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Región y sociedad

versión On-line ISSN 2448-4849versión impresa ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.18 no.36 Hermosillo may./ago. 2006

 

Artículos

 

Género, empoderamiento y movimientos sociales: la Unión Campesina Emiliano Zapata Vive, en la región Tepeaca-Tecamachalco, Puebla

 

José Álvaro Hernández Flores*, Beatriz Martínez Corona**

 

* Maestro en Ciencias, Colegio de Postgraduados. Teléfono: 01 (222) 285-17-47. Correo electrónico: jahf@hotmail.com.

** Profesora-investigadora, Colegio de Postgraduados, campus Puebla. Teléfono: 01 (222) 285-17-47, extensión 2046. Correo electrónico: beatrizm@colpos.mx.

 

Recibido en febrero de 2006
Revisado en marzo de 2006

 

Resumen

Este artículo analiza la participación de mujeres y hombres rurales en un movimiento social reciente, que reivindica el modo de vida campesino y la lucha por el territorio: la Unión Campesina Emiliano Zapata Vive (UCEZV); también sus efectos en el empoderamiento diferencial por género y el fortalecimiento tanto de las identidades colectivas como los cambios en las genéricas, asociados a su conformación como sujetos sociales. Las organizaciones presentan retos especiales para la participación de las mujeres, pues en ellas pueden reproducirse las estructuras de poder dominante o crearse socializaciones nuevas, y relaciones que favorezcan transformaciones en el modelo tradicional de género.

Palabras clave: empoderamiento, género, organización campesina, movimiento social, identidad, territorio, modelos de género.

 

Abstract

This article analyzes the participation of rural women and men in a recent social movement: Union Campesina Emiliano Zapata Vive (UCEZV, by its Spanish initials), which vindicate the peasant way of life and the struggle for the territory, as well as the consequences on gender differential empowerment, and the strengthening of individual identities, and changes in the collective identities, associated to their conformation as social actors.The organizations present special challenges for women participation, because they can reproduce authoritarian structures or produce new socializations, and social relations that support changes in the traditional gender model.

Key words: empowerment, gender, peasant organization, social movements, identities, territory, gender models.

 

Introducción

La noción de empoderamiento ha cobrado relevancia en los últimos años, en los estudios vinculados a la conformación de sujetos sociales, particularmente en los surgidos de organizaciones o movimientos de grupos desfavorecidos. El concepto se refiere al proceso a través del cual los actores adquieren control sobre sí mismos, la ideología y los recursos que determinan el poder; esto les permite a los individuos desarrollar capacidades nuevas y ser reconocidos como protagonistas, sujetos capaces de superar la vulnerabilidad y la exclusión, así como contribuir al progreso y gozar de sus beneficios. Asimismo, este proceso se asocia con cambios en la conformación y fortalecimiento de identidades colectivas. En efecto, el empoderamiento1 de las mujeres, generalmente excluidas de la participación política, pasa por transformaciones en su autopercepción, en las asignaciones sociales, la deconstrucción de identidades y la generación de capacidades de negociación, que favorecen la modificación de las relaciones de subordinación (Martínez 2005).

Este artículo se deriva de una investigación más amplia (Hernández 2004), que aborda el proceso de generación de poder en mujeres y hombres campesinos, a partir de su participación en el movimiento denominado Unión Campesina Emiliano Zapata Vive, conformado en la región Tepeaca-Tecamachalco de Puebla, como respuesta a la pretensión gubernamental de imponer el proyecto de desarrollo regional Milenium, con profundas implicaciones territoriales para los agricultores de la región.

Empleamos la metodología cuantitativa para realizar las entrevistas a profundidad a los integrantes de la UCEZV, durante los meses posteriores al conflicto, que derivó en la cancelación del proyecto. Partimos de que la organización y los movimientos sociales pueden ser espacios estratégicos para el empoderamiento de los integrantes de sectores marginados o excluidos, como es la población rural pobre, y en el caso de las mujeres se considera que al acceder a la participación en los ámbitos públicos se les presenta la oportunidad de reconformar sus identidades, a través de nuevas socializaciones. Por consiguiente, es necesario abordar la relación entre el empoderamiento por género y la formación de sujetos sociales.

 

Movimientos sociales, subjetividad y sujetos

La categoría de sujeto social remite al terreno en donde se construyen las subjetividades colectivas, las identidades y la voluntad de transformación (Calvillo y Favela 1995). Dicha categoría permite trascender la visión dicotómica del mundo, a través de la incorporación al análisis del conjunto de tensiones entre lo individual y social, lo objetivo y subjetivo, así como las distintas dimensiones de tiempo y espacio. La subjetividad, en este contexto, hace referencia a una concepción particular del mundo y de la vida del sujeto.

Dicha subjetividad se estructura a partir del lugar que ocupa el sujeto en la sociedad, y se organiza en formas específicas de percibir, sentir, de racionalizar, de abstraer y de accionar sobre la realidad. La subjetividad se expresa en comportamientos, en actitudes y en acciones del sujeto, en cumplimiento de su ser social, en el marco histórico de la cultura. En suma, la subjetividad es la elaboración única que hace el sujeto de su experiencia vital (Lagarde 1993, 302).

Según Emma León (1997), la incorporación de la subjetividad, como ángulo de lectura para el análisis concreto de los sujetos sociales, obedece no sólo a las posibilidades metodológicas y hermenéuticas de este concepto, sino a las constructivas y de interpretación, acordes con la propia naturaleza del objeto de estudio. Apunta que como toda categoría ligada a la producción y reproducción de significados, la subjetividad es polisémica, posee un amplio rango de inclusividad en cuanto a dimensiones, procesos y mecanismos diversos, los cuales pueden interactuar sin que operen jerarquías excluyentes. Por lo tanto, permite ingresar al problema de la historización de los sujetos sociales, además de vincularse con el plano de las identidades, las relaciones sociales y las acciones concretas. Esto gracias a su capacidad para abrirse a la temporalización de sus sentidos y significados, y de su objetivación en toda clase de productos culturales, políticos, económicos y sociales.

 

Género y poder

Existe diversidad en cuanto a posturas teóricas sobre el poder y sus implicaciones en las relaciones sociales. Desde una perspectiva liberal, la idea del poder aparece vinculada con la capacidad generalizada para actuar, la cual puede emplearse con varios propósitos. Esta concepción sugiere una relación desigual entre quienes lo concentran, con el fin de utilizarlo para su beneficio, y quienes, al carecer de él, se encuentran sometidos a sus efectos. Visto así, el poder puede usarse como un instrumento de dominación y sometimiento (Martínez 2000). Otras posturas comparten la idea de que en una sociedad éste es ejercido como coerción, influencia, manipulación, consenso y legitimidad y que, en función de su dinámica e interdependencia compleja, se reúnen en torno a la dominación (Legnani y García 2003).

Para Foucault (1981), es necesario acuñar una definición del poder que contenga la multiplicidad de facultades ejercidas en la esfera de lo social. Así, plantea que la vida en sociedad se caracteriza por relaciones de poder múltiples que derivan en diversas formas de dominación, que están en la constitución misma de los sujetos. Desde su perspectiva, el poder significa una relación de fuerzas, por lo tanto, todo fenómeno y relación social se constituye en su vehículo y expresión (Acanda 2000).

Concebido como una relación, involucra la imposibilidad de escapar de él, y mantenerse en una posición de exterioridad. Para Foucault, se ejerce en todos los ámbitos —públicos o privados— en los cuales nos movemos. su presencia es constante en el espacio laboral, familiar, las relaciones de pareja, la escuela; es, a fin de cuentas, lo que pulsa toda relación. Puesto que recorre el campo de lo social de un punto a otro, constituye, atraviesa y produce a los sujetos.2

Sin embargo, si el poder es una relación de fuerzas, ésta puede observarse desde una doble dimensión: su capacidad de ejercicio y de resistencia. Esta última es la respuesta de los sujetos a practicarlo sobre sus cuerpos, afectos y acciones; es, en sentido estricto, la capacidad de todo individuo de reaccionar, de manera presente o virtual, para oponer una fuerza contraria a la acción ejercida sobre él (García 2001). La resistencia se encuentra presente en las relaciones de poder y asume formas variadas, de acuerdo con la situación estratégica de la lucha. Se trata de una categoría móvil, presente en distintos puntos del entramado social. Su importancia radica en que el sujeto no sólo resiste a los embates externos oponiendo una fuerza contraria y semejante a la ejercida sobre él, sino que además es capaz de utilizarla para transformarla en energía y devolverla hacia fuera. Esto significa que pese a ser afectado por otras fuerzas, es también capaz de modificar el exterior (Acevedo 2005).

Otro tipo de posturas enfatizan más en la capacidad del sujeto para oponer resistencia e influir en la estructura de dominación, consideran al poder como un proceso en el que ocurren cambios personales y colectivos, a partir de los cuales se proponen formas alternativas a la autoridad dominante. según esta perspectiva, el poder se concibe como un recurso presente o potencial en las personas y en las comunidades (Checkoway 1995). Se trata de un concepto ligado a la idea de participación y, de manera más reciente, a la noción de empoderamiento o generación de fuerza y formación de sujetos sociales; además, es central en la discusión de la transformación de las relaciones entre los géneros, para superar la subordinación de las mujeres.

Mediante el empoderamiento, los individuos o grupos reconocen poseer una facultad potencial para actuar sobre algo;3 alude a la fuerza por la cual son reconocidos como protagonistas, y como sujetos capaces de superar la vulnerabilidad y la exclusión, así como contribuir al desarrollo y gozar de sus beneficios (Martínez 2000).

Los procesos de empoderamiento implican la construcción de espacios institucionales para la participación de sectores excluidos, en donde se formalizan sus derechos y se asegura el pleno acceso a recursos que les permitan desenvolverse plenamente (Stromquist 1997; Martínez 2000). A través del empoderamiento, los grupos o sectores eliminados cobran conciencia paulatinamente de la dinámica de poder que opera sobre ellos, adquieren habilidades y capacidades para ganar control sobre su vida y lo ejercitan, constituyéndose además en soporte para el fortalecimiento de otros grupos o comunidades. De esta forma, además de ser un proceso de cambios personales y colectivos, involucra la formulación de propuestas alternativas a la dominación. Es pues un proceso para cambiar la distribución del poder, tanto en las relaciones interpersonales como en las instituciones de la sociedad.

Las construcciones sociales del género4 son un aspecto importante que se debe considerar, cuando se analizan las relaciones sociales de poder. En efecto, la percepción dominante de la cultura y la historia estructurada desde la visión masculina (androcentrismo); la arraigada creencia de que la naturaleza biológica determina lo natural o antinatural entre hombres o mujeres (escencialismo); y la traducción de estas percepciones como principios organizadores y rectores de la vida social (polarización de género) constituyen los fundamentos de una sociedad patriarcal, pensada y estructurada en función de los varones y sus necesidades (Dorr y sierra 1998). Así, la desigualdad se interpone en las relaciones de poder establecidas entre mujeres y hombres.

Lo anterior tiene consecuencias importantes en la estructura social y en la división del trabajo, sobre todo en los espacios rurales, donde existen pocas oportunidades para nuevas socializaciones que trastoquen los modelos que refuerzan y reproducen los estereotipos y patrones de género en ese orden de desigualdad. Mientras la visibilización y valoración de la actuación y el desempeño de las mujeres se encuentran confinadas al ámbito privado o doméstico; los hombres se desenvuelven en uno público, desde donde se ejerce poder, se definen la mayoría de las normas y los límites sociales y se toman las decisiones. De esta forma, el mundo público domina al privado, mediante la incorporación en la cultura de la desvalorización de la mujer en todas las áreas (van Dam 1991; salles y Tuirán 1999). Los resultados de este confinamiento se reflejan en la escasez de oportunidades de trabajo bien remunerado, en barreras para el fortalecimiento de las capacidades, en aislamiento, exclusión y pobreza.5

En contraste, como indica Gutiérrez (2002), existe una serie de dispositivos culturales que favorecen la autoafirmación y la supremacía de los hombres, lo que se traduce en el acceso a recursos y control sobre otras personas, aspectos reforzados por la valoración social y reconocimiento de esas conductas estimuladas por las instituciones y organizaciones. Así, las mujeres deben vencer creencias y normatividades arraigadas, que les impiden trascender el cuidado de otros, pagar la cuota de censura, repudio o soledad. En este sentido, la participación en espacios públicos, como lo es la movilización, representa una oportunidad para establecer socializaciones nuevas que favorezcan la autoafirmación y la conciliación de las metas individuales y colectivas.

La conformación de la identidad genérica, como lo señala García (1998), ocurre de acuerdo con el momento histórico, lugar geográfico, raza o etnia y ciclos de vida, lo cual lleva a asumir las experiencias y formas de vida de manera diferente. Las identidades de mujeres y hombres se dan a través de factores estructurados culturalmente, y se transforman de una sociedad, época o cultura a otra. Esto afecta las relaciones entre los géneros, los valores, preferencias, percepciones, actitudes, etcétera.

La participación de las mujeres en movimientos sociales las enfrenta a socializaciones nuevas, aprendizajes que propician cambios y, como señalan Del Valle et al. (2002), introducen fisuras en el peso normativo de las creencias y percepciones sobre "el deber ser" de cada género. Sin embargo, las organizaciones mixtas, de hombres y mujeres, presentan retos especiales para el empoderamiento de ellas, pues en éstas pueden reproducirse las estructuras de poder autoritario y asignárseles labores y responsabilidades asociadas a las percepciones tradicionales de su "deber ser", y no para participar en la toma de decisiones u ocupar puestos de representación, entre otros aspectos.

El aporte de la perspectiva de género a las ciencias sociales en el análisis del poder y su presencia en las relaciones sociales, de género, clase, generación, parentesco, etnia y raza, entre otras, ha permitido examinar que la posición de las mujeres en la sociedad es generalmente de subordinación, así como los cambios y transformaciones en las construcciones y relaciones de género o la reproducción y legitimización del orden jerárquico influido por estructuras sociales más amplias (Martínez 2005), en las que ellas ocupan una posición subordinada.

Las mujeres, como líderes y participantes en la toma de decisiones en espacios públicos y privados, enfrentan la transformación de su posición histórica de subordinación, esto por condicionantes relacionadas con construcciones que ubican el aporte femenino en el campo privado, en la reproducción y el trabajo, desvalorizado social y económicamente al designarlo como "natural", y el ámbito de desempeño de las mujeres como cuidadoras de los otros (Martínez 2005). La consecuencia de esto, entre otros aspectos, es la construcción identitaria de las mujeres ligada a la autopercepción de "ser para los otros" y no "para sí" en primera instancia, a diferencia de los varones, a quienes se les apoya, valora, reconoce y ubica en el espacio público como ámbito de desempeño, en la producción y como proveedores, cuyo aporte es social y económicamente valorado. Esto por supuesto tiene consecuencias en la autoestima de hombres y mujeres. Los primeros, incluso sobrevalorados, con una construcción política de supremacía, sólo por ser hombres, dada la cultura hegemónica que sobrevalora este hecho, y los lleva a considerar normal ocupar posiciones de superioridad. y, por otro lado, las mujeres desvalorizadas y construidas con frecuencia para depender de la estima de los otros (Lagarde 2001).

Existen diversas formas de participación de las mujeres en la sociedad: en las que se reconoce su poder y lo ejercen, pero se silencia, oculta o devalúa. El análisis de cambios surgidos a partir de las nuevas funciones desempeñadas por las mujeres al participar en movimientos, en la generación de ingresos, en ámbitos públicos y en organizaciones remite a considerar elementos como el acceso a la toma de decisiones, variaciones en su autopercepción y las relaciones intra y entre los géneros, para ubicar el potencial de cambio de estos espacios para favorecer transformaciones que propicien una mejor posición social de las mujeres (Lagarde 2001).

Rowlands (1997), al analizar los procesos de empoderamiento en mujeres, considera tres aspectos diferentes del fenómeno: a) el personal, que entraña cambios en la autopercepción, autoconfianza y adquisición de capacidades para liberarse de la opresión internalizada, los que a su vez generan modificaciones identitarias en el logro de habilidades individuales y en la toma de decisiones; b) el de las relaciones cercanas, donde el empoderamiento implica fomentar destrezas para negociar e influir en la naturaleza de ellas y en la toma de decisiones propias y c) el colectivo, en el cual los individuos trabajan juntos para influir más de lo que podrían hacerlo individualmente.

Algunos de los factores identificados por Rowlands (1997) como facilitadores de los procesos de empoderamiento son: la participación grupal, la identificación de problemas y necesidades comunes, la adquisición de conocimientos y nuevas habilidades, el desarrollo de liderazgos, la conformación de redes de apoyo con otras organizaciones, el análisis del propio contexto, las actividades generadoras de ingresos y el abordaje de conflictos, entre otros.

Puesto que la organización social es un espacio estratégico para el empoderamiento de los sectores marginados o excluidos, es necesario abordar la relación existente entre éste y la formación de los sujetos sociales. Dicha relación se da fundamentalmente a través de la construcción de una identidad colectiva en contraste a la identificada como opuesta, la cual surge o se fortalece, en primera instancia a partir de la identificación de una problemática común. Una vez reconocida la naturaleza de la subordinación, a través de un ejercicio de reflexión colectiva, es posible definir los objetivos deseados e iniciar un proceso de movilización para el cambio que permita generar poder, y poner en práctica acciones tendientes a lograr sus propios intereses; sin embargo, este proceso se da de forma diferencial entre hombres y mujeres, como analizaremos posteriormente.

En el siguiente apartado se describe la experiencia de la UCEZV, y su proceso de conformación como movimiento.

 

La conformación de sujeto social: UCEZV en la región Tepeaca-Tecamachalco

Como política de desarrollo, el Gobierno mexicano ha encaminado sus esfuerzos durante los últimos años a la promoción y consolidación de distritos industriales y corredores de transporte, que beneficien la interrelación y difusión por contigüidad de las redes y cadenas productivas. Debido a las implicaciones sociales y económicas de este tipo de procesos de ordenamiento del territorio, se debe involucrar a los actores locales y regionales como parte integral de la planificación y el desarrollo (Schejtman y Berdegué 2003).

Por desgracia, a ciertas prácticas corporativas bastante extendidas, legitimadas a través de la "consulta", se les considera participativas, a pesar de no incluir a los actores directamente involucrados en la toma de decisiones y en la elaboración de los proyectos que los afectan. Esto ha contribuido, de manera importante, a minar la gobernabilidad generando un clima de desconfianza entre el Estado y los ciudadanos, el cual se ha traducido en un deterioro social que puede constituir un elemento generador de acciones colectivas, y por tanto de sujetos y manifestaciones.

El movimiento campesino no ha sido ajeno a esta problemática; algunas organizaciones han tenido que transitar, de luchar por la tierra y la apropiación del proceso productivo, a dirigir sus esfuerzos para la defensa de su territorio, que constituye el espacio en donde determinadas representaciones y prácticas compartidas ofrecen una resistencia política, para hacer valer su punto de vista sobre el de los sectores dominantes, que les pretenden imponer.

Esta lucha se expresa en el surgimiento de una gama polivalente de movilizaciones en busca de enfrentar la expansión de proyectos, que imponen una visión del desarrollo que no corresponde a las necesidades fundamentales de la población local. Estos nuevos movimientos por el territorio han puesto en práctica estrategias que propician el empoderamiento individual y colectivo de sus miembros, y favorecen su conformación como sujetos sociales que, aglutinados en torno a una identidad colectiva y a una visión de futuro, despliegan como estrategia básica una serie de prácticas —algunas conflictivas— que han puesto en riesgo la gobernabilidad en diversas regiones del país, y constituyen la única forma de detener los proyectos que los afectan.

La región Tepeaca-Tecamachalco se ubica en la parte oriental del valle de Tepeaca, planicie del centro de la meseta poblana, y comprende los municipios de San Francisco Mixtla, Tepeaca, Tochtepec, Santa Isabel Tlaneplanta, Cuautinchán, Santo Tomás Hueyotlipan,Tecali de Herrera y Tecamachalco, en donde se asientan 249 localidades en una superficie aproximada de 829.28 kilómetros cuadrados (véase mapa). La región Tepeaca-Tecamachalco es rica en la producción de hortalizas, flores y minerales, muestra de ello es que su territorio alberga uno de los mercados de productos agrícolas más importantes y antiguos del país.6 Además de contar con una ubicación geográfica privilegiada, la región es abundante en recursos naturales e infraestructura, por ello es atractiva para el desarrollo de actividades económicas de diversa índole.


A principios del año 2000, circulaba la versión de la puesta en marcha de un proyecto carretero en la región, a finales de ese año se confirmaron los rumores en torno a la construcción de una autopista que iría de Tepeaca a Tecamachalco, y la instalación de parques industriales sobre terrenos destinados a la producción agrícola.

El proyecto Milenium, diseñado por el gobierno del estado, constaba en su primera etapa de la construcción de una carretera de 57 kilómetros, que afectaba a 18 comunidades de la región Tepeaca-Tecamachalco y era sólo la punta de lanza para la instalación de parques industriales —entre ellos dos de 800 y 400 hectáreas— ubicados en zonas agrícolas. Además, estaban previstas un área de extracción minera, la consolidación de superficies de cultivo de mediana y alta productividad, el establecimiento de usos de suelo campestre y residencial en zonas amplias, y la construcción de grandes complejos recreativos, turísticos y ecológicos (Secretaría de Comunicaciones y Transportes, SCT 2001). La ejecución del proyecto demandaba una extensión considerable de tierras, ya que tan sólo para la autopista se requerían 3 mil 400 hectáreas que, aunadas a los parques industriales previstos, sumaban cerca de 5 mil de superficie afectada (Milenio Diario, 10 de septiembre, 2002).

Es evidente que la implementación de un proyecto de esta naturaleza en una región predominantemente rural suponía, en términos territoriales, profundas transformaciones. sin embargo, pese a la experiencia del gobierno del estado, que anteriormente había enfrentado protestas por la puesta en operación de proyectos similares en otros lugares de la entidad,7 Milenium no contempló ningún tipo de esquema de consulta o negociación que facilitara la participación de la población local. Peor aún, ni siquiera se previeron mecanismos necesarios para dotar de información clara y precisa a la población afectada, situación que generó gran descontento e indignación entre los habitantes de la región.

Los campesinos perjudicados se indignaron ante el pago ofrecido por el gobierno estatal a cambio de las tierras,8 así como ante la ausencia total de mecanismos de concertación, que brindaran información acerca del proyecto, y buscaran reunir sus propuestas y necesidades como parte integral del mismo; esto contribuyó a generar un clima de oposición al proyecto Milenium en toda la región Tepeaca-Tecamachalco. La indignación colectiva resultante de estos hechos aglutinó a los actores locales en torno a un consenso, que las autoridades gubernamentales fueron incapaces de generar: la idea compartida de que el proyecto, lejos de representar un beneficio para los habitantes de la zona, ponía en riesgo el modo de vida y la sobrevivencia misma de los campesinos afectados.

La falta de información y la incertidumbre subsiguiente propició un proceso de diálogo y reflexión en las comunidades perjudicadas, a partir del cual se empezaron a presentar los primeros intentos de acción colectiva,9 con la participación de hombres y mujeres. Así, después de un intenso proceso organizativo, el 27 de noviembre de 2000, en el paraje denominado pozo Guadalupe —lugar donde el gobierno tenía prevista la construcción de uno de los dos parques industriales—, más de 500 campesinos hombres y mujeres de la región, acordaron la constitución de la UCEZV, para oponerse al proyecto Milenium.

La movilización, el establecimiento de alianzas con otras organizaciones, la difusión de la problemática regional, la búsqueda de la negociación pública, así como el ejercicio moderado de la violencia en la última etapa del conflicto, como forma de presión hacia el Estado, fueron parte de las acciones emprendidas por la UCEZV a lo largo de su lucha. Solas o en complementariedad, cada una de ellas obedeció a una coyuntura específica, que configuró en su conjunto una estrategia cuyos resultados dieron la pauta para modificar su direccionalidad e intensidad, para lograr los objetivos.

Por otro lado, merecen subrayarse las redes de apoyo y vinculación que los miembros de la UCEZV mantuvieron con los ejidatarios de san salvador Atenco, quienes como los de la región Tepeaca-Tecamachalco, se enfrentaron desde los primeros meses de 2001 a la tentativa de expropiación de sus tierras ejidales, para la construcción del nuevo aeropuerto internacional de la ciudad de México. Después de un intenso esfuerzo organizativo, que involucró a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el conflicto derivó en un estallido de violencia seguido de grandes movilizaciones, que obligaron al gobierno a cancelar el proyecto del nuevo aeropuerto en agosto de 2002.

Son evidentes las similitudes entre la UCEZV y el movimiento campesino del Frente Popular por la Defensa de la Tierra: ambas organizaciones se vieron afectadas —casi al mismo tiempo— por proyectos de infraestructura que implicaban la venta o expropiación de tierras en zonas rurales para proyectos gubernamentales; en ambos casos prevaleció la desinformación, el chantaje y el intento de lucro con las tierras de los campesinos. Las dos organizaciones compartieron la estrategia de movilización como una forma de presión ante el Estado, y en ambas situaciones, una vez cerradas las vías institucionales, se generó un estallido de violencia a partir del cual aconteció la cancelación de los proyectos que las afectaban. La forma en que se resolvió el conflicto de Atenco fortaleció en los campesinos de la UCEZV la convicción de lo justo de su lucha, y que existían fundamentos razonables para pensar en la cancelación del proyecto Milenium. Asimismo, la cobertura nacional del conflicto en Atenco y el interés generado en la opinión pública, fue un factor que la UCEZV aprovechó a su favor para dar a conocer su lucha y legitimarla frente a sus interlocutores.

Ante la inconformidad de los actores locales, los representantes del Estado adoptaron una estrategia alejada del diálogo y la concertación para resolver el conflicto. Canceladas todas las vías de negociación con el Estado, la UCEZV emprendió una salida violenta como última medida. El 29 de agosto de 2001 retuvo, contra su voluntad, a dos empleados de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes del gobierno del estado, que habían acudido a la región a presionar a los campesinos para que vendieran sus tierras. Dicha actitud se derivó de la indignación y el agravio moral al que se vieron sometidos durante casi dos años de conflicto. La muerte en condiciones sospechosas de un asesor de la organización; las órdenes de aprehensión dictadas en contra de varios líderes de la UCEZV; así como las amenazas de toda índole en contra de los campesinos opositores al proyecto Milenium, contribuyeron al rompimiento del principio de convivencia pacífica en la región, cediendo el paso a una acción colectiva que, si bien fue moderada, no dejó de asumir por ello un carácter eminentemente violento.

Después de un arduo proceso de negociación, los empleados de la SCT —retenidos por más de cuarenta horas en la comunidad de San Pablo Actipan— fueron liberados. Semanas más tarde —arguyendo dificultades políticas y financieras—, el gobierno del estado anunció la cancelación definitiva del proyecto Milenium. De inmediato se suspendieron todas las actividades relacionadas con la construcción de la autopista y los parques industriales. El conflicto territorial en la región Tepeaca-Tecamachalco había terminado.

 

Cambios identitarios y empoderamiento en la UCEZV

El empoderamiento es un proceso que involucra la interacción entre cierto grado de desarrollo personal y acciones. Esto significa que si bien la adquisición de poder supone diversos cambios identitarios a escala individual, ellos estarán relacionados con experiencias obtenidas colectivamente a lo largo del tiempo. Así, las organizaciones sociales constituyen un espacio propicio para la reflexión, el intercambio de ideas y el fomento de actividades encaminadas al empoderamiento de sus miembros.

A través de las entrevistas hechas a campesinos de la UCEZV, fue posible constatar la existencia de transformaciones individuales y colectivas, que evidencian un proceso de concienciación y adquisición de poder, resultado de su intervención activa en la organización. Sin embargo, éste ocurre de manera diferencial entre hombres y mujeres, debido a las construcciones y asignaciones que determinan la posición en las relaciones entre los géneros y grupos, así como las identidades genéricas.

Para analizar el empoderamiento experimentado por los integrantes de la UCEZV, así como sus repercusiones en términos de la constitución de un nuevo sujeto social en la región, se retomó la propuesta de Rowlands (1997), que identifica tres ámbitos en los cuales puede observarse: personal, colectivo y de relaciones cercanas. De acuerdo con esta autora, la adquisición de poder en el ámbito personal entraña cambios en la autopercepción, confianza y capacidad de los individuos, los cuales repercuten en el ejercicio de sus derechos, la obtención de habilidades nuevas y en el acceso a toma de decisiones sobre su propia vida.

Todo proceso de empoderamiento implica cambios sustantivos en las capacidades personales, la autopercepción de los individuos, el sentido de pertenencia, la movilidad socioespacial, así como en el reconocimiento y valorización de las identidades colectivas e individuales (Martínez 2000).

Al analizar las entrevistas realizadas en el trabajo de campo, fue posible constatar que los campesinos participantes en la UCEZV identificaron con claridad un antes y un después en cuanto a la forma en que se perciben. Este cambio —valorado ampliamente por el conjunto de los entrevistados— refiere a un conjunto de cualidades adquiridas como resultado de su colaboración en la organización, manifiestadas en aspectos tales como el incremento en las habilidades para formular y expresar ideas y opiniones, la aptitud de participar e influir en nuevos espacios y la disposición para aprender, analizar y actuar en consecuencia.

La identificación del poder individual y colectivo da soporte para nuevas negociaciones con otros actores sociales, en donde se supera la posición de subordinación. Tanto para los hombres como para las mujeres, el enfrentamiento con el poder dominante, ejercido por los agentes del Estado, les permitió identificar al adversario y la necesidad de la construcción del colectivo. Los campesinos entrevistados aducen haber adquirido conocimientos nuevos, fruto de las experiencias acumuladas a lo largo del conflicto, así como de su participación en talleres y foros donde discuten y comparten con miembros de otras organizaciones la problemática que los afecta. Entre los varones destaca un discurso en el cual se construye la identidad campesina para oponerse a quienes pretenden despojarlos.

La mayor parte de los integrantes de la UCEZV son capaces de ubicar con claridad las relaciones y estructuras de poder que actúan sobre ellos, su discurso es abundante en referencias al papel desempeñado por los campesinos en el modelo económico actual y la importancia estratégica de la región donde habitan. Asimismo, conocen un poco más de leyes, de sus derechos y los hacen valer ante los demás.

Entre las referencias a de su experiencia y aprendizaje durante el movimiento, señalan el crecimiento de la capacidad de defensa de sus derechos como campesinos, el conocimiento sobre las leyes y tratados a los que pueden recurrir y las alianzas con otros grupos con los cuales se identifican.

La gente ya no va a ser la misma, jamás va a ser la misma porque durante estos dos años y medio que llevamos corriendo sobre la defensa de las tierras, pues hemos aprendido mucho más que si fuéramos diez años a la universidad, o sea, en conocimientos reales (concepción Colotla, 44 años, san Pablo Actipan, marzo 2003).

[Tenemos conocimiento], por ejemplo de las comunidades indígenas de Chiapas de lo que es el convenio 169 [...]. El convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo es uno de los aspectos que retoman las comunidades de chiapas, de aquí de Oaxaca, pues hablan de un territorio. Entonces eso nos sirvió a nosotros también mucho y son acuerdos internacionales que firman los gobiernos y vienen a ser ley suprema (Hilario Rojas, 46 años, San Pablo Actipan, marzo 2003).

Este conocimiento, si bien forma parte de un proceso de aprendizaje y de reflexión colectiva, se nutre de las vivencias cotidianas de los individuos. En este sentido, no se trata de un saber inducido desde el exterior, sino por el contrario, de información que una vez analizada a la luz de la experiencia, permite a los sujetos develar la opresión y la dinámica de poder que opera en sus vidas en relación con algunos elementos del orden estructural. Esto constituye el primer paso para la concienciación del individuo, quien a partir de su transformación, estará en condiciones de vislumbrar escenarios nuevos y concebir estrategias adecuadas para alcanzarlos.

Yo personalmente me transformé; si bien yo había sido siempre rebelde, siempre había sido disidente del sistema, cambié mi forma de ver al campesinado, o sea, cambié la forma de ver al medio rural. Me di cuenta que el medio rural es el ámbito alternativo, o más bien el único medio alterno donde se puede rescatar el modelo que se está implementando; me di cuenta de que la gente necesita mucho apoyo, de que la gente siempre ha sido guiada, más bien que siempre ha sido utilizada, y pues de manera personal adquirí experiencia, mucha experiencia (Pascual García, 32 años, San Simón Coatepec, mayo, 2003).

Otras habilidades ubicadas en el ámbito personal del empoderamiento son las relacionadas con la capacidad de negociación, organización y planificación. En el caso de los integrantes de la UCEZV, fueron los líderes de comunidades y comités, en cuya representación participaron hombres y mujeres, quienes adquirieron dichas aptitudes, como una necesidad durante la lucha.

[A lo largo del conflicto adquirí] por ejemplo, la capacidad de negociación, la capacidad de tratar a gente poderosa, como al propio gobernador [...] la capacidad de organizar, la capacidad de imaginarte cosas. Se desarrollaron muchas cosas sin querer y se dieron básicamente por la desesperación, no porque lo quisieras hacer, sino porque lo tenías que hacer, o sea, es como aprender a caminar y luego correr porque sabes que lo tienes que hacer, asimismo nos ocurrió con la UCEZV, tuvimos que organizarlo porque teníamos que organizarlo (Pascual García, 32 años, San Simón Coatepec, mayo 2003).

El proceso en el que participaron los integrantes de la UCEZV propició cambios importantes en la percepción de los campesinos sobre sí mismos; no sólo aumentó su autoestima y el reconocimiento de sus capacidades, también el empoderamiento de sus miembros incidió en el fortalecimiento de la identidad campesina de los habitantes de la región. sin embargo, no se puede hablar de la UCEZV como un sujeto social acabado, definido, consumado; sino como uno con amplias capacidades para transformar su entorno social, todavía en proceso de construcción.

Los testimonios de los miembros de la UCEZV denotan una transformación en la forma de valorar los recursos de la región actualmente. La tierra, el agua, la siembra, siguen siendo las mismas, pero su importancia ha aumentado considerablemente a los ojos de los campesinos, y junto con ella, ha crecido también la convicción de continuar dedicándose con mayor energía a las labores del campo.

La naturaleza —hace tres, cuatro años—, la tierra, sí, nuestra tierra, se cultivaba sin ningún sentido, y ahora con la amenaza de quitarte lo que te pertenece dices: ¡caramba! Empiezas a apreciar parte de la naturaleza ¿la tierra cuánto vale estando limpia?, ¿el aire, cuánto vale estando limpio?, ¿qué tantas cosas tengo?, ¿qué tantas cosas hay? (Herminia Colotla, 27 años, San Pablo Actipan, marzo, 2003).

Hoy [la gente] le entra más, hoy la tierra la valora más. Yo, por ejemplo, no tenía la tierra, y hoy ya la tengo por mi padre, y hoy ya valoro más mis tierras, y hoy valoro más la lucha, la lucha que yo llevo (Pedro de la cruz, 56 años, san Pablo Actipan, abril, 2003).

[Con la lucha] se despertó un poquito o se recuperó un poquito la dignidad de los campesinos, vamos, se empezaron a valorar más; por ejemplo, ahora con orgullo dicen: es que yo produzco lechuga y doy de comer a los que viven en la ciudad [...] Ya no trabajan por trabajar, sino que saben que su producto tiene la finalidad de alimentar a más humanos [...] se dieron cuenta de que son parte importante y ya lo están viendo [...] hubo gente que lo revalorizó mucho (Pascual García, 32 años, san simón coatepec, mayo, 2003).

El empoderamiento, que en el ámbito colectivo acontece cuando los individuos trabajan juntos con el propósito de trascender o influir como grupo, se inicia en la UCEZV cuando, frente a la amenaza de perder sus tierras, los campesinos perciben que pueden alcanzar mejores resultados conjuntando esfuerzos, en lugar de oponerse al proyecto individualmente. Esta idea derivó en la conformación de la UCEZV, y se fue fortaleciendo a medida que se sucedieron los logros del movimiento, actualmente es una convicción entre quienes de alguna manera se vieron involucrados en la defensa del territorio.

Si nos hubieran agarrado pueblo por pueblo, y si no hubiera aparecido la UCEZV hubiéramos doblado las manos, porque yo solita pues no tengo fuerza. como yo les decía: me voy a parar de ahí, y me tiro de panza, pues yo sola qué; pero si se van a parar 20, 30 o 40, pues ya no es lo mismo (Jacqueline Sánchez, 39 años, San Buenaventura Tetlananca, marzo 2003).

[La suspensión del proyecto] fue un logro de la gente, ni siquiera fue de la UCEZV, sino fue del pueblo organizado [...] la UCEZV sólo representa lo que puede hacer un pueblo cuando se organiza (Pascual García, 32 años, San Simón Coatepec, mayo 2003).

Uno de los resultados más relevantes de este proceso de adquisición de poder colectivo fue el incremento de la participación de los campesinos en las actividades comunitarias, que han manifestado con su presencia, la aportación de ideas y la voluntad de contribuir activamente en la solución de los problemas.

Antes era muy difícil que alguien participara, cuando nosotros iniciamos, pero hoy vemos que la gente ya es más participativa, platicando, dialogando, y a veces hasta discutiendo, entonces ya se viene generando que aquí todo se hace por medio de la gente (concepción Colotla, 42 años, san Pablo Actipan, marzo 2003).

Estamos más fuertes y más crecidos porque mi gente, y te puedo decir que es una satisfacción propia, mi gente tenía miedo de agarrar un micrófono. En esta población los que agarrábamos la palabra y discutíamos en una asamblea general éramos cinco o seis personas, y ahora, en la actualidad, hasta te quitan el micrófono para dar su punto de vista [...] la gente está más al tanto de las noticias, están escuchando qué pasa, qué hacen, preguntan y vuelven a decir: ora sí, los macheteamos, ya basta de engaños (Jacqueline sánchez, 39 años, san Buenaventura Tetlananca, marzo 2003).

Un aspecto que facilitó el proceso de empoderamiento colectivo de los integrantes de la UCEZV fue la convicción de anteponer las necesidades comunes a las diferencias ideológicas, políticas o religiosas, que pudieran suscitarse entre sus miembros. La tolerancia prevaleciente en la organización hizo posible mantenerla unida, a pesar de la intervención de algunos partidos y otras organizaciones políticas, que se acercaron a ellos en cierta etapa del conflicto.

Yo ya tenía años que venía votando por el PAN, pero no se daba uno a conocer [...]. Ahorita hay de todo, ahorita no distinguimos que el señor sea del PRI, que sea del PAN, se está jalando con todos (entrevista grupal, San Francisco Mixtla, abril, 2003).

En la UCEZV hay panistas, priistas, perrredistas, verde ecologistas, de todo ahí encuentras. En lo religioso, desde protestantes, ateos, masones, católicos y cada quien respeta sus creencias. como pueblo nos conocemos: eres panista, eres priista. Como pueblo, entonces, desde la primera junta se dijo: respetemos religiones, respetemos políticas, entonces no veo ningún defecto, ninguna inconformidad [...] nos une lo que una vez dijo Teodoro Lozano: fuera la política y fuera la religión, aquí la unión es defender la tierra. Y eso es lo que nos une, defender a nuestro pueblo (Pedro de la Cruz, 56 años, San Pablo Actipan, abril 2003).

El empoderamiento en el ámbito de la relaciones cercanas entraña la adquisición de habilidades, para negociar e influir en la naturaleza de los vínculos establecidos con otros actores sociales. Implica, ante todo, un cambio en la dinámica de poder que opera en las relaciones en los espacios domésticos, comunitarios (Martínez, 2000). En el caso de la UCEZV, se hizo patente en varios ámbitos; el primero está relacionado con los cambios suscitados en las relaciones intercomunitarias. Los campesinos entrevistados manifiestan que anteriormente los habitantes de la región no se conocían. Cada núcleo poblacional contaba con una dinámica y problemática propias. Los vínculos entre las distintas comunidades que integran la región eran débiles, y se restringían a un intercambio comercial aislado. Los testimonios recogidos durante el trabajo de campo dejan en claro que la situación actual difiere mucho de la prevaleciente antes del conflicto. Cuando se conoció la existencia del proyecto Milenium, los habitantes de la región tuvieron que interactuar. En los testimonios manifiestan que como resultado de su participación en la UCEZV, su relación se ha vuelto más estrecha. Asimismo, han intercambiado conocimientos y experiencias que los han ayudado a ubicar su situación y a plantearse soluciones creativas de manera colectiva.

[Aprendemos cosas] diferentes, como costumbres, formas de vida de los demás pueblos; nos dicen cómo viven, de qué problemas han sufrido, y cómo los han solucionado (José Pérez, 58 años, San Nicolás Zoyapetlayoca, mayo 2003).

Nosotros, la gente, sí hemos cambiado, porque antes viera usted que hasta daba miedo [...] hasta nos daba miedo hablar con una persona. Y ahora ya no; ahora encontramos a alguien y nos ponemos a platicar con él y nos dicen: cómo están viviendo aquí ustedes, pues nosotros estamos igual. Y ya nos damos cuenta de que están igual que nosotros. Antes, ¿cuándo conocía usted a otra gente de otro pueblo? (entrevista grupal, san Francisco Mixtla, abril, 2003).

Nos une mayormente reconocernos unos a otros. Antes nos veíamos de un pueblo [a otro], pero sólo señores como yo, o señoras de 50, 60 años. Ahora ya nos vamos conociendo: de dónde vino, de qué pueblo es, cómo se llama, de uno y otro, entre más nos tiene unidos. Fuéramos nomás de este pueblo, pero ya somos 26 pueblos que están organizados, unidos (Fausto Colotla, 73 años, san Pablo Actipan, marzo 2003).

Otro cambio generado, como parte del proceso de empoderamiento, está vinculado con el replanteamiento de los términos en los cuales se relacionaban tradicionalmente los campesinos de la región —y las organizaciones que los representaban— con el gobierno. A partir de los testimonios recabados es posible percatarse de que el lazo que ellos mantenían con el Estado, acusaba una serie de características propias del modelo paternalista, en el cual éste establece relaciones de tipo clientelar con los campesinos y sus representantes, condicionando recursos y programas a cambio de apoyo político. En este modelo, los trabajadores del campo y sus organizaciones suelen establecer una relación de subordinación, cuando no de opresión y sometimiento a los intereses del Estado. Asimismo, tratan con deferencia a los gobernantes y funcionarios públicos que encarnan a las instituciones, pues ven en ellos a autoridades, investidas de un poder, de cuya voluntad depende la obtención de beneficios para mejorar sus condiciones de vida.

Cada que venía [el gobernador] se morían como cuarenta borregos, hacían barbacoa, había música, cohetes, y era un personaje muy querido en esta región; pero a partir de que lanzan el proyecto Milenium, pues tuvimos que trabajar muy fuerte para concientizar a la gente (Pascual García, 32 años, San Simón Coatepec, mayo 2003).

El intento de imposición del proyecto Milenium y el proceso organizativo generado en la región resultó en un cambio de dimensiones importantes, en la relación Estado-campesino a partir de la conformación de la UCEZV, dicho vínculo se estableció en términos menos desequilibrados. Los testimonios hablan no sólo de la indignación suscitada por el intento de despojo de tierras por parte del gobierno, sino también de un proceso de concienciación acerca de los derechos y obligaciones que guardan con respecto al Estado. se habla de un proceso de redistribución de poder, la nueva relación con el gobierno ya no se construye —como en el pasado— con base en la dependencia y la subordinación, sino con un esquema nuevo, en donde el campesino exige el respeto de sus derechos, y que las autoridades acaten la voluntad popular.

La gente ya no tiene el pensamiento de antes de que naciera la UCEZV. Antes de que naciera la UCEZV y de los atropellos que tuvimos de parte del gobierno, la gente creía mucho en el gobierno [...] hoy dicen: el gobierno no me dio nada, me lo dio la lucha [...] si viene un recurso es porque son nuestros impuestos [...] el gobierno es nuestro administrador, y como nuestra carta Magna dice: la máxima autoridad de México, es el pueblo de México, no es el señor Fox o el señor Melquiades. Ya es diferente el pensamiento (Jacqueline Sánchez, San Buenaventura Tetlananca, 39 años, marzo 2003).

Yo creo que sí cambiaron [las cosas] pero cambiaron en el sentido de que ya no nos vamos a dejar, de que nos dimos cuenta de que los gobiernos simplemente vienen acá a querer comprometer lo que no es de ellos, porque en este caso comprometieron tierras, comprometieron agua a inversionistas, y simplemente ellos no eran dueños de nada. Entonces la mentalidad de mucha gente cambió, de decir: ahora me puedo morir defendiendo lo que es mío, ahora ya no le voy a rendir honores al gobierno (Hilario Rojas, 46 años, San Pablo Actipan, marzo 2003).

Este cambio en la relación de los campesinos con el Estado se manifiesta con claridad en la forma de recibir actualmente a los políticos, representantes populares y funcionarios públicos que visitan la región. Lejos están los días de los recibimientos cálidos, las comidas abundantes y los discursos de bienvenida, siempre cargados de elogios. Hoy en día, los campesinos de la región reciben a sus autoridades para exigirles la dotación de servicios públicos, infraestructura básica y recursos para proyectos productivos.

La imagen de "modernidad" planteada por los integrantes de la UCEZV está plasmada en su propuesta de desarrollo regional,10 la cual denota —al menos en el discurso— la conciencia de un futuro imaginado. Aparece la visión de una región "ruralmente moderna" que habla de la presencia de un sujeto social que, con los ojos puestos en el futuro, ve en el presente la posibilidad de edificar realidades nuevas.

[...] queremos que el gobierno promueva la construcción de infraestructura; pero esto para fortalecer la producción, industrialización y comercialización de nuestros productos [...] a diferencia de los empresarios queremos, necesitamos, que se promueva la inversión en desarrollo social, en educación, salud, seguridad social, abasto y asistencia social y vivienda, entre otros rubros. [...] somos los más interesados —si no los únicos— en el aprovechamiento ambientalmente sustentable de los recursos naturales y productivos. Esta es la modernidad que concebimos y queremos. Para nosotros, esta es una modernidad incluyente y respetuosa del interés de todos los actores sociales. Nosotros tenemos historia propia, raíces, tradiciones, cultura e imaginario de futuro tan válidos como los demás, que son tanto mestizo como indígenas. Para nosotros se trata de que avancemos todos, porque de lo contrario al final no avanzará ninguno (UCEZV 2001, 14).

La redistribución de poder en el seno de la relación Estado-campesino ofrece actualmente la posibilidad de establecer vínculos nuevos para elaborar proyectos conjuntos, y traducirlos en beneficios para la región. El éxito o el fracaso de esta nueva relación dependerá en gran medida de la forma en que Estado y campesinos encuentren puntos de acuerdo, y recuperen los aprendizajes que la experiencia del proyecto Milenium pudo haberles dejado.

 

Empoderamiento y participación de las mujeres en la UCEZV

La intervención de mujeres en el movimiento fue destacado y lo fortaleció; ellas han reforzado y aumentado sus capacidades, han conformado un espacio que les permite movilizarse fuera del hogar y de la comunidad, y entrar en contacto con otras mujeres para compartir su problemática e intercambiar experiencias. De esta forma han adquirido recursos, información y conocimiento, a los cuales no hubieran tenido acceso en el espacio doméstico, único ámbito legítimo de desempeño de acuerdo con los modelos tradicionales de género. Una de sus dirigentes identifica los cambios en cuanto al desarrollo de las capacidades que les ha generado esta participación.

Antes quizá estábamos cerrados de ojos porque no podíamos decir una palabra, éramos tímidos, no nos aventábamos [...] antes teníamos miedo de hablar con un licenciado, teníamos miedo, no hablábamos nada, todos éramos callados. Hoy ya no, porque hoy ya nos enseñamos a hablar con la persona que sea, a aventarnos, a lo bueno o a lo malo nos vamos a aventar, ya no tenemos miedo (María del Carmen Garza, 56 años, San Nicolás zoyapetlayoca, mayo 2003).

Antes estábamos miedosas porque de veras, ¿cuándo veía usted que una mujer se iba a parar enfrente?, nunca, los señores son los que iban solitos, y ahora no, ahora a todas partes que vamos, salen hombres y mujeres (Alicia. Entrevista grupal, San Francisco Mixtla, abril 2003).

Nosotras, por ejemplo, aquí las compañeras, no decimos que no vamos, nosotras agarramos y nos vamos, nosotras sí vamos, ¿por qué no vamos a ir? (Margarita. Entrevista grupal, San Francisco Mixtla, abril 2003).

Ahorita nosotros, aquí en la organización andamos siempre mujer y hombre, porque de antes, nomás mi suegro salía y se iba, la señora nunca salía (Juana. Entrevista grupal, san Francisco Mixtla, abril 2003).

Todos los participantes en el movimiento reconocen a la UCEZV como un espacio de igualdad entre hombres y mujeres. Las decisiones en la organización las toman todos los integrantes conjuntamente. Las mujeres son escuchadas con respeto durante las asambleas, sus opiniones son valoradas y tomadas en cuenta. Muchas de ellas son representantes de su comunidad, integrantes de algún comité o líderes. Están presentes en todos los foros, talleres, marchas, mítines y los cierres de carreteras; sin su presencia no se concibe el movimiento y la organización. De acuerdo con los testimonios, esto ha incidido de manera favorable en el desarrollo de sus habilidades para establecer relaciones con otras personas, formular y expresar ideas y opiniones, mejorar su autoestima y reconstruir sus identidades de género.

Somos iguales, tenemos voto y voz, hemos visto que las mujeres en la UCEZV somos como que más arrancadas a todo [...]. Sin nosotras no creo que hubiera habido UCEZV [...]. Los medios no le dan relevancia a las mujeres, pero entre nosotros sí, sin mi opinión no hay movimiento [...]. concho y yo nos hemos agarrado hasta del chongo porque somos iguales, somos iguales dentro del movimiento, tenemos la misma voz y voto dentro de la UCEZV, no porque yo sea mujer no me van a tomar en cuenta, ahí somos iguales (Jacqueline Sánchez, san Buenaventura Tetlananca, 39 años, marzo 2003).

En la UCEZV el trato en las mujeres, y te lo digo en lo personal, se podría decir que sí nos dan el lugar que nos merecemos [...].Tal vez te va a dar risa, pero nos escuchan más [...], a final de cuentas hemos sido más inteligentes [...], hay veces que me quedo oyendo y no sé qué onda, pero contesta otra, contesta otra, otra mujer, y son tomadas en cuenta. En las decisiones hemos sido tomadas en cuenta. créeme que [las mujeres] son de lo mejor, es más, rebasamos a los hombres en cuestión de eso (Herminia Colotla, 27 años, San Pablo Actipan, marzo 2003).

Esta participación y reconocimiento en el ámbito del movimiento social ha favorecido cambios positivos en la autopercepción y capacidades de las mujeres.

Sí he cambiado por el hecho de que antes no decía yo lo que sentía. Yo antes me callaba y ya, punto y aparte. Ahora he cambiado en la cuestión de que si algo no me conviene se lo digo [al esposo], y si él no me hace caso o él no me hace justicia, se lo digo a él, y si ella o él no me hacen caso pues ahora dialogo más, y tal vez sé hasta dónde dirigirme ahora (Herminia Colotla, 27 años, san Pablo Actipan, marzo 2003).

Así, a las mujeres les ha favorecido la participación en espacios públicos a través del movimiento, pues han adquirido habilidades y capacidades de negociación que trasladan al ámbito doméstico, y en la búsqueda de redes de apoyo van más allá de él, transformando así las relaciones de género y el ejercicio de derechos en el hogar.

Es necesario decir que el tránsito de las mujeres por el movimiento no ha estado exento de dificultades. si bien su opinión y participación es valorada ampliamente en el colectivo, muchas de ellas han tenido que enfrentarse, en los ámbitos doméstico y comunitario, a resistencias derivadas del sistema de género tradicional que las ubica en los espacios privados, limitando su actuación e intervención en los públicos.

Uno de mis hijos sí se enojaba y decía: ay madre, tú hasta que no te maten, andas de acá pa' allá.Y le digo: pues prefiero que me maten allá y no que me vengan a matar acá donde estoy haciendo mis tortillas (Margarita. Entrevista grupal, san Francisco Mixtla, abril 2003).

No se vale decir nombres, pero hay algunos que simplemente te critican: no, es que ella es mujer y anda en la política, qué pasa, ella no tiene que andar así, ¿por qué?, porque es mujer, si fuera hombre tal vez le creo, ah no, pero cómo, ha de ser [...] y ¡chin!, moratoriamente pagas un precio (Herminia Colotla, 27 años, san Pablo Actipan, marzo 2003).

La violencia doméstica, presente en diversos grupos sociales, se encuentra también en las comunidades rurales. Este tema, poco abordado en los estudios sobre los movimientos sociales y organizaciones rurales, y poco reconocido por sus integrantes, fue una constante entre las entrevistadas al referirse a los cambios experimentados a partir de su participación.

Muchas mujeres me han platicado que al momento que pasaron a la UCEZV hasta sus maridos cambiaron con ellas, porque antes eran de a golpes. Muchas me han platicado: me golpeaba, y hoy conozco mis derechos. Y les dicen: me vuelves a golpear y te voy a poner también. o sea que han cambiado mucho las mujeres (Jacqueline Sánchez, San Buenaventura Tetlananca, 39 años, marzo 2003).

No se debe soslayar que pese al empoderamiento de las mujeres participantes, las reivindicaciones de género no forman parte de la agenda del movimiento. No obstante, la organización, las habilidades y la experiencia adquiridas por las mujeres dentro de la UCEZV, así como el conocimiento cada vez más amplio de sus derechos, han sido de vital importancia para desnaturalizar la opresión genérica y cuestionar y transformar las relaciones familiares y comunitarias, y acceder a mayores oportunidades para realizarse como personas. Así, los cambios en las identidades de las mujeres no sólo se relacionan con su pertenencia a la UCEZV como campesinas, sino también en cuanto a sus identidades de género al concebirse como sujetos de derechos, y a la posibilidad de transformar las relaciones sociales de poder en sus espacios domésticos. Esto nos muestra cómo la participación en movimientos puede ser el punto de partida para impulsar cambios en los modelos tradicionales de género, y la construcción de relaciones más equitativas. sin embargo, como hemos señalado, la permanencia de estos cambios en las identidades y autopercepción de las mujeres está vinculada con la transformación de las relaciones de género en los diversos ámbitos de desempeño, además de la inclusión en la agenda y en la cultura de la organización de las reivindicaciones de género de las mujeres, y la reconstrucción de los modelos de masculinidad de los varones.

 

Conclusiones

La región Tepeaca-Tecamachalco ha sido escenario de una disputa —enmarcada en los límites del viejo conflicto rural-urbano— para dirimir el control y el dominio del territorio, y las relaciones de poder entre los actores sociales y su visión del mismo. Los desencuentros constantes entre pobladores e industrias, originados por la expansión de las zonas dedicadas a la producción agrícola, son expresión del enfrentamiento cotidiano de dos lógicas distintas de apropiación y dominio del territorio: la campesina y la empresarial. Es evidente que el crecimiento de las actividades industriales en la región y el aumento paulatino en el control espacial, que dicho fenómeno conlleva, han generado un clima de descontento y frustración entre la población campesina que avizora este proceso de desterritorialización como una tendencia que atenta de manera directa contra su subsistencia y la permanencia de su modo de vida.

En este escenario, la implementación de un proyecto como Milenium, suponía, en términos territoriales, cambios y transformaciones profundas. La indignación y el agravio moral, suscitados entre los campesinos por el modo en que pretendía imponerse este plan en la región, constituyeron el fundamento de la acción colectiva que daría origen a la UCEZV (Rodríguez 1995). El reconocimiento de una problemática común entre los afectados —la idea compartida de que ese proyecto, lejos de representar un beneficio ponía en riesgo el modo de vida y la sobrevivencia misma de los campesinos y sus familias— originó acciones colectivas encaminadas a ofrecer resistencia a las pretensiones gubernamentales.

A partir de los testimonios de los integrantes del movimiento social, se pudo constatar la existencia de cambios individuales y colectivos, que evidencian un proceso de concienciación y adquisición de poder, resultado de la participación activa de hombres y mujeres en la organización. Para los campesinos de la UCEZV, el empoderamiento ha significado la adquisición de conocimientos, capacidades y habilidades nuevos, cambios en la autopercepción y la confianza en sí mismos. Reconocen y manifiestan incremento en las aptitudes para expresar y manifestar sus ideas, participar e influir en espacios nuevos y relacionarse con otros actores sociales. El empoderamiento colectivo e individual generado favoreció la obtención de aptitudes, que les permite a los campesinos ubicar la estructura y las relaciones de poder que operan sobre sus vidas, y concebir estrategias para la construcción de nuevos y mejores escenarios, particularmente entre quienes asumieron algún tipo de liderazgo, formaron parte de un comité o fungieron como representantes comunitarios.

Los efectos diferenciales de la participación de hombres y mujeres en el movimiento se observan en las características de los cambios experimentados por ellas, quienes adquirieron el empoderamiento individual y colectivo, con el reconocimiento y defensa de sus derechos y el fomento de la autoconfianza. De esta forma, las mujeres han encontrado en la UCEZV un espacio que les ha permitido movilizarse fuera de los ámbitos doméstico y comunitario, relacionarse con hombres y mujeres de otras regiones, con los cuales compartir su problemática e intercambiar experiencias diversas. Esto les ha dado la oportunidad de adquirir recursos e información con los que difícilmente hubieran podido tener contacto en los espacios asignados a ellas por tradición. El desarrollo de sus capacidades, el conocimiento de sus derechos, cambios en las identidades genéricas y de grupo se dieron como parte del proceso organizativo, y han contribuido a la desnaturalización de la opresión genérica y al cuestionamiento y transformación de relaciones de sujeción en los grupos domésticos y comunitarios en los que participan las integrantes de la UCEZV. No obstante, se presenta el reto del incremento y permanencia de estas habilidades y capacidades en las mujeres, que se traduzcan en mayor acceso a recursos, toma de decisiones, valorización y reconocimiento de sus aportes, así como la intervención de los varones en estos cambios para su permanencia.

 

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Notas

1 Derivado de la palabra inglesa empowerment, cuyo equivalente en español podría ser "fortalecimiento" o adquisición de poder o poderío.

2 "Basándose en gran medida en la definición de poder de Michel Foucault —y pese a que dicho autor no profundiza las implicancias de su definición para con la cuestión de género— la teoría feminista a partir de la década de 1980 postula el concepto 'empoderamiento' para en principio afinar una mejor comprensión de la particular naturaleza del ejercicio del poder en las relaciones sociales de género [...]"

3 En este sentido, la elaboración teórica del empoderamiento desde el feminismo es más cercana a Gramsci y a las aportaciones posteriores de Paulo Freire.

4 El género o, de manera más precisa, la perspectiva de género alude a la construcción sociocultural de la diferencia sexual, es decir, a la manera en que hombres y mujeres aprendemos a relacionarnos y a actuar dentro de la sociedad (De Barbieri y De Oliveira 1992; Burín y Meler 1998; Hartog 2001). Desde un punto de vista descriptivo, podríamos definir al género como la red de creencias, rasgos de la personalidad, actitudes, valores, conductas y actividades que diferencian a mujeres y hombres (Burín y Meler 1998). Tal diferenciación es producto de un largo proceso histórico de construcción social, que no sólo determina lo que es propio o relativo a cada sexo, sino que además, valoriza a uno sobre otro, dando lugar a desigualdades y al establecimiento de jerarquías entre ambos (van Dam 1991).

5 La feminización de la pobreza es un fenómeno que resulta de la suma de las desigualdades sociales a las de género. También hace referencia a las condiciones laborales que han generado una expansión del trabajo femenino remunerado, especialmente en áreas rurales, en donde las oportunidades de ocupación para las mujeres se dan en pésimas condiciones, con baja remuneración, ausencia de prestaciones y una gran inseguridad de permanencia en el empleo; y en donde los salarios para la mujer siguen siendo más bajos que para el hombre, a pesar de que ambos realizan las mismas tareas (Judisman y Salles 1998).

6 El cultivo de hortalizas es de gran importancia por su aportación a los ingresos de los agricultores de la región. Tan sólo en el ciclo 2000-2001 se cosecharon 73 292.9 toneladas de hortalizas con un valor de producción cercano a los 131 millones de pesos (INEGI 2000). La mayoría de ellas se comercializa en el mercado de Huixcolotla, desde el cual se abastece a regiones sumamente distantes, como Sinaloa y Yucatán, así como del altiplano central y la zona de Orizaba-Veracruz, lo que le permite tener una repercusión nacional.

7 En los tres últimos sexenios de gobierno estatal, de Mariano Piña Olaya, Manuel Bartlett Díaz y Melquiades Morales Flores, aumentaron ostensiblemente las protestas por las expropiaciones en todo el estado: cuautlancingo, Momoxpan, san Francisco ocotlán, san Lorenzo Almecatla y la zonas de san Francisco y Angelópolis, en el área metropolitana de la ciudad de Puebla.

8 El valor comercial de una hectárea de terreno en esa región era de aproximadamente 300 mil pesos (30 pesos el metro cuadrado, en 2003), según la calidad de la tierra; sin embargo, el gobierno estatal ofreció pagar 50 centavos el metro cuadrado de tierra de pastoreo; 1.25 pesos el de campos de cultivo de temporal y 2.5 el de tierra de riego. Esto provocó el descontento y la indignación de la población e incidió en la negativa rotunda de los campesinos a vender sus predios. Los terrenos que el gobierno del estado pretendía enajenar se ubicaban en un área considerada de alto rendimiento agrícola, cuyos procesos productivos han resultado de años de esfuerzo de los campesinos, quienes con sus propios recursos han montado una red de riego aprovechando los pozos de agua que abundan en esa zona. En este sentido, la oferta gubernamental fue vista por los campesinos como una afrenta. La mayoría de los entrevistados, cuando se refirieron a este tema, se mostraron indignados, y mencionaron que ante los precios que les ofrecían se sintieron ofendidos, burlados y amenazados.

9 Melucci (1999) define acción colectiva, desde el punto de partida fenoménico, como un conjunto de prácticas sociales que involucran a uno o varios grupos de individuos; tienen contigüidad en tiempo y espacio; se dan en un campo social de relaciones y los involucrados son capaces de darle sentido a lo que hacen. Además, el autor ofrece tres categorías para definir esas acciones de manera analítica: la solidaridad entre los involucrados, el grado de conflicto con el sistema social y el de ruptura con los límites estructurales del sistema. Los movimientos sociales son una forma específica de acción colectiva caracterizados, según Melucci, porque poseen solidaridad interna, actúan de forma conflictiva y tienden a la ruptura con los límites del sistema social.

10 como parte de una estrategia para evidenciar la ausencia de mecanismos de participación social en el proyecto Milenium, la UCEZV emprendió una serie de talleres participativos apoyados por académicos y diversas organizaciones políticas y sociales. El resultado de este esfuerzo se cristalizó en el documento: Programa para un Desarrollo Sustentable en la Región Tepeaca-Tecamachalco (UCEZV 2001).

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