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Andamios

versión On-line ISSN 2594-1917versión impresa ISSN 1870-0063

Andamios vol.21 no.56 Ciudad de México sep./dic. 2024  Epub 25-Feb-2025

https://doi.org/10.29092/uacm.v21i56.1126 

Dossier

Uso de aplicaciones digitales y la construcción de relaciones e identidades menstruales, reproductivas y sexuales en el sur de Chile

Use of digital applications and the construction of menstrual, reproductive and sexual relationships and identities in southern Chile

Helder Binimelis Espinoza* 

Valentina Veechi Llanquilef** 

*Profesor Asociado del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Católica de Temuco, Chile. Correo electrónico: hbinimelis@uct.cl.

**Profesora a tiempo parcial del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Católica de Temuco, Chile. Correo Electrónico: vveechi@uct.cl


Resumen

Se presentan los resultados de una investigación cualitativa que busca comprender experiencias y relaciones sociales en torno al uso de app menstruales/reproductivas/sexuales en mujeres universitarias en el sur de Chile. Se efectuaron dos grupos de discusión que permiten analizar las experiencias iniciales de uso, las preocupaciones e intereses vinculados, las tensiones sociales, y la construcción de relaciones sociales. Las conclusiones aportan elementos para la comprensión del fenómeno y el cuestionamiento de visiones heteronormativas y patriarcales de la tecnología, y sus efectos sobre la construcción de sus identidades.

Palabras clave: Tecnologías del yo; menstruación; fertilidad; sexualidad; app; identidad

Abstract

The results of a qualitative research that seeks to understand experiences and social relations around the use of menstrual/reproductive/sexual apps among university women in southern Chile, are presented. Two focus groups were carried out to analyse initial experiences of use, related concerns and interests, social tensions, and the construction of social relations. The conclusions provide elements for the understanding of the phenomenon and the questioning of heteronormative and patriarchal visions of technology and its effects on the construction of their identities.

Key words: Technologies of the self; menstruation; fertility; sexuality; app; identity

Introducción

Este trabajo se sitúa en torno a las articulaciones posibles respecto al papel de la tecnología como mecanismo de control social, y de forma particular, de las formas en que afecta la construcción de la subjetividad y del yo en sociedades hiperconectadas. Las diversas expresiones materiales (dispositivos1) y virtuales (programas, plataformas) de las tecnologías digitales, se han extendido a una cada vez más amplia gama de experiencias sociales, afectando profundamente la imagen personal, la construcción de la propia identidad y la propia autonomía individual.

El presente artículo se propone distinguir la producción de subjetividad en torno a las experiencias de uso e interacciones sociales de mujeres usuarias de aplicaciones digitales o apps2 en los ámbitos menstrual/reproductivo/ sexual. Para ello, se analizan dos grupos de discusión efectuado con mujeres estudiantes universitarias en el sur de Chile, a partir de una articulación teórico-conceptual y metodológica entre la noción de las tecnologías del yo, el tecnofeminismo y la teoría crítica de la tecnología.

Antes de avanzar, parece relevante justificar el uso de la expresión “menstrual/reproductiva/sexual” en el presente texto. En las tiendas de apps, habitualmente estas aplicaciones son ofrecidas al público como calendarios menstruales o, en ocasiones, para dar seguimiento a ventanas de fertilidad en la búsqueda de embarazos. Sin embargo, la experiencia práctica de las usuarias, sobre las que se discutirá más adelante, exceden un único ámbito de acción. Es en este sentido que planteamos que la referencia a estas tres dimensiones es lo que mejor permite acercarse a la comprensión efectiva de la experiencia de uso, sus efectos relacionales y la forma en que este tipo de tecnologías afectan la producción de identidades individuales.

Discusiones biomédicas y feministas sobre las apps

Las investigaciones sobre apps menstruales/reproductivas/sexuales están generando una preocupación creciente tanto en el ámbito de las organizaciones y movimientos feministas, como en el de la investigación (Lima y Oliveira, 2021; Pozo, 2019). Sin embargo, se concentra principalmente en los países desarrollados con escasa investigación empírica en América Latina o en otras regiones en desarrollo (Earle, Marston, Hadley y Banks, 2021).

Respecto a los resultados de investigación, se distingue un primer foco temático que presta atención a la dimensión biomédica. Desde este punto de vista, este tipo de apps son consideradas un subgrupo de aplicaciones de salud (Levy y Romo-Avilés, 2019, p. 2), las que hasta cierto punto, pueden reemplazar la atención de profesionales de salud (Healy, 2021, p. 409), especialmente en contextos de desigualdad o exclusión (Healy, 2021, p. 412; Karasneh, Al-Azzam, Alzoubi, Muflih y Hawamdeh, 2020, p. 1).

Se ha evidenciado que las apps cubren una demanda no satisfecha de educación menstrual/reproductiva/sexual, aunque al mismo tiempo, la información que ofrecen es de dudosa calidad (Ford, Roman, McLaughlin, Beckett y Sutherland, 2020, p. 2). Algo similar ocurre en relación a la inexactitud en la predicción de periodos de fertilidad, generando, entre otras consecuencias, embarazos no deseados (Earle et al., 2021, p. 99; Fowler, Gillard y Morain, 2020, p. 680; Gambier-Ross, McLernon y Morgan, 2018, p. 679).

De acuerdo a Kressbach (2021, p. 253), la inexactitud en información biomédica o errores metodológicos en la información producida para las mujeres usuarias, atribuye a comportamientos o emociones una sintomatología menstrual, pero excluyendo arbitrariamente otros ámbitos de experiencia que podrían estar relacionados.

Diversos artículos promueven la utilización de apps por profesionales de salud, o la participación de los mismos en su diseño como una forma de corregir los errores detectados. Sin embargo, se omite la preocupación por la integración en sistemas sociotécnicos capitalistas, es decir, del contexto económico donde las apps operan (Ford et al., 2020; Gambier-Ross et al., 2018; Gonçalves, Prado y Silva, 2021; Kressbach, 2021; Novotny y Hutchinson, 2019).

Un segundo foco temático es el de interpretaciones críticas y feministas, en que se destaca la preocupación por la privacidad, la datificación y perfilación menstrual/reproductiva/sexual que implica tanto la comercialización de las experiencias de quienes usan las apps, como su orientación heteronormativa que promueve experiencias y subjetividades dirigidas hacia la fertilidad y el embarazo (Healy, 2021; Karlsson, 2019; Kressbach, 2021; Novotny y Hutchinson, 2019; Paletta, 2018; Paletta, Nucci y Manica, 2021).

En este sentido, se destacan las contradicciones entre la idea de autoconocimiento y control del propio cuerpo, fundamentales para la emancipación femenina, y la alienación, externalización y automatización que reduce la experiencia menstrual/reproductiva/sexual a las opciones predefinidas por las apps. De esta forma, se convierten los ideales de emancipación femeninos en productos de consumo que introducen a las mujeres en estructuras de control tecnológico y biomédico (Healy, 2021, p. 407; Kressbach, 2021, p. 242).

Estas interpretaciones feministas y críticas permiten distinguir que los problemas que afectan a las aplicaciones no tienen que ver exclusivamente con errores de diseño, que podrían ser corregidos incorporando únicamente saber biomédico. Es necesario considerar, además, que las apps son producidas y reguladas en estructuras más amplias de producción capitalista que imponen reglas del juego para su diseño e implementación social desde orientaciones consumistas, patriarcales, y heteronormativas.

Otro foco temático se vincula con la descripción de las experiencias de uso. Las razones identificadas son muy diversas: la preocupación por la fertilidad (para buscar o para evitar embarazos), la necesidad de entender sus cuerpos en sus diferentes fases menstruales, la preocupación por su salud menstrual/reproductiva/sexual, y la planificación de sus actividades futuras que implica prevenir los periodos de inicio del sangrado menstrual (Earle et al., 2021; Gonçalves et al., 2021; Kressbach, 2021).

Una parte fundamental de la experiencia de uso es el autocuidado, y especialmente la búsqueda de tener un espacio aparentemente privado o anónimo donde las preocupaciones menstruales/reproductivas/sexuales permanecen protegidas (Karasneh et al., 2020, p. 1-2). Sin embargo, el diseño y la implementación de las apps mantienen interpretaciones tradicionales sobre la menstruación y el sangrado menstrual como tabú que debe mantenerse oculto (Koskenniemi, 2021; Søndergaard y Hansen, 2016).

Finalmente, resulta relevante señalar que diversos artículos han destacado cambios de comportamiento de las mujeres usuarias producto de las recomendaciones generadas por las apps, particularmente respecto a sus emociones y a su vida sexual (Fowler et al., 2020; Gambier-Ross et al., 2018; Kressbach, 2021; Paletta, 2018). De esta forma, se produce una presión sobre la propia identidad menstrual/reproductiva/sexual confrontada con las definiciones de “normalidad” establecidas por las apps.

Como se expondrá a continuación, este artículo busca profundizar las indagaciones en torno a la forma en que estas tecnologías afectan la producción de subjetividad de las mujeres usuarias considerando el contexto sociotécnico en el que las tecnologías son desarrolladas y usadas, así como también analizando los efectos sobre la producción de subjetividades, prestando especial atención a la construcción de identidades de género.

Marco Teórico: Tecnologías del yo, sistemas sociotécnicos y tecnofeminismo

La vida social actual implica una interacción habitual con plataformas y dispositivos digitales. Una parte fundamental de esta experiencia es personal, y se orienta a la indagación y reflexión sobre la identidad individual, pero al mismo tiempo es una experiencia socialmente, en que el uso ha sido diseñado y organizado como parte de complejos sistemas sociotécnicos.

Según Feenberg (2012), los sistemas sociotécnicos se constituyen a partir del poder para orientar ideológicamente el diseño y la implementación social de tecnologías. En el contexto actual, las tecnologías se experimentan como únicas y personalizadas, pero también como fenómenos de masa orientados desde las lógicas del capitalismo de la vigilancia (Yeung, 2018; Zuboff, 2019, 2020). Es decir, una tensión entre una tecnología que parece contribuir al autoconocimiento del individuo, y al mismo tiempo, un proceso de dominación capaz de vigilar y orientar comportamientos.

Para la comprensión de las experiencias individuales de uso de tecnologías articuladas en sistemas sociotécnicos, la propuesta de Michel Foucault (2008) respecto a las tecnologías del yo resulta fundamental. Según señalan Bright, McKay y Firth (2023), las tecnologías del yo impulsan un proceso reflexivo que produce transformaciones en los sujetos y sus prácticas sociales organizadas mediante rutinas cotidianas, las que son incorporadas en sus relaciones sociales, y contribuyen a la transformación permanente de su identidad, comportamientos y emociones.

En contextos históricos previos, las tecnologías del yo posibilitaban experiencias de autoconocimiento y transformación ética a partir de múltiples formas de reflexividad. Ahora, las alteridades son producidas activamente por los datos generados por los propios individuos, pero con las condicionantes de los sistemas sociotécnicos capitalistas. Según expresa Nikolakakis:

Del mismo modo que las prácticas antiguas, las plataformas digitales modernas, como las aplicaciones de autocuantificación, implican a los usuarios en un proceso de autodescubrimiento y transformación mediado por la tecnología (...). Las plataformas digitales modernas, aunque permiten el autocontrol y la introspección que recuerdan al autocuidado antiguo, introducen nuevas dinámicas de visibilidad pública y preocupaciones por la privacidad de los datos que alteran fundamentalmente el panorama ético de las prácticas de autocuidado. (2024, p. 1. traducción propia)

Es evidente que existe una diferencia entre una noción general de tecnología, y la concepción específica de las tecnologías del yo. En el contexto de este artículo lo que se plantea es que las tecnologías en general están articuladas siempre en sistemas sociotécnicos que orientan ideológicamente la experiencia de uso. Es en esos mecanismos de orientación de la experiencia donde las tecnologías del yo operan, y permiten comprender que los sistemas sociotécnicos son capaces de orientar la reflexividad y construcción de las identidades individuales.

Resulta relevante preguntarse específicamente por las experiencias de autoconocimiento y construcción de la identidad de género, así como la posible articulación del patriarcado con los sistemas sociotécnicos. En este sentido, se comparte la preocupación del tecnofeminismo respecto a que hay diferencias y jerarquías sexogenéricas que “afectan profundamente al diseño, el desarrollo, la difusión y la utilización de tecnologías” (Wajcman, 2006, p. 7).

Esto es particularmente relevante en los espacios en los que la digitalización de la vida se cruza con la digitalización de la salud, y de forma más específica, con la reconversión, por medio de aplicaciones y dispositivos, de las experiencias menstruales/reproductivas/sexuales de las mujeres en datos que poseen tanto un valor biomédico como también un creciente valor económico. Datos sobre los cuerpos y emociones de las personas usuarias, que podría estar reconfigurando su reflexividad individual y sus relaciones de género (Wajcman, 2006, p. 19).

En la experiencia individual y cotidiana propiciada por las tecnologías que digitalizan la vida menstrual/reproductiva/sexual, aplicaciones y dispositivos parecen posibilitar el autoconocimiento creando condiciones para la emancipación femenina. Pero ello requiere de tecnologías cada vez más sofisticadas e intrusivas, que por medio de complejos términos de uso (Fowler et al., 2020), acceden a la privacidad y a la intimidad de las personas usuarias transformando sus posibilidades e intereses emancipatorios en experiencias subvertidas e integradas a sistemas orientados por el valor de los datos.

Metodología

Para el desarrollo de nuestra propuesta metodológica, revisamos experiencias de investigación similares en otros contextos. Sin embargo, aunque los trabajos revisados tenían una orientación crítica, las experiencias prácticas de investigación tenían limitaciones. Los trabajos de Hipple, Adams, Broer y Bal (2016), así como el trabajo de Harvey, Brown, Crawford, Macfarlane y McPherson (2007), utilizaron material ya disponible en sitios web o de consulta por correo electrónico. Por su parte, el trabajo de Grenfell, Tilouche, Shawe y French (2021) utilizó entrevistas en profundidad orientadas exclusivamente a las experiencias de uso, sin considerar la dimensión relacional o de la experiencia subjetiva.

Buscando una alternativa más coherente, se optó por un enfoque metodológico crítico que busca la comprensión de momentos de tensión, contradicción o conflicto en las experiencias relacionales e intersubjetivas, y que poseen componentes con significado moral, ético o político, que, al ser expuestos en procesos de interacción discursiva, tienen el potencial de generar transformaciones emancipadoras prácticas (Strydom, 2013, p. 10). No se trata exclusivamente de una crítica teórica, sino que se procura una orientación práctica durante el proceso de investigación, de forma tal que:

Proporcione interpretaciones situacionales esclarecedoras -tanto negativas como positivas- que repercuten en la auto comprensión de los implicados, así como en el público en general, y que tengan el potencial de dirigir y orientar la resolución de problemas y la creación del mundo. (Strydom, 2013, p. 11, traducción propia)

De esta forma, la discusión crítica y el análisis propuesto permiten distinguir orientaciones ético-políticas utópicas o contrafácticas, pero también, prácticas emancipatorias que tengan un sentido para las personas involucradas.

Las interacciones que rodean la experiencia de uso de aplicaciones se constituyen en un espacio de disputa moral, ética y política, así como también de disputa sobre la construcción que las personas hacen de su identidad. En este sentido, las tecnologías del yo aportan metodológicamente a la comprensión del yo y de la identidad de género que es posible descubrir mediante los procesos de digitalización, así como también la forma en que ese yo es modelado u orientado por los mecanismos del capitalismo de la vigilancia (Bright, McKay y Firth, 2023, p. 4).

Es importante consignar que el proyecto también consideró espacios de devolución de resultados y realización de talleres informativos que promueven la búsqueda de emancipación en relación a las experiencias menstruales/reproductivas/sexuales respecto a los matices que producen las nuevas tecnologías digitales.

Técnicas utilizadas y definiciones muestrales

En coherencia con la propuesta metodológica crítica, se consideraron las discusiones actuales sobre el potencial de promoción de emancipación por medio de los grupos de discusión, incorporando como criterios de su implementación las condiciones de flexibilidad en la generación de discursos, el control cruzado entre participantes e investigadores promoviendo la equidad discursiva, y la adaptabilidad del equipo investigador a las necesidades e intereses emergentes de las personas participantes (Stahl, Tremblay y LeRouge, 2011).

Es evidente, sin embargo, que el grupo de discusión en sí mismo, no produce emancipación, sino más bien es parte de un proceso continuo que involucra a las personas participantes, a las comunidades en que ellas se integran, y al propio equipo de investigación.

Los grupos de discusión fueron organizados utilizando un criterio muestral de casos típicos (Flick, 2007, p. 82), es decir, de mujeres que hubieran utilizado o utilizarán al momento de la actividad aplicaciones menstruales/reproductivas/sexuales. De esta forma, y considerando la facilidad de acceso, se procedió a invitar abiertamente por correo electrónico a mujeres estudiantes de pregrado de la Universidad Católica de Temuco, conformando dos grupos de discusión organizados al azar entre quienes respondieron y tenían disponibilidad en los horarios acordados. En la siguiente tabla se presentan la composición de los grupos por edad y los códigos utilizados para anonimizar a las personas participantes:

Tabla 1 Descripción de muestra 

Composición de Grupos de Discusión
Grupo 1 (G1) Grupo 2 (G2)
Código Edad Código Edad
P1 38 P7 26
P2 21 P8 20
P3 22 P9 20
P4 20 P10 20
P5 19 P11 20
P6 18

Las conversaciones de ambos grupos fueron grabadas y transcritas, para posteriormente ser procesadas por medio de Atlas ti 23. Es importante consignar que, para el foco de la investigación, no era relevante identificar los nombres de aplicaciones específicas mencionadas en los grupos de discusión.

El análisis desarrollado permitió la definición de cuatro categorías de análisis que organizan la presentación de resultados. La primera de ellas busca describir las experiencias iniciales de uso, lo que se ha denominado empezar a usar; la segunda busca comprender la forma en que esas experiencias de uso se vinculan con intereses y preocupaciones de las mujeres usuarias; la tercera identifica las tensiones sociales en torno al uso; y finalmente, se presentan las descripciones de las relaciones sociales afectadas o constituidas por la vinculación con las apps.

De esta forma, el análisis nos permitirá observar la articulación entre las apps menstruales/reproductivas/sexuales integradas en sistemas sociotécnicos; la forma en que emerge la reflexividad sobre el yo en las prácticas de uso y en las relaciones sociales, y de forma específica, identificar aquellos aspectos de la identidad de género transformados o tensionados.

Criterios éticos

El desarrollo de la investigación, en todas sus etapas, se orientó por los principios definidos por la declaración de Singapur sobre la integridad de la investigación científica (World Conferences on Research Integrity, 2010), y fue validada por el Comité de Ética de la Universidad Católica de Temuco.

Las participantes de los grupos de investigación fueron debidamente informadas de los protocolos éticos desarrollados, particularmente en relación a la privacidad de sus datos, y firmaron consentimientos informados. Del mismo modo, se les informó de los procedimientos de devolución de resultados.

Presentación de resultados

Empezar a usar

Una parte de las usuarias comenzó a usarlas apps en su adolescencia, práctica habitualmente asociada a la falta de acceso a métodos anticonceptivos tradicionales, y, por tanto, confiando en la información sobre ventanas fértiles que proporcionan las aplicaciones. Sin embargo, las experiencias iniciales más compartidas derivan de prácticas y tradiciones aprendidas en la familia de origen, en relación al registro manual de fechas en un calendario. Una usuaria comenta el paso desde el calendario impreso, la práctica aprendida de su madre, al uso de lo que para ella era inicialmente un calendario digital:

Mi mamá (...), porque ella fue la que me empezó a enseñar cuando recién me llegó mi periodo, que yo tenía que ir marcando los días, y yo marcaba en el calendario... Entonces, como que llegó un momento en que me aburrí, porque yo estuve interna en la enseñanza media3, entonces, ¿dónde tenía calendario en el internado?, no tenía, y yo dije: ‘¿Dónde lo puedo anotar?’, y empecé a buscar, y ahí encontré la otra aplicación. (G1, P6).

La experiencia del primer uso en las conversaciones aparece en algunos casos como pragmática: “uso la primera (...) me metí a la Playstore, busqué en los comentarios y dije es buena, listo, esta es” (G1, P1); otra usuaria indica: “la que tuviera más estrellas y buenos comentarios” (G1, P3). En otras, es una elección social compartida con las amistades, o por imitación: “creo que descargué dos y me quedé con esa, otra amiga y yo la teníamos juntas” (G1, P4).

Luego del proceso de instalación viene un momento de evaluación y prueba hasta encontrar aquella que finalmente se usa. En la siguiente cita, se aprecia además que la imagen que proyecta la app es también un elemento clave en el proceso de elección: “A mí no me gustaba el [XXX], lo instalé y no supe cómo usarlo, no me gustó. (...) instalé [XXX], porque se veía como científico. (...) Se veía como profesional” (G1, P6).

Es importante indicar que, la decisión de utilizar una app no se vincula con políticas de uso o recopilación de información. Por el contrario, se asocia a una experiencia de inmersión que implica dejarse llevar gradualmente por las exigencias de la app y la interacción con las notificaciones u otros mecanismos de recopilación de información.

Ese registro no es solo sobre datos menstruales, sino que puede terminar abarcando muchas otras dimensiones de la vida personal, tal como se aprecia en este relato: “cuando recién empieza a usarla, o puedes cambiar el modo también, puedes seleccionar qué quiere hacer uno, si quieres seguir tu embarazo, si quieres quedar embarazada o no quieres quedar embarazada, o si quieres seguir con el tema de los anticonceptivos” (G1, P6).

Resulta relevante la distinción entre una experiencia de tecnologías del yo que se orienta desde prácticas y costumbres tradicionales entre mujeres al interior de un grupo familiar o una experiencia compartida entre mujeres, y el giro que se produce debido al proceso de inmersión en que las dimensiones de la identidad vinculadas con lo menstrual/reproductivo/sexual, pasan a estar integradas en un sistema sociotécnico, que al menos en apariencia, sugiere y orienta basado en criterios “científicos” o “profesionales”.

Intereses y preocupaciones

Respecto a los intereses y preocupaciones que las usuarias vinculan con su experiencia, una primera cuestión se refiere a los recordatorios, y, particularmente, la necesidad de estar preparadas al momento de inicio del sangrado menstrual, o al inicio del periodo fértil: “es fácil predecir cuándo me va a llegar o cuándo no, cuándo estoy ovulando y cuándo no, que es como lo que me interesa” (Grupo 1, P1).

En algunos casos la necesidad de predecir está asociada a la fertilidad y las relaciones sexuales, cuando no se tiene acceso a otros métodos anticonceptivos: “cuando estaba en la media, antes de tomar pastillas anticonceptivas, para saber más o menos cuando me iba a llegar la menstruación y también, los días fértiles” (Grupo 1, P2).

Las apps les permiten también planificar o anticipar la vida social, es decir, qué se puede o no hacer dependiendo del momento del ciclo, como pone de manifiesto este diálogo entre las entrevistadas del G1, en que participa una de las investigadoras (I1):

  • - Sí, igual me servía eso para ver las vacaciones. (P4).

  • - Eso iba a decir yo, para eso me sirvió. (P5).

  • - Como que ya, esta semana no puedo salir porque voy a andar con mi periodo. (P4).

  • - En verano, sobre todo. (I1).

  • - Claro, para planificarse, entonces. (P4).

Las entrevistadas señalaron además que las funciones de recordatorios y calendarios resultan prácticas al momento de visitas a personal de salud, e indican que, mientras más información compartan con la aplicación (detalles de alimentación, estados de ánimo y el registro menstrual), más precisas parecen las predicciones generadas y su utilidad al transmitir información sobre sí mismas en las consultas con personal de salud.

Este relato da cuenta del uso de las aplicaciones en este sentido: “Ahí ya como que yo abro y digo: ‘Espérate déjame ver cuándo me llegó’. Y ahí le informo” (G1, P1). Es relevante indicar, sin embargo, que médicos o matronas no preguntan o sugieren el uso de app, y tampoco se identificaron dudas de parte de personal de salud sobre la calidad de la información aportada por las apps.

Resulta particularmente relevante el uso para tomar decisiones sobre su salud menstrual/reproductiva/sexual. Las aplicaciones hacen sugerencias de salud preventiva, y de cuidados a tener en cuenta en las diversas etapas del ciclo, especialmente en relación a alimentación e hidratación. Sin embargo, uno de los aspectos más novedosos, se refiere a la utilización tanto de apps como de internet para la búsqueda e identificación de posibles síntomas de enfermedades: “Por la ansiedad, eso. Internet y después médico” (G2, P7).

Según las entrevistadas, las diversas apps utilizadas aportan información sobre métodos anticonceptivos, enfermedades de transmisión sexual, prevención de salud, pero también foros en que las usuarias interactúan entre sí, e intercambian información (supuestamente anónima) sobre cuestiones personales complejas, tal como se expresa en este diálogo entre dos entrevistadas:

-Lo que he visto, es como el tema del embarazo. De hecho, me causa curiosidad, porque a veces las chicas dicen que están embarazadas y piden ayuda porque no quieren tener al bebé, por ejemplo. Entonces igual como que en el foro se tocan temas delicados, porque igual son mujeres que quizás no tienen la opción de conversar con alguien (G2, P7).

-Es como un espacio separatista. Por lo general, los espacios separatistas dan una sensación de confort, al menos al tratar estos temas, como un embarazo no deseado, aborto, pedir miso4 (G2, P8).

En este sentido puede decirse que, frente a una experiencia más tradicional en relación al cuidado de la salud, las apps cumplen una primera función que posibilita acceso a información (¿confiable?) respecto a salud y educación sexual, lo que sería un proceso previo a la decisión de consulta de personal de salud o para encontrar vías alternativas a la solución de problemas.

El último interés o preocupación que surge de los datos de las entrevistas se refiere al autoconocimiento del cuerpo y de la experiencia menstrual. En algunos casos, esta experiencia de autoconocimiento se vincula con la noción de control y organización en relación a la menstruación y las posibilidades de prevención. La noción de autoconocimiento, aparece como mecanismo de autocomprensión de las emociones: “a mí me sirve, como para saber por qué los cambios de ánimo tan bruscos, esas cosas, que yo cambie mucho de ánimo” (G1, P6). De esta forma, a partir de la experiencia de uso aparece la curiosidad o el asombro por la forma en que se comporta el cuerpo:

Creía conocerme, creía ser regular, pero los datos que aporta la app me hacen darme cuenta que no me conozco. Por curiosidad, cuando empiezo a mirar la app, en el fondo no es tanto sobre cómo lo sexual, sino que más bien de salud personal. Yo decía: ‘No, yo encuentro que soy regular.’ Y claro, después vi, empecé a analizar, cómo los tiempos de mi periodo, los registros que tenía de la app y me di cuenta que tenía ciclos de 35 días, de 28 días, entonces dije: ‘No, regular no soy.’ Entonces, no es tanto la información propiamente tal, sino como la estadística que me está mostrando respecto a mi ciclo, sí, eso me sirve, yo confío en eso. (G2, P8)

Sin embargo, en este proceso de autoconocimiento y control, lo que hacen las apps es reducir la experiencia menstrual a un dato, a una calificación en relación a estándares de normalidad-anormalidad: “me da estadísticas, y me dice este periodo fue de 33 días y fue normal, y según eso me envía información sobre salud” (G2, P9).

Es a partir de los intereses y las búsquedas específicas de información y de autoconocimiento, que las mujeres usuarias se van introduciendo en una práctica de uso de las apps orientadas por intereses personales, prácticas de autoconocimiento, y legitimación en contextos biomédicos. La experiencia de uso de las apps se constituye en una tecnología del yo que define prácticas y actitudes sobre ellas mismas y la identidad que proyectan.

Tensiones sociales en torno al uso

De las conversaciones emergen complejas tensiones en relación al uso de las apps. Las usuarias confían en la información sobre la propia experiencia menstrual/reproductiva/sexual, y en las recomendaciones o discusiones generadas, pero surgen también visiones contrapuestas.

La confianza se vincula no solo con los contenidos de las apps, sino también con un entorno de relaciones sociales, en que familiares y amigas usuarias recomiendan, comentan y comparan. Pero ¿qué ocurre cuando las vivencias de las usuarias no coinciden con esa visión común? Una de las participantes en los grupos de discusión que dejó de usar la aplicación señala que: “al final, por mi experiencia, yo nunca me sentí identificada con, por ejemplo, el tema del ánimo, yo nunca he notado un cambio en mí, anímicamente, antes de la menstruación y después de la menstruación, entonces, por eso también la había dejado de usar” (G1, P2).

Es interesante observar que las apps parecen funcionar con mujeres con ciclo regulares, siendo incapaces de predecir adecuadamente en otros casos, y con ello forzando al abandono: “mi cuerpo es muy distinto porque no soy regular (...), entonces como que tampoco me daba esa confianza, en ese tiempo que la usé. Así que eso, no me da mucha confianza” (G2, P10).

Surgen tensiones en torno al desajuste: ¿es la app o es la usuaria? El uso las lleva a la reflexión sobre la propia experiencia menstrual, y las conversaciones entre amigas o en los foros, amplía las posibilidades de contraste haciendo que surja la preocupación por la similitud o la diferencia respecto a emociones, flujos, dolor, entre otros.

De esta forma, las experiencias de interacción en las apps refuerzan patrones identitarios en los que opera lo que podría denominarse una normalidad menstrual, lo que implica la exclusión de las usuarias irregulares:

Más para tener un orden (...), o pensar que soy ordenada con respecto a eso, pero no me funciona mucho la verdad y bueno, soy muy irregular, me llegó desde muy chica igual, entonces, nunca he ido a la matrona y era como mi guía, pero al final lo dejo así no más, o sea, me di cuenta que no soy regular”. (G2, P11)

Otra de las tensiones que surge de las conversaciones se manifiesta en torno a la representación de lo femenino en las apps. En una parte de los grupos de discusión se mostraron imágenes de diseño de diversas apps menstruales/reproductivas/sexuales, lo que produjo desacuerdos en relación a la forma en que las apps vinculan la feminidad casi primordialmente con la fertilidad y particularmente con el embarazo:

Esa no me gusta porque, por ejemplo, esa donde sale un espermatozoide, es como ‘ya, OK’, igual tiene que ver con eso, con embarazo, qué se yo, pero como que va más allá de eso. El ciclo menstrual tiene que ver con otras cosas, no es solo para reproducirse. Eso no me gusta para nada. (G2, P7)

Hay críticas compartidas en relación al uso de un color particular: “Rosado. Me carga que sea rosado” (G2, P7), el que además se asocia en diversas imágenes con la infantilización de las mujeres: “Eso del rosado y que haya muñecas (...), siento que responden a un estereotipo” (G2, P8). Otra entrevistada agrega: “Hay una infantilización de la femineidad vinculada con la idea de Barbie. Por la imagen igual, porque parece un juego de Barbie” (G1, P4).

Por último, en esta sección destacamos las tensiones reconocidas en torno a la datificación menstrual/reproductiva/sexual. Cuando en los grupos de discusión se plantearon cuestiones sobre acceso a datos e intimidad, las conversaciones destacaron la facilidad con la que es posible acceder a datos personales por medio de internet. Podría decirse que hay una cierta resignación a que la privacidad se haga pública, aunque con algunas excepciones:

Mientras no me pidan mis datos de tarjeta me da lo mismo, porque sé que, si no es en la aplicación, va a ser en Facebook, si no es en Facebook, va a ser en Instagram, entonces como que ya estoy resignada a ese hecho, mientras no me pidan ninguna cuenta, me da lo mismo. (G1, P3)

Otra excepción es cuando las apps solicitan acceso a la cámara o a tomar fotografías, teniendo conciencia de que todos los demás datos sobre la vida personal están expuestos:

Si me obliga a (…) entrar a ciertas cosas de mi teléfono, yo como que digo: ‘ah ya, entonces otra’, (...) por ejemplo, el uso de la cámara, principalmente es la cámara, porque siento como que con la cámara ya me siento súper invadida, (...) incluso he pensado comprarme como esas cosas que tapan la cámara, pero es como para mí, principalmente, la cámara, pero el resto de mis datos, están, están en el supermercado, están en la farmacia, están en el celular, en el Instagram, en todas partes. (G1, P1)

Hay una conciencia (resignada) de que no es solo que obtengan datos privados, sino lo que hacen con ellos, en este caso, a partir de los comportamientos en línea, y la información que se comparte, aparecen ofertas publicitarias. En este contexto, una de las entrevistadas argumenta en torno a esta resignación: “Yo doy por hecho que nos vigilan, que todo es una red. Lo doy por hecho, o sea, quizás suene muy feo, individualista, pero para qué voy a luchar contra eso, si al final, al menos a las personas común y corrientes no creo que puedan hacernos algo, porque no somos nadie” (G2, P11).

Aunque la pauta dominante parece ser la idea de inevitabilidad en la entrega de datos personales, algunas de las mujeres participantes buscan desarrollar formas para proteger sus datos: “Yo le bloqueé todo eso, yo la quiero solamente por el ciclo (...) me carga que me avise cosas, por eso desactivé todas las notificaciones, solamente yo la ocupo, es como un: ‘No me uses tú a mí, yo te uso’” (G1, P1).

Hay una búsqueda de resistencia digital, la que resulta más anecdótica que efectiva. En las conversaciones indican que probablemente no tengan sentido, que, aunque intenten ocultar sus datos lo más probable es que finalmente las apps conozcan todo sobre ellas. Es decir, hay una intención de resistir, pero sin los conocimientos técnicos que lo hagan posible:

A veces cambio mis datos, puede ser una estupidez, pero no me pongo [nombre anonimizado], o el año de mi nacimiento. No lo pongo, cambio los datos. Yo creo que saben hasta dónde nací, la hora y todo, desde qué teléfono. [Todas ríen] ...pero a veces como que falseo la información, pero realmente no sé si es eficaz, no sé. Ese sería como mi método máximo para evitar. (G2, P7)

Finalmente, entre quienes han abandonado el uso de apps, aparece la creación o recuperación de calendarios o sus propios mecanismos de registro. Estos métodos alternativos, a partir de las experiencias relatadas, también posibilitan el seguimiento y la función de ayuda memoria en visitas a profesionales de la salud. Ese abandono de las apps se justifica tanto en la falta de confianza: “en realidad yo prefiero usar papel, porque no… igual siento que no es como cien por ciento confiable, no sé” (G1, P5), aunque también la preocupación por la protección de los datos personales:

Yo creo que no usarlos, es la única forma en que yo podría proteger, porque ya de hecho, no sé, alguien está hablando algo y el celular: ‘Dijiste tal cosa.’ Y como que lo busca. Entonces como que, al final, si tengo red social, coloco todos mis datos, yo creo que no hay como algo libre a no exponer nuestros datos. (G1, P4)

En esta sección se ha podido observar que las apps operan como tecnologías del yo, orientando a las usuarias hacia una experiencia reflexiva que las cuestiona en torno a los parámetros de normalidad (identitaria) menstrual/reproductiva/sexual, que les impone estereotipos heteronormativos como el color rosado o la maternidad. Por otra parte, aparece como relevante la idea de que se construye una identidad personal en un contexto de permanente e inevitable vigilancia digital.

Relaciones sociales

Aunque, efectivamente, el uso de apps menstruales/reproductivas/sexuales es individual, hay diversos aspectos de los relatos que dan cuenta de complejas relaciones sociales en torno a esta experiencia, las que implican posiciones de poder diferenciadas, impactos valóricos normativos, así como intercambios de saberes y experiencias.

Como se había expresado al inicio del análisis, los conocimientos sobre los cuidados, especialmente respecto a la menstruación, surgen desde experiencias y aprendizajes compartidos en familia, particularmente entre madres e hijas, pero impactando en el conjunto de vínculos familiares. Algunas de las conversaciones registradas dan cuenta de la persistencia de tabús sobre menstruación y sexualidad en las conversaciones familiares, o al menos de pudor o vergüenza, como lo refleja este relato:

Empecé a hacer, así como en el calendario [en un computador de escritorio], pero (...) al abrir el computador me aparece también el calendario, entonces mi computador lo ocupaban mis hijos y me decían: ‘Ah, mi mamá anda con la regla.’ Entonces como que era muy poco privado en el calendario, por eso la aplicación, como solamente la tengo yo en el celular, es personal. (G1, P1, paréntesis nuestro)

Resulta paradójico que se hable de privacidad o de tema personal en relación a no compartir estas conversaciones en familia, pero se considere que estas cualidades sí están disponibles en las apps:

Aunque puede ser paradójico, es más privado ¿En qué sentido es más privado? Si yo escribo en un papel, cualquiera puede entrar a mi habitación y empezar a hurguetear mis papeles, mi hermana, mi mamá, mi papá, quien sea, pueden hurguetear mis papeles y se van a enterar de mi ciclo. (G2, P8)

La experiencia contraria, también apareció en las conversaciones, es decir, la idea de una mayor apertura en la que se conversa abiertamente de menstruación y de sexualidad en familia: “Sí, yo con todos, hasta con mis papás, mis hermanos, como que yo soy súper: ‘Mira esto.’ Como que todos saben” (G1, P6). Se pudo apreciar, además, una brecha digital generacional en las relaciones entre madres e hijas, respecto a las posibilidades de uso de apps menstruales/reproductivas/sexuales:

Yo se lo comenté a mi mamá (...), de hecho, fue súper entretenido, le decía: ‘Mira mamá, aquí puedo poner’ y ella, así como: ‘Ah que bien’, pero como que a ella le interesara, yo creo que no, nunca lo dijo tampoco, lo encontró como entrete5 no más. Pero mayor interés en eso, como que no. Además, si tienen una duda, van con los profesionales y no lo buscan en internet. (G2, P11)

Otro ámbito, es el de las relaciones de amistad, en que el uso de apps se convierte en una posibilidad de comparación de sensaciones y experiencias, de contraste de creencias, o de las tensiones previamente anunciadas en relación a la falta de ajuste a los criterios de normalidad menstrual que el uso de las apps les impone.

Por otra parte, la difusión social de las apps se vincula también con la amistad: “hablando con una amiga me dice: ‘Oye y tú, ¿cómo sabes?’ Y le digo: ‘No, es que yo uso una aplicación, mira, es buena, instálala’” (G1, P6). Estas conversaciones son habitualmente entre amigas, pero no son conversaciones que necesariamente excluyan a los hombres, como el caso de una de las participantes que recibió la recomendación de un varón: “un compañero nos dijo a un grupo: ‘Este es el mejor.’ Porque él tenía una muy buena relación con su polola6, y él la recomendó porque él la usaba con su polola. O sea, siempre estaba como así: ‘Bueno, este es muy bueno, este tiene el ciclo’”. (G2, P11).

Algunas usuarias que están en relaciones de pareja estable, dan cuenta de una vivencia de la menstruación y del uso de apps como una experiencia compartida:

Llevo una relación de tres años, bastante controlada tomando pastillas, entonces es un trabajo de los dos. Él igual tiene la aplicación, entonces nos controlamos ambos, porque hay veces que quizás yo por a, b o c motivos no la pude revisar, y él la va a revisar, y tenemos ese acuerdo de que jamás va a ser en los días fértiles, entonces tenemos esa confianza y ambos nos cuidamos, con responsabilidad también. (G1, P3)

En los grupos de discusión surgieron conversaciones espontáneas en que se comparaba o asemejaba a la pareja con las apps: “él es como una aplicación para mí, porque él también me dice, como llevamos mucho tiempo juntos, él me dice: ‘Oye, te va a llegar.’ Así como: ‘Lleva la copita.’ Como que él me avisa más que la aplicación la verdad, él es mi notificación” (G1, P1).

Hay otros relatos en que la experiencia es solo informativa: “le muestro y le digo: ‘Oye, la app me dice que ahora estoy fértil, estoy ovulando.’ O le digo: ‘Según la app, la próxima semana me llega la regla’” (G2, P9). En este caso, no se comparten las circunstancias sociales en torno a la menstruación: “él sabía que yo funcionaba con esto y todo, pero es que no sé, no hay una mayor comprensión por parte de ellos, porque no viven lo que nosotras vivimos con el ciclo. O sea, es como: ‘Ya, sí. Qué bueno.’ Pero tampoco lo entienden” (G2, P7).

Las experiencias de uso de apps en el largo plazo van construyendo una relación entre las mujeres y la aplicación que resulta interesante examinar. Estas relaciones tienden a ser comparadas con experiencias de interacción con personas, y en algunos casos, dando a entender que las apps pueden expresar opiniones o emociones. Una dimensión de la construcción de esa relación es la confianza que genera la información aportada, y varias de las participantes expresaron que las apps las conocen:

Yo creo de verdad, sinceramente, que es porque yo llevo mucho tiempo en la misma aplicación, entonces como que ya sabe más que yo. Entonces, por eso es como que confío tanto, como en que me diga este es tu periodo fértil, estás próxima a que te llegue, como que en eso confío. (G1, P1)

Pero al mismo tiempo, cuando no se produce esa sensación de ser conocidas por la app (por ejemplo, debido a sus ciclos menstruales irregulares), abandonan la relación y el uso de las apps. Otra experiencia interesante es la que ocurre cuando la app envía mensajes a las personas usuarias, lo que llega a ser percibido como que la app “se preocupa por mí” (G1 P4). La misma persona detalla esta relación que aparentemente implica un vínculo emocional:

En relación al ánimo, yo sí, colocaba el ánimo y además como que soy súper sensible en esos días, entonces como que llegaba un mensajito y yo como: ‘Oh hay alguien que se preocupa’ (...) entonces, como que: ‘Pucha que linda la aplicación’. Yo como que en esos días soy como muy sensible de ánimo, eso me pasa. (G1, P4)

Como se ha indicado previamente, hay también relatos que dan cuenta de una relación con las apps exclusivamente como una máquina que es usada, evitando la construcción de una relación de vínculo emocional. Por otro lado, el intercambio de información, de construcción de confianzas en la información, va orientado y sugiriendo comportamientos e introduciendo a las usuarias en una dinámica de la cultura digital: toda la cultura analógica es aburrida, y toda la cultura digital se asimila con el juego o una experiencia entretenida:

En un papel, uno, que me da una lata y puedes perder esa información. En cambio, en la virtualidad tienes un respaldo de, y es entretenido. Para mí es como casi un juego. A veces, le cambio el monito, porque puedes tener como un avatar, entonces como que un mes tengo un osito, después tengo un conejito... Pero es que de verdad lo encuentro muy entretenido, me encanta, lo encuentro bonito, me gusta tener mi cosita, mi app. (G2, P7)

La construcción del yo no ocurre exclusivamente en un proceso de introspección, sino también de relaciones sociales organizadas en sistemas sociotécnicos que median en las interacciones respecto a si lo menstrual/reproductivo/sexual debe ser tabú o discutido abiertamente, en relación a la concepción de la privacidad (orientada al contexto de relaciones personales, pero expuesta frente a los sistemas sicotécnicos). La tecnología media en la identidad generada en los vínculos intergeneracionales (con madres o con hijos), pero también mediante el acceso a la identidad de la pareja mediada por la información aportada por las apps.

Finalmente, una identidad donde se configura una relación con la tecnología como una intensión de resistencia (solo una relación instrumental) o como una relación social en que la identidad es definida a partir de las sugerencias y orientaciones de las aplicaciones digitales.

Discusión y Conclusiones

En las páginas previas se ha procurado analizar la experiencia de las mujeres usuarias de apps menstruales/reproductivas/sexuales. Hemos podido distinguir una vivencia tanto de integración en un sistema sociotécnico que vigila, articula y orienta prácticas, y, al mismo tiempo, actitudes que surgen del uso y que orientan complejos procesos de reflexividad sobre la identidad.

Una cuestión clave es lo que se ha denominado inmersión en una cultura y un entorno digital. Los relatos de las usuarias respecto a sus primeras experiencias de uso, dan cuenta de una búsqueda de digitalizar un calendario menstrual, una práctica inicialmente analógica que surge en los entornos familiares, pero que termina tornándose mucho más compleja. Se pasa de un proceso de construcción de la identidad menstrual/reproductiva/sexual vinculada a prácticas familiares y de socialización, pero que se transforma debido a la digitalización y el entorno sociotécnico de vigilancia.

Ya no se trata exclusivamente de un recordatorio del inicio del ciclo, sino que ofrece una serie de soluciones a problemas que las usuarias inicialmente no habían considerado. Hay una ampliación hacia dimensiones que superan la menstruación, y que, como hemos manifestado, tienden a orientarse también hacia la fertilidad y la sexualidad. Al mismo tiempo, esta ampliación, altera profundamente el alcance de las apps como tecnologías del yo, ahora integradas en sistemas sociotécnicos, con formas de relación y de poder más amplias y complejas que aquellas tecnologías del yo que surgen de los procesos de socialización entre mujeres.

Estas experiencias son definidas por Søndergaard y Hansen (2016, p. 2) como un solucionismo tecnológico, es decir, la creación de respuestas a problemas que no existen, o que al menos las usuarias no se habían planteado inicialmente, y que, al parecer, responden a los intereses de consumo y vigilancia de los sistemas sociotécnicos en que las apps operan (Zuboff, 2020).

Por otra parte, se aprecia que el uso de las aplicaciones aporta una serie de beneficios efectivos a las usuarias respecto a la predicción del inicio del sangrado menstrual o de las ventanas de fertilidad y les ofrece una forma “científica” o “profesional” de hablar de sí mismas en contextos de atenciones biomédicas. Aunque al mismo tiempo, da cuenta de limitaciones sociales, culturales y económicas en el acceso a sistemas de control de la fertilidad, salud y educación sexual, y tal como ha sido documentado por la literatura previa, las apps se transforman en mecanismos de reemplazo de atenciones formales de salud, no necesariamente confiables (Ford et al., 2020; Healy, 2021; Levy y Romo-Avilés, 2019).

Al mismo tiempo, los espacios de intercambio, como los foros, posibilitan vías alternativas de acceso a prestaciones o información, pero en un contexto que no garantiza la protección de datos personales o su seguridad (Paletta, 2018; Paletta et al., 2021). Como ha expresado Liceaga (2021), este tipo de tecnologías fomenta soluciones y respuestas rápidas, pero que no pueden considerarse fidedignas, constituyéndose en parte de un sistema que administra el desconocimiento y la ignorancia.

Otro aspecto relevante de considerar es que hay un amplio consenso en las conversaciones sobre la búsqueda de autoconocimiento, pero que, cuando es mediado por el uso de apps, puede implicar una orientación causal de emociones u otros síntomas exclusivamente relacionados con la menstruación, sin considerar otras posibles causas. Al mismo tiempo, es en esta dinámica del autoconocimiento en la que emergen las sugerencias de las apps, lo que coincide con las discusiones de la literatura referidas a la orientación de comportamientos (Healy, 2021) o la búsqueda de autocontrol (Kressbach, 2021), en un marco general de desconfianza en la inexactitud de las aplicaciones (Gambier-Ross et al., 2018; Karasneh et al., 2020).

La experiencia de uso puede producir también una serie de tensiones, especialmente en relación a la configuración de una normalidad menstrual que excluye mujeres con ciclos considerados irregulares (Healy, 2021), al mismo tiempo que reduce la experiencia femenina desde parámetros heteronormativos orientando la experiencia de uso hacia una comprensión de la fertilidad y sexualidad reducida y excluyente (Kressbach, 2021). Ello da cuenta de que los mecanismos de introspección y reflexividad propuestos en el entorno de las apps, tiene orientaciones fundamentalmente heteronormativas.

A partir de ello es posible observar que este tipo de tecnologías afectan la construcción que las mujeres hacen de sí y de su propia identidad de género. Una identidad que es orientada a partir de diversos mecanismos de control (tecnológico, valórico, de consumo) que posibilitan la orientación de comportamientos y emociones (Manfredi, 2022).

Llama la atención, sin embargo, que estas experiencias de uso implican una aceptación resignada de la vigilancia, de la inevitable exposición de la intimidad que ocurre no sólo en relación a este tipo de apps, sino como un fenómeno general del mundo digital (Zuboff, 2020). En este contexto, donde no aparecen soluciones viables, más allá del abandono de lo digital, posibilidad que pocas usuarias efectivamente se plantean. Aparece como desafío también, continuar indagando sobre las implicaciones de la construcción del yo en un contexto de permanente y, aparentemente inevitable vigilancia.

Las conversaciones previamente descritas, dan cuenta también de complejas relaciones sociales como experiencias en las que se desarrollan prácticas y actitudes sobre sí, que reconfiguran los lazos familiares, de amistad y de relaciones de pareja. Se ponen en tensión los valores que definen los persistentes tabúes sobre la experiencia menstrual/reproductiva/sexual, así como también respecto a su vinculación con las relaciones de parejas, conflictuadas en torno a lógicas de involucramiento o distanciamiento (patriarcal) de la experiencia social de la menstruación, lo que coincide con los trabajos previos de Koskenniemi (2021) o Søndergaard y Hansen (2016).

Estas experiencias de relación, afectan también la forma en que las mujeres se interpretan, al exponerse a formas constantes de comparación con otras mujeres y con los parámetros de normalidad que las apps les imponen.

Finalmente, se ha podido constatar la construcción de un nuevo tipo de relaciones sociales con las apps, que solo es posible por medio de la recopilación de información y la construcción de una (¿falsa?) confianza en la capacidad predictiva. Es una más de las experiencias de relación con dispositivos y aplicaciones propios de una cultura digital de consumo. Es decir, una experiencia que transforma intereses y preocupaciones personales, luchas emancipatorias, y la construcción de la propia identidad en un componente más dentro de una dinámica de consumo y vigilancia.

Es importante considerar que los resultados presentados acá dan cuenta de una primera aproximación al tema, y que se podría avanzar en diversos aspectos del estudio con una muestra más amplia que permita mejorar contrastes educativos y generacionales. Al mismo tiempo, aparece como desafío profundizar en las discusiones sobre las normas de uso, así como en las lógicas de consumo que emergen de las conversaciones integradas en complejos sistemas sociotécnicos.

En términos prácticos, también aparece como desafío, mejorar el acceso a la información que tienen las mujeres al momento de decidir usar una app, a lo que implican sus términos de uso, su vinculación con la vigilancia o la construcción de estereotipos de normalidad y femineidad definidos desde una lógica heteronormativa. Surgen también desafíos en relación al acceso a información y prestaciones de salud que no estén definidos exclusivamente desde lógicas tecnológicas y biomédicas que operan en la práctica como mecanismos de control patriarcal.

Agradecimientos

Agradecemos la colaboración de Renata López Martínez y María Teresa Sáez Montero por su participación como ayudantes durante la investigación.

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1En el contexto del artículo, el uso de la noción de dispositivo se usará en referencia al soporte físico o hardware; diferente a la concepción más compleja desarrollada por Foucault del dispositivo como mecanismo estratégico de dominación (Agamben, 2011).

2Como señala Paletta, la expresión “app” se utiliza para abreviar application program, y se refiere a un programa de software que funciona habitualmente en dispositivos móviles, y que se orienta a un ámbito específico de uso (2018, p. 160).

3Se refiere a la educación secundaria en Chile, aproximadamente entre los 14-17 años.

4Se refiere al medicamento misoprostol.

5Chilenismo para hablar de algo entretenido o divertido.

6Chilenismo para hablar de una pareja en una relación: polola o pololo.

Recibido: 13 de Abril de 2024; Aprobado: 26 de Julio de 2024

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