Introducción
La familia es considerada como la primera institución y estructura social en la que los individuos se integran y reciben protección, debido a que su función principal es favorecer los principios básicos que garanticen un óptimo desarrollo del individuo en sociedad, además de brindar apoyo, supervivencia, satisfacción de necesidades físicas y psicológicas, y coadyuvar en la formación de la identidad como individuos y sentido de pertenencia (López-Suárez, 2014; Rodríguez et al. 2021). Por lo tanto, se entiende como familia a “un sistema organizado y jerarquizado, estructuralmente delimitado por una serie de reglas que tienen como objetivo proteger la pertenencia de las personas que la componen, las cuales comparten una serie de vínculos de afecto e intimidad” (Rodríguez et al. 2008, p. 218).
También, la familia constituye uno de los ambientes más importantes para los seres humanos, ya que en esta se atienden características y tendencias que se desarrollan en posteriores etapas de la vida; por ello, es de vital importancia el análisis de las relaciones familiares para el desarrollo óptimo del adolescente (Gutiérrez et al. 2021). Es en ella donde se enseñan las interacciones más importantes para el desarrollo psicológico de los seres humanos, dado que sus interacciones con el ambiente inician desde el nacimiento y permanecen regularmente hasta la muerte (Olaguibe y López-Hernández, 2021), lo cual no sucede en otros ambientes de la vida humana.
Debido a la importancia de la familia, hay propuestas teóricas que indican que sus características pueden estar relacionadas con conductas personales adaptativas y bienestar subjetivo de los individuos que las conforman. Entre estas propuestas, se encuentra el modelo ambiental de familia positiva, el cual define a la familia a partir de una serie de interacciones persona-ambiente establecidas entre un grupo de personas, ya sea con lazos consanguíneos o no, que participa de manera coordinada, organizada y sistematizada en la práctica cotidiana de las interacciones económicas, constructivas, afectivas, cooperativas, educativas y prosociales, y que posibilitan que sus integrantes mantengan altos niveles de bienestar personal (Corral et al. 2014).
De acuerdo con la propuesta de ambientes positivos, los entornos son sostenibles y deben evaluarse en términos de transacción (Corral et al. 2014). Se basan en un “dar y recibir” de todos los integrantes de la familia, con el objetivo de mantener el funcionamiento familiar e individual de cada integrante. Dichas transacciones son puntualizadas en los siguientes tipos: económicas, constructivas, afectivas, cooperativas, educativas y prosociales. En la Tabla 1, se describen y ejemplifican cada una de ellas.
Interacciones (transacciones) | Definición | Ejemplos |
Económicas | Permiten el acceso a los recursos materiales necesarios para mantener y mejorar la infraestructura física del hogar, así como el uso de recursos para satisfacer las necesidades de la familia. | Pago de luz, agua, hipoteca, vestido, alimentación, transporte, etc. |
Constructivas | Inversión conductual que llevan a cabo los miembros de la familia para el desarrollo y mantenimiento de la infraestructura física y psicológica del grupo, cuando ocurre un cambio o crisis familiar que requiere la reorganización de las funciones de los integrantes. | Enfermedad o pérdida de algún miembro de la familia, jubilación, salida de los hijos mayores, |
Cooperativas | Implica el apoyo que se brindan los miembros de la familia entre sí para realizar una actividad o cumplir una meta personal, cuando este se encuentra realizando dicha actividad. | Ayudar a terminar una tarea o proyecto escolar a un hermano o hijo; ayudar a otro miembro a lavar el auto o doblar la ropa. |
Prosociales Educativas | Consisten en compartir con otros miembros de la sociedad apoyos de tipo emocional e instrumental cuando lo requieran. Están dirigidas a la enseñanza de habilidades o transferencia de conocimiento a los miembros de la familia. | Respeto por leyes y normas sociales; participación en actividades altruistas. Enseñar a los hijos conductas de autocuidado; transferencia de valores; Enseñar al abuelo a usar un ordenador. |
Fuente: adaptación a partir de los postulados del modelo ecológico de familia positiva de Corral et al. (2014).
Corral et al. (2014) afirman que la estructura socio-física familiar y el bienestar personal afectan el ambiente familiar positivo (conformado por las interacciones descritas anteriormente) en un tiempo subsecuente, garantizando la sustentabilidad del mismo ambiente. Asimismo, Reyes et al. (2019) encuentran que la familia es un entorno natural imprescindible para el crecimiento y bienestar de todos sus integrantes. De esta manera, el modelo ambiental de familia positiva es una propuesta novedosa basada en estudios que sugieren la importancia de un ambiente familiar positivo para el desarrollo armonioso de sus miembros, una mejor salud física y psicológica, y el desarrollo de competencias sociales.
A pesar de que existen varias escalas para evaluar el funcionamiento familiar, tales como la Escala de Evaluación de la Adaptabilidad y Cohesión Familiar (Calleja, 2011), y la Escala de Funcionamiento Familiar (García-Méndez et al. 2006), no se cuenta con un instrumento de medición diseñado para evaluar de manera particular las interacciones antes mencionadas, considerando el carácter transaccional en la dinámica entre los miembros de la familia, tal como lo plantea la teoría de ambientes positivos (Corral et al. 2014). Derivado de lo anterior, el objetivo de esta investigación es construir y validar un instrumento para evaluar el ambiente familiar conformado por las interacciones económicas, prosociales, afectivas, educativas, constructivas y cooperativas que se presentan entre sus miembros. El modelo hipotético se presenta en la Figura 1.
Metodología
Participantes
Se realizó un estudio trasversal de alcance analítico, en una muestra de 227 estudiantes, la cual se obtuvo considerando los parámetros de una muestra mínima de 200 participantes para la ejecución de un análisis factorial (Boomsma, 1985; Ferrando y Anguiano-Carrasco, 2010; Kline, 1986; Morales-Vallejo, 2011). La muestra fue seleccionada por conveniencia entre 1°, 2° y 3° grado de educación secundaria en una escuela pública de la localidad de Hermosillo, Sonora, con una edad promedio de 13.5 años (D. E. = 1.19), el 57.3 % fueron mujeres y el 37.9 % hombres. El único criterio de inclusión para participar en el estudio fue que los directivos, los padres y los adolescentes otorgaran su autorización a través de los respectivos consentimientos y asentimientos informados.
Instrumentos
Se construyó un inventario que recabó, primeramente, datos demográficos de los adolescentes como la edad, sexo y personas con quienes viven, con el fin de caracterizar la muestra en estudio. A continuación, se incluyó el instrumento que evaluó el ambiente familiar positivo (FAMPOS), con ítems basados en las interacciones económicas, constructivas, cooperativas, afectivas, prosociales y educativas que describen un ambiente familiar adaptativo (Corral et al. 2014). Dicho instrumento cuenta con una escala de tipo Likert que va de 0 a 4, donde 0 es igual a “nunca” y 4 es igual a “siempre”, con un total de 53 ítems.
Para la redacción de los reactivos se llevó a cabo una revisión teórica de los conceptos de ambiente familiar positivo, además de la revisión de otros instrumentos de medición que evalúan el ambiente familiar, tomando en cuenta la Escala de Evaluación de la Adaptabilidad y Cohesión Familiar II (Calleja, 2011) y la Escala de Funcionamiento Familiar (García-Méndez et al. 2006). La primera está basada en la tradicional escala FACES II de Olson et al. (1982) pero adaptada a población mexicana, evaluando el grado en que los miembros de la familia están vinculados afectivamente y si estos se apoyan en tiempos difíciles; mientras que la segunda evalúa aspectos como la comunicación, la estructura y el afecto, pero también aspectos de hostilidad y problemas en la expresión de sentimientos. A partir de ello, se conformó un banco de reactivos del cual se seleccionaron los más pertinentes a los constructos teóricos de interés a partir de la evaluación hecha por un panel de expertos, quienes, con base en su experiencia en investigación y trayectoria profesional en temas de relaciones familiares, y con el conocimiento de la teoría en cuestión, valoraron la claridad, coherencia, relevancia y suficiencia de los reactivos de acuerdo con la rúbrica elaborada por Escobar y Cuervo (2008). Algunos de los reactivos resultantes son: “nos demostramos cariño y afecto” y “nos enseñamos cosas unos a otros”.
El instrumento conformado fue aplicado, previamente a la investigación, a adolescentes con características similares a las de la muestra, quienes opinaron sobre el instrumento, señalando dudas y haciendo sugerencias a partir de su perspectiva. Esto con el fin de considerar las características lingüísticas y gramáticas de la población objetivo para la redacción final de los ítems.
Además, se midió el bienestar subjetivo con la escala de bienestar subjetivo (Aranda et al. 2015) que mide dos dimensiones, bienestar material y bienestar personal, con un total de 11 reactivos. La escala presenta valores aceptables de confiabilidad (α = 0.89) y validez de constructo (X2 = 91.76, p = 0.00002, gl = 43, BBNFI= 0.902, BBNNFI= 0.930, CFI= 0.945, RMSEA= 0.07). Sus opciones de respuesta son de tipo Likert, donde 0 es “muy insatisfecho/a” y 4 “muy satisfecho/a”; algunos ejemplos de reactivo son: “¿qué tan satisfecho estoy con…?”, “mi estado de salud en general” o “mi forma de ser”.
Procedimiento
Se solicitaron los permisos necesarios bajo los principios éticos de la investigación estipulados por la Sociedad Mexicana de Psicología (2007) en su IV principio “el respeto a los derechos y a la dignidad de las personas”. Primero, se solicitaron los permisos a los directivos de la escuela seleccionada, a quienes se les explicó el estudio y se les solicitó su consentimiento. Igualmente, se requirió el permiso y autorización de los(as) profesores(as) responsables de los grupos seleccionados. Una vez que se obtuvieron los permisos correspondientes, se entregó una carta de consentimiento informado a los adolescentes para que se la entregaran a sus padres, donde se les solicitó la participación voluntaria de su hijo en el estudio. Al día siguiente, se recogieron los consentimientos informados de los padres, y se evaluó por medio de la escala a los adolescentes cuyos padres habían aceptado que su hijo participara. Previo a responder los cuestionarios, los adolescentes firmaron un asentimiento. Finalmente, la escala se aplicó de manera colectiva y anónima en un tiempo aproximado de 15 a 20 minutos.
Análisis de datos
Para examinar las propiedades psicométricas de la escala se utilizó como referencia la teoría clásica de los test (TCT), la cual tiene como objetivo estimar las características psicométricas de la prueba considerando la afectación del error aleatorio a la consistencia interna de la escala a partir de la medición del análisis de confiabilidad y validez (Zúñiga y Montero, 2007). Los datos fueron capturados en el programa estadístico SPSS 21, donde se realizaron estadísticas descriptivas de las variables demográficas (sexo y edad). Se aplicaron estadísticas univariadas, medias y desviaciones estándar. La normalidad de los datos fue evaluada a partir de la prueba de Kolmogorov-Smirnov. Los datos perdidos se remplazaron por el promedio de las respuestas del sujeto en esa serie de datos. La imputación se realizó solo en caso de que hubiera menos del 5 % de datos perdidos.
Además, se calculó el coeficiente alfa de Cronbach de la escala con el fin de conocer su consistencia interna de los factores teóricos en general, y su homogeneidad, es decir, la correlación entre cada una de las preguntas ≥ 0.7 (Oviedo y Campo‐Arias, 2005). La validez de contenido fue llevada a cabo por un panel de expertos (previo a la elaboración del cuestionario), mientras que para la validez de constructo se utilizó el análisis factorial confirmatorio de segundo orden, el cual permite corroborar de manera empírica la validez de los reactivos y la estructura conceptual del constructo a probar; asimismo, permite la contrastación del modelo a través de la evaluación de la estructura de los datos obtenidos en función de la teoría que lo sustenta, más allá de la realización de una única valoración global del instrumento (Herrero, 2010) . Lo anterior se llevó a cabo con el paquete estadístico EQS 6.1 bajo el método de estimación máxima verosimilitud (ML) por sus propiedades asintóticas - proporciona estimadores insesgados, consistentes, eficientes y normalmente distribuidos - (Hu y Bentler, 1998; Ximénez-Gómez y García, 2005).
Por otra parte, para determinar la pertinencia del modelo propuesto, se utilizó la relación entre el valor de X² y los grados de libertad menor a 3 (Ruiz et al. 2010), además de los indicadores prácticos de bondad de Bentler-Bonett de ajuste normado (BBNFI), no normado (BBNNFI), el índice de ajuste comparativo (CFI) y el error cuadrático medio de aproximación (RMSEA) (Bentler, 2006). Para seleccionar el mejor modelo, se utilizó el criterio de información de Akaike (AIC), utilizado para comparar modelos ajustando por complejidad, donde, entre menor sea el valor de AIC, mejor se considera el modelo.
De igual forma, se utilizó la prueba de Kolmogórov-Smirnov para evaluar la normalidad de los datos y, posteriormente, elegir la prueba pertinente para llevar a cabo la validez convergente; la cual se determinó a través de la correlación con el constructo bienestar subjetivo que, según la literatura especializada, es relevante con respecto al ambiente familiar positivo (Reyes et al. 2019).
Resultados
En la Tabla 2 se muestran los datos demográficos de la muestra.
Variable | F | % |
SEXO | ||
Femenino | 130 | 57.3 |
Masculino | 86 | 37.9 |
Perdidos | 11 | 4.8 |
Total | 227 | 100.0 |
VIVE CON | ||
Ambos padres | 171 | 75.3 |
Papá | 5 | 2.2 |
Mamá | 36 | 15.9 |
Abuelos | 5 | 2.2 |
Perdidos | 10 | 1.3 |
Total | 227 | 100.0 |
Nota: los valores perdidos hacen referencia a los participantes que, por decisión propia y derecho, decidieron no responder ante la pregunta “sexo” o con “quien viven”, sin embargo, si respondieron a las escalas y por tanto no se excluyeron del análisis.
Los resultados revelaron que la confiabilidad del instrumento FAMPOS total es fiable, teniendo un α = 0.94 (Oviedo y Campo‐Arias, 2005). Las medias, mínimo y máximo, desviaciones estándar y coeficiente de consistencia interna (alfa de Cronbach) del instrumento (FAMPOS) se pueden observar en la Tabla 3, además del comportamiento de los datos que, en su mayoría, fluctúan entre los valores mínimo y máximo que presentaba la escala; con ello se comprueba la variabilidad en las respuestas de los participantes, debido a sus características individuales.
Escala y variables | N | Min. | Max. | Media | D.E. | Alfa |
AMBIENTE FAMILIAR POSITIVO | 0.94 | |||||
Interacciones cooperativas | ||||||
Nos ayudamos con los trabajos escolares | 227 | 0 | 4 | 2.95 | 1.00 | 0.79 |
Cooperamos para poner la mesa para comer | 227 | 0 | 4 | 2.58 | 1.23 | |
Nos ayudamos a cumplir nuestras metas | 227 | 0 | 4 | 3.28 | 0.84 | |
Ayudamos a quien realizaba una actividad | 227 | 0 | 4 | 3.08 | 0.90 | |
Cooperamos para limpiar la mesa | 227 | 0 | 4 | 3.03 | 1.07 | |
Nos facilitamos las actividades | 227 | 0 | 4 | 3.08 | 0.89 | |
Interacciones afectivas | ||||||
Nos demostramos cariño y afecto | 227 | 0 | 4 | 3.20 | 0.97 | 0.92 |
Fuimos cariñosos unos con otros | 227 | 0 | 4 | 3.00 | 1.10 | |
Expresamos cariño entre nosotros | 227 | 0 | 4 | 3.10 | 1.07 | |
Todos nos sentimos amados | 227 | 0 | 4 | 3.22 | 1.04 | |
Nos escuchamos | 227 | 0 | 4 | 3.22 | 0.99 | |
Interacciones económicas | 0.75 | |||||
Cuidamos los recursos del hogar | 227 | 0 | 4 | 3.28 | 0.91 | |
Nos apoyamos en las necesidades | 227 | 0 | 4 | 2.92 | 0.94 | |
Cuidamos los servicios del hogar | 227 | 0 | 4 | 3.30 | 0.90 | |
Interacciones educativas | 0.85 | |||||
Nos enseñamos cosas unos a otros | 227 | 0 | 4 | 2.99 | 0.98 | |
Aprendimos algo que otro miembro enseñó | 227 | 0 | 4 | 2.99 | 0.98 | |
Aprendimos unos de otros | 227 | 0 | 4 | 3.10 | 0.95 | |
Cuando se aprendió algo nuevo, nos enseñó | 227 | 0 | 4 | 2.87 | 1.05 | |
Aprendimos cosas nuevas en familia | 227 | 0 | 4 | 3.14 | 0.97 |
Fuente: elaboración propia.
El análisis factorial confirmatorio indicó que, de los seis factores propuestos en el modelo hipotético, solamente cuatro conformaron el constructo de ambiente familiar positivo, ya que con los seis factores no se logró cumplir con los requerimientos de bondad de ajuste. Para la asignación de los reactivos a cada factor se utilizaron dos criterios: que el ítem estuviera conceptualmente relacionado con el factor considerado, y que tuviera un peso factorial mayor o igual a 0.40 (Tabachnick y Fidell, 2013), de tal forma que los factores de interacciones prosociales y constructivas fueron eliminados de la escala resultante. De esta manera, se probó un modelo con más de 19 reactivos agrupados en cuatro factores: interacciones económicas, cooperativas, afectivas y educativas.
Los indicadores prácticos de bondad de ajuste del modelo BBNNFI, CFI fueron mayores a 0.90; aunque el BBNFI fue de 0.88, lo cual implica que el modelo puede mejorarse para estudios posteriores, aumentando el tamaño de la muestra. El valor de X² entre los grados de libertad fue ≤ 3 (X²/gl) = 2.23, por lo que, en términos generales, el modelo teórico se ajustó a datos, teniendo un nivel de ajuste excelente de acuerdo con la prueba Kaiser-Meyer-Olkin (KMO = 0.93).
Asimismo, el porcentaje de la varianza explicada del modelo fue del 54 % (R2= 54), en donde todos los coeficientes estructurales fueron superiores a 0.50, contribuyendo a la evaluación del constructo de interés, lo que implica evidencia estadística para el uso de la escala FAMPOS con el fin de evaluar cuatro dimensiones del ambiente familiar positivo en adolescentes (Núñez et al. 2005) (apéndice A). El criterio de información de Akaike (AIC), como medida comparativa entre modelos con diferente número de constructos, resulta menor en el modelo 2, por lo que se considera un modelo con mejor ajuste (Akaike, 1987). También, el valor AIC del modelo propuesto es menor que el valor del modelo independiente, por lo que se considera con mejor ajuste y mayor parsimonia el modelo propuesto que el nulo (Burnham y Anderson, 2004) (ver Tabla 4).
BBNFI | BBNNFI | CFI | X2 | p | GL | X2/ GL | RMSEA | AIC null | AIC model | |
MODELO | 0.65 | 0.78 | 0.79 | 2530.82 | 0.001 | 1311 | 1.93 | 0.06 | 4666.19 | -91.17 |
1 6 factores 53 ítems | (0.060 -0.068) | |||||||||
MODELO 2 4 | 0.88 | 0.91 | 0.92 | 351.26 | 0.001 | 157 | 2.23 | 0.07 | 2496.80 | 37.26 |
factores 19 ítems | (0.063 -.084) |
El modelo seleccionado de la escala de ambiente familiar se muestra en la Figura 2.
X 2 =351.26 gl= 157 BBNFI= 0.88 BBNNFI= 0.912 CFI= 0.92 RMSEA= 0.07 (.06-.08) α =0.94 Fuente: elaboración propia.
Con el fin de explorar la validez convergente, se evaluó inicialmente la normalidad de los datos a partir de la prueba de Kolmogorov-Smirnov. Dichos resultados indican una muestra homogénea, es decir, una distribución normal (p > 0.05). De acuerdo con este resultado, se calcularon las correlaciones bivariadas entre el ambiente familiar positivo y el bienestar subjetivo a partir de la r de Pearson, obteniendo una correlación positiva y estadísticamente significativa por factores (r= 0.50, p ≤ .01) (Cardona-Arias et al. 2015), tal como se muestra en la Tabla 5.
Bienestar subjetivo | Interacción cooperativa | Interacción afectiva | Interacción económica | Interacción educativa | |
Bienestar subjetivo | 1 | ||||
Interacción cooperativa | 0.44** | 1 | |||
Interacción afectiva | 0.44** | 0.72** | 1 | ||
Interacción económica | 0.43** | 0.70** | 0.55** | 1 | |
Interacción educativa | 0.51** | 0.82** | 0.70** | 0.63** | 1 |
Nota: **p< 0.01 N=227
Discusión
El instrumento FAMPOS, quedó conformado por cuatro de los seis factores originalmente propuestos; la eliminación de las “interacciones constructivas” y “prosociales” pudiera explicarse por la edad de los participantes, quienes, por las características propias de la adolescencia, difícilmente participan por iniciativa propia en el mantenimiento del hogar (constructivas); además, en esta edad tienden a distanciarse de la familia, lo que disminuye la probabilidad de participación en conductas prosociales grupales (Benarous et al. 2020). O bien, pudiera ser que las conductas prosociales no se relacionen con la calidad del ambiente familiar en esta muestra, contrario a lo que plantean los autores del modelo (Corral et al. 2014).
Para esclarecer esta interrogante, es necesaria la aplicación del instrumento FAMPOS en otras poblaciones y con un muestreo aleatorizado que permita generalizar los resultados. De acuerdo con los resultados, es posible considerar al instrumento válido y confiable para población adolescente, aunque se eliminaron dos factores de la propuesta teórica original. Por lo tanto, se recomienda continuar con su aplicación en diversos estudios/poblaciones a fin de consolidar el proceso de validación y sus cualidades psicométricas.
La dirección y fuerza de la correlación entre las escalas de ambiente familiar positivo (FAMPOS) y el bienestar subjetivo es evidencia de la validez convergente de la prueba, al obtenerse un coeficiente r de Pearson superior a 0.4, aunque de forma moderada (Salazar et al. 2016). Los resultados coinciden con otros estudios (Montoya y Corona, 2021; Villarreal y Paz, 2017) que afirman que la familia contribuye al ajuste psicosocial y bienestar en los y las adolescentes. Por su parte, Corral et al. (2014) refieren que la estructura socio-física familiar y el bienestar afectan al ambiente familiar positivo en un tiempo subsecuente. Además, se sugiere incluir otras variables del modelo ecológico de la familia positiva, las conductas personales adaptativas, para verificar que existe la relación planteada por los autores entre dichas variables individuales y las interacciones del ambiente familiar. Las conclusiones aquí planteadas permiten establecer un primer paso para la evaluación de ambientes positivos durante la adolescencia y las implicaciones que tienen dichos ambientes sobre el desarrollo.
Entre las limitaciones del estudio se encuentran las técnicas de medición, que pueden ser complementadas con otro tipo de medidas más objetivas, como la observación directa o los otros informantes, para complementar y confirmar la validez de los datos. No se realizó el análisis por ítem mediante el modelo Rasch, ni se evaluó la validez concurrente con instrumentos que midan interacciones familiares o la validez divergente que pudiera ser abordada en otros estudios. Otra de las limitantes fue la composición de la muestra en el estudio, ya que su selección por conveniencia impide la generalización de los resultados a toda la población de adolescentes mexicanos. También, el carácter autodescriptivo de los instrumentos empleados para la recolección de datos podría haber generado sesgos debido a la varianza del método común (Podsakoff et al. 2012), así como respuestas desviadas por la deseabilidad social. En relación con este último aspecto, es importante señalar que se consideraron todos los elementos necesarios para garantizar el carácter anónimo sobre el protocolo de recolección de datos y la confidencialidad de la información.
En este sentido, dichas limitaciones pueden ser consideradas en estudios posteriores para especificar y comprobar modelos de positividad ambiental en los distintos escenarios de interacción humana. En caso de replicarse los resultados, estos podrían servir como sustento a los postulados teóricos de la positividad ambiental (Bonaiuto, 2013; Corral, 2012), que conciben a los escenarios positivos como contextos en los que se mantiene un balance entre la satisfacción de las necesidades humanas y la conservación del ambiente socio-físico. En suma, este estudio representa una contribución genuina para que otros investigadores se interesen en la temática y formulen estudios empíricos con el recurso del instrumento FAMPOS, el cual ha demostrado sus propiedades psicométricas.
Conclusiones
El instrumento FAMPOS representa el primer acercamiento a la evaluación del ambiente familiar bajo la perspectiva de los ambientes positivos (Corral et al. 2014). Esta cuestión delimita el margen y diferencia del instrumento desarrollado en comparación con otras escalas para evaluar relaciones familiares. De manera que el instrumento FAMPOS considera a la familia como un entorno sostenible que involucra una dinámica interactiva entre los miembros, con el objetivo de mantener el funcionamiento familiar e individual de cada uno de los integrantes de la familia.
Considerando la importancia que presenta la familia en una etapa como la adolescente, es imprescindible la identificación y evaluación de los indicadores que componen la estructura familiar, aquí, el instrumento FAMPOS cuenta con la ventaja de ser un instrumento sencillo y de fácil aplicación, que serviría en primera instancia para identificar la dinámica de interacciones de la familia y así, arrojar información que permita el desarrollo de programas de intervención que consideren a la familia como un ambiente determinante en el desarrollo del adolescente.
El proceso de validación desarrollado para el FAMPOS permitió esclarecer que la medición de un constructo complejo, como lo es el ambiente familiar en una población como la etapa adolescente, es posible con calidad psicométrica, al menos en algunas de sus dimensiones. De esta forma, es importante continuar probando el instrumento FAMPOS en muestras similares y posibles adaptaciones para corroborar su estructura psicométrica.