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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.3 no.2 Texcoco jul./dic. 2006

 

Influencia del género en las formas de participación femenina en los proyectos productivos de Hueyapan, Morelos, México

 

Gender influence on feminine ways of participation in productive projects in Hueyapan, Morelos, México

 

María G. Islas-Camargo1, Pilar Alberti-Manzanares2, Emma Zapata-Martelo2, Ana M. Salazar-Peralta3, Heliodoro Díaz-Cisneros4

 

1 Servicios de Desarrollo PROMUJER. Héroes de Chapultepec n° 13. Barrio Centro. Tula de Allende, Hidalgo. 42800. (gadalupeislas@promujer.org.mx).

2 Estudios del Desarrollo rural. Campus Montecillo. Colegio de Postgraduados. 56230. Montecillo, Estado de México (palberti@colpos.mx).

3 Universidad Nacional Autónoma de México. Ciudad Universitaria, Distrito Federal. (mariasp@servidor.unam.mx).

4 Campus Córdoba. Colegio de Postgraduados. Carretera Federal Córdoba Veracruz Km 348. 945000. (hdc@colpos.mx)

 

Resumen

En el presente trabajo se reflexiona sobre la relación entre los aspectos productivos y culturales, dentro del marco del desarrollo rural con perspectiva de género. El escenario es la comunidad de Hueyapan, Morelos, su población habla nahuatl y conserva sus costumbres y tradiciones. La hipótesis planteada es que los proyectos productivos en que participan las mujeres son influenciados en su éxito o fracaso por los roles de género. La metodología empleada se basó en un enfoque cualitativo y las técnicas fueron: revisión bibliográfica, observación participante, entrevista semi estructurada, historia de vida y talleres. Las conclusiones indican que los estereotipos tradicionales de género (relativos a la división del trabajo, las relaciones de pareja y las relaciones de parentesco) influyen en la participación de las mujeres en los proyectos. La experiencia exitosa de participación influye positivamente en el reacomodo de los patrones de género haciéndolos más flexibles para mujeres y hombres.

Palabras clave: Desarrollo rural, economía, género, mujeres indígenas, multiculturalidad.

 

Abstract

In this article, we consider the relationship between productive and cultural aspects within a framework of rural development with gender perspective. The backdrop is the community of Hueyapan, Morelos, where the population speaks Nahuatl and preserves its customs and traditions. The hypothesis was that productive projects in which women participate are influenced by gender roles in their success or failure. The methodology used was based on a qualitative approach and the techniques were: literature review, participative observation, semi-structured interviews, life histories and workshops. The conclusions indicate that traditional gender stereotypes (in regards to division of labor, couple relationships and kinship relationships) influence women's participation in projects. A successful experience in participation positively influences the rearrangement of gender patterns, making them more flexible for women and men.

Key words: Rural development, economy, gender, indigenous women, multiculturality.

 

Introducción

La relevancia del tema se sustenta en la multiculturalidad, entendida como la relación entre diferentes culturas que comparten el mismo espacio, recursos, normatividad legal, el sistema educativo, el sistema de salud y la organización política nacional. Sin embargo, las creencias y valores propios de cada etnia otorgan un matíz que diferencia a estos grupos de la población mestiza. A esta diferencia cultural se suma la necesidad de buscar alternativas en el medio rural para la población indígena, que sean adecuadas a sus modos de vida y creencias.

Los planes de desarrollo del gobierno califican a la población indígena como grupo prioritario, y los programas dedicados a paliar la pobreza se sustentan en el fomento de proyectos productivos realizados por mujeres. En este panorama, que relaciona lo cultural con lo productivo hay dos preguntas: ¿hasta qué punto la participación de las mujeres indígenas en los proyectos productivos está determinada por los estereotipos de género construidos cultural y socialmente en su etnia? y, ¿qué beneficios y dificultades encuentran las mujeres al participar en dichos proyectos? Para responder a estas preguntas se plantean las hipótesis:

1) Las mujeres participan en proyectos productivos motivadas por la necesidad económica, pero su forma de participación depende de los estereotipos de género transmitidos social y culturalmente. Definimos estereotipo de género como la representación social compartida por un grupo (comunidad, sociedad o país) que define las características ideales de ser hombre o mujer.

2) Los estereotipos tradicionales de género indican que las mujeres deben dedicarse al trabajo doméstico y al espacio del hogar, considerándose las actividades que se realizan fuera de estos espacios como transgresiones a la norma.

3) Las relaciones de género establecen las posibilidades de acción de las mujeres, limitando o favoreciendo su participación en los proyectos productivos.

4) Como consecuencia de la participación de las mujeres en los proyectos se producen cambios personales, familiares y comunitarios porque hay un reacomodo identitario y social. Identitario porque las mujeres refuerzan su autoestima al participar en los proyectos y sentirse valoradas; y social porque frente a la comunidad pasan de ser criticadas a ser valoradas, pues sustentan a sus familias económicamente.

5) Los proyectos generan problemas y beneficios para las mujeres, pero en el balance entre ambos, los beneficios son mayores y estimulan la participación en nuevos proyectos.

 

Metodología de investigación

El enfoque teórico del análisis es la perspectiva de género aplicada al desarrollo rural, y la metodología se basó en el enfoque cualitativo utilizando las técnicas de revisión bibliográfica, observación participante, entrevistas semi estructuradas, historias de vida y talleres.

El límite temporal de la investigación abarca desde 1970, fecha en que inician los primeros proyectos productivos en Hueyapan hasta 2001, cuando se finalizó el trabajo de campo para esta investigación. Se trabajó en proyectos productivos con 64 mujeres organizadas en ocho grupos. El trabajo de campo se facilitó porque existía un conocimiento previo de algunas familias de la comunidad. Sin embargo, esto no garantizó la entrada a los grupos de mujeres. Fue necesario contactar a informantes clave como el historiador de la comunidad, un maestro, el ayudante municipal, un antropólogo que trabajó con las mujeres desde el inicio de los proyectos y una mujer conocedora de las tradiciones y costumbres. Estas personas aportaron un panorama general de la problemática y facilitaron la presentación de la investigadora a los grupos de mujeres. También se realizaron talleres con una matriz de análisis de toma de decisiones y otra de toma de responsabilidades, tanto en grupo como en el ámbito doméstico.

La historia de vida, técnica que se aplicó a tres mujeres considerando los criterios de edad y pertenencia: las informantes debían pertenecer a un proyecto productivo y tener una edad considerada dentro del rango de anciana, madura y joven. Con ello se buscaba la opinión generacional sobre las permanencias y cambios en las mujeres. La información se obtuvo a través de entrevistas y consulta bibliográfica, y se codificó de acuerdo con las categorías de análisis de opinión sobre la participación y sus formas, factores que propician o limitan la participación, apoyos, beneficios, estructura interna de los grupos, relaciones, toma de decisiones y manejo de recursos. La información referente a usos y costumbres se obtuvo de documentos sobre la etnia, el archivo de la comunidad y entrevistas.

Se aplicó la observación participante, técnica que involucra la interacción social entre el investigador o la investigadora y las personas informantes del milieu, y durante la cual se recogen datos de modo sistemático y no intrusito (Taylor y Bogdan, 1990:31). Esta técnica se empleó para conocer la comunidad, su comportamiento y las actividades que realizan, su organización, los servicios, las construcciones, su religión, su organización política, sus festividades, los agentes internos y externos que promueven la participación de las mujeres, sus costumbres y tradiciones. También se asistió a las asambleas ejidales, de la Secretaría de Salud, de PROGRESA, de PROCAMPO, y al Primer Foro Estatal de la Problemática Indígena celebrado en Cuautla.

 

Consideraciones teóricas

Las integrantes del grupo de mujeres de Hueyapan son indígenas nahuas. La literatura sobre identidades de género y etnia sobre las mujeres mames y sus demandas de género es amplia (Hernández Castillo, 2001); también sobre las identidades de género, etnia y generación como factores constitutivos de riesgo durante la maternidad en Chenalhó, Chiapas (Freyermuth Enciso, 2003). Sobre mujeres nahuas están los estudios de Alberti (1999) sobre identidades de mujeres y hombres de tres generaciones (juventud, madurez y vejez), y los de Pérez Nasser (2001) sobre empoderamiento.

Alberti (2004:22) define género como "...una categoría teórico-metodológica que analiza la construcción social de la diferencia sexual, cuestiona las relaciones desiguales de poder entre hombres, entre mujeres, y entre hombres y mujeres; proponiendo el cambio hacia la equidad e igualdad de género en la sociedad". En esta definición resaltan dos ideas: la primera es que cada persona se convierte en hombre o mujer mediante el aprendizaje social y cultural del grupo en que nace, y la segunda que la interacción entre géneros se caracteriza por las relaciones de poder. Sobre identidades de género varios modelos de análisis nos ayudan a desvelar su complejidad: el cristal, el espejo, los emergentes propuestos basados en los conceptos de trabajo (Valle, 2002), el poder y cathesis de Robert Connell, el de género tradicional (MGT) y el de género mixto (MGM) (Alberti, 1999). Estos modelos registran el antes y el después en las identidades de mujeres y hombres, resaltando que los procesos de cambio son motivados por factores coyunturales económicos, políticos, sociales y culturales, así como por factores individuales. Por ello las artesanas de Hueyapan aprendieron a ser mujeres mediante el aprendizaje de valores y creencias propios del grupo nahuatl, al igual que los hombres. La forma de entender el mundo y al ser humano definirá la forma de acceder a los recursos y administrarlos. Por ejemplo, las mujeres rurales de Tlaxcala heredan los utensilios de cocina de sus madres, mientras que el hijo varón mayor hereda la tierra (Castañeda, 2002). Esta decisión se entiende en el contexto tradicional de género, en el que las mujeres están relacionadas con el ámbito doméstico y el hombre con el productivo. Sin embargo estas tendencias están cambiando, por las presiones económicas y sociales que se viven el medio rural, donde los hombres abandonan las tierras para migrar, quedando a cargo de la parcela las mujeres. Martínez Corona (2006) señala en su estudio sobre mujeres indígenas en Cuetzalan Puebla, que su participación en la organización las llevó a ciertas formas de empoderamiento colectivo y al conocimiento de sus derechos. El aumento de las actividades públicas y productivas de las mujeres rurales se observa en múltiples investigaciones que dan cuenta de este fenómeno como en el caso de las mujeres de Hueyotlipan, Tlaxcala (Zapata etal., 2006); de Veracruz que realizan actividades ganaderas (Vázquez García, 2006), y de floricultura en el Estado de México (Becerril, 2004). Respecto a las mujeres de Hueyapan, González Hernández (2004) documentó el incremento de la migración masculina y su consecuencia en el aumento de la jefatura femenina en los hogares y microempresas.

Las mujeres indígenas de Hueyapan viven la problemática rural y étnica, que analizamos desde la multiculturalidad. México es un país multiétnico, pluricultural y multilingüe. Desde el enfoque de multiculturalidad el desarrollo rural cobra otro sentido, como lo plantea el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Esta instancia internacional en 2002 y 2003 aplicó la perspectiva de la multiculturalidad en Guatemala (Multiculturalidad, 2004) impulsando acciones para el acceso equitativo a oportunidades económicas, servicios públicos y espacios de incidencia política de la población indígena. La filosofía detrás de esta iniciativa es que la diversidad cultural fortalece a los estados multiétnicos, pluriculturales y multilingües. Un ejemplo de programas con enfoque multiétnico fue la creación de las defensorías indígenas de la Defensa Pública Penal y el fortalecimiento institucional de la Defensoría de la Mujer. En ésta última se dio atención jurídica, social y psicológica a mujeres indígenas. En cuestiones de educación se incrementó la cobertura educativa para niñas indígenas y disminuir el analfabetismo, que es mayor en la población femenina. La multiculturalidad implica una visión de nación incluyente, de respeto a la diversidad, pero ¿cómo llevarlo a cabo? Para responder a esta pregunta se implementaron tres ejes de trabajo en Guatemala: 1) acceso equitativo a oportunidades económicas, servicios públicos y espacios de incidencia política relacionados con desarrollo local, salud, educación, acceso a justicia y participación en la toma de decisiones; 2) valoración de la diversidad cultural y derechos considerando el universo cultural indígena, así como ejercer libremente sus prácticas culturales; cabe mencionar que en este eje se apoya la lucha contra la discriminación y el racismo; 3) construcción del estado multiétnico, pluricultural y multilingüe. El tercer eje incluyó la promoción de la identidad nacional con respeto a la diversidad cultural, así como la facilitación de espacios interculturales de encuentro, diálogo y trabajo (Multiculturalidad, 2004).

En México hay estudios que relacionan la multiculturalidad con género y etnia que muestran que las mujeres indígenas cuestionan los discursos hegemónicos que plantean la existencia de una identidad nacional monocultural y, ante sus propias comunidades y organizaciones, ampliaron el concepto de cultura, al impugnar visiones estáticas de la tradición y trabajar en la reinvención de la misma (Hernández Castillo, 2005:187).

Con este complejo escenario de identidades, actividades productivas y multiculturalidad se presenta el caso de las mujeres de Hueyapan.

 

Actividades tradicionales de género en Hueyapan

La división del trabajo es un indicador de las relaciones de género. En unas regiones esta división es más rígida que en otras, lo cual se debe al sistema de valores y patrones culturales que se mantienen por medio de las tradiciones y costumbres. En las comunidades indígenas el grupo doméstico cumple la función de producción y reproducción, pero el trabajo que realizan las mujeres y hombres es diferente. Un testimonio obtenido en el trabajo de campo en Hueyapan: Yo digo que hay trabajo para hombres y trabajo para mujeres, eso sí, nunca haría un trabajo de mujer, uno de hombre si, pero de mujer, nunca (Hombre, 42 años, 2000). Esta opinión muestra que la división del trabajo por género está muy arraigada en el comportamiento de las personas y lo difícil que es modificarla.

Las actividades que realizan las mujeres de Hueyapan son parte su herencia cultural. Éstas limitan su participación en espacios públicos, tanto por las creencias culturales sobre la división del trabajo como por la dinámica del trabajo femenino en la casa y la parcela, que deja poco tiempo para esparcimiento y participación pública. Las tareas tradicionales que realizan las mujeres y los hombres de Hueyapan se cuantificaron a través de entrevistas semiestructuradas e historias de vida. Entre las actividades masculinas están las especificadas en el Cuadro 1.

Las actividades tradicionales realizadas por las mujeres se muestran en el Cuadro 2. Otras son la elaboración de tortillas, la venta de flores y frutas, el comercio, el adorno del Campo Santo, el colado y las faenas.

El colado se realiza cuando se coloca el techo de concreto a una casa. Las mujeres preparan y sirven la comida para los hombres que participan en esta labor. En la preparación de los alimentos participan las mujeres de la casa, apoyadas por sus vecinas y conocidas. Esta ayuda mutua entre vecinas es una colaboración que se regresará a las que apoyaron cuando lo soliciten. Las faenas se organizan por barrios y los encargados de estos trabajos son hombres; sin embargo, las mujeres viudas que no tienen familiar varón, pagan para que se realicen estas labores. Hay faenas de hombres y faenas de mujeres, como especifica el siguiente testimonio: ''una construcción el que va a trabajar siempre es el hombre, o la aportación; aquí no hay mujeres que ayuden o que digan -aquí están 100 pesos que yo coopero-. Aquí el que va a responder siempre es el hombre. Aquí la faena de mujer es tejer gabanes con telar de cintura, y a mucho orgullo dice: -ya le tejí su jorongo a mi hijo- principalmente en la época de lluvia''. (Hombre, 60 años. 2000).

Tejer la lana era una tarea tradicional de las mujeres para realizar el gabán que portarían su esposo e hijos, así como el chincuete y rebozo que portaban ellas y sus hijas. Actualmente esta tradición se está perdiendo por el alto costo de la lana, y porque no hay borregos en la comunidad. Las mujeres consideran que cardar, desenredar y tejer la lana es una forma de transmitir su identidad, pues dicen: ''tejer en telar de cintura es una terapia para el espíritu, el alma, el organismo, algo tan bonito que cuando se hace la pieza da lástima venderla, porque allí se queda parte de nosotras'' (Mujer, 73 años. 2000). Tejer en el telar de cintura forma parte de la identidad étnica de las mujeres nahuas de Hueyapan que las define a ellas y las identifica frente a otros grupos del Estado de Morelos. Esta actividad contribuye a que las mujeres participen en proyectos productivos y obtengan créditos, además de fomentar el trabajo en grupo y convivir con otras mujeres de su comunidad.

 

Las mujeres de Hueyapan se organizan

El origen de los proyectos productivos en Hueyapan se remonta a los años setenta, cuando una mujer invitó a otras a participar en la elaboración de artesanías de lana. La idea fue bien acogida por 22 mujeres, que iniciaron su trabajo con financiamiento propio. Las reuniones se llevaban a cabo en la casa de la iniciadora del grupo, donde intercambian conocimientos para mejorar la producción. En esas reuniones, además de trabajar, compartían noticias, experiencias y apoyo mutuo, que servía para salir de la cotidianeidad y del espacio doméstico. Sin embargo, esta iniciativa fue criticada por parte de la comunidad por considerar que el lugar de las mujeres estaba en el hogar y no fuera de él. Como consecuencia algunas participantes abandonaron el grupo como lo muestra el siguiente testimonio: ''nos criticaban porque nosotros ahí vamos... íbamos a hacer nuestra reunión para platicar cómo se van a hacer los gabanes y ella nos dice en qué medida, en qué tamaño de ancho, de largo. Íbamos y entonces la gente nos criticaba mucho porque decían que éramos unas locas, que nuestros maridos son unos tontos, que no pueden mandar a su mujer-. Mucha gente hablaba (... ) decían: -esas mujeres que les den de comer a sus hijos, allí están-. Era tanto, tanto que se habló'' (Mujer, 65 años. 2000).

La percepción de que las mujeres abandonaban sus responsabilidades con sus hijos y esposos por ir a las reuniones es una creencia arraigada en los valores tradicionales de género, donde aquella mujer que no cumplía con lo establecido era criticada. Debido a este tipo de comentarios y problemas las mujeres optaron por trabajar en su casa y reunirse sólo en algunas ocasiones, cuando se tenía que informar o comentar algo sobre el trabajo. La realización de artesanía en grupo permitió mejorar la calidad y aumentar la producción, la cual fue vendida al Fondo Nacional para el Fomento de las Artes (FONART) y a otras empresas.

A principios de los ochenta, las mujeres que abandonaron el grupo criticaron a las que aún seguían en él acusándolas de malos manejos de los apoyos que recibieron del gobierno. Estos comentarios llegaron a oídos del gobernador en turno, quién decidió limitar el apoyo económico a estos grupos y fomentar otros proyectos en la comunidad, como maquiladoras, carpinterías, panaderías, elaboración de cajas de cartón para transportar fruta, molinos de nixtamal, tabiqueras y otros. En su mayoría estos proyectos no prosperaron por diversos problemas, entre los cuales se mencionó por las informantes que no cubrían las necesidades sentidas de la población. Los destinados a las mujeres reprodujeron el estereotipo femenino en el ámbito doméstico, aumentando su carga de trabajo. Otros problemas fueron la falta de capacitación en la administración del proyecto y la carencia de estudios de mercado para comercializar los productos.

En la década de los noventa el apoyo gubernamental otorgado a las mujeres de la comunidad a través del Instituto Nacional Indigenista (INI), Culturas Populares y Salud Pública, se orientó a la capacitación sobre nutrición infantil. Se enseñaba cómo alimentar a los niños y niñas, combinar los alimentos y elaborar medicinas tradicionales. El testimonio de una de las mujeres expresaba al respecto: ''me acuerdo que nos invitaron inicialmente diciéndonos que iban a dar una capacitación para realizar pomadas y jarabes, nos dijeron -vengan a ver cómo se hace-, así la gente se fue juntando. Esto fue voluntario, no es como ahora que el PROGRESA exige y si no vas te multa. En aquel entonces no, era de forma voluntaria, toda la gente quería aprender y sólo a las mujeres se les avisó'' (Mujer, 42 años, 2000).

Las mujeres que acudieron a estas capacitaciones sobrepasaron el número previsto por los instructores, los cuales optaron por separarlas en grupos y barrios. En estos espacios se les enseñó a elaborar vick vaporub, jarabe para la tos, tónico de la vida; a preparar la alimentación de los niños y niñas, así como nociones sobre cuidados durante el embarazo, y enfermedades de la mujer. Posteriormente llegaron a la comunidad diversas dependencias como el Colectivo de Información y Educación en Salud, el Fideicomiso para la alimentación de niños indígenas en México, Financia-miento de Global Food for The Women, el Instituto Nacional Indigenista, el Instituto de Antropología e Historia, la Secretaría de Educación Pública y la Fundación de Apoyo a la Infancia. Estas instituciones propusieron nuevos proyectos productivos para la comunidad. De esta manera se generaron acciones, pero los proyectos orientados a las mujeres siguieron reforzando el papel tradicional de género.

Durante los años noventa se formaron los ocho grupos que se analizan en esta investigación. Los proyectos productivos que se llevaron a cabo fueron muy variados: elaboración de artesanías de lana, conservas, cría de pollos, venta de ropa y calzado, elaboración de medicina tradicional, atención a huertos y elaboración de material quirúrgico. En el Cuadro 3 se muestran las características de los ocho grupos.

En 2000 estos grupos incluían a 64 mujeres, 48.8% casadas, 17% vivían en unión libre, 15.6% madres solteras, 9.3% solteras y 9.3% viudas. La mayor proporción de mujeres casadas indica que en la comunidad predominaba la idea de que debían casarse y tener hijos como parte de su destino de género. Era poco usual encontrar madres solteras, aunque cada vez es más frecuente ver estos casos en el medio rural, así como jefas de hogar. La migración de los hombres ha propiciado el aumento de las jefas de hogar en Hueyapan (González Hernández, 2004).

Los grupos trabajaban de dos formas: en equipo (28%) reuniéndose en un lugar común, e individualmente (72%) en la casa de cada una. El alto porcentaje de trabajo individual es por cuestiones de género, pues las creencias sobre cómo debía comportarse una buena mujer establecían que el lugar de las mujeres estaba en la casa para ocuparse de las labores domésticas y de la atención a la familia. Las que salían del espacio doméstico recibían críticas y comentarios negativos. Por eso la mayoría prefería trabajar en sus casas, aunque se tratase de proyectos productivos colectivos. Para no desatender sus ocupaciones, realizaban el trabajo del proyecto entre una y otra actividad doméstica. El siguiente testimonio es una evidencia de esta situación: ''lo pensé, porque las señoras cada quién trabaja sola y en ningún grupo trabajaban por lo que les dije -vamos a formar un grupo, pero trabajar cada quién en su casa-. Nadie trabajamos juntas porque el trabajo se hace a la hora que se puede, a la hora que se desocupa y a la hora que ella está sin que la interrumpa nadie, un rato, una hora, dos horas se ponen a trabajar en su casa, pero cada quien'' (Mujer, 41 años, 2000).

El temor a las críticas hizo que ellas desistieran de efectuar cambios en su rol tradicional y continuan relacionadas con el espacio doméstico. En consecuencia no se beneficiaron del intercambio de conocimientos con otras mujeres, ni compartieron problemas que tendrían solución si actuaran en grupo.

 

Problemas enfrentados por las mujeres en los proyectos productivos

Los problemas que encontraron las mujeres de los ocho proyectos productivos fueron los relativos a: 1) la operación del proyecto y 2) la dinámica interna del mismo.

Relativos a la operación del proyecto

La operación del proyecto trajo dificultades en la organización, la capacitación, la comercialización y los pagos.

La organización

Los proyectos promovidos por el gobierno y organizaciones externas a la comunidad fomentaron la organización sin base en un trabajo profundo de grupos. La falta de cohesión en éstos generó desinterés en las mujeres, que se agruparon por el criterio de vivir en el mismo barrio. Un testimonio nos ilustra las dificultades de trabajar en grupo cuando no hay cohesión ni compromiso: ''la verdad, es muy difícil organizar a un grupo de muchas personas (... ) porque muchas no se puede, por ejemplo, en el grupo no hay apoyo, es muy difícil organizarlas porque no quieren reunirse, ni comentar sobre el pago, por eso ya estoy desesperada, no entienden y yo también tengo cosas que hacer'' (Mujer, 41 años. 2000).

La capacitación

El apoyo que otorgó el gobierno y las instituciones se centró en formar el grupo y otorgar el crédito para los proyectos. El personal de estas dependencias no supervisó ni asesoró, por lo que las mujeres carecieron de capacitación sobre contabilidad, administración y organización. El siguiente testimonio es revelador de la situación: ''nosotras no recibimos capacitación, el ingeniero nos dijo -ustedes son las que saben cómo van a comprar y cómo van a vender. ustedes son las que saben qué es lo que usan aquí- Y sí,al inicio nos fue re mal. El ingeniero me dijo que -tienen que sacar cotizaciones aquí y allá- pero no supimos. Y digo yo, si a ellos como ingenieros les sucede ¡imagínese a nosotras!'' (Mujer, 33 años. 2000).

Comercialización

La falta de mercado para los productos de estos grupos fue un problema grave, pues la escasez de ingreso afectó el pago a tiempo del préstamo y la terminación del proyecto.

Falta de generación de ingresos inmediatos

Los proyectos comenzaron a operar con financiamiento que se debía reintegrar. Al principio se trabajaba para cubrir el préstamo, por lo que no se obtenían ganancias y esto ocasionaba deserción y disminución de socias. ''Inicialmente éramos las integrantes diez (ahora son cuatro), pero al paso de poco tiempo se fue desintegrando el grupo, principalmente porque es un proyecto en el que el dinero que se gana no se ve en el momento, y las mujeres lo que necesitan es dinero, ya que si deciden trabajar en el proyecto es porque quieren dinero para apoyar en sus hogares, pues sólo así los hombres las dejan participar, pues saben que les podrán ayudar'' (Mujer, 59 años. 2000).

Crédito insuficiente

La carencia de capacitación en cuestiones administrativas tuvo como consecuencia una inadecuada distribución del dinero e incumplimiento de pagos del crédito. Las socias utilizaran el préstamo para cubrir sus necesidades familiares en lugar de invertir en el proyecto. El siguiente testimonio lo muestra: ''hace dos años dejamos de hacer pan y pomadas debido al factor económico, pues ya no nos alcanzó para materia prima. En un principio se nos dio apoyo, pero como no lo supimos administrar se nos acabó, allí fue donde fallamos, porque sí nos dieron y no supimos administrar, y se acabó'' (Mujer, 56 años. 2000).

Relativos a la dinámica interna del proyecto

En este aspecto se observaron dificultades individuales y entre las socias.

Dificultades individuales

Las causas que limitan la participación de las mujeres en los proyectos productivos son complejas y reflejan los conflictos de género al interior del hogar. Una de éstas es la constante justificación que deben hacer sobre su participación en el proyecto ante sus familias y esposos. Este testimonio es un ejemplo: ''yo comencé a participar en grupo porque mi mamá me metió, me dijo -mira, te va a servir-, pero mi esposo me dejó porque yo no iba a ir a ninguna reunión, ni a salir, ni ir a juntas, ni a vender. Mi mamá y mi cuñada me iban a ayudar a vender, por eso participé y por eso él me dejó. Pero cuando nació el niño más chiquito ya no me dejó ir y por eso me salí del grupo. Tengo que obedecerlo; llevamos 33 años de casados, somos bien felices, aunque me lleva seis años de edad no me importa, no me regaña'' (Mujer, 48 años. 2000).

La aprobación del cónyuge u otro integrante varón de la familia determina la participación de la mujer en el proyecto: ''cuando se mete una al grupo tiene que hablar con el marido, a ver si me deja. Igual con mis hijos y, si no me dejan, no me meto'' (Mujer, 33 años. 2000). El cuidado del hogar y la familia requiere de mucho tiempo para las mujeres, que doblan las jornadas de trabajo para atender también los proyectos: ''el no tener tiempo limita la participación, porque aquí los hijos, la escuela, todo. La verdad no nos queda tiempo; a veces primero está ésto y luego, lo otro es el segundo término'' (Mujer, 40 años. 2000).

La opinión familiar sobre la participación de las mujeres es muy importante. Gran parte de las mujeres de Hueyapan viven con la familia del esposo cuando se casan (residencia patrilocal), donde la suegra es la jefa del hogar. En algunos casos la nuera es criticada y controlada por la suegra, que es la figura de autoridad. El respeto que se inculca hacia la suegra impide que se rebelen ante esta situación y por tanto limitan su participación en los grupos. Además de la creencia de que el lugar de la mujer es la casa, y no la calle. En opinión de una mujer anciana: ''es mejor trabajar aquí porque aquí en su casa de uno está tejiendo tantito, se para y lo va atizar los frijolitos o a ver qué cosa y ya.

Y si se para uno va a soplar, va a hacer su comidita para su señor va a venir, van a comer y está tejiendo.

Y si se sale a otro lado, aquí la casa lo dejamos ¿quién lo va a hacer? No, no se puede. Mejor aquí en la casa, porque si el hombre tiene hambre ya se sopla y se le da de comer, ya está la comidita. Sí, así es mejor.'' (Mujer, 72 años. 2000).

Dificultades entre las socias

Las dificultades entre las socias se dan por relaciones desiguales intergenéricas, de liderazgo jerárquico y críticas de la comunidad. Las relaciones desiguales intergénericas son las situaciones que se suscitan por imposición de ideas y opiniones de unas sobre otras, competencia, envidias y falta de solidaridad entre ellas. Estas relaciones son un factor importante para obtener o no la autorización por parte del cónyuge. Los conflictos en los grupos han ocasionado la deserción, pasando uno de ellos de 16 a cuatro socias. El liderazgo jerárquico también generó malestar. Si bien los grupos son dirigidos por un comité formado por una presidenta, secretaria y tesorera, elegidas por las socias, es común que exista un distanciamiento de las lideresas y el resto del grupo. Las mujeres del comité adquieren habilidades que antes no tenían, como hablar en público, tomar decisiones, realizar pagos fuera de la comunidad y relacionarse con autoridades gubernamentales, fortaleciendo su liderazgo. El problema surge cuando éste se ejerce de forma vertical y la lideresa controla la información y el financiamiento del proyecto en vez de compartir su conocimiento con el resto de sus compañeras. Estas lideresas se vuelven autoritarias y utilizan el proyecto en beneficio propio.

 

Beneficios obtenidos por las mujeres en los proyectos productivos

A pesar de los problemas expuestos, las mujeres encuentran beneficios en participar y son motivo para continuar en los grupos. En el Cuadro 4 se resumen los beneficios.

No todas las mujeres participaron de estos beneficios, pero son un ejemplo de los logros que se observan en los grupos más consolidados. Uno de los beneficios alcanzado es en el ámbito doméstico con los familiares que apoyan a las mujeres para que participen. Este apoyo se da tanto en la realización de los proyectos como en las tareas domésticas. Por ejemplo, la colaboración del esposo e hijos varones se da en los proyectos con actividades masculinas como el establecimiento de huertos, riego, fumigación, elaboración de naves, acarrear material para construcción, y trabajos de albañilería. En el hogar se observó una distribución y negociación de tareas de género con relaciones de apoyo mutuo y colaboración como la ayuda que dan los varones al amarre del rebozo o torcedura de las barbas del rebozo, que consiste en dar el acabado final a la pieza del telar (se desmonta la pieza del telar de cintura y se rematan a mano los hilos que lleva el rebozo en los extremos). Esta actividad era considerada femenina y actualmente la realizan también los hombres.

 

Cambios en los valores y creencias sobre los géneros en Hueyapan

La vida y la sociedad son como la metáfora del río que describió Heráclito de Efeso, es decir, todo cambia, nada permanece igual. En este sentido hay cambios en las mujeres y hombres de Hueyapan. Cambios en las relaciones de género al redistribuir las labores domésticas, en la forma de pensar de las generaciones jóvenes que no aceptan el encierro cotidiano de las mujeres y la monotonía de su rutina, cambio en la dinámica económica del país que obliga a buscar el sustento fuera de la comunidad. También se observa mayor valoración de la participación de las mujeres porque han traído beneficios económicos y bienestar a la familia y a la comunidad, otros cambios se dan en la consideración positiva de la educación de niñas y jóvenes para que conozcan, se formen y tengan un trabajo remunerado. Una modificación sumamente interesante se dio en las propias mujeres que no querían seguir con el patrón cultural tradicional abandonando el ámbito doméstico para participar en el ámbito público.

 

Conclusiones

Las mujeres indígenas de Hueyapan participan en los proyectos productivos motivadas por la necesidad de ingresos que satisfagan los requerimientos familiares. Sin embargo, los estereotipos tradicionales de género que prevalecen en su comunidad definen sus formas de participación. La segunda conclusión es la creencia de que el lugar de las mujeres es el espacio doméstico va a fomentar el trabajo individual en la casa de las socias en lugar de trabajar colectivamente, en un lugar ajeno al domicilio. Además de la división del trabajo en la comunidad se establece que las mujeres se ocupen de las actividades reproductivas, destinando una gran parte de su tiempo a las labores domésticas y cuidado de familiares; esto deja escaso tiempo para participar en los proyectos y en actividades públicas.

Los datos muestran que si una mujer transgrede el estereotipo tradicional de género es criticada y desvalorada, por lo que la mayoría prefiere trabajar individualmente y en la casa. La tercera conclusión es que las relaciones de género, especialmente con el esposo y la suegra, pueden limitar la participación de las mujeres en los proyectos. La residencia de la pareja al inicio de su vida matrimonial es patrilocal e implica vivir con los padres del esposo. En ese espacio la figura de autoridad femenina es la suegra, supeditándose la nuera a la dinámica que aquella establece. La autorización del esposo y de la familia del mismo va a determinar que la mujer participe. Por otra parte el esposo, que ha sido socializado en los patrones tradicionales de género, pedirá a su esposa que cumpla con las funciones establecidas, negándole el permiso si considera que desatenderá sus responsabilidades domésticas.

La cuarta conclusión es que la participación en los proyectos produce cambios personales, familiares y comunitarios porque aumenta la autoestima de las mujeres. Se sienten valoradas por sus familias y comunidad, a pesar de las críticas.

La quinta conclusión es que los proyectos generan problemas y beneficios. Los problemas operativos originados por la falta de capacitación en administración, de estudios de mercado, y crédito insuficiente, pueden resolverse con la planificación eficiente del proyecto. Sin embargo, los ocasionados por la falta de cohesión del grupo, liderazgos jerárquicos, críticas de la comunidad, limitaciones de esposos y familiares se basan en creencias y valores que para ser resueltos precisan incluir el aspecto cultural y de género en la planificación del proyecto.

Los beneficios obtenidos son más que los problemas y mejoran los aspectos personal, familiar, económico y social. No todas las mujeres han obtenido ganancias, pero las que los tienen es porque han participado más tiempo en los proyectos. En la medida en que se dan cambios en las mujeres, también los hay en el entorno familiar; como la nueva división del trabajo donde los varones realizan tareas en el hogar para que ellas puedan participar.

Los estereotipos tradicionales de género influyen en las formas de participación de las mujeres, también observamos que la experiencia adquirida en estos proyectos está flexibilizando estos patrones de género en Hueyapan. Este estudio de caso puede generalizarse a otras experiencias de trabajo con mujeres indígenas rurales siendo recomendable tener en cuenta los factores operativos que limitan los proyectos, así como los aspectos culturales y de género.

El enfoque de multiculturalidad promueve un desarrollo rural respetuoso de la población indígena, porque mientras los proyectos sean culturalmente adecuados e incluyan la perspectiva de género tendrán más posibilidades de éxito.

 

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