El libro Morada de dioses. Los componentes anímicos del cuerpo humano entre los mayas clásicos ofrece un análisis de la interpretación del cuerpo por parte de los antiguos mayas basada en el conjunto de datos iconográficos y epigráficos más actualizados en descubrimientos y desciframientos, por lo que es de un valor inestimable para quienes nos interesamos en el pensamiento de esta cultura. Además, este libro es, como su autor dice, “una respuesta documentada y argumentada para aquellas personas que tratan de comprender los misterios de la espiritualidad maya” (Velásquez García 2023, 11).
Erik Velásquez García es un erudito historiador del arte y epigrafista mayista, muy reconocido en el ámbito nacional e internacional y quien, en este libro, nos explica con una prosa deleitosa, clara y fluida, cómo es que los mayas antiguos concebían el cuerpo humano: la cabeza, la sangre, el corazón, el pecho, el epigastrio y quizá el sistema nervioso, como una morada de dioses, que poseían capacidad de pensamiento, valores y voluntades (Velásquez García 2023, 81) y que al mismo tiempo regían la vitalidad y las facultades mentales, psíquicas y emocionales (525).
Para adentrarnos en cuáles son estos dioses que habitan en el cuerpo, Velásquez García utiliza como fuentes primarias los textos jeroglíficos e imágenes mayas del Clásico y, como fuentes secundarias, los códices del Posclásico, los textos coloniales, los diccionarios coloniales y modernos y la etnografía. La concepción del cuerpo es un complejo inscrito en un tiempo de muy larga duración, por lo que realiza un amplio y riguroso recorrido en las fuentes con un enfoque comparativo.
Existen pocos textos previos a este que hayan analizado el cuerpo humano entre los mayas del Clásico. Estos textos abordan el cuerpo desde un punto de vista cognitivo, espiritual, onírico y psicológico.1 El primero de ellos es The Memory of the Bones: Body, Being and Experience among the Classic Maya de Stephen D. Houston, David S. Stuart y Karl A. Taube (2006). Su título refiere a los huesos como repositorios de memoria y eternidad, como una metáfora de la pérdida de la vida y el eterno retorno (2006, 1), pero también de la posibilidad de entender hoy la forma en que los mayas veían el cuerpo humano. El libro de Velásquez García comparte con The Memory of the Bones el interés por conocer la visión maya sobre el cuerpo, y la característica de contrastar diversos tipos de fuentes y considerar que hay un cuerpo que se define a través de la experiencia social y la interacción (2006, 4). No obstante, difieren en la manera de abordar el tema. Los autores estadounidenses enfatizan lo sensorial, estudiando el gusto, el olfato, la vista y el oído y su relación con la forma de retratar o representar el cuerpo, con la ingestión, la música, la danza, las palabras y las emociones, así como con la guerra y el dolor. En cambio, Velásquez García estudia cuáles son los componentes anímicos documentados en las inscripciones, analiza sus representaciones en las imágenes y asocia los orígenes de cada uno a una deidad y a varias fuerzas. Otra diferencia es que, mientras que Houston, Stuart y Taube señalan que los mayas concebían el cuerpo como un organismo, como un conjunto de órganos con funciones específicas, Velásquez García argumenta que los mayas veían el cuerpo como inorgánico, pues en el ámbito de lo perceptible (ecúmeno) las funciones sólo las realiza el cuerpo-presencia y no sus partes por separado, si bien las entidades anímicas ejercen desde el plano sagrado (anecúmeno) muchas de las funciones que en otras culturas son atribuidas a los órganos (Velásquez García 2023, 47).
El segundo libro relacionado con el que aquí se reseña es The Life Within: Classic Maya and the Matter of Permanence de Stephen Housto n (2014), que incluye un capítulo llamado “Cuerpo Materia” en el que se considera que los mayas veían el cuerpo como un contenedor de entidades innatas con capacidad de acción y reacción.2 El objetivo de Houston en este libro es comprobar cómo, por medio de la materialidad, los conceptos inaprensibles de los mayas antiguos se convierten en los más duraderos posibles. Es decir, que percibían los diferentes tipos de materia llenos de vitalidades diferentes y que servían para contrarrestar la decadencia. Por lo tanto, los mayas reconocían un mundo perecedero pero, alterándolo, lograron que sobreviviera y perdurara. Velásquez García (2023) emplea otro enfoque sobre el tema, ya que enfatiza el origen divino de las entidades anímicas y plantea que no todas eran componentes innatos del cuerpo humano, sino que, más bien, a lo largo de la vida, un mismo individuo ganaba o perdía entidades anecuménicas conforme se desarrollaba su devenir biológico, social, político o ritual. De hecho, los mayas pensaban que algunos de los componentes espirituales del cuerpo eran transitorios, mientras que otros lo acompañan a lo largo de toda la vida o buena parte de ella.
Para Velásquez García es fundamental retomar el artículo de López Austin llamado “El dios en el cuerpo”, donde señala que cada cuerpo mundano, no sólo el humano, es la conjunción del creador y la criatura, es decir, que en cada cuerpo habita al menos un dios (López Austin 2009, 12, 13). Gracias a este artículo, Velásquez García considera a las anteriormente llamadas “entidades innatas” o “entes sobrenaturales” que constituían el cuerpo, como dioses o proyecciones de dioses -dentro del cuerpo humano- y los define junto con López Austin como seres sociales que piensan, tienen voluntad y emociones y con los que el hombre se puede comunicar, por el sueño o el pulso (Tiesler y Velásquez 2022, 137; López Austin y Velásquez García 2018).
El libro reseñado, así como los libros anteriormente mencionados, ponen como referencia la obra Cuerpo humano e ideología: las concepciones de los antiguos nahuas (López Austin 2004), un estudio taxonómico desde la lengua, la etnografía, la biología y la cosmovisión, al que consideran pionero en el campo de la anatomía de las sociedades nahuas y en su interpretación desde las fuentes primarias. López Austin define en este texto al cuerpo humano como el centro de las percepciones, generador de pensamiento y principio de acción y su aportación es que describe las partes del cuerpo, sus funciones, sus centros anímicos y sus características.
Morada de dioses hace una importante contribución porque no sólo trata el cuerpo desde los aspectos cognitivos, oníricos o psicológicos, sino también desde los anatómicos, fisiológicos y orgánicos (Velásquez García 2023, 33), utilizando todas las fuentes disponibles: lexicográficas, testimonios coloniales, etnografía, epigrafía e iconografía. Su mayor contribución es que nombra y enlista las diferentes entidades anímicas conocidas hasta el momento que conforman el cuerpo de los mayas del Clásico, propone de qué dios provienen, cómo se adquieren (o pierden) y plantea cuál era su posible destino después de la muerte. La obra está conformada por nueve capítulos. Comienza con los conceptos del cuerpo, luego aborda el cuerpo-presencia, es decir, el cuerpo social y anímico; continúa con la entidad anímica de primer orden, el o’hlis, que es una porción del dios del maíz (y de otros más); sigue con su ciclo después de la muerte; luego con las dos fuerzas del o’hlis: sak ik’aal, hálito del dios H, Ik’ K’uh (dios del viento) y saak, hálito del dios K, K’awiil (dios de la vegetación y el linaje); después con el k’ihn o k’ihnil, que es parte del dios solar y de la diosa lunar; prosigue con las entidades de segundo orden, wahyis, que se relacionan con las deidades del inframundo y la cualidad inefable ch’ahbis-ahk’abis, vinculada con los dioses de la creación. Por último, analiza la personificación ritual, otra manera de contener dioses (otros) en el cuerpo.
El libro tiene cuatro apéndices que ayudan al lector a ampliar un poco más la información proporcionada en los capítulos: “Apéndice A. El corazón y la pelota”, “Apéndice B. Principales ritos funerarios atestiguados en las inscripciones mayas”, “Apéndice C. Propuestas de desciframiento para el jeroglífico T533” y “Apéndice D. El hálito dicotiledóneo”. Además, Velásquez García incluye un glosario muy útil con definiciones precisas sobre los conceptos más importantes.
Es un estudio sólido y vanguardista que pronostica ser en un referente obligado y que augura convertirse en un clásico, no sólo para los mayistas sino para los mesoamericanistas. Como todo buen estudio, abrirá nuevas preguntas, discusiones y sendas de investigación. Por todo lo anterior, lo recomiendo, los invito a adquirirlo, leerlo, y a aprender.