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Península

versión impresa ISSN 1870-5766

Península vol.20 no.1 Mérida ene./jun. 2025  Epub 08-Abr-2025

https://doi.org/10.22201/cephcis.25942743e.2025.20.1.90494 

Reseñas

Ana García Barrios. Chaahk, el dios de la lluvia entre los antiguos mayas. Mérida: UNAM, 2023: 336 pp.

Rafael Cobos Palma1 

1Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán (FCA-UADY)


En este libro se analiza a Chaahk, una de las más importantes deidades del panteón maya, para comprender y destacar el papel que se le dio en tiempos prehispánicos. Chaahk aparece en textos jeroglíficos, motivos iconográficos, pintura mural, manuscritos tipo códice, escritos españoles del período colonial, datos etnográficos del siglo xxi, etcétera. Ocho capítulos integran el libro y vale la pena destacar las cuantiosas y actualizadas referencias bibliográficas.

En seis capítulos que integran el libro, la autora realiza un profundo y amplio análisis monográfico sobre Chaahk, el dios que fue asociado por los mayas a la lluvia, los rayos, la luz de los relámpagos y la guerra. Este análisis inicia con información fechada en el período Preclásico Tardío (400 a.C.-250 d.C.) y se extiende hasta inicios del siglo xxi. Durante el período Clásico, los importantes gobernantes mayas se vincularon a Chaahk llevando en sus vestimentas motivos asociados a la deidad. Además, estas autoridades políticas le agregaron a sus nombres el epíteto o sobrenombre de Chaahk y esto se tradujo en la representación de los soberanos como la deidad en escenas de guerra. De hecho, Chaahk fue multifacético para los mayas, por ejemplo, los gobernantes también lo caracterizaron como un personaje agresivo y bélico.

Los capítulos 2 y 3 están vinculados ya que identifican y definen la representación tan particular de la imagen de la deidad a través del tiempo. Por ejemplo, el principal emblema de Chaahk es su asociación con el hacha-rayo, aunque en su representación también aparece con un tocado de caracol y la orejera de concha. Chaahk simboliza el agua de la lluvia y el rayo asociado a tormentas. Además, en estos dos capítulos se reconocen y describen los cambios y evolución del rostro y el cuerpo de Chaahk con el paso de los siglos. Los elementos que representan a la deidad fueron definidos en el período Preclásico y, durante el período Clásico, se realizaron modificaciones o cambios a la imagen de la divinidad.

Las primeras representaciones de Chaahk en el Preclásico y Clásico Temprano se observan en la costa del Pacífico de Guatemala y las tierras bajas mayas del sur. Sin embargo, durante todo el período Clásico, Chaahk fue representado con lengua serpentina que sale de su boca; cabello voluminoso y largo; ojo desorbitado y flamígero; boca entreabierta con diente hacia adelante y en forma de T. Por lo tanto, desde el Preclásico Medio hasta fines del período Clásico, la imagen de Chaahk se va adaptando regionalmente a tendencias estilísticas e iconográficas, aunque sin dejar de mostrar rasgos físicos y atributos externos propios que lo identificaron de manera particular durante tiempos prehispánicos.

La naturaleza sagrada de Chaahk es analizada en el capítulo 4 del libro. Aquí, la autora claramente reconoce que lo sagrado es visible en asentamientos como Comalcalco donde Chaahk fue el dios patrono. Rituales asociados con el sangrado también parecen haber estado relacionados con esa deidad. En sitios como Palenque, edificios tipo templo fueron dedicados a Chaahk y en ellos hay evidencia de rituales. Las menciones del dios de la lluvia, el rayo y el trueno también se registran en La Corona (Guatemala), el Trono 1 de Piedras Negras (Guatemala) y una estructura de Izamal (Yucatán) conocida como la Casa de las Cabezas y Rayos. Además, el gobernante Pájaro Jaguar IV de Yaxchilán (Chiapas) parece haber venerado a Chaahk y este soberano se representa como la deidad de la lluvia que lleva un gran tocado, pectoral desnudo, máscara facial que representa al dios y la orejera de caracol. En este capítulo, la autora también nos muestra a los soberanos o individuos con alta jerarquía política entre los mayas que se identificaron y reconocieron una gran cercanía con la deidad Chaahk tanto en el plano terrenal como en el celestial. En otras palabras, la autora exhibe a los soberanos como personas cuyas intenciones fueron identificarse a sí mismos como seres cercanamente asociados a Chaahk. La presentación de los gobernantes mayas como individuos -quienes reconocieron y declararon sus estrechos vínculos con Chaahk-se analiza con detalle en el capítulo 7, donde la autora lo examina de manera más extensa. El capítulo 5 muestra la asociación de Chaahk con cuevas y cerros, su papel en los fenómenos atmosféricos y celestes y su participación en la destrucción del mundo -debido a inundaciones y diluvios- y en la creación de éste de nueva cuenta. Por lo tanto, Chaahk refleja la conexión entre lo celestial y lo terrenal y esto parece remontarse a más de dos mil años atrás. De hecho, los mayas reconocieron que las nubes se formaban en las cuevas, lugar donde aparentemente habitaba Chaahk y donde realizaba acciones terrestres y celestes. En los espacios atmosféricos y celestiales, Chaahk crea la lluvia, es quien trae los abundantes aguaceros, es quien se encarga de que el cielo se encienda como si estuviera en fuego debido a los relámpagos y los rayos. Además, esta deidad está asociada con los cuatro puntos cardinales y los respectivos colores que los acompañan. Chaahk podía destruir los sembradíos por inundaciones, o bien, generar la primera lluvia, crear nubes, hacer que aparezca la neblina; además, tiene una activa participación en episodios que conforman el mito del Diluvio o la Inundación y en el cual se destruye el mundo para volver a ser creado. Por otro lado, un ejemplo en particular de las acciones de Chaahk después de la destrucción del mundo está directamente relacionado con la captura de peces asociada -quizás- con su papel como proveedor de comida. Aparentemente, esta actividad se remonta hasta el período Preclásico y se manifestó durante el Clásico y Posclásico. Por ejemplo, en la Estela 1 de Izapa que es un monumento del Preclásico Tardío, Chaahk aparece recogiendo peces y los deposita en una canasta. Otra escena grabada en los huesos hallados en la tumba 116 del Templo I de Tikal y fechados para el período Clásico, muestra a la deidad sumergida en el agua a la altura del pecho y está también recogiendo peces. Una escena similar se puede ver en el Códice de Dresde, un manuscrito del período Posclásico.

El capítulo 6 está dedicado al estudio de Chaahk como wahyis, es decir, Chaahk como un ser sagrado sobrenatural que habita en el cuerpo y que, durante el sueño, tiene la habilidad de expresarse. Aparentemente, entre los mayas del pasado existieron personas denominadas, en maya yucateco, wahyaab (soñador), cuyas habilidades oníricas, de entrar en trance y de tener visiones estaban asociadas a actos de adivinación o a la realización de hechizos.

El capítulo 7 está integrado por siete partes y en las primeras dos se estudian aspectos relacionados con las montañas y las cuevas y con la legitimación de los soberanos. Una tercera parte tiene como objetivo el estudio de los numerosos epítetos, sobrenombres y nombres del dios Chaahk y la autora muestra cómo el nombre de la deidad no solamente fue utilizado por los gobernantes, sino también por regentes, individuos de alto rango, administradores, nobles, sacerdotes y recaudadores de impuestos. En otras palabras, durante los períodos Clásico Tardío y Clásico Terminal el nombre de Chaahk permeó en la sociedad y llegó a numerosos sectores de la comunidad maya.

Los soberanos mayas, al haber utilizado el término Chaahk para autonombrarse y reconocerse como deidades también se vincularon con el dios en el cielo, el fuego y la guerra. De hecho, las últimas cuatro partes del capítulo 7 se dedican al análisis de los gobernantes nombrados Chaahk en sus actividades guerreras en las tierras bajas mayas.

Hay un aspecto etnográfico relacionado con rituales que también merece ser mencionado, y esto nos muestra, en pleno siglo xxi, la presencia de Chaahk entre miembros de la comunidad maya. Por ejemplo, en el libro se destaca un ritual asociado con la petición de lluvia entre los mayas de la Península de Yucatán. La petición se le hace a Chaahk en una ceremonia que lleva por nombre Ch’a Cháak en maya yucateco. Esta ceremonia de petición inició en tiempos prehispánicos ya que cuando llegaron a Yucatán los conquistadores españoles en el siglo xvi registraron que aún se realizaba este ritual. De hecho, en esta época, el obispo Diego de Landa registró que en el mes de Mac del calendario maya se celebraba un ritual asociado con el maíz y los dioses de la lluvia. Landa describió que en un espacio abierto o patio se definían cuatro esquinas y en esta área se sentaban cinco personas quienes representaban a los chaakoob o deidades de la lluvia. A los cinco individuos se les traían cántaros llenos de agua y en una estructura rústica hecha de varillas de madera se quemaban los corazones de animales que eran sacrificados. Con el agua de los cántaros los chaakoob apagaban el fuego y esta acción era una manera de pedir una bondadosa temporada de lluvias. En la cueva de Tapijulapa (Tabasco) se ha documentado otro ritual que consiste en la pesca de la sardina ciega antes del inicio de la temporada de lluvias. Los participantes de este ritual están metidos en el agua hasta la cintura, muy similar a lo grabado en los huesos de la tumba 116 de Tikal. Esas personas arrojan al agua bolas de maíz que han sido envueltas en hojas de plátano y, a las bolas de maíz, se les recubre con una sustancia que cuando los peces las muerden, quedan atontados o aletargados. Una vez que los peces están aturdidos,

los participantes del ritual los capturan con las manos y son puestos en cestas.

Sin lugar a duda, el libro titulado Chaahk, el dios de la lluvia entre los antiguos mayas, es una contribución muy importante en el estudio de esta deidad y la influencia que ha tenido en el pasado y aún tiene en el presente. En su erudito análisis detallado sobre el dios de la lluvia de los mayas, la doctora Ana García Barrios se ha valido de una enorme cantidad de datos e interpretaciones para proporcionar a los estudiosos novedosa información y argumentos que motivarán la continuación de la investigación sobre un dios que ha tenido más de cuatro mil años de existencia en la cultura maya.

Rafael Cobos Palma rafael.cobos@correo.uady.mx

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