modelo 5: 713.0; Modelo 6: 467.1

Fuente: CNEP México 2018. Cálculos de los autores.

Al igual que seis años antes, los electores de izquierda fueron significativamente más probables de apoyar al tabasqueño respecto a los de derecha. Por su parte, el tercer modelo que incorpora el partidismo de los ciudadanos como variable independiente, confirma su relevancia en la explicación del comportamiento electoral mexicano, con los panistas, priistas y perredistas como los menos probables de apoyar la candidatura de AMLO y con los morenistas siendo más proclives de votar por el tabasqueño.

Es a partir del cuarto modelo que emergen los principales contrastes respecto a las tendencias observadas en el comportamiento electoral en 2012. A diferencia de esa elección, donde los temas relacionados con el desempeño gubernamental no tuvieron un impacto estadísticamente significativo, en 2018, tanto los niveles de (des)aprobación presidencial como las evaluaciones retrospectivas sobre el estado de la economía resultaron ser factores relevantes de las decisiones de los votantes. Los electores que evaluaron negativamente el desempeño del presidente Peña Nieto fueron significativamente más proclives de votar por López Obrador, mientras que los electores que evaluaron positivamente el estado de la economía fueron menos probables de apoyarlo. Por su parte, el impacto del resto de las variables del modelo se mantuvo muy similar respecto a los resultados de los modelos anteriores. Asimismo, mientras que seis años antes ninguna de las variables incluidas en el quinto modelo (diversas opiniones de los electores sobre temas posicionales como el aborto, la privatización de empresas públicas etc.) tuvo una influencia significativa en el voto, en 2018, las opiniones favorables a la privatización de empresas públicas entre los electores si parecen haber hecho menos probable que estos votaran por AMLO.

Finalmente, en el sexto y último modelo que incluye las opiniones de los votantes acerca de los candidatos, estas emergieron como variables con un fuerte impacto en el voto. Asimismo, al igual que en los dos modelos anteriores, otras variables de corto plazo como las opiniones de los votantes acerca de temas relacionados con el desempeño del gobierno de EPN en general y sobre áreas específicas de su administración, así como algunos temas de posición tuvieron un impacto estadísticamente significativo en la preferencia electoral por AMLO.

En general, los resultados del modelo final muestran que la desaprobación de la gestión del presidente Peña Nieto, así como la insatisfacción de los votantes con el estado de la economía y con el pobre desempeño de su administración en el combate a la corrupción, favorecieron significativamente el apoyo electoral hacia López Obrador. De igual manera, los votantes que dijeron rechazar la privatización de empresas públicas, e interesantemente, los que consideran que es el individuo el principal responsable por su bienestar y no el gobierno también fueron más proclives de apoyar al tabasqueño en su tercer intento por ganar la presidencia. Como era de esperarse, las variables actitudinales de largo plazo, tales como la ideología (de izquierda) y la identificación partidista morenista se mantuvieron como predictores significativos del voto por el tabasqueño.

En resumen, mientras que, en los modelos explicativos de la elección presidencial de 2012, las variables de corto plazo relacionadas con el voto temático y la imagen de los candidatos (modelos 4, 5 y 6) tuvieron una relevancia limitada, explicando solo 5% de las decisiones de los votantes, en 2018, estos factores demostraron ser mucho más importantes, al explicar alrededor de 28% de la variación en las preferencias electorales. En otras palabras, como resultado del proceso de desalineamiento partidista, hubo mucho más espacio para el voto temático y por atributos de imagen de los candidatos entre el electorado mexicano en la contienda de 2018 respecto a la de 2012.

A su vez, el creciente peso de los factores de corto plazo frente a los de largo plazo tuvo consecuencias significativas para las dinámicas de la competencia partidista en el país. La más importante fue quizás el declive de los partidos tradicionales frente a Morena en dicha elección. Diversos estudios sobre el colapso de los partidos y los sistemas de partidos advierten que, sin el apoyo estable de una base partidista, los partidos se vuelven más susceptibles a las evaluaciones retrospectivas de corto plazo, debido a que los votantes sin identificación partidista tienden a orientar sus decisiones de voto de acuerdo con el buen o mal desempeño de los partidos en el gobierno (Díaz Jiménez y León Ganatios, 2021).

En este sentido, los resultados de las tendencias en el comportamiento electoral en 2018 sugieren fuertemente que la masiva disminución de electores priistas durante la administración de Enrique Peña Nieto volvió a su partido mucho más vulnerable a las evaluaciones negativas de los votantes sobre el desempeño de su gobierno en temas como la gestión de la economía, el combate al crimen organizado y a la corrupción, allanando así el camino para la victoria contundente del lopezobradorismo. No obstante, también es importante señalar que, pese al profundo desalineamiento partidista, entre aquellos electores que aún expresaron identificación con un partido, esta siguió siendo una variable relevante que influye considerablemente en sus decisiones de voto. Incluso en el último modelo, el partidismo muy probablemente permaneció como un predictor significativo de las decisiones de los votantes, aún después de controlar por el efecto de las opiniones de los candidatos y diversos temas de desempeño y de posición.

Voto por atributos

Desafortunadamente, el Comparative National Elections Project no incluye ítems que permitan analizar el impacto de los atributos de los candidatos en las decisiones de voto. Por lo que, a continuación, a fin de analizar los efectos de estas variables, se presentan los resultados de los análisis de regresión logística multinomial con datos de la Encuesta Nacional de Cultura Política de los Jóvenes 2018. El modelo toma la intención de voto por los candidatos a la elección presidencial como variable dependiente e integra factores sociales, políticos y de corto plazo como variables independientes de acuerdo con las diversas escuelas de estudio del comportamiento electoral revisadas con anterioridad.9

Al analizar el impacto de los atributos de los candidatos, en relación con su competencia en temas relevantes de desempeño gubernamental, se destaca que los encuestados que dijeron que AMLO sería más capaz que sus rivales para combatir el narcotráfico y el crimen fueran más probables de votar por él en lugar de que lo hicieran por Meade. De igual forma, entre los jóvenes que consideraron que Anaya sería más competente en este tema aumentó la probabilidad de votar por el panista, en lugar de que lo hicieran por AMLO. Asimismo, entre aquellos que refirieron que López Obrador, era el más honesto de los candidatos, aumentó la posibilidad de que votaran por él en lugar de que lo hicieran por Meade. Además, entre los encuestados que dijeron que AMLO sería el presidente que más haría por personas como ellos, aumentó la probabilidad de votar por el tabasqueño en lugar de que votaran por su rival priista. En suma, los atributos de imagen de los candidatos fueron también factores explicativos relevantes del voto en 2018.

Tabla 4 Modelos explicativos multinomiales del voto joven en la elección presidencial de 2018. 

Ricardo Anaya
/Andrés Manuel
López Obrador
José Antonio Meade
/ Andrés Manuel
López Obrador
B Sig B Sig
Constante 1.098 -6.975 *
Sociodemográficos/
socioeconómicos
Sexo (hombre) 0.157 0.809
Edad -0.014 0.087
Escolaridad -0.661 * -0.216
Nivel Socioeconómico 0.505 0.171
Católico 0.385 0.669
Región
Norte -0.841 -0.08
Centro-Occidente -0.011 1.551
Sur -1.298 1.81
Ideología izquierda -0.714 -0.079
Ideología Centro -0.165 0.71
Ideología Derecha 0.224 1.03
Panista 3.63 ** 3.865 *
Priísta 2.255 2.824 *
Morenista -0.512 1.221
Otros 1.302 2.047
Aprobación presidencial -0.308 -0.007
Interés político -0.774 -0.707
Opinión de Anaya 1.145 *** -0.844 *
Opinión de Meade 0.402 2.016 ***
Opinión de López Obrador -1.3 *** -0.251
Temas/Atributos de los candidatos
Haría más por personas como usted
Ricardo Anaya 1.397 -2.182
José Antonio Meade 1.172 1.728
Andrés Manuel López Obrador -1.02 -3.92 **
Tiene mejores propuestas económicas
Ricardo Anaya 0.881 2.148
José Antonio Meade -0.834 0.798
Andrés Manuel López Obrador 0.682 2.722 *
Reduciría la corrupción
Ricardo Anaya -0.468 -0.426
José Antonio Meade -0.861 1.593
Andrés Manuel López Obrador 0.309 2.25
Combatiría mejor al narcotráfico y al crimen
Ricardo Anaya 2.697 * -0.211
José Antonio Meade 1.176 -0.039
Andrés Manuel López Obrador 0.405 -3.17 **
Es más honesto
Ricardo Anaya 0.506 -1.899
José Antonio Meade 1.263 -1.121
Andrés Manuel López Obrador -0.915 -2.353 *
Beneficiario de programas sociales -1.076 -1.136
Recibió incentivo clientelar 0.273 0.029
Pseudo R2 (Cox y Snell) 0.792

a. La categoría de referencia es: Andrés Manuel López Obrador (Morena/PES/PT). Niveles de significancia estadística: † = .056; * p < .05; ** p < .01; *** p < .001

El comportamiento electoral en la elección legislativa intermedia de 2021

Con la intención de enriquecer el análisis longitudinal planteado en este trabajo, en torno al estudio del comportamiento electoral en México, a continuación, se aborda la campaña federal intermedia de 2021. Si bien los datos obtenidos para esta elección fueron sistematizados de manera distinta a los casos de las elecciones presidenciales de 2012 y 2018, estos permiten analizar bajo el mismo argumento planteado con anterioridad, la manera en cómo influyen distintas variables en el comportamiento electoral de la ciudadanía mexicana.

Coalición “Juntos Hacemos Historia”

El comportamiento electoral en la elección legislativa intermedia de 2021 guarda semejanzas con lo ocurrido en 2018, tales como el limitado impacto de los factores sociodemográficos y socioeconómicos sobre el voto. Empero, también muestra algunas particularidades que vale la pena destacar. Las Tablas 5 y 6 muestran los resultados de modelos de regresión logística binaria a partir de la encuesta electoral México 2021 de SIMO Consulting para EL PAIS: la primera tabla, con el voto por la coalición encabezada por Morena como variable dependiente, y la segunda, con el voto por la coalición “Va por México” (PRI/PAN/PRD). Los modelos incluyen diversas variables de largo plazo, tanto sociales como de actitudes políticas (partidismo positivo y negativo) y de corto plazo relacionadas con el contexto de la elección. La Tabla 5 muestra el resultado de cuatro modelos, el primero solamente incluye variables sociodemográficas; el segundo comprende las mismas variables sociodemográficas y la identificación partidista. Por su parte, el tercer modelo agrega las actitudes antipartidistas de los electores (partidismo negativo);10 y el cuarto modelo incluye variables contextuales de corto plazo, tales como los niveles de aprobación presidencial y sobre el desempeño de los gobernadores en los estados, el uso de redes sociales entre el electorado, la recepción de programas sociales y el grado de confianza de los encuestados en la autoridad electoral nacional (INE). Como estaba previsto, la capacidad explicativa de las variables del primer modelo fue muy baja, solamente la edad y la residencia de los encuestados en las regiones sur y centro-occidente, esta última en sentido negativo, demostraron ser predictores estadísticamente significativos del voto por la coalición “Juntos Hacemos Historia” (integrada por los partidos Morena, PT y PVEM). La incorporación del partidismo en el segundo modelo resultó en un incremento muy significativo en la pseudo R cuadrada de Nagelkerke, explicando casi la mitad de la variación en las decisiones de voto de los encuestados. Como se esperaba, los electores identificados con Morena fueron significativamente más probables de votar por los candidatos de la coalición encabezada por dicho partido, respecto a los electores independientes. Por el contrario, los electores identificados con los partidos de oposición que conformaron la alianza “Va por México” fueron significativamente menos probables de apoyar a la coalición lopezobradorista. Asimismo, tanto la edad como la región sur continuaron siendo predictores significativos del voto por Morena.

Tabla 5 Modelos explicativos del voto en la elección intermedia de 2021 (Coalición Juntos Hacemos Historia - Morena, PT y PVEM). 

Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
B Sig B Sig B Sig B Sig
Sexo (1 = Mujer) .183 .055 .086 .000
Edad .010 * .014 ** .016 ** .004
Educación .046 .026 .030 .076
Desempleado -.241 -.153 -.174 -.316
NSE (AMAI) -.025 -.111 -.114 -.043
Norte -.165 .154 .095 -.123
Centro
Occidente
-.482 ** -.122 -.086 -.143
Sur .743 *** .577 * .580 .332
Panista -2.080 *** -1.756 *** -1.472 **
Priista -2.200 *** -1.867 *** -1.413 **
Perredista -.964 * -.640 -.475
Morenista 2.044 *** 2.381 *** 2.382 ***
Otros -.332 .002 .212
Independiente
antipriista
.959 * 1.115 *
Independiente
antipanista
1.722 * 2.925 *
Independiente
antiperredista
.661 .812
Independiente antimorenista -2.119 * -.762
Otros
independientes
antipartidistas
-.855 -.540
Aprobación
presidencial
.572 ***
Aprobación del
gobernador
-.083
Beneficiario
de programas
sociales
.823 **
Uso de redes
sociales
-.155 *
Baja confianza
en el INE
.891 ***
Constante -.163 -.074 -.500 -1.414
N 1364 1364 1364 1252
Pseudo R2
(Nagelkerke)
.07 .55 .57 .62
Incremento Pseudo R2 .48 .02 .05

Niveles de significancia estadística: *** p<0.001; ** p<0.01; * p<0.05; + p<0.1. Logaritmo de la verosimilitud -2 del Modelo 1: 1784.5; Modelo 2: 1142.2; Modelo 3: 1109.6; Modelo 4: 935.2

Fuente: Encuesta Electoral México 2021 de SIMO Consulting para EL PAIS. Cálculos de los autores.

Tabla 6 Modelos explicativos del voto en la elección intermedia de 2021 (Coalición Va por México - PRI, PAN y PRD). 

Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
B Sig. B Sig. B Sig. B Sig.
Sexo (1 = Mujer) -.196 -.107 -.140 -.036
Edad -.006 -.014 * -.016 ** -.009
Educación -.130 -.094 -.100 -.191
Desempleado -.043 -.187 -.200 -.285
NSE (AMAI) -.014 .028 .037 -.009
Norte .066 -.377 -.362 -.156
Centro
Occidente
.195 -.173 -.238 -.177
Sur -.793 *** -.635 * -.657 * -.324
Panista 2.235 *** 1.627 *** 1.335 **
Priista 2.235 *** 1.620 *** 1.227 **
Perredista 1.383 ** .778 .667
Morenista -2.011 *** -2.634 *** -2.681 ***
Otros -1.558 *** -2.175 *** -2.456 ***
Independiente
antipriista
-1.480 ** -1.678 **
Independiente
antipanista
-1.421 -2.410 *
Independiente
antiperredista
-.972 -1.154
Independiente
antimorenista
.715 -.148
Otros
independientes
antipartidistas
.222 -.334
Aprobación
presidencial
-.455 ***
Aprobación del
gobernador
.262 **
Beneficiario
de programas
sociales
-.467
Uso de redes
sociales
.160 *
Baja confianza
en el INE
-.659 ***
Constante .055 .144 .848 1.317
N 1364 1364 1364 1252
Pseudo R2
(Nagelkerke)
.04 .58 .59 .62
Incremento
Pseudo R2
.53 .01 .03

Niveles de significancia estadística: *** p<0.001; ** p<0.01; * p<0.05; + p<0.1. Logaritmo de la verosimilitud

-2 del Modelo 1: 1675.3; Modelo 2: 994.2; Modelo 3: 970.3; Modelo 4: 841.4

Fuente: Encuesta Electoral México 2021 de SIMO Consulting para EL PAIS. Cálculos de los autores.

Además de las variables sociodemográficas y las lealtades partidistas, el cuarto modelo agregó a los votantes independientes con partidismos negativos hacia el PAN, PRI, Morena y los demás. Los resultados muestran que los sentimientos antipartidos entre el electorado independiente tienen un impacto significativo en las decisiones de voto, una buena parte del apoyo electoral hacia Morena provino de electores independientes con fuertes sentimientos negativos hacia el PAN y hacia el PRI. También cabe señalar que, como se esperaría, aquellos independientes con actitudes partidistas negativas hacia Morena, fueron significativamente menos probables de votar por la coalición lopezobradorista.

Por último, los resultados del modelo final que incluye todas las variables antes descritas más factores de corto plazo y coyunturales, son muy similares a los del tercer modelo, salvo que en el modelo final ninguna de las variables sociodemográficas resulto ser estadísticamente significativa. Asimismo, el antipartidismo hacia Morena ya no resultó ser una variable relevante en la explicación del voto por la coalición del lopezobradorismo entre los independientes. Respecto a las nuevas variables contextuales y de corto plazo añadidas al modelo, ser beneficiario de programas sociales, la baja confianza en el INE y los altos niveles de aprobación presidencial favorecieron el voto por los candidatos legislativos del oficialismo y sus aliados.

Coalición “Va por México” (PRI-PAN-PRD)

Por su parte, los modelos que predicen el apoyo electoral hacia la coalición de partidos de la oposición también arrojan resultados interesantes (Tabla 6). En el primer modelo solo la residencia de los electores en la región sur del país resulto ser un predictor relevante y en sentido negativo del apoyo electoral a los partidos tradicionales. Lo cual sugiere que la región sureste puede estar en vías de consolidarse como un bastión del lopezobradorismo. En el segundo modelo, tanto la región sur como la edad, ambas en sentido negativo, fueron variables que disminuyeron la probabilidad de votar por los partidos de la coalición “Va por México”. Como en la tabla anterior, los partidismos emergieron como la principal variable explicativa del voto, con los panistas, priistas y perredistas siendo significativamente más probables de votar por los candidatos de la alianza opositora, y con los morenistas y los identificados con otros partidos como los más probables de hacerlo en contra.

Como se puede observar, el tercer modelo es muy similar al segundo, pero, entre las variables sociales, solo la edad se mantuvo como un predictor significativo del voto por “Va por México” con los jóvenes como los más probables de apoyar a los candidatos de esta coalición. Asimismo, tanto el antipriismo como el antipanismo hicieron menos probable el voto por candidatos de la coalición de partidos tradicionales entre el electorado independiente. En otras palabras, los sentimientos negativos hacia ambos partidos tradicionales parecen ser una de las variables más relevantes del análisis, por un lado, son un predictor relevante del apoyo hacia la coalición morenista entre los electores que no se identifican con ningún partido (Tabla 5); y por el otro, no solo parecen disminuir significativamente la probabilidad de que un elector independiente vote por los candidatos legislativos priistas y panistas, sino también por los perredistas nominados por la coalición de los partidos tradicionales.11

El modelo final con factores contextuales y de corto plazo es también muy similar al tercero, con la identificación partidaria y con los partidismos negativos entre los apartidistas explicando una buena parte de la variación en las preferencias electorales, pero con variables como la aprobación del desempeño de los gobernadores y el uso de redes sociales también demostrando ser predictores relevantes del apoyo hacia los candidatos legislativos de la oposición. Por el contrario, variables como la aprobación del presidente e interesantemente la baja confianza en el Instituto Nacional Electoral (INE) entre el electorado hicieron menos probable el voto por los candidatos de la coalición opositora.12

Conclusiones

A lo largo de este trabajo se han descrito en distintos momentos los cambios en el comportamiento electoral mexicano en el periodo que va de 2012 a 2018, en elecciones presidenciales y en la intermedia de 2021. Respecto a las elecciones presidenciales, los resultados de los análisis de la elección de 2018 sugieren que, respecto a la contienda de 2012, la capacidad explicativa de las variables de corto plazo que influyen sobre el voto, particularmente las opiniones de los votantes sobre los candidatos, ganó terreno frente al peso explicativo de las variables de largo plazo tanto estructurales como actitudinales. De las variables de corto plazo analizadas, la imagen de los candidatos es, sin duda, la más relevante. Aunque, a diferencia de 2012, diversos temas tanto de desempeño como de posición resultaron ser predictores significativos del voto en 2018, su impacto en las decisiones electorales fue considerablemente menor que el de las opiniones sobre los candidatos presidenciales.

Por su parte, las variables de largo plazo que mostraron el mayor declive en cuanto a su capacidad explicativa del voto en elecciones presidenciales a lo largo de los años fueron los factores estructurales socioeconómicos y sociodemográficos. Asimismo, su capacidad explicativa en las intermedias de 2021 fue muy baja. Pese al declive, es posible que las variables estructurales adquieran mayor peso en la explicación del comportamiento electoral mexicano en el futuro, especialmente si fuerzas políticas emergentes en el sistema mexicano de partidos como Morena o MC son capaces de establecer vínculos más fuertes y duraderos con grupos de votantes que en el pasado estaban en alguna medida alineados a los partidos tradicionales. De hecho, algunos análisis sostienen que la base de Morena se parece cada vez más a la otrora base del PRI, con los votantes de menor nivel socioeconómico, menos escolarizados y de mayor edad siendo cada vez más probables de votar por el partido del lopezobradorismo (Moreno, 2021).

Aunque los análisis también muestran un ligero declive del peso explicativo de variables actitudinales como la orientación ideológica y la identificación partidista, especialmente de esta última, cabe señalar que ambas orientaciones mantuvieron una influencia aún significativa en las decisiones de voto de los mexicanos en las dos elecciones presidenciales analizadas.13 Para el caso de la elección intermedia de 2021, se identificó un efecto tanto del partidismo como del partidismo negativo como factor explicativo del voto, así como el impacto de factores contextuales como los niveles de la aprobación presidencial, la recepción de programas sociales, la (des)confianza en la autoridad electoral y el uso de redes socio digitales.

En resumen, los resultados del estudio reflejan muy probablemente un cambio significativo en los patrones de comportamiento electoral en la nueva etapa del sistema de partidos, caracterizado por una pérdida de legitimidad política y raíces entre la población mexicana de los partidos que marcaron la transición democrática en México (PRI, PAN y PRD) (Díaz Jiménez y León Ganatios, 2019) que ha desembocado en una considerable erosión de las lealtades partidistas en torno a ellos y la creciente importancia de las opiniones sobre los temas y los candidatos como variables explicativas del voto. Por lo tanto, a manera de conclusión se destacan los siguientes hallazgos del estudio:

Los factores de corto plazo (imagen de los candidatos y el voto temático) han venido ganando terreno frente a los de largo plazo como variables explicativas del voto en elecciones presidenciales recientes, tales como la de 2018 respecto a contiendas de la anterior fase del sistema mexicano de partidos, como la de 2012. La imagen de los candidatos fue la principal variable responsable del marcado incremento en la relevancia de los factores de corto plazo observada en 2018.

No obstante, en las elecciones intermedias legislativas, son aún las actitudes hacia los partidos las variables explicativas más importantes de la variación observada en las decisiones de voto, en particular el partidismo de los electores. Por su parte, el partidismo negativo o anti-partidismo (particularmente el anti-priismo) se erige también como un factor explicativo relevante en el estudio del comportamiento electoral en México, de manera similar a como lo es en otras democracias latinoamericanas (por ejemplo, el caso del anti-petismo Brasil). Los electores mexicanos independientes que sienten aversión hacia un partido político en particular no solo son significativamente menos probables de votar por los candidatos de ese partido, sino que también pueden ser más probables de votar por los candidatos de partidos rivales.

En el caso de la elección intermedia de 2021, existe también evidencia del impacto significativo de factores de corto plazo como los niveles de aprobación presidencial y la recepción de programas sociales. Aquellos votantes que aprueban al presidente y los que son beneficiarios de algún programa social tuvieron una mayor propensión a votar por los candidatos del partido en el gobierno.

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1 Este artículo fue hecho en el marco del proyecto PAPIIT: “Los clivajes del electorado mexicano en las elecciones presidenciales 2000-2018: Reformas Económicas y Transición a la Democracia”, clave: 302822. Se agradece el apoyo a la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México.

2Usualmente, los análisis utilizan la región centro como la categoría de referencia.

3A diferencia de los partidistas, el comportamiento electoral de los independientes tiende a ser más inestable e impredecible, debido a que depende, en mayor medida, de las dinámicas de las campañas, así como de los temas y las imágenes de los candidatos, entre otros factores de corto plazo que influyen sobre las decisiones de los votantes (Flores-Macías, 2009; Maldonado Hernández, 2013; Greene, 2015).

4Un evento relevante que pudo haber contribuido a un mayor peso de la ideología como factor explicativo del comportamiento electoral fueron las campañas presidenciales en la elección presidencial de 2006. Investigaciones sobre el comportamiento de los votantes a nivel individual demuestran un impacto significativo de las etiquetas izquierda y derecha en esa contienda, en buena medida debido al énfasis puesto por los dos candidatos punteros del PAN y del PRD, en las diferencias ideológico-programáticas entre ambas fuerzas políticas (Moreno, 2009a).

5Los efectos de las variables sociodemográficas y socioeconómicas en las decisiones de voto van de limitados a moderados. De acuerdo con Gunther et al. (2016) México se encuentra en el grupo de países donde los factores sociodemográficos explican menos del 9% de la varianza en las decisiones de voto. En el caso específico de México, variables como el género, la religiosidad y la escolaridad (en sentido negativo) resultaron ser predictores significativos del voto (por Felipe Calderón).

6Los resultados muestran que las variables estructurales sociodemográficas y socioeconómicas explicaron 6% de las preferencias electorales, mientras que la ideología y el partidismo 61% en 2012. Con la ideología explicando 29% de la varianza y el partidismo el 32% restante. Por su parte, los factores de corto plazo relacionados con las evaluaciones retrospectivas de la economía y las imágenes de los candidatos explicaron un 08% adicional.

7Otros análisis de regresión logística multinomial con datos de encuestas de salida también confirman el incremento de la capacidad explicativa de la ideología como predictor del voto en la elección presidencial de 2012 (Pseudo R2 de Nagelkerke = 27%) respecto a elecciones presidenciales previas como la de 2006 (Pseudo R2 de Nagelkerke = 13%) y 2000 (Pseudo R2 de Nagelkerke = 12%). No obstante, el mismo análisis también sugiere que el poder explicativo del partidismo se ha reducido considerablemente durante el mismo periodo, pasando de una Pseudo R cuadrada de 38% en 2000 a 34% en 2006 y a solo 25% en 2012 (Moreno, 2018a).

8La interpretación de los coeficientes (B) se realiza de acuerdo con el sentido (positivo o negativo) de los signos y los niveles de significancia estadística de cada variable o predictor. Por ejemplo, la presencia de tres asteriscos (***) indica que la variable en cuestión tuvo un impacto significativo fuerte en la probabilidad de voto, dos asteriscos (**) indican un efecto moderado y un solo asterisco (*) indica un impacto más bien débil.

9Cuando el coeficiente (B) es positivo significa que la variable incrementa la preferencia por el primer candidato, por ejemplo, a Ricardo Anaya o a José Antonio Meade. Por el contrario, cuando el signo es negativo la variable beneficia a López Obrador (categoría base del modelo).

10Con base en estudios previos (Mayer, 2017; Samuels y Zucco, 2018) las variables dummy de partidismo negativo combinan componentes conductuales (con base en la pregunta: ¿Por cuál partido usted NUNCA votaría?) y actitudinales de los electores (a partir de la pregunta: A continuación, le voy a leer los partidos políticos que existen en México. Para cada uno de ellos dígame si tiene una muy buena, buena, mala o muy mala opinión…). Se considera que una persona tiene partidismo negativo si afirma que nunca votaría por un determinado partido (= 1) y además tiene una mala o muy mala opinión de este (= 1).

11Por lo tanto, el alto porcentaje de anti-priistas entre el electorado mexicano (alrededor del 40%) puede ser un factor que afecta negativamente la efectividad de las alianzas electorales entre los de partidos tradicionales contra Morena.

12Los resultados muestran que la desconfianza ante el árbitro electoral ha dividido significativamente a los votantes: con aquellos que confían en el INE siendo más probables de votar por los candidatos legislativos de la oposición, mientras que quienes desconfían de este Instituto fueron más proclives a votar más por los candidatos del partido del presidente. Algunos estudios muestran que la confrontación entre el ejecutivo federal con los consejeros del INE durante el proceso electoral de 2021 y los constantes ataques de AMLO al órgano electoral pudieron haber disminuido la confianza en dicha institución (Díaz, Ramos y Meza, 2023).

13Dado que en la elección de 2006 la ideología parece haber tenido un efecto muy limitado en el voto, es difícil decir que su peso explicativo declinó en 2012 y 2018.

Anexo 1. Modelos de regresión logística de los determinantes del voto en las elecciones de 2012 y 2018.

2012
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4 Modelo 5
B Sig B Sig B Sig B Sig B Sig
Sexo (Mujer = 1) .009 .111 -.096 -.088 -.097
Edad -.006 -.007 -.011 -.011 -.012
Educación -.108 * -.108 + -.131 -.129 -.106
Con empleo = 1 -.193 -.077 -.033 -.032 .093
Religiosidad .156 ** .136 + .052 .055 .121
Miembro de sindicato = 1 .233 .234 .120 .123 -.313
Localidad Rural .563 ** .419 + .480 .473 .382
Estatus social -.143 -.122 -.035 -.024 -.068
Ideología (Derecha = 10) .367 *** .237 *** .233 *** .215 **
Partidismo 2.557 *** 2.539 *** 1.910 ***
Economía retrospectiva .098 -.227
Opinión JVM -.139
Opinión EPN .442 ***
Opinión AMLO -.429 ***
Constante 1.115 * -.985 -.437 -.694 .950
N 863 716 705 702 448
Pseudo R2
(Nagelkerke)
.055 .341 .661 .660 .738

Niveles de significancia estadística:

*** p<0.001; ** p<0.01; * p<0.05; + p<0.1.

Logaritmo de la verosimilitud -2 del Modelo 1: 1107.448; Modelo 2: 745.714; Modelo 3: 469.444; Modelo 4: 468.637; Modelo 5: 224.200

La variable dependiente fue el voto por la candidata del partido de derecha (Josefina Vázquez Mota del PAN)

2018
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4 Modelo 5
B Sig B Sig B Sig B Sig B Sig
Sexo (Mujer = 1) .211 .182 .235 .234 .383
Edad .005 .003 -.003 -.005 -.024 *
Educación -.041 .020 -.022 .006 -.137
Con empleo = 1 .122 .349 .331 .417 .214
Religiosidad .046 .029 .054 .065 .097
Miembro de
sindicato = 1
-.007 -.255 -.552 -.768 -1.124
Localidad Rural .792 ** 1.061 *** 1.169 ** 1.229 *** .990 +
Estatus social -.019 -.047 -.060 -.067 .067
Ideología (Derecha = 10) .301 *** .194 *** .172 *** .121 *
Partidismo 2.067 *** 2.094 *** 1.337 ***
Economía
retrospectiva
.510 *** .448 *
Opinión Anaya .590 ***
Opinión Meade -.030
Opinión AMLO -.566 ***
Constante -1.280 * -3.078 *** -2.126 ** -3.165 *** -1.238
N 867 710 702 701 682
PseudoR2
(Nagelkerke)
.033 .204 .435 .457 .740

Niveles de significancia estadística: *** p<0.001; ** p<0.01; * p<0.05; + p<0.1.

Logaritmo de la verosimilitud -2 del Modelo 1: 942.8; Modelo 2: 691.6; Modelo 3: 544.1; Modelo 4: 529.4;

Modelo 5: 297.8

La variable dependiente fue el voto por el candidato de derecha (Ricardo Anaya del PAN)

Recibido: 28 de Marzo de 2024; Aprobado: 21 de Junio de 2024

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