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Acta de investigación psicológica

versión On-line ISSN 2007-4719versión impresa ISSN 2007-4832

Acta de investigación psicol vol.2 no.2 Ciudad de México ago. 2012

 

Problemas emocionales y conductuales en niños: predictores desde la percepción de los padres y de los hijos

 

Emotional and Behavioral Problems in Children: Predictors from the Perception of Parents and Children

 

Patricia Andrade Palos*1 & Diana Betancourt Ocampo**

 

*Universidad Nacional Autónoma de México

**Universidad Anáhuac México Norte

 

1 Correspondencia:
Avenida Universidad 3004,
Colonia Copilco-Universidad,
Delegación Coyoacán, D.F.,
C.P.04510,
Teléfono: 56-22-05-55 ext. 41207,
E mail: palos@unam.mx.

 

Original recibido / Original received: 15/12/2011 
Aceptado / Accepted: 28/06/2012

 

Resumen

Los objetivos del presente estudio fueron: determinar si existen diferencias entre padres e hijos en prácticas parentales y problemas emocionales y conductuales de los hijos; analizar el grado de acuerdo entre la percepción de los hijos acerca de las prácticas parentales y sus problemas emocionales y conductuales y las prácticas parentales y problemas de los hijos expresados por el padre y la madre y comparar el nivel de predicción de las prácticas parentales en los problemas emocionales y conductuales de los hijos desde la perspectiva de la madre, el padre y el hijo(a). Participaron 552 niños (52.5% niños y 47.5% niñas), con una edad promedio de 10.8 años; también participaron 395 mamás y 349 papás de los niños. Se utilizó la escala de Prácticas Parentales de Andrade y Betancourt (2010) y la escala de Problemas Emocionales y Conductuales de Andrade y Betancourt (2009). En cuanto el nivel de predicción de las prácticas parentales en los problemas emocionales y conductuales de los hijos, los resultados mostraron mayores porcentajes de varianza explicados cuando los niños y niñas son los informantes que cuando lo son la madre o el padre.

Palabras clave: Problemas emocionales, Problemas conductuales, Prácticas parentales, Informantes, Niños.

 

Abstract

The objectives of this study were to determine whether differences exist between parents and children in parenting practices, and behavioral and emotional problems of children, to analyze the degree of agreement between the perceptions of children about parenting practices and their emotional and behavioral problems, and parenting practices and problems of the children expressed by the father and mother, and comparing the prediction of parenting practices in emotional and behavioral problems of children from the perspective of the mother, father and children. 552 children participated (52.5% boys and 47.5% girls), with an average age of 10.8 years, students from public schools; 395 mothers and 349 fathers of children were also involved. To measure parenting practices Andrade and Betancourt scale (2010) was used, which consists of five dimensions for mother (Communication, Autonomy, Imposition, Behavioral control and Psychological control) and four for father. (Communication/Behavioral Control, Autonomy, Imposition and psychological control). Andrade and Betancourt scale (2009) was used for measuring emotional and behavioral problems; it assesses eight dimensions (rule breaking, somatic problems, depression, attention problems, harassment, friend's problems, aggressive behavior and thought problems). The results showed that significant differences exist between parents and children in the reporting of emotional problems but not for behavioral problems, we also found no significant differences between the assessments made for mothers and fathers in both types of problems. Regarding parenting practices, only significant differences were found between the perceptions of children, and what was expressed by mothers, in the comparison between parents and children no significant differences were found. As for predicting the level of parenting practices in emotional and behavioral problems of children, from the perspective of different informants, the results showed that the percentages of explained variance of emotional and behavioral problems of children when they are informants are higher than, when the mother and father are the informants.

Keywords: Emotional problems, Behavioral problems, Parenting practices, Informant, Children.

 

Numerosos estudios (e. g. Barber, 1996; Baumrind, 1991; García, Cerezo, De la Torre, Carpio & Casanova, 2011; McKinney, Donnelly & Renk, 2008; McKinney & Renk, 2008; Waizenhofer, Buchanan & Newson-Jackson, 2004) han demostrado la influencia de las prácticas parentales en el desarrollo cognitivo, emocional y social de niños y adolescentes. Algunos estudios consideran los reportes de los padres, otros los de los hijos, otros los de los maestros y otros incluyen a varios informantes.

La inclusión de múltiples informantes en la evaluación psicológica de niños y adolescentes es común en la investigación y práctica clínica (Hughes & Gullone, 2010), sin embargo, los reportes de los padres y de los niños consistentemente muestran discrepancias. Algunos autores (Ferdinand, van der Ende & Verhulst, 2004; Grills & Ollendick, 2002; Guion, Mrug & Windle, 2009) señalan que estas discrepancias pueden ser particularmente importantes si reflejan problemas que subyacen a la patología del niño, como pueden ser conflictos familiares o déficits en la comunicación.

Existe mayor evidencia empírica de la discrepancia entre informantes acerca de la evaluación de problemas emocionales y conductuales en niños y adolescentes que de las prácticas parentales. Gaylord, Kitzman y Coleman (2003) analizaron las prácticas parentales desde la perspectiva de los padres y de los hijos y encontraron que los padres se ven a sí mismos de manera más positiva que lo que los hijos los perciben, resultados que coinciden con los de Betancourt y Andrade (2006) en una muestra mexicana, donde los hijos reportaron que perciben mayor control psicológico de parte de ambos padres, que el que los padres expresaron ejercer hacia sus hijos. En contraste, Guion et al., (2009) encontraron que los padres reportaron más disciplina rígida e inconsistente que los hijos, pero los hijos menor apoyo que los padres.

Con respecto a la discrepancia en la evaluación de problemas emocionales y conductuales, la mayoría de las investigaciones señalan correlaciones de medianas a bajas entre los reportes de los padres y de los hijos (Duhig, Renk, Epstein & Phares, 2000; Frank, Van Egeren, Fortier & Chase, 2000; Grills & Ollendick, 2003; Guion et al., 2009; Hughes & Gullone, 2010; Renk, 2008; van der Meer, Dixon & Rose, 2008; Van Roy, Groholt, Heyerdahl & Clench-Aas, 2010; Vierhaus & Lohaus, 2008; Yeh & Weisz, 2001). En general, son mayores los acuerdos entre padres que entre padres e hijos (Gaylord et al., 2003; Hughes & Gullone, 2010; Renk, 2008; van der Meer et al., 2008). Algunos autores han analizado las discrepancias considerando el sexo del hijo y señalan que el puntaje promedio de problemas que reportan los niños es mayor que el que reportan los padres, pero los niños reportan más problemas conductuales y las niñas más problemas emocionales (Renk, 2008; van der Meer et al., 2008; Van Roy et al., 2010); además las niñas muestran más acuerdos con sus padres que los niños (Hughes & Gullone, 2010; van der Meer et al., 2008), aunque Grills y Ollendik (2003) sólo encontraron acuerdos entre varones y papás. También se han estudiado los acuerdos dependiendo del tipo de problema y se ha encontrado mayor acuerdo entre padres e hijos en la evaluación de problemas conductuales o externalizados que en problemas emocionales o internalizados (Duhig et al., 2000; Frank et al., 2000; van der Meer et al., 2008; Yeh & Weisz, 2001).

Grills y Ollendick (2002) hicieron una revisión de variables que pueden afectar el acuerdo entre informantes y destacan que hay características tanto de la entrevista, como del entrevistado y el entrevistador que deben tenerse en cuenta. Respecto a las características del entrevistado están la edad y el sexo del niño o adolescente, de las que se tienen evidencias mixtas; la deseabilidad social, que se ha investigado poco; y la severidad y tipo de problema en los que también se tienen evidencias mixtas. En el caso de que los informantes sean los padres, hay algunas evidencias de que la psicopatología de los padres, la falta de comunicación entre padres e hijos y el conflicto familiar influyen en las discrepancias (Bosco, Renk, Dinger, Epstein & Phares, 2003; Berg-Nielsen, Vika & Dahl, 2003; Grills & Ollendick, 2003; Hughes & Gullone, 2010; Treutler & Epkins, 2003), pero se requiere de más investigación al respecto. En cuanto al entrevistador, puede afectar el raport que éste establezca con cada informante, el sesgo que pueda haber si el mismo entrevistador lleva a cabo la entrevista con los diferentes informantes, así como la experiencia del entrevistador, aspectos que han sido poco investigados. Por último, en cuanto a la entrevista hay problemas metodológicos referentes a la complejidad de las preguntas, tipo de respuestas y duración de la entrevista (Karver, 2006). Los autores concluyen que se requiere más investigación para determinar el rol de las diferentes variables asociadas.

De los Reyes y Kazdin (2005) coinciden con Grills y Ollendick (2002) en que las discrepancias entre informantes acerca de la evaluación de problemas emocionales y conductuales en niños y adolescentes pueden deberse a múltiples factores, pero además señalan que en el estudio de las discrepancias deberían incluirse las diferencias en las atribuciones de las causas de las conductas que hace cada informante y proponen un modelo teórico para explicarlas. Con base en este modelo, de los Reyes, Henry, Tolan y Wakschlag (2009) encontraron que las discrepancias entre los informantes son indicadores de variabilidad contextual en la conducta de los niños y de la variabilidad de las perspectivas de los informantes.

Son pocos los estudios que comparan el nivel predictivo de las prácticas parentales en los problemas emocionales y conductuales de los hijos utilizando como informantes tanto a los padres como a los hijos. Gaylord et al., (2003) examinaron las correspondencias entre las percepciones de padres e hijos en parentalidad y las asociaciones de estas percepciones con el ajuste de los hijos en la escuela y encontraron que las correlaciones entre los padres fueron más altas que entre padres e hijos en apoyo, control y disciplina; además identificaron diferencias por sexo, las niñas percibieron más apoyo y control y menor disciplina que los niños. Los reportes de los niños predijeron mejor la aceptación de pares y los reportes de los padres fueron mejores predictores de problemas emocionales y conductuales de los hijos en la escuela. Los autores concluyeron que las percepciones de los padres y de los hijos predicen diferentes medidas de ajuste de los hijos y que la dirección de la discrepancia parece ser más importante que el tamaño de la misma.

Bosco et al. (2003) investigaron las percepciones que los adolescentes tienen de sus padres y los síntomas psicológicos de los padres en relación con el funcionamiento emocional y conductual de los hijos. Aunque incluyeron tanto a padres como a hijos, a los padres sólo les solicitaron información sobre sus síntomas de depresión y ansiedad y a los hijos su percepción de las conductas y sentimientos de sus padres y de su funcionamiento conductual y emocional. Encontraron diferentes patrones con base en el sexo del hijo y del padre, las mujeres mostraron más problemas emocionales y conductuales relacionados con altos niveles de depresión y ansiedad paternos y bajos niveles de control materno; mientras que los hombres mostraron más problemas emocionales y conductuales relacionados con sentimientos negativos de la madre y baja aceptación paterna.

En México, existe evidencia empírica de la influencia de las prácticas parentales en sintomatología depresiva en niños (Andrade, Betancourt & Orozco, 2006; Gil Rivas, Greenberg, Chuansheng & Montero y López-Lena, 2003; González - Forteza & Andrade, 1995) y adolescentes (Betancourt, Andrade & Orozco, 2008); en la conducta sexual de los adolescentes (Andrade, Betancourt & Palacios, 2006); en ajuste escolar (Aguilar, Valencia, Sarmiento & Cázares, 2007); en intento de suicidio (Rivera & Andrade, 2006); en conducta antisocial (Andrade & Betancourt, 2002; Contreras, Andrade & Palacios, 2007); en conductas problemáticas de los adolescentes (Andrade & Betancourt, 2008; Andrade, Betancourt & Camacho, 2008) y en problemas emocionales y conductuales (Betancourt & Andrade, 2011). Sin embargo, todos los estudios que se han llevado a cabo en México consideran sólo un informante, el niño o el adolescente, el único estudio que se encontró en México que compara los reportes de niños y padres es el de Reyes y Acuña (2008), quienes estudiaron el grado de acuerdo entre padres e hijos acerca de los eventos vitales estresantes y síntomas de enfermedad. Sus resultados mostraron bajo acuerdo entre informantes y el estrés vital predijo la salud de los niños, pero el reporte de los padres explicó más varianza que el de los hijos, contrario a lo que la literatura señala.

Dado que en México no se cuenta con estudios que aborden la influencia de las prácticas parentales en problemas emocionales y conductuales de los hijos comparando la perspectiva de los padres y de los hijos, se llevó a cabo el presente estudio cuyos objetivos fueron 1) determinar si existen diferencias entre padres e hijos en prácticas parentales y problemas emocionales y conductuales de los hijos 2) determinar el grado de acuerdo entre la percepción de los hijos acerca de las prácticas parentales y sus problemas emocionales y conductuales y las prácticas parentales y problemas de los hijos expresados por el padre y la madre y 3) comparar el nivel de predicción de las prácticas parentales en los problemas emocionales y conductuales de los hijos desde la perspectiva de la madre, el padre y el hijo(a).

 

Método

Participantes

Se seleccionó una muestra no probabilística de 552 niños y niñas estudiantes de cuarto, quinto y sexto grado de dos primarias públicas del Distrito Federal, México, de los cuales, el 52.5% fueron hombres y el 47.5% mujeres, con una edad promedio de 10.8 años. El 64.3% vivían con sus papás, 18.5% con sus papás y otros familiares, 13.9% sólo con su mamá y hermanos/familiares 1.3%, sólo con su papá y hermanos y el 2% con familiares. También participaron 395 mamás y 349 papás de los niños, la media de edad de las madres fue de 37.5 años y la de los padres de 40.6 años. El 63.5% de las mamás se dedicaba al hogar y las demás tenían trabajo remunerado; de los papás el 96.3% tenían trabajo remunerado.

Instrumento

Para medir prácticas parentales se utilizó la escala de Andrade y Betancourt (2010) que consta de 72 reactivos que miden cinco dimensiones para mamá: 1) Comunicación (12 reactivos, alfa=.87), 2) Autonomía (7 reactivos, alfa=.80), 3) Imposición (7 reactivos, alfa=.74), 4) Control psicológico (5 reactivos, alfa=.66) y 5) Control conductual (5 reactivos, alfa=.69). En el caso del papá son cuatro dimensiones: 1) Comunicación/control conductual (16 reactivos, alfa=.94), 2) Autonomía (8 reactivos, alfa=.88), 3) Imposición (8 reactivos, alfa=.78) y 4) Control psicológico (4 reactivos, alfa=.74). Es una escala tipo Likert con cuatro opciones de respuesta (nunca, pocas veces, muchas veces y siempre).

Se aplicó la escala de evaluación de problemas emocionales y conductuales de Andrade y Betancourt (2009) que tiene 36 reactivos en escala tipo Likert con cuatro opciones de respuesta (nunca, pocas veces, muchas veces y siempre), la cual evalúa ocho dimensiones: rompimiento de reglas (9 reactivos; alfa=0.85), problemas somáticos (4 reactivos; alfa=0.72), depresión (5 reactivos; alfa=0.78), problemas de atención (5 reactivos; alfa=0.82), acoso (3 reactivos; alfa=0.70), amigos problema (4 reactivos; alfa=0.68), conducta agresiva (4 reactivos; alfa=0.68) y problemas de pensamiento (2 reactivos; alfa=0.69). Se realizó un análisis factorial de segundo orden que agrupó las ocho dimensiones en dos factores, el primero incluyó las dimensiones que evalúan problemas de conducta (rompimiento de reglas, conducta agresiva, problemas de atención y amigos problema) y el segundo, concentró aquellas dimensiones que miden problemas emocionales (problemas somáticos, problemas de pensamiento, depresión y acoso). Posteriormente, se determinó la confiabilidad de las dos dimensiones y se encontraron puntajes aceptables de confiabilidad (alfa = 0.79 para problemas de conducta y alfa = 0.72 para problemas emocionales), por lo cual, en los análisis se utilizaron estas dos dimensiones.

Procedimiento

Las tres escalas se aplicaron a los niños de manera grupal en sus salones de clase, a los papás se les enviaron los instrumentos con sus hijos y se les solicitó que los entregaran al día siguiente. A cada papá se le envió la versión de prácticas parentales que le correspondía según su sexo y la escala de problemas emocionales y conductuales de su hijo(a). Se contó con la autorización de los directivos de los planteles y de los padres de familia, el cuestionario fue anónimo.

 

Resultados

Cabe aclarar que de los 1,296 participantes, para los análisis estadísticos se consideraron sólo 1,150, ya que se eliminaron los casos en los que no se tenía la evaluación de alguno de los papás. La muestra final quedó conformada por: 206 niños, 201 niñas, 395 mamás y 348 papás.

Con el propósito de analizar las diferencias en las dimensiones de problemas emocionales y de conducta entre informantes (hijo, mamá y papá) se realizaron análisis de varianza de una vía, dichos análisis se realizaron por separado de acuerdo al sexo del hijo (niño y niña).

Por lo que respecta a las diferencias en problemas emocionales y conductuales por tipo de informante, sólo se encontraron diferencias significativas en los problemas emocionales, tanto los niños (tabla 1) como las niñas (tabla 2) puntuaron más alto que lo reportado por ambos padres; entre los puntajes de las mamás y los papás no se encontraron diferencias significativas.

Para examinar las diferencias en las prácticas parentales entre informantes (hijo, hija, mamá y papá) se realizaron pruebas t de Student para muestras independientes, estos análisis se realizaron por separado para las prácticas de la mamá y del papá.

En la comparación de las prácticas de la mamá y el hijo, los resultados mostraron diferencias estadísticamente significativas en tres de las cinco dimensiones; las mamás puntuaron más alto en comunicación, control psicológico y control conductual (tabla 3). Por lo que se refiere a la comparación entre mamás y niñas, los resultados mostraron diferencias significativas en casi todas las dimensiones, excepto en autonomía, en las dimensiones de comunicación y control conductual las madres puntuaron más alto que las niñas, pero en la imposición y el control psicológico las niñas presentaron mayores puntajes que las madres.

En la tabla 4 se muestran los resultados sobre las prácticas de los papás, los cuales indicaron que no existen diferencias significativas con lo reportado por los niños y niñas.

Para analizar la relación entre los problemas emocionales y conductuales por informante se realizaron análisis de correlación de Pearson, los resultados mostraron que no hay relaciones estadísticamente significativas entre lo reportado por los diferentes informantes. Posteriormente se analizó la relación entre lo reportado por los diferentes informantes acerca de las prácticas parentales, sólo se encontró una relación negativa significativa (r= -0.22, p <.05) en la dimensión de control psicológico expresada por la madre y la percibida por el hijo varón; por lo que respecta al papá, se encontró una relación significativa en la dimensión de autonomía entre lo reportado por el papá y lo reportado por el niño (r= 0.24, p <.05), así como en la dimensión de control psicológico (r= 0.24, p <.05). En el caso de las niñas no se encontraron relaciones significativas con lo reportado por los papás, así como tampoco se encontraron correlaciones significativas entre lo reportado por las mamás y los papás.

Con el propósito de determinar el efecto de las dimensiones de las prácticas parentales maternas y paternas sobre los problemas emocionales y de conducta de los niños y niñas, se realizaron análisis de regresión múltiple paso a paso, donde las dimensiones de prácticas parentales entraron como variables independientes y los problemas emocionales y de conducta como variable dependiente. Cabe aclarar que los análisis se realizaron por separado por tipo de informante (mamá, papá o hijo) y por sexo de los hijos.

En la tabla 5 se presentan los resultados predictivos de las prácticas parentales sobre los problemas emocionales y de conducta, cuando los informantes son los niños. Por lo que respecta a la influencia de las prácticas maternas sobre los problemas de conducta, en el primer paso del análisis entró la dimensión de control psicológico F (1, 121) = 23.83, p <.001, en el segundo paso se agregó la dimensión de control conductual F incremental (2, 120)= 17.14, p <.001. En cuanto a los efectos de las prácticas maternas sobre los problemas emocionales, en el primer paso del análisis entró la dimensión de autonomía F (1, 123) = 43.99, p <.001, en el segundo paso se agregó la dimensión de imposición F incremental (2, 122)= 29.29, p <.001 y la última dimensión que entró a la ecuación fue el control psicológico F incremental (3, 121)= 21.35, p <.001. Respecto a los efectos de las prácticas parentales del papá sobre los problemas de conducta en niños, los resultados mostraron que en el primer paso del análisis entró la dimensión de control psicológico F (1, 117) = 18.63, p <.001 y para el segundo paso se agregó la dimensión de autonomía F incremental (2, 116)= 12.02, p <.001. Respecto a la influencia de las prácticas paternas sobre los problemas emocionales en niños, en el primer paso de la ecuación entra el control psicológico F (1, 115) = 39.17, p <.001 y en el segundo paso se agrega la dimensión de autonomía F (2, 114) = 22.38, p <.001.

En la tabla 6 se presentan los resultados de la predicción de las prácticas parentales sobre los problemas emocionales y de conducta cuando los informantes son las niñas. Respecto a la influencia de las prácticas parentales de la mamá sobre los problemas de conducta, los resultados mostraron que en el primer paso del análisis entró el control conductual F (1, 101) = 31.01, p <.001 y en el segundo paso se agregó el control psicológico F incremental (2, 100)= 21.01, p <.001. En cuanto a los efectos de las prácticas maternas sobre los problemas emocionales, en el primer paso del análisis entró a la ecuación la dimensión de control psicológico, F (1, 112) = 25.38, p <.001, y en el segundo paso se agregó la dimensión de autonomía F incremental (2, 111)= 15.59, p <.001. Por lo que se refiere a los efectos de las prácticas parentales del papá sobre los problemas de conducta, F (1, 115) = 12.89, p <.001, y emocionales, F (1, 121) = 30.07, p <.001,sólo la dimensión de control psicológico fue predictora.

En la tabla 7 se presentan los resultados de los efectos de las prácticas parentales maternas sobre los problemas emocionales y de conducta en niños y niñas, cuando las informantes son las mamás. En el caso de los niños, la única variable predictora de problemas conductuales fue la autonomía F (1, 106) = 26.29, p <.001, y problemas emocionales el control psicológico F (1, 78) = 7.91, p <.001. En el caso de las niñas, solo el control psicológico F (1, 113) = 10.31, p <.001 fue la variable predictora de problemas de conducta y de problemas emocionales la dimensión de comunicación materna F (1, 87) = 5.16, p <.05.

En la tabla 8 se presentan los resultados de la influencia de las prácticas parentales paternas sobre los problemas emocionales y de conducta en niños y niñas, cuando los informantes son los papás. Por lo que respecta a los problemas de conducta en niños, los resultados mostraron que en cuanto a la información proporcionada por el papá, la única variable predictora fue el control psicológico F (1, 109) = 7.82, p <.05; del mismo modo, cuando se hace el análisis para los problemas emocionales la variable que predice estos problemas es el control psicológico F (1, 96) = 11.70, p <.001. En el caso de las niñas, los resultados mostraron que en el primer paso de la ecuación se agregó la dimensión de comunicación/control conductual F (1, 114) = 23.42, p <.001 y en el segundo paso se insertó el control psicológico F (2, 113) = 17.48, p <.001 como predictores de problemas de conducta; para los problemas emocionales en el primer paso de la ecuación entró la dimensión de comunicación como variable predictora F (1, 101) = 23.43, p <.001, en el segundo paso se agregó la autonomía F (2, 100) = 15.21, p <.001 y en el último paso se insertó el control psicológico F (3, 99) = 11.82, p <.001.

 

Discusión

El primer objetivo de este estudio fue determinar si existen diferencias significativas entre padres e hijos en prácticas parentales y problemas emocionales y conductuales de los hijos, los resultados mostraron que si existen diferencias significativas entre padres e hijos en los problemas emocionales y no en los problemas conductuales, pero no hubo diferencias entre las evaluaciones que hicieron las madres y los padres en ambos tipos de problemas. Estos resultados coinciden con los reportados por otros autores (Frank et al., 2000; Renk, 2008; van der Meer et al., 2008; Van Roy et al., 2010), quienes afirman que es probablemente más difícil para los padres evaluar experiencias más subjetivas relacionadas con los problemas emocionales de los hijos.

En cuanto a las prácticas parentales, sólo se encontraron diferencias significativas entre la percepción de niños y niñas y lo expresado por la madre, lo cual coincide en parte con los resultados de Gaylord et al. (2003) en lo que se refiere a que las madres se ven a sí mismas de manera más positiva que los hijos; sin embargo, en el caso de los varones, las madres expresaron mayor control psicológico, contrario a lo que se esperaría (Betancourt, 2006; Guion et al., 2009). En la comparación entre papás e hijos no se encontraron diferencias significativas, lo cual subraya la importancia de hacer análisis considerando el sexo del padre.

El segundo objetivo fue determinar el grado de acuerdo entre padres e hijos en prácticas parentales y problemas emocionales y conductuales de los hijos, los resultados mostraron que no hay correlaciones significativas entre lo que informan los hijos y los padres en problemas emocionales y conductuales, lo cual contradice lo que la literatura señala, ya que otros autores han encontrado correlaciones modestas que señalan algún grado de acuerdo entre informantes (Duhig et al., 2000; Frank et al., 2000; Grills & Ollendick, 2003; Hughes & Gullone, 2003; van der Meer et al., 2008). Por lo que se refiere a las correlaciones entre padres e hijos en las prácticas parentales, sólo se encontraron dos correlaciones significativas pero bajas entre la autonomía y el control psicológico que percibe el hijo varón y el que expresa su padre; en el caso de la madre y el hijo varón hubo una correlación negativa en control psicológico. En el caso de las niñas no hubo correlaciones significativas con lo expresado por ambos padres, tampoco hubo correlaciones significativas entre padres. Estos resultados contradicen los de Gaylord et al., (2003) quienes encontraron correlaciones más altas entre lo que expresaron el papá y la mamá en apoyo, control y disciplina, que lo que expresaron ambos padres y sus hijos, éste es uno de los pocos estudios que analizan la percepción del padre y de la madre, sin embargo no analiza el impacto diferencial en hijos e hijas.

El tercer objetivo fue comparar el nivel de predicción de las prácticas parentales en los problemas emocionales y conductuales de los hijos, desde la perspectiva de la madre, el padre y el hijo. Al respecto se encontró que los porcentajes de varianza explicados de los problemas emocionales y conductuales de los niños y las niñas, cuando ellos son los informantes, son mayores que cuando los informantes son la madre y el padre, resultados que apoyan el argumento de que la percepción de los niños y adolescentes es crítica al examinar los predictores potenciales de la conducta (Fletcher, Steinberg & Williams-Wheeler, 2004). La percepción del control psicológico materno y paterno contribuyen significativamente a los problemas conductuales en niños y a los emocionales en niñas; mientras que la falta de control conductual materno y el control psicológico paterno influyen en los problemas conductuales de las niñas, y la imposición y falta de autonomía de la madre y el control psicológico del padre en los problemas emocionales de los niños. Estos datos sugieren patrones diferenciales de la influencia de las prácticas del padre y de la madre en los niños y niñas, lo cual apunta a la necesidad de analizar las interacciones considerando el sexo del hijo y del padre, así como las prácticas de los padres hacia hijos e hijas.

En cuanto a los predictores de problemas emocionales y conductuales cuando la madre es la informante, los porcentajes de varianza explicados en general son bajos, excepto cuando se trata de los problemas conductuales en niños, en donde la falta de autonomía expresada por la madre es la única variable significativa. Cuando el padre es el informante, destacan los porcentajes de varianza explicados en los problemas emocionales y conductuales de las niñas, mientras que en los niños el porcentaje de varianza es menor. Estos datos confirman que las percepciones de los padres y de los hijos predicen diferentes medidas de ajuste de los hijos (Gaylord et al., 2003)

Una de las contribuciones más importantes de este estudio es el análisis de la influencia de los padres en los problemas de los hijos desde la perspectiva de diferentes informantes, lo cual si bien enriquece la investigación, también plantea otras interrogantes como: ¿quién es el mejor informante?, ¿cómo combinar las diferentes perspectivas?, ¿cómo determinar los mejores predictores? Como plantean Grills y Ollendick (2002), se requiere más investigación para determinar el rol que juegan diferentes variables que pueden estar asociadas a las discrepancias entre padres e hijos, como serían evaluar la deseabilidad social, conflictos en la familia y patología de los padres.

Una de las principales limitaciones de este estudio es su carácter transversal, pues un estudio longitudinal permitiría evaluar la bidireccionalidad entre las prácticas parentales y los problemas, además no se incluyeron otras variables que podrían estar afectando las discrepancias, por lo que se sugiere continuar la investigación con muestras más amplias e incluso incorporar muestras clínicas para tener mayor variabilidad en el tipo y severidad de problemas.

 

Referencias

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