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Tzintzun

versión impresa ISSN 0188-2872

Tzintzun  no.50 Morelia jul./dic. 2009

 

Reseñas

 

JUAN RAFAEL REYNAGA MEJÍA, La Revolución cubana en México a través de la revista Política. Construcción imaginaria de un discurso para América Latina

 

Martín López Ávalos

 

México, Universidad Autónoma del Estado de México, Universidad Nacional Autónoma de México, CCIDEL, 2007, 189 pp.

 

Centro de Estudios Históricos El Colegio de Michoacán

La lectura de un libro tiene tantas variantes como lectores posibles. En esta idea, el libro de Juan Rafael Reynaga presenta la peculiaridad de ofrecernos, a su vez, su lectura de la revolución cubana se hace tomando como referencia del contexto mexicano de la década de los sesenta del siglo pasado. Un tema tan debatido en la historiografía latinoamericana sigue presentando nuevos matices y enfoques, lo cual indica que no sólo está vigente sino que sigue presente en las nuevas generaciones de investigadores. Un viejo tema enfocado con otras metodologías es lo que nos ofrece La revolución cubana en México a través de la revista Política, por un lado lo que la moderna ciencia social llama los imaginarios sociales y por el otro, el análisis de una fuente hemerográfica, en este caso la revista Política. Aquí está la lectura particular del autor, novedosa por la perspectiva de ofrecer un muestreo de la influencia de la revolución cubana en México en un aspecto poco atendido, tanto por los historiadores como por los científicos sociales al tratar las revoluciones: la opinión pública. Aunque este no es un tema específico en el libro, el análisis realizado nos lleva a repensar sobre la importancia de los medios impresos para la creación de ese tópico.

La prensa diaria, periódicos y revistas, cumple una función importante en las sociedades modernas al formar y crear la opinión pública. Sin ella ninguna sociedad puede conformar el nuevo imaginario de la modernidad, la democracia. Aquí es conveniente advertir la importancia de las publicaciones periódicas, independientemente del sistema político, ya que en mayor o menor medida contribuyen a formar a la opinión pública. En el caso que nos ocupa, Política forma parte de la tradición mexicana en este asunto, su impronta es notable porque nos muestra un marco referencial para la izquierda mexicana de entonces, nos señala sus aspiraciones o, mejor dicho, sus imaginarios políticos y la proyección de la tradición de la Revolución mexicana al encontrarse con la nueva revolución que emerge a la mitad del siglo en América Latina.

El México de mitad del siglo XX es muy distinto al actual, donde la libertad de opinión, bien que mal, se ejerce con la naturalidad de la tradición; sin embargo, en esa época, tal ejercicio distaba de ser tan natural, de ahí la importancia del medio para la formación de la opinión pública fuera de las ideas imperantes en el sistema político priista, caracterizado por la supremacía de la figura presidencial, que irradiaba todos los ámbitos de la vida mexicana. La disidencia de opinión se convierte, entonces, en una postura política importante que, al moldear la discrepancia, ejerce una pedagogía democrática. Independientemente de la postura procastrista de Política, su opinión disidente en los asuntos internos marcó a sus lectores para entender de otra manera su propia época. Aunque el tratamiento en sí no resultaría novedoso, sí resulta innovador por tratarse de un medio no cubano, pues Los trabajos en torno a publicaciones periódicas que tienen como eje la revolución cubana han sido tratados con anterioridad, por ejemplo, Liliana Martínez Pérez, Los hijos de Saturno. Intelectuales y revolución en Cuba, México, FLACSO, 2006; y Nadia Lie, Transición y transacción. La revista cubana "Casa de las Américas" (1960-1976), Hispamérica, 1996, por citar dos ejemplos. La diferencia, radical por cierto, es que el trabajo de Reynaga no trata sobre intelectuales ni la relación de éstos con la revolución cubana, sino que trata de la creación de un imaginario, sin duda elaborado por intelectuales, pero hecho desde México. Por las páginas de Política leeremos a Carlos Fuentes, Fernando Benítez, Enrique González Pedrero y muchos más que dieron sus primeras impresiones sobre la revolución apenas bajada de la Sierra Maestra, con el uniforme de batalla y el fusil bajo el hombro, la asombrosa juventud de sus dirigentes y milicianos, y el no menos asombroso entusiasmo de la población al vitorear a los jóvenes revolucionarios patrullando las calles de la ciudad y coordinando las primeras acciones de gobierno. Ese es el primer imaginario que el autor nos muestra. El segundo es el de los viejos revolucionarios, como el general Cárdenas o el embajador Gilberto Bosques, que sienten redivivos sus propios laureles y el de aspirantes a revolucionarios que se imaginan a sí mismos como parte de la nueva epopeya ante la imposibilidad de poder hacerla en su propio país.

La revolución cubana, por su parte, tiene una proyección regional de indudable importancia, pues desde los primeros meses de 1959 dio muestras de sus ímpetus renovadores no sólo por enfrentarse a la política exterior norteamericana sino, sobre todo, por apoyar decididamente cualquier intento de insurrección en contra de las dictaduras antidemocráticas que pululaban en el Circuncaribe, espacio natural de Cuba.

A diferencia de la Revolución mexicana, la cubana tuvo que enfrentar un espacio marcado por el enfrentamiento ideológico entre el liberalismo y el socialismo, es decir, la guerra fría, que condicionó las respuestas de los actores internacionales. La experiencia cubana y su radicalización paulatina hacia el socialismo se muestran en el libro de Reynaga. Aquí encontramos el nuevo imaginario revolucionario que Política se encargará de mantener y difundir al asumir los valores representados. Al lector contemporáneo le resultará extraño contrastar el objetivo de esta revista, al convertirse en un órgano cuasi propagandístico cubano para contrarrestar "las mentiras" que los medios conservadores de la época propagaban sobre la Revolución cubana, pero esta decisión forma parte del espíritu de la época al tomar partido a favor de uno de los bandos en la pugna internacional. Nuevamente, la idea de opinión pública resalta en este sentido.

Esta coyuntura histórica será lo que nos permitirá entender cómo se construye la veracidad periodística. En una lectura contemporánea, como la hace el autor, la construcción de la verdad habrá que entenderla como "mito", pero en ese momento Política está debatiendo realidades concretas, lo primero será labor del historiador con el paso del tiempo, lo segundo labor del periodista en el momento mismo que suceden los acontecimientos. Sin duda alguna Política está construyendo una epopeya digna de imitarse para el resto de América Latina.

Desde la mirada contemporánea, Política se ha convertido, en un imaginario más, al igual que la Revolución cubana, para los historiadores progresistas mexicanos. Habría que preguntarse, en este sentido, si la construcción del mito definido contemporáneamente no empieza por la definición de la propia fuente que el historiador construye posteriormente. Creo que nos encontramos en un caso donde la fuente sobrepasa su ámbito primario para convertirse en un objeto mismo de la construcción historiográfica.

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