Introducción
En la mayor parte de las diferentes regiones cafetaleras del país ha surgido una gran cantidad de organizaciones sociales en las últimas décadas que se han constituido en figuras jurídicas para el desarrollo de su empresa social (Hernández y Nava, 2019). Dichas asociaciones están conformadas principalmente por caficultores minifundistas de los pueblos originarios, 1gente de costumbre, prestos por tradición para el trabajo en grupo, aunque, paradójicamente, estigmatizados como sociedades premodernas. Sin embargo, los sujetos de estudio de la presente investigación pertenecen a comunidades mestizas -gente de razón- más colonizadas por la ideología del individualismo y la modernidad (Bartolomé, 1997), por lo cual resulta de mayor relevancia analizar su formación y desarrollo colectivo.
En este artículo se analizan las representaciones sociales sobre la acción colectiva de los caficultores minifundistas que integran la asociación civil Vinculación y Desarrollo Agroecológico en Café (VIDA), a través de la sistematización y la comparación entre sus conocimientos, actitudes y prácticas (CAP) y el desenvolvimiento de su acción colectiva, a fin de comprender el desarrollo de su trabajo asociativo. Los caficultores asociados cuentan con bases organizacionales que forman parte de sus tradiciones culturales, ya que incluso varios de ellos han ocupado cargos de representación social dentro de sus comunidades. Dichas características los hicieron proclives a unirse a las filas de la Unión General de Organizaciones Campesinas y Populares (UGOCP) y llevar a cabo diversas acciones colectivas durante la última década del siglo XX. Así, su trayecto histórico fortaleció sus representaciones sociales sobre la acción colectiva hasta lograr planear su labor social, educativa, económica y política, llevándolos a constituirse jurídicamente en la asociación civil VIDA y crear la cooperativa Campesinos en la Lucha Agraria como empresa social.
El presente análisis se fundamenta en una investigación teórico-práctica: a) en el primer apartado, se realiza un breve contexto histórico sobre la cafeticultura, el intervencionismo del Estado, el impacto del libre mercado y el asociacionismo como estrategia de los caficultores minifundistas para no sucumbir; b) en segundo apartado, se aborda de forma teórica el análisis de las representaciones sociales y la acción colectiva, la relación entre ambas categorías conceptuales, y; c) en el tercer apartado se presenta la investigación práctica llevada a cabo mediante trabajo de campo, el cual consistió en la exploración del terreno, tres municipios, y la ubicación de informantes clave, administrativos y delegados comunitarios (Ario, 2000). Se continuó con el enfoque mixto de la investigación, el cual corresponde a la aplicación de 43 encuestas CAP (conformada por diferentes preguntas sobre conocimientos, actitudes y prácticas de la acción colectiva). Aplicadas a los caficultores minifundistas y a los representantes de ocho comunidades distintas pertenecientes a la asociación, por medio de las cuales se recolectaron datos cualitativos y se pasaron a cuantitativos, ya que se codificaron y se les asignó un símbolo a las respuestas, el número de veces que un símbolo apareció fue registrado como dato numérico. El análisis es un vaivén entre lo cualitativo y lo cuantitativo, enriqueciendo la interpretación, la profundidad y la comprensión del estudio (Sampieri, Fernández-Collado y Baptista, 2008). La investigación se complementó con el método etnográfico “una descripción e interpretación de un grupo o de un sistema social o cultural” (Creswell, 2009, p. 501). Acompañada de la técnica observación participante en la que se interactuó con los caficultores tanto en las parcelas de café como en sus reuniones de trabajo, tal y como se producen los acontecimientos de manera natural (McKernan, 1996). La investigación de campo se llevó a cabo durante un periodo de seis meses por medio de visitas intermitentes a las diferentes comunidades de las regiones cafetaleras. De tal forma, se logró observar en la práctica, el sentir y el actuar de los asociados respecto a su acción colectiva y poder compararlo con los datos recolectados en la encuesta CAP.
La investigación comprendió las representaciones sociales de la acción colectiva desde su modus vivendi de los caficultores situados en comunidades mestizas. Representaciones sociales de la acción colectiva que se regeneraron, clasificaron y fortalecieron, al formar parte de una organización reivindicativa como la UGOCP, pero que siguieron consolidándose mediante la formación y la acción constante de la asociación VIDA, dando así continuidad al trabajo organizativo por el bien común, características que no solamente se encuentran en grupos étnicos de pueblos originarios sino también entre las comunidades mestizas de México, tal como lo demuestran los resultados de esta investigación.
El contexto de la cafeticultura en el centro de Veracruz
Desde sus orígenes la cafeticultura se encuentra atravesada por relaciones de poder que se replican a diferentes escalas. Por un lado, los Estados imperialistas europeos difundieron, sistematizaron y controlaron su cultivo en los territorios conquistados de América, Asia y África que se ubican entre los Trópicos de Capricornio y Cáncer -el denominado “Cinturón del Café”-, donde el clima es idóneo para la proliferación de las plantas. Así, el primer marco político-económico de la producción cafetalera se instituyó a través de relaciones como el coloniaje y el sistema de haciendas (Figueroa, Pérez, Godínez, 2015; Olguín, 2017).
El café llegó a México en 1740, tras el arribo de colonos franceses al puerto de Veracruz, provenientes de Martinica. De ahí comenzó a cultivarse en Amatlán, Córdoba, entre 1813 y 1817. Poco después llegó la variedad Typica desde Cuba, la cual se arraigó entre los campesinos, quienes le llamaron café criollo. Este se propagó por la ruta del norte, hacia Ixhuatlán del Café, Huatusco, Coatepec y Xalapa (Córdova, 2005). Dichos lugares formaron parte del corredor cafetalero de las Grandes Montañas en el centro del estado de Veracruz, pertenecientes al Bosque Mesófilo de Montaña (BMM), considerado un ecosistema con muy alta biodiversidad que abarca relativamente poco espacio, pues se afirma que contiene un 10% de las diferentes plantas y animales existentes en el país (Conecta Tierra A. C., VIDA A. C. y A-PASO A. C., 2016).
La cafeticultura surgió como un giro productivo mediante el cual continuó el proceso de expansión de la cultura europea en América, iniciado con la colonización española, así como la economía capitalista en formación. El café se introdujo como una mercancía para la exportación en territorios ideales para su cultivo y su proliferación, bajo el sistema de haciendas, en el que los campesinos rápidamente aprendieron sobre su manejo y producción, sobre todo después del reparto agrario en 1915, se apropiaron de la cafeticultura y la replicaron en sus propias tierras, haciéndola parte de una de sus principales tradiciones culturales agrícolas. Al mismo tiempo que las circunstancias permitieron que la lógica capitalista penetrara en sus agriculturas (Córdova, 2005; Olguín, 2017).
En 1937, el Estado intervencionista mexicano se involucró como acopiador, procesador y exportador del café, comenzando a imponer a los caficultores una nueva dinámica del manejo de su materia prima. A partir de 1958 y hasta 1989-1993 asumió mayor control, con la creación del Instituto Mexicano del Café (Inmecafé), mediante el cual se organizó a los caficultores por comunidades en Unidades Económicas de Producción y Comercialización (UEPC), impulsando un sistema de producción basado en el monocultivo intensivo con sombra especializada y la utilización de paquetes tecnológicos de la agroquímica “revolución verde” (Carton, 2004; Renard, 2012). Los caficultores que estaban agrupados en UEPC recibían asistencia técnica, insumos, crédito rural, pagos por adelantado sobre los precios de garantía de sus cosechas, situación que los limitaba al rol de proveedores del café cereza en detrimento de su autonomía, generando una dependencia productiva y económica hacia la paraestatal (Aguirre, 2005; Jurado y Bartra, 2012). Dicha relación tuvo como efecto un paternalismo asistencialista y clientelista por parte del Estado hacia los caficultores (Mestries, 2016).
En las regiones cafetaleras del centro de Veracruz, el fin del Estado benefactor representó un duro golpe para los caficultores, ligado a la estrepitosa baja de los precios por la falta de un organismo que regulara la oferta y la demanda del café. Se presentó, entonces, una sobreproducción mundial (Díaz, 1996; Rodríguez, 2013), además, del avance del “libre mercado” a favor de las agroindustrias y la monopolización del café (Mestries, 2016; Olguín, 2017). En la región cafetalera de Huatusco, el Inmecafé antes de liquidarse por completo, desarrolló un programa para transformar a las UEPC en sujetos de crédito a través de figuras jurídicas, con las cuales podrían adquirir beneficios húmedos dejados por el Inmecafé, los cuales quedaron en disputa entre las asociaciones de pequeños caficultores y las empresas privadas (Díaz, 1996; Mestries, 2016). La mayoría de caficultores minifundistas y algunos medianos productores se organizaron bajo la figura legal Sociedad de Solidaridad Social (SSS), con el único objetivo de gestionar créditos ante el Banco Nacional de Crédito Rural (Banrural) y el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol), sin intención alguna en la autogestión o creación de alguna empresa social (Olguín, 2017).
La Unión General Obrera Campesina y Popular (UGOCP) y otras “triples SSS” que sí emprendieron su empresa social, lograron adquirir el “beneficio Fortuna” en la periferia de la ciudad de Huatusco, mientras otras asociaciones se hicieron de otros beneficios húmedos dejados por el Inmecafé en la región. En esta etapa, se emprendieron sistemas de acopio y comercialización de café intentando competir con las empresas privadas, pero la nueva regulación económica basada en el libre mercado, las oscilaciones del costo del café, más las carencias técnicas y administrativas de las sociedades campesinas, hicieron que la mayoría claudicara en su intento (Díaz, 1996); dejando el procesamiento y la comercialización del grano, en manos de las agroempresas nacionales e internacionales (Rojas y Olguín, 2018). El caso más relevante que dio continuidad a su empresa social fue la Unión Regional de Pequeños Productores de Café Zona Huatusco, Veracruz S.S.S. (URPPCZH) apoyada por la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC). En ese momento la URPPCZH tenía el apoyo de caficultores de 29 comunidades (Díaz, 1996). Es la única asociación que ha persistido hasta la actualidad, pero las disputas internas por cuestiones financieras y administrativas han mellado la cohesión social, el objetivo compartido por el cual surgieron ha desaparecido, tan sólo ha persistido un manejo empresarial discrecional característico más del sector privado (Olguín, 2017).
Una organización más representativa a nivel nacional como la UGOCP, tenía presencia en 15 localidades de la región cafetalera, sobre todo en Ixhuatlán del Café en donde había más movilización social, y de manera indirecta influyó sobre algunos caficultores que buscaban autonomía y crearon la Unión de Productores Sustentables de la Montaña de Ocozaca, en la comunidad de Zacamitla (Díaz, 1996; Mestries, 2016). En los últimos años dicha Asociación ha pasado por una crisis económica y problemas internos que pueden llevarlos al cierre total de la empresa social. La UGOCP tenía presencia desde los años ochenta del siglo pasado en la región cafetalera, es decir, durante el fin del Estado del Bienestar y el cierre del Inmecafé, circunstancia que afectó directamente a muchos miembros de las UEPC que el instituto había dejado pendientes de pago. La organización reivindicativa UGOCP apoyó a los caficultores con quienes se movilizaron para exigir el cobro ante el gobierno, objetivo que se logró cumplir. Gestionaron, además, insumos para la cafeticultura, logrando sumar más campesinos a sus filas (Severiano, 2021).
En el año 2001 se presentó una de las peores crisis en la cafeticultura, lo que impulsó la movilización social de protesta de más de cinco mil caficultores por el apoyo al sector agrícola. El Estado, en primer lugar, desmovilizó, pacificó y fragmentó la movilización campesina, al condicionar su apoyo, al señalar que solo apoyaría a los que estuvieran constituidos bajo alguna figura jurídica. En segundo lugar, se pretendió que los “gestores” de los apoyos gubernamentales se convirtieran en agentes del poder que condicionaran los recursos a la fidelidad electoral hacia los gobiernos, partidos y políticos que los concedían. La mayoría de asociaciones que se constituyeron recibieron el apoyo y se disolvieron, con una relevante excepción: la Coordinadora de Organizaciones Cafetaleras de Huatusco, A. C. (COCH) bajo el asesoramiento de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC). Ambas organizaciones promovieron el surgimiento de la Coordinadora de Productores de la Zona Centro del Estado de Veracruz S. C. de R. L. de C. V. (CPZCEV) de Huatusco, en el año 2006 (Olguín, 2017).
El caso más relevante que brindó la pauta para la realización de la presente investigación, se derivó de la UGOCP, organización reivindicativa que tenía mayor presencia en el municipio de Ixhuatlán del Café, lugar en que se encontraba su líder regional y un gran conglomerado de caficultores minifundistas proveniente de diferentes comunidades, que se habían movilizado por mejores condiciones para la cafeticultura, contra los abusos de autoridad, el deterioro ecológico y el caciquismo del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el cual había permanecido en el poder de la presidencia municipal por varias décadas.
Dicho lo anterior, la UGOCP eligió a su líder para competir por la presidencia municipal, respaldado por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), pero representados electoralmente por el Partido de la Revolución Democrática (PRD). La estrategia de vinculación con partidos políticos los llevó a ganar el trienio correspondiente a 1995-1997 y gestionar así los servicios públicos para las comunidades con mayores niveles de marginación, incentivos para la producción agrícola y diferentes servicios sociales para el beneficio de la población, cumpliendo varios objetivos que se habían planteado desde que se encontraban en la UGOCP.
La gestión municipal había permitido que se ampliaran los horizontes y los contactos con otros actores sociales por parte de las familias más activas de la UGOCP en Ixhuatlán del Café, las cuales en 1999 se unieron con otros caficultores minifundistas y líderes sociales del municipio de Cosautlán de Carvajal, así como con investigadores del Centro Regional Universitario Oriente (CRUO) de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh). En conjunción, realizaron un diagnóstico de la cafeticultura y de la economía familiar campesina, proceso que se llevó a cabo mediante la metodología de Investigación Acción Participativa (IAP), logrando una planeación de trabajo colectivo a corto, mediano y largo plazo, en ambas regiones cafetaleras. Dicho proceso se enriqueció con la experiencia de trabajo de los actores sociales de las diferentes zonas, promoviendo la organización social, el ahorro solidario, la importancia del rol de la mujer campesina e impulsando a las familias caficultoras a fortalecer la cohesión de grupo. Además, los productores iniciaron la transición de la producción convencional a la agroecológica, desde esos momentos se iría gestando un proyecto asociativo de alcance y beneficio social que denominaron Vinculación y Desarrollo Agroecológico en Café, A. C. (VIDA).
El diagnóstico se prolongó por dos años, la experiencia fue nombrada por los caficultores como investigación acompañante, proceso que culminó en la sistematización del cafetal agroecológico, el cual consistió en retomar los saberes y prácticas agrícolas tradicionales; transitar hacia una producción de policultivo dentro del cafetal; realizar diversas actividades para la soberanía alimentaria y diversificar sus ingresos; vincularse con mercados alternativos y llevar a cabo innovaciones organizativas (Severiano, 2021). A dicha sistematización, los caficultores le llamarón el cafetal comestible, en la que no sólo se diversificó la producción, sino que después de la legalización de VIDA en el año 2009, lograron certificar ocho alimentos orgánicos junto con el café. En el mismo año de constitución de VIDA, también formalizaron la cooperativa Campesinos en la Lucha Agraria, mediante la cual exportan café de calidad a Estados Unidos desde el año 2010. Posteriormente crearon su marca propia Femcafé para comercializar su café tostado y molido a nivel nacional, entre otras actividades colectivas.
La experiencia asociativa de VIDA es muy interesante y sobresaliente en el centro de Veracruz, ya que en la región cafetalera de Huatusco predominan las asociaciones cooperativas espurias y de fachada (Olguín, 2017). Por ello, se considera importante conocer las representaciones sociales sobre la acción colectiva de los caficultores pertenecientes a VIDA, ya que es un caso emblemático, pues está conformado por comunidades mestizas, cuando la mayoría de asociaciones con semejantes características pertenecen a grupos étnicos en México. El proceso histórico de VIDA surge desde la organización reivindicativa hasta el asociacionismo, trabajo colectivo que los ha llevado al éxito, en gran medida gracias a sus representaciones sociales sobre la acción colectiva de sus integrantes. Pero antes es necesario explicar lo que se entiende en este trabajo por representaciones sociales y acción colectiva, por lo que a continuación se definen teóricamente tales conceptos.
Representaciones sociales: conocimientos, actitudes y prácticas (CAP) sobre la acción colectiva
La investigación se llevó a cabo bajo el enfoque de las representaciones sociales, por lo cual se explican sus significados y la relación íntima que mantiene con la cultura, ambas son construcciones que un grupo social adquiere de acuerdo al contexto físico y sociocultural en el que se desenvuelven. Además, se definen conocimientos, actitudes y prácticas (CAP), ya que juegan un papel determinante en la formación de las representaciones sociales. Se eligió la técnica de la encuesta CAP para esquematizar las representaciones sociales que tiene la población de estudio sobre la acción colectiva. Desde finales del siglo XIX, Durkheim hablaba de “producciones mentales sociales” en las que hacía referencia a las representaciones colectivas, que, si bien se alojan en lo individual bajo la personalidad del sujeto, se construyen en lo colectivo de acuerdo a la acumulación cultural de una sociedad. De lo que se puede deducir que, la relación entre el individuo y la sociedad se comprenden mediante sus representaciones sociales (Knapp, Suárez y Mesa, 2003).
El concepto de representaciones sociales fue creado en el año de 1961 por Moscovici (1979), quien señaló que "la representación social es un corpus organizado de conocimientos y una de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación cotidiana de intercambios" (p. 18). A partir de ese momento, las representaciones sociales han sido estudiadas y han evolucionado teóricamente, moviéndose de lo individual a lo colectivo, del pensamiento a la acción y de lo simbólico a lo social. Es decir, abarca desde las interacciones sociales simples a las complejas vinculadas con aspectos económicos y políticos como las relaciones de poder, redes sociales que se presentan en la vida cotidiana y se encuentran dentro de un marco cultural determinado (Araya, 2002).
La cultura forja al individuo y a partir de sus relaciones sociales establece pautas de conducta, se organiza y crea tecnología para adaptarse a un determinado ecosistema. A partir de tales interacciones conforma su mentalidad, materialidad y espiritualidad, aspectos que determinan su peculiar forma de existencia en sociedad, es decir, su identidad (Harris, 1995). Así, el aprendizaje cognitivo se origina y reproduce dentro de un ambiente cultural que moldea simbólicamente la mente y recuerdos de los individuos, por lo que se considera que las representaciones sociales contienen elementos análogos al interaccionismo simbólico (Knapp et al., 2003). De acuerdo con dicha corriente teórica:
la cultura denota un esquema históricamente transmitido de significaciones representadas en símbolos, un sistema de concepciones heredadas y expresadas en formas simbólicas por medios con los cuales los hombres comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y sus actitudes frente a la vida (Geertz, 1973, p. 88).
Mientras que para Geertz la cultura se trasmite de generación en generación mediante patrones simbólicos significantes por medio de los cuales se interpreta y da sentido a la vida. Para Moscovici, es en las representaciones sociales donde convergen aspectos culturales, racionales, prácticos y espirituales, que se entretejen mediante la interacción social de la vida cotidiana y forman parte de la interpretación del mundo de una sociedad. Los diferentes iconos, imágenes, lenguajes o elementos simbólicos por medio de los cuales se crea una sintaxis comunicativa que trasmite lo histórico, lo político, lo económico, las creencias, los valores y los conocimientos, son determinantes en la identidad de un pueblo. La acumulación de dichos rasgos socioculturales permea las formas de pensar de los individuos, sus emociones y prácticas repercuten en su forma de vivir y comprender la vida (Lacolla, 2005). Todo el bagaje cultural anteriormente mencionado forma parte de las representaciones sociales y hacen referencia a cualquier tipo de objeto social dentro de cada grupo humano (García, 2016). Los objetos sociales contienen una representación social porque los individuos las definen, las clasifican, las explican y tienen la habilidad de evaluarla de acuerdo al marco cultural al que pertenecen (Araya, 2002).
En la vida cotidiana de un grupo social, es donde se originan los procesos de comunicación, de prácticas y se reproducen las representaciones sociales, contenidas de significados, imágenes, criterios, por medio de las cuales construyen y explican su realidad (Knapp et al., 2003). Los individuos se reconocen e identifican unos con otros en su mundo social y cultural, al mismo tiempo que se diferencian de otros grupos socioculturales, es decir, constituyen su identidad y alteridad al mismo tiempo. Dicho lo anterior, es importante conocer los componentes más significativos de las representaciones sociales, los cuales son: 1) la información: es el conglomerado de conocimientos acerca de un objeto social con el que cuenta un determinado grupo; 2) el campo de representación: se refiere a la identificación peculiar del objeto social representado y la clasificación jerarquizada de acuerdo a su contenido, y; 3) la actitud: es la postura positiva o negativa relacionada al objeto de representación social (Mora, 2002).
Una vez que se conocen los componentes más importantes de las representaciones sociales, las cuales se pueden obtener de cualquier objeto social y que de acuerdo Araya (2002) logran ser identificadas y valoradas dentro del sentido común de una sociedad específica. Se vuelve indispensable recurrir al enfoque CAP para obtener las representaciones sociales del objeto social de estudio y tener como resultado dicho conocimiento de una sociedad (González, 2008a). El enfoque CAP es considerado como la columna vertebral de la estructura de las representaciones sociales, ya que a partir de los conocimientos se hacen visibles las actitudes y las prácticas del objeto social por parte de los sujetos de estudio (García, 2016). El CAP es imprescindible para llevar a cabo cualquier investigación relacionada con representaciones sociales, por lo que es obligatorio definir cada uno de los elementos que lo constituyen.
El conocimiento como parte de la cultura, se adhiere en la mente de los hombres, se produce y reproduce socialmente. De la constante interacción social de la vida diaria surge el conocimiento por sentido común, el cual se distingue del conocimiento científico, ya que este se rige por el método empírico y su lógica formal. Los saberes forman parte de un conocimiento que no es reconocido por las comunidades científicas, porque son concepciones y prácticas tradicionales de la visión cultural de una sociedad (Villoro, 1989).
La actitud es un elemento fundamental de las representaciones sociales, ya que decide la propensión de la acción, es decir, es la respuesta más afectiva de las personas por su carácter emocional, que puede ser tanto negativa como positiva de acuerdo al objeto social representado. La actitud contiene tres dimensiones: Unidireccional referida a lo afectivo; Bidimensional ligada a lo cognoscitivo, y; Tridimensional apegada a la compulsión conductual (Araya, 2002). La práctica de las personas se relaciona directamente con los valores, los códigos culturales y los conocimientos, factores que guían su conducta y crean la conciencia colectiva dentro de cada sociedad (Araya, 2002). El conocimiento empírico influye en las prácticas sociales de la vida diaria, pues es donde se observan las representaciones sociales de un objeto social definido, sobre todo cuando las prácticas son conscientes de lograr una definida meta (Villoro, 1989).
En estos tipos de estudios se utilizan diversas técnicas para obtener las representaciones sociales de algún objeto social específico, en este caso la acción colectiva, la cual forma parte de la cotidianidad social de los sujetos de estudio -integrantes de la asociación VIDA-. La presente investigación se inclinó por el enfoque mixto y la utilización de la encuesta CAP, ya que a través de su aplicación se adquieren datos tanto cualitativos como cuantitativos, los cuales requieren ser codificados numéricamente para su análisis. Los cuestionamientos se dividen en tres rubros, los conocimientos, las actitudes y las practicas referentes a la acción colectiva por parte de los sujetos de estudio (Holman, 2012).
La otra categoría teórica que debe ser analizada es la de acción colectiva. La escuela norteamericana bajo la vertiente de la movilización de recursos, no centra su análisis sólo en la racionalidad individual e instrumental de la lógica de la acción colectiva que propone Olson (1992), sino también en la formación solidaria y los procesos de organización, estrategias de integración y movilización para la obtención de recursos, al mismo tiempo avizorar las oportunidades que haya en la estructura institucional (Tilly, 1978). Dicha visión es complementada por Tarrow (1994) desde los procesos políticos, cuando habla de la movilización social y campesina como la forma más notable de la acción colectiva, pues busca un cambio mediante el conflicto. Circunstancias que pertenecen a un momento histórico y social determinado. La confrontación es vista como una estrategia que actúa de acuerdo a la estructura de oportunidades políticas como intersticios existentes en el poder institucional ejercido por el Estado.
Por otro lado, el análisis de la acción colectiva realizada por la escuela europea se centra en la acción social o accionalismo. Ya que la sociedad es dinámica no estática, en ella residen las interacciones sociales, crea tanto convencionalismos como transformaciones, producto de su incesante acción. Los movimientos sociales son construcciones sociales que se despliegan ante el conflicto político y deben ser abordados desde tres dimensiones: la solidaridad que deriva en la identidad de grupo; el conflicto de dos adversarios, en un mismo ambiente e idéntico interés por el control de un recurso; el tercero es la ruptura de las fronteras entre los actores, algo que va más allá de lo que la estructura puede soportar (Melucci, 2002). El movimiento social es la dimensión más radical de la acción colectiva, aunque en muchos casos su tendencia es lograr acceder al sistema de estímulos redistributivos (Melucci, 1995). Existen otros sucesos en que tan sólo se presentan una o dos dimensiones de las mencionadas en el párrafo anterior, lo que correspondería a otros tipos de acción colectiva con peculiares características cada uno de ellos. En relación al presente trabajo, se entiende por dicho concepto lo que propone Melucci (1990)
la acción colectiva es considerada resultado de intenciones, recursos y límites, con una orientación construida por medio de relaciones sociales dentro de un sistema de oportunidades y restricciones. Por lo tanto, no puede ser entendida como el simple efecto de precondiciones estructurales, o de expresiones de valores y creencias (p.358).
Dicha definición derivada del accionalismo europeo contiene características similares a la corriente teórica norteamericana de movilización de recursos, deduciendo que no son enfoques totalmente diferentes sino complementarios, pues en ambos encontramos variables similares: solidaridad, conflicto, recursos, oportunidades. Las dos posturas son necesarias para interpretar y vincular las representaciones sociales de la acción colectiva de los sujetos de estudio con la teoría sobre acción colectiva anteriormente enmarcada. Así, la acción colectiva es una construcción de identidad, la cual impulsa el nacimiento de un movimiento social y los sucesos internos del mismo movimiento. En síntesis, son los individuos los que crean el significado de la acción colectiva, si bien los individuos tienen diferentes disposiciones, convergen en la posibilidad de unirse de manera cognoscitiva, afectiva y de acuerdo al mapa de posibilidades y límites visibles que les permita lograr algún objetivo en común (Molina y Quinteros, 2013).
Existen diferentes movimientos sociales radicales que al final se convirtieron en acciones colectivas institucionales como el asociacionismo agrario, en el que los actores se solidarizan e identifican “con los de su grupo de pertenencia, pero también con otros miembros de su comunidad, para la puesta en marcha de proyectos de acción colectiva orientados al desarrollo” (Moyano, 2008, p. 10). Todo ello, no solo con el objetivo en común de escalar en la cadena de valor y llegar directamente al consumidor, sin intermediarios, lograron acceder a un mercado alternativo, pero también resguardaron su postura política: el cuidado de la biodiversidad de los territorios y la preservación de la identidad campesina, representada en movimientos nacionales e internacionales como el Movimiento Agroecológico Latinoamericano y del Caribe (MAELA), tal como se avizora en el presente estudio.
La aplicación de un estudio diagnóstico de las representaciones sociales sobre la acción colectiva mediante la encuesta CAP en una sociedad determinada, podría indicar si es factible o no, emprender algún proyecto asociativo, autogestivo y autosuficiente, con tendencia a tener éxito a corto o mediano plazo.
Es posible encontrar muchos estudios que aún han utilizado la metodología de las representaciones sociales enfocadas a la salud-enfermedad tanto física como mental, sobre el cuerpo, la educación, el alcoholismo, la justicia, el territorio y los saberes (González, 2008a); sin embargo son relativamente pocos los que abordan la acción colectiva2 y más aún en el medio rural, por lo cual este estudio es un aporte a los estudios de las representaciones sociales de la acción colectiva en comunidades mestizas en México.
Lo más relevante de un estudio de las representaciones sociales sobre la acción colectiva en asociacionismo rural, tuvo como resultado que las representaciones sociales de los productores, tales como interés, sentimientos y expectativas que les son comunes, se vuelven la razón principal de emprender una acción colectiva mediante el asociacionismo para obtener mejores ingresos por sus productos agrícolas y mejorar su calidad de vida. Demostrando que las representaciones sociales hacen ver lo aparentemente extraño en familiar y lo que parecía invisible en perceptible, además, se hace más evidente la comunión entre los actores involucrados en el proceso de organización.
La acción colectiva mediante el asociacionismo es una forma de organización social válida, basada en la ayuda mutua y los objetivos en común, para superar la fragmentación social en las comunidades rurales desde la arribada del sistema económico neoliberal a finales del siglo XX (Acevedo, 2010).
Las representaciones sociales de la acción colectiva de VIDA A. C.
Todos los asociados de VIDA A. C. realizan alguna actividad relacionada con la caficultura y pertenecen a un muy similar nivel socioeconómico. En cuanto al nivel educativo de los socios es diverso, la mayoría tiene un nivel escolar de educación básica, algunos de nivel medio superior y sólo cuatro cuentan con estudios de nivel licenciatura. Dicho aspecto no ha sido un impedimento para el desarrollo de la asociación sino un complemento de sincronización en los roles que cada miembro ocupa dentro de ella, logrando emprender un trabajo colectivo que los ha hecho crecer.
En la actualidad, VIDA A. C. cuenta con 786 asociados, aunque el núcleo de la organización se basa en los socios fundadores, el consejo de administración, los delegados comunitarios y los productores orgánicos. Sin embargo, son 80 personas las más comprometidas y encargadas del funcionamiento de la organización. Los socios se encuentran distribuidos en veinte comunidades, pertenecientes a tres municipios y a tres de las regiones cafetaleras más importantes del Estado de Veracruz, México (ver Cuadro 1).
Región cafetalera | Municipio | Localidades | Socios | Mujeres | Hombres |
---|---|---|---|---|---|
Huatusco | Ixhuatlán del café | Centro, Crucero, Zacamitla, Ocotitlán, Opatla, Ixcatla, Guzmantla, Plan de Ayala, San José de los Naranjos, Presidio, Potrerillo, Ixviontla, Moctezuma, la Tranca. | 593 | 258 | 335 |
Coatepec | Cosautlán de Carvajal | Piedra Parada, San Miguel Tepexcatl, Limones, Baxtla, Naranjales. | 176 | 106 | 70 |
Córdoba | Amatlán de los Reyes | Cruz de los Naranjos. | 17 | 5 | 12 |
Fuente: elaboración propia a partir de la Acta Constitutiva del año 2019 de VIDA A. C.
Debido a la emergencia sanitaria ocurrida durante prácticamente todo el año del 2020 y lo que va del 2021, la investigación se restringió a una muestra con integrantes del núcleo de la organización, específicamente con los asociados que accedieron a la visita en cada una de sus comunidades. Al final, se lograron analizar las representaciones sociales mediante la encuesta CAP sobre la acción colectiva, las cuales se aplicaron a 43 socios que han sido participativos y constantes a través de los años dentro de la organización social, mismos que se clasifican de la siguiente manera (ver Cuadro 2).
Edad | Mujeres | % | Hombres | % |
---|---|---|---|---|
21-30 | 3 | 7.0 | 1 | 2.3 |
31-40 | 2 | 4.6 | 3 | 7.0 |
41-50 | 4 | 9.3 | 4 | 9.3 |
51-60 | 8 | 18.7 | 8 | 18.7 |
61-70 | 2 | 4.6 | 4 | 9.3 |
71-84 | 2 | 4.6 | 2 | 4.6 |
TOTALES | 21 | 48.8% | 22 | 51.2% |
Fuente: elaboración propia a partir del trabajo de campo.
De acuerdo con los resultados obtenidos, el promedio de edad de los socios entrevistados es de 51 años, con un rango de edad que fluctúa entre 27 y 84 años. La distribución por sexo es muy equitativa, las mujeres equivalieron a un 48.8 % mientras que los hombres fueron 51.2 %. En cuanto al lugar de procedencia de los entrevistados, predominaron los de la comunidad de Cruz de los naranjos (28%) del municipio Amatlán de los Reyes, seguidos por Guzmantla (18.6%), Ocotitlán (16.2%) y Centro (11.6%) de la circunscripción de Ixhuatlán del Café (ver Cuadro 3).
Región cafetalera | Municipio | Localidades | Mujeres | Hombres | Socios | Total 100% |
---|---|---|---|---|---|---|
Huatusco | Ixhuatlán del café | Centro | 2 | 3 | 5 | 11.6 |
La Tranca. | 1 | 1 | 2 | 4.6 | ||
Guzmantla | 3 | 5 | 8 | 18.6 | ||
Zacamitla | 4 | 0 | 4 | 9.4 | ||
Ocotitlán | 2 | 5 | 7 | 16.2 | ||
Ixcatla | 4 | 0 | 4 | 9.3 | ||
Coatepec | Cosautlán de Carvajal | Piedra Parada | 1 | 0 | 1 | 2.3 |
Córdoba | Amatlán de los Reyes | Cruz de los Naranjos | 4 | 8 | 12 | 28 |
Fuente: elaboración propia a partir del trabajo de campo.
Respecto a los conocimientos que tienen los socios sobre la acción colectiva, el 34.8 % de los entrevistados entiende por acción colectiva a un “grupo de personas organizadas que se apoyan y luchan por alguna causa en común”, similar que el 27.9 % señala que es “grupo organizado de socios que trabajan unidos” y un 18.7 % dice que la acción colectiva es una “agrupación organizada de personas con intereses en común” (ver el Cuadro 4).
¿Qué entiendes por acción colectiva? | Frecuencia | Porcentaje (%) |
---|---|---|
Grupo de personas organizadas que se apoyan y luchan por alguna causa en común. | 15 | 34.8 |
Grupo organizado de socios que trabajan unidos. | 12 | 27.9 |
Agrupación organizada de personas con intereses en común. | 8 | 18.7 |
Organización de personas que se unen para alguna actividad o trabajo. | 5 | 11.7 |
Comunidad y organización de campesinos de un mismo lugar por el bien común. | 3 | 6.9 |
Total: | 43 | 100 % |
Fuente: elaboración propia a partir de los resultados de la encuesta CAP.
La opción 1 contiene el más alto porcentaje compartido por los asociados sobre los conocimientos de la acción colectiva, lo que expresa las representaciones sociales basadas en la acumulación cultural e histórica de los actores sociales que se forjaron en base a la unión y movilización social con la UGOCP (Knapp et al., 2003), interacciones que a través del tiempo han ido conformándose como parte de la cotidianidad, de la experiencia y los conocimientos de los individuos, tal como lo señala Moscovici (1979). Pero que también indica el interés solidario de los caficultores en el proceso organizativo de la UGOCP, los cuales nombran a la lucha, al conflicto como estrategia y oportunidad de acceder al recurso disponible dentro de la estructura institucional (Tilly, 1978; Tarrow, 1994). De igual manera, las respuestas 2, 3 y 4 se relacionan con los procesos que los entrevistados experimentaron en la formación y continuidad que han mantenido en VIDA. Por su parte, la respuesta 5 ocupó el porcentaje más bajo, pero refleja la influencia sociocultural de los individuos, hábitos de conducta que corresponden a los lazos más fuertes arraigados en la tradición e identidad que absorbieron de su comunidad (Harris, 1995).
Desde la perspectiva del interaccionismo simbólico (Geertz, 1973), es posible afirmar que la carga cultural simbólica de los asociados de VIDA, moldeó su información, comunicación y conocimientos. Rasgos culturales que formaron parte de su sentido común a pesar de las circunstancias, ya que, aunque varios miembros emigraron por varios años, retornaron a su territorio a dar continuidad a sus formas de vida en el campo y se reintegraron al trabajo organizativo del que ya habían formado parte en el pasado.
En las respuestas de los entrevistados sobre los conocimientos que poseen sobre la acción colectiva, se encuentran palabras con un alto grado de frecuencia, tales como: organización, agrupación, grupo, socios, unión, trabajo y común. En otro ejercicio, las cinco palabras con las que más relacionaron los entrevistados la acción colectiva fueron: grupo, unión, trabajo, apoyo, compañerismo. Así, en ambos casos los términos utilizados por los entrevistados forman parte de su mapa cognoscitivo y recuerdos de su contexto cultural, información que se ve reflejada en su sentido común, pues forja las representaciones sociales sobre la acción colectiva (Knapp et al., 2003). Por otro lado, a partir de los diferentes conocimientos que los asociados tienen sobre la acción colectiva se les preguntó: ¿quién influyó para que usted se apropiara de la idea de la acción colectiva? A lo que la mayoría contesto que había sido por la comunidad (40%), mientras que otros señalan que por medio de la UGOCP (28%), por ser parte de VIDA A. C. (16%) o bien, por el interés de que nuevos programas de gobierno llegarán a la comunidad (16%).
Dichas respuestas señalan una relación cotidiana de intercambios sociales (Moscovici, 1979) que la mayoría de los entrevistados relacionó con su comunidad, donde nació su concepción de la acción colectiva. La segunda elección con mayor porcentaje se debe a que las representaciones sociales se construyen en la vida cotidiana y en lo colectivo, las cuales se acumularon en la experiencia de los individuos a través de las movilizaciones sociales y protestas de la UGOCP (García, 2016). Mientras que el resto de los miembros, relacionan la acción colectiva con VIDA A.C. con la posibilidad de que la asociación legalmente establecida y encargada de gestionar los apoyos ante el gobierno, llegue a favorecer directamente a sus agremiados.
A fin de continuar con los conocimientos que los asociados tienen sobre la acción colectiva, se les preguntó: ¿Quién debe promover la acción colectiva en su comunidad? A lo cual la mayoría de los cuestionados respondió que la misma población (53.6%). Por su parte, el segundo porcentaje más alto fue que la promoción de la acción colectiva debe provenir de la población de la comunidad junto con las autoridades municipales (39.5%), dos eligieron las autoridades federales (4.6%) y uno eligió que las autoridades municipales (2.3%).
La tendencia mayoritaria de las respuestas de los entrevistados, se apega a la idea grupal de “autonomía”, mientras que muchos otros se inclinaron por la conjunción entre la población y las autoridades municipales, opción que se relaciona con la experiencia histórica que vivieron con la UGOCP al ocupar la presidencia municipal (1995-1997) en Ixhuatlán del Café, bajo la representación política del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Las manifestaciones de la UGOCP en un momento histórico sensible sirvieron como estrategias para posicionarse y al aliarse con el PRD, accedieron a la estructura de oportunidades y representación política por medio de la cual ejercieron el poder social en el municipio (Tarrow, 1994). Etapa en la que se promovió el desarrollo social, servicios públicos para las comunidades con mayor grado de marginación, el ahorro solidario, los derechos a la reproducción y a la salud de la familia campesina, entre otros. En ese tiempo muchos de los que integran actualmente VIDA A. C. se vieron beneficiados por la gestión municipal comandada por miembros de la UGOCP: Ernesto IIescas (comunicación personal, 17 de diciembre, de 2020).
La historia colectiva y experiencia de los asociados de VIDA A. C., se ve reflejada en sus conocimientos por sentido común en la acción colectiva (Lacolla, 2005), concepto que también conocen bajo otros términos como: grupos (44%), organización (23%), asociación civil (16.5%), cooperativa (16.5%). En este sentido, el nombre local que le dan, la mayoría de los integrantes de VIDA A. C. a la acción colectiva, es el de “grupos”, haciendo referencia precisamente al conjunto de personas que forman parte de la asociación en cada comunidad. La palabra “organización” por lo regular hace referencia a su movilización social con la UGOCP, pero también se vincula con VIDA como asociación civil y con la cooperativa Campesinos en la Lucha Agraria con la que han logrado exportar su café. La conformación de la organización y las estrategias de integración, proponen la pauta de movilización para insertarse en las oportunidades que existen en el sistema, logrando cumplir algunas metas desde la organización reivindicativa y continuando la estrategia mediante la constitución de las asociaciones anteriormente nombradas (Tilly, 1978).
Los conocimientos y representaciones sociales sobre la acción colectiva por parte de los miembros de VIDA A. C., son muy similares y manifiestan su proceso histórico colectivo, ya que consideran que las relaciones sostenidas con sus compañeros son parte de una acción colectiva y lo describen de la siguiente manera: trabajamos en conjunto (23%), siempre somos tomados en cuenta (23%), somos unidos en grupo (17%), nos ayudamos mutuamente (12%), hacemos reuniones (9%), obtenemos beneficios (9%) y somos como una gran familia (7%). La conciencia de los sujetos de autorreconocerse como parte de un sistema social, les proporciona identidad y alteridad al mismo tiempo, es una dimensión básica que existe en todo movimiento social, ya que es una construcción colectiva (Melucci, 2002).
Las representaciones sociales con respecto al conocimiento que tienen sobre la acción colectiva de los 43 entrevistados, muestra su peculiar acervo cultural y la experiencia histórica organizativa, primero con la UGOCP por una década y más tarde con los grupos de ahorro solidario, diversidad productiva, agroecología y equidad de género, hasta constituirse como VIDA A. C. Estos sucesos, como lo dicen Jodelet (1986) y Araya (2002), se volvieron parte de la vida cotidiana, estableciendo una comunicación bajo los mismos conceptos y significados de la realidad social compartida.
Para poder percatarse qué tan veraces fueron los resultados obtenidos en cuanto a las representaciones sociales de los conocimientos que los entrevistados tienen sobre la acción colectiva, se hizo necesario medir las actitudes y prácticas que los actores sociales llevan a cabo en su vida diaria en relación a lo colectivo, para con ello complementar el análisis y determinar la congruencia entre sus conocimientos, actitudes y prácticas. El método etnográfico y sus técnicas ayudaron a corroborar la información proporcionada por los asociados.
Respecto a las representaciones sociales sobre la actitud de los entrevistados respecto a la acción colectiva, se les realizó la siguiente pregunta: ¿Qué sensación produce en usted, la idea de acción colectiva? La elección de la inmensa mayoría fue: luchar juntos y mejorar condiciones de vida (81%) mientras que el resto eligió unidos somos más fuertes (19%). El sentimiento que los miembros tienen de formar parte de VIDA A. C. como organización es: orgullo (19%), satisfacción y compromiso (16%), bien, por ser tomado en cuenta (16%), contenta, alegre, feliz (14%), porque somos familia (14%), fuerza y unión (12%), importancia de ser campesinos (9%). En este sentido, lo señalado por los asociados corresponde a lo que dice Araya (2002) con respecto a que las representaciones sociales en su componente actitudinal, denotan las respuestas más afectivas de las personas. Aunque, al mismo tiempo, también lo hacen en relación a su acción, tal como los entrevistados señalaron, ya que han empleado diferentes formas de promover la acción colectiva en sus comunidades. Al respecto las más destacadas fueron las siguientes: invitando a participar en conjunto (47%), invitándolos a realizar un proyecto juntos (33%) y mediante reuniones (20%).
Las respuestas proporcionadas por los entrevistados se relacionan con las estrategias que la organización ha llevado a cabo para que más campesinos se unan a la organización social, el trabajo colectivo, al sistema del café agroecológico y orgánico, que denominan cafetal comestible, del cual obtienen alimentos de autoconsumo y herbolaria para la realización de medicina naturista, tanto para comercio local como nacional: Clara Palma (Comunicación personal, 17 de diciembre, de 2020).
La mayoría de los entrevistados tiene representaciones sociales que, tal como lo indica Mora (2002), respaldan una actitud positiva a favor de su organización. Se autonombraron organización desde que formaban parte de la UGOCP, la cual se encargaba de gestionar los apoyos para el campo ante el gobierno. La UGOCP tenía una representación simbólica en la presidencia municipal de 1995-1997 en Ixhuatlán del Café, mediante su exlíder, lo que significó apoyos para el campo, infraestructura y salud comunitaria para la población en general. De acuerdo al esquema de Tarrow (1994) mediante la movilización campesina ingresaron a la estructura de oportunidades políticas y de representación dentro del sistema, tanto a nivel municipal como a nivel federal mediante los programas públicos que proporciona el Estado.
En relación a su ideal de participación los entrevistados en VIDA A. C., dijeron lo siguiente: continuar trabajando y apoyando en las diferentes actividades que se realizan (46%), asistir a las reuniones y capacitaciones (37%), mantener la unión y mejorar los procesos productivos (10%), seguir cuidando el medio ambiente y la calidad del café (7%). Las representaciones sociales de la actitud para lograr su idónea participación sobre la acción colectiva denotan compromiso con los roles que cada miembro cumple dentro de la organización y la buena disposición de ayudar a otras áreas de trabajo. Las ganas de seguir conviviendo en las reuniones y aprendiendo en las capacitaciones, emociones que manifiestan la cohesión de grupo y la continuidad del trabajo asociativo basado en la identidad campesina agroecológica cafetalera y el cuidado de la biodiversidad de su territorio.
Al continuar con las representaciones sociales que reflejan la actitud y la semejanza que mantienen con su organización, señalaron lo siguiente: el trabajo colectivo (39%), por sus ideales y valores (23%), por el bien común (16%), como socio y productor (12%), cuidado de la naturaleza y el café (10%). Por su parte, todos dijeron tener confianza en su organización, de acuerdo a lo siguiente: por el apoyo y valores de los lideres (26%), porque está conformada por personas de confianza (18%), los resultados han sido buenos (16%), por la unión que mantenemos (16%), por la amistad y sinceridad (12%), por la franqueza y transparencia en todo (12%).
La experiencia y la consolidación asociativa que viven en la actualidad, los mantiene con una actitud positiva y activa en cada uno de los roles que los miembros llevan a cabo, que inclusive los podría llevar a implementar procesos autogestivos, aunque de acuerdo a las respuestas anteriores proporcionadas por los asociados, tendrían que estar de acuerdo con sus líderes para desenvolverse mediante una acción colectiva. Sin embargo, como se ha mostrado, los resultados de las representaciones sociales que los entrevistados tienen sobre los conocimientos de la acción colectiva, tienen una muy buena correspondencia con lo afectivo, lo cognoscitivo y las actitudes positivas hacia la continuidad de la organización social, de acuerdo a Araya (2002).
Los integrantes de la asociación perciben a sus líderes como sinceros y transparentes, los cuales se basan en una dinámica de trabajo para el bien común. El criterio general es de confianza entre unos y otros, ya que han predominado los valores durante el camino recorrido y los objetivos alcanzados, tal como ha sido escalar en la cadena de valor en la cafeticultura y la valoración de la biodiversidad del territorio. Orientación construida de acuerdo con las intenciones y recursos de la asociación, pero también como respuesta a los límites que impone el modelo neoliberal para los caficultores. Pese a ello, la asociación de caficultores encontró intersticios, aunque también restricciones, a pesar de lo cual no han detenido su acción colectiva tanto mediante el asociacionismo y siendo parte de movimientos sociales internacionales como el de MAELA (Melucci, 1990).
Con respecto a las representaciones sociales de la práctica de la acción colectiva, los entrevistados respondieron que todos han realizado faenas en sus comunidades. Referente a la elección de los representantes de la asociación civil VIDA A. C., la mayoría respondió que los eligen por medio de asambleas y votación (88%), la minoría dijo que por antigüedad (12%). En este sentido, las faenas forman parte de la reproducción de la cultura, que de forma simbólica han sido trasmitidas como conocimientos, replicadas con actitudes y prácticas que forman parte de un sistema de organización social de una comunidad (Geertz, 1973). En este sentido, lo relevante es que tales características han sido transferidas y apropiadas, buscando la legitimidad representativa dentro de la asociación. Así, al continuar con las representaciones sociales de la práctica en los entrevistados sobre la acción colectiva, se les realizó la siguiente pregunta: ¿A quién acude si necesita algún tipo de apoyo para la agricultura, la construcción o algún otro problema? A nuestra organización (53%), al municipio (23%), al gobierno federal (14%) y al gobierno estatal (10%).
Por otra parte, los entrevistados afirman aportar ideas para el mejoramiento de su organización, lo hacen de la siguiente manera: participamos para tomar la mejor decisión (44%); opinamos y somos tomados en cuenta (37%); el ejemplo es nuestro trabajo (12%), nos movilizamos porque queremos permanecer en el tiempo (7%). Las reuniones, capacitaciones, talleres y festejos tienen una función significativa de convivencia y comunicación en VIDA A. C., son acciones en que surgen y replican las representaciones sociales (Sandoval citado por Araya, 2002). La práctica se relaciona en demasía con el conocimiento de las personas y experiencia que tienen en la vida cotidiana en una sociedad, las cuales siempre cumplen con algún objetivo (Villoro, 1989). Por ello, los entrevistados señalaron su rol dentro de la organización, a saber: campesino y productor de café (30%); solo miembro participante en reuniones y capacitaciones (18%); promotor comunitario (14%), socio (14%), ventas de café (7%), recibir y alimentar a las personas del turismo rural (7%), vinculación al interior y exterior de VIDA (2%), preparar lotes de exportación (2%), gestión de fondos (2%), presidenta de la cooperativa (2%).
Por último, para complementar las representaciones sociales de las prácticas en relación a la acción colectiva, se les preguntó a los entrevistados: ¿qué actividades realizan en conjunto como miembros de VIDA? Talleres, reuniones, capacitaciones, asambleas, cursos (23%), proceso orgánico (16%), visita a parcelas y cuidado del medio ambiente (14%), grupos de ahorro solidario (12%), aportación de café para exportar (12%), turismo campesino (7%), herbolaria (7%), manifestaciones ante autoridades (5%), soberanía alimentaria (4%).
Las representaciones sociales de las prácticas sobre acción colectiva que realizan los entrevistados, tienen una gran congruencia con sus conocimientos y actitudes, aspectos que han facilitado la planeación y las estrategias a seguir, acciones por las que la asociación no solamente haya tenido éxito, sino que continúa en crecimiento hasta la actualidad. Los asociados entrevistados contaban de origen con representaciones sociales relacionadas a la acción colectiva, desde la cultura adquirida en sus comunidades en las cuales ocuparon cargos de representación social y faenas por un beneficio en común. Estos rasgos culturales permitieron unirse de manera racional y afectiva a la UGOCP, vislumbrando las posibilidades y los límites de lograr objetivos que beneficiaran a todos, desde las injusticias sociales y ecológicas hasta luchar por mejores condiciones para la cafeticultura (Molina y Quinteros, 2013).
Los campesinos minifundistas que se unieron a la UGOCP, se solidarizaron con la organización, en ella se reconocieron y se sintieron reconocidos, forjando una identidad. Que los hizo enfrentar el conflicto ante el gobierno y pugnar por recursos públicos, con la gran oportunidad de obtenerlos en beneficio de su organización y sus comunidades, pues lo que buscaban era ser parte del sistema de estímulos redistributivos como lo señala Melucci (1995).
Las representaciones sociales de los entrevistados sobre la acción colectiva se robustecieron al formar parte de la UGOCP, logrando consolidar sus intereses de acuerdo a los recursos disponibles otorgados por el Estado (Tarrow, 1994). De dicho proceso surgió una conciencia campesina y caficultora que no sólo abarcó a los de su grupo de pertenencia sino también a miembros de otras comunidades, con lo cual lograron planear un proyecto de desarrollo local como lo es la asociación VIDA A. C. y la cooperativa de producción de café orgánico con venta nacional e internacional, acción colectiva que se fue consolidando mediante el asociacionismo como lo señala Moyano (2008). En síntesis, desde esta perspectiva, las representaciones sociales sobre la acción colectiva de los integrantes, demuestra la identidad de los actores sociales en el proyecto organizativo, aspectos que dan fortaleza, constancia y crecimiento a la asociación.
Conclusiones
El estudio permitió determinar que las representaciones sociales sobre la acción colectiva de los integrantes de VIDA A. C. que proceden y son adquiridas desde la cultura de las comunidades de origen, no transitan automáticamente para formar parte de una acción colectiva reivindicativa, ya que se reconfiguran y reapropian, tal como sucedió con los caficultores que se unieron en un primer momento a la UGOCP y en un segundo periodo a la conformación de VIDA A. C., sobresaliendo las representaciones sociales sobre el trabajo colectivo y el bien común.
Las representaciones sociales sobre la acción colectiva que forman parte de una identidad cultural tienen la función de beneficiar a la comunidad, mientras que en la acción colectiva reivindicativa que abanderaba la UGOCP se construyó una identidad, un nosotros ante los otros -el Estado-, con quienes se enfrentó el conflicto (Melucci, 2002), que rápidamente se disolvió al tener acceso al sistema de estímulos redistributivos (Melucci, 1995). Teniendo como resultado que las representaciones sociales de los caficultores sobre la acción colectiva, se diversificaran y fortalecieran al obtener beneficios concretos para los integrantes de la UGOCP y sus comunidades.
Las representaciones sociales sobre la acción colectiva de los actores, continuarían dando frutos hasta lograr la constitución legal de VIDA A.C. y la cooperativa, dando seguimiento a su trabajo colectivo para el beneficio de los caficultores, sus familias y el cuidado de la naturaleza a través del sistema agroecológico del cafetal, la soberanía alimentaria, la equidad de género, la herbolaría, el ahorro comunitario, la economía social y solidaria. De manera que es factible concluir que las representaciones sociales de los asociados con respecto a la acción colectiva tienen bastante congruencia entre sus conocimientos, actitudes y prácticas. Las cuales forman parte de su sentido común y concuerdan con el proceder histórico de la organización social, desde la movilización social con la UGOCP hasta la acción colectiva mediante el asociacionismo campesino actual.
Dicha conclusión se puede aseverar por medio de una de las representaciones sociales más importantes y constantes, como lo fue la de “organización”. Tal representación hace referencia a la formación solidaria y a los procesos de organización de la UGOCP, la cual mediante el conflicto logró vincularse con el PRD para obtener representación política y acceder al poder municipal (Tarrow, 1994). La estrategia de los caficultores continuó y formaron la sociedad civil y la cooperativa para obtener el control de los recursos de acuerdo al marco de oportunidades establecido por el sistema (Tilly, 1978). La representación a la que se ha hecho referencia, es una proclamación para la resolución de problemáticas en el medio rural ante el modelo económico neoliberal actual que fragmenta y margina a las comunidades.
La segunda representación social sobre la acción colectiva de los asociados más persistente fue la del “bien común” que se refiere a la unión de los caficultores para obtener beneficios para todos. Dicha representación invoca al resultado organizativo, al fruto del trabajo colectivo, a la responsabilidad y el compromiso de los miembros de la organización social, quienes deben de luchar por el beneficio de las familias caficultoras y el cuidado de la biodiversidad del territorio al que todos pertenecen.
Las representaciones sociales de lo colectivo y el bien común se encuentran más ligadas a la gente de costumbre en los pueblos originarios de México, empero en la presente investigación resalta que aún existen pueblos mestizos que se encuentran vinculados a lo colectivo y al bien común. En este caso, los sujetos sociales estudiados se auto-emplean y trabajan por el bien de los caficultores, la comunidad, la biodiversidad del entorno y ofrecen productos de calidad a los consumidores. Finalmente, es posible afirmar que las representaciones sociales de lo colectivo aún están presentes entre las comunidades mestizas, aunque la mayoría de los estudios hacen énfasis en la cuestión étnica. Con este antecedente, futuras investigaciones podrían señalar en qué medida son diferentes o similares las representaciones sociales de lo colectivo entre grupos étnicos y mestizos, este tema queda pendiente de profundizar por parte de la sociología rural.