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Intersticios sociales

versión On-line ISSN 2007-4964

Intersticios sociales  no.27 Zapopan mar. 2024  Epub 03-Mayo-2024

https://doi.org/10.55555/is.27.553 

Sección general

Economía social y solidaria en Jalisco

Social and Solidarity Economy in Jalisco

Eduardo Enrique Aguilar1 
http://orcid.org/0000-0002-2393-459X

1 Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Monterrey, SNII I, México. Correo electrónico: eduardo.aguilarh@udem.edu, eduardoaguilar.h@hotmail.com. Doctor en Economía Política del Desarrollo por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México.


Resumen

El estudio de la economía popular solidaria, de la economía social y del sector social de la economía en México precisa de comprenderse como entramados situados históricamente dentro de un territorio, por tanto, cuentan con formaciones diferenciadas -de manera tal, que las expresiones del sureste difieren de las del occidente y las del centro de las del norte-. En ese sentido, el presente trabajo es de corte descriptivo y con metodología cualitativa, usando técnicas de producción de evidencia como la observación participante y la entrevista, muestra el resultado de la visita de 34 iniciativas en diferentes regiones de Jalisco y como consecuencia se propuso catalogar a las experiencias encontradas en ocho tendencias con la finalidad de ofrecer mayor claridad a la complejidad de las articulaciones que forman estas organizaciones.

Palabras clave: economía solidaria; economía social; Jalisco; organización económica; economía popular

Abstract

The study of popular solidarity, the social economy and the social sector of the economy in Mexico must be understood as a framework historically located within a territory, therefore they have differentiated expressions-so that the expressions in the southeast differ from those in the west and those in the center from those in the north. In this sense, the present work is descriptive and with qualitative methodology, using techniques of evidence such as participant observation and interviews, it shows the result of visiting 34 initiatives in different regions of Jalisco and as a consequence it has been proposed to catalog the experiences found in eight trends to offer more clarity on the complexity of articulations that form these organizations.

Keywords: solidarity economy; social economy; Jalisco; economic organization; national economy

Introducción

El sistema económico capitalista ha generado una serie de dislocaciones sociales a lo largo de su historia1, entre ellas, el que grandes cantidades de personas se sitúen en vulnerabilidad pues (nos) ha despojado de medios de producción y, por tanto, merma la capacidad de generar satisfactores para cubrir las necesidades de forma digna. El mercado, es cósico y volutarista2, por tanto, discriminante y no es funcional a la lógica reproductiva de la vida3, sin embargo, es el espacio dominante para conseguir los satisfactores, aun siendo el promotor de vidas llenas de carencias para, cada vez más, poblaciones.

Ante este panorama, las personas que han sido desplazadas han generado una diversidad de estrategias de reproducción social que son periféricas al sistema del capital y que incluso, en ciertas ocasiones, contraviene su lógica. Esta respuesta social ha tenido pluralidad de formas, entre ellas podemos comprender al cooperativismo, sindicalismo, mutualismo hasta configuraciones más complejas4.

El propósito en este espacio es describir experiencias, que son el resultado de un mapeo que funge como llave para acercarnos y generar una serie de diálogos que permitan comprender sus formas de producción, circulación y consumo de riqueza socialmente producida. Así el texto se estructura de la siguiente forma: Se realiza una breve síntesis acerca del contexto histórico-económico en el que se instala y configura el sistema de producción capitalista, es decir el balance histórico de los procesos de industrialización en el Estado de Jalisco, México. La clave de tal configuración obedece a diferentes factores y circunstancias históricas, entre ellas el crecimiento demográfico, la consolidación de la infraestructura urbana, la migración campo ciudad; y la constitución de capitales regionales que encontraron un mercado de mano de obra y de consumo creciente5. Se ofrece un acercamiento teórico al fenómeno de la economía social, solidaria y sector social de la economía. Se describe la ruta metodológica que conllevó la investigación para posteriormente presentar los resultados del trabajo de campo representado en configuraciones y finaliza el texto presentando unas breves conclusiones.

Configuración histórica del capital en Jalisco

Formalmente Jalisco es una entidad que conforma la federación de los Estados Unidos Mexicanos, se divide en 125 municipios y se encuentra en el extremo occidente del país teniendo colindancia con Nayarit, Michoacán, Aguascalientes, Zacatecas, Colima y el Océano Pacífico. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) y para 2021 aportó el 7.3 % del producto interno bruto nacional (PIB), siendo el cuarto dentro de la lista global nacional. Los capitales más desarrollados dentro del Estado son el comercio con el 24.4 % del valor de la producción total de la entidad y la manufactura con el 21.0 %, este último está compuesto por la industria alimentaria, industria electrónica y computación, industria de bebidas y tabaco, así como la química y metal básica6.

Este desarrollo ha sido proyectado y gestado entre los gobiernos locales, y el nacional en conjunto de los diversos capitales nacionales e internacionales motivados por la ubicación geográfica y la capacidad potencial de la explotación de la naturaleza de la región7. El producto de dichas alianzas ha sido la creación y consolidación de polos industriales y centros agrícolas importantes distribuidas en diferentes regiones de la entidad federativa de forma que no existe una completa concentración dentro de Guadalajara, la ciudad capital, sino que existe una red de ciudades medias que concentran diversos tipos de industrias y agroindustrias. Así, la estructura del capital en Jalisco, aunque en un comienzo a mediados del siglo XVII fue periférico frente al de las grandes ciudades del centro del país como Ciudad de México y Puebla, con el pasar del tiempo se configuró como uno que ha sido la punta de lanza en la industrialización del occidente del país8.

Según Patricia Arias, en las primeras décadas del siglo XX, se desarrollan grandes industrias y unidades productivas diversas de pequeña escala intensivas en mano de obra, dicha configuración económica fue complementaria pues, las pequeñas fueron productoras de insumos para las grandes empresas y, a su vez, sus miembros consumidores de la creciente cantidad de bienes que comenzaron a circular como mercancías de las crecientes corporaciones. A partir de la década de los sesenta, ya adentrados en la etapa del desarrollo estabilizador basado en el modelo de sustitución de importaciones, Guadalajara contó con las condiciones para la inversión en empresas de alta rentabilidad y bajo riesgo:

[…] la industrialización con capital local en ramas “tradicionales” garantiza el aprovisionamiento barato de algunos de los satisfactores básicos de la población, cuestión muy importante para mantener reducidas las presiones salariales de la mano de obra en general. Es decir, los capitales industriales locales contribuyen eficazmente al proceso de acumulación de capital en su conjunto, garantizando la “infraestructura” industrial y permitiendo a otros capitales donde las ganancias son más elevadas y el mercado menos riesgoso. La coexistencia estructural entre unidades productivas de pequeña y gran escala tiene que ver con la necesidad del capital local de descubrir y profundizar mecanismos en instituciones que le permiten mantener altas tasas de ganancia.9

Fue hasta finales del siglo XIX que la economía del occidente cambió de una dinámica propia a una de mayor conexión con el resto de la república, esto dado por la conexión establecida a través de las vías de ferrocarril. Ya durante el siglo XX, el capital nacional e internacional tuvo influencia en Jalisco, de tal modo que, Guadalajara llegó a ser la tercera ciudad más importante dentro de la economía nacional y la segunda en cantidad de población.

En este sentido, las resistencias y luchas presentan matices particulares diferentes a las del centro del país, pues en estas geografías los grupos humanos cuentan con prácticas distintas al de las grandes civilizaciones mesoamericanas. En realidad, dentro de Jalisco se pueden hallar procesos contradictorios. Se explica en gran medida (pero no como causa única) con la formación económica de la región, donde la actividad minera fue de gran importancia pues articuló a una gran extensión territorial que ahora se conoce como Zacatecas, los Altos de Jalisco y el Bajío. Dentro de esa zona se desarrollaron centros de trabajo que empleaban mano de obra asalariada, hecho que era radicalmente diferente a las formaciones económicas de las grandes haciendas del centro del país. Así también, la lógica agrícola fue tomando forma frente a esta actividad de gran intensidad generando encadenamientos productivos cuya finalidad era la de insertar el producto de la minería dentro del mercado mundial y a fortalecer el mercado regional. Entonces, es desde aquí que partimos para realizar el trabajo de campo, acercarse a resistencias y luchas que emergen frente a las dislocaciones sociales de la expansión de la estructura mercantil del sistema de producción capitalista, específicamente pretendemos conocer a fondo aquellas que se enmarcan bajo los campos de economía popular y solidaria.

Referentes teóricos de la economía social, popular, solidaria y sector social de la economía

Las resistencias sociales ante las dislocaciones del sistema de producción capitalista han asumido diferentes nombres, por ejemplo, los falansterios y el cooperativismo al calor de la Revolución Industrial en Inglaterra o Francia10, movimiento europeo o del norte global que hoy se le conoce como parte de la economía social11 donde existía ya una impugnación u oposición a la reducción de la economía al mercado y las malas condiciones de vida de la lógica industrial12, sin embargo, desde el Sur, en particular desde América Latina, la fuente dada la complejidad de la historia económica de la región se combina con la lógica del Norte:

En el Sur, fue inicialmente la fuerte presencia de la economía popular lo que dio lugar al surgimiento de la economía solidaria […], ante el creciente desempleo y las precarias condiciones de vida y de trabajo, sectores populares comenzaron a organizarse en torno a experiencias colectivas de generación de trabajo y renta, como medio de subsistencia […]. La primacía de la solidaridad sobre el interés individual y la ganancia material es la principal característica de la economía solidaria.13

En ese sentido, hablamos de economía popular cuando colectivos se organizan de formas variopintas para construir estrategias mixtas de reproducción social, de forma explícita Verónica Gago, Cristina Cielo y Francisco Gachet señalan que este concepto:

[…] busca dar cuenta de la constitución de ciertas prácticas abigarradas en las economías de los sectores populares y diversos, y de una reivindicación de la riqueza que producen, disputan y circulan. Estas prácticas y sus diferentes protagonistas se articulan de formas entrecruzadas, atravesando las fronteras entre lo formal y lo informal, la subsistencia y la acumulación, lo comunitario y los cálculos del beneficio, y también aquellas fronteras que se trazan entre múltiples escalas y delimitaciones nacionales.14

Esta propuesta de comprensión teórica se enriquece con la concepción de economía popular solidaria cuando existen proyectos políticos de dichas organizaciones para transformar la economía, en palabras de Coraggio:

se puede pasar de la autogestión asociativa de las organizaciones microeconómicas, incluidas las cooperativas […], a la gestión y el autogobierno democrático a nivel meso-socioeconómico […]. La efectivización de tales posibilidades requiere de la acción política y de una lucha cultural, propiciadas activamente por actores colectivos históricos o emergentes.15

Finalmente, es importante señalar que, dentro del Estado mexicano en la década de 1980, se modificó la Constitución para señalar que la economía del país es mixta y se conforma con tres sectores: el público, el privado y el social. Con ello, reconoce la existencia de estas organizaciones de economía social y de economía popular en lo que llama sector social de la economía, para ello, se aprobó en 2012 la Ley de Economía Social y Solidaria la cual engloba a las sociedades cooperativas, a los ejidos, a las empresas cuya propiedad sea de los trabajadores, así como cualquier organización económica con fines sociales como parte de este sector. Las definiciones teóricas abstraen en diferentes niveles diversos de elementos de los procesos de resistencia a la ofensiva del capital, por ello, se precisa realizar un acercamiento a las prácticas concretas para ofrecer una claridad conceptual mayor del fenómeno al que se ha estado refiriendo.

Fundamentación metodológica

Para el desarrollo de la investigación se utilizó una metodología cualitativa con técnicas cualitativas: la observación y la entrevista. La observación generó datos que permiten una interpretación directa del investigador, mientras que la entrevista permitió recolectar la apreciación del interlocutor sobre la realidad, el objetivo final de esta es contar con una interpretación de segundo orden, es decir, un análisis (del investigador) de la interpretación (del entrevistado). Todos los resultados que arrojan las herramientas mencionadas son de carácter fenoménico y, como tales, sabemos que son del tipo experimental y, por lo general, dentro de las ciencias sociales, tienen altos grados de error16. No obstante, este acercamiento al fenómeno permite tener acceso a la esencia, en palabras de Karel Kossik, “captar el fenómeno de una determinada cosa significa indagar y describir cómo se manifiesta esta cosa en dicho fenómeno, y también cómo se oculta al mismo tiempo. La comprensión del fenómeno marca el acceso a la esencia. Sin el fenómeno, sin su manifestación y revelación, la esencia sería inaccesible”17. Esta cuestión termina siendo el objetivo final de toda investigación científica crítica.

La técnica de observación siguió un sistema categorial (Tabla 1) que, según Álvarez citando a Rodríguez, señala “se trata de observar determinados fenómenos preestablecidos por las mismas preguntas de investigación. En este modelo, se registra en una lista de control si los fenómenos ocurren o no”18. El tipo de observación es cualitativa por lo que necesariamente el investigador es participante, “la ilusión positivista de que el investigador podía separarse por completo y lograr la objetividad no se acepta en la investigación cualitativa”19.

Tabla 1 Categorías para el levantamiento de datos. 

CATEGORÍAS PARA EL LEVANTAMIENTO DE DATOS
I. DATOS GENERALES II. NECESIDADES
HUMANAS
FUNDAMENTALES
III. POLITIZACIÓN
DE LOS FLUJOS
ECONÓMICOS
IV. HORIZONTE
DE POSIBILIDAD
Datos económicos convencionales.

Datos demográficos.

Datos históricos: conflictos, hechos importantes.

Datos situacionales: condiciones materiales de existencia
Necesidades existenciales: ser, tener, hacer, estar.

Necesidades axiológicas: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad, libertad.

Principios económicos no mercantiles: autoconsumo, reciprocidad, redistribución.

Trabajo de reproducción afectivo y doméstico.
Qué: tipo de bien se genera, tipo de satisfactor que se genera.

Quién: para quién se genera ese bien/satisfactor, por quién se produce genera ese bien satisfactor.

Cómo: formas organizativas, tecnología utilizada, utilización energética, tipos de insumo y de quién se obtienen dichos insumos, pertenencia a redes formales e informales.

Cuándo: temporalidad de la generación, mono o pluriactividad.

Dónde: localización del EES, espacialidad (alcance y movimiento).
Desarrollo: Continuidad de desarrollo, alternativo de desarrollo, alternativa al desarrollo.

Articulación con movimientos: social, político.

Subjetividad: motivaciones, conquistas, desafíos.

Relación con la naturaleza: metabolismo de las experiencias de economía solidaria.

Fuente: elaboración propia.

Del mismo modo, usamos la entrevista pues es una de las herramientas que permite:

[…] entender el mundo desde la perspectiva del entrevistado, y desmenuzar los significados de sus experiencias […] la entrevista busca descubrir e interpretar el significado de los temas centrales del mundo del entrevistado. El entrevistador registra e interpreta el significado de lo que se dice y la forma en que se dice20.

El resultado inmediato es la valoración de la realidad de un sujeto, de esta se desprende la interpretación del investigador. Es importante destacar que la combinación entre observación y entrevista no es fortuita, más bien responde a un hecho comprobable, a decir de Almudena Hernando: “lo que la gente dice de sí misma no coincide con lo que se observa que hace […] Hay toda una parte de nuestro comportamiento que no es reconocida en nuestro discurso consciente y explícito”21. Finalmente, se presentan las categorías que permitieron diseñar las técnicas de investigación en la Tabla 1, dentro de estas, se hallan enmarcadas las esferas simbólico-materiales que parten desde la complejidad del fenómeno descrito dentro del apartado teórico:

Caracterización de las experiencias de Jalisco

A raíz de la investigación documental y de campo realizada con distintos grupos dentro de las diferentes regiones del Estado de Jalisco, se propone comprender el conjunto de experiencias en configuraciones. Es decir, los proyectos y experiencias cuentan con ciertos rasgos o patrones de manera más o menos definida que les coloca en algún tipo de conjunto. Cabe señalar que estas configuraciones no son determinantes ni pretenden encuadrar la realidad en categorías cerradas, sino que tienen la intención de ser una guía de entendimiento del fenómeno al que estamos aproximándonos. Toda experiencia es multifacética y la teoría es incapaz de presentarlas en su diversidad. Por tanto, el nombre de configuración no es fortuito: los hallazgos encontrados muestran patrones para reflexionar y acreditar que comparten rasgos en común, que no se encuentran aislados sino entrelazados a otros procesos sociales, económicos y culturales.

Unidades domésticas

La primera configuración que decidimos resaltar es la de las unidades domésticas (UD), las cuales ya han sido estudiadas desde diversas disciplinas como la antropología y la sociología; particularmente desde la economía social, por Laura Collin22. No obstante, es la corriente de la economía feminista23 la que permite ligar con profundidad la función realizada por estas unidades y las llamadas economías alternativas; de hecho, desde esta perspectiva necesariamente cuestionamos la división entre el trabajo productivo y el trabajo improductivo, es decir, abrimos la mirada para criticar la imposición teórica de la economía ortodoxa que señala el trabajo mercantil -y que genera plusvalía desde una visión marxista- como el único productivo. En realidad, toda la trama de trabajo doméstico catalogada como “no productiva”, que ha sido asignado históricamente a las mujeres y a los cuerpos feminizados como la niñez y las personas adultas mayores, es la que, fundamental y radicalmente, sostiene la vida.

Uno de los grandes hechos a destacar es que, el sector social de la economía y a la economía social también invisibilizan a la economía doméstica; este hecho lo constatamos de manera reiterada en las iniciativas visitadas: muchas veces surgió de manera directa en las entrevistas y, en otras ocasiones, se visibilizó mediante la observación. Así pues, mientras la experiencia organizativa como colectivo o sociedad cooperativa, entre otros, se dedica a producir mercancías (bienes con valor de cambio para llevar al mercado), los individuos integrantes de estas consumían bienes producidos o transformados en la unidad doméstica (UD), presentados como alimentación o cuidados (bienes solo con valor de uso). Existen UD en situación de carencia de medios de producción, insumos o bienes básicos de consumo que mezclan la producción de bienes para el autoconsumo y para el mercado, es decir, que utilizan las capacidades domésticas para insertarse en pequeños mercados que les permitan obtener todo aquello que son incapaces de producir y que consideran necesario para la reproducción de su vida, presentándose así un proceso de superexplotación24.

Claramente, el sistema mercantil se ha insertado cada vez más dentro de las UD, de tal manera que es imposible hacer una reflexión mayor sobre la vulnerabilidad de estas unidades frente al mercado en este apartado. Empero, queda bien documentado cómo es que siguen funcionando bajo esquemas de reproducción (autoconsumo, reciprocidad, donación) en los que emergen relacionamientos no capitalistas, ni cósicos, sino de realización social o afirmación de la vida. Es importante señalar que se encontró una gran cantidad de formas de operación; la diversidad es increíble porque existe la intersección de muchas variables: clase, ingreso, actividades productivas y reproductivas, educación, número de integrantes o nivel de inserción dentro del sistema de producción capitalista25. En sentido estricto, toda economía mercantil se sustenta por unidades domésticas; cuando nos referimos a ellas, hablamos de millones de células generando bienes materiales y relacionales que sirven para la reproducción de vida de los sujetos.

Resaltamos que la economía de la unidad doméstica tiene la característica de ser no mercantil o, al menos, no de manera prioritaria: del trabajo colectivo existente se generan bienes que son repartidos y consumidos bajo esquemas de circulación como la redistribución, la donación, el autoconsumo y la reciprocidad, pudiendo llegar dichos bienes a personas con relaciones de parentesco extendidas o sujetos con los que se mantienen o quieren fortalecer relaciones sociales intercooperativas. Se tiene que señalar que solamente una parte pequeña considerada como excedentaria es la que podría destinarse al mercado para poder tener algunas monedas-divisas (representaciones de valor) que sirvan para obtener insumos u otros bienes que no son capaces de producir domésticamente.

Dentro de los hallazgos encontrados, uno es que la actividad primaria o de transformación de las UD en Jalisco cuenta con bajo nivel tecnológico, y que aquellas que tienen procesos de reflexión sobre su acción se encuentran incorporando ecotecnias dentro de sus labores. También podemos encontrar que existen UD cuyos miembros se encuentran dentro de procesos de defensa del territorio; aquellos que no lo están de manera directa cuentan con márgenes de maniobra que les permiten abocarse a actividades que representan directamente la generación de medios de vida, como la producción agroecológica, la permacultura o incluso la construcción de ecovillas. Cabe mencionar que, efectivamente, ciertas experiencias reflexionan sobre el hecho de encontrarse al acecho del despojo capitalista bajo formas que atentan contra su alimentación, sus formas de convivencia, cultura, conocimientos y saberes, entre otros, y han pasado por un proceso de politización que les permite reflexionar sobre sus medios y formas de producción y utilizarlas como forma de resistencia.

La última línea por destacar sobre las UD es que no necesariamente se circunscriben al ámbito familiar, sino que se está involucrando a la comunidad y, sobre todo, se trabaja en redes de unidades domésticas que están interconectadas con centros de investigación y universidades, cooperativas de producción o de consumo solidario, así como con colectivos urbanos. Podría decirse, en efecto, que en las redes (no sola ni necesariamente comerciales) reside la solidaridad, así como la capacidad de solidez, resistencia, fortaleza y resiliencia de las UD de Jalisco.

Por último, uno de los rasgos más definitorios de las unidades domésticas que pertenecen a la economía popular solidaria en Jalisco es que están atravesadas directamente por el sistema patriarcal, en otras palabras, se encuentran atravesadas por una serie de opresiones que han permitido la reproducción del androcentrismo, el adultocentrismo y, claramente, un cooperativismo capitalista. Sin embargo, más adelante señalamos la existencia de asociaciones o grupos de mujeres que enfrentan al patriarcado bajo esquemas diversos y construyen formas diferentes de economía cuestionando al sector social de la economía y de la misma economía social.

Cooperativismo capitalista

Una configuración destacada dentro del mapeo fue la que llamamos cooperativismo capitalista, en la cual se engloban todas las experiencias cooperativas cuya finalidad es la de insertarse dentro del mercado convencional. Esto significa que hacen un esfuerzo para equipararse con cualquier sociedad mercantil en relación con su cadena productiva; en sentido estricto, cuentan con constantes esfuerzos para conservar y aumentar su productividad con la finalidad de mantenerse competitivos, ir expandiendo su mercado para la venta de mercancías y buscar constantemente mayores niveles de rentabilidad, todo esto para conseguir aumentar el capital.

Empero, encontramos diversidad de racionalidades frente a la lógica empresarial e, incluso, algunas contrapuestas a la lógica de la libre empresa. En realidad, aunque este tipo de cooperativismo está en la búsqueda permanente de mantenerse dentro de los mercados capitalistas, al interior existen lógicas de trabajo que responden a la de los beneficios colectivos y de apoyo mutuo. En otras palabras, la procuración de la rentabilidad de la empresa debe tener como una de sus ramas el beneficio de los socios, lo que se traduce en lo que llamamos límites morales impuestos a la acumulación de capital.

El cooperativismo cuenta, a su vez, con diversas subconfiguraciones, entre ellas, aquella cuya fuente es la iglesia católica que, si bien está presente dentro de todo el estado de Jalisco, podemos dar cuenta de su mayor presencia en las regiones de los Altos de Jalisco (norte y sur). Al respecto, Laura Collin26 cataloga esta expresión de la organización social como movimiento altermundista, pues esgrime como “argumento de sentido” el desarrollo de la solidaridad dentro de la sociedad:

Al menos desde finales del siglo antepasado [siglo XIX], sectores de la iglesia católica intentaron esquemas de organización social aplicados a los feligreses, conceptualizados como el laicado, con varios objetivos aparentes, intensificar sus mecanismos de control social sobre las prácticas sociales de los católicos, aumentar su influencia social, proponer sus propias respuestas o propuestas sociales y por lo tanto, incidir en la esfera de la política. En síntesis, una opción de poder27.

En este sentido, se hace representativo encontrar que hasta los mismos nombres de las empresas cooperativas fueron fundadas con nombres de santos, por ejemplo, la Sociedad Cooperativa de Consumo San Miguel Arcángel S.C.L. En efecto, bajo el incremento de los niveles de desigualdad y de implantación histórica del discurso de desarrollo en países de capital subdesarrollado, los párrocos han promovido la organización de este tipo dentro de sus feligreses para combatir la pobreza al generar niveles de ingreso disputando de diversos procesos de la cadena productiva a capitales mayores manejados por coyotes o caciques, por ejemplo, en actividades como el acopio bienes.

Una de las grandes figuras que la iglesia promovió en diversas partes de Jalisco fue la de cooperativas de ahorro y préstamo, conocidas como cajas populares; empero, por las características de su propio desarrollo histórico lo separamos en una configuración propia. De manera particular en los Altos de Jalisco, por su formación histórico-territorial, las actividades ligadas a la ganadería fueron las que más se arraigaron en la población, hecho que sigue hasta la actualidad. En este sentido, las cooperativas mapeadas son afines a estas actividades productivas de producción lechera y derivados, la ganadería y la porcicultura.

Vale la pena destacar algunas características dentro del cooperativismo de los Altos de Jalisco, entre ellas, el carácter moral al que se alude discursivamente, el cual viene de la raíz católica de la iniciativa. Cabe señalar que existe abiertamente la “despolitización” de este tipo de cooperativas, pues señalan reiteradamente en su discurso que dentro de las reuniones de la cooperativa “no se habla de política”; acreditan que su entidad empresarial debe mantenerse al margen de esta porque no le compete, de tal manera que no reconocen a su organización como ente político. Así, esta corriente cooperativista renuncia a un potencial político organizado al mismo tiempo que fragmenta los intereses legítimos de las personas al mantenerlos individualizados y delegarlos a las instituciones de la democracia representativa liberal y de las instituciones religiosas. Si centramos el foco de atención en otras partes de Jalisco, como en las diferentes regiones del sur, hallamos también que la Iglesia promovió la organización con la implantación de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) que, a su vez, formularon proyectos económicos; no obstante, la base ideológica de estas es radicalmente diferente a la del cooperativismo de los Altos de Jalisco, desde que las CEB cuentan con la esencia de la Teología de la Liberación y de la Doctrina Social de la Iglesia.

Si se coloca el flujo del hacer económico del sistema de producción capitalista y del cooperativismo, encontraremos una contradicción esencial y, si se quiere, hasta un oxímoron. Es decir, los principios de acumulación, de valorizar o incrementar el valor, de competencia, egoísmo e individualismo del capital son esencialmente contradictorios a los de solidaridad, cooperación, buena voluntad, participación democrática, autonomía, autogestión y redistribución que se pregonan dentro del cooperativismo. Así, los cooperativistas realizan un doble esfuerzo al entrar dentro de la competencia del mercado convencional, primero, porque se introducen en una lucha entre capitales, donde aquellos desarrollados tienden a desplazar o absorber a los que no cuentan con las mismas capacidades de desarrollo, esto los lleva a contraer actitudes y herramientas del mismo sistema hegemónico para mantenerse competitivos, incluyendo prácticas de flexibilización y precarización laboral; en segundo lugar, por tratar de mantener la acumulación capitalista en los límites morales, lo que termina por desgastarlos ante el constante acecho de la competencia.

Al respecto, vale la pena mencionar dos casos que resaltaron dentro del trabajo de campo: el primero es el de una empresa tequilera del municipio de Magdalena que conservó su nombre con la palabra “cooperativa”, pero que, al momento de la entrevista, se señaló que la empresa sí nació en 1998 como Sociedad Cooperativa, pero que en realidad desde al menos seis años atrás (alrededor del 2014) ya había cambiado su forma legal a Sociedad Anónima (S.A.), es decir, solamente el nombre permaneció. En otras palabras, al insertarse dentro de la lógica mercantil, los agricultores vieron que les era más redituable convertirse en una empresa convencional, pues el mercado en el que se estaban insertando -el del tequila- estaba cada vez más dentro de la lógica de mercantilización mundial.

El segundo caso, y tal vez más impresionante, es el de la Sociedad Cooperativa de Trabajadores de Occidente (Tradoc), considerada como una Empresa Recuperada por los Trabajadores (ERT) cuyo giro es la producción llantera; esta experiencia ha sido bien documentada y tomada como un ejemplo exitoso del cooperativismo mexicano hasta 2019, año que se anunció la compra de las acciones de la cooperativa por CooperTires una empresa trasnacional; el Consejo de Administración de Tradoc, en una carta pública fechada el 8 de noviembre de 2019, señala que fue una decisión democrática suscitada por la incapacidad de inyectarle el capital necesario a la empresa con la finalidad de mantener el nivel del producto conforme a los estándares internacionales. En efecto, esta configuración de cooperativismo no se ve ajena a la lógica del capital de desplazamiento o absorción de los capitales menos desarrollados por los más desarrollados.

De hecho, una de las grandes contradicciones del cooperativismo capitalista es que, al entrar en el juego del mercado, también se ve afectado por sus leyes; específicamente, nos referimos a la centralización del capital: “la centralización (redistribución del capital existente) no reduce la competencia: la causalidad va en sentido inverso, desde la competencia a la centralización. La competencia produce monopolios capitalistas”28. Esto es, en efecto, lo que le sucedió a la cooperativa llantera, al insertarse dentro de la competencia internacional fue absorbido por un capital trasnacional más desarrollado que le permitirá mantenerse dentro de la estructura mercantil. Al respecto, Rosa Luxemburgo, a principios del siglo XX, ya reflexionaba sobre esta contradicción:

[…] los cambios democratizantes en el cuadro del proceso productivo entraman en franca contradicción con demandas del ambiente competitivo y heterodirigido del mercado. De ahí, el diagnóstico fulminante: las cooperativas no competitivas perecen, y las cooperativas competitivas se convierten… [en] empresas convencionales29.

Las cajas populares y de ahorro

Se ha colocado a las cajas populares y de ahorro o préstamo como una configuración particular por su infraestructura desplegada en el estado de Jalisco. Las 109 cooperativas matrices, en conjunto con sus filiales, abarcan prácticamente todo el territorio de la entidad. Para 2015, toda la infraestructura se contabilizaba en 369 cooperativas, alcanzando 0.64 puntos de acceso para cada 10 000 adultos30. Esta forma de organización financiera ha sido construida a lo largo del tiempo en mano de la Iglesia católica y, posteriormente, de técnicos de diferentes órdenes de gobierno, así como de universidades. Si bien en un comienzo se visibilizó como un sistema de ahorro para la ayuda mutua, después de la crisis que sufrió en la década de 1990 y la primera década del 2000, pasó a ser regulada por el Estado mexicano, particularmente por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), lo que la impregnó (con fuerza) de un sentido bancario capitalista.

Hoy en día, pocas cajas de ahorro fomentan el cooperativismo como aquel movimiento de economía social que fue iniciado en Europa por filósofos como Fourier, Owen, o las prácticas de los pioneros de Rochdale31; más bien, se identifican como un tipo de institución bancaria popular que se sujeta a la lógica bancaria comercial impuesta por los lineamientos de la CNVB. Este hecho se ve fomentado -aunque no únicamente- por la limitación que marca la Ley General de Sociedades Cooperativas para solamente financiar a personas físicas; en otras palabras, este tipo de instituciones financieras populares tienen el impedimento de fomentar el desarrollo del cooperativismo capitalista, lo que genera una desconexión entre los tipos de cooperativas que marca la misma ley -Producción de bienes y servicios; Consumo; Ahorro y préstamo-; así pues, el cooperativismo de ahorro se ha enfocado históricamente en ofrecer crédito para el consumo individual o familiar (en primer lugar) y, en segundo lugar, en el fomento de pequeños negocios individuales o familiares.

Sostenemos que hoy en día la fragmentación del sector cooperativo mexicano ha servido en una doble vertiente: por una parte, para el desarrollo y el robustecimiento de la economía popular y, paralelamente, para mantener dicha economía popular subsumida formalmente al sistema de producción capitalista. De hecho, podemos señalar que las Sociedades Cooperativas de Ahorro y Préstamo (SOCAP) han sido instrumentos de ampliación de la llamada inclusión financiera en México. En un estudio realizado por Vania Ramos32 sobre el papel de las sociedades cooperativas de ahorro y préstamo en la inclusión financiera en México, se presenta un recuento de cómo ha sido este proceso a principios de este siglo, a partir de la crisis financiera mundial de 2008 a 2009, y hasta 2015; también realiza una comparación del sector con la banca múltiple, lo que muestra, como se puede observar en las siguientes tablas, que la capacidad de las cooperativas es residual en términos de activos, intereses y utilidades.

Tabla 2 Distribución de la participación por activos en términos porcentuales 2009 a 2015 

2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
SOCAPS 0.76 0.95 0.93 1.01 1.15 1.26 1.29
SOFIPOS 0.26 0.30 0.29 0.33 0.37 0.35 0.34
Banca múltiple 98.98 98.75 98.78 98.66 98.48 98.39 98.37
Suma total 100 100 100 100 100 100 100

Fuente: elaborado por Vania Ramos (2017).

Tabla 3 Distribución en la participación de los ingresos por intereses en términos porcentuales, 2009 a 2015 

2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
SOCAPS 1.34 2.00 2.13 1.84 2.05 1.83 2.19
SOFIPOS 0.43 0.99 1.09 1.05 1.15 1.00 1.25
Banca múltiple 98.23 97.01 96.78 97.11 96.80 97.17 96.56
Suma total 100 100 100 100 100 100 100

Fuente: elaborado por Vania Ramos (2017).

Tabla 4 Distribución de la participación de las utilidades en términos porcentuales, 2009-2015 

2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
SOCAPS -0.59 0.55 1.01 1.03 0.98 1.39 1.85
SOFIPOS -0.01 0.28 -0.30 0.17 -0.09 -0.11 0.25
Banca múltiple 100.60 99.17 99.29 98.80 99.11 98.72 97.90
Suma total 100 100 100 100 100 100 100

Fuente: elaborado por Vania Ramos (2017).

Como se puede visualizar, dentro de la comparación entre el cooperativismo financiero y la banca privada o frente a todo el sistema financiero mexicano, el primero resulta tener un tamaño sumamente pequeño, cuestión que no es fortuita, sino que es resultado histórico de la desestructuración del sistema cooperativo mexicano que, en mayor medida, se propicia en el proceso de cambio del modelo de desarrollo económico que pasó del sustitutivo de importaciones al de las reformas del Consenso de Washington. No es un sinsentido que las reformas legales y restricciones estatales se hayan promovido en el auge del periodo neoliberal mexicano, es decir, en el contexto de la entrada del TLCAN, de reformas estructurales y de grandes privatizaciones de empresas estatales. Es en esta coyuntura que, por ejemplo, en 1994 se promulga una nueva Ley General de Sociedades Cooperativas que sustituye la vigente desde 1938, y es dentro de este periodo (desde la década de 1980) en el que el capital trasnacional inició su agresiva y violenta estrategia a nivel mundial para poder mantener y acrecentar su tasa de ganancia. Así pues, a las cooperativas de ahorro y préstamo solo se les dejó la capacidad de incrementar el circulante dentro de la economía popular para permitir el acceso a mercancías capitalistas y consolidar una masa creciente de consumidores individuales -inclusión financiera-.

Con lo anterior no se deja de reconocer que las SOCAP, dentro del estado de Jalisco, han desempeñado un papel relevante para los sistemas mercantiles de las comunidades, ya que encontramos que han servido como un mecanismo eficiente que combate a la usura; es decir, no se puede negar de ninguna manera que la formación de estos grupos ha sido funcional para los diversos poblados jaliscienses, de manera contraria, estas iniciativas han fomentado el ahorro en una escala local-regional (en su gran mayoría) y han permitido el acceso regular al crédito individual que ha tendido a soportar la infraestructura económica de las unidades domésticas. En efecto, es innegable que dentro de los indicadores del desarrollo de consumo este tipo de cooperativas ha tenido un impacto positivo.

Experiencias de defensa por el territorio

La comprensión de esta configuración tiene que ver con el nivel de penetración del gran capital dentro de un territorio. Como hemos expuesto, el sistema de producción capitalista precisa de expansión constante, lo que a su vez genera dislocaciones sociales que son enfrentadas por diversos tipos de resistencias. Para fines descriptivos, las dividimos en dos: por una parte, aquellas cuyo quehacer se torna primariamente político (ámbito simbólico) dejando en un segundo plano el hacer productivo (ámbito material); mientras que, por otra parte, encontramos aquellas donde el quehacer productivo es explícito y subsume implícitamente lo político.

En otras palabras, el primer tipo de experiencias encontradas son las que se están bajo el acoso del despojo capitalista y enfocan mucha más energía en espacios de politización, pedagogía, autonomía, autoconsumo y exposición pública. Su lógica explícita es la disputa simbólica frente a la dislocación social que emprende el sistema de producción capitalista, sin dejar de lado una propuesta productiva alternativa. Estas luchas están basadas en la prefiguración de una manera diferente de reproducción de la vida, aunque por el despojo múltiple33 del que son parte no sean capaces de generar espacios productivos que puedan cubrir las necesidades básicas y, por tanto, siguen siendo obligados a recurrir al mercado capitalista; casos de este tipo se encontraron en la defensa de la Laguna de Cajititlán, Tlajomulco de Zúñiga, y en la defensa por el Río Santiago de El Salto.

Por otra parte, cuando las experiencias no están al acecho directo de los despojos múltiples son capaces de recrear espacios productivos para cubrir diferentes necesidades de sus miembros, pero dicha producción, distribución, circulación y consumo se encuentra politizada, en el sentido discursivo, con la defensa del territorio. Así, desde el rescate y los bancos de semillas, la producción agroecológica y la bioconstrucción, las ecotecnologías, los mercados alternativos y el comercio local, los huertos urbanos y escolares, los circuitos cortos y las redes de consumidores, los tianguis y mercados de trueque, los bancos de tiempo, hasta los espacios de producción y comercialización de bienes y servicios alternativos (editoriales, restaurantes o cafeterías), soportan sus actividades económicas sobre diferentes elementos discursivos anticapitalistas, desde “el derecho a la ciudad” hasta “la defensa por el territorio”, cuestión que claramente está atravesada por su ámbito de acción: urbano o rural.

Un caso que destacamos es el de la Comunidad Coca de la Isla de Mezcala, cuya dinámica de resistencia propició condiciones para mantener el aspecto político vivo al mismo tiempo que se generaron espacios de unidades productivas mercantiles. Esta combinación ha permitido a la comunidad mantenerse durante un largo periodo de tiempo (19 años) enfrentando el acoso del despojo.

Para concluir esta subsección, es necesario mencionar que puede dar la impresión de que la mayoría de las configuraciones descritas pueden enmarcarse en la defensa del territorio; de hecho, señalamos que esta última puede considerarse como transversal34. Es decir, al ser nuestro punto de partida la emergencia de resistencias al proceso de expansión del sistema de producción capitalista, todas las experiencias podrían englobarse en esta sola. Sin embargo, para hacer más precisa la descripción, señalamos la existencia de estas iniciativas que, por el despojo múltiple35, han sido replegadas al ámbito de lo político, y describimos con mayor detalle aquellas cuya acción económico-material queda explícitamente politizada.

Experiencias agroecológicas

En Jalisco, las experiencias agroecológicas han tenido una trayectoria de altas y bajas, no obstante, el proceso ha sido hacia su consolidación, cuestión que les ha permitido permanecer por décadas. Esto se debe a su capacidad de tejer redes de solidaridades entre diversos actores, entre los más importantes, campesinos, consumidores organizados y académicos, además de que existe una serie de sujetos promotores y acompañantes que se circunscriben al ámbito nacional e internacional. Si bien han existido diversas propuestas de producción agroecológica desde el ámbito urbano, particularmente desde el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), la potencia de las experiencias agroecológicas se vislumbra dentro del ámbito rural. Esto se debe no solo a la cantidad de tierra disponible para sembrar, la cual es mayor dentro de esta última, sino que también perduran una serie de “técnicas y conocimientos ancestrales” con relación al cuidado de la tierra que, al ser combinados con las del conocimiento científico, permiten la disputa frontal a la agroindustria capitalista.

Como hemos mencionado, la experiencia agroecológica jalisciense tiene una de sus mayores fortalezas en las redes que ha construido, entre las que destaca la Red de Alternativas Sustentables Agropecuarias (Rasa), cuya trama está formada por campesinos, indígenas, hombres y mujeres que se dedican a construir alternativas frente a los múltiples despojos capitalistas; en palabras de uno de sus promotores, “los campesinos se enfrentan a la presencia avasallante de las compañías trasnacionales […] deteriorando de manera intensa sus recursos naturales y desestructurando la organización económica familiar”36. Si bien la Rasa inició en la Sierra Sur de Jalisco como una organización de base promovida por un párroco de la teología de la liberación, ahora ha logrado articular diferentes actores del Estado y fuera de él:

Los campesinos del grupo San Isidro [organización de base] se han convertido en un referente local que, independiente del contexto adverso, muestra la viabilidad de la agricultura sustentable en los procesos de desarrollo comunitario. El segundo nivel organizativo es de carácter regional y atiende al fortalecimiento de la Rasa. Esta red nació en los encuentros de capacitación organizados por el grupo San Isidro, en Juanacatlán, cuando comenzaron a asistir campesinos e indígenas de otras partes de Jalisco interesados en las cuestiones de la agricultura sustentable37.

En la misma línea de la articulación en red, recuperamos lo siguiente:

La Rasa nace a partir de las relaciones e intercambios entre estas experiencias y se entiende como un espacio de encuentro que desea proponer caminos alternativos para el desarrollo rural. Esta red reúne procesos locales que se entrelazan en una perspectiva de articulaciones entre lo local, lo nacional y lo global. La red está formada por cerca de 150 familias rurales […]. Estos grupos son acompañados por organizaciones no gubernamentales como el Centro de Apoyo al Movimiento Popular de Occidente (Campo), la Asociación Jalisciense de Apoyo a Grupos Indígenas (AJAGI). También colaboran la Universidad de Guadalajara, la Universidad Autónoma de Chapingo (UACH) y el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (Iteso)38.

Además, destacamos la construcción de la diversidad de formas para cubrir sus necesidades, pues no solo se reivindica el autoconsumo de los productos del trabajo de la agricultura sustentable, sino la circulación de semillas, abonos, y conocimientos de forma mercantil simple y por reciprocidad.

los esfuerzos del grupo San Isidro [grupo fundador de la red] se han dirigido fundamentalmente a fortalecer y diversificar sus sistemas agropecuarios y forestales para atender las necesidades de autoconsumo y reproducción de la unidad familiar. Esta estrategia les ha permitido permanecer como campesinos, asegurar y mejorar la dieta familiar, mantener los recursos naturales y gestionar de forma autónoma sus unidades productivas39.

No obstante, como sabemos, no todos los satisfactores se pueden conseguir dentro de estas redes, por lo que se vuelve necesario conseguir circulante con el cual sean capaces de adquirir bienes y servicios de otro tipo de mercancías; para ello, acuden al mercado, sin embargo, es importante destacar el esfuerzo de la constitución de mercados locales y regionales, particularmente con consumidores urbanos.

Los esfuerzos de comercialización se han dirigido a vender semillas de algunos cultivos y hortalizas orgánicas en los mercados locales y en los encuentros regionales de la Rasa. Un aprendizaje clave en este rubro ha sido el comprender que el camino es a través de la estructura de la red, pues esta tiene relación con las organizaciones de consumidores en Guadalajara40.

Aquí, para no dejarlo pasar por alto, cabe señalar que el entorno geográfico también es tomado en consideración, pues si bien el AMG es la mayor zona urbana del estado, no es la única que ha crecido, sino que también existen ciudades medias que están procurando el consumo de este tipo bienes, por lo que ha emergido una serie de mercados, tiendas y agrupaciones que los comercializan. Destacamos las iniciativas de la sierra occidental que, por delimitación geográfica (cercanía y forma de acceso), coloca una mayor cantidad de su producto dentro de los municipios que tienen ciudades medias en la zona costera que dentro del Área Metropolitana de Guadalajara.

Diversos colectivos señalaron los cultivos biointensivos y proyectos agroecológicos como modo de vida alternativo, pues les permiten diversificar y tener parcelas de diferentes plantas como chile, diferentes variedades de frijol y maíz. Además, comentan que están conscientes de la importancia de los proyectos agroecológicos como una respuesta estratégica para combatir el cambio climático, es decir, las mismas personas integrantes expresan una diversidad de atribuciones que van más allá del aspecto de la siembra y que refieren a temas de índole regional y global.

Para finalizar, cabe destacar la contrastante realidad del campo jalisciense, porque, como hemos señalado, estos espacios los catalogamos de resistencia, y si bien la inventiva, la imaginación y la acción social han sido inmensas dentro de las experiencias referidas, la histórica dislocación social del sistema social del capital ha sido violenta y de gran escala. Este hecho no solo se ve en los indicadores oficiales de producción agroindustrial, de exportación al mercado mundial, de inversión extranjera directa al ramo o de hectáreas cultivadas, agregando los niveles de desertificación y deforestación, contaminación de ríos, incremento de enfermedades y muertes asociadas con agrotóxicos, incendios y cambios de uso de suelo41; sino, además, en los indicadores relacionados con el incremento del narcotráfico, las redes mafiosas, los desaparecidos, los asesinatos de líderes y lideresas comunitarias y el comercio nacional e internacional ilegal de naturaleza42.

Colectivos solidarios urbanos

Las ciudades han sido el espacio donde tiene su génesis el sistema de producción capitalista, entre muchas otras cuestiones, porque es aquí donde se materializa (como eufemismo) el “mercado de trabajo libre”, que en realidad es una serie de individuos, hombres y mujeres, despojados de una socialidad comunitaria y de medios de producción de bienes para su sustento, por lo que están dispuestos, en un doble sentido, a venderse como mercancía para obtener salario y a ser consumidores de dichas mercancías para poder reproducir su vida. En este sentido, Guadalajara no fue la excepción, su contexto histórico y geográfico le permitió ser un enclave en el desarrollo del sistema de producción capitalista nacional.

el tipo de actividades productivas a las que se orientaron los empresarios de Jalisco: la manufactura de bienes básicos -alimentos, ropa, calzado, muebles- que eran demandados por una sociedad en crecimiento demográfico que había comenzado a desplazarse de una economía agraria a una economía urbana, que convertía a la migración rural-urbana en una travesía sin retorno. Se trataba, a fin de cuentas, de la transición de una sociedad de productores a una sociedad de consumidores43.

Como hemos señalado en diversas ocasiones, dicho proceso genera grandes dislocaciones sociales; en efecto, Guadalajara es una de las metrópolis mexicanas que más ha aportado en la destrucción de su entorno, pues desde el periodo colonial ha existido un despojo continuo para la implantación de procesos extractivos y contaminantes que conllevan la muerte de ríos y lagos, la extinción de especies, la tala completa de bosques y la contaminación de mares, entre otros efectos, todo bajo la lógica del lucro. La ciudad juega como epicentro del proceso de acumulación de capital. Empero, ante dicho flujo de destrucción emergen las resistencias y disputas:

la ciudad -como epicentro de la acumulación del capital- también ha sido históricamente un terreno estratégico para subvertir y poner en entredicho los procesos de explotación y expansión continua de la valorización del valor. En esa medida, la lucha contra y más allá del capital adquiere enorme relevancia en estos contextos, no sólo en términos de la impugnación al orden dominante, sino en la experimentación de alternativas colectivas y comunitarias capaces de cuidar y regenerar la vida ante la degradación y el colapso socioambiental que enfrentamos y que se expresa de manera profundamente crítica en los espacios urbanos metropolitanos actuales44.

En efecto, dentro de la ciudad se ven condensadas estas contradicciones como un flujo, la imposición y la impugnación como un hecho constante, cotidiano, que ha terminado por configurar conglomerados que pugnan por diferentes intereses capitalistas, y otros, de horizontes de lucha. Los primeros tienen desarrollo por su constitución histórica, en otras palabras, los grupos capitalistas se conforman a lo largo del tiempo por el tipo de despojo, el proceso de explotación de la naturaleza y la humanidad, las mercancías generadas y las nuevas configuraciones (innovación de la técnica) que les permiten acrecentar su tasa de ganancia. Así, existen grupos de capital industrial que se han enriquecido por la explotación laboral y natural, y que ahora, por la división internacional del trabajo, se han aliado o han sido subsumidos por capitales trasnacionales. Existen otros capitales parasitarios financieros que son recientes, que crean mercancías ficticias y volátiles de alta valoración; existen capitales inmobiliarios, de transportes, etc., todos los cuales se concentran en las grandes ciudades, en grupos familiares herméticos con códigos y normas compartidos entre ellos que forman la clase de los propietarios.

Por otra parte, hallamos ciertos grupos que son herederos de los movimientos que han pugnado por diversos derechos como el acceso a servicios públicos como la salud, la educación y la cultura. En Jalisco, y particularmente en Guadalajara, ha existido una larga historia de movimientos de resistencia y de desborde social: movilizaciones de médicos y ferrocarrileros en las décadas de 1950 y 1960, las guerrillas urbanas en las décadas de 1970 y 1980, como la Liga Comunista 23 de Septiembre, las cuales tuvieron como respuesta la represión, desaparición y tortura por parte del Estado mexicano. Actualmente, las resistencias se han tornado de amplia gama y van desde aquellos que luchan por (i) la defensa del territorio ante la contaminación de la misma dinámica urbana: residuos urbanos, expansión inmobiliaria, desechos tóxicos de las fábricas y empresas, contaminación de ríos, tala de bosques y selvas, privatización de espacios de públicos; (ii) el derecho a la ciudad: aquellos que se imponen ante el despojo por blanqueamiento (gentrificación) y que promocionan la movilidad no motorizada; (iii) el trabajo con personas vulnerables: personas en situación de calle, niñez y tercera edad trabajando en las calles, migrantes, violencia doméstica, discapacitados; (iv) los trabajadores independientes organizados: existen grupos de trabajadores a los cuales no se les ha reconocido legalmente como sindicatos, son independientes y sus intereses tienen base legítima en la lucha por los derechos laborales; (v) el movimiento ecologista; (vi) los colectivos de economía social que promueven mercados (tianguis) de trueque, bancos de tiempo, intercambio de semillas, entre otras acciones; (vii) los artesanos y comerciantes organizados que han conformado espacios como bazares y diversos corredores artístico-culturales, y (viii) los colectivos anarquistas y feministas que proponen diversas actividades económico-culturales con base en la autonomía y la autogestión. Claramente existen intersecciones, no solo hallamos las iniciativas de defensa del territorio, sino también proyectos agroecológicos urbanos o cooperativas urbanas.

Cabe señalar que los grados de politización de los grupos expuestos es diversa, hallamos aquellos con menor politización, como los grupos de artesanos y comerciantes organizados, y los que trabajan con población vulnerable, pues sus intereses son desde filantrópicos hasta de sustento económico, mientras que, por otro lado, los de mayor politización son espacios feministas, anarquistas y de defensa por el territorio. Toda esta fuerza social, al funcionar como flujo, tiene momentos de mayor diálogo e interconexión y otros de mayor distanciamiento; así pues, históricamente, el movimiento ecologista de Jalisco llegó a articularse con el movimiento en contra del Área de Libre Comercio de las Américas (Alca), esto como ejemplo de una configuración de fuerzas locales sumadas a una manifestación internacional. También está la confluencia en momentos álgidos a nivel nacional con el Movimiento #YoSoy132 o con las protestas por la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero, en la que los distintos colectivos convocaron y atendieron a marchas y asambleas públicas, mismas que han sido muestras del desborde de la fuerza social para reclamar la transformación del sistema.

Sin embargo, al momento de hacer el levantamiento de información se encontró con el repliegue de los colectivos dentro del AMG, pues, si bien hubo un crecimiento de configuraciones urbanas en años anteriores que queda visibilizado en el estudio coordinado por Enrique Luengo45, se constató que los proyectos enlistados ahí habían desaparecido, o bien, dejado de tener una actividad constante dentro del periodo de tiempo del trabajo de campo. Las razones para esto son de carácter multifactorial, empero, damos cuenta de dos aspectos públicos que afectaron el desarrollo de los colectivos sociales, los cuales fueron señalados en reiteradas ocasiones por los entrevistados.

El primer hecho es el del cambio de gobierno municipal y estatal a partir de 2016, que incorporó liderazgos sociales a puestos de gubernamentales. Las personas que habían encabezado movilizaciones bajo diversas banderas expuestas anteriormente, al enlistarse en las filas del estado y los municipios provocaron, consciente o inconscientemente, la desmovilización de muchos colectivos. El segundo hecho es el cercamiento de los espacios públicos. Cabe mencionar que la configuración de espacios de la ciudad de Guadalajara, como la infraestructura de parques, calzadas que cuentan con foros, quioscos y explanadas públicas, ha permitido que los colectivos, en distintos momentos, los utilizaran para la realización de sus actividades. Así, cuando aquellos grupos que promovían estas actividades públicas fueron desmovilizados, los ayuntamientos, a través de las policías municipales, comenzaron la ocupación de los espacios para restringir estas manifestaciones y congregaciones. Fueron afectados en mayor medida los movimientos ciclistas, los de mercados de trueque, ecologistas y agroecológicos, así como artesanos y comerciantes organizados; a estos últimos, al prohibirles la instalación de sus corredores económico-culturales, se les despojó de oportunidad de comercializar para adquirir medios de vida. Así pues, la disputa como flujo es continua y en diferentes frentes.

Asociaciones o grupos liderados por mujeres

Esta configuración defiende y es consecuente con un regreso a lo que enseñaron las ancestras, por ejemplo, los cultivos biodinámicos y los cultivos asociados; busca ir de la mano con los elementos naturales, respetando a la madre tierra y lo que ella proporciona. Se trata de recuperar y compartir saberes populares con la comunidad y con la familia acerca de cómo cultivar de manera más natural para obtener un producto limpio y no dañar la tierra.

Una iniciativa que subsiste y permanece constante es la de un grupo de mujeres y algunos hombres, en el ejido Los Michel, en Hostotipaquillo, Jalisco, de la región norte del estado. Esta iniciativa se organiza como un emprendimiento asociativo mercantil informal sustentado en valores y principios cooperativos, que se genera como respuesta ante las condiciones de precariedad a las que se enfrentan las integrantes de este.

La visión de una líder carismática que declara no ser de esa región y que, por razones de trabajo y familiares, se avecina en el municipio de Hostotipaquillo, la conduce a concebir un proyecto de economía social sustentado en la producción de jamaica y otros productos. Sin embargo, el reconocimiento de ignorar los procesos de siembra, cosecha y comercialización la llevan a investigar y entender la dificultad de competir con la jamaica de importación.

El proyecto inició hace ya catorce años con un proceso de capacitación e investigación sobre temas que van desde el manejo de suelos, la composición química, los agentes bioquímicos y los periodos de siembra de la jamaica, hasta la comercialización, es decir, toda la cadena de valor.

Ante tal situación, y descubriendo el potencial que tiene esta planta (Hibiscus sabdariffa), fue que se decidió involucrar primero a la familia (como unidad doméstica) y, después, ampliar la invitación a vecinos con experiencia en este cultivo con la finalidad de promover la reproducción de proyectos de vida locales para la satisfacción de necesidades propias.

Sin duda, la iniciativa de un proyecto solidario ha enfrentado problemas y conflictos, pero quizá, como las mismas actoras lo manifiestan, el mayor reto lo han representado el cultivo de Cannabis, que ha provocado conflictos e inseguridad en la región, y las políticas sectoriales que impone el gobierno en sus diferentes niveles sin tomar en cuenta la visión, la experiencia y las necesidades de la comunidad campesina local.

Por ejemplo, no existen apoyos o incentivos para la producción de cultivos y productos en los que la región tiene potencial, como la flor de calabaza o la producción orgánica, no existen centros de acopio donde se pueda preparar o entregar una semilla de primera calidad, o bien, para satisfacer una demanda muy importante de maíz orgánico. Los paquetes tecnológicos generalmente son inútiles porque contienen herramientas de trabajo que ellos ya poseen, o bien reciben semillas de “maíz mejorado”, pero que no les sirven ni para alimentarse; según afirma una agricultora entrevistada:

Según ellos [hablando sobre los programas de apoyo], son maíces mejorados, pero que nos dan menos que un maíz criollo. Yo tuve la experiencia el año pasado me regalaron una bolsa de maíz mejorado y dije esta es la primera que voy a sembrar. Me puse y sembré eso y se me fue el tiempo en esa bolsa porque traía semillas, yo creo que más de 70 000 plantas y ¿cuál fue mi sorpresa? A la hora de ver el crecimiento apenas iba a echar la segunda abonada y ya estaba espigando, muy rápido, pero así las masorquitas chiquitas, que ni para comer nos servían46.

Otro grave problema con los paquetes agroecológicos de apoyo son los químicos y agrotóxicos que usan la mayoría de los agricultores en los sembradíos. El uso de glifosato ha provocado problema de salud y, a pesar de que se han solicitado estudios e investigaciones para conocer los efectos de su uso, los agricultores lo siguen usando por comodidad, sin conocer los efectos nocivos en la salud (ellos culpan a este agrotóxico de ser la causa del incremento en cáncer de próstata, alteraciones en la tiroides y otras afecciones que existen en Hostotipaquillo); no es posible iniciar una campaña de concientización sobre los riesgos a la salud del glifosato.

Acerca de sus requerimientos y cómo han intentado cubrirlos, manifiestan que para ellas es muy importante el tema de las biofábricas, por lo menos una en cada comunidad, que sería lo óptimo para desarrollar sus productos. Por ahora no cuentan con ello, y han buscado alternativas para adquirir de manera colectiva diversos insumos, por ejemplo, consiguen hongos de un productor local y de biólogos de la Universidad de Guadalajara para usarlos en el control biológico de plagas; además, trabajan con las micorrizas y la Bauveria Metarhizium con el mismo fin, actividad que permite evitar el uso de abonos y pesticidas químicos tóxicos. En este sentido, las mujeres han demostrado contar con una gran diversidad de conocimientos ancestrales, por ejemplo, el uso del cempaxúchitl que, además de contribuir a generar recursos económicos, se utiliza como plaguicida.

Para ellas, la sobreproducción de agave que existe en diversas regiones del estado ha causado problemas como la deforestación y el agotamiento de los minerales de la tierra, lo que a su vez provoca el crecimiento de plagas, pues según sostienen, no existe el biocontrol. Los productores de tequila rentan tierras y contribuyen a la deforestación solo con el propósito de llenar anaqueles para el mercado tequilero de exportación. Según expresaron, lo importante no son las grandes ganancias, ellas producen para consumo local, para su propia alimentación y para vivir dignamente. Las aspiraciones aparecen como desesidades, es decir, necesidades/deseos legítimos47. Buscan hacer un esfuerzo colectivo para sumar esfuerzos y, en un futuro, invertir en una planta deshidratadora que les permita transformar productos y agregarles valor de mercado; por ejemplo, las mujeres de Hostotipaquillo afirman contar con veinticinco prototipos derivados de la jamaica, de tal manera que al introducirlos como mercancía podrán ganar mayor valor dentro de la cadena de producción; señalan como aspiración satisfacer en un futuro parte de la demanda nacional. Ahora, a través de un convenio con una planta deshidratadora, intercambian los servicios por producto (jamaica), pero el uso de energía solar para deshidratar es limitado, por lo que a pesar de usar bastidores para deshidratar la jamaica, el producto corre el riesgo de contaminarse cuando de grandes cantidades se trata.

Existen otras experiencias en la región Ciénega que han construido redes de autonomía y soberanía que buscan la seguridad alimentaria y la recuperación de territorios solo por el derecho a la alimentación. El “Tequio” es una forma comunitaria de trabajo en la Ciénega en la que grupos de mujeres de la escuela campesina que revalorizan el territorio buscan otras formas de organización, producción y articulación distintas que aseguren la alimentación y el cuidado de la naturaleza. Ellas saben que no hay capital político ni económico para oponerse al modelo imperante; sin embargo, existe en esa zona otra configuración de dinámica territorial que garantiza la alimentación a través de dinamizar las economías locales.

Es importante remarcar que, en Jalisco, los grupos de mujeres no se encuentran aislados; de hecho, existe la Red de Defensoras de Jalisco, que el 4 y 5 de octubre de 2019 convocó a un foro llamado “Mujeres rurales por una agricultura para la vida” donde participaron alrededor de 200 mujeres de 20 municipios, del que salió un pronunciamiento que señala:

Somos mujeres sembradoras, apicultoras, amas de casa, profesoras, estudiantes, parteras, médicas tradicionales, guardianas de plantas medicinales. Como mujeres rurales construimos alternativas, respetamos a la tierra que nos alimenta, buscamos cultivar de manera agroecológica y rescatar nuestros cultivos de traspatio.

Esta red y el foro de 2019 se tienen que entender como un proceso o flujo que se ha venido entramando desde décadas atrás que, si bien tiene una emergencia ante, como lo señalan, “la catástrofe ambiental” actual, sus procesos se vienen articulando desde diversos espacios y con diferentes miradas tanto en los ámbitos rural y urbano como el feminismo, la agroecológica y unidades domésticas.

Grupos unidos por el interés de recursos del Estado y falso cooperativismo

La última configuración encontrada no tiene que ver con la resistencia a las dislocaciones sociales del sistema de producción capitalista; en realidad, al contrario, hallamos casos de personas que se han puesto bajo el nombre de la economía social o el cooperativismo para poder verse beneficiados por recursos públicos o por grupos que decidieron iniciar una empresa con ánimo de lucro. Los primeros son de carácter parasitario, acuden a las convocatorias de organismos del Estado para “bajar recursos”, no obstante, los mismos nunca llegan a las personas que debieron ser beneficiadas. Generalmente, estos grupos pasaron las pruebas de verificación y desaparecieron inmediatamente después, o por corrupción de funcionarios y servidores públicos la comprobación del uso de los recursos nunca fue realizada. En este sentido, comprendemos que del listado de 1 640 registros de proyectos apoyados por el Instituto Nacional de la Economía Social (INAES) entre 2012 a 2018, mediante una selección de muestra aleatoria, no encontramos ningún grupo existente. Cabe señalar que, hasta el momento de las entrevistas, de las experiencias que nos abrieron sus puertas, ninguna obtuvo recursos de dicho Instituto.

Los siguientes grupos obtuvieron recursos y permisos del gobierno estatal y federal para asociarse bajo figuras de Sociedades Cooperativas o Sociedades de Producción Rural; aquí encontramos a los grupos de pescadores y acuacultura, los cuales funcionan como productores individuales cuyo sustento real recae en la unidad doméstica. En realidad, los pescadores no cuentan con formación cooperativista y, en ciertos casos, han conformado estructuras corporativistas. Por otro lado, existen grupos que bajaron recursos para poder iniciar sistemas de crédito, aquellos exitosos fueron incorporados a Sociedades Cooperativas de Ahorro y Crédito y, por tanto, a una lógica bancaria. A estos grupos les llamamos de falso cooperativismo porque la figura legal los enmarca dentro del Sector Social de la Economía, pero funcionan como una institución del ámbito privado con rasgos de ideología liberal, es decir, individualistas, de libre empresa o de explotación laboral.

Conclusiones

Las experiencias empíricas que a lo largo de la historia se han entramado como formas organizativas que resisten frente a la ofensiva del capital, en Jalisco tienen trayectorias históricas y motivaciones diferenciadas. Hoy en día, a una parte politizada que busca reproducir condiciones materiales para la reproducción de la vida de forma digna y proponer el cambio del sistema económico se le ha catalogado y se han auto reconocido como Economía Popular, Social y Solidaria, así como aquellas con reconocimiento del Estado como Sector Social de la Economía. Al respecto, el resultado de esta investigación exploratoria, mediante la observación y las entrevistas, se hizo el esfuerzo de procurar y abstraer los elementos comunes para poder generar una comprensión del fenómeno sistematizada. Por ello, se logró comprender que las experiencias son capaces de enmarcarse en ocho configuraciones: i) unidades domésticas; ii) cooperativismo capitalista; iii) cajas populares y de ahorro; iv) experiencias de defensa por el territorio; v) experiencias agroecológicas; vi) colectivos solidarios urbanos; vii) asociaciones o grupo liderados por mujeres, y viii) grupos unidos por recursos del Estado y falso cooperativismo. De las cuales, vale la pena señalar, no son puras ni prístinas, al contrario, se encuentran entrelazadas, comparten características y son cambiantes a lo largo del tiempo según la forma en que se va desarrollando la ofensiva del capital dentro de los territorios. No obstante, el contar con esta aproximación a las configuraciones nos permite tener mayor claridad sobre la esencia del fenómeno dentro de Jalisco y, con ello, procurar que el diálogo -que busca el ámbito científico- con estas expresiones organizativas sea horizontal y funcional para ellas.

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1 Karl Polanyi, La gran transformación. Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo, (Ciudad de México: FCE, 2015).

2Bolívar Echeverría, El discurso crítico de Marx (Ciudad de México: FCE-Ítaca, 2017).

3En contraste con una vida cuya lógica está atada a la reproducción ampliada del capital, ver Laura Collin, “La lógica reproductiva como modelo alternativo”. En Trabajo, reciprocidad y re-producción de la vida. Experiencias colectivas de autogestión y economía solidaria en América Latina, coordinado por María Amalia Gracia (Buenos Aires: Miño y Dávila, 2015).

4Gustavo Moura de Oliveira, Adriane Ferrarini y Monika Dowbor, “Economía solidaria y hacer político de los movimientos sociales”, Revista Mexicana de Sociología 85.1 (2023): 9-38, disponible en https://doi.org/10.22201/iis.01882503p.2023.1.60413 (fecha de acceso: 1 de abril de 2023).

5Patricia Arias, “El proceso de industrialización en Guadalajara, Jalisco: siglo XX”, Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad 1.3 (1980): 9-47.

6INEGI, “Comunicado de prensa núm. 765/22. Producto Interno Bruto por Entidad Federativa Jalisco 2021 preliminar”, 7 de diciembre de 2022, disponible en https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2022/PIBEF/PIBEF_Jal.pdf (fecha de acceso: 1 de marzo de 2023).

7Mina Navarro, Luchas por lo común. Antagonismo social contra el despojo capitalista de los bienes naturales en México (Ciudad de México: BUAP-Bajo Tierra, 2015).

8Arias, “El proceso de industrialización…”.

9Arias, “El proceso de industrialización…”, 25.

10G.D.H. Cole, Historia del pensamiento socialista I. Los precursores, 1789-1850 (Ciudad de México: FCE, 2020).

11Valeria Mutuberría, “El debate en torno a la Economía Social: discusiones fundamentales desde la perspectiva de los países de la periferia”, Revista Idelcoop, 35.183 (2008): 22-36, disponible en https://base.socioeco.org/docs/2008_215779966.pdf (fecha de acceso: 1 de marzo de 2023).

12Cassio Brancaleone, “Auto-organização social no mundo do trabalho e produção: notas para uma crítica à economia solidária”. En Anticapitalismos y sociabilidades emergentes. Experiencias y horizontes en Latinoamérica y el Caribe, coordinado por Erika Liliana López López, Paola Andrea Vargas Moreno, Laura García Corredor, Blanca Soledad Fernánez y Pablo Ariel Becher, 333-362 (Buenos Aires: CLACSO, 2019).

13Moura de Oliveira, Ferrarini y Dowbor, “Economía solidaria y hacer político…”.

14Verónica Gago, Cristina Cielo y Francisco Gachet. “Presentación del dossier: Economía popular: entre la informalidad y la reproducción ampliada”, Íconos. Revista de Ciencias Sociales 62 (septiembre de 2018): 11-20, disponible en http://dx.doi.org/10.17141/iconos.62.2018.3501 (fecha de acceso: 1 de marzo de 2023).

15José Luis Coraggio, “Potenciar la Economía Popular Solidaria: una respuesta al neoliberalismo”, Otra Economía. Revista latinoamericana de economía social solidaria 11.20 (2018): 4-18, disponible en https://www.revistaotraeconomia.org/index.php/otraeconomia/article/view/14771 (fecha de acceso: 1 de marzo de 2023).

16W. Thomas y F. Znaniecki, El campesino polaco en Europa y en América (Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas y Boletín Oficial del Estado, 2004), 98.

17Karel Kossik, Dialéctica de lo concreto (Ciudad de México: Grijalbo, 1967), 28.

18Juan Luis Álvarez-Gayou, Cómo hacer investigación cualitativa. Fundamentos y metodología (Ciudad de México: Paidós, 2003), 106.

19Álvarez-Gayou, Cómo hacer investigación, 104.

20Álvarez-Gayou, Cómo hacer investigación, 109-10.

21Almudena Hernando, La fantasía de la individualidad. Sobre la construcción sociohistórica del sujeto moderno (Madrid: Traficantes de Sueño, 2018), 26.

22Collin, “La lógica reproductiva…”.

23Silvia Federici, Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas (Madrid: Traficantes de Sueño, 2013); María Mies, Patriarcado y acumulación a escala mundial (Madrid: Traficantes de Sueño: 2019); Amaia Pérez, Subversión feminista de la economía. Aportes para un debate sobre el conflicto capital-vida (Madrid: Traficantes de Sueño: 2014); Natalia Quiroga Díaz, “Economía feminista, social y solidaria. Respuestas heterodoxas a la crisis de reproducción en América Latina”, Íconos. Revista de Ciencias Sociales 3 (2009): 77-89, disponible en https://doi.org/10.2307/j.ctv253f4j3.12 (fecha de acceso: 1 de marzo de 2023).

24Esta categoría está desarrollada por Ruy Mario Marini para explicar la complejidad del fenómeno del capitalismo dependiente a nivel internacional, aquí lo adaptamos en el sentido en que lo explica Jaime Osorio cuando señala que el fenómeno de la superexplotación se da cuando se “rompe con la ley del valor” y ni siquiera se paga, mediante un salario, el mínimo de reproducción de la fuerza de trabajo. El desarrollo de este proceso se puede encontrar de manera extensa en Leopoldina Fortunati, El arcano de la reproducción. Amas de casa, prostitutas, obreros y capital (Madrid: Traficantes de Sueños, 2019).

25Es importante resaltar que la noción de la economía popular está mayoritariamente basada en el funcionamiento de las Unidades Domésticas, por lo que existen diferentes acercamientos teóricos para su comprensión. Uno de los más ricos que encontramos ha sido el de Verónica Gago, La razón neoliberal. Economías barrocas y pragmática popular (Buenos Aires: Tinta Limón, 2015), un estudio de la economía popular en barrios periféricos de Buenos Aires que, sin duda, tiene rasgos que se reproducen en las periferias de las grandes urbes, tales como las de Ciudad de México o Guadalajara; entre estas claves se pueden resaltar la adopción de la razón neoliberal como forma ideológica, la reproducción de economías barrocas, la reproducción de capitales fractales o la comunidad como entramado entre relaciones de reciprocidad y trabajo esclavo.

26Laura Collin, Economía solidaria: ¿Capitalismo moralizador o movimiento contracultural? (Tlaxcala: El Colegio de Tlaxcala, 2012).

27Collin, Economía solidaria.

28John Weeks, Teoría de la competencia en los neoclásicos y en Marx (Madrid: Maia, 2009).

29Cassio Brancaleone, “Auto-organização social no mundo…”, 346.

30Vania Ramos, “El papel de las sociedades cooperativas de ahorro y préstamo en la inclusión financiera en México, 2009-2015” (tesis doctoral, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2017), 97.

31Grupo de personas que, influenciados por las ideas socialistas de Owen, pusieron en práctica los primeros ejercicios de cooperativismo en Europa.

32Ramos, “El papel de las sociedades cooperativas…”.

33Navarro, Luchas por lo común.

34Es importante la reflexión de Jorge Regalado y Rodrigo Rodríguez al colocar las resistencias de defensa al territorio, la agroecología y consumo crítico como parte de estrategias de actores sociales como resistencia al cambio climático. Ver Jorge Regalado y Rodrigo Rodríguez, “Resistencias urbanas al cambio climático: Consumo crítico, agroecología y defensa del territorio en Guadalajara, Jalisco, México”, Agua y Territorio 16 (17 de noviembre de 2020): 23-34.

35Navarro, Luchas por lo común.

36Jaime Morales, Sociedades rurales y naturaleza: en busca de alternativas hacia la sustentabilidad (Tlaquepaque: Iteso, 2010), 215.

37Morales, Sociedades rurales y naturaleza, 213.

38Morales, Sociedades rurales y naturaleza, 220-221.

39Morales, Sociedades rurales y naturaleza, 215.

40Morales, Sociedades rurales y naturaleza, 215.

41Evangelina Robles, José Godoy y Eduardo Villalpando, “Nocividad del metabolismo agroindustrial en el occidente de México”. En Agroecología y organización social. Estudios críticos sobre prácticas y saberes, coordinado por Eduardo Enrique Aguilar, 129-152 (Monterrey: Ítaca-UDEM, 2022).

42La violencia en Jalisco se ha ido acrecentando a partir en las primeras décadas del siglo XXI, por lo que es un fenómeno que está siendo estudiado de forma sistemática de forma reciente, de forma cotidiana se puede dar seguimiento en los espacios de investigación en como el Observatorio de Seguridad Pública y Justicia, el Observatorio de Alerta de Violencia contra las Mujeres, Observatorio sobre Liberad de Expresión y Violencia Contra Periodistas, y el Comité de Análisis sobre Personas Desaparecidas y en prensa en Susana Rodríguez, “Matan a las mujeres para destruir el territorio”, Perimetral Press, 15 de marzo 2022, disponible en https://perimetral.press/matan-a-las-mujeres-para-destruir-el-territorio/ (fecha de acceso: 1 de marzo de 2023).

43Patricia Arias, “Linaje y vicisitudes de la cultura empresarial en Jalisco”. Espiral 10.30 (2004): 85-108, en especial 89.

44Mina Navarro, Hacer común contra la fragmentación en la ciudad. Experiencias de autonomía urbana (Puebla: BUAP, 2016), 15.

45Enrique Luengo, Las alternativas ciudadanas emergentes en Jalisco (Tlaquepaque: Iteso, 2014).

46Entrevista en trabajo de campo, entrevista por el autor, 2019.

47Pérez, Subversión feminista de la economía.

Recibido: 15 de Abril de 2023; Aprobado: 11 de Julio de 2023

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