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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.62 Ciudad de México ene./abr. 2020  Epub 27-Ene-2025

https://doi.org/10.29340/62.2210 

Reseñas

Indagar y escribir sobre el deseo: una aportación desde la antropología

Inquiring and Writing about Desire: A Contribution from Anthropology

Luisa Alquisiras Terrones1 

1Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, Puebla, México luisa_alte@hotmail.com

Deseografías. Una antropología del deseo. Parrini, Rodrigo. 2018. Universidad Nacional Autónoma de México-Centro de Investigaciones y Estudios de Género, Universidad Autónoma Metropolitana, México:


¿Cómo indagar sobre el deseo? ¿Cómo escribir sobre él? La simpleza aparente de estas preguntas implica una reflexión profunda, no sólo teórica sino, sobre todo, empírica, respecto a las posibilidades de aprehender un objeto de estudio que parece atravesar, delimitar y subvertir cualquier práctica social, las más diversas producciones simbólicas, las temporalidades de toda experiencia y la configuración de cualquier tipo de subjetividad. En el libro se plantea la posibilidad de una práctica investigativa y escritural sobre el deseo.

Deseografías. Una antropología del deseo es el resultado de 12 años de trabajo etnográfico en Tenosique, Tabasco, un paraíso selvático y territorio limítrofe, en el que modos de vida, afectos y prácticas políticas convergen en formas densas y heterogéneas y en el que surge el Club Gay Amazonas de manera casi inverosímil. Rodrigo Parrini indaga sobre las condiciones de posibilidad de este hecho en las tramas históricas y sociales que envuelven al Club y sus integrantes, sus formas de enunciación y sociabilidad, para explicar cómo se ha configurado en un sujeto político y cómo el deseo, la vida y el lenguaje, en un contexto en apariencia adverso, adquirieron virajes insospechados a contrapelo del prejuicio, el rechazo y la muerte. La sorpresa con la que el investigador atestigua la capacidad de creación y resistencia con la que los sujetos hacen frente a las vicisitudes de su existencia se condensa en la pregunta elaborada por Félix Guattari: “¿cómo comprender que los desviados, que algunos grupos-sujetos puedan inventar palabras, romper sintaxis, cambiar significaciones, producir connotaciones nuevas, palabras de acción, palabras de orden político, engendrar revoluciones tanto en la sociedad como en la lengua?” (citado en p. 72).

El libro se organiza en ocho capítulos que conservan una armonía general pero podrían leerse y analizarse de manera independiente. Cada uno desvela aspectos del fenómeno de investigación, sus anclajes históricos y contingentes, los cruces globales y locales, así como un diálogo constante entre los materiales empíricos y las discusiones teóricas que sirven como marco de interpretación. Asimismo, se discuten los retos de representar la realidad, en su doble acepción, de darle un sentido y presentarla por medio de la escritura.

De acuerdo con la exhaustiva discusión teórica desplegada por Parrini en el primer capítulo, “Hacia una antropología del deseo”, el deseo guarda una potencialidad creativa capaz de subvertir los sentidos y los vínculos, de efectuar un reacomodo en las categorías diferenciales que plantean los límites y las libertades de las identidades sexuales, genéricas y eróticas. El deseo atraviesa lo íntimo y lo colectivo, lo individual y lo político, ilumina relaciones analíticas insospechadas para el ojo del investigador:

Creo que debemos pensar el deseo como una intensidad que desmiente la distinción entre intimidad y exterioridad, entre dentro y fuera, entre sujeto y colectivo, entre orden psíquico y orden social; es decir, que cuestiona las topologías con las que, habitualmente, se piensa la subjetividad. Desmiente esa topología, sin negar su existencia, para poder discutir su estatuto (p. 20).

En el segundo capítulo, “Quantas de libertad. El Club Gay Amazonas”, Parrini se sirve de materiales diversos para trazar la historia del Club Gay Amazonas, que comienza unos 20 años atrás del arranque de la investigación. En un principio, el Club procuraba actividades y distracción a sus integrantes, además de labores preventivas en relación con el VIH-SIDA. Éstas se extendieron y se convirtieron en apoyo para el cuidado de la salud y la supervivencia de las personas que vivían con el virus. Al mismo tiempo, el Club era pieza fundamental en los carnavales de la ciudad y organizaba otras actividades lúdicas. Aunque el estatus de la agrupación es ambivalente entre lo formal y lo informal, lo político y lo banal, Parrini percibe una línea de fuga en la forma de concebir el deseo homoerótico vinculado a este proceso organizativo. Sus integrantes han enunciado una voz que, si bien no subvierte de manera radical las formaciones discursivas que nombran las identidades del deseo homoerótico en grandes ámbitos, como la ciencia, la religión, las instituciones o el Estado, sí logra entretejer excepcionales modos prácticos de pensar, que Parrini describe como epistemes locales, que inauguran espacios nuevos para la experiencia de manera efectiva.

En el tercer capítulo, “Arqueologías de la sexualidad. Epistemes locales, formaciones discursivas y redes de significación”, se capturan y describen tres posiciones del deseo: puto, gay y homosexual, definidas como “los puntos en los que las formas heterogéneas de deseo, subjetividad, corporalidad y sociabilidad se encuentran, tal vez se articulan, de manera contingente, para esbozar otras formas de vida, nuevos dispositivos, subjetivaciones aurorales” (p. 461). Estas posiciones están presentes en la trayectoria biográfica de los entrevistados: en sus relaciones familiares, con la comunidad, las instituciones y el ámbito más íntimo de la relación consigo mismos. En la narración biográfica de un hombre mayor, se aprecia la nostalgia de la época en la que los deseos permanecían ocultos, resguardados de las miradas y el escarnio, lejos del escándalo y la visibilidad actual con la que los más jóvenes interactúan, se muestran y defienden el orgullo gay en el carnaval de la ciudad. Sobre estas narraciones se traza una arqueología local de la sexualidad que reconstruye la ruptura de las redes previas de significación y su reconfiguración desde una perspectiva histórica de corto alcance.

Uno de los andamiajes teóricos más densos del libro se encuentra en el cuarto capítulo, “El círculo interior. Esferas, homoprácticas y psicotopologías”. Parrini elucida un pensamiento sobre la formación de la subjetividad en el campo de la sexualidad que desafía las formas lineales, en el que las relaciones entre lo individual y lo colectivo se anteceden o suceden. Se apoya en el filósofo Peter Sloterdijk para trazar una ruta esférica que ayuda a pensar en una constitución mutua. Es sobresaliente la manera en la que el Club se convierte en un espacio autógeno, de protección y convivencia para sus integrantes, lo cual es “sustento para la creación de una inmunidad grupal que protege las inmunidades subjetivas, incluso las corporales” (p. 20). Así, las prácticas individuales convergen en sociabilidades colectivas, se entrecruzan y se sostienen unas a otras. Darse un nombre, ser respetado, conocerse a sí mismo y la atribución de características positivas son parte del proceso de singularización que los sujetos han experimentado, en el sentido de vivenciar pero también de ensayar formas nuevas de habitar el mundo y relacionarse con los demás y consigo mismos.

En este punto, la atención se centra en lo que Michael Foucault denominó prácticas de sí, acciones cotidianas disponibles para que los sujetos se constituyan en el campo de la sexualidad. Parrini, en su original exploración conceptual, denomina homoprácticas al “conjunto de prácticas de sí que permiten la conformación de un sujeto homosexual y articulan formas específicas de subjetividad en torno a un deseo o a partir de él” (pp. 172-173).

En el quinto capítulo “‘Oscuras máquinas del devenir’: diferencia, deseo y corporalidad”, se elabora un análisis espacial detallado de la ubicación simbólica y material de los sujetos en los espacios cotidianos en los que el investigador participó y en los que la sexualidad opera como un organizador. Las condiciones particulares de la entrada al campo se revelan en sus dificultades, pero también en su potencialidad analítica. Parrini se sitúa en la posición de sus informantes, habita de alguna forma el mismo espacio social, lo que le impide acceder a otros discursos o lugares. Esta lateralidad, además de ser un punto de vista, es una posición que permite producir conocimientos situados (Haraway, citado en p. 232). Es una perspectiva que secciona una superficie etnográfica para atender su complejidad, aunque se sacrifique cierta amplitud de los registros. Festivales de cine, velorios, concursos de reinas de belleza, carnavales y bailes son espacios en los que el investigador participa, que facilitan el esbozo de una topología local en función del orden sexo-género, en la que los gays ocupan una posición liminar entre lo masculino y lo femenino.

Las circunstancias de vida individuales y el proceso organizativo del Club no se mantienen aislados de otros sucesos en contextos más amplios. En estas relaciones se concentra el sexto capítulo, “El Estado y La Bestia. Flujos, globalización y deseo”. En esta veta de reflexión, la militarización de la frontera sur a partir del levantamiento zapatista en 1994, las modificaciones en las dinámicas migratorias y la guerra declarada contra el crimen organizado durante el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) son algunos de los eventos que llevan a Parrini a plantearse las posibles relaciones entre lo local y lo global, así como el papel del Estado y el ejercicio de la soberanía en un territorio fronterizo indómito, en el que convergen deseos, vínculos, racionalidades económicas y políticas; un flujo denso que conecta la vida cotidiana con los procesos sociales e históricos a escala global.

El séptimo apartado, “El abandono y su aura. Nuda vida e inmunidad”, está dedicado a tres temas fundamentales, la violencia, la enfermedad y la muerte, que se reúnen en una propuesta central que vale la pena retomar de manera textual:

El abandono en el que viven o son colocados algunos sujetos y colectivos es un aura, en términos de Benjamin, que rodea sus cuerpos y sus vidas y que los hace profundamente vulnerables ante la acción de las instituciones y de ciertos grupos y sujetos. Considero que esos colectivos y sujetos, en vez de ser invisibles, como algunas veces se ha creído, son hipervisibles para determinados aparatos sociales (sean estatales o no). Por eso diremos que proyectan un aura, que devela los códigos de una mirada y una práctica social violenta, excluyente y discriminadora (p. 367).

Las personas que viven con VIH, LOS muertos y sus cadáveres, los perseguidos, los asesinados, son protagonistas de estas reflexiones. Parrini identifica y analiza zonas de abandono (Biehl, citado en p. 367), espacios en los que los sujetos se encuentran desamparados y expuestos a formas profanas y banales de violencia de manera cotidiana. En las descarnadas experiencias de los sujetos, también reconoce la importancia del Club, que funge como un sistema inmunológico grupal al ser un espacio de cobijo y protección mutua.

Por último, en “La escritura y su sombra. Etnografía, deseo y subjetividad”, se presentan de nuevo las inquietudes que inauguran el libro. Más que encontrar una respuesta, nos adentramos en una reflexión respecto a las sensaciones, afectos, emociones y procesos inconscientes presentes en el trabajo de campo, para discutir sobre la posibilidad de su integración como materiales etnográficos en la práctica investigativa, como rutas de análisis y vehículos de aproximación a las realidades sociales que se indagan. Un sueño, la muerte del hermano de uno de los informantes, un regalo hecho al investigador, son momentos que vibran y conmueven en la escritura etnográfica.

La promesa es que Deseografías. Una antropología del deseo es el principio de un proyecto más amplio. En este sentido, el libro no representa una conclusión de los temas tratados ni un manual metodológico. Plantea, en cambio, formas interesantes y novedosas de acercarse al trabajo investigativo y escritural en las ciencias sociales sin restringirse al ámbito de la sexualidad. Es un trabajo que expresa el compromiso ético del antropólogo que no constriñe la realidad investigada ni a los sujetos, sino que atestigua las palabras, los discursos y las acciones, no sólo en su literalidad, también en sus afecciones e intensidades, y que compromete su propio cuerpo y subjetividad en una búsqueda exhaustiva por comprenderlas.

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