Introducción
El proyecto editorial Ellacuría: Obras completas 1 es una iniciativa impulsada por la Cátedra G.W. Leibniz de Filosofía -bajo la dirección de Juan Antonio Nicolás Marín (Universidad de Granada) y Antonio González (Fundación X. Zubiri)-, y tiene como objetivo principal la publicación de la primera edición crítica de las obras completas de Ignacio Ellacuría.
La presente empresa ha tomado como punto de partida la valiosa labor previamente realizada por UCA editores: desde la publicación en 1990 de Filosofía de la realidad histórica hasta la posterior selección y recopilación de sus principales escritos en doce volúmenes temáticos: Escritos políticos (1991), Escritos filosófico (1996; 1999; 2001), Escritos universitarios (1999), Escritos teológicos (2000; 2000; 2001; 2002), y Cursos universitarios (2009). Una edición que ha actuado hasta la fecha como el principal motor de difusión de la obra de Ellacuría, en gran medida gracias al riguroso trabajo realizado por sus editores: Rolando Alvarado, Luis Alvarenga, Erasmo Ayala, Rodolfo Cardenal, Aída Estela Sánchez, Antonio González, Hugo Gudiel, Carlos Molina Velásquez, Héctor Samour, Roberto Valdés y Henry Marcel Vargas Escolero; a lo que habría que sumar un largo etcétera de investigadores e instituciones que desde el primer momento apoyaron la iniciativa, especialmente significativo ha sido el caso de la Missiowiessenschaftliches Institut de Aquisgrán (Alemania) y la Fundación Carrasco de Madrid (España).
En esta labor de difusión y actualización de la obra de Ellacuría hay que celebrar especialmente los estudios de un nutrido grupo de especialistas: Jon Sobrino y Rolando Alvarado (1999), José Sols (1999), Héctor Samour (2002), Juan José Tamayo y José Manuel Romero (2019), o Marcela Brito (2022), por mencionar solo alguno de ellos; así como la labor de instituciones que han impulsado iniciativas como, por ejemplo, la Cátedra Latinoamericana Ignacio Ellacuría de Análisis de la Realidad Social de la Universidad Iberoamericana Puebla (México) o la Cátedra Fundación UCIII Teología y Ciencias de la Religión «Ignacio Ellacuría» de la Universidad Carlos III (Madrid). Espacios edificantes de han servido como centro gravitatorio desde el que articular a la comunidad ellacuriana a través de una serie de eventos académicos y publicaciones colectivas (Senent y Mora, 2010; Cardenal et al., 2012; Samour y Tamayo, 2021; Senent y Viñas, 2021).
La nueva edición que plantea el proyecto Ellacuría: Obras completas nace en la órbita de todas estas iniciativas con el propósito de continuar difundiendo el pensamiento de Ignacio Ellacuría ante el creciente interés que en los últimos años ha despertado la teología de la liberación y especialmente la obra de Ignacio Ellacuría entre algunos de los principales representantes del pensamiento crítico en América Latina: Raúl Fornet-Betancourt (1994, 2010, 2016), Nelson Maldonado-Torres (2007), Enrique Dussel (2008), Boaventura da Sousa Santos (2014), o Franz Hinkelammert (2020, 2021) [Ver Figura 1].
Registro de textos: edición de la UCA y Archivo Personal Ignacio Ellacuría
En la primera etapa del proyecto comenzamos registrando la totalidad de los escritos de Ellacuría. El registro se realizó en tres fases. Una primera fase de archivo y ordenación de los doce volúmenes de la mencionada edición de la UCA, independizando cada texto y anotando la fecha de publicación, su referencia en la edición UCA y, en caso de haberla, la referencia de la edición original [Ver Figura 2].2 Dado que el criterio de sistematización de los volúmenes del nuevo proyecto de edición se basa en su ordenación cronológica, en esta primera fase ya hubo un primer esfuerzo por fechar todos los textos posibles (según las referencias disponibles a la edición original), así como por ordenarlos cronológicamente en los distintos tomos de la edición UCA. En total, se registraron poco más de 300 textos.
La segunda fase del registro concierne a la incorporación de los textos disponibles en el Archivo Personal Ignacio Ellacuría [en adelante, APIE]. El primer paso a este respecto era identificar y comprobar, uno a uno, qué textos de APIE habían sido ya publicados en la edición de la UCA. En total identificamos alrededor de 380 documentos que no formaban parte de la edición de la UCA, desde escritos de sus años de formación como los Diarios de reflexiones espirituales [C.2.13] hasta las síntesis de entrevistas [C.2.6-10] realizadas principalmente durante la década de los años ochenta.3 Al archivar todos estos documentos, se procedió también bajo el criterio de ordenación cronológica, de modo que se organizaron aquellos textos que se encontraban de forma dispersa bajo el mismo epígrafe en APIE. Para ello se llevó a cabo la separación del contenido de algunos de los documentos que aparecían unificados. Un ejemplo: los comentarios de Radio Y.S.A.X. [C.9.31-43; C.10.1-2; C.10.7-9] o los editoriales para la revista Proceso [C.11.7-9] se encontraban compuestos por un conglomerado de textos de opinión y coyuntura política, en su mayoría de no más de 3 a 5 páginas, en los que Ellacuría analizaba diferentes acontecimientos de actualidad. Dado que estos textos no tenían unidad orgánica y estaban datados con fechas muy dispares se optó por separarlos y ubicar cada uno en su respectivo lugar cronológico, lo cual además facilitaba su comprensión y contextualización. Con estas divisiones el número de documentos se disparaba ligeramente por encima del millar y nos permitió tomar conciencia de la descomunal magnitud del proyecto editorial. En el horizonte empezaba a atisbarse la actual división en 30 volúmenes de 500 páginas.
Por último, durante la tercera fase realizamos una minuciosa búsqueda en algunas bibliotecas y revistas en las que sospechábamos que podrían encontrarse textos que habrían pasado desapercibidos hasta la fecha. Al consultar en la biblioteca P. Florentino Idoate, S.J. encontramos algunos de sus escritos de juventud como, por ejemplo, Formación para el Juniorado (1952). A lo que posteriormente, gracias al trabajo incansable de Rodolfo Cardenal, sumaríamos cerca de doscientos editoriales sin firmar que fueron publicados en las revistas de Estudios Centroamericanos (ECA) durante el tiempo que Ellacuría asumió su dirección (1976-1989).4 De igual modo, incorporamos los hallazgos que previamente habían realizado otros especialistas como, por ejemplo, varios textos inéditos y completamente desconocidos que Juan Antonio Senent de Frutos había rescatado en La lucha por la Justicia. Selección de textos de Ignacio Ellacuría (1969-1989).5 En definitiva, somos conscientes de que esta última fase podría haberse dilatado hasta el infinito, dado el carácter disperso y anónimo de algunos géneros como los editoriales o en otras ocasiones debido al uso de seudónimos como Ernesto Cruz Alfaro, Tomás R. Campos o Rodolfo R. Campos para textos de autoría conjunta (los dos últimos acrónimos de Centro de Reflexiones Teológicas/Religiosas.
Finalmente contabilizamos más de 1.200 documentos repartidos entre artículos, libros, cursos universitarios, editoriales, escritos de juventud, diarios espirituales, síntesis de entrevistas, esquemas de conferencias, etc. Si bien es probable que puedan faltar algunos escritos menores, nos hemos cerciorado de que las posibles ausencias no resulten significativas, cotejando información tanto con algunos de los principales especialistas en su obra: Rodolfo Cardenal, José Manuel Romero, José Antonio Senent, Juan José Tamayo, etc., como con personas que guardaron una estrecha relación personal con Ellacuría: Rolando Alvarado, José Simán, Jon Sobrino, etc.
Transcripción de documentos y elaboración de ficha técnica
La segunda etapa del proyecto, dedicada a la transcripción de los documentos, ha sido la que más esfuerzos ha movilizado hasta el momento. El proceso de digitalización, transcripción y clasificación de los archivos se ha dividido en tres fases. En primer lugar, Ana María Ramírez Abril se encargó de separar y transcribir a formato Word cada uno de los textos de los mencionados doce volúmenes editados póstumamente por la UCA. En la mayoría de los casos hubo que volver a transcribir manualmente el contenido, puesto que los archivos digitalizados ni se encontraban en un soporte adecuado ni contaban con la calidad suficiente para que los programas de conversión detectarán el contenido de los textos; especialmente en aquellos casos en los que Ellacuría cita párrafos en otros idiomas: griego, latín, alemán, etc.
A continuación, pasamos a la segunda fase en la que se transcribieron el resto de los documentos. Durante un año nuestra participación en el proceso de transcripción se intensificó con el fin de digitalizar los más de 10.000 folios de textos de APIE. En esta tarea hemos tenido la suerte de contar con el apoyo de un gran número de compañeros que fueron sumándose al proyecto: Celso Vargas Elizondo, Randall Carrera, Luis Arturo Martínez Vásquez, Francisco Campoy, Ángel Luis Díaz Galindo o Juana María Páez Meléndez. El trabajo de cada transcriptor de estos textos queda reconocido en la ficha técnica que precede a cada texto, especificando su nombre.
Cada documento tenía su propia dificultad. Especialmente reseñable resulta el caso de los manuscritos de juventud como los Diarios espirituales o las Síntesis de entrevistas que habían sido escritas a mano y requerían de un auténtico ejercicio de paleografía. En otros casos los textos pese a encontrarse escritos a máquina contaban con un gran número de tachones y correcciones a mano. Inclusive hay ocasiones en las que faltan algunas páginas o se encuentran considerablemente dañadas [Ver Figura 3].

Figura 3 Diario de reflexiones espirituales II [C.2.13.02.]. El resultado de la transcripción es el siguiente: “Si se le apar[ta desesperadamente de] ahí queda en lo más hondo [llorando] sin querer contentarse. Esta es la realidad de los corazones que aman, pe[ro] [es una] real[idad] ciega. Apartándose del torbellino por un momento, para ver desde la playa la realidad”
Por último, se aplicaron unos criterios mínimos de armonización y homogeneización de los principales aspectos formales: Times New Roman 12; interlineado 1,5; homogeneización del uso de los epígrafes; citas a pie de página, etc. A la par se incorporaba al comienzo de cada texto una ficha bibliográfica [Ver Figura 4] en la que se especifica: título, fecha de publicación original (diferenciando entre fecha de redacción y publicación en los casos problemáticos, así como aportando una estimación entre corchetes para los textos inéditos sin fecha), la referencia de archivo al manuscrito para facilitar su consulta, referencia a la edición utilizada (principalmente ECA en el caso de textos publicados y APIE para los documentos inéditos), una reconstrucción de la circulación y visibilidad a través de otras ediciones, y una breve descripción de unas 50-100 palabras que sinteticen los contenidos presentes así como su posterior recepción, actualidad y discusiones que ha alimentado.

Figura 4 Ficha bibliográfica que precede al texto Utopía y profetismo desde América Latina (1989), provisionalmente ubicado en el volumen XXIX del proyecto Ignacio Ellacuría: Obras completas.
Ya con todos los documentos transcritos, identificados y con un mismo formato estandarizado, contábamos con una primera radiografía de las dimensiones del proyecto. La cifra de páginas brutas a editar asciende a algo más de 14.000, distribuidas en 30 volúmenes de aproximadamente 500 páginas. Tras registrar y transcribir todos los documentos, entonces daba comienzo el proceso de organización y formalización del contenido de cada uno de los volúmenes.
Ordenación cronológica y composición de los volúmenes
Si bien durante todo el proceso se fue realizando un registro cronológico de los alrededor de 1.200 documentos, cerca de 200 se encontraban sin fechar. Por ello, esta cuarta etapa se compone de dos fases: datación y división. Tras una primera lectura de los manuscritos sin fecha, resultó relativamente fácil encasillar dentro de una horquilla temporal a aquellos dedicados a comentar la actualidad política o en los que aparecían mencionados hechos concretos como, por ejemplo, Apuntes sobre la violencia en El Salvador (1983) [C.13.30.03] o Países ricos y países pobres (1988-1989) [C.12.35.3]. No obstante, en otros casos hubo que echar mano de criterios más sofisticados. En Religiones no cristianas en K. Jaspers y K. Rahner (1962) [C.15.12.] es la propia bibliografía utilizada la que sirve para sacarnos de dudas. Por otro lado, en textos como los de Ortega: la vida, realidad radical (1956-1958) [C.6.12.] o Unamuno, filósofo del hombre (1967) [C.5.33.] parecen tratarse de escritos de juventud, puesto que aborda temas que no volverá a tratar posteriormente, por lo que la única forma de encajarlos cronológicamente es a partir de comparaciones estilístico-formales con otros textos que presentan características similares.
Para los casos más complejos tuvimos que solicitar la opinión de diferentes especialistas como Rodolfo Cardenal, Antonio González, Luis Arturo Martínez o Marcela Brito, teniendo incluso que realizar todo un proceso de reconstrucción del viaje que había realizado el texto a través de conferencias y cursos universitarios impartidos, este fue el caso de Marx en la historia de la filosofía (1980) [C.4.20]. Incluso llegamos al extremo de realizar un registro de ciertas marcas de identidad poco frecuentes como, por ejemplo, el uso de bolígrafos rojos y verdes: Estructuralismo (1974) [C.5.31.], o el tipo de hojas empleadas, en algunos casos con la presencia de membretes como «Casa profesa de la Compañía de Jesús (Madrid)» en El hombre en el concilio vaticano II (1966) [C.13.32.1.] y Caracterización del mundo actual (1979-1989) [C.13.32.2.], o «Centro de Reflexiones Teológicas (Santa Tecla, El Salvador)» en ¿Qué es teología latinoamericana? (1975-1978) [C.15.30.] y Marco teórico valorativo de la Reforma Agraria (1976) [C.12.32.]. No obstante, no siempre resultaba determinante puesto que uno de los documentos que seguimos sin conseguir fecharse es Filosofía actual y pensamiento cristiano (SF) [C.4.12.], pese a llevar el membrete del «Seminario San Antonio (Seminario menor de la orden frailes menores conventuales, Costa Rica)». Inclusive en un par de ocasiones el tipo de pulsación de la máquina de escribir fue un factor determinante. En este sentido, un caso paradigmático fue el texto Raíces cristianas de la educación liberadora de P. Freire (SF) [C.4.9.]. Tras una revisión exhaustiva del documento, Cardenal determinó que no se le podía adjudicar su autoría a Ellacuría. Esto nos advirtió de la necesidad de tomar precauciones ante los textos que, pese a encontrarse formando parte de APIE, no estuvieran firmados por el propio Ellacuría.
Actualmente solo faltan por fechar 6 documentos, la mayoría de ellos de escasa relevancia, con una extensión inferior a las 5 páginas. No obstante, uno de ellos: Para una teología de la liberación (1973-1989) [C.15.29.] sí resulta un poco más significativo. Se trata de un escrito relativamente largo, superior a las 30 páginas. Los diferentes especialistas a los que hemos podido consultar no terminan de ponerse de acuerdo. Sabemos que el concepto de teología de la liberación se acuñó con posterioridad a la Conferencia del Episcopado latinoamericano que tuvo lugar en Medellín en 1968. De igual modo, Ellacuría no alude explícitamente a este movimiento hasta 1973, aunque habrá que esperar más de una década para encontrarnos con escritos en los que comience a abordarlo de forma rigurosa y sistemática.6 Como se puede comprobar, la datación de los documentos no se trata de un simple capricho de erudición. Este esfuerzo por realizar una edición crítica de las obras completas de Ellacuría tiene que ayudar tanto a reconstruir la evolución de su pensamiento, como también revalorizar su figura dentro de la historia de la filosofía latinoamericana contemporánea, mostrando las aportaciones que, por ejemplo, realizó en la teología de la liberación o la teoría de la dependencia.
Con la inmensa mayoría de los textos organizados cronológicamente, pasamos a la segunda fase de división y composición de los volúmenes. Como venimos señalando, desde el comienzo del proyecto se optó por un criterio de organización cronológica para la publicación de las Obras completas. Con esta decisión se busca superar las controversias que históricamente han alimentado la división temática entre escritos políticos, filosóficos y religiosos de la edición de la UCA. En el caso de Ellacuría -sacerdote, profesor de filosofía y rector de la UCA- estas tres facetas se encuentran profundamente entrelazadas en cada uno de sus escritos y no resultan fácilmente diferenciables. Por lo que, pese a sus limitaciones, consideramos preferible privilegiar la división de los volúmenes con base en criterios cronológicos de redacción de los manuscritos originales y/o publicación.
Ahora bien, pese a apostar por el criterio cronológico sobre el temático, el contenido de cada uno de los diferentes volúmenes se encuentra estructurado de manera que permite una presentación orgánica y fluida, tomando en consideración tanto las diferentes temáticas abordadas como los géneros literarios empleados por Ellacuría. En este sentido, conviene aclarar que, con el propósito de evitar tener que duplicar innecesariamente algunos textos, hemos optado por realizar una excepción con aquellos artículos que posteriormente Ellacuría recopiló y publicó como libro: Teología política (1973) [C.16.3.]7 y Conversión al reino de Dios para anunciarlo y realizarlo en la historia (1984) [C.16.4.].8 No sucede lo mismo en el caso del inconcluso proyecto que llevaba por título: 20 años de historia en El Salvador (1969-1989), publicado póstumamente en tres volúmenes por la UCA como Escritos políticos (1991). Si bien es cierto que la última versión del índice de estos volúmenes fue elaborada por el propio Ellacuría poco antes de ser asesinado [C.2.12.], y pese al riguroso trabajo editorial realizado por Rodolfo Cardenal, consideramos que no podemos tomar el resultado como parte de la producción del propio Ellacuría y, por tanto, hemos optado por presentar los textos individualmente según su fecha original de redacción/publicación. Situación muy diferente a lo que nos encontramos en Filosofía de la realidad histórica (1990). Pese a haber sido también publicada póstumamente, la edición de Antonio González se apoya sobre las diferentes versiones que se han conservado tanto de los cuadernos separados en la biblioteca P. Florentino Idoate, S.J. (1979), como de la obra en su conjunto en APIE (1984).
Tras terminar de tomar todas estas decisiones preliminares se fueron proyectando diferentes versiones del contenido y organización de cada uno de los volúmenes, hasta llegar a los actuales índices que pueden consultarse en el apartado Plan de edición de la Web del proyecto. El Plan de edición que presentamos es el resultado de muchas reuniones y largas discusiones a propósito de la optimización de la distribución de los contenidos de cada uno de los diferentes volúmenes. Consideramos que el punto fuerte de la actual organización consiste en ser capaz de presentar cronológicamente los textos en volúmenes que tengan una extensión aproximada de 500 páginas -a excepción de la tesis doctoral que por su propia naturaleza cuenta con una unidad propia- estableciendo transiciones armónicas y coherentes entre ellos. No resulta tan sencillo como a priori pudiera parecer, puesto que cada volumen presenta sus propias particularidades y hay toda una serie de factores a tomar en consideración. En los primeros volúmenes los Diarios de reflexiones espirituales (1953-1961) por su propia naturaleza resultan difíciles de encajar con el criterio cronológico. De igual modo, durante finales de los años 60 y la década de los 70 podemos encontrar varios documentos de gran extensión: cursos universitarios como Persona y comunidad (1974) [C.5.15.] o Teología moral fundamental (1978) [C.15.33.], libros como Teología política (1973) [C.16.6.], o artículos como Biología e inteligencia I (1977) [C.8.1.2.], entre otros. En buena medida, debido a su tamaño y relevancia circunscriben el resto de los contenidos del volumen, imprimiéndoles un cierto carácter subsidiario. Por otra parte, en el caso de los Comentarios de radio Y.S.A.X. (1978-1980) [C.9.31-10.9] hay que negociar un equilibrio entre la cronología y la unidad del género periodístico del que Ellacuría se sirvió para generar opinión pública e incidencia política -situación similar a la que encontramos tanto en las Síntesis de hechos semanales (1980) [C.10.5.-6.] como en la Realidad nacional (1982-1986) [C.10.10.-C.11.1.]-, lo que nos lleva a encontrar volúmenes compuestos de más de un centenar de textos breves. Por último, una excepción al criterio cronológico se aplicaba a las obras publicadas en vida de Ellacuría, que mantendrían el formato y la fecha en que fue publicado como obra conjunta.9
En definitiva, debido al carácter ecléctico y misceláneo de la obra de Ellacuría, resulta inviable tomar medidas unilaterales o aplicar recetas transversales. En este sentido, la distribución que presentamos ha de tomarse únicamente como un punto de partida, siendo conscientes de la dinamicidad de un proyecto que todavía se encuentra en construcción. Es más que probable que conforme los diferentes editores avancen en el análisis de los textos, descubran nuevos detalles que modifican ligeramente el contenido u organización de alguno de los volúmenes, o inclusive insten a replantear la estructura misma del proyecto.
Edición crítica y publicación de los volúmenes
Actualmente el proyecto se encuentra a las puertas de la etapa final de edición y publicación de los volúmenes. A lo largo de este año se prevé terminar con los últimos preparativos antes de asignar los volúmenes entre los miembros que constituyan el equipo editorial. Podrán ser designados como editores los especialistas en la obra de Ignacio Ellacuría, así como cualquier otro investigador de reconocido prestigio que demuestre los conocimientos y capacidades necesarias para hacerse cargo de la empresa. Los editores son una de las piezas clave de este proyecto puesto que, en última instancia, del grado de minuciosidad de su labor va a depender la calidad del resultado final de cada uno de los volúmenes. Dada la heterogeneidad de su producción, no existe un único perfil ideal como editor de Ellacuría. En el caso de los primeros volúmenes en los que se encuentran ubicados los textos de juventud, uno de los principales retos tiene que ver con las traducciones de los textos en latín, griego o alemán.10 Por el contrario, en los últimos volúmenes encontramos una gran cantidad de textos de análisis de la coyuntura política, en los que se hace referencia a actores locales claves durante la guerra civil salvadoreña. En definitiva, cada volumen presenta su propia complejidad, por lo que se espera contar con un equipo editorial amplio y con perfiles muy diversos.
Cada volumen vendrá precedido de un sumario en el que quedarán reflejados los escritos recogidos. A continuación, el editor preparará un estudio crítico que facilite la comprensión de los textos y muestre tanto su relevancia como los debates que hayan podido alimentar. Después se encontrará una lista de abreviaturas en la que se recogerán las siglas utilizadas. El cuerpo principal del volumen estará constituido por los respectivos textos de Ellacuría, cada uno de ellos precedido por la mencionada ficha técnica en la que aparece reconstruido el recorrido bibliográfico del texto y su relevancia histórica. Se recomienda a los editores añadir notas a pie de página solamente en aquellas ocasiones en las que resulte imprescindible para la comprensión de ciertos conceptos, acontecimientos o personalidades. Por último, se colocará un índice de nombres y conceptos donde queden reflejadas las principales materias y discusiones que han ido apareciendo a lo largo de los textos.
Dado que el proyecto editorial ha optado por la ordenación cronológica de los volúmenes, una de las funciones principales de los editores será la de contrastar, en la medida de lo posible, la datación de cada uno de los textos que recibe. Nuestro esfuerzo por obtener una cronología de todos los textos ha tenido como resultado, en algunas ocasiones en las que no nos era posible datar el año exacto, recurrir a fechar en periodos de varios años.11 En estos casos, el editor tiene la tarea de precisar lo máximo posible la fecha exacta o estimada de redacción/publicación de tal texto. En relación con ello, el editor deberá distinguir, cuando sea posible, las fechas de redacción y de publicación del texto correspondiente. En muchas ocasiones, esas distinciones ya están añadidas en las fichas técnicas que acompañan a cada texto que enviamos al editor. En todo caso, éstas habrán de ser revisadas y constatadas para asegurar una correcta ordenación cronológica de los volúmenes.
En definitiva, pasados más de treinta años desde la publicación de los primeros volúmenes de la edición de la UCA, consideramos una tarea de gran interés académico y cultural comenzar lo antes posible con la publicación de esta primera edición crítica de las obras completas de Ignacio Ellacuría. Un proyecto ambicioso que no sería posible sin el apoyo de un gran número de especialistas e instituciones que se encuentran trabajando por un mismo objetivo común: la actualización, difusión y discusión del legado intelectual de uno de los grandes autores de la historia de la filosofía latinoamericana contemporánea.