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Revista mexicana de ciencias forestales

versión impresa ISSN 2007-1132

Rev. mex. de cienc. forestales vol.1 no.2 México jul./dic. 2010

 

Ensayo

 

Árboles longevos de México

 

Ancient trees of Mexico

 

José Villanueva Díaz1, Julián Cerano Paredes1, D. W. Stahle2, Vicenta Constante García1, Lorenzo Vázquez Salem3, Juan Estrada Ávalos1 y Juan de Dios Benavides Solorio4

 

1 Centro Nacional de Investigación Disciplinaria-Relación Agua, Suelo, Planta, Atmósfera (CENID-RASPA), INIFAP. Correo- e: villanueva.jose@inifap.gob.mx.

2 Departamento de Geografía, Universidad de Arkansas.

3 Instituto de Geografía, UNAM.

4 Campo Experimental Los Colomos, Centro de Investigación Regional Pacífico Centro (CIRPAC), INIPAF.

 

Fecha de recepción: 11 de noviembre de 2010.
Fecha de aceptación: 20 de diciembre de 2010.

 

Resumen

La superficie de ecosistemas vírgenes en México es casi inexistente, no obstante, árboles longevos en bosques de coníferas son factibles de ubicar en sitios remotos y escarpados de difícil acceso, situación que ha permitido conocer sus características fenotípicas. Una de las coníferas más antiguas en bosques mixtos de las Sierras Madre Occidental, Oriental y Eje Neovolcánico es Pseudotusga menziesii , que en algunos sitios, particularmente de la primera cadena montañosa, logran edades mayores a 600 años al igual que Pinus hartwegii y son de gran valía para estudios paleoclimáticos; otros como Pinus cembroides , Pinus pinceana , Pinus culminicola y Pinus lumholtzii , que habitan sitios más secos, alcanzan edades de 300 años o más. Taxodium mucronatum , propio de comunidades riparias, es la especie más longeva en México e individuos milenarios se han ubicado en bosques de galería de los estados de San Luis Potosí, Durango y Querétaro. Ejemplares de este tipo también se les encuentra en ecosistemas áridos y tropicales que aun no han sido estudiados. Algunos árboles añejos han estado ligados con hechos históricos relacionados con la Guerra de Independencia y la Revolución Mexicana, situación que les confiere gran importancia para su conservación. La ubicación de organismos de mucha edad es primordial y constituye un elemento adicional para fundamentar acciones de protección, restauración de ecosistemas degradados, formulación de proyectos ecoturísticos y conservación de la biodiversidad.

Palabras clave: Ahuehuete, árboles longevos, bosques de galería, conservación, ecosistemas, ecoturismo.

 

Abstract

Relict old growth forests in Mexico have almost disappeared, however old trees in mixed conifer forests are still present in remote mountain ranges which has allowed to determine their dominant phenotypes. A conifer species that lives for many years is Pseudotsuga menziesii thriving in the Western and Eastern Sierras Madre and the Eje Neovolcanico can surpass 600 years of age. This species is highly sensitive to climate and is frequently used for paleoclimatic studies. Other conifer species like Pinus cembroides , Pinus pinceana , Pinus culminicola , and Pinus lumholtzii growing in drier conditions reach ages over 300 years, but Pinus hartwegii an alpine species in the Mexican volcanoes can live over 600 years. Taxodium mucronatum , a riparian species, reaches the oldest age in Mexico and specimens over a thousand years old have been found in riparian ecosystems of the states of San Luis Potosi, Durango and Queretaro. On the other hand, tropical and semiarid ecosystems have not been fully studied for ancient trees. Some old specimens have been linked to historical events such as the Independence War and the Mexican Revolution situation that may contribute to their conservation. The location of old growth species provides additional knowledge to justify actions for the protection and restoration of degraded ecosystems, development of ecotourism projects and to protect biodiversity.

Key words: Baldcypress, old growth trees, riparian forests, conservation, ecosystems, ecotourism.

 

INTRODUCCIÓN

Uno de las patrimonios más importantes de un país se centra en sus recursos naturales, y México se puede preciar de poseer una de las diversidades biológicas más importantes del planeta (Rzedowski, 1978). Esta riqueza, sin embargo, en las últimas décadas ha venido en franco deterioro a consecuencia de un proceso acelerado de deforestación, del aprovechamiento deficiente de los recursos forestales, el sobrepastoreo y a cambios intensivos de uso del suelo (CONAFOR, 2008). Los bosques vírgenes de pino-encino que en la década de 1950 el hábitat del carpintero imperial ( Campephilus imperialis Gould), ahora desaparecido y de otra fauna endémica, ya para finales de la década de 1990 representaban menos del uno por ciento de la vegetación original (Lammertink et al ., 1997) y en la actualidad prácticamente son inexistentes, a excepción de pequeños rodales muy dispersos que por su ubicación en cañadas o sitios escarpados e inaccesibles de áreas montañosas no han sido explotados y que todavía son el ambiente donde se desarrolla la guacamaya serrana ( Rhynchopsitta pachyrhyncha Swainson); así como, de otros taxa endémicos. Estos relictos de bosques viejos han permitido conocer la esperanza de vida de las especies que los conforman y la fisonomía que caracteriza a los individuos longevos (Villanueva-Díaz et al ., 2006a).

La destrucción de ecosistemas con especímenes centenarios, no sólo origina la desaparición de ellos, sino que afecta las relaciones existentes entre dichos organismos y otros factores bióticos y abióticos con los cuales han establecido, a través de los siglos una estabilidad ecológica. También constituye una pérdida de biodiversidad y de germoplasma de individuos adaptados a condiciones ecológicas estresantes; fuente de alimentos, ingredientes activos medicinales e industriales y de información paleoclimática no disponible aun en los registros instrumentales de mayor extensión y calidad, actualmente conocidos.

Un país como México, de reconocimiento internacional por su biodiversidad, requiere de estudios específicos que indiquen la ubicación precisa de ecosistemas con ejemplares centenarios y milenarios, de tal suerte, que sea factible conservarlos y aprovechar la riqueza que en términos de servicios ambientales (captura de carbono, producción de agua, fauna silvestre, ecología del paisaje, ecoturismo, etc.) y paleoclimáticos son capaces de proporcionar. Los esfuerzos que se han hecho en el territorio nacional para localizar árboles añejos son esporádicos, incipientes, y se fundamentan en la importancia que tienen dichos ejemplares por su tamaño, relación con algún hecho histórico, religioso o sentimental que los liga al establecimiento de un asentamiento humano, entre otros aspectos (Vargas, 1997).

El objetivo de este ensayo es realizar una breve descripción de las especies, su situación y características fenotípicas de algunos de los especímenes arbóreos centenarios y milenarios que todavía existen en el país, que constituya una pequeña contribución al conocimiento de dichos organismos, como parte de los festejos del Bicentenario de México.

Características fenotípicas de especímenes viejos

Existe la creencia generalizada de que los árboles viejos son aquellos individuos vigorosos, de follaje exuberante y de dimensiones colosales que crecen en suelos profundos, fértiles y con una provisión adecuada de humedad, lo cual es erróneo. Su hábitat es completamente distinto, es decir, crecen en suelos someros, escarpados, de escasa fertilidad, muchas veces situados en sitios con vientos frecuentes e intensos y dependientes del agua que se almacena en el perfil del suelo antes o durante la estación de crecimiento, lo cual implica que no tienen aportación de agua de las áreas aledañas y sobreviven únicamente con el suministro de la lluvia.

Aunque cada especie exhibe características fenotípicas muy peculiares de añejamiento inherentes a su genotipo y a la influencia de factores externos, como los climáticos y la competencia inter e intraespecífica, ciertas particularidades morfológicas parecieran ser comunes entre la mayoría de los árboles longevos algunas de ellas son que el tallo y las ramas principales se tuercen longitudinalmente, la madera exhibe grano espiralado, la copa es aplanada y de reducida superficie debido a la muerte de los extremos superiores de las ramas terminales, las principales son escasas y colgantes, la corteza es delgada y pareciera que hubiera desprendimiento de la misma; en algunas especies y en las coníferas se observa descortezamiento, cambio en su coloración que en muchos taxa se torna rojizo y en algunos otros gris o blancuzco, como es el caso del ahuehuete. Se observan pudriciones o ahuecamientos en el tronco principal y en ocasiones sirve de sustrato para el desarrollo de líquenes, orquídeas, cactáceas, mohos, plantas parásitas, panales de abejas, etc. También es común la exposición de raíces secundarias o del cuello de la raíz principal y por otra parte el tamaño del árbol y su diámetro de fuste es mayor con relación a otros individuos que crecen en condiciones ecológicas similares (Stahle, 1996; Villanueva-Díaz et al ., 2006b) (Figura 1). Así mismo, hay que considerar que los ejemplares viejos, particularmente de coníferas, se ubican en rodales donde no ha existido aprovechamiento o este ha sido muy reducido.

Estimación de la edad

El conocimiento de la edad de un árbol sólo se puede determinar en plantaciones, cuando se conoce la fecha exacta de su siembra y establecimiento en campo. Uno de los procedimientos más comunes para estimarla en especies que producen crecimientos anuales, como es el caso de las coníferas y algunas latifolidas caducifolias, es mediante la obtención de secciones transversales o extracción de núcleos de crecimiento (virutas, incrementos) con un taladro de Pressler y la aplicación de técnicas dendrocronológicas (Stokes y Smiley, 1968) (Figura 2). El cálculo de la edad de un espécimen se realiza con base en el número de anillos contenido en la sección, núcleo de crecimiento o viruta extraída con el taladro a la altura del pecho (1.3 a 1.5 m), más la adición de años faltantes para aquellas secciones que no incluyen el centro del árbol (Applequist, 1958). Para estimar la cantidad de anillos faltantes se cuentan los existentes en los primeros 10 cm de la parte interna de la muestra (opuesta a la corteza). Con este dato y el valor del radio de cada ejemplar arbóreo, se realiza una extrapolación para calcular los años correspondientes a esa sección; así mismo, se adiciona cierto número de años (previamente estimados en brinzales o plantas jóvenes con menos de 1.50 m de altura), que es el tiempo promedio que requieren para tener la altura de muestreo. La edad estimada total del árbol se expresa mediante el siguiente enunciado:

Donde:

Eta = Edad total del árbol (años)

Ni = Número total de anillos en la sección de crecimiento o viruta obtenida con el taladro de Pressler

Nf = Número de anillos en la sección faltante (extrapolación y método Applequist)

Na = Número de años que requiere el árbol para alcanzar la altura de muestreo (Sección del fuste donde se obtuvo la viruta).

Valor que puede fluctuar de 5 ó más años, en función de las condiciones del sitio en el que crece la planta y de la competencia intraespecífica o interespecífica (Villanueva et al . 2003a).

Algunos investigadores han utilizado métodos matemáticos para calcular la edad de árboles, cuyo principio es ajustar una curva de crecimiento o tasa de crecimiento a una secuencia de mediciones de un individuo o grupo de ellos, de tal manera que la edad se utilice posteriormente como variable dependiente.

El fechamiento de árboles sin la formación de anillos de crecimiento anual es un proceso difícil, que consiste en medir la tasa de incremento anual y hacer una estimación final con base en el tamaño del fuste o de la altura. Una desventaja de este procedimiento es que las especies arboreas no crecen a una tasa anual uniforme, en particular, cuando el árbol alcanza su madurez y tiene que desarrollar una mayor área foliar y un diámetro de fuste cada vez más grande, de ahí que el método conduzca a serios errores y por ello se considere como una aproximación o un procedimiento estimativo de la edad de un árbol, aunque puede ser de gran validéz para ciertos taxa de lento crecimiento.

Una alternativa es el análisis químico de isótopos y específicamente el uso de carbono 14, técnica que ha dado buenos resultados con especies tropicales que se desarrollan en condiciones con poca diferenciación climática entre estaciones.

Este procedimiento tiene las limitantes de que es muy tardado, costoso y confiable sólo cuando el contendio de carbón en el centro del ejemplar ha permanecido estable, es decir, que el corazón o centro del árbol no presente pudriciones o ataque de barrenadores u otro tipo de plagas y enfermedades que provocan desplazamiento de tejido y alteraciones en la composición química inicial de la madera.

Especies arbóreas longevas en bosques mixtos de coníferas

Los especímenes centenarios o milenarios están confinados a lugares de difícil acceso; se llegan a localizar en terrenos ejidales de sitios remotos, áreas naturales protegidas y en asentamientos urbanos o rurales, así como en predios particulares donde los ejemplares han sido conservados porque tienen algún valor sentimental que los liga con sus propietarios o con la misma comunidad. Parte del proceso metodológico en el presente trabajo se fundamentó en estudios que describen la situación geográfica y estado actual de los bosques de coníferas y en investigaciones botánicas y ecológicas que indican la distribución de aquellas especies que por su naturaleza alcanzan largos períodos de vida. En la ubicación del arbolado longevo, también se consideró el conocimiento que sobre el particular tenían los ejidatarios, comuneros y prestadores de servicios técnicos forestales. Además se hicieron recorridos exploratorios para verificar la existencia de este tipo de arbolado en los lugares sugeridos y para proceder a la toma de núcleos de crecimiento o virutas, secciones transversales, muestras botánicas, de germoplasma (cuando existía), así como para la medición de variables morfológicas (altura, diámetro normal) y para hacer la descripción fisiográfica del sitio (tipo de suelo, especies asociadas, etc.).

Para propósitos de estimación de la edad, se extrajeron al menos dos núcleos de crecimiento o virutas, con taladros de Pressler de varias dimensiones y en función del tamaño del árbol se utilizaron taladros desde 14 hasta 28" de longitud (35.5 a 71 cm), de tal manera que fuera factible obtener el radio más grande e inclusive que la mayoría de las muestras incluyeran el centro del árbol. La determinación de años se llevó a cabo mediante el uso de técnicas dendrocronológicas estándar (Fritts, 1976). Los núcleos de crecimiento procesados, fechados e identificados permanecen almacenados en el Laboratorio de Dendrocronología del Centro Nacional de Investigación Disciplinaria- Relación Agua, Suelo, Planta, Atmósfera del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (CENID-RASPA, INIFAP), en Gómez Palacio, Durango.

El principal énfasis en la localización de ecosistemas y especímenes añejos se ha realizado en el bosque mixto de coníferas con la presencia de Pseudotsuga menziesii (Mirb.) Franco (Douglas-fir), también conocida por sus nombres locales: ayarín, cahuite, palocote, pinabete o abeto de Douglas. Este taxón es muy sensible a los cambios climáticos y su intervalo latitudinal de distribución cubre al menos 38º en el hemisferio norte (Hermann y Lavender, 1990). En México la especie crece en poblaciones aisladas de dicho tipo de vegetación en micrositios húmedos y fríos de las Sierras Madre Occidental y Oriental, Eje Neovolcánico y Sierra Madre del Sur (Martínez, 1963). La localidad más al sur con presencia de P. menziesii se sitúa en la Sierra Santa Catarina Ixtepeji, Oaxaca, aunque existe la posibilidad de que se le pudiera ubicar en rodales más australes del estado (Acevedo-Rodríguez, 1998). Los anillos de crecimiento anual de P. menziesii tienen dos bandas bien diferenciadas, una conocida como madera temprana o de primavera que se caracteriza por poseer células relativamente grandes, blanquecinas con pared celular delgada y grandes vacuolas. Otra que se conoce como madera tardía o de verano, que está constituida por células más pequeñas, de pared lignificada y de mayor densidad, lo cual le confiere una coloración obscura; el anillo total integra tanto a la madera temprana como a la tardía. Cada banda de crecimiento está influenciada por las condiciones climáticas que prevalecen durante su formación; así la madera temprana, responde a la precipitación estacional invierno-primavera y al efecto de la fase cálida del Niño Oscilación del Sur, mientras que la tardía a la precipitación de verano y al impacto del fenómeno del Monzón de Norteamérica (Cleaveland, 1986; Stahle et al ., 2000, Villanueva-Díaz et al ., 2009).

Figura 3

La edad dominante de los especímenes de Pseudotsuga muestreados fluctuó entre 150 y 300 años y sólo en cuatro sitios (El Cócono, Chiqueros y Cerro Barajas, del municipio de Guanaceví, Durango y Bisaloachi, Chihuahua) ubicados en los límites de los estados de Durango y Chihuahua se identificaron individuos vivos con edades de 550 hasta 600 años, que posiblemente sea la edad máxima potencial que logre la especie en México, ya que a esa edad los árboles lucen con poco vigor, con presencia de ahuecamientos y pudriciones en el fuste principal, corteza espesa con resina y con daños provocados por descargas eléctricas, incendios y por barrenadores, muérdago y otro tipo de plagas que acortan su esperanza de vida (Figura 4). Gran parte del arbolado viejo se localiza en algunos municipios de Guanaceví, Durango y El Vergel Chihuahua. Dichos ejemplares, en la última década han sido afectados por barrenadores y se han removido del bosque para evitar la propagación de la plaga y para darle algún uso a su madera.

En la Sierra Madre Oriental, los rodales de bosque mixto con árboles maduros de Pseudotsuga no sobrepasan los 350 años de edad. En sitios como Peña Nevada, al sur de Nuevo León, se observa la presencia de tocones correspondientes a individuos que alcanzaron hasta 500 años de edad, antes de su aprovechamiento, aunque en general es notable el predominio de ejemplares con menos de 300 años de edad, como es el caso de diversos rodales en la Sierra de Arteaga (La Viga, El Coahuilón, El Morro, Pilares, Los Lirios), Sitio El Penitente en la Sierra de Zapalinamé, Sierra de la Madera, Cuatrociénegas, Maderas del Carmen, Coahuila y Cerro Potosí, Nuevo León.

Para el Eje Neovolcánico y otros macizos montañosos del centro y sur de México, la edad de Pseudotsuga en algunos rodales de bosque mixto, tales como: Cuauhtémoc La Fragua, Guadalupe Victoria y Cañada de Tepizila, Puebla; Terrenate, La Caldera, Barranca de la Calavera, Municipio de Emiliano Zapata, Tlaxcala; Pinal de Amoles, Querétaro; Huayacocotla, Veracruz y Santa Catarina Ixtepeji, Oaxaca tienen menos de 450 años, posiblemente debido a la presencia de condiciones más favorables para su desarrollo, que a cierta edad del arbolado favorece pudriciones y con ello su debilitamiento y la muerte. Además están más sujetos a disturbios antrópicos como incendios intencionales y daños al fuste principal para la obtención de resina y para tejamanil (Figura 4).

En la Sierra Madre Occidental el pino triste ( Pinus lumholtzii B. L. Rob. & Fernald) que se distribuye en altitudes de 2,100 a 2,600 m es una de las coníferas más adaptadas a colonizar sitios con afloramiento de roca madre, alta pedregosidad y suelo de reacción ácida. Esta especie se localiza en localidades de Chihuahua, Durango, Jalisco, Aguascalientes, entre otros estados, en donde puede superar los 300 años de edad, por lo que es una de las coníferas más longevas de los bosques mixtos (Figura 5).

Un recorrido exploratorio por la Sierra San Pedro Mártir al sur de Ensenada, Baja California, permitió identificar una serie de especies longevas, entre ellas el pino de azúcar ( Pinus lambertiana Douglas), pino de Jeffrey ( Pinus jeffryi Balf.) y el oyamel ( Abies concolor (Gordon) Lindley ex Hildebrand) (Figura 6). Algunos de los ejemplares, particularmente los de pino azúcar, cuentan más de 600 años de edad. Afortunadamente, la Sierra San Pedro Mártir es un parque nacional y como tal está sujeto a conservación, de tal manera que se asegura la permanencia de estos árboles centenarios

Otras coníferas longevas que sobrepasan los 400 años de edad son especies que habitan los límites bajos altitudinales de las serranías o piamontes, aunque también se localizan en zonas más altas (>2,300 m) con exposiciones sur o sureste, cuyas condiciones de insolación son mayores y tienen una elevada evaporación potencial. Uno de estos taxa es el pino piñonero ( Pinus cembroides Zucc.) del cual se han analizado individuos con una edad superior a los 400 años procedentes del ejido Cuauhtémoc, en el área natural protegida "Zapalinamé" (Constante et al ., 2009). Individuos de este tipo también se han observado en Sierra de Parras y Sierra de Jimulco, Coahuila; otros sitios de muestreo con dominancia de arbolado de menos de 200 años de edad han sido ubicados en Santiago Papasquiro y Sierra de Órganos, Durango; así como en rodales de los estados de Nuevo León, Guanajuato y Tlaxcala (Figura 7).

El pino piñonero en México es abundante en los bosques de pino-encino o bien forma masas puras, por lo que no se descarta la posibilidad de que existan lugares con individuos que superen los 500 años de edad. El pino piñonero es un elemento que promueve la biodiversidad de los bosques de pino-encino, ya que su fruto (piñón) constituye el alimento principal de algunas especies de fauna silvestre, y su nuez se utiliza para consumo humano directo o para su venta, así mismo se obtiene leña, forraje y otros productos no maderables para los habitantes de las comunidades rurales que hacen uso de este ecosistema. El corte de ramas para leña y calado del tronco principal para la extracción de ocote disminuye el período de vida, pues acelera la entrada de patógenos y propicia pudriciones.

El pino llorón o pinceana ( Pinus pinceana Gordon) es un taxón de climas secos, que se asocia al pino piñonero en varios rodales de la Sierra Madre Oriental. Se distribuye de Coahuila hasta el centro de Hidalgo (Santillán-Hernández et al ., 2010). Desde el punto de vista climático es muy sensible, de lento crecimiento y puede superar los 300 años de vida. Ejemplares longevos se han ubicado en diversos sitios de Coahuila y Zacatecas (Figura 8). Es importante la realización de un estudio más completo de la estructura de sus poblaciones para determinar el potencial de su longevidad.

El piñón de octubre, pino rastrero o pino enano del potosí ( Pinus culminicola Andresen et Beaman) es endémico de Coahuila y Nuevo León, habita sitios con altitudes de 3,000 a 3,700 m y suelos muy rocosos, someros y de baja fertilidad, en rodales de bosques mixtos de la Sierra Madre Oriental. En la Sierra de Arteaga, Coahuila y Cerro Potosí, Nuevo León se asocia a Pinus rudis Endl., Pinus ayacahuite Enrenb. & Schltdl. y Pseudotsuga menziesii . La especie tiene un comportamiento arbustivo y alcanza alturas de 5 m, con un tallo de 15 a 25 cm de diámetro (Riskind y Patterson, 1975). Posee tallos múltiples o ramas muy bajas y con frecuencia integra un dosel continuo de individuos que se extiende por varios cientos de metros y con un ancho variable (5 a 20 m), principalmente en la cumbre de dichas montañas, donde hay presencia de viento. En la NOM-059- SEMARNAT 2001 se le considera como especie que requiere protección especial (SEMARNAT, 2002). Individuos con edades superiores a 225 años se desarrollan en La Viga, Sierra de Arteaga, Coahuila y Cerro Potosí, Nuevo León (Figura 9).

El pino de altura ( Pinus hartwegii Lindl.) es la especie arbórea propia de las grandes altitudes o límite de la distribución alpina, en volcanes y áreas montañosas que superan los 3,000 msnm, principalmente en el centro de México. En estos lugares, los suelos en general son de origen volcánico y poco desarrollados. No obstante, árboles con más de 400 años se han detectado en el Nevado de Colima (Biondi, 2001), Cofre del Perote y Pico de Orizaba, Veracruz. Sitios adicionales se han muestreado en el Iztaccíhuatl, Popocatépetl, Malintzi y Nevado de Toluca. En Cerro Potosí, Nuevo León se localizaron ejemplares con más de 600 años de edad y con seguridad son los más longevos conocidos de dicho taxón (Figura 10).

La presión social que ejercen los asentamientos humanos en el centro de México por aprovechar los rodales viejos es enorme, por lo que muchos árboles, especialmente los más longevos, son talados de manera clandestina e indiscriminada, lo que pone en riesgo la existencia de estos relictos centenarios llenos de información climática, geomorfológica, de procesos erosivos y ecológicos, entre otros aspectos.

Sin duda alguna una de las especie más interesantes dentro del territorio nacional por su larga vida y belleza escénica es el sabino o ahuehuete ( Taxodium mucronatum Ten.). Son los árboles más corpulentos y longevos que existen en el país. La palabra ahuehuete procede del Náhuatl, atl que significa agua y juegue , viejo o abuelo o viejo del agua. Se considera el árbol nacional de México (Luque, 1921). Se distribuye prácticamente en todo el país, siempre y cuando exista una fuente permanente o semipermanente de agua o en su defecto un manto freático muy superficial, de ahí que se localice en riveras de ríos, manantiales, o en humedales prácticamente en todas las entidades federativas, excepto en las penínsulas de Baja California y de Yucatán (Martínez, 1963).

Los ahuehuetes han estado íntimamente ligados a la historia mexicana y algunos ejemplares se relacionan con hechos muy particulares, caso concreto es el "Árbol de la Noche Triste", donde según la crónica Hernán Cortés "El Conquistador", se sentó a llorar después de que su ejército había sido devastado a manos del imperio Mexica. Este árbol, actualmente muerto, alcanzó un diámetro de 4.84 m y una edad aproximada a 550 a 600 años (Martínez, 1999). Otros individuos famosos son "El Árbol del Tule" en Oaxaca, reconocido por su corpulencia y longevidad (14.4 m de diámetro, 40 m de altura y aproximadamente 2,000 años de edad), que da vida económica y es un ícono de identidad de todo un pueblo; de igual manera los del "Bosque de Chapultepec" plantados por reyes Mexicas, que representan un símbolo de nacionalidad.

Sin demeritar la importancia histórica de los ahuehuetes del Parque Nacional "El Contador", ubicados cerca de la ciudad. de Texcoco, en el Estado de México, en dicho parque, durante el reinado de Netzahualcóyotl se plantaron más de 2,000 ejemplares de T. mucronatum , pero en la actualidad y a consecuencia del abatimiento del manto freático y a problemas de contaminación, la población original de árboles ha declinado, de forma considerable (Martínez, 1999). De igual manera el famoso "Árbol sagrado", un ahuehuete ubicado en el km 40 en la carretera Santiago Tianguistengo-Chalma en el municipio de Ocuilan de Arteaga en el Estado de México, es un especímen que está relacionado con actividades religiosas (Vargas, 1997). Otro árbol notable es un ejemplar de 25 m de altura y un diámetro de 3.9 m, localizado en Valle de Bravo y que ha estado muy ligado al desarrollo cultural de ese pueblo, cuya edad se estima entre 650 a 700 años (Rivas y Moreno, 2005). Ahuehuetes célebres también se localizan en Cerralvo, Nuevo León; Muzquiz, Coahuila y en otras localidades de la República Mexicana (Vargas, 1997).

El género Taxodium incluye una sola especie con dos variedades, todas nativas de Norte América, sin embargo diversos taxónomos lo separan en tres especies: Taxodium distichium L. (baldcypress o ciprés del sur), Taxodium ascendens Brongn. (ciprés de los pantanos, presente en las costas del sureste desde Virgina hasta Florida y Luisiana, EUA) y Taxodium mucronatum (ahuehuete o sabino) que se distribuye del extremo sur de Texas, en gran parte de México y su límite sur es Guatemala (Martínez, 1963; Little, 1971; Brown y Montz, 1986).

En México, Taxodium mucronatum se localiza desde los 250 msnm en algunos sitios del estado de Nuevo León y Tamaulipas hasta lugares que superan los 2,500 msnm en el Estado de México y se ha observado a 2,800 msnm en un sitio de la Sierra Gorda en Querétaro (Teresita del Rosario Terrones, comunicación personal), por lo que se adapta a un amplio intervalo de condiciones climáticas, siempre y cuando exista humedad disponible en el suelo; no obstante es de notar su tolerancia a períodos secos (Carranza, 1992; Villanueva et al ., 2003b). El ahuehuete es una de las especies más longevas y en México existen ejemplares cuya edad se estima en varios milenios. Caso específico es el "Árbol del Tule" en Oaxaca, aunque estudios particulares para determinar la edad de este ejemplar y, en general, de las poblaciones naturales de ahuehuetes en la República Mexicana son muy escasos. Investigaciones en localidades puntuales como la de "Los Peroles" en el estado de San Luis Potosí, registran especímenes con edades por encima del milenio (Villanueva et al ., 2003a) (Figura 11). Para los ahuehuetes del bosque de Chapultepec, la edad estimada para ejemplares todavía vivos supera los 800 años de edad (Villanueva et al ., 2003b) y algunos como "El Sargento", ya muerto, se indica que alcanzó una edad de 700 años. Lugares con individuos de la especie milenaria T. mucronatum se localizan en los bosques de galería de Barranca de Amealco, Querétaro y en márgenes de los ríos Nazas y San Pedro-Mezquital, Durango (Figura 12). En ellos existen árboles con edades por encima del milenio (Villanueva et al ., 2005).

Las edades del ahuehuete en otros bosques de galería del país fluctúan desde menos de 50 hasta cerca de 600 años, como es el caso de sitios en Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Aguascalientes, Guanajuato, Zacatecas, Michoacán, Jalisco, Oaxaca y Chiapas (Villanueva et al ., 2005) (Figura 13). Uno de los problemas frecuentes para determinar la edad de este taxón es su tendencia a presentar pudriciones y ahuecamientos en la parte central del tronco y ramas principales, lesiones que son favorecidas por acciones antrópicas (incendios provocados, cortaduras de ramas, heridas en tronco y ramas, contaminación de ríos por desechos urbanos e industriales, etc.) y en ocasiones por el golpeteo directo de rocas (durante avenidas fuertes) en los fustes de especímenes ubicados justo en los cauces de corrientes permanentes o semipermanentes; estos daños limitan la extracción de secciones radiales de crecimiento (virutas) hasta el centro del árbol, y por tanto se reduce la probabilidad de obtener una aproximación más real de su edad (Villanueva et al ., 2005).

Los ecosistemas riparios con Taxodium mucronatum son múltiples en México y dada su gran distribución no se descarta la posibilidad de que existan más sitios con árboles longevos que sobrepasen el milenio. De igual manera, es importante el estudio de algunos taxa también presentes en estos ecosistemas como es el caso del fresno ( Fraxinus spp.) del que se han detectado individuos cuya edad es cercana a los 200 años.

Otras especies longevas

Además de las antes descritas existen muchas otras de las que se tiene conocimiento de su longevidad y que están presentes en diversos ecosistemas. Un ejemplo en climas templados es el género Cupressus con varios taxa como Cupressus lusitanica Mill. que puede alcanzar más de 300 años de longevidad en sitios de El Salto, Durango; algo similar ocurre con los encinos ( Quercus spp.), mezquite ( Prosopis spp.), cedro rojo ( Cedrela odorata L.), entre muchas más (Figura 14).

Figura 15

Edad de algunos especímenes arbóreos de importancia histórica

Como parte de las acciones encaminadas hacia la conservación de ejemplares arbóreos vinculados con el Bicentenario de México, se ha realizado el fechado de algunos individuos relacionados con el movimiento de independencia del país. Caso concreto es un encino ( Quercus obtusata Bonpl.) denominado "El Churrasco" o "Palo Bendito", que se localiza en el municipio de Aculco, Estado de México, en el cual según el testimonio popular el cura Don Miguel Hidalgo y Costilla ofreció misa bajo su sombra después de la batalla del 7 de noviembre de 1810. De acuerdo con declaraciones del Sr. Gustavo Ángeles Pérez, cronista municipal de Aculco, en torno al encino se generó la leyenda de "Las Almas", que registra el enfrentamiento contra el ejército de los "Realistas" en 1810 y que constituyó la primera derrota de los "Insurgentes". Acorde con este relato, el árbol en la actualidad tendría alrededor de 250 a 300 años de edad. Estimación que se corroboró mediante el uso de técnicas dendrocronológicas, para lo cual se obtuvieron secciones trasversales tanto de tocones de ramas muertas del árbol, como de secciones de ramas de individuos vivos aledaños al ejemplar de interés, con ellas se estimó la edad de "El Churrasco" en 327 años, lo cual indica que el árbol ya era adulto cuando sucedió el hecho histórico antes relatado.

Hace diez años, el "Encino del Bicentenario" a causa del volumen de su copa y de su peso fue derribado por un fuerte ventarrón, por lo que sus raíces quedaron expuestas al proceso de desecación y deterioro ambiental; sin embargo, después de que el Departamento de La Protectora de Bosques del Estado de México (PROBOSQUE) inició su protección, propagación de su semilla y con labores de restauración, el árbol se recuperó y se encuentra en buenas condiciones de salud, lo que abre la posibilidad de que pueda vivir por varias décadas más.

El sabino majestuoso de Lagos de Moreno, Jalisco es otro de los especímenes ligados con la gesta independentista. Este coloso tiene una altura de 24.0 m, diámetro de fuste de 4.13 m, perímetro de copa de 19.6 m y una edad estimada de 371 años (Figura 16). Cuando inició el movimiento de independencia, el árbol era ya adulto, y fue testigo de los esfuerzos libertadores de Hidalgo, Francisco Primo de Verdad y Ramos, Pedro Moreno, entre otros personajes, algunos de los cuales fueron fusilados por las tropas realistas en la misma Villa de Lagos.

En el crecimiento del árbol han sido determinantes las condiciones climáticas. En la actualidad está protegido y todo indica que vivirá por muchos años más para beneplácito de sus pobladores, quienes lo tienen como un sitio de recreo familiar.

Acciones de investigación desarrolladas para la conservación de ecosistemas con árboles antiguos

Los ecosistemas con árboles viejos proporcionan un valor agregado para el desarrollo de acciones de investigación que coadyuven, a fomentar áreas para su protección, o bien en aquellas ya protegidas generarán información científica que contribuya a un mejor entendimiento del funcionamiento del ecosistema mismo y del impacto de las variables hidroclimáticas a través del tiempo. Así mismo son fundamentales para la implementación de proyectos ecoturísticos, que involucren en sus actividades recorridos a sitios con la presencia de árboles longevos.

Estudios de la dinámica estructural de bosques mixtos con Pseudotsuga menziesii y del hábitat de especies amenazadas o en peligro de extinción son de gran valía para promover su conservación. De esta manera, trabajos realizados en rodales específicos de la Sierra Madre Occidental, que constituyen sitios de anidamiento de la guacamaya serrana tal es el caso de la Reserva Tutuaca, Maderas, Cerro Mohinora, y Mesa de las Guacamayas, Chihuahua; El Cocono, Chiqueros y otros rodales en el municipio de Guanaceví, Durango, indican que la protección del arbolado viejo en esas áreas aunado a la conservación de árboles muertos, que son fuente de protección y alimento de una gran diversidad de aves, son acciones importantes para el adecuado manejo de las áreas protegidas (Fulé et al , 2005). La información hidroclimática histórica derivada de los anillos de crecimiento de árboles longevos, sumada a los estudios de frecuencia histórica de incendios fundamentan acciones de aplicación directa para la restauración de ecosistemas y conservación de especies relicto como es el caso del abeto ( Picea chihuahuana Martínez), que en algunos de los rodales existentes en el estado de Chihuahua logra edades cercanas a los 300 años (Figura 17).

Pseudotsuga menziesii es la especie más importante para las investigaciones paleoclimáticas del último milenio, y acciones de protección para su conservación permiten que estos testigos fieles del clima continúen su labor de registro en sus anillos de crecimiento, con los cuales es factible determinar la presencia de sequías, períodos húmedos y la influencia de patrones atmosféricos de circulación general. Al respecto, uno de los rodales más interesantes con Pseudotsuga se localiza en Cuauhtémoc la Fragua, municipio de Guadalupe Victoria, Puebla, en la parte media altitudinal del Pico de Orizaba. En este sitio en el cual se ha generado una cronología de más de 500 años, que está significativamente correlacionada con sequías ocurridas en el Valle de México y con la producción histórica de maíz (Therrell et al ., 2006). Conservar este relicto de bosque antiguo es un reto para las autoridades estatales y locales debido a la fuerte presión social que ejerce la población hacia esos remanentes de ecosistemas de bosque mixto, que en la actualidad están en peligro de extinción a consecuencia del sobrepastoreo, la tala ilegal, los incendios provocados, el aclareo para siembra de papa, avena y otros cultivos anuales. Dichas áreas también son fuente de producción de agua para el Valle de México, de la cual se abastece directamente a las poblaciones locales.

La reconstrucción de variables climáticas con especímenes arbóreos de Psuedotsuga menziesii y Pinus cembroides en áreas naturales protegidas del estado de Coahuila como: Maderas del Carmen, Zapalinamé, Sierra de Jimulco, entre otras, son de fundamental importancia en el conocimiento de la variabilidad hidroclimática y de su impacto en la dinámica de los ecosistemas presentes en cada una de ellas. Información que a la vez es de aplicación práctica en la restauración de áreas degradadas, para la aplicación de incendios preescritos y para el diseño de estrategias de manejo.

Los bosques de galería de ahuehuete son de los más llamativos, aunque en general muestran alto grado de disturbio, resultado de la contaminación de los ríos producto de descargas industriales y desechos urbanos. No obstante, la relevancia ecológica que reviste el ahuehuete en términos de constituir áreas de belleza escénica, favorecer la estabilización de cauces, formar verdaderos microclimas y fomentar la biodiversidad, pocos han sido los esfuerzos realizados por organismos gubernamentales y la sociedad misma para conservar este árbol de identidad nacional. Son innumerables los ejemplos en el país, donde los ríos o cuerpos de agua superficial, hábitat del ahuehuete, han sido contaminados y prácticamente arruinados mediante la descarga directa de aguas residuales de origen urbano, industrial o de ambos; por la modificación de cauces a consecuencia de aprovechamientos agrícolas, mineros, de uso urbano o bien la desviación de corrientes superficiales hacia sitios de almacenamiento con fines agropecuarios, situación que origina la desaparición de árboles añejos de los cauces originales (Figura 18).

Por otra parte, el daño directo que se ha infringido al arbolado, mediante el corte de ramas, heridas en troncos o bien actos vandálicos que derivan en incendios provocados o remoción del arbolado mismo, por cambios de uso del suelo ha ocasionado un daño irreparable en estos ecosistemas, por lo que urgen acciones que fomenten una cultura de valoración del ahuehuete que garantice la restauración de esos bosques de galería, otrora sitios de recreación y de orgullo nacional por su gran belleza escénica y significado histórico.

Estudios de estructura poblacional y ubicación de especímenes añejos son fundamentales no sólo para analizar el potencial dendrocronológico de los individuos que conforman las poblaciones, sino también para determinar la dinámica de la especie, tasas de crecimiento y biodiversidad; información relevante que puede ser utilizada por los tomadores de decisiones para establecer acciones de conservación o bien de restauración de algunos ecosistemas de galería, de prioridad local, regional o nacional.

Una de las localidades que amerita acciones urgentes de conservación es el paraje Los Peroles, en el ejido San Francisco del municipio de Rioverde, San Luis Potosí, sitio que posee los ejemplares de ahuehuete más longevos detectados en México además es un lugar de descanso de la mariposa monarca en su ruta de migración hacia el territorio donde hiberna en el Estados de México y Michoacán. Al mismo tiempo, la presencia de manantiales profundos y de especies endémicas son un atractivo más para hacer de éste un lugar ecoturístico de prestigio nacional e internacional. El uso actual del suelo de Los Peroles es básicamente de pastoreo caprino, equino y vacuno, el que hace peligrar los ejemplares ahí presentes, que con frecuencia son afectados por incendios provocados, que se realizan para favorecer el rebrote del pasto aguja ( Spartina spartinae Trin. & Merr.), el cual se desarrolla en el estrato herbáceo, para su posterior consumo por el ganado (Villanueva et al ., 2003a).

La conservación de sitios con la presencia de árboles milenarios de Taxodium mucronatum , como la Barranca de Amealco en el estado de Querétaro y de otros parajes en las cuencas del Río Nazas y San Pedro-Mezquital en Durango, representan un verdadero reto para las agencias de conservación. Los trabajos de dinámica poblacional y dendrocronológicos aportan información técnica y científica que coadyuva a implementar medidas para su conservación y restauración.

Los ahuehuetes de Barranca de Amealco, Querétaro son muy sensibles a la precipitación que ocurre en la época de verano, por lo que a partir de su estudio es factible determinar las condiciones climáticas predominantes durante el establecimiento, florecimiento y decadencia de las civilizaciones Prehispánicas que se establecieron en el Valle de México. La difusión del potencial que tiene esta especie para derivar información paleoclimática, aunado a los beneficios ecológicos, estéticos y de biodiversidad constituyen elementos esenciales que son importantes resaltar y difundir y que pueden contribuir a generar acciones que fomenten la conservación de dichos ecosistemas, únicos de México.

La ubicación de rodales con la presencia de árboles longevos en la República Mexicana es un proceso incipiente y el trabajo de investigación pendiente es enorme, especialmente si se considera que los individuos que logran muchos años de vida, como el ahuehuete, se desarrollan casi en todo el territorio nacional. Una situación similar ocurre con el pino piñonero, taxón con muy amplia distribución en el norte-centro de México. Por otra parte, falta mucho que hacer en la identificación de especies longevas que pudieran estar presentes en diversos ecosistemas de clima templado, semidesértico, semitropical y tropical.

 

CONCLUSIONES

La conservación de ecosistemas con la presencia de arbolado viejo resulta estratégico, ya que los especímenes antiguos guardan estrecha relación con otros organismos que comparten el mismo nicho ecológico; además de contener información paleoclimática esencial para estudios históricos de variabilidad de precipitación y de otras variables climáticas. No obstante lo anterior, las investigaciones de este tipo son muy escasas en México, por lo que es importante difundir el conocimiento generado hasta el momento, en relación con la ubicación de ecosistemas con la presencia de individuos centenarios y milenarios.

El ahuehuete es la especie más longeva; en la región centro-norte de México se ubican especímenes con más de 1,500 años de edad; además es común observar algunos que sobrepasan los 300 años de antigüedad, en particular en los estados de Nuevo León, Durango, Coahuila, Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro, Jalisco, San Luis Potosí, Tamaulipas y Oaxaca.

El abeto Douglas, conífera que crece en altitudes superiores a 2,300 m constituye la especie que además de sobrevivir por más de 600 años muestra alta sensibilidad a cambios climáticos, y es de suma utilidad para estudios paleoclimáticos y patrones atmosféricos de circulación general, que afectan el territorio nacional, por ejemplo el Niño Oscilación del Sur y el Monzón de Norteamérica (Stahle et al . 1998). Sin embargo, el aprovechamiento forestal de los ecosistemas de montaña, la presencia de sequías y el ataque de plagas ha provocado la desaparición de muchos rodales antiguos donde se desarrolla la especie, por lo que estudios de este tipo pueden contribuir a formular planes de manejo para su conservación.

La localización de organismos centenarios y milenarios en los diversos ecosistemas es primordial y son un elemento adicional para fundamentar acciones que conlleven a su protección, a la restauración de ecosistemas degradados, la formulación de proyectos ecoturísticos y la conservación de la biodiversidad.

El Bicentenario de México constituye el foro idóneo para promover la presencia de árboles centenarios y milenarios en el territorio nacional, muchos de los cuales fueron testigos vivientes de los acontecimientos de la Independencia y Revolución Mexicana, eventos que forman parte de nuestra identidad y que contribuyeron a forjarnos como la nación que somos.

 

AGRADECIMIENTOS

Este trabajo fue desarrollado gracias al financiamiento otorgado a través de fondos del Instituto Interamericano para Investigación del Cambio Climático (IAI), proyecto CRN # 2047, a su vez financiado por el US/National Science Foundation (Grant GEO-0452325). También se contó con financiamiento del proyecto apoyado con recursos fiscales del INIFAP denominado "Reconstrucción de clima, flujos y potencial ecoturístico de los bosques de galería de ahuehuete ( Taxodium mucronatum Ten.) en México.

 

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