Introducción
No obstante que el clima desértico de la zona norte de Chile ha preservado de manera única los objetos textiles presentes en los ajuares funerarios prehispánicos, gran parte de la información cultural que almacenan se ve mermada por las excavaciones ilegales de los sitios arqueológicos y el progresivo acopio de piezas descontextualizadas en los depósitos institucionales.
Al momento de estudiar estos textiles, arqueólogos y conservadores afrontan la problemática de trabajar, generalmente, con fragmentos. Para que los alcances analíticos sean significativos desde el punto de vista contextual y tecnológico, debe revisarse gran cantidad de ejemplares. Esa condicionante se ve limitada cuando el estado de conservación de los fragmentos no acepta su manipulación, o bien cuando, al obviar su condición en favor de los estudios, ésta genera el deterioro gradual de las piezas. En ambos escenarios, los fragmentos se vuelven inútiles para la arqueología, así como un problema para la conservación, ya que históricamente se han acumulado en gran cantidad en los depósitos, descontextualizados y en precarias condiciones de preservación.
Para optimizar, con un mínimo de deterioro agregado, el levantamiento tecnológico y sintomatológico de aquellos fragmentos se necesitaba un montaje que evitara su sobremanipulación, al tiempo que los visualizara de forma integral. Así se elaboró el marco-ventana, un solo soporte que articula las dinámicas de conservación y de investigación.
Cómo empezó
Como parte del programa de intervención patrimonial, el Laboratorio de Arqueología del Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR) de Chile estudia piezas textiles arqueológicas provenientes de los depósitos del Museo Regional de Antofagasta. Un total de 16 piezas se ha intervenido hasta la fecha, incluido el levantamiento tecnológico y sintomatológico de cada pieza, además de los estudios contextuales correspondientes. Estos tejidos, mayormente fragmentados, presentaban síntomas de alteraciones que afectaban, en distintos grados, su integridad estructural. Muchos se encuentran resecos, pulverulentos y con deformaciones. Además, presentan comúnmente adhesiones de sedimentos y productos orgánicos de descomposición, así como evidencias de biodeterioro.
Más allá de un refuerzo temporal para contener el deterioro progresivo de los fragmentos o de un embalaje estático para resguardarlos una vez estudiados e intervenidos, se necesitaba para la pieza un montaje que combinara los beneficios de la protección, la visibilidad y la accesibilidad.
El CNCR es referente en materia de conservación a escala nacional. Tiene la misión de promover y fomentar la investigación del patrimonio cultural de Chile. La creación de un montaje polivalente que cumpliera de manera eficaz y segura las necesidades planteadas apunta a una resignificación en la valoración de estas piezas. Amén del valor patrimonial que le corresponde, el montaje le asigna a los fragmentos textiles un nuevo papel potencial: el de participar en el desarrollo de una colección de referencia textil, la cual, compuesta por numerosos ejemplares de fragmentos en varios estados de conservación, serviría de banco de datos para el estudio y la consulta de textiles arqueológicos de Chile.
Requisitos técnicos del soporte
La presente propuesta de soporte incorpora los estándares mínimos de conservación preventiva identificados en torno de los fragmentos textiles arqueológicos (Comité Nacional de Conservación Textil 2002). Se consideran, además, las restricciones habituales que presentan las instituciones que albergan este tipo de colecciones y que condicionan su manejo integral: disponibilidad limitada de recursos humanos y económicos, gran volumen de piezas que se han de gestionar, infraestructuras y depósitos variables.
En esta línea, las consideraciones básicas que se abordaron al momento de seleccionar, diseñar y confeccionar el marco-ventana fueron las siguientes:
El diseño debe ajustarse a las características formales y materiales, así como al estado de conservación de las piezas textiles.
Debe ser apropiado tanto para el almacenamiento de la pieza como para su segura manipulación y fácil accesibilidad durante monitoreos, reubicaciones, limpiezas periódicas, investigaciones, etcétera.
Debe presentar una “ventana” en ambas caras para la visualización de las piezas, facilitando las actividades antes mencionadas.
Tiene que fabricarse con materiales económicos y de fácil accesibilidad, que cumplan con las normas de conservación de textiles.
Debe ser fácil de reproducir en las instituciones afines.
Ha de favorecer un mejor rendimiento dentro de un depósito: espacio, orden y desplazamiento dentro de éste.
El montaje puede ser fijo, sin que sea permanente.
Breve reflexión sobre los sistemas disponibles
Las instituciones públicas y las empresas privadas utilizan una variedad de embalajes y montajes para los textiles, mayormente para los históricos y etnográficos. Sus características se ajustan a las infraestructuras disponibles y a la función que deben cumplir: resguardar o exhibir la pieza.
Los textiles que están en buenas condiciones y limpios se almacenan, por lo general, de forma extendida, en cajas, enrollados o colgados (cfr.ReCollections 2004; Comité Nacional de Conservación Textil 2002), elección que variará de acuerdo con el tamaño, espesor, textura y estado de conservación de aquéllos. No obstante, “la forma extendida resulta ideal para la mayoría de ellos, porque los textiles quedan totalmente apoyados y sus fibras se liberan de la tensión de soportar su propio peso” (CCI Notes 2008: 1): es la forma que resulta más apropiada para resguardar la mayoría de los textiles arqueológicos. Los modelos utilizados son similares entre ellos: emplean un soporte rígido o semirrígido como base, el cual puede estar forrado. La pieza se deposita o se fija al soporte para limitar su movimiento. El material en contacto directo con la pieza sirve tanto de capa aislante con su entorno como para separar piezas en superposición o dar adherencia al fragmento. Con este fin, se utiliza material de archivos, tela descrudada lavada, crepelina de seda, malla de nailon o telas especializadas, como Tetex®, Tyvek® o Vilene® (telas sin tejer) (Boersma et al. 2007). Otra solución proporciona una barrera física adicional contra el ambiente y la manipulación directa (CCI Notes 2010): es el sistema de enmarcado, que ocupa una cubierta de material translúcido sólido (vidrio o acrílico). La pieza se inmoviliza en un soporte rígido por medio de puntadas de hilos o mediante un sistema a presión (pressure-mount) (Bayer 2016; Kajitani y Phipps 2011 [1986]), lo que deja a la vista una o ambas caras.
Para los fragmentos de textiles arqueológicos existen, asimismo, ejemplos. Lucero y Díaz (2015) utilizan un sistema de montaje con soporte de cartulina y fijaciones de Mylar®. National Park Services (2001) y Boersma et al. (2007) mencionan, por su parte, sistemas permanentes construidos a modo de portafolios elaborados en cartulinas de enmarcar con ventanas. El primero propone un montaje con una base, una capa intermedia con ventana, que actúa como espaciador entre el objeto y la tapa, y, esta última, con ventana de Stabilex®, que permite no sólo la identificación del objeto sino, además, su protección contra el polvo. Boersma et al. (2007) describen un soporte con cubierta, doble marco que encierra el fragmento textil con ventanas de tela de conservación semitransparente y contraportada.
Desventajas identificadas
No se encontró un montaje que, sin generar alteraciones, reuniera las características funcionales esenciales que se requieren para el manejo integral de los fragmentos de textiles arqueológicos, a saber: protección, visibilidad, accesibilidad y manipulación.
El estado de conservación que presentan los fragmentos textiles en estudio no permite su fijación a un soporte rígido. La presencia de adhesiones orgánicas imposibilita el uso de cualquier tipo de sistema enmarcado, que generaría microclimas, menos aún si se utiliza presión para sujetarlos.
Por su parte, la presencia de un soporte no “translúcido” obstaculiza la visión de una o ambas caras de la pieza.
Por razón de que la cantidad de ejemplares por resguardar es elevada, los ejemplos presentados, muy elaborados, implican un alto costo de reproducción (económico y de tiempo) y un almacenamiento ineficiente.
Tipo de materiales utilizados
Los materiales e insumos elegidos cumplen con ciertos requisitos, como neutralidad, estabilidad, resistencia a la manipulación y seguridad tanto para el objeto como para el personal que ejecuta el trabajo. Se descartaron aquellos no translúcidos o no apropiados para usarse en contacto directo con los textiles. El rechazo se asentó en los estudios publicados sobre ensayos de materiales utilizados en conservación (AIC Wiki 2017a, 2017b y 2017c; Araya e Icaza 2016; Espinoza y Araya 2000, entre otros). El vidrio, la hoja de acrílico (p. ej., Plexiglas®) y la película de poliéster (p. ej., Melinex™ o Mylar®), aunque transparentes, se excluyeron por no dejar “respirar” al textil.
En vista de estas restricciones, y pensando en la disponibilidad y el precio asequible a escala nacional, se eligieron los productos adecuados para la elaboración del marco-ventana (Figura 1).
El diseño del marco-ventana
El marco-ventana consiste en un doble marco biselado1 de cartón gris neutro2 y ventanas de tul tensado3 (Figura 2). El fragmento textil se introduce entre ambos marcos, los cuales se mantienen unidos a través de láminas magnéticas flexibles4 (Figura 3). Dos pestañas se extienden desde el borde superior del marco para facilitar su eventual apertura (Figura 4). Una carpeta de conservación, fabricada en cartulina libre de ácido, con cierre magnético, provee el resguardo final para cada marco-ventana (Figuras 5 y 6). Un marcaje indirecto, elaborado en cartulina libre de ácido, se fija a la pieza con un hilo transparente de nailon, identificando cada pieza con su número de inventario (y nombre de sitio, cuando se conoce). Éste, y la información adicional existente, se exponen sobre el marco y la carpeta de conservación. La elección de rotular sobre cartulina, en vez de hacerlo sobre tela, corresponde a un deseo de estandarizar el montaje. La utilización de nailon transparente otorga una lectura sin interferencia.

Figura 2 Diseño del marco-ventana; corte transversal del montaje donde se visualizan los distintos materiales utilizados para su elaboración (Dibujo: Christine Perrier, 2017; fotografía: Lorena Ormeño, 2016; cortesía: Centro Nacional de Conservación y Restauración [CNCR], Chile).

Figura 3 Textil en el marco-ventana. Se cierra mediante imanes flexibles (Fotografía: Trinidad Pérez, 2017; cortesía: Centro Nacional de Conservación y Restauración [CNCR], Chile)

Figura 4 Detalles de las pestañas de apertura (Fotografía: Trinidad Pérez, 2017; cortesía: Centro Nacional de Conservación y Restauración [CNCR], Chile).

Figuras 5 y 6. Carpeta de conservación en cartulina libre de ácido. Anverso con la información de referencia en su cara superior y borde. Reverso con el cierre magnético y vista parcial de la pieza (Fotografías: Lorena Ormeño, 2016; cortesía: Centro Nacional de Conservación y Restauración [CNCR], Chile).
El tul aporta translucidez, flexibilidad, aeración y estabilidad estructural, gracias a la ligera adherencia mecánica al textil que le confiere su tejido de hilados entrecruzados en forma de red (Figura 7). Su color individualizado revela información tecnológica, morfológica, iconográfica y sintomatológica por anverso y reverso sin necesidad de remover el marco-ventana (Figura 8).

Figura 7 Visibilidad de una pieza textil en su montaje. Fragmento de talega, núm. de inventario 4458 (07), Quillagua 2, Museo Regional de Antofagasta (Fotografía: Lorena Ormeño, 2016; cortesía: Centro Nacional de Conservación y Restauración [CNCR], Chile).

Figura 8 Detalles de un fragmento a través de un cuentahílos. Parte de la malla del tul es destacada en amarillo, núm. de inventario 4446, sitio desconocido, Museo Regional de Antofagasta (Fotografía: Felipe de la Calle, 2016; cortesía: Centro Nacional de Conservación y Restauración [CNCR], Chile).
El marco-ventana es cuadrado o rectangular; esta última versión es más resistente a la deformación cuando alberga piezas de mayores dimensiones. La anchura del marco varía entre 2, 3 y 4 cm, según las características de las piezas que se han de resguardar.5
Idealmente, el textil se posiciona superponiendo sus ejes estructurales a los del marco para facilitar su lectura global, dejando una distancia de 1 a 2 cm entre el margen interno del montaje y el fragmento. De existir otros fragmentos asociados, se incorporan al mismo montaje, sueltos o insertados en un sobre de tul común.
Ventajas del marco-ventana
El mayor aporte del marco-ventana es su multifuncionalidad: logra salvaguardar la integridad material y visual del textil; facilita su resguardo (Figuras 9 y 10); otorga accesibilidad y una manipulación indirecta segura en diferentes contextos de trabajo (Figuras 11 y 12), y permite su utilización en exhibición sin tener que recurrir a otra plataforma.

Figuras 9 y 10. Distribución de los embalajes textiles en depósitos: estantería modular y planera (Fotografías: Lorena Ormeño, 2016; cortesía: Centro Nacional de Conservación y Restauración [CNCR], Chile).

Figuras 11 y 12. Visibilidad integral del fragmento y manipulación segura, actividad de conservación preventiva facilitada por el montaje (Fotografías: Trinidad Pérez, 2017; cortesía: Centro Nacional de Conservación y Restauración [CNCR], Chile).
Otras ventajas de orden técnico se vinculan con el sencillo diseño del marco-ventana y los materiales que lo constituyen: es fácil de reproducir; emplea materiales económicos y de gran accesibilidad; el cierre magnético permite abrir y cerrar el montaje sin perjudicarlo, y no es propenso a crear microclimas por la presencia de tul, gracias a cuya textura cumple la doble función de aeración e inmovilización de la pieza, eliminando así la necesidad de una fijación permanente.
Desventajas
Entre las desventajas del marco-ventana es que no considera los fragmentos de gran tamaño, gruesos, pesados, irregulares o tridimensionales. En estos casos, el tul extendido en ambos marcos no logra la tensión adecuada para adherirse a la mayor superficie del fragmento en ambos lados; el soporte se deforma y la pieza se mueve. En piezas de más de 44 cm el centro del soporte necesita un refuerzo rígido para no deformarse durante la manipulación.6 Se puede considerar también una ventana con travesaño para dar más rigidez al marco. Los objetos con volumen deberán guardarse en cajas tradicionales.
Se desconoce el efecto a largo plazo de los imanes flexibles. En los montajes para exhibiciones, se emplean aquellos compuestos de elementos de tierras raras (Spicer 2016).
Algunos tules, sometidos a tensiones, se deforman de manera plástica y no inmovilizan adecuadamente la pieza. La buena elección del tul es vital para la respuesta eficaz del soporte. Su densidad y su diseño estructural dependerán del tipo de tejido utilizado para su elaboración. Se encuentran tules de fibras naturales, sintéticas o una mezcla. En este REPORTE se utilizó un tul sintético de malla fina en forma de rombos, que presenta mayor resistencia a la deformación en su etapa de montaje al marco.
Conclusiones
El marco-ventana cumple eficazmente varias funciones: proporciona una solución viable para el manejo integral de los fragmentos textiles en depósitos institucionales, facilita la investigación, al resolver los problemas de accesibilidad y visibilidad a la pieza, y replantea la valorización de textiles descontextualizados y vulnerables. Por otro lado, aporta una solución lógica para la preservación y la puesta en valor de estos objetos ya presentes en los depósitos, que son fuente potencial de conocimiento.
El uso sistemático del marco-ventana establecerá un precedente: construir la base concreta sobre la cual se hará posible la reorganización en los depósitos de bienes culturales textiles, y, por ende, el establecimiento de la primera colección de referencia de fragmentos textiles arqueológicos del país. Con ésta, se proveerá un acceso a considerables ejemplares textiles, lo que favorecerá su consulta para el estudio, la comparación entre piezas y la autentificación de objetos patrimoniales.
El marco-ventana está en su segunda etapa de desarrollo. Se necesitan más estudios y monitoreos para comprobar la neutralidad, a largo plazo, de ciertos materiales utilizados en su elaboración. Además, se evaluarán algunas alternativas para el manejo de fragmentos de tamaños grandes o con relieve.